El conflicto de Ucrania ha dejado al descubierto una vez más las jugarretas del poder de los medios de (des) información occidentales. La vieja fórmula de demonizar a un enemigo en común y las ganas que tiene Estados Unidos y la Unión Europea de doblegar a Rusia. No es tan sencillo ganarle una pulseada a un Oso de Kodiak muy en alerta.
La demonización de los grandes medios occidentales contra Rusia y su accionar en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, la llamada región de Donbass, ha sido impresionante. Desde Norteamérica, pasando por las tierras latinoamericanas, hasta Bruselas y el Japón, no hay medio hegemónico occidental y occidentalizado que no pare de atacar a Rusia. Se muestra a Vladimir Putin como el “malo” de una película en el este de Europa, mientras el Oso de Kodiak juega muy al ajedrez. Joseph Biden y Kamala Harris cacarean con que sancionarán a Rusia. Los mismo hacen sus aliados en Gran Bretaña y Japón. También se le suman Taiwán, tal vez para frenar al Dragón de la República Popular China de que no se una al Oso Misha de Rusia.
Y no hay que olvidarse del concierto internacional del status quo de las Naciones Unidas (ONU). La ONU y varios miembros del Consejo de Seguridad reunido el lunes 21 de febrero pasado de urgencia para tratar la situación en Ucrania condenaron la decisión de Rusia de reconocer la independencia de las “repúblicas separatistas prorrusas” de Donetsk y Lugansk, así como el despliegue de sus tropas en esas zonas.

“Las fronteras internacionalmente reconocidas de Ucrania se mantendrán inalteradas, sin importar las declaraciones y los actos de Rusia”, declaró el embajador de Ucrania en las Naciones Unidas, Sergiy Kyslytsya. Moscú aseguró que no cierra la puerta a la diplomacia para resolver la crisis en Ucrania, pero advirtió que impedirá un “baño de sangre” en los territorios separatistas cuya independencia acaba de reconocer, enfatizó el embajador ruso en la ONU, Vassily Nebenzia.
En el lado latinoamericano, hasta solo Nicaragua, Cuba y Venezuela apoyaron a Rusia en su jugada política. Los gobiernos conservadores y reaccionarios de la región se sumaron a repudiar y condenar a Rusia. Los gobiernos que se dicen “progresistas” solo atinaron a llamar la “paz”. Lo cierto es que los medios hegemónicos reaccionarios de las naciones latinoamericanas (exceptuando el caso de Cuba) han desplegado una batería de demonización contra Putin y Rusia.
Cierto es que Rusia no va a dejar que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) avance hasta las puertas de su casa. El Oso de Kodiak está en alerta siempre. Ucrania es su límite. Apelar a la vieja Russ de Kiev, origen del estado ruso, no es en vano. Tampoco es en vano promocionar un nacionalismo eslavo ruso en muchas regiones de Europa del este, teniendo a la Iglesia Ortodoxa Rusa como estandarte. El conflicto por Donetsk y Lugansk muestra ciertas semejanzas con lo sucedido en 2008 en Osetia del Sur y Abjasia, regiones aceptadas como países independientes por Rusia, tras las intenciones de Georgia de pertenecer a OTAN. Fue precisamente el intento fallido de incorporarse a la OTAN lo que impulsó en marzo de dicho año al Parlamento ruso (Duma) a pedirle al Kremlin (sede del Poder Ejecutivo ruso) que reconociera la independencia de Osetia del Sur y Abjasia en el Cáucaso Sur. La guerra de Osetia del Sur, iniciada por Georgia el 7 de agosto de 2008 contra estas dos “repúblicas prorrusas”, provocó luego la intervención militar de Moscú. Dichas regiones se habían sublevado después de la crisis de 2014 que puso fin al Gobierno del presidente Viktor Yanukovich, alineado con Moscú, considerado por Rusia como un golpe de estado impulsado por Washington y Bruselas. La llamada “Guerra de los Cinco Días” dejó más de 2000 muertos, tras lo cual Georgia rompió las relaciones diplomáticas con Moscú. Posteriormente, Osetia del Sur y Abjasia fueron reconocidas como estados independientes por Venezuela, Nicaragua, Siria y Nauru, mientras que Georgia los consideró como “territorios ocupados”.
La Unión Europea (UE) y la OTAN señalan que Georgia, un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, constituye un aliado importante en el Mar Negro. Pero luego vino la crisis de Crimea de 2014. Rusia firmó ese mismo año un acuerdo de amistad con Abjasia para la creación de agrupaciones militares, policiales y de seguridad comunes.
Washington ve a Rusia como un “objetivo” a tener en cuenta. Se estudia una supuesta ideología de “paneslavismo ruso” que se explica como basamento para defender todo lo que huela a ruso en Europa oriental y Asia central. Lo de Kazajistán en este año es otro clímax y que también derivó en la demonización de Rusia. El llamado Protocolo de Minsk, alcanzado entre Rusia y Ucrania en 2014, tenía el objetivo de poner fin al conflicto entre “separatistas prorrusos” y combatientes ucranianos que estalló ese año en el este de Ucrania. Pero después de que Putin reconociera este lunes 21 de febrero último como estados independientes a las regiones rebeldes, los líderes occidentales acusaron al presidente ruso de poner fin a los acuerdos de Minsk.

Ucrania comparte fronteras tanto con la Unión Europea como con Rusia, pero como antigua república soviética tiene profundos lazos sociales y culturales con Rusia, y hay una amplia población de habla rusa. En realidad, Rusia quiere que la OTAN regrese a las fronteras que tenía antes de 1997. No quiere ver más pretorianos de la OTAN en tierras de Polonia y de las repúblicas bálticas de Estonia, Letonia y Lituania, y no se desplegarían misiles en países como Polonia y Rumania. Rusia también ha propuesto un tratado con Estados Unidos que prohíba el despliegue de armas nucleares más allá de sus territorios nacionales.
El viejo Biden, anunció este martes 22 de febrero un paquete de medidas que incluyen “sanciones de bloqueos totales” a dos grandes instituciones financieras rusas, el banco militar ruso y el VEB, el banco estatal que se encarga de apoyar el desarrollo de la economía, gestionar la deuda del estado y los fondos de pensiones. Biden también celebró que, a partir de la coordinación con el gobierno alemán, Berlín haya cancelado sus planes para aprobar la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2, que une Alemania con Rusia sin pasar por Ucrania. El gasoducto fue terminado en septiembre de 2021, pero desde entonces ha estado pausado, pendiente de la certificación final de Alemania y la Unión Europea (UE), y en medio de la dura crisis energética que ha disparado los precios del gas por todo el continente europeo. El Nord Stream 2 ha sido un proyecto divisivo dentro de la UE y para el gobierno de Estados Unidos, ya que algunos consideran que el gasoducto incrementará la dependencia de Europa del gas ruso y hará a Ucrania más vulnerable a una invasión.
Es que allí está la quimera de la cuestión. Es el gas. ¿Todo puede volar por los aires en el este de Europa? No es fácil molestar al Oso de Kodiak. Hoy Rusia no es la de 1991. Se viene defendiendo y ante todo juega bien al ajedrez mundial desde el 2010. Por ahora, Occidente sanciona y busca arruinar el negocio del gas a Moscú en Europa.