María Pía López: “El aporte de los feminismos es poner en escena que ninguna vida es desechable”

María Pía López: “El aporte de los feminismos es poner en escena que ninguna vida es desechable”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Dialogamos con la socióloga, educadora, escritora, militante feminista del colectivo -Ni una menos-, María Pía López, sobre la publicación de su último trabajo (Apuntes para la militancia – Feminismos, promesas y combates) y sobre el feminismo en el contexto actual de nuestro país.


Hay una idea que aparece en variadas oportunidades en el libro y que tiene que ver con los feminismos populares. Hablas de feminismos en plural ¿Porqué propones pensar al feminismo desde esta pluralidad? 

Porque creo que llamamos feminismo a un campo de disputas. Combates donde hay articulaciones muy diferentes con otros temas, núcleos, valores que se ponen en juego en la vida social. 

Hay feminismos vinculado a distintas experiencias partidarias y cuando uso el plural es para señalar que hay un campo de disputa. Puede haber una confluencia en tanto haya capacidad e intención política de instancias de articulación transversal, pero eso no siempre ocurre.

Esa transversalidad y la autonomía son condiciones para que esos feminismos sigan siendo plurales, y al mismo tiempo, no adversos entre sí. El uso de la idea de popular o feminismos populares es fundamentalmente para producir una diferencia, con respecto a un tipo de feminismo que tiene cierta presencia en la vida política argentina: el feminismo liberal. 

¿Propones una contra postura a ese feminismo más “blanco” si se quiere? 

En realidad es un feminismo que se articula con un programa de gobernabilidad más liberal o neoliberal, que tiene que ver con convertir, que es imposible porque se convierte. Se traduce el feminismo como un conjunto o una agenda que es muy escueta, que puede incluso llevar hasta aborto, puede enunciarse contra la violencia de género, puede pedir paridad o puede pedir discutir el techo cristal en carreras profesionales. Pero todo eso puede ser articulado, incluso con el FMI para decirlo muy violentamente.

Frente a esos tipos de feminismos que yo llamo más liberales. Es un feminismo más de clase (clase media) que no produce articulaciones con los sectores populares y que tampoco considera a fondo el problema de la desigualdad social, cuando no sólo es producto de las relaciones de género. 

¿Quiénes son les sujetes polítiques del feminismo popular? 

Esos feminismos de los cuales somos parte se fueron amasando en los últimos años, en principio, como una instancia muy masiva. Se fue construyendo un sujeto político que tiene una heterogeneidad constitutiva, que es de cuerpos, de experiencias y de posibilidades de afectos. Donde hay mujeres, pero también hay trans, travestis, lesbianas y esa multiplicidad está muy viva, Pero que también se frustra en esos feminismos y eso en la calle se ve muy claramente con otras disidencias, con disidencias con respecto a la norma corporal, con experiencias de la vida de la producción de lo común en los barrios populares. Me parece que ahí, está presente toda la tradición de las compañeras que militan en barrios y comedores, que provienen de los movimientos de desocupados. Y también la cuestión me parece que es lo que está emergiendo en relación a la discusión del Encuentro Plurinacional de este año, que es con el tipo de intersección que necesariamente debe producirse con las compañeras indígenas y afrodescendientes. 

Foto: Soledad Gryciuk para Revista Atletas

¿Qué fue lo que logro hasta ahora, o que históricamente ha ido logrando el debate feminista en Argentina? Cuando digo debate, no quiero decir solamente en una cuestión de movimiento feminista, sino un debate instalado en donde la sociedad argentina realmente puede charlar sobre el tema, debatir ideas y llegar a una transformación. 

Creo que es muy impresionante el efecto que tiene eso que llamas el debate o ese estado de la conversación y de la apertura. Y ese efecto lo vivimos más directamente, en términos de transformaciones en las cuestiones de vida, de la expansión clara y notable de los horizontes de libertad para las vidas de distintas personas.

Esto se ve muy rotundamente en términos generacionales, porque les mas jóvenes ya tienen, en muchos casos, otra relación con el patrón heteronormativo. El género ya no está asociado al sexo. Hubo muchas transformaciones de curso que ponen en ese estado de debate, estado de conversación, en condiciones de una fuerte materialidad, que es la de producir nuevas formas de vida.

La segunda cosa que creo que se ha podido instalar una idea de la vida, como vida autónoma, vinculada al deseo y eso tuvo que ver fundamentalmente con la pelea de la campaña por la Legalización del Aborto. También que se pudo poner en el centro la idea, y eso con las movilizaciones de Ni Una Menos, se cambió muy brutalmente el umbral de tolerancia, de la violencia y la humillación ¿no? 

Hasta hace unos años parecía naturalizadas, relativamente aceptadas, etc. Ahora son directamente inaceptables y condenables socialmente. Todo eso es producto de este estado de debate social.

¿Cuáles crees que son los principales aportes del feminismo popular al momento actual que vive la Argentina? Al ser un año electoral ¿Cuál crees que es el papel que tenemos o que tendríamos las militancias feministas?

Con respecto a la primera pregunta, creo que hay un aporte muy relevante que es haber colocado en el centro la discusión sobre el trabajo y lo que eso produjo alrededor de la construcción de la herramienta de la huelga o del paro. Al poner en el centro la cuestión del trabajo se fue mostrando que hacemos trabajo asalariado, pero también muchas compañeras hacen trabajo en la economía popular o informal y también hacemos trabajo doméstico (que resulta impago), y todo eso de algún modo implica condiciones de explotación y de apropiación. O sea que todo eso que no nos pagan en algún lado está.

Haber colocado la cuestión del trabajo en el debate es una cuestión central. A partir de poder recolocar la cuestión del trabajo y que significa el trabajo doméstico, que significa el trabajo impago, también nos permite poder discutir, por ejemplo, el fin de la moratoria previsional y del cambio de las leyes jubilatorias.

Los feminismos populares producen una serie de argumentos, de intervenciones, de posibilidades para discutir lo que es una estrategia de gobierno neoliberal que es excluyente y absolutamente cruel respecto de las vidas. 

Lo que aportan esos feminismos es poner en escena el afirmar que ninguna vida es desechable, que todas las vidas deben ser tomadas en cuenta y que todas las vidas son valiosas. 

Con respecto a la cuestión electoral, es un escenario muy difícil, pero, fundamentalmente, lo que producimos desde los feminismos es la capacidad de construir un modo de confrontar con el neoliberalismo, que es un modo absolutamente material.

Cuando decimos que creamos condiciones, redes, formas cooperativas, formas de articulación y de producción de lo común, muestran que muchas de las cuestiones que nos atraviesas (desde el problema de la escolaridad, de la salud y alimentación, la falta de trabajo), no son cuestiones a ser resueltas sólo términos individuales. En muchos lugares y barrios pasa que se construyen redes feministas para tratar estos temas, mostrando que así como las causas de los temas son sociales, las formas de resolverlo lo son.

Foto: Cristina Fernández de Kirchner

Retomando la cuestión de que es un año electoral y que seguramente va a ser una disputa muy reñida, que puede tener de todo y que la consigna de unidad (por lo menos del campo nacional y popular) es bastante amplia y que incluso incluye a sectores que se opusieron a la legalización del aborto. ¿Cuál crees que puede llegar a ser el aporte del feminismo en el próximo gobierno, en la disputa hacia lo interno del gobierno, en caso de que gane la formula Fernández- Fernández?

Si continúa el macrismo, ya se ha demostrado es la capacidad de confrontación callejera y la dificultad que tienen para responder a esa movilización, con algo que no sea maquillaje. Medidas que no sean sólo una puestas en escena. Incluso el nombramiento de una feminista en el Consejo Nacional de la Mujer no tuvo efecto más concreto que eso. Se respondió a todas nuestras movilizaciones de ese modo. 

Me parece que otra forma de sesgar nuestra agenda es convertirlo en una cosa chiquitita y no aceptar la discusión de fondo que venimos planteando contra el neoliberalismo en su conjunto.

La discusión más interesante se abre si el gobierno que surge de las elecciones de octubre es un gobierno más afín, más democrático, que surja planteando la cuestión de los derechos, que sería asociado a la formula Fernández-Fernández.

Para los feminismos se abriría una cuestión muy interesante porque lo mejor que le podemos hacer a ese gobierno es construir una fuerza autónoma y capaz de exigir. Los sectores que hacen lobby, los fundamentalismos religiosos, los grupos hegemónicos comunicacionales, los grupos empresarios, siempre están organizados para generar situaciones adversas al campo de la ampliación de derechos.

¿Con que se contrapone eso? ¿Cómo se abren las posibilidades para un gobierno, para que haga otra cosa, que no sea que le piden los sectores dominantes? Con un movimiento popular existente, fuerte, organizado, autónomo. En ese sentido lo que es deseable en los próximos meses, que es el triunfo de la formula Fernández-Fernández y a la vez un feminismo que pueda mantenerse como un feminismo autónomo y poderoso frente a este triunfo.

Estado no discrimines: Transformando ciudadanías desde la educación pública

Estado no discrimines: Transformando ciudadanías desde la educación pública

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Flor Luengo*

En el último tiempo, mucho se ha escuchado y leído por los medios masivos de comunicación -algunos, no muchos- acerca de las identidades disidentes. Es decir, aquellas que logran salirse de la normatividad y disciplinamiento de la vida en general -y del sexo y el género en particular- y que interpelan al resto de la sociedad a replantearse acuerdos y/o pactos sociales institucionales históricos que establecen el orden de la vida social.

En Argentina, el colectivo de personas Trans y Travesti de los años ’90, decide organizarse y militar políticamente para llegar a vivir en una sociedad democrática en la cual sus identidades no sean atropelladas y violentadas por el disciplinamiento de las formas de ciudadanías basadas en el binarismo hombre-mujer. A partir de ese momento, comienzan la interminable disputa por el reconocimiento de sus derechos humanos.

En este marco, hablar de personas  Trans responde al reconocimiento de vivencias políticas de grupos humanos que han sido discriminados y excluidos de prácticas sociales tan importantes como el derecho a la salud, a una vivienda digna, a un trabajo digno, al acceso y permanencia educativa, etc., por alterar el orden sexual establecido.

Así es que en al año 2005, Lohana Berkins y equipo llevaron adelante una Encuesta Nacional a la Población Trans, para realizar denuncias sobre la rigidez del sistema educativo argentino, contando como dato empírico las agresiones y la marginación sufrida por personas trans en la escuela.

En 2012, antes de sancionarse la Ley de Identidad de Género (N° 26.743) en el congreso argentino, quienes generaban datos para el conocimiento de las condiciones de vida de las comunidades eran las propias organizaciones trans. Una vez sancionada la ley, instituciones como el INDEC y/o INADI acompañan los estudios. 

Ese mismo año se realizó un piloto de Encuesta Nacional sobre la Población Trans: Travestis, Transexuales, Transgéneros y Hombres Trans, en La Matanza (Buenos Aires). Como resultado, se estima que entre los 13 y 17 años las personas realizan el reconocimiento de la identidad deseada, coincidiendo con el tránsito por la escuela secundaria. De una muestra de 216 personas, el 20% terminó el nivel secundario, sólo el 7% ha cursado un nivel escolar superior, y el 2% dijo haber terminado el nivel terciario o universitario.

Se calcula que en el país el colectivo trans está conformado por entre 7 y 10 mil personas. Es un estimativo porque no existen aún censos que rompan el binarismo identitario en todo el país. Únicamente en la provincia de Jujuy, hacia fines de 2017, se comenzó a construir el primer censo de población Trans Femenina en Nuestra América, de la mano de censistas trans. En la provincia, habitan 127 mujeres trans y el 49% tuvo que dejar los estudios por la discriminación y violencia.

Con este panorama, estudiar las trayectorias escolares de personas trans implica generar un conflicto político en una sociedad heteronormativa que jurídicamente establece el reconocimiento de distintas formas de ciudadanía pero que muchas veces en la práctica, la discriminación y el disciplinamiento social terminan siendo más fuertes.

Las identidades disidentes incomodan con la presencia de sus cuerpos como signo de politicidad territorial, dejando al desnudo las teorías policiales y punitivas, mostrando que las marcas que tienen los cuerpos procuran establecer códigos específicos de coherencia cultural (Butler, 1990).  

Desde ahí que, la enseñanza y aprendizaje pasan por el cuerpo. Es éste, a fin de cuentas, el que se objetiviza en cada institución que se transita, al que se le coloca un valor superficial, al que parece que hay que vigilar y castigar en la escuela, en la familia, en la iglesia, en un bar.

¿Realmente se acepta la diversidad en nuestra sociedad o por el contrario se intenta asemejar al modelo hegemónico de lo “normal”, de lo común, de lo que debe ser? En la escuela, la normatividad que expresan los diseños curriculares –aquello que debería ser, tiene que ser, tendría que ser-, se acentúa aún más en el currículum oculto: aquel subyace en las relaciones pedagógicas, en los vínculos de poder, en el uso de la palabra, en los lugares que ocupan los cuerpos. Y en esta cultura tan patriarcal, tan capitalista, tan consumista, se construye un sentido común en el cual los cuerpos de personas trans y travestis sólo pueden adquirir valor en el negocio sexual.

¿Por qué se oprimen sus voces? ¿Qué lugar se le brinda a la intelectualidad y a las decisiones personales? ¿Qué tienen para gritar estos cuerpos? ¿Qué experiencias pueden aportar a la construcción de conocimiento? ¿Qué lugar político realmente ocupan? ¿Por qué la sociedad se escandaliza?

En 2006 se sanciona la Ley de Educación Sexual Integral (N° 26.150) como una política pública destinada a funcionar en instituciones educativas. Luego de la promulgación de la Ley, y con algunas necesidades para mejorar (por ejemplo: que sea un contenido transversal en el sistema educativo), se observa una reducción en las experiencias de discriminación en el ámbito escolar a menos del 20%. Esto tiene que ver con la concientización de que existen formas de ciudadanías que son válidas y otras que no lo son.

La ciudadanía no se identifica sólo en un conjunto de prácticas concretas sino en el “derecho a tener derechos”[1]. El contenido de las reivindicaciones, las prioridades políticas o los espacios de lucha contra la discriminación y opresión pueden ir variando porque son procesos históricos. Por eso, se requiere además del derecho a tener derechos, el compromiso político de cada ciudadanx para participar en el debate público acerca del contenido de las leyes y normas. La ciudadanía se expresa en demandas, pero también en compromiso para discutir, problematizar y hacer de la sociedad un lugar más justo donde las diferencias no se expresen en jerarquía y exclusión.

Antes de la Ley de Identidad de Género, a las personas trans no se las reconocía como parte de la ciudadanía argentina ¿Y en la actualidad? Si bien han ido ganando terreno en el campo de las normativas jurídicas, aún está la tensión entre la implementación de las leyes y el debate que se abre en la sociedad.

¿Qué ciudadanx queres ser? ¿Qué ciudadanx te dejan ser? ¿Alguna vez te preguntaste?


[1] Maffía, D. (2007). Género y ciudadanía. En: Encrucijadas, no. 40. Universidad de Buenos Aires. (pág.5)

* Periodista, conductora del programa La Marea (Radio Futura FM 90.5), redactora de Revista Trinchera, editora del portal Luchelatinoamérica y colaboradora de Agencia Timón.
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