El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Estamos infestados con aluviones de afirmaciones imprecisas, de credibilidad paupérrima, cerca de la calumnia, relativas a la situación actual del mundo y a la pandemia. La verdad está sometida a un bloqueo económico demencial, a sanciones ideológicas imperiales y un alboroto demagógicas en defensa de la ′′ libertad de expresión ′′ burguesa. En las noticias de todo tipo, se fabrican infamias descomunales que hacen envidia a las peores calumnias de Miami. No hay rigor informativo, encuestas adquiridas en fuentes de derecha y un ′′ tonito ′′ de superioridad que parece haber olvidado la situación de emergencia a la que se está sometiendo la humanidad por culpa del capitalismo ¿Alguien duda?[1]

Fernando Buen Abad, filósofo y comunicador mexicano

Las afirmaciones del colega no hacen más que reafirmar distintos análisis que se han realizado en este espacio en reiteradas oportunidades. El sistema internacional de medios de comunicación no sólo está podrido, sino en niveles de descomposición que aterran.

No es nuevo que los medios de comunicación hegemónicos en cada país responden a los intereses de sus dueños y accionistas, y que trabajan en tándem, conformando una red internacional de generación de subjetividades que busca sostener el status quo actual, haciendo su aporte para que nada cambie; ni siquiera en medio de esta pandemia.

Época de plus-mentiras

Se podría partir desde la reciente experiencia argentina con la repetición hasta el hartazgo del concepto de “Infestadura” acuñado por la derecha, hasta las barbaridades que se repitieron en las últimas manifestaciones de sectores minoritarios en las calles porteñas, insistiendo en que en Argentina no existe la democracia, que se robaron un PBI (algo un poco más viejo) o que está llegando el comunismo ruso o chino.

Pero las similitudes en la forma de construcción narrativa de medios de otros países, dan cuenta que en realidad estamos ante un plan sistemático de “lavado de cerebros”. Por algo el dicho popular dice: “miente, miente, que algo quedará”, y parece que así sucede.

En este mismo sentido van las reflexiones del profesor de la Universidad Central de Venezuela, Jesús Sotillo Bolívar, quien afirma que “con el apoyo de las agencias internacionales de noticias y el uso de nuevas tecnologías aplicadas al campo comunicacional, los mensajes audiovisuales, las noticias, todo el mundo Online, son utilizados por estos verdaderos carteles informativos, con carácter transnacional para influenciar a miles de millones de personas en el orbe y domesticar, si, esta es la palabra correcta, domesticar, para dominar y expoliar[2].

Si se analizan con más detenimiento, se podrá observar que la catarata de mentiras, tergiversaciones u omisiones son groseras. Pero para ese entonces ya se habrá desparramado mediante las redes, volviéndose muy compleja su refutación. Información descontextualizada, declaraciones que culpan a le opositore aunque caigan en el absurdo de criticar lo que ellos mismos no hicieron. Todo es válido para una derecha vernácula cada vez más violenta.

La era del consumo digital

Como complemento de estas situaciones, es interesante poner el acento en el incremento sustancial que se ha venido dando en el consumo de noticias mediante medios digitales. Al respecto, el Responsable de Comunicaciones Digitales de Enel Argentina, Juan Pablo De Santis, arroja algunos datos interesantes como que más de 33 millones de usuarios consumieron noticias mediante internet en junio del 2020, o que el multimedio Clarín alcanza a más del 80% de les usuaries, mientras que Infobae llega a un 63% y La Nación a un 50%.

El problema está en que estos medios son partidarios de reproducir los discursos de quienes se autodenominan abanderados de la democracia, la república y sus instituciones, aunque en la realidad resultan ser quienes hicieron todo lo contrario cuando fueron gobierno. Incluso así llegaron al gobierno.

Información: un arma de guerra

El colega uruguayo Aram Aharonian sostiene que “el problema no es que todos puedan opinar. Ese es un derecho inalienable. Lo que no es un derecho es la impunidad para mentir, descargar un torrente interminable de fake news, mentiras, falsedades. Y menos que, en nombre de la libertad de prensa ejerzan un escandaloso libertinaje para desinformar irresponsablemente, montados en campañas de terrorismo mediático. No, no existe tal “libertad” para contagiar la muerte[3].

Aparece entonces el problema de que la mentira pública no está penada legalmente y cuando alguien osa denunciar a une de estes “periodistas”, la corporación periodística hace de ese hecho un ataque a la libertad de expresión. Y ha habido casos de sobra que no viene al caso mencionar.

Las mentiras mediatizadas y entregadas al gran público como grandes verdades buscan construir imaginario, fragmentar, poner el mote de “bueno” o de “malo” según las conveniencias y dividir la sociedad, generar miedo. Todos estos elementos son funcionales a su objetivo: sostener las cosas como están. No hay que olvidar que los medios de comunicación privados son empresas que venden información y trabajan para el que mejor les pague. Eso es lo que establecerá qué se cuenta y qué no y de qué formas.

La escritora y ensayista italiana, Erica Perucchietti, sostiene que “el miedo es solo una de las muchas piezas en el proceso de manipulación social que adopta el poder para llevar a cabo políticas que de otro modo serían impopulares, pero que la percepción del terror convierte en legitima[4].

El manejo de la información, la construcción de subjetividades, la influencia en las percepciones sociales respecto de tal o cual tema, se han convertido en un arma de guerra ampliamente utilizada y que adoptó un mayor caudal de operaciones, con la aparición masiva y masificada de los medios web, el consumo web de los medios tradicionales y la difusión de campañas de mentira vía redes sociales.

Oíste hablar de…

¿Cuántas mentiras se han repetido en la prensa hegemónica respecto de la situación de Venezuela? ¿Cuántos medios reprodujeron que en Bolivia había habido en las elecciones de noviembre, utilizando un informe mentiroso y ruin de la OEA que luego se comprobaría como falso? ¿Cuántos rectificaron esta “información”? ¿Qué trato dieron los medios sobre las movilizaciones en Chile, Ecuador, EEUU o Colombia, todas reprimidas ferozmente por sus fuerzas de seguridad?

De igual manera ¿Cuántos medios contextualizaron lo que sucedió en el puerto de Beirut?[5] ¿Cuántos medios hablaron de las elecciones en Bielorrusia[6] sin calificar a Lukashenko como dictador, autoritario, represor, o simplemente se hicieron eco de lo que decían emporios comunicacionales europeos?[7] ¿Cuántos medios repudiaron las represiones de Macrón a los Chalecos Amarillos en Francia o los de Rajoy a los pueblos catalán, o vasco? [8].

El colega Agustín Mina, señaló en un artículo publicado recientemente que “cuando quienes trabajamos en medios seamos responsables con nuestras palabras, tendremos una comunicación mejor, más sana; una comunicación que siga siendo libre, plural, diversa y, quizá por primera vez, también justa y responsable. Una comunicación donde se podrá pensar diferente, criticar, preguntar; dónde lo único que no podamos hacer sea violentar derechos, personas, leyes, desinformar o mentir[9].

El mayor virus en siglos no se llama COVID-19

Si bien une puede estar de acuerdo con esta afirmación, en el mientras tanto, producto de la mercantilización de la información, su utilización descarada para conseguir determinados beneficios o “favores”, o crear imaginarios a favor o en contra de tal o cual idea, seguirá siendo moneda corriente y un arma de guerra utilizada por los poderes fácticos para intentar poner la balanza de su lado. El problema no son los medios o las personas que en ellos trabajan, el problema es que mientras vivamos bajo el sistema capitalista, siempre habrá alguien que quiera corromper a algune trabajadore de prensa, a algún medio o a algún funcionario para sacar ventaja sobre el resto.

El problema es el capitalismo y su necesidad de reproducción que indiscutiblemente requiere de corromper las voluntades; que necesita de las divisiones sociales y que se vuelvan irreconciliables distintos sectores del pueblo; que necesita de la existencia de pobreza y miseria, de la destrucción y el saqueo de los bienes comunes.

La especie humana -y el resto de las formas de vida- no necesitan solo una vacuna contra el COVID-19 u otras enfermedades mortales, necesita una contra el capitalismo, necesita una sociedad más solidaria, más consciente y responsable de sus actos; pueblos que estén dispuestos a dar batalla a cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del mundo.


[1] https://www.facebook.com/fernando.buenabad/posts/3116294331820685
[2] https://barometrolatinoamericano.blogspot.com/2020/08/la-informacion-internacional-contra-la.html
[3] http://estrategia.la/2020/07/12/la-pandemia-de-la-desinformacion-y-la-manipulacion/
[4] https://rebelion.org/noticias-falsas-y-realidad-cuando-mentir-conviene-a-los-poderosos/
[5] https://spoti.fi/2DOhUUr
[6] https://rebelion.org/bielorrusia-prensa-alineada-un-titular-y-algunos-apuntes-al-respecto/
[7] https://spoti.fi/32b0l9a
[8] https://blogs.publico.es/cristina-fallaras/2020/08/04/ni-medios-de-comunicacion-ni-democracia/
[9] https://www.agenciapacourondo.com.ar/opinion/el-dia-que-nos-hagamos-responsables-de-nuestras-palabras

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

¿Termina la corta noche neoliberal en Nuestra América? Parte II

¿Termina la corta noche neoliberal en Nuestra América? Parte II

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Por Nicolás Sampedro*

Desde hace bastante tiempo, se viene alertando en este tipo de artículos, sobre las iniciativas del imperio por caotizar para saquear en mejores condiciones, en los intentos de (ante la imposibilidad de dominar) despedazar los Estados, debilitarlos y romper los lasos sociales de las naciones que iniciaron procesos antiimperialistas, sea en la parte del mundo que sea. Esa reflexión a gran escala del Dr de Estado en Economía y asesor de diversos gobiernos nuestroamericanos, Jorge Beinstein, que hablaba de la “ilusión del Metacontrol del Caos”[1].

Beinstein señala en ese artículo que la lógica imperial es la de caotizar las regiones/naciones del mundo que no controla, fomentando las divisiones ya sean políticas, étnicas, religiosas o del tinte que fueren. Divisiones que llevan a la ruptura de los lazos sociales, al enfrentamiento, la guerra civil. Ejemplo de ello fueron casos como el de Libia, Afganistán, Irak, Ucrania, Georgia o Yugoslavia. Si bien tuvieron características diferentes todos tuvieron como fin la descomposición del Estado como ente ordenador de la sociedad y de la ruptura de los lasos sociales. Motivos que permitieron a corporaciones transnacionales hacer cuantiosos negocios, ya sea en la reconstrucción de esas naciones, quedándose con la explotación sus bienes comunes o directamente controlando esos Estados (debilitados) por gobiernos títeres.

También hemos señalado que desde 2011 cuando comenzó el conflicto en Siria, la figura de Vladimir Putin y de su Rusia post soviética había marcado un punto de inflexión en la historia al poner en claro que los EEUU ya no podrían hacer lo que quisieran. Es que luego de la caída del Muro de Berlín y de la URSS la potencia dominante y hegemónica a escala planetaria fueron los norteamericanos y la influencia del complejo industrial militar y farmacéutico, los sectores especulativos como Wall Street y la banca internacional. Siria fue el escenario de freno y la aparición a escala militar de una Rusia recompuesta y con armamentos muy superiores y avanzados que los ya caducos norteamericanos.

Algo similar sucedió con la China de Xi Jinping. Durante décadas el país asiático trabajó desde las sombras o en segundo plano, intentando que no les obstaculizaran su desarrollo. Si bien esta información no era desconocida para los norteamericanos, las continuas disputas que comenzaron a aflorar entre la administración de Obama y el gobierno de Xi, fueron desplazando al gobierno asiático a tejer una alianza cada vez más fuerte con el zar Vladi Putin[2].

El acercamiento de China y Rusia forjaría y profundizaría una relación que potencialmente será difícil de frenar. La Organización de Cooperación de Shangai primero, los bloques regionales asiáticos, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras[3], la creación del BRICS[4], una alianza diplomática que impidió a EEUU seguir haciendo todo lo que quería con el Consejo de Seguridad de la ONU, y una alianza que paulatinamente comenzó a meterse en Nuestra América. Acuerdos de cooperación en diferentes áreas con Venezuela, con Bolivia, con Cuba, Nicaragua, Panamá, Argentina, Brasil, Chile, entre otros.

La prepotencia imperial y la aparición de otro bloque de poder -real- llevaron a la paulatina pérdida de influencia norteamericana, que hoy arrastra incluso a Europa a no seguirle los pasos de la misma manera que antaño. Ante tal situación, el imperio sabe que sólo controlando su reserva estratégica podrán sobrevivir o tener chances de seguir siendo hegemón (o al menos uno de los grandes actores de la geopolítica mundial). Para lograr este cometido deben sí o sí recuperar su influencia sobre Nuestra América: la mayor reserva de minerales, hidrocarburos, biodiversidad y también mano de obra barata.

Estos hechos y elementos son centrales y explican gran parte de lo que hoy sucede en la región. Pero las experiencias populares en las últimas décadas han dado un nuevo capital político, social y económico a muchos pueblos de la región. Chávez y Maduro, Evo, Lula y Dilma, Correa, los Castro, les Kirchner, incluso Lugo o Mujica. Todes desde distintas ópticas dieron a sus pueblos la esperanza de otra América posible. Eso fue visto por los pueblos no sólo de todo el continente, sino del mundo entero.

Si actualmente la región se enfrenta a desafíos históricos es por todo lo antes mencionado. Los casos de Chile, Honduras y Haití son la máxima expresión de hartazgo popular a las políticas neoliberales. Si bien en la prensa parece sólo importar lo que acontece en el país trasandino, las hermanas naciones centroamericanas están de igual manera: en llamas. Algo similar pero de menor virulencia se da en los casos de Perú y Guatemala.

Por otro lado están los casos de Ecuador y Brasil, dos sociedades que conocieron gobiernos populares recientemente y que se encuentran luchando por sostener sus conquistas. Si bien con distintos niveles de intensidad, en ambos casos con serios cuestionamientos a sus gobiernos. El de Moreno por haber traicionado los ideales de la Revolución Ciudadana que encabezaba Rafael Correoa y la posterior persecución a sus antigües compañeres de militancias e implementación de políticas neoliberales. En el caso brasileño, de un pueblo que viene luchando desde el golpe a Dilma, que luchó contra la persecución a Lula y que hoy lucha para no retroceder en sus conquistas.

El caso boliviano es el más reciente y complejo. Bajo el argumento de un fraude electoral[5] que no existe, está en proceso un golpe de estado perpetrado por la derecha en complicidad de las FFAA, la policía, algunos sectores evangélicos y católicos, el ministerio de colonias gringo (la OEA de Almagro) y los gobiernos de los EEUU y sus lacayos.

Cabe traer al análisis e invitar a les lectores a poner en cuestión sobre algunas reflexiones de distintes analistas e investigadores:

  1. Atilio Borón hacía una rápida reflexión en los primeros días del golpe donde señala que: la derecha y el imperio nunca aceptarán un gobierno que no se ponga a su servicio; hay mucho investigadore y periodista que están formados para detectar las señales que emanan los manuales golpistas del imperio, que echan a andar horas y horas de desprestigio hacia líderes populares, lo que en la jerga se llama “character assasination”; que luego de esa etapa se construye la idea del “cambio” o de “salir del régimen o de la dictadura” y “liberar” al pueblo; el rol de las “fuerzas de seguridad” que desde la Guerra Fría vienen siendo formadas directa o indirectamente por los EEUU y sus instituciones; por último que la confianza en las FFAA y la policía llevó a intentar apaciguar y evitar los enfrentamientos de una derecha desbocada, no confrontar llevó a que se envalentonen aún más y vayan por todo[6].

  2. Rita Segato en su intervención en el congreso de CLACSO realizado en Argentina en 2018 señaló que se venía cocinando la caotización del continente. Explícitamente señaló que se pretendía hacer en Nuestra América lo que pocos años antes había sucedido en Medio Oriente. A partir de la construcción de fundamentalismos religiosos gestar estructuras paramilitares que sean capaces de desestabilizar países para luego saquearlos[7].

  3. Desde hace algún tiempo el analista francés Thierry Meyssan viene alertando sobre los planes de desestabilización del imperio, fundamentalmente en la región de la Cuenca Caribe[8], un lugar estratégico no sólo por estar Venezuela (la mayor reserva de petróleo[9] del mundo), sino por ser uno de los lugares del mundo porque donde mayor caudal comercial circula. De igual manera pone de manifiesto algunas tesituras que habla incluso de la caotización de algunas zonas del planeta y la división en 2 grandes regiones: las gobernables y las ingobernables[10].

Si bien se podría estar todo el día hablando de teorías y dando ejemplo de cómo estas terminan o no llevándose a la práctica, lo cierto es lo que queda claro es que nada de lo que suceda en Nuestra América se puede desligar de la disputa de intereses a escala global y de la importancia estratégica que tiene este continente para el imperio norteamericano. Si esto no se comienza a estudiar con mayor profundidad el rol de las ONG´s y de las iglesias financiadas por el imperio para erosionar no sólo a los movimientos populares, sino a los gobierno; si no se colocan los prismas antiimperialista, antipatriarcal y anticolonial, estaremos nuevamente cometiendo errores que la historia no perdonará.

Tal como señalaba recientemente la compañera Stella Calloni, lo que estamos viviendo en la región es el cimbronazo de un imperio en franco retroceso que sólo busca continuar siendo quien nos oprima y está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de lograrlo. Cuando los imperios caen, muy por el contrario a lo que se piensa, suelen ser aún más bestiales que lo que eran.

Nuestra América claramente está en una entre dos modelos: uno de opresión y saqueo que tiene a los EEUU como principal promotor, pero que cuenta con súbditos locales; y otro de liberación y promoción del bien común, encarnado por muchos gobiernos populares, progresistas y/o revolucionarios.

Nada está dicho aún y como decía el Comandante Eterno, Hugo Chávez, hay que ser “irrenunciablemente optimista”. Sólo la voluntad de lucha de los pueblos será la que defina qué sucederá o no en el futuro. La pregunta que vuelve a repetirse es: ¿Terminará la corta noche neoliberal en Nuestra América?

Por lo pronto ¡RODILLA EN TIERRA!


* Periodista, conductor de Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), productor de Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista La Marea (Radio Futura – FM 90.5) y Mirada Crítica (Realpolitik), responsable de la sección Sindical de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Bibliografía:
[1] https://beinstein.lahaine.org/b2-img/beinstein_militarismo.pdf
[2] https://www.jornada.com.mx/2019/11/10/opinion/010o1pol
[3] https://www.telesurtv.net/opinion/China-y-la-nueva-diplomacia-financiera-20161008-0027.html
[4] https://actualidad.rt.com/actualidad/333727-brics-declaracion-brasilia-puntos-clave?fbclid=IwAR3i7zxwgnPYzG_MY9KByGiijJ1i_j8zFRHNYz6vD0cI2NhLUkTAIGj2fPU
[5] http://www.enorsai.com.ar/politica/28708-escandalo–no-hubo-fraude-en-bolivia-dos-contundentes-informes-internacionales-lo-prueban.html?fbclid=IwAR2o-HEry5r7mAYl1JnOr1dliHDFSX0L3dAfmdsT18C9nhsmv9AfHkIvNF4
[6] http://atilioboron.com.ar/el-golpe-en-bolivia-cinco-lecciones/
[7] https://www.youtube.com/watch?v=e_b7TC1Jbto
[8] https://www.voltairenet.org/article204642.html
[9] https://www.voltairenet.org/article205996.html
[10] https://www.voltairenet.org/article197482.html

La única lucha que se pierde es la que se abandona

La única lucha que se pierde es la que se abandona

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Nicolás Sampedro*

La historia de subordinación de Nuestra América con EEUU no sólo parte de la debilidad económica, militar o política, sino también de las ataduras, de diferentes formas de estrangulamiento y opresión que han sido adaptadas y perfeccionadas durante décadas y que son esas venas abiertas de las que hablaba Galeano.

Mucho se ha hablado de las matanzas que realizaron los europeos al invadir el continente. Mucho se ha hablado de las constantes invasiones perpetradas por el imperio norteamericano, fundamentalmente en Centro América y el Caribe y de la formación y financiamiento de las dictaduras del Cono Sur mediante el Plan Condor.

Actualmente son los poderes judiciales y mediáticos los principales actores de esa invasión. También es mucho lo que se ha hablado del tema, fundamentalmente desde que Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner instalaron el concepto de “Lawfare”, que no es otra cosa que la utilización de los poderes judiciales para perseguir a quienes enfrentan las políticas de saqueo del imperio, o que osan pensar en proyectos políticos soberanos para sus países.

Pero a diferencia del terror causado por las botas, los parlantes de los medios de comunicación, las operaciones de mentira en las redes sociales, y las causas judiciales inventadas tienen patas cortas y en muy breve tiempo se están desmoronando.

Se podrá coincidir con el investigador del Centro de Estudios Humanistas de Córdoba y comunicador en agencia internacional de noticias Pressenza, Javier Tolcachier, que las derechas del continente se están deteriorando de manera cada vez más rápida. Hay sobrados ejemplos de ese descalabro, del saqueo y la rapiña que quedan en evidencia para los pueblos en muy poco tiempo.

El caso de Mauricio Macri quizás es el más significativo (aunque Bolsonaro aprendió y está intentando ir más rápido), por el daño que hizo al pueblo argentino. Pero de la misma manera se puede hablar de la pérdida de legitimidad de los gobiernos de Piñera en Chile (el país con mayor endeudamiento percapita del continente[1]), de Abdó Benítez en Paraguay (casi destituido por sus negociados con Bolsonaro), Vizcarra en Perú (antes PPK) que no puede resolver el descontento social y el repudio al proyecto Tía María[2], Lenin Moreno en Ecuador (con un escaso 16% de aceptación en la actualidad), Incluso Duque en Colombia, donde pende de un hilo el proceso de paz ante el incumplimiento permanente del Estado y el rearme de un sector de las FARC[3].

Centro América no está mucho mejor: en Guatemala vuelve a ganar la derecha que encabeza Gianmattei y que promete mano dura en un país con el trágico record de un 46% de desnutrición crónica infantil. Un Haití en llamas que va por la cabeza de Jovenel Moïse ante las catastróficas cifras sociales de “hambre, la miseria y el desempleo que afectan a más del 80% de la población[4]. Y un Juan Orlando Hernández que sólo mediante el fraude logró reelegirse, pese a la prohibición constitucional.

Ante ese escenario, como ya se ha mencionado en anteriores artículos, surge la esperanza de un nuevo proceso progresista en la región. El tiempo de la diplomacia nuestroamericana no murió mal que les pese a muchos comunicólogos y opinadores mediáticos. AMLO en México, las inmensas posibilidades de que Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner ganen en Argentina, la resistencia heróica de la Bolivia de Morales, la Venezuela chavista de Maduro, la histórica Cuba, o la Nicaragua sandinista de Ortega, sumados a los países del Caribe nucleados en la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América.

Un escenario complejo, que seguramente demandará mucha lucha callejera en todo el continente, si es que se pretende frenar la sangría que implican no sólo las deudas externas (nuevamente utilizadas para atar de pies y manos a la región), sino el modelo de saque y dominación que representa el extractivismo.

Si bien no son pocos les que vienen advirtiendo de la necesidad de dar un giro de 180 grados en las lógicas de producción y consumo, el continente se encontrará ante la difícil tarea de revertir las condiciones de pobreza y marginación a las que llevaron las políticas neoliberales, al mismo tiempo que reformula sus matrices productivas y los tipos de vínculos tanto con el imperio, con sus multinacionales, como con países emergentes y contrahegemónicos como China y Rusia[5].

Por sólo citar un ejemplo de la bestial succión de bienes por parte de los EEUU, en un artículo publicado recientemente por la OBELA, los investigadores Oscar Ugartech y Carlos de León, ponen de manifiesto algunos números respecto de las exportaciones de hidrocarburos: “El socio predominante, en 19 de los 21 países, es EEUU; de los cuales 11 cuentan con un tratado de libre comercio. Esta lógica condiciona la dinámica económica de la región, por la concentración del mercado petrolero y de refinación estadounidense, por la volatilidad del precio del petróleo y la caída de la productividad en este sector desde el 2014 con un crecimiento anual negativo”. Como se puede observar la mayoría de los productores de hidrocarburos están atados al mercado estadounidense en la provisión del oro negro.

Un EEUU que utiliza a los poderes judiciales (promocionando las “buenas prácticas”[6]) no sólo para perseguir opositores, sino para quitar del medio a empresas que compitan con sus multinacionales[7]; a los organismos internacionales de crédito como el FMI, el Banco Mundial, el BID o la USAID para socavar la economía y la soberanía de los países de la región; que utiliza a las corporaciones mediáticas para deslegitimar procesos políticos adversos.

Para concluir, interesa resaltar las palabras del politólogo vasco, Katu Arkonada, quien sostiene en un artículo publicado la semana pasada que “tenía razón Fredric Jameson cuando decía que es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo. Esa es la gran victoria cultural de un sistema que parece adentrarse en una obsolescencia no programada. Aunque es probable al paso que vamos que antes se consuma el planeta, y con él la humanidad entera, pero mientras haya un resquicio de esperanza para la acción, no nos confundamos, no es el fuego, es el capitalismo[8].

Precisamente esa esperanza de vida que ponen de manifiesto el centenar de luchas que se replican por todo el continente, son las que llevarían a afirmas con el Che que “la única lucha que se pierde es la que se abandona”.


* Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio UNLP), productor del programa Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5) editor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Bibliografía:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/201989
[2] https://www.telesurtv.net/news/peru-gobierno-anuncian-suspension-temporal-licencia-tia-maria-20190809-0037.html
[3] http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/09/06/colombia-carta-dell-comandante-de-las-farc-ep-jesus-santrich-respondiendo-al-gobierno-uribista-y-a-sus-complices/
[4] https://www.alainet.org/es/articulo/201895
[5] https://www.alainet.org/es/articulo/201968
[6] https://www.celag.org/eeuu-y-la-asistencia-juridica-para-america-latina/
[7] http://misionverdad.com/entrevistas%20/guerra-economica-el-uso-de-la-justicia-para-quebrar-empresas-de-america-latina
[8] http://abyayala.tv.bo/index.php/2019/09/02/no-es-el-fuego-es-el-capitalismo/

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