El imperio de las fobias

El imperio de las fobias

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En 1829, seis años después de la famosa proclama del gobierno de James Monroe, Simón Bolívar se refirió con gran claridad política a la potencia norteamericana señalando en una frase, ahora famosa, que Estados Unidos parecía estar destinado “a plagar a América de miseria en nombre de la Libertad”. Esa afirmación no fue una premonición sino el producto de un análisis muy acertado del Libertador sobre el expansionismo y el supremacismo blanco anglosajón, que ya se expresaban en la política estadounidense a principios del siglo XIX.

La joven potencia, paradójicamente formada por migrantes de diversos países, creció signada por un profundo racismo y la idea de ser una nación excepcional, con un “Destino Manifiesto” que, luego de la Segunda Guerra Mundial, lo facultaba para llevar las riendas del mundo capitalista. Al racismo estructural de la cultura occidental que desprecia las culturas latinoamericanas, africanas y asiáticas, se sumó, en las más de cuatro décadas de Guerra Fría, una fobia anticomunista promovida por Estados Unidos.

Una vez desintegrada la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ese destino que creían haber logrado alcanzar tropezó con pueblos insumisos y potencias emergentes.

Para sostener su poder económico y político invade países de África y Medio Oriente y estimula la “islamofobia” con herramienta cultural para acompañar el discurso supremacista frente a los países invadidos.

El nuevo milenio comienza con la consolidación de un gran bloque latinoamericano antiimperialista, una Rusia que se fue reconstruyendo política y económicamente de las cenizas de la URSS y una China que silenciosamente se había convertido en una potencia que hoy le disputa el primer lugar como economía mundial.

Ahora, ante el lento derrumbe del imperialismo y su mundo unipolar, Estados Unidos está dispuesto a generar nuevas guerras, antes que aceptar ser una potencia más dentro de un mundo multipolar. Como ya hemos dicho, estos conflictos requieren que siembre más miedos y fobias. La pregunta consiste en cómo justificar un discurso supremacista estadounidense sobre dos poderosas culturas, y particularmente sobre la milenaria cultura china, cuna de muchos de los más grandes inventos de la humanidad, y en cuya raíz está el evitar los conflictos que pongan en riesgo la paz que el pueblo chino sabe valorar.

El uso de la pandemia para despertar la “sinofobia”

Tan pronto como China anunciara la aparición de un contagioso virus en su territorio que poco a poco se convirtió en pandemia, Estados Unidos comenzó a promover esa fobia contra China que requiere para abonar el terreno de la guerra.

Donald Trump, uno de los presidentes estadounidenses más representativos del supremacismo blanco, comenzó a hablar del “virus chino” en lugar de utilizar el nombre científico que se le había asignado.

Trump alimentó la tesis de que el nuevo coronavirus había sido creado por China para establecer una especie de control mundial a partir de la muerte de millones de personas.

La tesis del entonces presidente estadounidense se caía por su propio peso. Primero porque es ilógico y casi ridículo pensar que China haya lanzado un arma biológica en su propio territorio, y segundo porque, tal como luego lo confirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS), era muy poco probable que este virus se hubiera originado en un laboratorio. Pero, aun así, esta acusación logró gran impacto mediático.

Un estudio publicado hace unos meses por la Asociación Norteamericana de Salud Pública, logró establecer una relación entre el primer trino de Trump usando las palabras “virus chino” con un aumento de expresiones racistas y xenófobas antiasiáticas en las redes sociales, y la ejecución de crímenes de odio contra la comunidad asiática residente en Estados Unidos.

A pocos meses de asumir la presidencia, Joe Biden ordenó a la llamada “comunidad de inteligencia” de su país que elaborara un informe sobre los orígenes del virus. Según el informe final, no hubo consenso entre las agencias de inteligencia sobre el origen del virus SARS-CoV-2 causante de la covid-19. La investigación concluyó que aquél no había sido diseñado como arma biológica y que no era posible asegurar que hubiera salido de un laboratorio chino, pero de igual manera, el discurso del nuevo gobierno estadounidense continuó señalando a China como responsable de esta pandemia.

En ambos casos, los mencionados carteles de comunicación de masas se encargaron de difundir estas teorías que resultaban tan útiles para promover la ansiada “sinofobia” en los países occidentales. Primero alimentando la incertidumbre sobre el origen de la pandemia, y luego estigmatizando hasta las costumbres culinarias y la medicina tradicional del gigante asiático.

La razón de esta campaña, que como hemos señalado se mantiene de diversas formas, mande quien mande en la Casa Blanca, obedece precisamente a la necesidad de reafirmar la idea racista y xenófoba del supremacismo estadounidense para justificar las agresiones que han ejecutado y las que probablemente piensan ejecutar próximamente contra China.

Quién produce armas biológicas

Mientras tanto, en esa pugna, Washington ha optado por centrarse primero en Rusia para tratar de desplazarla del tablero geopolítico, de modo que posteriormente pueda enfocarse en la disputa definitiva con China.

Por eso, Estados Unidos ha empujado la guerra en Ucrania utilizando a la OTAN para sacrificar a toda Europa, lo que además le servirá para reeditar un Plan Marshall que garantice la continuidad de su subordinación. Consecuentemente con todo lo aquí dicho, se impone hoy una censura sin precedentes contra Rusia y se estimula una terrible “rusofobia”.

A principios de marzo de este año, el gobierno ruso denunció la existencia de laboratorios biológicos en Ucrania en los que se estarían realizando peligrosas investigaciones y produciendo armas biológicas. Evidencias sobre el papel rector del Departamento de Defensa de los Estados Unidos sobre estos laboratorios fueron presentadas por una periodista búlgara y tácitamente asumidas por la subsecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, quien confirmó la existencia de dichos laboratorios y manifestó la preocupación del gobierno estadounidense por que los materiales que ahí se encuentran no “caigan en manos de las fuerzas rusas”, ante el Senado de su país, lo que comprueba que dichos laboratorios tienen importancia militar.

A raíz de esta información, el portavoz del Ministerio de Defensa de la República Popular China recordó en una rueda de prensa realizada hace pocos días, que China fue víctima de ataques con armas biológicas en el pasado y por eso ha abogado siempre por la completa prohibición y erradicación de este tipo de armas de destrucción masiva, por lo que llamó a Estados Unidos a respetar la “Convención sobre la prohibición del desarrollo, de la producción y del almacenamiento de armas bacteriológicas (biológicas) y toxínicas y sobre su destrucción” firmada en 1972; del mismo modo pidió al gobierno estadounidense que aclare ante la opinión pública mundial, qué hace en los 336 laboratorios biológicos que posee en 30 países del mundo.

Recientemente en Nuestra América, por ejemplo, la oposición colombiana exigió al gobierno de Duque que revele si se almacena en el país armas nucleares o biológicas estadounidenses, ya que tras su reunión con Joe Biden el pasado 10 de marzo, el presidente colombiano afirmó públicamente que Colombia “puede almacenar en nuestro territorio equipos para Estados Unidos que puedan servir ante cualquier situación de riesgo”.

Pero ante todas estas evidencias sobre la producción de armas biológicas por parte de Estados Unidos que ponen en riesgo al mundo entero, las grandes corporaciones mediáticas han optado por restar importancia a estas graves informaciones o simplemente callar. Esto deja claro que estos carteles de la comunicación están al servicio del discurso supremacista estadounidense para promover sus fobias y justificar sus guerras, y nos recuerda que la paz mundial requiere también grandes batallas en el terreno de la comunicación.

Artículo publicado originalmente en Misión Verdad

María Fernanda Barreto
María Fernanda Barreto

Escritora, investigadora y educadora popular colombo-venezolana, integrante de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad

Rusia se acerca a Asia

Rusia se acerca a Asia

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Las sanciones económicas de Occidente y sus lacayos contra Rusia parecen generar un efecto poco deseado por algunos en Washington y Bruselas. Ya hay algunos analistas del poder occidental que advierten que tales medidas antirrusas acercan más a Moscú con China y hacen fuerte a Putin en Asia.

China ha dicho en varias ocasiones ante la opinión pública mundial que su amistad con Rusia es “tan sólida como una roca”. Pero ha negado que le esté dando ayuda militar a Moscú para el accionar antifascista en Ucrania. Sin embargo, los auxilios económicos y financieros no se descartan desde Pekín hacia el amigo ruso. Esto lo advierte Estados Unidos, que ha lanzado una dura amenaza a los chinos si siguen colaborando con los rusos. En el medio de este escenario tenso, Estados Unidos juega con su carta taiwanesa, mientras China irritada sigue diciendo a los cuatro vientos que la “China Taipéi” es una “provincia rebelde” desde 1949.

Rusia sabe que China será un aliado importante en el medio de las tensiones con Estados Unidos. Una y otra vez Pekín culpa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de lo que pasa en Ucrania. Pero llama a la paz y a un alto fuego, para buscar una salida diplomática. Los rusos en este contexto buscan reforzar alianzas con potencias regionales en Asia.

Asia central, frente a Rusia y China

Dicen algunos portales que las sanciones de Estados Unidos a Rusia, excluyendo a este país del sistema interbancario SWIFT, podría terminar siendo un boomerang para el poder hegemónico del dólar como divisa internacional. Un caso interesante es el de la amistad Rusia-China. Nueva Delhi acordó comprar 3 millones de barriles de crudo ruso con un gran descuento, y es probable que en los próximos meses el comercio entre ambas naciones toque otra área crucial: la defensa.

India, el mayor importador de petróleo del mundo detrás de China y Estados Unidos. Además del acuerdo petrolero, el gobierno indio del premier Narendra Modhi también está explorando formas de mantener el comercio con Rusia mediante la reactivación de un acuerdo de la era de la “Guerra Fría” llamado comercio entre rupias y rublos. Permitiría a las empresas indias y rusas hacer negocios evitando la necesidad de usar dólares estadounidenses, la moneda predominante del comercio internacional, y reduciendo el riesgo de posibles sanciones estadounidenses. Ya India comercia con Irán, otro país bajo sanciones de Estados Unidos, utilizando un acuerdo comercial similar entre riyal y rupia.

Rusia y China mantienen un equilibrio de amistad, sobre todo en la región de Asia central, rica en reservas de gas y petróleo.

En 2016, Modi y Vladimir Putin supervisaron un acuerdo de 13 mil millones de dólares entre Rosneft y una refinería en el estado natal de Modi, Gujarat, que representó la mayor inyección de inversión extranjera en la historia de India y el mayor acuerdo de salida de Rusia. Mientras tanto, las empresas energéticas indias han invertido 16.000 millones de dólares en yacimientos petrolíferos siberianos.

India y Rusia también están explorando la posibilidad de utilizar el yuan chino como moneda de referencia para valorar el mecanismo comercial rupia-rublo.

Rusia también está estableciendo fuertes contactos con sus vecinos de Asia Central. Y aquí entra en escena otra vez China. Rusia apuesta por la fuerte demanda de gas y de petróleo de China para darle salida a sus reservas. Para el 2030, las necesidades de gas de gas del gigante asiático serán un 40% mayores a las de 2020, advierte la Agencia Internacional de la Energía (AIE). El gas ruso solo representa el 5% del consumo chino. Aunque los volúmenes del gas que consume China no cesan de aumentar, siguen siendo muy inferiores a las importaciones europeas, principal destino del gas ruso.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) es una organización de vocación político-militar entre varios países de Europa y Asia Central. Integrantes de la OTSC son Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.

Rusia suministra a China el 16% de su petróleo, una media de 1,59 millones de barriles diarios el año pasado. Para abastecerse de gas ruso, China tiene dos opciones: a través de tuberías (gasoductos) o con terminales de gasificación adonde se transporte, en general por mar, gas natural licuado (GNL). El primer gasoducto Rusia-China entró en servicio en 2019. Denominado “Power of Siberia” (Potencia de Siberia), el tubo conecta, por más de 2.000 km., yacimientos de Siberia oriental con la frontera china.

El tramo chino, que en un futuro debería facilitar el suministro de gas hasta Shanghái, se divide en tres partes. Una de ellas todavía está por construir. El conjunto estará completamente operativo en 2025. “Power of Siberia” podrá suministrar 38.000 millones de m3 al año. Además se contempla la construcción de un segundo gasoducto, “Power of China 2”, que debería atravesar Mongolia. Si la obra se lleva a cabo, la infraestructura suministrará 50.000 millones de m3 de gases suplementarios a China.

Narendra Modi, premier de India, Xi Jiping, presidente de China, y Vladimir Putin, presidente de Rusia, en una cumbre BRICS (Bloque Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica).

Rusia y China hacen valer el rol que tiene Mongolia. Se trata de un país enlace. Los mongoles hace tiempo que tienen buenas relaciones con los rusos, y hace poco con los chinos. En diciembre de 2019, Gazprom y el gobierno de Mongolia firmaron un Memorando de Entendimiento. En enero de 2022, Gazprom y Mongolia firmaron un protocolo sobre los resultados de la consideración de un estudio de viabilidad (FS) para la construcción del gasoducto Soyuz Vostok. Ukhnaagiin Khürelsükh es el actual presidente de Mongolia, considerado un “prorruso” y un “prochino”. Anteriormente fue primer ministro de Mongolia, desde octubre de 2017 hasta enero de 2021, bajo la presidencia de Khaltmaagiin Battulga, de centro-derecha, que se fue acercando, no obstante, a Moscú y Pekín.

Rusia también ha abierto puentes muy significativos a Kazajistán, donde gobierna un aliado, Kasim Tokayev. El mandatario kazajo autorizó la entrada de tropas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), al mando de Rusia, para neutralizar a los manifestantes que protestaban contra su gobierno y el alza de los precios de los combustibles. Esto ha reforzado la alianza entre Moscú y Nursultán.

La alianza de la llamada OTSC está conformada actualmente por Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, y fue concebida como una unión para contrarrestar las amenazas militares externas. Kazajistán, una nación de unos 19 millones de habitantes, comparte una extensa frontera con Rusia y se encuentra en lo que Moscú considera como su esfera de influencia. Esta es la primera vez que la OTSC, fundada después de la disolución de la Unión Soviética, acepta desplegar “fuerzas de paz” para ayudar a un país miembro. Kazajistán es un aliado internacional muy importante para Rusia. Es miembro de todos los proyectos de integración de Moscú como la Unión Económica Euroasiática.

Rusia pisa fuerte en Asia. Ya lo hace en Irán, en Siria, en Arabia Saudí y busca no perder terreno en Asia central. Hasta ha establecido sus relaciones con el régimen talibán afgano. Claro está, que todo anda coordinado siempre con una especie de alianza gasífera y petrolera con Pekín. Todo esto pone nervioso a Washington.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Mongolia ¿entre Rusia y China?

Mongolia ¿entre Rusia y China?

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Mongolia, tierra del famoso líder Gengis Khan, es un estado que se ubica entre dos gigantes de la geopolítica. En los tiempos modernos ha estado siempre con sus relaciones fronterizas con Rusia y China. Pero pocos recuerdan que Mongolia fue el segundo país en proclamar el socialismo marxista en la historia mundial.

Una noticia en el medio de la crisis ucraniana no fue muy atendida por los grandes medios demonizadores de Rusia. Gazprom, la mayor compañía estatal de Rusia, dio un nuevo paso hacia el posible acuerdo de suministro de gas natural más grande de su historia con China luego de que las naciones de todo el mundo rompieran los lazos económicos y políticos con Putin por la situación de Ucrania. Gazprom suscribió un contrato para diseñar el gasoducto Soyuz Vostok a través de Mongolia hacia tierras chinas.

Este supuesto nuevo gasoducto Soyuz Vostok transportará hasta 50.000 millones de metros cúbicos de gas natural por año a Mongolia, en medio de las montañas alguna vez recorridas por Gengis Khan. Todo parece indicar que los mongoles quieren estar cerca de sus vecinos gigantes.

Vale recordar que, en diciembre de 2019, Gazprom y el gobierno de Mongolia firmaron un Memorando de Entendimiento. En enero de 2022, Gazprom y Mongolia firmaron un protocolo sobre los resultados de la consideración de un estudio de viabilidad (FS) para la construcción del gasoducto Soyuz Vostok.

En la actualidad gobierna el histórico Partido del Pueblo de Mongolia (PPM). El PPM gobernó el país entre 1921 y 1996, hasta 1990 en carácter de partido único. Accedió al poder nuevamente en 2000 hasta 2004 y entre 2006-2009, formó parte de un gobierno de coalición.

El recuerdo soviético de Mongolia, país asiático que fue el segundo en proclamar el socialismo marxista leninista en la historia mundial. Fue en 1924.

Hay que aclarar que el PPM fue de origen marxista leninista, y el que fue parte de la fundación de la República Popular de Mongolia. Pero en 1990 abandonó el marxismo leninismo y pasó a ser socialdemócrata. No obstante, hoy en día, se ha alineado a Moscú y Pekín. Ukhnaagiin Khürelsükh es el actual presidente de Mongolia, del PPM, y considerado un “prorruso” y un “prochino”. Anteriormente fue primer ministro de Mongolia, desde octubre de 2017 hasta enero de 2021, bajo la presidencia de Khaltmaagiin Battulga, del Partido Democrático (PD), de centro-derecha, que se fue acercando, no obstante, a Moscú y Pekín.

Interesante observar estas posturas. Si bien en 1990 Mongolia se acercó a Washington y adoptó el capitalismo, las relaciones con Rusia y China no se terminaron del todo. La Federación Rusa es capitalista y la República Popular China es “socialista de mercado”. Mongolia capitalista actual no dudó en unirse.

Desde tiempos de la China Qing (1644-1912) las tierras de los mongoles quedaron bajo sometimiento de la etnia Han. Pero los señores terratenientes mongoles pactaron con los Qing. El budismo es la creencia imperante en tierras mongolas y es del tipo lamaisiano.

En julio de 1911 un grupo de señores terratenientes Khalkha persuadieron al Jebtsundamba Khutuktu, la cabeza del budismo mongol, de que Mongolia debía declarar su independencia de la dinastía Qing. Acordaron enviar una pequeña delegación a Rusia para obtener asistencia para esta tarea. En octubre de 1911 la revolución republicana estalló en China, y las diversas provincias una tras otra fueron declarando su independencia del gobierno Qing. El 1 de diciembre de 1911 “Mongolia Exterior” declaró su independencia, y estableció una teocracia bajo el líder religioso Khutuktu. El 29 de diciembre de 1911 fue entronizado como Bogd Khan (Gran Khan, o Emperador) de Mongolia. Reinó desde 1911 hasta 1919.

Entre 1911 y 1921 los comunistas leninistas iniciaron una lucha contra los señores terratenientes mongoles y con mucha ayuda de Moscú. En octubre de 1920 una delegación mongola comunista llegó a la Rusia socialista para pedir el apoyo de los bolcheviques. Lenin aprobó la ayuda. Khorloogiin Choibalsan era el líder marxista más respetado de Mongolia. Un tal Mijaíl Kucherenko era otro destacado dirigente y muy admirador de Lenin. Otro miembro era Damdin Sükhbaatar, un soldado del ejército mongol que luego de su fallecimiento, fue canonizado por los historiadores comunistas como el “Lenin de Mongolia”.

En 1921 la División Asiática de Caballería liderada por el comandante ruso Román von Ungern-Sternberg, quien recibió la aprobación del monarca mongol Bogd Khan, en plena guerra civil rusa ayudó a los mongoles expulsar a los chinos. Hacia fines de 1922 se funda la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS) y los comunistas mongoles lo celebraron.

El 26 de noviembre de 1924 fue proclamada la República Popular de Mongolia, un Estado socialista orientado hacia Moscú. Unidades del Ejército Rojo llegaron a Mongolia. Es decir, Mongolia se convirtió en el segundo país marxista leninista de la historia mundial.

Navaandorjiyn Jadambaa fue el primer presidente de Mongolia socialista. Pero el hombre fuerte era Choilbasan, que se hizo con el poder en 1929 con ayuda de Stalin. Gobernó hasta 1952, año de su muerte. Sus sucesores fueron tan prosoviéticos como él.

En sus diferentes etapas la URSS estuvo compuesta por un número variado de repúblicas constituyentes que osciló entre 4 y 16. El número máximo fue de 16 e incluyó a la República Soviética Socialista de Carelo-Finesa, que existió entre 1940 y 1956. Precisamente en esa época sonaron voces a favor de la incorporación de Mongolia en el seno de la URSS. Las autoridades mongolas querían que su país se convirtiese en la 17ª república del gigante comunista.

Ukhnaagiin Khürelsükh, presidente de Mongolia, y Vladimir Putin, presidente de Rusia, aliados en Asia central.

En 1956, el nuevo líder de Mongolia, Yunjaagiin Tsedenbal, solicitó en reiteradas ocasiones que su país fuera incorporado en la URSS como una de las repúblicas constituyentes, pero la respuesta de Moscú siempre fue negativa.

Hoy en día, Mongolia se parece a una ex república de la URSS. Ulán Bator es una típica ciudad postsoviética. Además, allí muchas personas estudian el idioma ruso en las escuelas y lo hablan perfectamente. Igual que en muchas repúblicas de Asia Central el principal alfabeto que se usa para escribir en el idioma oficial (en este caso, el mongol) es cirílico. En ese país asiático hay muchos monumentos hechos al estilo soviético. La población de Mongolia es de tan solo 3,53 millones de personas.

Mongolia capitalista actual está de nuevo en la encrucijada entre Rusia y China, dos potencias que tienen mucho que decir. Antes, Mongolia era más bien un Estado tapón. Hoy parece un Estado lazo entre Moscú y Pekín. La dirigencia mongola desde 1991-1992 no se animó a establecer lazos muy concretos con Occidente. Parece ser que saben que sus dos vecinos gigantes no lo permitirían. Mongolia no es Ucrania. Mongolia no es Taiwán.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

De vencedores y vencidos

De vencedores y vencidos

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Algunas apreciaciones respecto de lo que acontece en el mundo de hoy. ¿Alguien gana? ¿Quiénes perdemos? ¿Es inevitable revertir la situación? ¿Hay certidumbres? Algunas de estas preguntas son las que intentaremos despejar.

En reiterados artículos editoriales como este hemos retomado las palabras del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin. Palabras más, palabras menos, el mandatario insistía allá por 2012 con que vivíamos en un mundo donde la única regla que existe es que no hay reglas. Cuán cierta se vuelve hoy la frase.

Como todo en política aquí no se trata de separar entre buenos y malos. Parafraseando a la famosa película de George Lucas no existen unas fuerzas oscuras y otras iluminadas o puras. La política como el arte de poder transformar las cosas responde a intereses. Intereses de un lado y del otro. Intereses que no son en forma de binomio, sino de múltiples niveles.

Está claro que no todos los intereses (o interesados) tienen el mismo peso, las mismas posibilidades de materializarse o incluso las mismas consecuencias. Pero no dejan de ser intereses. Obviamente, bajo el sistema capitalista, quienes son propietarios de los medios de producción (parafraseando a Marx) tienen mejores posibilidades. Hoy ya no son las fuerzas de producción, sino un entramado muy complejo de desenredar que asocia medios de comunicación (producción de sentido); influencia en los poderes judiciales a todo tipo de escala; grandes inversiones financieras en bolsas de todo el mundo, que han robado tanto dinero que pueden darse el lujo de convertirse en prestamistas privados; y un largo etcétera de elementos que se podrían agregar.

Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial (que no fue mundial sino básicamente europea o euroasiática en su defecto), EEUU surgió como el gran ganador: se convirtió en el prestamista estrella para la reconstrucción, se encargó de que Hollywood construyera ese relato ficcional que tergiversaba la historia real, consiguió una cada vez mayor influencia mediática (hay que recordar que más de un 90% de la producción de noticias pasa por manos norteamericanas o de países fuertemente influenciados por ellos), y las empresas gringas cada vez adquirieron mayor fuerza e influencia global (entre ellas el complejo industrial-militar-farmacéutico), entre otras.

Todo ello (y otras travesuras que han hecho, como invasiones, asesinatos selectivos, y un montón de etcéteras más) reforzó la creencia de muchos gobiernos norteamericanos de que eran los salvadores del mundo por gracia divina; que eran los guardianes de principios y valores impuestos por la divinidad. Todo aquel que osara contradecirlo era aplastado.

Claro, esto se vio potenciado con la caída del Muro de Berlín y de la URSS, y, por consiguiente, con la globalización de la dominación occidental encabezada por gringolandia. Una dominación que poco a poco se fue anquilosando y que generó que desde un perfil bajo otros países comenzaran a repuntar a grado tal de ponerla en cuestión.

Este “hacer lo que quisieron” estuvo vigente básicamente hasta los acontecimientos sucedidos en Siria. Eso que el Doctor en Economía -y amigo de la casa- Jorge Beinstein llamaba el “Techo sirio”, momento en el cual las fuerzas populares de ese país los derrotaron militarmente, junto con su presidente Bahar Al Assad y sus socios/amigos: el Hezbollah, la República Islámica de Irán y fundamentalmente la Federación Rusa comandada por Putin.

Desde entonces el retroceso norteamericano no ha dejado de crecer. En Nuestra América vivimos una década de gobierno populares, Europa se fue despegando paulatinamente (sobre todo durante la administración Trump), África dejó de ir arrastrado de las narices detrás de occidente y comenzó a crear vínculos más sólidos con China, y éste último se convirtió en la fábrica del mundo, ergo en la principal potencia económica a nivel mundial.

De esta forma, EEUU se quedaba rezagada: en lo militar Rusia le lleva décadas en materia de tecnología y en lo económico China lo superó -en gran medida gracias a la globalización impuesta por occidente- como primera potencia global; ambos casos también relacionados a los avances tecnológicos.

En lo que sí siguieron siendo potencia fue en lo financiero especulativo, en el dominio de los organismos creados luego de los acuerdos de Bretton Woods (FMI, BM, ONU, OTAN) y en su influencia mediática y comunicacional, ya no sólo con los medios tradicionales, sino con las famosas redes sociales, donde una gran parte de la población mundial consume productos: el famoso GAFAM (Google, Ámazon, Facebook, Appel y Microsoft). Pese a ello, China le disputa esa hegemonía no sólo en lo relacionado a las empresas tecnológicas, sino en el área diplomática e incluso en el peso específico dentro de instituciones como el FMI o en la construcción paralela de otras.

EEUU no se podía permitir seguir perdiendo influencia y cual bestia herida utilizó todas sus herramientas para intentar frenar el avance de estas dos nuevas potencias. Sanciones, guerra económica y financiera, guerra de propaganda, guerra diplomática, y -lamentablemente- también guerras en el plano militar. Eso fueron los terroristas y mercenarios en Siria, Libia, Venezuela, Irán u otros países enemistados con EEUU, y eso también es la guerra impuesta hoy en Ucrania.

Se preguntarán ¿por qué Ucrania? Simplemente porque es una región vital en la lógica de funcionamiento de la vida de Rusia. Es como si Hitler estuviera a las puertas de Moscú sin estar en el contexto de la SGM. Simple y sencillamente porque a EEUU y occidente (léase Europa) no les gusta la competencia. Quieren ser ellos los mandamases del barrio y para ello tienen que balcanizar a Rusia a como dé lugar.

Y en este punto se ve con claridad por qué muches insistimos en que la producción de sentidos, de relatos y la batalla cultural hoy por hoy tienen un peso sin precedentes en la historia de la humanidad. Las grandes agencias (empresas) de comunicación construyen desde hace décadas un relato anti-ruso, hoy potenciado por el conflicto; empresas como Facebook o YouTuBe censuran a medios rusos como RT o Sputnik que cuentan la otra cara de la moneda; a periodistas que contradicen el relato occidental Twitter intempestivamente les sindica como “medio afiliado al gobierno de Rusia”; y muchos medios construyen “noticias” con información falsa o tergiversada (Fake News).

Y el accionar comunicacional occidental da cuentas de que -como decía Putin- en este mundo capitalista de hoy no importan las reglas. Y es sólo un ejemplo de cómo funciona la cosa, porque esto mismo se podría aplicar a lo económico, a lo diplomático, a lo comercial o a lo jurídico.

Desde la llegada de Putin al gobierno ruso, tiempo después de la caída de la Unión Soviética, el mandatario viene advirtiendo sobre las posibles consecuencias de la expansión hacia el este de la OTAN (instrumento militar europeo pero que comanda EEUU). Casi ningún medio occidental se preocupó por el tema, al contrario, lo ocultaron/ningunearon. Casi ningún medio occidental se rajó las vestiduras por el padecimiento de los pueblos del Dombass, bombardeados desde hace 8 años por las administraciones neonazis de Kiev. Pocos medios occidentales ponían en cuestión las sanciones unilaterales de EEUU (acompañadas fundamentalmente por Europa contra otras naciones bajo pretexto de defender los Derechos Humanos).

Como lo señalamos en reiteradas oportunidades en este espacio editorial, vivimos un tiempo donde el imperialismo norteamericano declaró la guerra a perpetuidad a los pueblos que buscan ser libres, soberanos y que se oponen a directa o indirectamente a sus directrices. ¿O qué creen que vino a hacer Macri? El endeudamiento con el FMI, la pérdida de empleo, de poder adquisitivo, no fueron otra cosa que condicionar a nuestro pueblo para que no podamos seguir en una senda de construcción de soberanía, esa que desde inicios de siglo emprendieron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.

¿Hay certidumbres de lo que pueda pasar? No, claramente vivimos momentos de muchísima incertidumbre y cualquier error de cálculos puede tener un costo altísimo para la humanidad en su conjunto.

¿Es inevitable revertir la situación? La respuesta es sí. Mucho de lo que acontezca dependerá de las luchas que emprendamos como pueblos y de que no nos conformemos con lo posible, sino que apuntemos a buscar lo que esté más allá.

Por el momento los grandes ganadores siguen siendo los de siempre. Aquellos que ganan poder y dinero a costa del sufrimiento del resto de la humanidad. Los que perdemos en este mundo, bajo las reglas del capitalismo, seguimos siendo los pueblos. Revertirlo dependerá de las luchas que podamos gestar; de que logremos generar marcos de unidad fuertes y solidarios; en definitiva, de que logremos convencer a las grandes mayorías que este no es el sistema en el que queremos vivir y que otro mundo es posible.

El imperialismo, el capitalismo (y sus injusticias y opresiones), no caerán solos, hay que empujarlos para que caigan. En esa batalla nos encontraremos.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Calvo: “Ucrania en este juego es un peón descartable”

Calvo: “Ucrania en este juego es un peón descartable”

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En diálogo con el programa Doblan las Campanas el periodista y analista internacional, Guadi Calvo, analizó la situación que se vive entre Ucrania y Rusia y remarcó que “el gran conflicto se establece entre Rusia y la OTAN”. Además mencionó el rol de la OTAN y Estados Unidos en este desacuerdo.

El analista destacó que “esta era una noticia anunciada“. El problema general es entre Rusia y la OTAN “que es una secretaria europea de los Estados Unidos” y Ucrania “en este juego es un peón descartable“.

Con respecto a la decisión de Putin y su ofensiva mencionó que es “la peor que podía haber tomado pero es la única que la OTAN o Washington le ha dejado” ya que Rusia no podía retroceder más en su arco defensivo. Se vio obligada a tomar esta medida a pesar de la gran cantidad de reuniones que hubo previas a lo acordado en 2014 donde se garantizaba que Ucrania no sería parte de la OTAN.

En cuanto a la sanciones Calvo destacó que en el mediano plazo “van a afectar al mercado norteamericano” y que se están jugando procesos muy fuertes.

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Eritrea, el amigo de Rusia

Eritrea, el amigo de Rusia

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El pasado miércoles 2 de marzo las Naciones Unidas (ONU) sometió a voto la decisión de “condenar” o no la “ofensiva de Rusia” sobre Ucrania. El resultado fue 141 votos a favor de la “condena”, 35 abstenciones y tan solo 5 en contra. Los países que se negaron a denunciar la situación en Ucrania fueron Rusia, Bielorrusia, Siria, República Popular Democrática de Corea (RPDC) y Eritrea. Pocos conocen el porqué de Eritrea, un pequeño país africano independizado en 1993 y que parece que tiene una férrea actitud filorrusa.

Eritrea se encuentra en el noroeste de África, es limítrofe con Yibuti, Etiopía y Sudán y su costa está bañada por las aguas del Mar Rojo. Es parte de una geografía donde surgieron culturas antiguas como la de los habeshes sudarábigos, el reino de Damot y el imperio de Aksum.

A lo largo de la historia y hasta 1890, año en el que Italia coloniza el territorio y lo delimita oficialmente, la zona de Eritrea había formado parte de varios imperios y reinos de la región del Cuerno de África Oriental, sobre todo del imperio cristiano de Etiopía. El Reino de Italia, tras el Tratado de Wichale, creó la colonia de Eritrea en 1890 y la mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial, con las mismas fronteras que posee hoy en día.

Eritrea en las Naciones Unidas ha votado contra las condenas a Rusia por la crisis de Ucrania.

En 1941 Eritrea fue conquistada por los británicos, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, y pasó a formar parte de la administración colonial del Reino Unido. En 1952 se federó con el imperio de Etiopía, hasta que en 1962 la unión se disolvió y Eritrea fue degradada a una provincia.

Hasta 1993 perteneció siempre a Etiopía. En ese año logró su independencia bajo el mando de Isaías Afewerki, líder de la resistencia socialista contra el rival etíope y que hoy comanda el país con firmeza frente a cualquier agresión foránea de sus vecinos.

Cabe aclarar que Etiopía fue un imperio cristiano hasta 1974, año en que cayó el régimen filoyanqui del Haile Selassie I. Se forma una República bajo mando de una junta militar progresista, de donde surgirá Mengistu el Rojo, muy prosoviético y que logró convertirse en el hombre fuerte del país en 1977. Con ayuda de la Unión Soviética, Cuba y la República Popular Democrática del Yemen, Mengistu el Rojo consolidó la Etiopía socialista. Pero había frentes internos que neutralizar.

En 1977-1978, Etiopía socialista derrotó a los rebeldes somalíes del Ogadén, que recibían apoyo del régimen socialista somalí del General Siad Barré, que se enemistó con Moscú y se alió a Washington para destruir al gobierno de Mengistu el Rojo y crear la “Gran Somalía” en el Cuerno de África Oriental.

Pero quedaban rebeldes en Etiopía, sobre todo en las zonas norteñas, en Eritrea. Una resistencia eritrea actuó contra Etiopía desde 1962, y también desde 1974, sucediéndose diversos conflictos que se convirtieron en guerra abierta en 1983. Tras cuatro años, y ya bajo control del llamado Frente Popular para la Liberación de Eritrea (FPLE), la Etiopía socialista volvió a declarar a Eritrea en 1987 como “región autónoma”.

El FPLE fue creado en 1970 como un grupo intelectual de izquierda maoísta, que acabó escindiéndose del Frente para la Liberación de Eritrea (FLE). Tras su victoria en la guerra de la independencia de Eritrea en 1991, el Frente Popular pasó a denominarse Frente Popular por la Democracia y la Justicia (FPDJ) en 1994, y desde aquel desde entonces es el único partido político legal en Eritrea, adoptando una postura nacionalista y alejada del viejo maoísmo.

Afewerki se convirtió en el hombre fuerte del nacionalismo del FPDJ. En 1966 se incorporó como guerrillero maoísta al FPLE y viajó a la República Popular China donde recibió formación política y militar. Más tarde cofundó el Frente Popular para la Liberación de Eritrea y fue nombrado Secretario General en 1987. Tras la independencia de su país, se convirtió en el primer presidente y dirigió los enfrentamientos armados que se sucedieron después con Etiopía.

Eritrea también ha establecido una fuerte alianza comercial con la República Popular China.

Aunque la separación de Etiopía fue amistosa, en 1994 rompió relaciones diplomáticas con los etíopes. Las guerras fronterizas no tardaron en aparecer. El 9 de julio de 2018, Afwerki, y el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, declararon el fin del estado de guerra entre sus dos países y la normalización de sus relaciones. El 11 de septiembre de 2018, con motivo del Año Nuevo etíope, se reabrieron la frontera entre Eritrea y Etiopía, que se había cerrado desde 1998 durante una ceremonia oficial.

Pero Eritrea es el “malo” del Cuerno de África Oriental para Occidente. Aliado de China y Rusia, hacia el 2020 la crisis etíope puso en conflicto la paz de 2018 con Eritrea.  Estados Unidos advirtió en septiembre de 2021 a Eritrea que su papel en la guerra de Etiopía podría acarrear sanciones contra las Fuerzas de Defensa de Eritrea y el FLE. Para mantener el poder en la región, Afwerki no dudó en buscar relaciones exteriores que lo apoyaran, y ahí aparece Rusia. También China. Occidente siempre ha sancionado a Eritrea casi desde que nació, porque Afewerki nunca se alineó a Washington, dada su rivalidad con Etiopía, que en 1991 dejó de ser socialista soviética y pasó a manos de ser aliado filoyanqui.

A comienzos de este año 2022, Eritrea se reunió con China y Rusia para que se posicionasen en contra de las sanciones que el gobierno de Joe Biden establecía en el país africano. Para devolver el favor a Moscú, Eritrea votó este miércoles en la ONU en contra de condenar la agresión de Rusia a Ucrania.

La posición de Eritrea “es contra la internacionalización, la retórica incesante y la imposición de sanciones unilaterales, que lamentablemente polarizan aún más las relaciones internacionales y escalan la situación con enormes implicaciones para los civiles”.

Rusia tiene interés en Eritrea por su estratégica ubicación en el Mar Rojo y por el mercado que suponen los países africanos: el 49% de las importaciones rusas a África son armas. El Departamento del Tesoro impuso sanciones contra las Fuerzas de Defensa de Eritrea y el gobierno nacionalista de Afwerki alegando la que “presencia desestabilizadora de Eritrea en Etiopía” estaba amenazando la integridad del estado etíope. En su intento por mantener resistir, Afwerki no duda en estrechar lazos con Rusia y China. También con Siria, Irán, RPDC, Bielorrusia, Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Eritrea está en la lista negra de Estados Unidos. Hay sanciones comerciales de Occidente que dificultan su economía rural. Eritrea tiene 6.147.398 habitantes, y gracias a la intervención gubernamental, se han logrado mejoras importantes en puertos, aeropuertos y comunicaciones por carretera. Eritrea tiene una posición comercial estratégica en el Mar Rojo y sus reservas minerales de mármol, granito, plata, cobre, zinc, oro y sílice son muy importantes.

Isaías Afewerki, histórico líder independentista y actual presidente de Eritrea. Desde 1993, año de la independencia del país, Afewerki es el líder histórico y hombre fuerte.

En Eritrea existen nueve grupos étnicos: los afar, los bilen, los beja (los hedareb), los kunama, los nara, los rashaida, los saho, los tigré y los tigriña. Eritrea tiene dos religiones predominantes, el cristianismo, con el 62,9 % de seguidores; y el islam, que agrupa al 36,2 % de la población. Los cristianos pertenecen principalmente a la Iglesia ortodoxa eritrea. También hay minorías cristianas católicas, coptas, protestantes y luteranas.

Eritrea tiene alfabetizada a más del 80 % de su población. Pese a las sanciones, trata de salir adelante y las inversiones rusas y chinas han ayudado al país para desafiar a Occidente.

Su férrea posición filorrusa responde a los ataques de Estados Unidos y la Unión Europea, que acusan a Afewerki de “dictador” y “violador de los derechos humanos”. Típico discurso colonialista. Y Eritrea no se queda atrás. Afewerki sigue firme defendiendo su patria.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Aliados de Rusia en África, Asia, Europa, Latinoamérica y el Pacífico

Aliados de Rusia en África, Asia, Europa, Latinoamérica y el Pacífico

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Pasó una semana del llamado conflicto Rusia-Ucrania. Mientras el mundo occidental y occidentalizado demoniza a Moscú, el presidente ruso Putin cuenta con aliados en algunas partes del mundo. Más allá de una alianza gigante con China, en tierras latinoamericanas, africanas y asiáticas halló algunos apoyos.

Los grandes medios occidentales y sus satélites engendraron la quimera de “Todos contra Rusia” para apoyar al régimen filoyanqui y europeísta de Volodomir Zelenski en Ucrania. La opinión pública mundial debe ser adoctrinada con el objetivo de aislar a Putin, el “malo de la película”. No se trata de “buenos”, “feos” y “malos”, sino de analizar lo que viene en el orden internacional. Para algunos Rusia pateó el tablero en Ucrania. Poniendo los puntos a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es todo un clímax. Eso no se puede negar. Hasta China quedó casi como asombrada por la operación militar rusa en Ucrania. Vienen los recuerdos de Taiwán, y sabe que Occidente le va a reclamar por los casos de los uigures separatistas de Xinjinag o el famoso contencioso del Tíbet. Pero China ha dicho que ni Xinjiang, ni el Tíbet y mucho menos Taiwán son Ucrania. Pekín se ha puesto del lado ruso y hasta lo ha auxiliado económica ante las duras sanciones occidentales.

Rusia no sólo se sirve de la alianza con Pekín. En Europa aún tiene sus aliados. Todos ya saben que el gobierno de Alexander Lukashenko de Bielorrusia es aliado primordial de Moscú. Los es desde 1994, cuando Lukashenko se erigió como máximo líder del país europeo. De hecho, Minsk, capital bielorrusa, fue la sede de los llamados “Acuerdos de Minsk” que Zelenski nunca cumplió para detener los ataques de Kiev sobre las poblaciones rusoparlantes en Donbás.

Ucrania ha acusado directamente a Bielorrusia de “facilitar” la “invasión rusa”, según las palabras que ha utilizado el embajador ucraniano ante las Naciones Unidas (ONU), Sergii Kislitsia. Estados Unidos anunció a fines de febrero el cierre de su embajada en Minsk y autorizó la salida de sus trabajadores y familiares. Por su parte, Minsk cedió la región de Gomel para las negociaciones entre rusos y ucranianos.

En Europa, Rusia aún tiene como aliado a Serbia. El caso serbio es muy singular. Todavía Serbia sufre al separatismo nacionalista derechista de los albano-kosovares, apoyados por Estados Unidos, y Rusia siempre se puso del lado de Belgrado, capital del país balcánico, argumentando que defiende “el derecho a la integridad del territorio serbio”.

Venezuela bolivariana siempre aliada a Rusia, uniendo fuerzas antiestadounidenses.

Kosovo, que se independizó con ayuda yanqui de Serbia en 2008 y cuya soberanía no reconocen ni Belgrado ni Moscú. Pero parece ser que el accionar ruso lo ha cambiado todo. Según algunos analistas regionales, Rusia podría incitar ahora a sus aliados serbios en Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Kosovo a provocar “desórdenes”. Por ejemplo, Croacia ha elevado el estado de alerta de su Ejército ante el temor de que la crisis de Ucrania pueda desestabilizar los Balcanes.

Moldavia no es un país de Europa que apoye a Moscú. Pero tiene un conflicto con filorrusos en su parte oriental, en la frontera con… Ucrania. Durante las últimas tres décadas, Rusia ha respaldado un régimen prorruso en la región disidente de Moldavia, llamada Transnistria. La Moldavia propiamente dicha en el oeste, también conocida por aquellos lares como la Moldavia “rumana” o Besarabia, tiene casi más de 2 millones de habitantes. Hace 30 años, Transnistria se independizó de facto. Moscú facilitó esta independencia con sus tanques y aparatos y ahora hay 2000 soldados rusos estacionados en Transnistria para “mantener el orden”.

Saliendo del mapa europeo, Rusia tiene sus aliados más firmes en Asia central. Hay una entidad que se llama Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), una especie de alianza de antiguas naciones soviéticas liderada por Rusia. Moscú y sus amigos bielorrusos lograron formar esta alianza con Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, y fue concebida como una unión para contrarrestar las amenazas militares externas.

El origen de la OTSC se remonta a 1991, en pleno final de la Guerra Fría. Ese año se disolvió el Pacto de Varsovia, la alianza militar de la Unión Soviética y otras repúblicas socialistas del este de Europa que se creó en 1954-1955 para luchar contra la OTAN. La caída del mundo soviético obligó a Rusia a impulsar otra organización que garantizara su influencia en el espacio postsoviético. Solo un año después, en 1992, se firmó el “Tratado de Seguridad Colectiva”, con una vigencia de cinco años ampliables. Tras una prórroga en 1999, los Estados miembros acordaron en 2002 institucionalizar una organización permanente, la OTSC.

El nacimiento de la OTSC permitió a Rusia instalar bases militares en los demás países de la organización y vetar el establecimiento de bases extranjeras en estos territorios. De esta manera, Moscú evitó que sus socios entablaran alianzas militares con Estados Unidos. Además, el Tratado de la OTSC estableció un principio de seguridad colectiva parecido al de la OTAN. De hecho, su “artículo 4to” determina que una agresión contra un Estado de la alianza se considerará un ataque contra todos sus miembros.

Desde su creación, la OTSC ha estrechado lazos con la “Comunidad de Estados Independientes”, otra organización de Estados postsoviéticos liderada por Rusia. También con la Organización de Cooperación de Shanghái, que incluye a Rusia, cuatro repúblicas centroasiáticas, China, India y Pakistán, en línea con la apuesta rusa por reforzar las relaciones con las principales potencias de Asia. Además, la OTSC colabora con la ONU, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) o el Comité Internacional de la Cruz Roja en materia humanitaria.

Pero la OTSC es medio vacilante. En 2010, Kirguistán solicitó la intervención de la alianza para frenar la oleada de violencia, pero Rusia denegó la ayuda, calificando la situación como de “asunto interno”. La llamada segunda guerra del Alto Karabaj (2020) entre Armenia y Azerbaiyán supuso otro desafío para la OTSC, que no actuó en apoyo a las fuerzas armenias, históricas aliadas a Moscú. La organización tampoco intervino en el conflicto fronterizo (2021) entre Kirguistán y Tayikistán, dos Estados miembros, ya que carece de competencias en conflictos entre países aliados. Pero sí hubo un primer despliegue conjunto de tropas de la OTSC en el último enero de 2022, con la crisis de Kazajistán. El presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokaev, solicitó ayuda a la alianza para poner fin a disturbios en el país y Rusia no dudó en ayudar. Pero los rusos se fueron a casa.

Por tierras africanas tenemos algunas cuestiones que analizar. Rusia ha ganado terreno en África de alguna manera. Tiene una alianza comercial muy vigorosa con Sudáfrica, en el marco del llamado BRICS (Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica). El gobierno sudafricano pidió por la paz en Europa, pero luego le dijo a Rusia que salga de Ucrania.

El principal aliado africano de Rusia es Egipto. En octubre de 2019, el presidente Vladimir Putin organizó una cumbre en Sochi entre Moscú y los países africanos. Fue el egipcio Abdel Fattah al-Sisi quien encabezó este encuentro, junto al líder ruso, en el que se acabaron firmando más de 500 acuerdos, memorandos y contratos por valor de 11.300 millones de euros entre Rusia y más de 40 gobiernos africanos. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rusia ha triplicado sus intercambios comerciales con el continente en apenas una década, pero principalmente en los últimos tres años. Sus principales socios son Egipto, Marruecos, Argelia y Túnez. En materia de seguridad, Moscú obtuvo garantías para establecer bases militares en Egipto, República Centroafricana, Eritrea, Madagascar, Mozambique y Sudán. Todos estos países solo atinaron a clamar por la “paz mundial”, pero sin herir susceptibilidades del Oso Misha.

Viajando a Asia, el caso de la alianza con la República Árabe Siria es ya de público conocimiento. El gobierno de Bashar Al Asad es un aliado de Rusia, ya que Moscú ayuda mucho en sus batallas contra el Daesh y otros grupos terroristas financiados por Occidente. De hecho, Siria ha reconocido abiertamente la independencia de las dos provincias separatistas del Donbás. Desde 2015, Moscú interviene militarmente en Siria en favor del Al Asad. Tampoco olvidemos la alianza entre Moscú y la República Islámica de Irán. Eso es otro hueso duro de roer para Occidente.

Siria y Rusia unidas contra EEUU y la OTAN desde 2015.

En el este de Asia, tenemos también a la República Popular Democrática de Corea (RPDC), un aliado de Rusia siempre. Dura alianza para digerir en el esófago de los imperialistas.

Hacia la zona del Pacífico tenemos casos muy singulares. Filipinas coquetea con Rusia. Pero pocos saben que los países de Oceanía de Vanuatu, Tuvalu y Nauru son amigos de Rusia. De hecho, en el 2008-2009 avalaron las acciones militares rusas en Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia. Estos países oceánicos corrieron a reconocer como países independientes a estas dos regiones rusoparlantes y se les otorgó reconocimiento diplomático.

Hay que aclarar que Vanuatu, Tuvalu y Nauru han concretado jugosos acuerdos comerciales con Rusia, pero se declararon como “neutrales” ante los casos de Crimea y Ucrania.

Por último, tenemos a América Latina. Cuba, Venezuela y Nicaragua son los países que abiertamente son aliados de Rusia. En 2014, el presidente nicaragüense Daniel Ortega incluso se apresuró a respaldar, oficiosamente también, a los rusoparlantes de Crimea, donde mandó establecer un consulado. “El presidente Putin ha dado un paso. Ha reconocido a unas repúblicas que, desde el golpe de Estado de 2014, no reconocieron a los gobiernos golpistas de Ucrania y establecieron su Gobierno, dando la batalla”, manifestó Ortega en un acto oficial.

Nicaragua y Rusia tienen una alianza firme y que apunta a socavar la influencia estadounidense.

Asimismo, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que agradeció a través de su cuenta en la red social Twitter el apoyo de China, Cuba y Rusia en la inmunización contra el covid-19 de la población venezolana, se ha aliado con el presidente de Putin en contra de Estados Unidos y ha mostrado su apoyo al presidente Putin y a su pueblo. “Desde Venezuela repudiamos los planes perversos que pretenden rodear militar y estratégicamente a Rusia”, expresaba Maduro en internet. “Estamos seguros de que Rusia saldrá unida y victoriosa de esta batalla, con la admiración de los pueblos valientes del mundo”, añadía.

Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba manifestó en un comunicado que el gobierno de Estados Unidos lleva semanas amenazando a Rusia y “manipulando a la comunidad internacional sobre los peligros de una inminente invasión masiva a Ucrania”, de acuerdo con lo que recogía el Ejecutivo en dicho documento, que se puede consultar a través del sitio web oficial del Minrex. Así, Cuba alertaba de lo peligroso de una campaña “propagandística antirrusa” y pedía que la intervención de las potencias internacionales cesase para garantizar “la paz y la seguridad”.

Cierto que no son muchos los países del orden mundial los que son aliados o amigos del gobierno de Putin. Pero son los que tienen las agallas para no sólo enfrentar al poderío estadounidense, sino para también denunciarlo frente a un mundo embriagado por las mentiras de las “fake news”, las redes sociales y el visceral discurso antirruso.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Consecuencias de una operación militar rusa en Ucrania

Consecuencias de una operación militar rusa en Ucrania

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

La operación militar de Rusia en Ucrania ha creado una histeria occidental global increíble. La demonización de todo Occidente (de derechas a falsas izquierdas) sobre Rusia muestra el poder del pensamiento único capitalista heredado luego del fin de la Guerra Fría. Pero, ¿qué consecuencias genera esta operación militar rusa en tierras ucranianas? ¿Revitaliza a Occidente o a Rusia-China?

Según el escritor y analista libanés Gilbert Achcar, la operación militar rusa en Ucrania parece que puede revitalizar al poder de Estados Unidos en el mundo (1). Compara el accionar militar fronterizo ruso con las aventuras militares del régimen de Saddam Hussein en Irán (1980-1989) y Kuwait (1990-1991).

Si bien Hussein alegaba reclamaciones geográficas históricas en el este de Irán (en el Juzestán arabeparalante) y en Kuwait (a la cual consideraba parte de la Mesopotamia irakí histórica en torno al río Shatt el Arab, que desemboca en el Golfo Pérsico), el Irak de entonces solo era una potencia regional del Medio Oriente que fue alimentada… por Occidente desde 1979 para tratar de destruir a la Revolución Islámica del ayatollah Jomeini. No se puede comparar al Irak de Hussein con la actual Rusia de la era Vladímir Putin.

Cierto es que Estados Unidos en la Guerra del Golfo de 1990-1991 sumó “prestigio” en el medio de la borrachera liberal posguerra fría, y ante una Unión Soviética en total retirada y desintegrada. Si bien Washington une fuerzas con la Unión Europea, las Naciones Unidas y los gobiernos lacayos de siempre y los gobiernos tibios de siempre en el concierto internacional actual, Rusia hoy no es la de 1992.

Hoy Rusia cuenta con un partido gobernante nacionalista que añora defenderse contra todo ataque a sus fronteras en Europa del este y Asia central. También vigila de cerca sus fronteras siberianas y las del Estrecho de Bering. Además, su alianza estratégica con la República Popular China es de suma importancia.

Rusia en su proceso militar en Ucrania solo busca que su país vecino no insista en aliarse a la Unión Europea y la OTAN. La parte rusa comunicó inmediatamente sus condiciones en sus acciones en tierras ucranianas:‎

1) Arresto de todos los nazis (como el consejero militar especial Dimitro Yarosh y los ‎responsables y miembros del batallón Azov, entre otros);‎
2) Eliminación de todos los nombres de calles y monumentos que glorifican a los personajes que ‎colaboraron con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial;‎
3) Orden de deponer las armas;
4) Ucrania debe ser país neutral en Europa del Este entre la Unión Europea-OTAN y Rusia;‎
5) Respeto de las autonomías de Lugansk y Donetsk, y llevar a juicio a los criminales de guerra que masacraron habitantes rusoparlantes desde 2014.

El poderío militar ruso no es el de Irak de Hussein, ni tampoco el de Occidente, claro está. Rusia debe soportar las sanciones económicas de todo Occidente y eso puede afectar su operación militar en Ucrania. No es solo tomar Kiev. Tiene razón Achcar cuando escribe: “Rusia está actuando militarmente muy por encima de su capacidad económica, con un PIB inferior al de Canadá, e incluso inferior al de Corea del Sur, equivalente a poco más del siete por ciento del PIB de Estados Unidos.”

Pero Putin tiene la carta china. Frente a las duras sanciones antirrusas, China ya está completamente abierta a las entregas de trigo ruso, puesto que se han levantado todas las restricciones a su importación. Según un informe emitido por el diario South China Morning Post (SCMP), citado por la Administración General de Aduanas (GAC, por sus siglas inglés) de China, el gigante asiático ha decidido levantar dichas restricciones para “brindar un salvavidas” a la economía rusa.

China denunció enérgicamente sanciones unilaterales de los países occidentales contra Rusia, debido a que no se basan en derecho internacional.

Vale aclarar que las sanciones contra Rusia no son del todo “firmes”. Occidente no logró hasta ahora ponerse de acuerdo sobre sanciones extremas contra Rusia, negándose a excluirlo del sistema bancario Swift, debido principalmente a los temores de varios países europeos por su abastecimiento energético. Los líderes europeos, reunidos en la cumbre de Bruselas el jueves 24 de febrero pasado, no decidieron ninguna medida de bloqueo de los bancos rusos de esta interfaz de pagos internacionales, mecanismo esencial de las finanzas mundiales, en represalia por la invasión de Ucrania. Varios países, entre ellos Alemania, Austria y Hungría, expresaron reservas, temiendo el impacto de una decisión de ese tipo sobre los suministros de gas ruso.

Swift, acrónimo de Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication, es una empresa con sede en Bruselas, sujeta a la legislación belga y europea. Fundada en 1973, es una de las redes de mensajería bancaria y financiera más importantes, que permite la liquidación interbancaria entre instituciones financieras de todo el mundo. Austria, a través del canciller Karl Nehammer, declaró que las sanciones económicas decididas por los dirigentes del G7 ya afectarían 70% de los bancos rusos en sus transacciones, haciendo inútil el bloqueo de Swift. En 2014, poco después de la anexión de Crimea por parte de Rusia, la opción había sido discutida, pero finalmente abandonada.

Hay que imaginarse todos los negociados de empresas occidentales radicadas en Rusia y sobre todo las relaciones comerciales en torno al gas y el petróleo. No se trata de kiosquitos, sino de multinacionales que mueven mucho dinero y que sanciones alocadas pueden afectar el orden económico actual. No fue la “bomba nuclear financiera” que se cacarea en los medios occidentales.

No es fácil doblegar al Oso Misha. Rusia no es el Irak de Hussein. Rusia no es la de 1991. Rusia ahora tiene buenas relaciones con Pekín. No estamos en los tiempos en que la vieja Unión Soviética estaba peleada con la China maoísta o de Den Xiaoping. Puede ser que los ataques occidentales a Rusia generen un nuevo orden internacional, en el que la unidad Moscú-Pekín sea una realidad cada vez más palpable y que advierten algunos cráneos del poder estadounidense.


NOTA:

1) https://rebelion.org/putin-en-ucrania-tras-los-pasos-de-saddam-hussein/

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Todos (Occidente) contra Rusia

Todos (Occidente) contra Rusia

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

El conflicto de Ucrania ha dejado al descubierto una vez más las jugarretas del poder de los medios de (des) información occidentales. La vieja fórmula de demonizar a un enemigo en común y las ganas que tiene Estados Unidos y la Unión Europea de doblegar a Rusia. No es tan sencillo ganarle una pulseada a un Oso de Kodiak muy en alerta.

La demonización de los grandes medios occidentales contra Rusia y su accionar en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, la llamada región de Donbass, ha sido impresionante. Desde Norteamérica, pasando por las tierras latinoamericanas, hasta Bruselas y el Japón, no hay medio hegemónico occidental y occidentalizado que no pare de atacar a Rusia. Se muestra a Vladimir Putin como el “malo” de una película en el este de Europa, mientras el Oso de Kodiak juega muy al ajedrez. Joseph Biden y Kamala Harris cacarean con que sancionarán a Rusia. Los mismo hacen sus aliados en Gran Bretaña y Japón. También se le suman Taiwán, tal vez para frenar al Dragón de la República Popular China de que no se una al Oso Misha de Rusia.

Y no hay que olvidarse del concierto internacional del status quo de las Naciones Unidas (ONU). La ONU y varios miembros del Consejo de Seguridad reunido el lunes 21 de febrero pasado de urgencia para tratar la situación en Ucrania condenaron la decisión de Rusia de reconocer la independencia de las “repúblicas separatistas prorrusas” de Donetsk y Lugansk, así como el despliegue de sus tropas en esas zonas.

“Las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania se mantendrán inalteradas, sin importar las declaraciones y los actos de Rusia”, declaró el embajador de Ucrania en las Naciones Unidas, Sergiy Kyslytsya. Moscú aseguró que no cierra la puerta a la diplomacia para resolver la crisis en Ucrania, pero advirtió que impedirá un “baño de sangre” en los territorios separatistas cuya independencia acaba de reconocer, enfatizó el embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia.

En el lado latinoamericano, hasta solo Nicaragua, Cuba y Venezuela apoyaron a Rusia en su jugada política. Los gobiernos conservadores y reaccionarios de la región se sumaron a repudiar y condenar a Rusia. Los gobiernos que se dicen “progresistas” solo atinaron a llamar la “paz”. Lo cierto es que los medios hegemónicos reaccionarios de las naciones latinoamericanas (exceptuando el caso de Cuba) han desplegado una batería de demonización contra Putin y Rusia.

Cierto es que Rusia no va a dejar que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) avance hasta las puertas de su casa. El Oso de Kodiak está en alerta siempre. Ucrania es su límite. Apelar a la vieja Russ de Kiev, origen del estado ruso, no es en vano. Tampoco es en vano promocionar un nacionalismo eslavo ruso en muchas regiones de Europa del este, teniendo a la Iglesia Ortodoxa Rusa como estandarte. El conflicto por Donetsk y Lugansk muestra ciertas semejanzas con lo sucedido en 2008 en Osetia del Sur y Abjasia, regiones aceptadas como países independientes por Rusia, tras las intenciones de Georgia de pertenecer a OTAN. Fue precisamente el intento fallido de incorporarse a la OTAN lo que impulsó en marzo de dicho año al Parlamento ruso (Duma) a pedirle al Kremlin (sede del Poder Ejecutivo ruso) que reconociera la independencia de Osetia del Sur y Abjasia en el Cáucaso Sur. La guerra de Osetia del Sur, iniciada por Georgia el 7 de agosto de 2008 contra estas dos “repúblicas prorrusas”, provocó luego la intervención militar de Moscú. Dichas regiones se habían sublevado después de la crisis de 2014 que puso fin al Gobierno del presidente Viktor Yanukovich, alineado con Moscú, considerado por Rusia como un golpe de estado impulsado por Washington y Bruselas. La llamada “Guerra de los Cinco Días” dejó más de 2000 muertos, tras lo cual Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Moscú. Posteriormente, Osetia del Sur y Abjasia fueron reconocidas como estados independientes por Venezuela, Nicaragua, Siria y Nauru, mientras que Georgia los consideró como “territorios ocupados”.

La Unión Europea (UE) y la OTAN señalan que Georgia, un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, constituye un aliado importante en el Mar Negro. Pero luego vino la crisis de Crimea de 2014. Rusia firmó ese mismo año un acuerdo de amistad con Abjasia para la creación de agrupaciones militares, policiales y de seguridad comunes.

Washington ve a Rusia como un “objetivo” a tener en cuenta. Se estudia una supuesta ideología de “paneslavismo ruso” que se explica como basamento para defender todo lo que huela a ruso en Europa oriental y Asia central. Lo de Kazajistán en este año es otro clímax y que también derivó en la demonización de Rusia. El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre “separatistas prorrusos” y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania. Pero después de que Putin reconociera este lunes 21 de febrero último como estados independientes a las regiones rebeldes, los líderes occidentales acusaron al presidente ruso de poner fin a los acuerdos de Minsk.

Ucrania comparte fronteras tanto con la Unión Europea como con Rusia, pero como antigua república soviética tiene profundos lazos sociales y culturales con Rusia, y hay una amplia población de habla rusa. En realidad, Rusia quiere que la OTAN regrese a las fronteras que tenía antes de 1997. No quiere ver más pretorianos de la OTAN en tierras de Polonia y de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y no se desplegarían misiles en países como Polonia y Rumania. Rusia también ha propuesto un tratado con Estados Unidos que prohíba el despliegue de armas nucleares más allá de sus territorios nacionales.

El viejo Biden, anunció este martes 22 de febrero un paquete de medidas que incluyen “sanciones de bloqueos totales” a dos grandes instituciones financieras rusas, el banco militar ruso y el VEB, el banco estatal que se encarga de apoyar el desarrollo de la economía, gestionar la deuda del estado y los fondos de pensiones. Biden también celebró que, a partir de la coordinación con el gobierno alemán, Berlín haya cancelado sus planes para aprobar la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, que une Alemania con Rusia sin pasar por Ucrania. El gasoducto fue terminado en septiembre de 2021, pero desde entonces ha estado pausado, pendiente de la certificación final de Alemania y la Unión Europea (UE), y en medio de la dura crisis energética que ha disparado los precios del gas por todo el continente europeo. El Nord Stream 2 ha sido un proyecto divisivo dentro de la UE y para el gobierno de Estados Unidos, ya que algunos consideran que el gasoducto incrementará la dependencia de Europa del gas ruso y hará a Ucrania más vulnerable a una invasión.

Es que allí está la quimera de la cuestión. Es el gas. ¿Todo puede volar por los aires en el este de Europa? No es fácil molestar al Oso de Kodiak. Hoy Rusia no es la de 1991. Se viene defendiendo y ante todo juega bien al ajedrez mundial desde el 2010. Por ahora, Occidente sanciona y busca arruinar el negocio del gas a Moscú en Europa.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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