Palestina no espera, pero sí desespera

Palestina no espera, pero sí desespera

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Mucho biri biri, discursos rimbombantes e indignación repentina ¿y ahora? ¿Cuántos cortarán de cuajo los negocios con genocidas? ¿Quiénes estarán dispuestos a enfrentar realmente al sionismo en el campo de batalla?

Seguramente muchas y muchos del otro lado habrán escuchado este discurso del entonces Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, allá por septiembre del año 2006 en la 61º Asamblea General de las Naciones Unidas.

Pasaron más de 19 años y si lo reprodujéramos hoy en el pleno de la ONU, tendría prácticamente la misma vigencia que en aquel entonces. Poco y nada ha cambiado respecto del poder de la ONU para cambiar algo en el escenario global. Aunque lastimosamente no es sólo la ONU, sino todos los organismos multilaterales creados bajo el paraguas de Bretton Wood.

Ya se ha mencionado en otras oportunidades pero vale la pena recordarlo una vez más: estos organismos fueron creados y siguen funcionando como ariete del denominado Occidente Colectivo (fundamentalmente EEUU y Gran Bretaña) para consolidar su sistema de dominación sobre el resto del mundo. ¿Cuántas resoluciones se han emitido llamando a una solución de dos Estados en el conflicto israelí-palestino? ¿Cuánto se ha dicho respecto de la descolonización y la necesidad de resolver políticamente la usurpación británica de nuestras Islas Malvinas e Islas del Atlántico Sur? ¿Cuántas de todas ellas se han cumplido? La respuesta es simple: pocas o ninguna.

Y ello es por esta sencilla razón. Las potencias occidentales no respetan ni siquiera las reglas que ellas mismas propusieron en su momento. Lo único que respetan es la fuerza. Y hay toda una batería de estudios académicos e investigaciones en materia de Relaciones Internacionales y Geopolítica al respecto. No es intención aburrirles en estas líneas, pero están ahí para quienes quieran profundizar en ellas.

Lo que sí cambió y se puede observar cada más seguido, son las condiciones materiales globales: ya no es sólo EEUU la potencia económica, militar, tecnológica o diplomática que condiciona el funcionamiento del mundo. ¿Aún sigue teniendo mucho peso? Sí, pero ya no es la única. La re-aparición de China y de Rusia como competidores productivos, tecnológicos, económicos, y militares, está cambiando la ecuación. Y está más que claro que ello también repercute sobre lo político y diplomático.

No es casualidad que las palabras de Chávez se hayan pronunciado a inicios del nuevo siglo. En esa misma época nacían la Organización de Cooperación de Shanghái, los BRICS, la UNASUR, e incluso la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) de la cual la Venezuela revolucionaria fue promotora junto con la Cuba de Fidel. Un momento histórico marcado por la necesidad de los pueblos del sur global de comenzar a construir mecanismos colectivos para hacer frente a la dominación imperial.

Lógicamente, no todos estos procesos tuvieron la misma suerte, fuerza o dinámica. Está de más señalar que, por peso específico, aquellos bloques en los que se encuentra China tuvieron una mayor fuerza o mayor desarrollo. Y no es por capricho, sino porque es la aplanadora que en menos de tres décadas sacó a más de 800 millones de personas de la pobreza. Sumemos otros 170 millones de la India, 30 millones de la primera presidencia de Lula, otros 30 millones en la Rusia de Putin. Es uno de tantos motivos del por qué el mundo está mirando a oriente, sobre todo a los BRICS.

También es por este devenir histórico que hace algunas semanas nos preguntábamos si China iba a poder cambiar las formas de comprender la Política Internacional o las Relaciones Internacionales. No porque sean santos, no porque la tengan toda resuelta, sino porque son el motor de ese nuevo mundo multipolar o multinodal que está emergiendo.

Como escuchamos en las palabras de Chávez, el pedido del sur global de las instituciones multilaterales como la ONU no es algo reciente, no es nuevo. Lo cual nos lleva a preguntarnos si realmente el clamor vertido en esta 80º Asamblea General de Naciones Unidas cambiará algo respecto de la situación en Gaza. Y quizás la respuesta es que posiblemente no. Al menos no en lo material e inmediato.

Está más que claro que, como sostiene el analista geopolítico mexicano, Alfredo Jalife, Benjamín (Mileicovsky) Netanyahu y el genocidio que está perpetrando, está llevando a convertir al Estado de Israel en un paria a escala planetaria. Lo cual no quita que aún muchos países siguen haciendo cuantiosos negocios, sobre todo en materia tecnológica, militar, de seguridad y de espionaje. En muchos casos el reconocimiento de Palestina como Estado es meramente declamativo. ¿Qué Estado reconocen? ¿Qué fronteras? ¿Qué pasa ahora con el invasor sionista? ¿Qué pasa con los asentamientos ilegales en Cisjordania? ¿Qué harán Europa, las monarquías del Golfo, Türkiye, o incluso Rusia, China, India, y demás países, para frenar la demencia talmúdica?

Tal como mencionaba la semana pasada el analista chileno, Pablo Jofré Leal, habrá que ver si la presión popular a lo largo y ancho del globo (incluido dentro de los países del Occidente Colectivo) pueden torcer la dirección del camino canibalesco por el que transitamos. Los discursos para la tribuna en Naciones Unidas pueden ser muy bonitos e ilusionar a muchas y muchos, pero en la realpolitik, la cosa se mueve por otros carriles.

Desde ya no son menores las palabras de presidentes como el iraní, Masoud Pezeshkian, el brasileño, Lula Da Silva, o el sudafricano, Cyryl Ramaphosa, que vienen denunciando desde hace tiempo el accionar criminal del sionismo en complicidad con EEUU. O el del colombiano, Gustavo Petro, o de la presidenta eslovena, Nataša Pirc Musar, que tomaron medidas concretas para boicotear el genocidio (prohibición de carbón y armas, respectivamente). Incluso lo dicho por el presidente de Indonesia, Prabowo Subianto, que dijo estar dispuesto a colaborar con más de 20 mil soldados para la conformación de un ejército internacional que intervenga en Palestina. Lo cierto es que si no se pasa del dicho al hecho todo quedará en un lindo discurso con muchas reproducciones pero poca o nula efectividad o importancia real.

¿Qué hizo la ONU por la persecución, judicialización o asesinato de cientos de personas de la comunidad afro, latina o de alguna otra índole en EEUU o algún país europeo? ¿Qué hizo la ONU con la intervención militar de occidente en Irak, Afganistán o Libia? ¿Qué hizo cuando el sionismo bombardeó a casi todos sus vecinos? ¿Qué hizo con las invasiones o promoción de golpes de Estado en toda Nuestra América a manos de EEUU? Nada. ¿Qué hicieron el FMI o el BM para ayudar a los “países en vías de desarrollo”? ¿Cómo los ayudaron? Simplemente le dieron dinero para luego exigir reformas leoninas que condicionaron sus futuros. ¿Qué hizo la Organización Mundial del Comercio por los pueblos más empobrecidos? ¿Qué hicieron estas instituciones contra los bloqueos o las sanciones unilaterales realizadas por EEUU o la UE contra terceros? ¿Qué hicieron ante el derrocamiento de Bahar Al-Assad en Siria además de darle una lavadita de cara a Al Joulani por el que EEUU hasta no hace mucho ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares? La respuesta sigue siendo: nada. O, mejor dicho: hicieron todo lo posible para garantizar el saqueo de nuestros bienes en favor del norte global (léase, el Occidente Colectivo), para que garantizar que sucedan los “cambios de régimen” que les interesaban, y un largo etcétera.

Los organismos creados bajo el paraguas de Bretton Wood, nunca sirvieron para lo que supuestamente fueron creados. Sólo fueron efectivas cuando el que acusaba era el Occidente Colectivo y la parte acusada algún país del sur global. El gran desafío del mundo multipolar/multinodal que emerge será torcer ese rumbo sin que ello nos lleve a una tercera guerra mundial en la que toda la humanidad pierda. Palestina, sin dudas, será una prueba de fuego. Menuda tarea, porque Palestina no espera, pero sí desespera.

Nicolás Sampedro

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Partió la “Flotilla de la Libertad” hacia Gaza

Partió la “Flotilla de la Libertad” hacia Gaza

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Más de 500 voluntarios de alrededor de 44 países, divididos en unas 20 embarcaciones llevan adelante la nueva misión humanitaria de la Flotilla de la Libertad (Global Submud), que milita desde hace años para intervenir en el genocidio a Palestina. Entre los participantes se encuentran ocho argentinos, uno de ellos es Carlos “Cascote” Bertola de la Corriente Nuestra Patria, capitán de una de las embarcaciones.

Este lunes partió desde la ciudad de Barcelona la “Flotilla de la Libertad”, un grupo de embarcaciones englobadas en el movimiento Global Sumud Flotilla, que desde 2010 busca romper el bloqueo de Israel a Palestina. Si bien la “zarpada” iba a ser el domingo 31, las condiciones climáticas que se presentaron mar adentro como fuertes vientos y altas olas hicieron que la salida deba ser reprogramada.

Más de 500 voluntarios de alrededor de 44 países, divididos en unas 20 embarcaciones llevan adelante la nueva misión humanitaria de la Flotilla de la Libertad, que milita desde hace años para que la balanza social se incline un poco más a favor del pueblo de Palestina, que desde hace más de 75 años atraviesa el genocidio del Nakba, un plan de destierro y exterminio por parte del autodeterminado Estado de Israel.

Actualmente, el genocidio en marcha liderado por el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, registra, según Naciones Unidas, que Israel ya asesinó aproximadamente a 62 mil palestinos, más de mil trabajadores de salud y más de 200 periodistas. En este último caso, por ejemplo, el número supera ampliamente a la cantidad de comunicadores muertos en la Segunda Guerra Mundial (69), en la guerra de Vietnam (63), y en el actual conflicto entre Rusia y la OTAN en territorio ucraniano, que se cargó aproximadamente a 150 de ellos.

No obstante, y mas allá de los bombardeos, el exterminio comienza a hacerse presente en las cifras -y escalará aún más- debido al bloqueo total que no permite el ingreso tanto de insumos médicos para la asistencia, como de comida e incluso agua potable.

Si bien el genocidio y el avance sobre territorio palestino tienen más de 75 años, el último bloqueo indefinido se impuso el 7 de octubre de 2023, tras el ataque civil de Hamas, con bombardeos que oscilan pero que no cesan desde marzo del año corriente.

En este sentido, el objetivo de la Flotilla de la Libertad, nuevamente, es abrir un corredor humanitario para poder ingresar insumos para la asistencia médica, comida y agua, y al mismo tiempo generar un impacto que diga basta a este genocidio.

Con la presencia de personajes de envergadura como la activista sueca Greta Thunberg, entre otros actores, artistas y militantes, las embarcaciones buscarán ingresar ayuda humanitaria por primera vez al territorio gazatí, ya que en anteriores ocasiones fueron atacados previo a llegar a destino. En ese sentido, el propio ministro de Seguridad Nacional de ese país, Itamar Ben Gvir, ya advirtió que intentará aprobar una propuesta ante el gobierno para que los integrantes de la flotilla sean arrestados en carácter de “sospechosos de terrorismo”.

Antecedentes

Si bien la primera misión de la índole para la Sumud Global Flotilla fue en 2008, uno de los primeros hecho mas recordados sucedió el 31 de mayo de 2010, cuando la misma fue atacada por la marina de Israel, en una misión similar en la que 633 personas de 37 países divididas en seis flotillas pretendían ingresar 10 mil toneladas de ayuda humanitaria a Gaza, en el mismo contexto de bloqueo por parte del país genocida. Debido al ataque resultaron fallecidos 9 activistas y un periodista, y fueron heridos más de 30 tripulantes.

Ya adentrándonos en este año, la flotilla volvió al ruedo con un equipo mucho más reducido, de aproximadamente 30 activistas, entre los que se encontraba Thunberg. La misma fue abordada por drones israelíes cuando se encontraban a 70 kilómetros de la costa de Gaza, siendo este el máximo acercamiento de la flotilla al objetivo.

En esta ocasión, la flotilla vuelve a sumar más de 500 personas para tratar de romper el bloqueo, en lo que será su acción número 38 en contra del neocolonialismo, que aún vemos reflejado en Gaza en este siglo XXI. Si bien los navegantes pudieron retomar su navegación, se reportó que aún las tormentas persisten, por lo cual siete de las embarcaciones más pequeñas debieron bajarse definitivamente de la flotilla. De igual manera, se espera que este jueves se sumen más flotillas desde Túnez.

Cabe destacar que, además de Jorge Gonzalez, mencionado por el medio Clarín, es capitán de una de las flotillas Carlos “Cascote” Bertola, Dirección Nacional de la Corriente Nuestra Patria, quien además participó en hazañas como la recuperación de La Sanmartiniana, barco secuestrado por Inglaterra en la guerra de Malvinas.

La flotilla comandada por “Cascote”, con una bandera de la Corriente Nuestra Patria que lleva a Diego Maradona encabezando la travesía

“Amanece en el mediterráneo; pasamos la noche esperando a los barcos que entraron a hacer reparaciones y otros que también lo hicieron en Barcelona. Volveremos a juntar la flotilla por esta zona para seguir rumbo a Túnez, esa es la última información actualizada”, relató desde la flotilla “Cascote” Bertola, en un breve informe para el Multimedio Trinchera.

Así mismo, afirmó: “La tripulación está muy bien, quienes se descompusieron en la tormenta ya están recuperándose y acostumbrándose al barco, y los periodistas haciendo sus informes y subiéndolo a sus medios; todos trabajando, porque se necesita el espíritu bien alto para hacer lo que hay que hacer y llevar la ayuda humanitaria”.

 

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No somos números

No somos números

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

¿A qué nos están acostumbrando? ¿Se puede deshumanizar la vida a cualquier precio? ¿Cuál es el límite? ¿Quién lo impone? ¿Dónde está escrito que tal o cual tiene derecho a decidir sobre nuestros futuros? ¿Quién tiene la potestad de definir quién vive y quién no? ¿Dónde quedó nuestra humanidad?

Mientras recorría redes y medios de comunicación para pensar y armar el texto que les compartiría, me topé, quizás por casualidad, quizás por causalidad, con la historia de un médico boliviano, Refaat Alathamna.

Refaat se formó en la Universidad Cristiana de Bolivia (UCEBOL) y al recibirse migró a nuestro país para trabajar durante tres años como médico de emergencias. Luego de esta experiencia volvería a su país natal para hacer una maestría en anestesia y terapia intensiva. Hace más de una década que vive en la Franja de Gaza, junto a su esposa y sus cinco hijos.

Según relatan distintos artículos periodísticos sobre su periplo, él y su familia tenían una vida relativamente normal en la ciudad de Khan Yunis, pese a las dificultades económicas causadas por el bloqueo impuesto por el Ente Sionista desde hace más de 16 años.

Como se imaginarán, todo cambió el 7 de octubre de 2023 luego de que la Resistencia Palestina llevara a cabo la operación militar “Diluvio de Al-Aqsa”, en el sur del territorio hoy controlado por Israel.

Producto de la desproporcionada respuesta del sionismo, Refaat y su familia tuvieron que trasladarse hacia el sur de la ciudad, refugiándose en casa de una de sus hermanas. Tan sólo tres días después tendrían que volver a marcharse, producto de los bombardeos, desplazándose casi 11 kilómetros al sur hasta la ciudad de Rafah, frontera con Egipto.

Desde entonces y en reiteradas oportunidades Refaat ha sido un relator directo de la experiencia que viven a diario millones de personas: desde desplazamientos forzados, hasta tener que enterrar a una hija, o una hermana, o una madre; pasando por la atención de miles de personas con distintas enfermedades, causadas, entre otras cosas, por la falta de alimentación.

Porque el sionismo no sólo no tiene pruritos para bombardear hospitales o escuelas, tampoco los tiene para bloquear Gaza y, literalmente, matar de hambre a cientos o miles de palestinos. O para cortarles el suministro de agua o de electricidad; o bombardear a los pescadores en sus barcazas. Tampoco los tienen para asesinar palestinos que hacen fila en búsqueda de alimento que en teoría reparte la recién creada Gaza Humanitarian Foundation. Alimento que incluso, son capaces de envenenar.

Pero el grado de locura es tal, que incluso aliados del Ente (o títeres) como EEUU, Gran Bretaña o la Unión Europea osan perseguir a quienes, precisamente, denuncian estas atrocidades; este genocidio en curso que se transmite las 24 horas del día en redes sociales y que al parecer es muy rentable para corporaciones del Occidente Colectivo. El caso más emblemático sin dudas es el de la Relatora de Naciones Unidas para Palestina, Francesca Albanese.

Volviendo a Refaat, tan sólo unas horas antes de ponerme a escribir estas líneas, este médico boliviano, realizaba una de sus últimas publicaciones en sus redes sociales. En ella, describe una situación habitual del último tiempo para casi cualquier palestino, sobre todo para quienes trabajan dentro de los hospitales.

Por fortuna, parece que Refaat aún sigue con vida y continúa trabajando por su comunidad en una de las cosas que mejor sabe hacer: salvar vidas.

Obviamente ésta lectura me obligó a escribir todo lo anterior. También debería obligarnos a pensar y repensar qué hacemos y qué podemos hacer. Esa es la invitación que les hago.

El texto dice así:

Un mensaje de despedida, el personal médico del complejo Nasser en Khan Younis de hoy:
Ahora mismo estamos trabajando en el hospital, y los tanques están a sólo unos metros de nosotros. Estamos más cerca de la muerte que de la vida.
Los soldados no tienen compasión por un niño, ni por un anciano, ni por un médico, ni por un enfermero. Nos quedamos aquí porque somos seres humanos, y porque nuestra misión es profundamente humanitaria.
Si estos cuervos nos arrebatan el alma… no nos olviden, no nos conviertan en cifras. Amamos la vida, tenemos sueños como ustedes. Tenemos hijos y esposas a quienes amamos. Pero ser realmente humano significa no abandonar a quien necesita tu humanidad.
Cuéntenle al mundo sobre nosotros… Díganles que fuimos más humanos que aquellos que sólo lo fingieron. Díganles que elegimos la muerte antes que renunciar a nuestra noble misión.
No digan que fuimos héroes, sólo digan que entendimos lo que significa ser verdaderamente humanos. Perdónennos… no somos números.

Nicolás Sampedro

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Versos como llave de nuestra casa

Versos como llave de nuestra casa

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

A 76 años de la Nakba, la catástrofe palestina que se perpetua hasta nuestro presente, les compartimos una selección de poemas palestinos.

Las tonalidades de la ira
de Rafeef Ziadah

Permítanme hablar en mi lengua árabe
antes de que también ocupen mi lenguaje.
Permítanme hablar en mi lengua materna
antes de que también colonicen su memoria.
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas los tonalidades
[de la ira.

Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarse al amanecer y observar a mi
abuela postrarse y rezar
en una aldea escondida entre Jaffa y Haifa.

Mi madre nació bajo un árbol de olivo
en un suelo que, dicen, ya no es mío;
pero yo cruzaré sus barreras, sus checkpoints,
sus locos muros de apartheid y volveré a mi hogar.

Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades
[de la ira.

¿Escucharon gritar a mi hermana ayer,
mientras paría en un checkpoint
con soldados israelíes buscando entre sus piernas
la próxima amenaza demográfica?
llamó a su hija nacida, Jenin.¿Y escucharon gritar a alguien
«¡estamos retornando a Palestina!»
detrás de las rejas de la prisión,
mientras le tiraban gas lacrimógeno en la celda?
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades
[de la ira.

Pero me dices que esta mujer que hay dentro
[de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista:
barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata.
¿tú me dices que yo mando mis hijos a morir?
pero esos son tus helicópteros,
tus F-16 en nuestro cielo.

Y hablemos un segundo de este asunto
[del terrorismo…
¿No fue la CIA la que mató a Allende
[y a Lumumba?
¿Y quién entrenó a Osama primero?
Mis abuelos no corrían en círculos, como
[payasos,
con capas y capuchas blancas en la cabeza linchando negros.

Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades
[de la ira.
«¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?»
Perdón. ¿Debería no gritar?
¿olvidé de ser todos tus sueños orientalistas?
el genio de la botella, bailarina de la danza del vientre,
chica de un harén,
voz suave,
mujer árabe,
Sí, amo.
No, amo.
Gracias por los sándwich de manteca de maní
que nos tiras desde tus F-16, amo.

Sí, mis libertadores están aquí para matar
[a mis hijos
y llamarlos «daño colateral».
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades
[de la ira.
Así que déjame decirte que esta mujer que
[hay dentro de mí
sólo te traerá tu próxima rebelde.
Ella tendrá una piedra en una mano y una
[bandera palestina en la otra.

Soy una mujer árabe de color…
ten cuidado, ten cuidado,
De mi ira

La llamada de la tierra
Fadwa Tuqán

«¿Me han usurpado mi tierra?
¿Me han privado
[de mis derechos,
y me voy a quedar aquí, uncido al exilio,
[humillado y desnudo?
¿Me voy a quedar aquí a morir como un
[extraño en tierra extraña?
¿Me voy a quedar?
¿Y quién lo ha dicho?
Volveré a la tierra amada.

¡Por supuesto que volveré!
Y allí se cerrará el libro de mi vida.
Se apiadará de mí su tierra generosa
y dará cobijo a mis cenizas.

¡Regresaré, es necesario que vuelva!
¡Regresaré, comoquiera que sean mis desgracias!»
Más siguió desterrado, observando su tierra
y murmurando: «¡Es necesario que vuelva!»

Mientras, agachaba la cabeza en la tienda,
cerrando el alma a su oscuridad,
cerrando el pecho a su desgracia.
Pero seguía estando ahí, fija, esa idea,
zumbando febril y silenciosa,
hirviendo y ardiendo en su cabeza,
quemando, como el fuego, sus sentidos:
«¡Regresaré, es necesario que vuelva!»

La tierra se estrecha para nosotros
Samih Al-Qassem

Ve y róbate el último pedazo de mi tierra,
abandona mi cuerpo joven en mazmorras,
saquea mi herencia,
quema mis libros,
alimenta tus perros con mis peces,
ve y esparce tu red de espanto
sobre los techos de mi aldea,
enemigo del hombre,
no habrá tregua
y habré de pelear hasta el fin,
así apagues tus fuegos en mis ojos,
así me llenes de angustia,
así falsifiques mis monedas,
o cortes de raíz la sonrisa de mis hijos,
así levantes mil paredes,
y clavetees mis ojos humillados,
enemigo del hombre,
no habrá tregua
y habré de pelear hasta el fin.

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Arafat

Arafat

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Mohammed Yasser Abdel Rahman Abdel Raouf Arafat al-Qudwa al-Husseini fue un político y líder palestino. Nació en El Cairo, el 24 de agosto de 1929. Su padre Abdel Raouf al-Qudwa al-Husseini, era un palestino de Gaza, mientras que su madre, Zahwa Abul Saud, procedía de una familia de Jerusalén. Fue el segundo de siete hermanos de los que solamente él y su hermano menor Fathi, nacieron en El Cairo.

Al fallecer su madre por una dolencia renal, cuando Arafat tenía cuatro años, su padre decidió enviarlo a él y a Fathi junto a su tío materno Salim Abul Saud en Jerusalén, con el que vivieron durante cuatro años. Durante su estancia en la Ciudad Santa fue instruido en los preceptos que establece el Corán y tomó conciencia de la colonización británica. En 1937 regresan a la casa paterna quedando al cuidado de su hermana mayor, Inam.

Vivió en el exilio desde 1948. La lucha armada palestina dio inicio en 1965 y aunque sus ataques no afectaron seriamente al ejército israelí, sirvieron para levantar la moral de los palestinos y proyectar internacionalmente la fama de Arafat. En 1969, fue nombrado presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Los campamentos guerrilleros organizados por esta organización, se establecieron en Jordania, en la línea fronteriza con Israel, promoviendo la creación de la Autoridad Nacional Palestina en los territorios de Gaza y Cisjordania. En 1974, Yasser Arafat participó en una asamblea de las Naciones Unidas (ONU) donde fue el primer representante de una organización no gubernamental, en dirigirse al plenario de la ONU.

En 1982, el gobierno israelí intentó desarticular la guerrilla palestina en Líbano e invadió el sur de este país, cercando a Arafat y a sus fuerzas en Beirut. La diplomacia americana negoció la evacuación de la OLP de Beirut, aunque Estados Unidos se negaba a reconocer a esta organización como interlocutora en el conflicto en Medio Oriente. A finales de 1987 comenzó la primera Intifada y al año siguiente Arafat declaró la independencia del estado palestino.

Primer Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, dedicó la mayor parte de su tiempo a dirigir la lucha nacional palestina para exigir el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.

Participó en una serie de negociaciones con el gobierno de Israel para poner fin al conflicto, incluyendo la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, los Acuerdos de Oslo en 1993, y la Cumbre de Camp David de 2000.

En 1994 recibió el Premio Nobel de la Paz junto con los líderes israelíes Yitzhak Rabin y Shimon Peres, por las negociaciones en Oslo. A finales de 2004, tras llevar más de dos años de confinamiento forzoso en las instalaciones de la Muqataa, la salud de Arafat experimentó una súbita recaída. Fue trasladado al hospital militar Percy, en Clamart, en París, Francia, donde falleció el 11 de noviembre de 2004, tras varias semanas de tratamiento médico.

En aquel entonces las autoridades francesas se negaron a revelar la causa exacta y a finales de noviembre de 2012 un grupo de expertos franceses y suizos exhumaron el cadáver enterrado en Ramalá, Cisjordania, para aclarar las causas de su muerte y confirmar si se había producida por envenenamiento.

Los resultados revelaron la implicación de las autoridades del régimen israelí en el asesinato del líder palestino. El 11 de enero de 2013 el presidente israelí Shimon Peres, admitió por primera vez la participación del régimen de Tel Aviv en la muerte de Arafat.

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Se acerca junio y con él, el mes del Orgullo LGBTIQ+: los logos de empresas e instituciones se tiñen de los colores de la bandera, abundan los viajes a paraísos LGBT y se promociona el turismo hacia las grandes Marchas del Orgullo del año. En las publicidades, todo es diversidad, inclusión e igualdad. Un Estado en el ojo de la tormenta se destaca entre decenas: “Vení a Israel, el destino más gay-friendly”. 

Esta estrategia de marketing global no es nueva: conocida como “Pinkwashing” o “lavado rosa”, designa al intento de lavar la imagen de un país, empresa o producto para simular una simpatía con la comunidad LGBTIQ+ colocándose una máscara rosa -en referencia al color que supo identificar en su momento a las personas homosexuales-, así como el “purplewashing” (lavado violeta) se utiliza para el mismo fenómeno pero en el uso instrumental y mercantil del feminismo.  

Pensado por la Breast Cancer Action, en los Estados Unidos de la década de los ‘90, para hablar de las prácticas de las empresas que usaban el cáncer de mama y el color rosa de esta lucha como herramienta de rentabilidad, la comunidad LGBTIQ+ acuñó el término para explicar una realidad similar, y en particular una situación indignante: el Estado de Israel.    

Ted Eytan / Wikimedia Commons

Desde 2005, Israel, principalmente desde su Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha embarcado y ha invertido en una misión de “rebranding”, una campaña en nombre de la modernización y el desarrollo para proyectar al mundo occidental una imagen de democracia libre, diversa y progresista. El objetivo final: sacarse de encima la reputación de Estado imperial, violador de los derechos humanos, del derecho humanitario internacional, perpetrador del apartheid y la ocupación colonial sobre el pueblo palestino, que bien pesa sobre su imagen. 

Esta ha sido una política proritaria en las relaciones internacionales del régimen sionista, brindando a los países y sociedades occidentales la imagen de un vínculo próximo con la comunidad LGBT+ a través del estereotipo artificial de la “vida gay israelí”. La estrategia de relaciones públicas y propaganda, conocida como “hasbará”, implica una fuerte apuesta de inversión e infraestructura para el gobierno israelí desde hace más de una década, fielmente acompañada por los grandes medios de comunicación hegemónicos occidentales. 

En el proyecto no puede faltar la participación estelar de las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) que financian y difunden la falsa inclusión. Entre las más importantes se encuentra “Stand With Us”, una organización mundial dedicada a “educar” a la ciudadanía sobre Israel, que profesa la supuesta iniciativa israelí de promoción de los derechos LGBTIQ+.   

El World Pride 2006 en Jerusalén, la propuesta de Tel Aviv como centro del turismo “diverso”, la participación de Israel en los festivales de Eurovisión, incluso con artistas y canciones que apelan a la diversidad, despertó la crítica de los movimientos de las diversidades sexuales y de género: la fiesta de colores y el baile con brillantina sobre las ruinas del territorio y el pueblo palestino. 

El “lavado rosa” es el método discursivo necesario y efectivo que encontró el Estado de Israel para esconder las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y renovar la mirada del Norte global sobre la ocupación de Palestina. Israel es la civilización y la modernidad, el único país amigable con la comunidad LGBT+ en una región “naturalmente hostil”. Palestina, y los demás países árabes o de mayoría musulmana, son bárbaros, retrógrados, incivilizados y homofóbicos. Ideología que solo tiene sentido como estrategia política en el marco de un discurso islamófobo y arabófobo.

Las derechas, las corporaciones y los nacionalismos imprimieron en este disfraz rosa, o multicolor, la narrativa occidental del progreso eterno y el desarrollo, que debe ser llevado a los “pueblos bárbaros”. Ya no encarnan, como lo han hecho históricamente, la batalla por un mundo cisheteronormado. Ahora estas fuerzas, en la superficie de un proyecto igual de colonizador y patriarcal, lavan su fachada y muestran su disposición al cambio social, borran el peso político de las reivindicaciones, las identidades y los movimientos sociales de las diversidades y lo convierten en instrumento de propaganda y licencia para la ocupación. 

La justificación internacional a la ocupación y el apartheid viene servida en bandeja, y aún más para los individuos LGB de países liberales que dejaron en el olvido la interseccionalidad y, en uso de sus privilegios de clase o etnia, se han sumado a los ideales neoliberales y de la derecha. Este fenómeno es también conocido como “homonacionalismo”, es decir, la instrumentalización de la homosexualidad para justificar posiciones nacionalistas, basadas en el rechazo a la inmigración extranjera que siginificaría una amenaza a las supuestas conquistas absolutas y reales de las personas LGBT de países occidentales, o encolumnados tras ellos. 

El “pinkwashing” le provee al Estado de Israel una fuente de afiliación y apoyo de los individuos LGB liberales, que desde un encuadre propio de la teoría de los dos demonios, equiparan la opresión colonial del régimen israelí con la discriminación interna hacia personas LGBTIQ+ en la Franja de Gaza, Cisjordania y otros territorios de la Palestina ocupada. El llamado es a “salvar” y “proteger” a los homosexuales palestinos perseguidos y excluidos, y protegerlos en territorio israelí. Este planteo propio de la mentalidad colonial implica, de mínima, dos problemas: 

Por un lado, opaca la idea de una vinculación intrínseca entre la ocupación israelí y la LGBTfobia en el pueblo palestino, en tanto la comunidad LGBT y sus derechos son presentados y, por tanto, comprendidos como fenómenos occidentales que el Estado de Israel busca profesar, y son pensados como una amenaza para la cultura y la tradición palestina que pretende protegerse del invasor israelí. Gran parte de la sociedad palestina termina por internalizar la idea de que la diversidad es ajena: los palestinos queers son colaboradores israelíes o informantes nativos occidentalizados. 

Por otra parte, más allá de las libertades o avances que pueda tener el régimen israelí con sus ciudadanos LGBT+, esta realidad es inexistente para la población palestina que vive en ese territorio, o que pretenda exiliarse allí por protección. Israel niega al pueblo palestino los derechos sobre sus tierras, sobre sus cuerpos, sobre su movilidad y sus vidas, los priva de la garantía de los servicios y derechos humanos más básicos y fundamentales. Esta negación no es excepción cuando se trata de las identidades y subjetividades LGBT+ de palestinos que quisieran refugiarse en el Estado de Israel: “no hay una puerta rosa en el muro del apartheid”

Más aún, como pone en palabras Ghaith Hilal, activista palestino queer de Cisjordania, “Israel crea refugiados, no alberga refugiados”, y explica también: “El pinkwashing quita nuestras voces, historias y capacidad de agencia, diciéndole al mundo que Israel sabe lo que es mejor para nosotros. Al apuntar contra el lavado rosa, estamos recuperando nuestra agencia, historia, voces y cuerpos”. 

Comisión del BDS Pinkwatching

No solo es un lavado de imagen ante la mirada internacional, es también una búsqueda de división interna y psicológica, que aísla y desempodera a las personas LGBT+ en la causa palestina. Crea una ilusión en la que existe esta supuesta “puerta rosa” por la que Israel será el paraíso de la protección de sus derechos y libertades, y por la que es incompatible el “ser palestino” con el “ser queer”.

Entre la reticencia de gran parte del pueblo palestino y la falsa ilusión israelí, la libertad LGBT+ es propuesta como individual, que solo puede conseguirse en la huida y protección que supuestamente será brindada por el mismo agresor. Una libertad que es alienada de la lucha colectiva, que ya no se encontrará junto a los movimientos políticos y decoloniales.   

Esto invisibiliza en la población palestina y en la arena internacional la lucha de la comunidad LGBTIQ+ y feminista de Palestina, que resiste, no desde una mirada liberal y despolitizada, sino como parte de un movimiento político de emancipación y descolonización. Organizaciones como “Queers palestinos para el Boicot, la Desinversión y las Sanciones”, como el Centro Feminista Palestino para el Género y las Libertades Sexuales “Aswat”, y como “alQaws por la diversidad sexual y de género en la sociedad palestina”, suman una contranarrativa enriquecedora que pretende evitar que los palestinos LGBT+ se encuentren en la disyuntiva entre su cultura/pueblo y su orientación sexual o identidad de género. Es una lucha atada a la liberación del pueblo palestino, y que también busca romper con la lógica salvacionista neocolonial del modelo LGBT+ israelí, fiel imitación de Occidente.    

Como subrayan desde alQaws en su análisis “Más allá de la propaganda: Pinkwashing como violencia colonial”, el lavado rosa es más que una estrategia de marketing global. Es, en última instancia, una expresión de la política sexual y de género más profunda del Estado de Israel y de los fundamentos ideológicos del sionismo. El Pinkwashing es el síntoma, pero la raíz de la enfermedad es el colonialismo. Por esto, reconocer el fenómeno pinkwashing como una violencia colonial puede ayudar a comprender cómo Israel divide, oprime y borra a los palestinos sobre la base del género y la sexualidad. 

ONG al-Qaws

En términos generales, es el mismo sistema capitalista global, ahora con la máscara rosa del progresismo liberal, el que permite construir un imaginario social en el que la igualdad es posible a través del consumo y que alcanza con la conquista de algunos derechos para gays, lesbianas y bisexuales o con simples concesiones interesadas, sin darle lugar al cuestionamiento de la estructura patriarcal y desigual propia de este modelo socioeconómico. 

En el contexto de hegemonía neoliberal y de la mano de las derechas socialmente conservadoras, el terreno queda allanado para la fragmentación de la comunidad LGBT+, ahora individualizada, despolitizada, instrumentalizada, y muchas veces limitada a libertades materiales y meritócratas. Un movimiento en la lucha desde hace décadas reducido a la imagen de unos pocos varones gays, blancos, cis, de clase media alta; divorciado de otras minorías sexo-genéricas, alejado de la lucha de les oprimides contra el mismo sistema que se funda constitutivamente en el colonialismo, el patriarcado, el capitalismo y el  imperialismo. 

“No se puede tener la liberación queer mientras existan el apartheid, el patriarcado, el capitalismo y otras opresiones. Es importante apuntar a las conexiones de estas fuerzas opresivas”, expresa Hilal, referente de Al-Qaws. Claridad que puede ponerse en diálogo con lo escrito por Fahad Ali a raíz de las discusiones sobre los derechos queer en Medio Oriente: “Soy árabe, soy palestino, soy gay. Mi refugio gay no es un desfile brillante en Tel Aviv. Es una palestina liberada”.


Otras referencias:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2010/jul/01/israels-gay-propaganda-war

http://www.laizquierdadiario.com/Que-hay-detras-de-las-empresas-diversas-e-inclusivas   

https://www.elquintopoder.cl/politica/pinkwashing-y-el-lavado-de-imagen-de-israel/


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Rutina

Rutina

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Por Felipe Bertola*

Suena la alarma y entre bostezos y el aliento de un par de horas de sueño, se refriega los ojos lagañosos. Son las 9 am y no hace falta madrugar. Hace un tiempo que el horario dejó de tener sentido. Pero bueno, intentar tener una rutina ayuda a encarar mejor lo que queda, que pueden ser dos semanas o un año ¿Quién sabe?

Suspira fuerte y se da el primer empujón anímico para salir de la cama, primero apoya el pie izquierdo, eso sí que desapareció hace tiempo, ya no hay tal cábala en la vida. Por la ventana se cuela un pequeño pero cálido rayo de sol, mientras una cortina de tela flamea impulsada por una suave brisa de otoño. El despertador sigue sonando, recién ahora con un manotazo sin ponerle la vista encima lo apaga. Se pone unas pantuflas y encara para el baño.

Su ropa hace un tiempo que es la misma, lleva un pantalón de jogging gris clarito lleno de bolitas y una remera vieja desteñida; los pantalones de jeans hace tiempo que quedaron en el fondo del placard.

Se lava los dientes y mientras cepilla fuerte se ve en el espejo que tiene unas pequeñas manchas de sarro; por sus pensamientos pasan las mañanas anteriores. Su cara en el reflejo siempre es la misma, pero los parpados están cada vez más bajos. Deja el cepillo en su vasito y se lava las manos.  Se apoya sobre la bacha y se ve por última vez en el vidrio, toma aire inflando el pecho y lo deja salir por la boca. Apaga la luz y se dirige a la cocina.

Agarrando la pava por el mango y empujando con su panza, corre los platos sucios que quedaron de la cena, para que ésta quede bajo la canilla y poder tomarse los primeros mates del día.  Mientras el agua va tomando temperatura busca la yerba, que desde que arrancó este calvario es lo que más rápido se termina. También aprovecha a prende la radio que tiene en el comedor. Ahí hay una ventana amplia y por primera vez en el día ve el cielo, que justo hoy encandila de tanto celeste; mientras dos pájaros pasan volando. Ve la libertad al alcance de su mano, la siente. Sus labios se estiran haciendo una mueca triste y los ojos se le cristalizan. A Milagro Sala se le cruza una nostalgia en la mirada. Hace más de cuatro años que está privada de su libertad.

Cara 17 de abril se conmemora el Día Internacional por las Presas y Presos Políticos. Una forma de lucha contra el olvido, transmitiendo una memoria de los combates y recordando a todes les compañeres encarcelades.


* Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Palestina y el Día de la Tierra

Palestina y el Día de la Tierra

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Por Pablo Jofré Leal*

Han pasado ya 44 años, uno de tantos ejemplos de asesinatos, usurpación y expolio a los que nos tiene acostumbrados la entidad sionista contra el pueblo palestino. Más de cuatro décadas desde aquel día, en que miles de palestinos, enfrentaron al sionismo en defensa de su tierra marcando un hito histórico.

El 30 de marzo del año 1976, agotada de la violación de sus derechos esenciales, la sociedad palestina convocó a una huelga general. En esta ocasión, como protesta ante la decisión israelí de confiscar dos mil hectáreas de tierras (21 mil dunums), pertenecientes a palestinos que habitaban en el norte de la Palestina histórica. El hecho se daría tras 28 años del nacimiento de Israel, bajo la crisis de conciencia de las grandes potencias, que el 14 de mayo del año 1948 avalaron su nacimiento. También habían transcurrido 9 años desde la guerra de 1967, que significó la ocupación de los territorios de Gaza y Cisjordania, junto al proceso de expansión en los Altos del Golán Sirio y la Península del Sinaí egipcio.

Estas tierras que serían utilizadas, tanto para implantar campamentos militares, como para su entrega a colonos extranjeros, de creencia judía, que se establecerían en ellas. La protesta se zanjó con el asesinato de siete jóvenes palestinos de las aldeas de Arraba, Sakhnin y Deir Hanna: crímenes de lesa humanidad, que además de ser una acción ilegal (asentar colonos mediante la confiscación de tierras) contravenían todas las disposiciones internacionales. Las resoluciones de las Naciones Unidas establecen la absoluta prohibición de trasladar extranjeros a tierras ocupadas, constituyendo aquello un quebrantamiento del título III, sección tercera del Cuarto Convenio de Ginebra.

Esos jóvenes palestinos, ofrendaron con su vida aquello que para los pueblos celosos de su soberanía y dignidad, representa su aliento vital: la relación estrecha que se tiene con la tierra, considerada una madre proveedora, que acoge y ama. Tierra que con sus olivos, sus cultivos y los animales que pastan en ellos, representan un vínculo indestructible.

Cada año, desde 1976, los mártires vuelven a ser recordados, vuelven a pasar por nuestros corazones. Como expresión de ese “recordis”, se planta un olivo como símbolo de esta relación, que hunde sus raíces en la historia milenaria del pueblo palestino. Tierra hoy saqueada y ofendida por la presencia de extranjeros. Un hecho simbólico que expresa la voluntad irrenunciable de millones de hombres y mujeres, y la decisión de volver a sus hogares. Territorios de los que fueron expulsados (en la llamada Nakba, catástrofe en árabe), donde están sus raíces; allí donde por generaciones se han establecido.

Recordar el 30 de marzo es poner en permanente visibilidad los derechos del pueblo palestino. Derechos sacrificados en función de los intereses geopolíticos de la Triada sanguinaria del imperialismo estadounidense, el sionismo israelí y el wahabismo saudí. Washington avala los crímenes de la entidad israelí, porque esta funciona como portaviones terrestre del imperio en la región.

Es revivir reivindicaciones, derechos usurpados, sueños truncados, léase: el retorno de los refugiados, la autodeterminación, el derecho de libre tránsito por su tierra, el derecho a mantener su cultura y no estar sujeto a un proceso de invisibilización. El sionismo roba la música, el vestuario, la comida y la historia misma de Palestina, en busca de construir un mito; incluso falsifica la arqueología, para otorgar a esos extranjeros un sentido de pertenencia.

En estos 44 años, la conmemoración del Día de la Tierra, ha tenido un nuevo hito que relanzó con fuerza la defensa irrestricta de los derechos del pueblo palestino: el día 30 de marzo de 2018, miles de gazaties venidos desde Jan Younis, Beit Hanoun, Rafah, desde los campos de Jabaliya, Bureij o Beit Lahia; hombres y mujeres que se agolparon con sus sueños, demandas, sus cánticos en la valla que separa la Franja de Gaza de la Palestina histórica. Una frontera artificial, que expresa la violación de los derechos de dos millones de habitantes del enclave costero, sometido a un bloqueo criminal desde el año 2006 a la fecha. Un asedio, que en el marco de la pandemia del Covid-19 significa la posibilidad cierta de generar una catástrofe humanitaria de proporciones incalculables, en una Gaza ya martirizada, convertida en el campo de concentración a cielo abierto más grande del mundo.

Una Franja de Gaza transformada en un gueto gigantesco, con alambradas, cercos, muros, torres de vigilancia, patrullajes militares. Una Gaza que ha derivado en una réplica monumental de aquellos campos de concentración que el nacionalsocialismo instaló en tierras ocupadas durante la Segunda Guerra Mundial. Un panorama que bien deben conocer muchos alemanes, polacos, franceses, holandeses (entre otros) de creencia judía. Aquellos que pasaron por campos de concentración y que paradojalmente vuelven a aparecer en este Siglo XXI, esta vez utilizados por aquellos que han hecho de su propio sufrimiento, un modelo a seguir contra el pueblo palestino. Singular, por cierto, y hasta patológico, en este nacionalsionismo con directrices políticas emanadas desde Tel Aviv, avalado desde Washington, con tropas de ocupación y hasta la réplica de las unidades de calavera, propias de los campos de exterminio del Tercer Reich.

Rememorar los hitos que marcan nuestra historia es fundamental. Más aún cuando esas fechas conmemorativas traen a nuestra mente y nuestros corazones, el sacrificio de miles y miles de hombres y mujeres, que han ofrendado su vida por una Palestina autodeterminada. Cada 30 de marzo, Palestina recuerda a sus mártires, reivindica su derecho al retorno a la tierra de la cual fueron expulsados por extranjeros sionistas, venidos principalmente desde Europa. Expulsión que se dio en un marco político internacional, signado por la confrontación este-oeste que también se daba en Asia Occidental y en el Levante Mediterráneo. Tierras que han sido por siglos cruce de culturas, pero que nunca tuvieron características mesiánicas, criminales y racista como las del sionismo. Régimen criminal que contaba y cuenta con el apoyo de potencias occidentales, que encontraron en la conformación de la entidad israelí, la mejor opción para consolidar su hegemonía en Asia Occidental, que hasta la actualidad sigue siendo un campo de batalla cruento.

44 años han pasado desde aquella manifestación reivindicativa palestina, con el asesinato de siete jóvenes, que elevaron su voz de protesta frente al robo israelí. Cuatro décadas de reclamos, resoluciones, intifadas y agresiones sionistas contra los territorios ocupados y bloqueados de Cisjordania y Gaza. Sin embargo, no existe ley que respete Israel, no existe determinación de la ONU, llamados de organizaciones de derechos humanos, o voces de condena que limiten el actuar sediento de sangre de la entidad sionista. Israel sigue robando tierras palestinas, sigue masacrando a su población, demoliendo casas, destruyendo cultivos, impidiendo la expresión cultural. Día a día ahogan a Palestina con el aval de un mundo que ciego, sordo y mudo, no planta cara a estos crímenes.

El Día de la Tierra es una señal, una fecha que debe difundirse pues. No sólo es un recordatorio para los palestinos que viven en su tierra histórica bajo leyes discriminatorias, en territorios ocupados cercados por muros y alambras, o en campamentos de refugiados impedidos de volver. El Día de la Tierra es un llamado de alerta, un emplazamiento a nuestra conciencia para no callar, para elevar nuestras voces en alto, denunciar, exigir el fin de tanto crimen, de tanta perversidad, tantas muertes, robos y saqueos. Exigir que esta ideología criminal y sus seguidores terminen en el basurero de la historia. Hoy más que nunca es necesario denunciar. Pasar de las palabras a la acción.

Fortalecer la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS – contra la entidad sionista. Hoy, más que nunca es necesario exigir a los organismos internacionales que cumplan su papel y dejen de lado la hipocresía y complicidad con el terrorismo israelí. El Eje de la Resistencia debe mostrar un camino claro de apoyo a la lucha del pueblo palestino. No es posible seguir aceptando que los muertos provengan desde la sociedad palestina y que Israel no sufra las consecuencias de su accionar criminal.

El Día de la Tierra nos recuerda, que durante 72 años, Palestina ha tenido que soportar un virus asesino, un patógeno que se ha llevado consigo, decenas de miles de valiosas vidas palestinas. El Virus Sión-48 que resulta ser más mortal que todos aquellos virus surgidos en laboratorios o reservorios naturales. El Día de la Tierra nos recuerda, que Palestina sufre una epidemia producto de un virus ponzoñoso, que requiere más que kits de detección, interferón o remdesivir. Necesita el concurso solidario de gobiernos y sociedades, de hombres y mujeres justos, para destruir definitivamente este pernicioso virus sionista que tanto daño causa a la humanidad.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
El Silencio: señal de complicidad con el nacionalsionismo

El Silencio: señal de complicidad con el nacionalsionismo

TIEMPO DE LECTURA: 13 min.

Por Pablo Jofré Leal*

El día 28 de enero del 2020,el mundo fue testigo de la verbalización y estreno en sociedad, de lo que el gobierno estadounidense presidido por Donald Trump y el sionismo, han dado en llamar el “Acuerdo del siglo”.

Un plan presentado en Washington, por el binomio conformado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, acompañado del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Ambos con problemas políticos y judiciales de envergadura, que precipitaron la puesta en escena de una de las ideas de dominio más escandaloso y miserable, que haya visto el mundo en los últimos años. Un propósito político, que pretende hundir cualquier posibilidad, por remota que haya sido, de concretar un Estado palestino y con ello dar una chance a la paz.

El callar frente a este absurdo internacional es ser parte de la maquinaria criminal de la alianza entre el imperialismo y el sionismo, que presenta sin pudor alguno, al agredido como agresor y al victimario como víctima. Un escenario que nos obliga moralmente a dejar claro que en este escenario de un “falso plan de paz” los matones y criminales contra el pueblo palestino y sus derechos son precisamente Unidos e Israel. Dejar claro que el victimismo no puede seguir acompañando el actuar de Israel, que bien ha sido favorecida por siete décadas de su condición de eterno sacrificado, recibiendo miles de millones de dólares, como compensación, principalmente de países como Alemania y Suiza mientras su papel homicida pretende ser ocultado.

Usar los conceptos correctos

En ese contexto, no podemos seguir calificando como “Acuerdo de paz” al programa fantasioso presentado por Trump. Un nombre repetido hasta el hartazgo por la prensa occidental, como si esa propuesta, lanzada con bombos y platillos en la capital estadounidense, representara el sumun de la forma de negociar entre aquellos que tienen alguna disputa. Un proyecto absurdo, pero no por ello menos peligroso, que de convenio, arreglo consensuado, no tiene absolutamente nada. Y esto, no porque una de las partes se negara a rubricar con su firma lo acordado, sino porque uno de los actores principales y además víctima de 72 años – desde el año 1948 cuando se crea la entidad sionista llamada Israel – de violación de sus derechos humanos fundamentales, es el pueblo palestino. Sociedad que no tuvo participación alguna en la elaboración de este bosquejo caprichoso de los sueños de dominio del sionismo.

Palestina, sus organizaciones políticas, sociales, militares movimientos o líderes, no tuvo representante alguno en la elaboración de este plan, que fue encargado ex profeso por Trump en su coordinación, darlo a conocer a los socios incondicionales de Washington, como es el caso de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto (con participación igualmente de Bahréin y Omán), a su yerno, el millonario estadounidense y activo colaborador de organizaciones sionistas instaladas en Cisjordania, Jared Kushner. Una propuesta de carácter impositivo, que tiene la intención de desviar la atención, ya sea al proceso de destitución (Impeachment) del propio Trump en Estados Unidos, como también apoyar políticamente al Netanyahu, socio incondicional de Washington, que deberá enfrentar nuevas elecciones en marzo próximo. Un Netanyahu, que está siendo sometido a un proceso judicial por corrupción y tráfico de influencias.

El documento de 80 páginas presentado por Donald Trump, acompañado de un exultante Benjamín Netanyahu y el líder opositor israelí Benny Gantz, es lisa y llanamente, un nuevo intento de intensificar la ocupación y colonización de Palestina y cuya denominación real es “la imposición del siglo”. Ese es el nombre que debemos darle “Un Plan de Imposición” un Diktat infame. Esto, pues se trata de fomentar el viejo anhelo de la alianza entre el imperialismo y el sionismo destinado a invisibilizar al pueblo palestino, negarle sus derechos como pueblo al impedir su autodeterminación a través de la imposibilidad de conformar un Estado en los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza. Someterlo, ahogarlo en escenarios de dependencia, entorpecer su desarrollo como sociedad, chantajearlo, tratar de humillarlo hasta reducirlo al sometimiento total.

Resulta inaceptable el vocabulario medroso, timorato de la ONU frente a los planes trazados por Trump y sus aliados. Una ONU que resulta ser la institución desbordada en sus atribuciones, en la validez de su Carta fundacional, violada permanentemente por todas las administraciones estadounidenses, que ha privilegiado su sociedad con el sionismo en lugar del respeto a la inmensa mayoría de naciones, cuyos gobiernos suelen ser chantajeados por Washington, cuando expresan su decisión de no ser parte de sus aventuras de ilegalidad. Una ONU que a través del Relator especial de este organismo en Palestina, Michael Link señaló que “el reciente plan de paz para solucionar el conflicto entre palestinos e israelíes presentado por el presidente de EEUU, Donald Trump, es una propuesta sesgada hacia una de las partes del conflicto”. Constatación evidente, que a pesar de las buenas intenciones de Link, no da cuenta de lo que se exige a la ONU en materia de llamar al orden, exigir el cumplimiento de la legislación internacional y si ello no es así avanzar hacia resoluciones que obliguen a ese cumplimiento, como sería, por ejemplo, aplicar la carta de las Naciones Unidas y su capítulo VII.

Por su parte la Unión Europea, que suele acompañar a Estados Unidos en sus aventuras belicistas  y quedarse sólo en la crítica velada, cuando las violaciones a la ley internacional son demasiado evidentes, ha dado nuevas muestras de esa carácter veleidoso y timorato al señalar, a través del jefe de su diplomacia, el español Joseph Borrel, que “El acuerdo del siglo desafía muchos parámetros acordados por la comunidad internacional: las fronteras de 1967, según lo acordado por ambas partes…apoyamos cualquier posibilidad de lograr la paz a base de una solución de dos Estados y del respeto al derecho internacional”. Concluyó Borrel tras un encuentro con el Canciller jordano Ayman al-Safadi, en Amman, la capital del país donde el 60% de la población es de origen palestino. Tibio, acomplejado, como lo ha sido cada vez que se requiere de la Unión Europea palabras firmes y decididas, como fue en el caso de Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y que significó la violación del acuerdo nuclear firmado con Irán.

La Liga árabe, a su vez, en declaración pública emitida por los Ministros de Relaciones exteriores de esta organización en la ciudad El Cairo, la capital egipcia, el día sábado 1 de febrero insistió, que la única solución al contencioso israelo-palestino, es la de permitir la conformación de dos Estados, basada en las fronteras de 1967, y en la que los palestinos tendrían como capital Jerusalén Este. En un texto tenue, blando y que da muestras del sometimiento de muchos de los gobiernos árabes a las presiones de Washington y el acercamiento inaceptable con el régimen sionista, se consignó su expresión políticamente correcta “solicitamos a los Estados Unidos a que se comprometa con las referencias legales internacionales del proceso de paz justo, continuo e integral” muy distante de las expresiones de la calle, de las sociedades de esos países, que dan cuenta de la solidaridad con Palestina.

Ni de esta Liga árabe ni de la llamada Organización de Cooperación Islámica (OCI) cuya reunión extraordinaria se celebró en la ciudad saudí de Yedda el día lunes 3 de febrero, salió una condena expresa, fuerte o un llamado al Consejo de Seguridad de la ONU, para sacar adelante una resolución condenatoria contra Estados Unidos e Israel por este plan de dominio colonial. La reunión de la OCI, a la cual Irán no fue invitada, se limitó a expresar una solidaridad con Palestina, enfatizando que el plan pro-israelí de Estados Unidos viola las leyes y los tratados internacionales y socava la paz. “Este plan estadounidense-israelí (…) no responde a las mínimas aspiraciones ni a los derechos legítimos del pueblo palestino”. El rechazo de la monarquía árabe a condenar la iniciativa estadounidense y su medida de impedir la participación de Irán muestran el enfoque pro-israelí de Arabia Saudí, que genera un clima de presiones al interior de la OCI, que indudablemente impide avanzar por el camino de la censura firme a Washington y sus afanes hegemónicos y cómplices del sionismo en Oriente Medio.

El silencio, la falta de voluntad política y de dignidad frente a los atropellos cometidos por el sionismo – avalado y protegido en ello por Wshington – genera la lógica repulsa a los gobiernos que se conducen de esta forma: ser cómplices de la ocupación y el colonialismo implementado en Palestina desde el año 1948. No es suficiente emitir una declaración llamando a la paz o respetar la idea de los dos Estados, cuando el agresor no tiene intención alguna de respetar las leyes internacionales, los acuerdos firmados y menos aún acatar la exigencia respecto a no violentar los mínimos derechos humanos de la población sometida a su ocupación. Un régimen como el israelí, que tiene una enorme diferencia a favor en materia de armas, tecnología y posibilidades de infringir un daño considerable al pueblo palestino. No es suficiente llamar a respetar la ley internacional cuando Washington y Tel Aviv no lo han hecho nunca, convirtiendo esta forma de conducirse en una crónica repetición, una forma de hacer política que debe desaparecer

Voces de dignidad desde El Líbano e Irán

En ese marco de mutismo obsequioso, de reparos vagos, poco certeros, de constatar que regímenes corruptos como el de Egipto y las Monarquías ribereñas del Golfo Pérsico sucumben a la influencia del imperialismo y el sionismo, resulta alentador tener expresiones de rechazo, claros y contundentes como el del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) que ha declarado, a través  del Vicesecretario general  de Hezbolá, el Sheij Naim Qasem “No hay ningún lugar para Israel con fronteras reconocidas; el único lugar para Palestina es todo el territorio palestino desde el mar hasta el arroyo”. Se amplió la opinión al señalar aquello  que por evidente suele no consignarse “el presidente de EEUU presentó este plan por (la proximidad de) las elecciones de EEUU y también para recaudar votos para Benjamín Netanyahu (premier israelí) dentro de los territorios ocupados palestinos”. La organización libanesa declaró, igualmente que “El acuerdo del siglo es un paso muy peligroso que tendrá graves repercusiones en el futuro de la región y de sus habitantes; más que un acuerdo del siglo es, en realidad, “el acuerdo de la vergüenza”.

En el caso de la República Islámica de Irán, este país se ha convertido en el referente por excelencia en el apoyo a Palestina. Desde opiniones del mundo militar, hasta altos líderes políticos y religiosos la condena explícita y clara contra el plan de intensificación de la ocupación y colonización, eufemísticamente llamado “Acuerdo del Siglo” resulta un bálsamo frente a tanto genuflexo. Para el jefe del estado mayor de las fuerzas Armadas de Irán, el general de división Mohamad Hosein Baqueri “Cualquier tipo de consentimiento implícito, silencio, ignorancia o doble comportamiento con este plan atroz (…) podría afectar, más allá de Palestina, la independencia y la soberanía nacional de otros países islámicos…este plan es un error histórico y estratégico, que busca materializar el sueño de 70 años de los sionistas para ocupar Palestina”. Desde el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, un comunicado de esta organización consignó que “El acuerdo del siglo, no sólo no proporcionará seguridad y estabilidad al régimen sionista, sino que, al contrario, al igual que otros planes crueles de paz cocinados en la Casa Blanca y Tel Aviv, está destinado al fracaso, y acabará en el basurero de la historia. Además encenderá más que antes la llama de la ira y el rencor de los combatientes de la Resistencia… este plan es uno de los mayores crímenes y traiciones sin precedentes en la historia contemporánea”

Desde el liderazgo religioso, el guía Supremo de la Revolución Islámica de Irán, Ayatolá Sayyed Ali Jamenei, condenó la política del gobierno de EEUU contra Palestina afirmando que “el llamado “acuerdo del siglo” nunca se materializará. Para consternación de los políticos estadounidenses, la política malvada de EEUU contra Palestina nunca dará fruto, por la gracia de Dios. Al hablar cerca de la judaización de Al Quds y afirmar que debería estar en manos de los israelíes, (Trump) está hablando estúpidamente y de manera imprudente. El tema de Palestina nunca será olvidado. La nación palestina y todas las naciones musulmanas definitivamente se enfrentarán a ellos y no permitirán que se materialice el llamado “acuerdo del siglo” concluyó el líder iraní.

Nuestras sociedades deben movilizarse, exigir a cada gobierno una condena tajante a la política de ocupación y colonialista del sionismo. No es posible aceptar la idea de quitar por decreto el derecho de Palestina a que su capital sea Al Quds y en cambio señalar en forma ominosa, que esta ciudad milenaria, que en el campo del derecho internacional es un territorio ocupado, igual que las partes de Cisjordania que Israel anexó unilateralmente, sea entregada en una especie de remake del viejo mito de “una tierra prometida para un pueblo elegido”. Al Quds, así como la Palestina histórica y los territorios ocupados tras la guerra del año 1967 son palestinos. Igualmente, hay que hacer presente, que la Cuarta Convención de Ginebra de 1949 y las Regulaciones de La Haya de 1907 prohíben que las potencias ocupantes alteren el modo de vida de los civiles ocupados y prohíben el asentamiento de gente del país del invasor en el territorio ocupado. Más claro, echarle agua. Los 250 mil colonos extremistas, que ocupan asentamientos en Al Quds este, son ocupantes que violan el derecho internacional y a los 400 mil que se diseminan como una plaga invasora por el resto de Cisjordania.

Tampoco debemos aceptar que este plan imponga ideas que concretan ideas racistas, propias de regímenes que ocupan territorios que no les pertenecen y trasladan a ellos colonos armados y defensores a ultranza de esa conducta violatoria. El Plan de Trump establece que los asentamientos existentes en Cisjordania serían incorporados a Israel, comprometiéndose a no construir nuevas colonias, no expandir los existentes y no aprobar planes de construcción en terrenos definidos como parte de Palestina (decisión claramente burlesca, pues es lo que han hecho permanentemente desde el año 1948 a pesar de resoluciones internacionales y acuerdos como el Oslo del año 1993). El fantasioso plan de Trump también ha definido, que Israel no procederá a demoler estructuras existentes (es decir el muro que con sus 720 kilómetros de largo divide a aldeas, pueblos y ciudades palestinas en Cisjordania y que en el caso de la Franja de Gaza significa concretar esta realidad de ser el campo de concentración más grande del mundo). Una nueva burla y una nueva violación a las resoluciones de la ONU que han exigido el desmantelamiento de este muro del apartheid.

Se requiere la más firme oposición a la decisión señalada por el plan estadounidense-israelí de anexar el Valle del Jordán, que ha señalado, en forma socarrona, que dejará operar empresas palestinas bajo licencias entregadas por Tel Aviv. Negarse al control de acceso y salida de Palestina por parte de la potencia ocupante, que en el caso de Egipto implicará un acuerdo especial entre el régimen de ese país y Tel Aviv. Unido a ello, Israel mantendría el control absoluto del espacio aéreo y marítimo palestino. Se suma la negativa de permitir el retorno de los refugiados palestinos, negando con ello una de las reivindicaciones más sentidas de este pueblo desde la Nakba (catástrofe en árabe tras la ocupación sionista del año 1948), como también se requiere estar alertas y oponerse al decisión de poner fin a la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNWRA).

Resulta imposible aceptar las exigencias, que el plan de Trump y Netanyahu desean imponer a Palestina. Es por ello que el silencio no puede ser aceptado. No es posible ser cómplice de decisiones tales como crear una Nueva palestina, totalmente desmilitarizada, a merced del sionismo en esta paradoja de ser dominado por aquellos que la agreden y que hoy habla de protegerla y que incluso pague por esa protección. Te cuido pero te asesino es la máxima sionista. Te resguardo de tal manera que el asesinato cotidiano quede impune, entre los muros creados para tu “propia seguridad”. El victimario, en una coordinación con Egipto y Jordania, afirma que se preocupará de la seguridad de los palestinos. Una entidad que seguirá teniendo pase libre a todas las ciudades palestinas, vedada de atender sus propios asuntos de seguridad e imposibilitada de generar acuerdos con estados u organizaciones que afecten la seguridad del régimen sionista, según señalan los invasores. Como tampoco podrá unirse a entidades internacionales, retirando todas sus demandas interpuestas contra el ocupante ya sea en la Corte Penal Internacional, las Naciones Unidas, la Interpol, UNESCO, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, entre otras.

Estamos en presencia de un plan destinado a invisibilizar completamente al pueblo palestino, hundirlo en el marasmo, en hacer olvidar los sueños y anhelos de millones de seres humanos sometidos hace 72 años al más cruel de los dominios. Un plan impositivo, criminal en esencia, destinado a generar una estructura jurídica, política, militar y de complicidad con gobiernos corruptos de la región, destinado a sepultar toda aspiración de autodeterminación de Palestina. Esto es inaceptable, no es digno, justo ni aceptable callar frente a otro de los crímenes que se está cometiendo contra millones de hombres y mujeres de Palestina, sometidos a un régimen que ha superado todo límite aceptable y que merece, incuestionablemente, la denominación de régimen nacionalsionista israelí. No callemos, nuestra dignidad como seres humanos, nuestro deber solidario con nuestros hermanos de palestina nos obliga a alzar la voz.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
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