A 42 años de la recuperación de la democracia, hablar sobre los derechos humanos viene de la mano con las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Un grupo de mujeres que lucharon y luchan por la verdad, la memoria y la justicia.
Nuestras madres y abuelas,
desafían las leyes de la física
Hace más de 40 años
que caminan en círculos
y siguen avanzando
La Vasca
El 24 de marzo de 1976, el gobierno constitucional de Isabel Perón fue derrocado mediante un golpe de Estado que dio inicio a lo que se conoció como “Proceso de Reorganización Nacional”, instaurando de esta manera un régimen militar que buscaba eliminar cualquier tipo de oposición política y social, especialmente aquellas vinculadas con el peronismo y los movimientos de izquierda.
Durante estos años, las Fuerzas Armadas implementaron un plan sistemático de secuestros, torturas y asesinatos, lo que resultó en el fenómeno de los “desapariciones” de todos aquellos a los que consideraban “subversivos”. Estas acciones se fueron intensificando principalmente entre 1977 y 1979, estableciendo centros clandestinos de detención a lo largo de todo el país. Se estima que durante este periodo total (76-83) unas 30.000 personas fueron detenidas-desaparecidas.
Historiadores que investigaron este periodo reconocen que el Golpe de Estado de 1976, pese a ser conducido por las Fuerzas Armadas, ocurrió bajo los ojos de la sociedad civil. Sin olvidar que también estuvieron quienes informaron a las Fuerzas Armadas de donde se reunían aquellos “subversivos”.
Por otro lado, el Golpe de Estado contó con apoyo económico-empresarial ya que el plan que se ejecutó fue una destrucción completa de las industrias nacionales, beneficiando al sector financiero. La cabeza de este plan económico fue José Martínez de Hoz, ministro de economía del “Proceso”.
Algunas empresas que se vieron beneficiadas por haber apoyado el golpe fueron el grupo Clarín, el diario La Razón y La Nación, quienes apoyaron mediáticamente al golpe a cambio de la habilitación para la compra de la empresa de papel celulosa “Papel Prensa”, necesario para la impresión del diario.
En respuesta a estos hechos, surgieron los movimientos de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, quienes buscaban a sus hijas e hijos desaparecidos y los bebés nacidos en cautiverio, que luego fueron entregados a familias cómplices del régimen.
¿Quiénes son las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo?
Se trata de un grupo de mujeres que desde 1977 reclamaron por el retorno de sus familiares desaparecidos por la dictadura cívico-militar en Argentina. Fue conformado principalmente por las Abuelas y las Madres de las personas secuestradas, detenidas y torturadas, recibiendo su nombre del lugar en donde realizaban sus reuniones: la Plaza de Mayo de Buenos Aires, frente a la Casa Rosada.
Las mujeres se reunieron por primera vez el 30 de abril de 1977, con la esperanza de llamar la atención de Jorge Rafael Videla, quien estaba al frente de la Junta Militar que gobernaba el país. Una práctica habitual de estos encuentros era caminar alrededor de la pirámide para poder burlar la prohibición de reunión de más de tres personas impuesta por el Gobierno, ya que existía la orden de “siempre circular”, cuando uno se encontraba en espacios públicos.
Muchas de ellas no solo desconocían el paradero de sus hijos e hijas, sino que también las condiciones en las que se encontraban y de las torturas a las que fueron sometidos.
La lucha que condujeron las Madres y las Abuelas fue la búsqueda y la restitución de los bebés apropiados por las Fuerzas Armadas y entregados a familias militares, con el fin de borrar sus identidades. Las Abuelas crearon un banco genético para poder realizar las pruebas genéticas con aquellas personas que se acercaron y acercan actualmente con la duda sobre su identidad.
¿Quiénes eran ellas antes de 1976?
Antes de que todo el terrorismo de Estado empezara, antes de las desapariciones, antes de que tuvieran que salir a reclamar por las apariciones de sus hijos e hijas y de sus nietos y nietas, todas ellas tenían una vida. Algunas habían diversificado sus estudios, otras trabajaban desde una edad temprana, pero todas y cada una de ellas llevaban una familia al hombro.
Enriqueta Estela Barnes (Estela de Carlotto)
Tuvo una vida tranquila antes de convertirse en un símbolo de los derechos humanos. Se casó con Guido de Carlotto, con quien tuvo cuatro hijos, trabajó como maestra en una escuela primaria y llegó a ser directora de la Escuela Nacional Coronel Brandsen. Su vida giraba en torno a su familia y su vocación en la docencia, sin involucrarse nunca en actividades políticas.
Su vida dio un cambio radical tras la desaparición forzada de su hija Laura Carlotto, evento que la llevó a convertirse en una de las figuras más destacadas de la lucha por los Derechos Humanos en Argentina, liderando la organización de Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de las nietas y los nietos apropiados por el régimen.
Hebe María Pastor (Hebe de Bonafini)
Proveniente de una familia trabajadora, soñaba con ser maestra pero sus padres le inculcaron el oficio de corte y confección para luego pasar al telar. Se casó con Humberto Alfredo Bonafini, con quien tuvo tres hijos. Durante esa etapa de su vida Hebe se dedicó al hogar y la crianza de sus hijos, llevando una vida que ella misma describió como “común” y alejada de la política y las cuestiones sociales.
Después de la desaparición forzada de sus hijos Jorge y Raúl durante la dictadura, su vida dio un cambio rotundo, situación que la llevó a convertirse en una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo y reivindicar la militancia de sus hijos como bandera.
Lidia Stella Mercedes Miy Uranga (Taty Almeida)
Nacida en el barrio de Belgrano, creció en el seno de una familia con raíces militares, ya que su padre era oficial de caballería. Estudió magisterio en la Escuela Normal Superior N°7 y ejerció como docente durante algunos años. En 1953 se casó con Jorge Almeida, con quien tuvo tres hijos. Hasta el momento de la última dictadura llevó una vida tranquila, alejada completamente de la política.
Durante 1975, su hijo Alejandro Almeida fue secuestrado por la Triple A, antes del golpe de Estado. Inicialmente buscó respuestas en su entorno, ya que su familia tenía fuertes alianzas con los militares, sin embargo allí no encontró nada, por lo que en 1979, se unió a las Madres de Plaza de Mayo, donde encontró apoyo y un propósito colectivo de búsqueda. Su activismo la llevó a convertirse en una figura destacada dentro de la línea fundadora de Madres.
Azucena Villaflor
Azucena mostró siempre un compromiso con su entorno. Venia de clase trabajadora, y a los 16 años tuvo su primer empleo como telefonista en una empresa de electrodomésticos en donde conoció a Pedro de Vicenti con quién se casó y tuvo cuatro hijos. Antes de la dictadura llevaba una vida dedicada a su familia y a su comunidad.
Cuando su hijo Nestór y su nuera Raquel Mangin fueron secuestrados, en su búsqueda desesperada se unió a otras mujeres que compartían su dolor. Así es como el 30 de abril de 1977 lideró la primera marcha de las Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires. El 10 de noviembre de ese mismo año, Azucena fue secuestrada por agentes del régimen, llevada al centro clandestino de la ESMA y asesinada en los “vuelos de la muerte”.
Nora Irma Morales (Nora Cortiñas)
Se casó con Carlos Cortiñas y juntos tuvieron dos hijos. Desde el momento de su casamiento en 1950 hasta la dictadura Nora se dedicó a su familia y a su trabajo como costurera, enseñando a los jóvenes a coser. Su vida estaba marcada por un enfoque tradicional, centrado en el trabajo y la crianza de sus hijos.
En 1977 su hijo Gustavo fue desaparecido, hecho por el cuál se unió a las Madres de Plaza de Mayo, y posteriormente a la línea fundadora de esta organización. Desde ese momento se convirtió en una figura clave en la defensa de los Derechos Humanos. Su activismo la llevó a participar en congresos internacionales y recibir múltiples reconocimientos.
María Isabel Chorobik (Chicha Mariani)
Nacida en San Rafael, Mendoza. Estaba casada con Enrique Mariani, con quien tuvo su hijo Daniel. Chicha trabajó como profesora de Historia del Arte y se destacó por su pasión por la enseñanza y la cultura. Vivía en La Plata, donde su vida giraba en torno a su hogar, su trabajo y su familia.
Sin embargo, su vida cambió por completo con la llegada de la dictadura militar y la desaparición de su único hijo. Este evento la llevó a convertirse en una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo, dedicando su vida a buscar a su nieta Clara Anahí, quien fue apropiada durante un operativo militar.
Las mujeres que enfrentaron al poder
En medio de un ambiente en el que el miedo se convirtió en ley, surgieron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, quienes impulsadas por las desapariciones de sus hijos e hijas y nietos y nietas, transformaron el dolor en una lucha implacable por la justicia, la verdad y la memoria. Persistiendo con sus marchas semanales y concentrándose en lugares públicos, desafiaron constantemente al poder que les había arrebatado a sus seres queridos, llevando su protesta a la espera nacional e internacional.
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