Del deseo popular al sacrificio político 

Del deseo popular al sacrificio político 

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Una noche inolvidable en la historia argentina: frente a una multitud expectante, Eva Perón renunció a la candidatura vicepresidencial en un acto cargado de lágrimas, fervor popular y simbolismo político. Aquella decisión marcaría para siempre el rumbo del peronismo y del imaginario colectivo. 

El 31 de agosto de 1951, Evita anunció por cadena nacional que renunciaba a la candidatura a la vicepresidencia de la Nación, propuesta por la CGT y aclamada por una multitud en el Cabildo Abierto el 22 de agosto. 

La CGT había decidido impulsar la fórmula Perón-Perón, poniendo a Eva en el cargo de la vicepresidencia. El acto del 22 de agosto reunió a más de dos millones de personas en la Avenida 9 de julio, en lo que sería un momento histórico: las mujeres votarían por primera vez en las elecciones de noviembre de ese año. 

Fórmula Perón–Perón

No se habían cumplido cinco años desde que había asumido Juan Perón a la presidencia de la república, aquel 4 de junio de 1946, cuando comenzó a gestarse una inédita movilización popular para imponer el cargo de la vicepresidencia del próximo periodo. 

En febrero de 1951, faltando nueve meses para las elecciones presidenciales, los sindicatos se movilizaron con mayor ímpetu. La CGT hizo un planteo oficial hacia Perón para proclamar la candidatura de Evita, logrando así la fórmula Perón–Perón. El Partido Peronista Femenino y centenares de agrupaciones políticas se sumaron al pedido cegetista.

En 1951, por primera vez en la historia argentina, la mujer podía ejercer su derecho al voto y el pueblo podía elegir en forma directa la fórmula de Juan D. Perón para la presidencia y Eva Perón para la vicepresidencia. Con esto se preveía un triunfo arrollador del peronismo y un clima cada vez más tenso se acentúa en la oposición. 

A las 5 de la tarde, en la Avenida 9 de julio algo más de dos millones de personas formaron una marea humana que aguardaba entre cánticos y consignas ver aparecer en el palco a Perón y Evita. 

 

Finalmente Eva salió al balcón y habló ante la multitud, pero lejos de confirmar lo que todos buscaban escuchar, pidió algunos días para decidir una cuestión tan importante. Aunque realmente los recelos de sectores importantes de la alianza coincidían con Perón, esa no era la mejor fórmula para gobernar por aquellos años. 

A pesar de las horas de vigilia, las y los millares de movilizados no volvieron a escuchar a Evita aquel día, ni la semana siguiente. Recién nueve días más tarde, el 31 de agosto, la mujer de los “descamisados”, por cadena nacional de radiodifusión, anunció su “irrevocable decisión”, renunciaba al honor que los trabajadores y el pueblo de su patria quisieron conferirle. 

Compañeros, quiero comunicar al Pueblo Argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto.

Ya en aquella misma tarde maravillosa, que nunca olvidarán ni mis ojos ni mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto.

Desde aquel momento, después de aquel diálogo entre mi corazón y mi pueblo, he meditado mucho en la soledad de mi conciencia y reflexionando fríamente he tomado mi propia decisión en forma irrevocable y definitiva, presentada ya ante el Consejo Superior del Partido Peronista y en presencia de nuestro jefe supremo el general Perón.

…poniendo estas palabras bajo la invocación de mi dignidad de mujer argentina y peronista y de mi amor por la causa de Perón, de mi patria y de mi pueblo, declaró que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia y por ello es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva.

Evita quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, llevando siempre como única bandera el nombre del general Perón a todas partes.

Si con ese esfuerzo mío, conquisté el corazón de los obreros y de los humildes de mi patria, eso ya es una recompensa extraordinaria que me obliga a seguir con mis trabajos y con mis luchas. Yo no quiero otra cosa que este cariño”.

La “segunda cabeza” y el renunciamiento

Después de que Perón asumió la presidencia en 1946, Evita comenzó a recorrer las fábricas y lugares de trabajo. Atendiendo personalmente una gran cantidad de delegaciones y de a poco fue insertándose en la estructura de poder del peronismo no sólo desde la Fundación Eva Perón, sino también desde su relación con los trabajadores en sus propios lugares de trabajo. 

De esta manera Eva se volvió el nexo más directo entre estos y Perón, lo que le permitió al General lograr una relación más estrecha con la clase obrera. La construcción de Evita como Segunda Cabeza del gobierno estuvo relacionada con mantener una relación estrecha con los sindicatos y el trabajo de los sectores más empobrecidos de los trabajadores a través de la fundación. 

Eva organizó el Partido Peronista Femenino, a partir de 1949 y logró fortalecer la base política y social del movimiento al incorporar a las mujeres y preparar su participación en las elecciones de 1951, en las que votarían por primera vez. 

Para entender el renunciamiento de Eva Perón, es importante observar las tensiones de un regimen nacionalista burgues sostenido por intereses de clase contrapuestos. Por un lado, una clase obrera con mucha fuerza; por otro, sectores del poder económico y político con objetivos distintos. 

Las Fuerzas Armadas, actor clave en la gobernabilidad de entonces, miraban con desconfianza el avance de Eva y su estilo confrontativo, fuertemente identificado con los sectores obreros. El mismo Juan Perón, aunque públicamente apoyaba a su esposa, sabía que su candidatura podría generar divisiones internas. Por eso, el renunciamiento de Evita puede entenderse no sólo como un gesto emocional, sino como una maniobra política para preservar la unidad del poder. 

Apenas unos meses después, se produciría una serie de conflictos que reafirmaron el desgaste del régimen. Entre ellos, las huelgas ferroviarias de fines de 1950 y principios de 1951, y el fallido levantamiento del general retirado Benjamin Menéndez y el entonces capitán Alejandro Lanusse. 

El renunciamiento fue, en definitiva, el primer síntoma visible del giro conservador que se consolidaba en el segundo mandato peronista. Evita renunció, pero su figura no hizo más que crecer. Aquel acto se convirtió en un mito de entrega y sacrificio, pero también en un  emblema de las tensiones de poder que definieron una etapa crucial en la historia argentina. 


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La amiga de Eva

La amiga de Eva

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Autora platense, docente, traductora, amiga de Simone de Beauvoir y de Eva Perón ¿Fue Aurora Venturini todos estos personajes? ¿O es un personaje salido de su propia literatura?

Leila Guerriero inicia su perfil preguntando “¿Quién le teme a Aurora Venturini?” Y esa pregunta quedó resonando un rato en mi cabeza. 

Porque yo le temo. Y le temo bastante.

Nacida en la ciudad de La Plata en 1921, estudió en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Trabajó de asesora en el Instituto de Psicología y Reeducación del Menor, la leyenda cuenta que ahí se hizo íntima amiga de Eva Perón. Se recibió como profesora de Filosofía y traductora de Francés. Dedicó su vida a la traducción y a la docencia hasta que debió exiliarse en Francia debido a la mal llamada Revolución Libertadora. Ahí se codeó con autores como Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre. Desde 1942 en adelante escribió más de cuarenta novelas, entre ellas, las conocidas y galardonadas como como Las primas, Las amigas y El marido de mi madrastra. Y acá la pregunta se intensifica ¿Cuánto más necesitaba Aurora para ser reconocida? ¿Por qué la conocimos ya en los últimos años de su vida?

 Aurora Venturini fue descubierta cuando se postuló a un concurso del diario Página/12 a sus 85 años. El desconcierto del jurado fue total. La literatura de esta señora no tiene comparación con ningún otro género abordado en nuestra narrativa nacional. La obra que la llevó al reconocimiento internacional fue Las Primas. Venturini se embarca en la realidad de una familia de clase media baja en los tormentosos años 40. La protagonista, Yuna, excepcional futura artista, crece a medida que avanza la novela, que narra la disfuncionalidad que la rodea desde una honestidad y ternura atroz que sólo puede tenerse en la infancia. Narra sin comas y buscando significados en el diccionario por su dislalia, es decir, su dificultad para articular las palabras que le imposibilita expresarse con fluidez. Su hermana Betina, por otro lado, posee una discapacidad que le compromete no solo su capacidad motora sino que también intelectual. Sus primas, Carina y Petra, son definidas como deformes pero en distintos grados. Venturini escribe en primera persona siendo marginal a lo que se espera de la literatura. Parece que esta originalidad aborda familias que se corren de la norma pero ella afirma en muchas entrevistas “Las primas soy yo, en mi casa éramos todas retardadas. Y yo también”. No escribe sobre grupos familiares que tengan apariencias y conductas hegemónicas, describe  lo que todas las familias vivimos rompiendo el pacto de silencio del que la literatura muchas veces es cómplice. Ninguna familia es normal, y Venturini no lo disimula ni lo oculta. Las primas es arrasadora, tiene violaciones, descripciones escatológicas, violencia de tipos diversos. La descripción no quiere que empaticemos siempre con las protagonistas, por el contrario tiene momentos de una sinceridad abrumadora que me ha hecho frenar la lectura para respirar. Incluso en los momentos donde las primas muestran solidaridad y compañía siempre son momentos desoladores los que se abordan. Aurora es cruda, extrema y no teme al ser explicita. Venturini es fundamentalmente necesaria para hacernos preguntas, para cuestionarnos sobre qué leemos pero sobre todo de qué escribimos. 

Aurora fue muchas cosas pero la más polémica fue su amistad con María Eva Duarte de Perón. En Eva, Alfa y Omega aborda este mito donde relata incluso alguna comida en Puerta de Hierro junto al general.  Y acá entran una vez más los cuestionamientos ¿Es ficción? ¿Evita tomaba mates con Aurora? ¿Se decían chismes y se aconsejaban mutuamente? Nunca lo sabremos. Venturini desordena las pistas y nos confunde constantemente. Todo esto forma parte del juego y la mentira que nos plantea en su relato. Nos convence, nos engaña y nos asegura que todo lo que leemos fue verdad. Nos obliga de alguna forma a entrenarnos como lectores exponiéndonos a verdades ambivalentes y a escenarios que parecen de carácter mitológico. La apuesta lúdica de la autora nos pone a prueba como lectores y como conocedores de la historia de nuestro país. Vincula al lector con el relato y expresa su desconocimiento sobre los datos duros: “Si hubiera alguna inexactitud histórica, pido disculpas al paciente lector, porque no soy especializada en la materia sino novelista deseosa de salvar el recuerdo de La Abanderada de los Humildes” ¿Es verdad? ¿ El vínculo con la mismísima Evita es parte de la ficción? Eso no importa. Porque en el campo de la literatura todo es posible y Aurora tiene un objetivo aún más importante: hacer política. Escribir sobre la dama de la esperanza, como la nombran en la obra, viva y de manera íntima constituye un acto revelador sin precedentes. Hablar de peronismo, hablar de proscripción, hablar de la intimidad política del vínculo entre mujeres. 

 Aurora vivió en La Plata en el seno de una familia radical. Su afiliación al partido peronista le costó la expulsión de la casa por parte de su padre. Esta irreverencia se expresa también en su literatura. Por eso retomo el cuestionamiento inicial ¿Por qué conocimos tanto tiempo después a Aurora Venturini? La osadía de tocar temas que revelan verdades que muchos no quieren afrontar. La necesidad de hablar sobre peronismo en espacios y tiempos donde fue una calumnia. La necesidad urgente de hacer memoria desde la literatura y darle voz a quien nos coronó de gloria. Exponer la desigualdad y preguntarse lo que la literatura muchas veces ignora, tiene un precio.

Al final, muchos deberían temerle a Aurora Venturini.

Emilia Novo

Docente y comunicadora de la ciudad plateada, firme creyente de lo mágico del cotidiano. Para todos, todo.

Evita, el Moncada, las patrias liberadas del Tercer Mundo

Evita, el Moncada, las patrias liberadas del Tercer Mundo

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

El 26 de julio es una fecha muy importante para Argentina y Cuba. Paso a la inmortalidad de la gran Evita desde 1952 y el suceso del asalto al Cuartel Moncada de 1953 liderada por Fidel Castro. Un año de diferencia unen con un grito de “¡Evita, el Moncada, la Patria Liberada!”. Pero también es una fecha en donde podemos reivindicar las relaciones del peronismo con ese Tercer Mundo de liberación nacional.

Como bien dicen los que rescatan la historia del Tercer Mundo desde América Latina, el peronismo argentino nace no sólo como un gran movimiento de masas desde 1945 sino también como el punto de partida de las luchas del anticolonialismo y de liberación nacional en tiempos de Guerra Fría. Con el peronismo nace el Tercer Mundo. La llamada “tercera posición” del peronismo es eso precisamente.

Alcira Argumedo ha escrito al respecto: “El peronismo puede considerarse también el primer paso de la Revolución del Tercer Mundo, que se despliega entre 1945 y comienzos de los años setenta: el 80 por ciento de la población mundial en los territorios de Asia, África y América Latina”.

Evita pasa a la inmortalidad el 26 de julio de 1952, antes que la llegada de la Conferencia de Bandung (en Indonesia) de 1955, que proclamaba el no alineamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética en tiempos de mundo bipolar. No es un dato menor. Además, Argentina peronista fue uno de los primeros países latinoamericanos en establecer relaciones diplomáticas con Moscú, en tiempos de Stalin. Hasta se dice que el líder soviético sintió algo de admiración por Evita, por su lucha por la clase trabajadora. Perón bromeó alguna vez en que fue el “primer Fidel Castro de América Latina” por establecer relaciones con Moscú antes que Cuba.

La CIA yanqui consideró “peligroso” a Perón. Un joven Fidel Castro también fue identificado como peronista como “peronista” antes del Moncada por los servicios de inteligencia yanquis. Fidel siempre sintió una gran admiración por Evita. Queda en el recuerdo las palabras de la última visita a Argentina que dispensó Castro en 2006 destacando a “esa extraordinaria mujer que fue Evita”.

Pero Evita y el peronismo eran admirados en el Tercer Mundo. La China maoísta sentía admiración por Evita. Las luchas africanas de liberación nacional también sentían admiración por Evita. Dicen las crónicas que el líder independentista y fundador de Ghana Kwane N´Krumah se definía como peronista y afirmaba que el congoleño Patrice Lumumba también lo era. El líder de Albania, Enver Hoxha, admiraba al peronismo y la lucha de las mujeres bajo el rol de Evita en Argentina.

La imagen de Evita llegó hasta la República Popular Democrática de Corea, cuando una delegación peronista llegó a Pyongyang en 1973 y fue recibida por el líder comunista Kim il Sung. La autodenominada “Embajada Justicialista” obtendría una excelente recepción en Pyongyang y también en China. Esos delegados peronistas fueron recibidos por miembros de la Juventud del Partido de los Trabajadores de Corea en el Palacio de los Pioneros del Pueblo coreano, así como también una fastuosa comida con Kim il Sung. El viaje rindió sus frutos y el 1 de junio de 1973 se establecieron relaciones formales entre ambos países con la firma de una Declaración Conjunta donde, entre otras cosas, se promovería “la liberación de los pueblos del Tercer Mundo” y se estimularían “sus relaciones de amistad y cooperación en todos los campos”.

En Cuba se sabe que hay un homenaje a Evita. En 2015 el por entonces canciller argentino Héctor Timerman participó en Cuba de un homenaje a esa gran mujer. Así, frente al busto de Eva que se encuentra emplazado en una plaza céntrica de La Habana, y junto a la Embajadora Isabel Allende, Rectora del Consejo del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba, funcionarios del gobierno cubano y una nutrida concurrencia, realizaron aquel homenaje. El busto que homenajea a Eva Perón en La Habana fue inaugurado en 2010. Fidel estaba muy contento por esto. Evita y el Moncada no es sólo un grito de lucha, sino un ejemplo siempre vivo para América Latina y el Tercer Mundo.

Recomendamos:
https://www.pagina12.com.ar/225592-el-17-de-octubre-primer-paso-del-tercer-mundo
https://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/los-vinculos-de-evita-con-cuba
https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/comunicados/timerman-participo-de-homenaje-evita-en-la-habana
https://www.ecured.cu/Eva_Per%C3%B3n

26 de Julio: Evita y el Moncada, una fecha que une luchas

26 de Julio: Evita y el Moncada, una fecha que une luchas

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Argentina y Cuba no solo están unidad por hermandad natural latinoamericana. Argentina y Cuba no sólo, también, están unidas por la figura del Comandante Ernesto Che Guevara. A Argentina y Cuba las une Evita y el Asalto al Cuartel Moncada. Evita y Fidel, dos símbolos de los pueblos de la patria Grande, que están en la memoria colectiva de los que luchan y resisten los embates del imperialismo y los lacayos de siempre.

Las fechas son recordadas cada vez con más fuerza en un nuevo aniversario.

El 26 de julio de 1952, en la ciudad de Buenos Aires, la primera dama Eva Perón, esposa del presidente Juan Domingo Perón, fallece de cáncer a los 33 años. El pueblo lloró a su Abanderada de los Humildes, a la Jefa Espiritual de la Nación Argentina. El pueblo perdió a uno de los emblemas del movimiento peronista que amplió derechos con la Constitución de 1949, con la ley del sufragio femenino y la idea de soberanía nacional industrialista frente a la oligarquía agroexportadora. Perón y Evita lideraron una revolución social única en Argentina, que fue un antes y un después. Con el paso a la inmortalidad de Evita, el peronismo entró en una etapa de desafíos políticos impactantes, pero en la memoria del pueblo argentino quedó gracias a la joven dirigente patriótica el afán de resistir y defender la justicia social como sea.

Viajando al Caribe, el 26 de julio de 1953, un año después del fallecimiento de Evita, en la hermosa ciudad de Santiago de Cuba un grupo de jóvenes cubanos, bajo el mando del jovencito abogado Fidel Castro, asaltan el Cuartel Moncada. El tirano filoyanqui Fulgencio Batista ―que se encontraba en Varadero para entregar la Copa Varadero de Remos, como era costumbre desde 1914― se esconde al conocer del asalto, reaparece luego de frustrado y ordena una masacre en la que mueren asesinados y torturados gran parte de los asaltantes. Ese mismo día, otro grupo revolucionario, que seguía las directrices de Fidel, en la provincia de Oriente, asaltan el cuartel Carlos Manuel de Céspedes (en Bayamo).

En fin, en Argentina y Cuba se viven momentos cruciales en estos tiempos. Argentina se encuentra en tiempos electorales y el peronismo una vez más encabeza el protagonismo político para salvar a la nación de las garras de los gorilas. El pueblo argentino ya se expresó en las redes sobre el aniversario del paso a la inmortalidad de Evita. Y en Cuba, este 26 de julio, será un recuerdo del Moncada diferente, ya que la isla está viviendo momentos de agresión imperial que creó, sin embargo, una solidaridad mundial de los pueblos sobre la isla de la rebeldía.

Evita y el Moncada sí que representan la fuerza en búsqueda de la Patria Liberada en Argentina, en Cuba y en toda la Patria Grande. La Memoria Histórica más fuerte que nunca en este 26 de julio. Evita y Fidel como banderas para la liberación nacional, antiimperialista y de justicia social en los pueblos. Y así será siempre.

Lorenzo Pepe: “En la pelea por la justicia social, la trinchera más segura es la del peronismo”

Lorenzo Pepe: “En la pelea por la justicia social, la trinchera más segura es la del peronismo”

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

“Ya pasaron 75 años y sigo escuchando al pueblo en aquella maravillosa Plaza de Mayo del 17 de Octubre de 1945”.

El histórico dirigente sindical ferroviario y exdiputado, Lorenzo Pepe, consideró que la movilización popular del 17 de octubre de 1945 en reclamo de la liberación de Juan Perón fue la “más magna, patriótica e importante de la historia de latinoamérica”, y recomendó a quienes “pelean por la igualdad y la justicia social” en Argentina que “la trinchera más segura es la del peronismo”.

“Ya pasaron 75 años y sigo escuchando al pueblo en aquella maravillosa Plaza de Mayo del 17 de Octubre de 1945, con los incansables gritos a garganta abierta que no paraban nunca: “Perón, Perón, queremos a Perón; eso quedó grabado a fuego en mi memoria”, recordó Pepe, de 89 años, en una extensa entrevista por un nuevo aniversario del Día de la Lealtad.

Con una frondosa carrera sindical y política, Pepe, quien hoy dirige el Instituto Nacional Juan Domingo Perón de Estudios e Investigaciones Históricas, Sociales y Políticas, recordó aquellas vivencias de adolescente que lo llevaron junto a su padre hasta las escalinatas de la Catedral Metropolitana, frente a la Plaza de Mayo.

Foto: Archivo General de la Nación

“Ese día temprano estábamos en nuestra casa en (el partido bonaerense de) Tres de Febrero. Mi papá se tomó unos mates y me dijo ‘dame la mano’ y no paramos hasta llegar a Capital. No me preguntó si quería ir, me dijo dame la mano y me llevó. Yo tenía 14 años. Mi viejo fue un militante socialista, trasversal, que apoyó el proceso revolucionario que encabezaba Juan Domingo Perón”, comenzó Pepe.

Supo entonces que “algo fuerte estaba pasando” porque su padre -contó- no le soltó la mano en todo el trayecto en el “viejo ferrocarril Buenos Aires al Pacífico”, actual línea San Martín, y recién cuando ambos desembarcaron en Retiro vio a su papá caminar “rápido y serio, muy decidido”, como “un militante entero”.

“La primera gran impresión que recuerdo fue en la calle Reconquista, donde había una columna de mil o 1.500 mujeres, vestidas con cofias y guardapolvos blancos manchados con sangre”, relató Pepe, que luego supo por su padre que eran las trabajadoras de los frigoríficos de Avellaneda: “La Negra, la Swift y la Anglo que eran británicas, que después Perón nacionalizó”.

Como cualquier adolescente que hacía sólo un mes que se “había puesto los pantalones largos”, después de 12 horas en la Plaza de Mayo le pidió a su papá volver a casa.

“No me cabe ninguna duda que el 17 de Octubre fue el acontecimiento político más importante en los más de 200 años de historia argentina, ninguna duda. Mire: la Revolución de Mayo fue un hecho protagonizado por muy poca gente, no fue un levantamiento multitudinario. Pero nosotros hicimos el 17 de Octubre con más de un millón de personas y eso me lo dijo el propio Perón”, enfatizó.

Reconfortado por el hecho de haber vivido “grandes alegrías”, Pepe señaló como uno de esos momentos al “honor de haber compartido cafés con Perón en el exilio”.

Evocando aquel histórico día

Recordó que en uno de esos encuentros el expresidente analizó el número de personas que se movilizaron el 17 de octubre de 1945 y dijo: “Si (el Diario) La Nación habla de 950.000 mil personas, seguramente fuimos más de un millón y medio de compañeros”.

“A diferencia de lo que ocurre hoy en esas concentraciones en el Obelisco, llenas de odio y violencia, nosotros estuvimos en esa histórica plaza con alegría, contentos, porque fuimos a rescatar a nuestro líder y sabiendo que el triunfo era nuestro”, resaltó.

Insistió con que se trató de la “más magna, patriótica e importante movilización de masas de toda la historia, no solamente de Argentina, sino de toda América Latina; fue un hito en el avance del pueblo argentino que deseaba alcanzar la justicia social como bandera suprema para ser enarbolada para siempre”.

“Nosotros hemos prestado, de las tres banderas, la libertad y la independencia, esas la podemos usar todos, pero la bandera de la justicia social no se la damos a nadie. Es nuestra trabajamos por ella y luchamos por ella y seguiremos peleando por ella hasta el último hálito de nuestras vidas”, afirmó con orgullo peronista el dirigente.

Foto: Archivo General de la Nación

Pepe, a sus 89 años, dijo estar “muy tranquilo” después de haber “peleado mucho” en su vida por las banderas del peronismo y de “haber pagado duro con persecución, mucha cana, simulación de fusilamientos, allanamientos y cárcel de los milicos”.

“A 75 años del 17 de Octubre le diría a la juventud que siga el ejemplo de aquellos que pelearon por los derechos de los trabajadores, que sigan el ejemplo de sus abuelos que pelearon y dieron la vida por la igualdad y la justicia social en la Argentina. Hay muchos que dicen que pelean por esos objetivos, pero la trinchera más segura es la del peronismo, no cabe ninguna duda”, remató.

Marcelo Cena
Marcelo Cena

Trabajador de Prensa en diversos medios. Militante de la vida Peronista. No soy neutral.

Evita naciendo en la mayúscula América

Evita naciendo en la mayúscula América

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El 26 de julio de 1952 a las 20 horas y 25 minutos, la voz de la radio anunció la muerte de Eva Duarte, Evita. A coros de “viva el cáncer” las copas del cristal más caro, resonaron en los halls de la oligarquía, bajo arañas europeas; mientras, en sus cocinas y en cada barriada, la angustia y el llanto se apoderaba de todo. Había muerto ella, la que miraba con ternura. Que no es lo mismo que mirar con lástima: “La exacta diferencia, existe, entre sentir al otro ajeno, o propio” [1]. Se había ido para siempre la abanderada de les humildes.

A partir de esa noche Argentina fue llenándose de agonía, y los sectores conservadores asesinos -esos que se indignaban cuando los cabecitas negras paseaban por Capital y aprovechaban los discursos del General, para mirar las vidrieras de calle Corrientes- fueron agrupándose para desterrar y matar de una vez a ese subsuelo morocho e indio, que se había salido del lugar que históricamente le habían asignado: el barro.

Con la muerte de Eva el horizonte se llenaba de nubarrones oscuros y el peronismo comenzaba a transitar su peor etapa.

Lejos de Argentina, el 26 de julio de 1953 -sí, la misma fecha un año después-, en la isla más al norte de América Latina, un grupo de alrededor de 115 militantes intentaron tomar el Cuartel Moncada y Manuel de Céspedes.  Luego de copar los destacamentos y tener las armas en manos del pueblo, la idea era subir a Sierra Maestra para comenzar a dar batalla, y así liberar a la isla de el dictador Fulgencio Batista, quien se perpetuaba en el poder gracias al apoyo económico y militar de Estados Unidos, que para ese entonces, contaba a Cuba casi como una estrella más en su bandera.

Pero la toma del Moncada fue un fracaso: la mayoría de los militantes fueron asesinados por el ejército y el resto fue encarcelado. Entre los rebeldes se encontraba Fidel Castro Ruz, un joven abogado que era quien lideraba al grupo. En su alegato declaró que el autor intelectual de las acciones militares no había sido otro que José Martí, el viejo revolucionario que a fines de Siglo XIX había dirigido a la isla hacia su libertad, batallando contra la colonia española. Y esa noche, mientras los presos se chocaban con la soledad de los barrotes helados, en los suburbios de Cuba, entre el negro y el rojo, iba naciendo el Movimiento 26 de Julio. Sí, el mismo día que un año antes, en el país más austral del continente, había muerto la mayor defensora del pueblo.

Entre estrellas federales acompañadas por otras de cinco puntas, suena la frase: “Evita y el Moncada, la patria liberada”. ¿Por qué no elevar esta idea como nuestro estandarte mayor? ¿Por qué no entender que todo ese fuego que irradiaban los ojos de Eva, que tanta esperanza y felicidad trajeron a estas tierras, revivía un año después en los fusiles cubanos y en la famosa frase de Fidel, “La historia me absolverá”?

América esta atravesada por una misma historia: el genocidio que llevó a un mestizaje criollo bajo la misma lengua y la religión católica. Hoy cada pueblo tiene su resignificación  y las vírgenes que eran castigadoras, blancas y europeas, se reinterpretaron en mil versiones morenas, desde el Caribe, pasando por el Atlántico, el pacífico y el extremo de la Patagonia, mostrando algo que es innegable por estas tierras: la resistencia.  Quizás, con Evita pasa algo similar, y en los arrabales rioplatenses se muestra como abanderada de les humildes, pero en Cuba, bajo el sol sofocante que pega en la caña de azúcar, se deja ver como asalto al Moncada y Sierra Maestra. Pueden interpretarse cosas distintas, pero en ambas es lo mismo: la segunda y definitiva independencia de nuestra mayúscula América.


Referencias:
[1] Fragmento del cuento “Campeón del amor”, de Pablo Ramos


Felipe Bertola
Felipe Bertola

Cuando estaba en la panza, mi vieja me cantaba “Significado de Patria” para tranquilizarme. En la comunicación y organización popular encontré la clave para poder “ser la revancha de todxs aquellxs”. Como todo buen platense, sé lo que es ganar una Copa Libertadores.

101 años: Evita Eterna

101 años: Evita Eterna

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Por Martina Panella* y Felipe Bertola**

El 7 de mayo de 1919 nacía, en La Ciudad de Los Toldos, Eva Duarte. Hasta hoy, la responsable de las bases de nuestra patria, sobre las cuales seguimos soñando y  construyendo. 

En octubre de 1934, Eva viajó a Buenos Aires decidida a embarcarse en la actuación y el radioteatro. Durante más de diez años, se afirmó frente a los micrófonos de las radios de mayor audiencia y desarrolló su carrera artística en el ámbito cinematográfico. Su vida dio un enorme vuelco cuando en 1944, un terremoto destrozó la Provincia de San Juan. Juan Domingo Perón, a cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión, solicitó la colaboración de la ciudad para acudir en socorro de las víctimas. Los artistas, entre los que se encontraba Eva Duarte, participaron activamente de la colecta nacional y organizaron un festival artístico en el estadio Luna Park de la ciudad de Buenos Aires. Fue en ese marco, que Perón y Evita se conocieron y comenzaron una relación que pronto los conduciría a la convivencia. 

Luego de la gran gesta popular del 17 de Octubre, el día que el subsuelo de la patria se levantó en un solo grito por la liberación del General Perón en la Isla Martín García, Eva y Perón se casaron, para afrontar en matrimonio la futura elección presidencial de 1946.

Desde el lugar de Primera Dama, Eva no tomó el rol de acompañamiento y de objeto adornable, sino que se plantó de lleno a discutir la política del país. Intervino La Sociedad de Beneficencia, órgano donde las mujeres de la alta sociedad ofrecían caridad a los sectores populares, con dinero proveniente del Estado; echó a la oligarquía de ese espacio y creó la Fundación Eva Perón. El dinero que manejaban “las altas damas”, en forma de limosna, se convirtió en bastión de la justicia social. Desde La Fundación Eva Perón se logró una cercanía con los sectores más humildes y vulnerados, para hacer llegar las políticas estatales a les adultes mayores, las mujeres y niñeces.

“La limosna para mí fue siempre un placer de los ricos; el placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca satisfecho. Y para eso, para que la limosna sea más miserable y cruel, inventaron la beneficencia. La limosna y la beneficencia son, para mí, ostentación de riqueza y de poder para humillar a los humildes”. 

Eva Perón

Financiado por el Estado, la CGT y grandes aportes que tuvieron que hacer obligadas empresas nacionales y sectores de la oligarquía, la fundación Eva Perón se desplegó por toda la patria, haciendo llegar a todos los rincones la felicidad y la dignidad de les más humildes, algo impensado hasta ese momento. En sus 7 años de funcionamiento,la fundación desplegó una obra sin precedentes que incluyó la creación de hogares-escuela, hogares de ancianos y hogares de tránsito; abordó problemas de salud y de trabajo; generó la organización de campeonatos deportivos infantiles y el desarrollo de un programa de construcción de viviendas obreras, escuelas, colonias de vacaciones y centros sanitarios. De este modo, la fundación logró eludir formas burocráticas y establecer una acción social directa en favor de los sectores más vulnerables de nuestra patria, desde una perspectiva de derechos, y ya no de caridad.

Movilizada por las injusticias que vivía nuestro pueblo, Evita transformó las necesidades en derechos. Desafió el poder de la oligarquía, despertó el odio de las elites dominantes del país y, al mismo tiempo, el amor de les trabajadores. Evita se volvió así la abanderada de les humildes.

Con enorme coraje, irrumpió en la vida política, social y cultural de la Argentina. En una etapa de nuestra historia en las que las mujeres debían limitarse a la cotidianeidad de la vida privada y doméstica.  Impulsada por ella, en 1947 se consiguió la sanción de la Ley del Voto Femenino, que otorgaría derechos cívicos y políticos -que les habían sido negados durante años- a las mujeres argentinas. En 1949, Eva se puso al frente de la organización de un partido político exclusivamente femenino, el Partido Peronista Femenino.

“Dicen que una de las causas por las que no quieren dar el voto – que estoy segura que lo van a dar – es porque las mujeres perderían la femineidad. ¿Y  acaso no perdemos la femineidad las mujeres que tenemos que salir a las 4 de la mañana a ganarnos la vida a la calle? Las únicas que no pierden la femineidad son esas mujeres que han nacido entre sedas y son 100 familias que han traído la desgracia a la República Argentina. Pero nosotras las mujeres de pueblo que hemos salido a la calle a ganarnos la vida también tenemos derecho a que se nos respete más y por eso tenemos derecho a que se nos oiga y para eso necesitamos el voto femenino”.

Eva Perón

Llegando a la década del 50, Evita se constituyó como la mayor figura política de la Argentina junto a Perón. El pueblo, sus queridos descamisados, como ella los llamaba comenzaron a aclamarla y a construirla como compañera de fórmula presidencial  para las elecciones nacionales de 1951: Perón Presidente, Evita Vicepresidenta. En el comienzo de la campaña, Evita fue diagnosticada de cáncer. Un año después con Perón ya reelecto, el 26 de julio de 1952, Evita fallece, la oligarquía descorcha sus botellas más caras y el pueblo la llora.

Esa noche algo se rompió: les humildes perdieron a su protectora y los sueños de esa patria justa, libre y soberana, que estuvieron tan cercanos, comenzaban a ser grisáceos. 

El 16 de septiembre de 1955 luego de bombardear Plaza de Mayo, el Ejército Argentino agrupado bajo el nombre de “Revolución Libertadora” y comandado por Pedro Eugenio Aramburu, derrocó al Gobierno constitucional argentino de Juan Domingo Perón.

En su natalicio ciento uno, Evita aparece en todos los rincones de nuestra patria. Se deja ver en el voto femenino, en las maquinas de cocer, en cada casa, en los miles de barrios que llevan su nombre, en los derechos conseguidos, en las obras del peronismo, en los dedos en V y en el puño cerrado. Pero sobre todo, Evita se ve reflejada en la sonrisa inmensa y en los ojos felices de cada niñe de nuestra Argentina.


* Estudiante de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata y militante popular.
** Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Grimson: “En Argentina, a algunos, la ¨negrada¨ les molesta bastante”

Grimson: “En Argentina, a algunos, la ¨negrada¨ les molesta bastante”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.Libro-tapa-Grimson.-Que-es-el-peronismo

El Doctor en Antropología, docente e investigador del CONICET, Alejandro Grimson, explica alguna de las características de su más reciente trabajo “¿Qué es el Peronismo?”, y reflexiona respecto de la coyuntura actual.

 

En uno de los primeros capítulos del libro hablas del racismo en la política. Durante el peronismo, hablas de figuras como los “descamisados” y los “cabecitas negras”, a quienes el peronismo les dio una nueva identidad política como movimiento; pero a su vez, mostras que hay una matriz racista que manifiesta sus rechazos a estas identidades. En la coyuntura actual ¿De qué manera se está manifestando el racismo en el proyecto político de Cambiemos?

En general la Argentina, es un país que se caracteriza por una negación muy profunda de su propio racismo. Cuando hablas con un argentino promedio -que no existe, pero supongamos que existiera-, te diría “¿Yo racista? No… Yo no soy racista”. Eso en antropología tiene un nombre que se llama Racismo sin racistas, porque nadie cree que es racista, pero la verdad es que la “negrada” le molesta bastante.

Por ejemplo, me pasó muchas veces algo que puede comprobar cualquiera: Supone que alguien te dice que odia a Cristina y que no quiere que esa negrada vuelva al gobierno, y vos decís “¿Pero a vos te parece que Cristina es negra?”; “Es negra de alma” te contestan.

Aparece esta cuestión de los “negros de alma” que en realidad en el 45 estuvo presente a través de otra expresión: se hablaba del 17 de octubre como un “candombe blanco”, porque -decía el periódico del Partido Socialista- que eran blancos que se comportaban como si fueran negros.

Esa idea del “candombe blanco” se perdió muy rápido y quedó la idea de “cabecita negra” como la idea que predominó en toda esa etapa y que en otras literaturas o sociologías aparecía como la idea de una gran migración interna del noroeste hacia la capital, que había estado en la base del peronismo.  Cosa que en el libro, demuestro que ese argumento es completamente falaz y que esa migración nunca existió.

 

¿Cómo se explicaría ese racismo sin una necesidad de reconocer lo propio, no? Me llama la atención esta mención de las migraciones que hacés en el libro y que en el estudio que realizaste das cuenta de que la mayoría de las cuestiones eran de identidades locales y que se las tenía como extranjeras; que no formaban parte de esa patria o de esa nación.

Creo que lo que está en el núcleo de esto es que hay un imaginario nacional que viene, por lo menos del Facundo de Sarmiento y que sigue hasta la actualidad. Es el imaginario del país civilizado, europeo, que tiene como pre requisito para poder realizarse a sí mismo, para terminar con la barbarie, que sería el interior, lo no europeo; el peronismo después entra en ese lugar de la barbarie, entra en lo que no puede ser reducido o incorporado al proyecto civilizatorio.

Llega hasta Macri, porque él va a Davos (Foro Económico) en 2016 y “nosotros somos todos europeos en Argentina”. Este año en el Congreso de la Lengua -como si hubiera una lengua en Argentina, hay más o menos 20-, da por obvio de que existe una sola lengua que es el castellano. Es como si todo el trabajo de la antropología, de la historia, no solamente de las argentinas y argentinos, sino de muchos investigadores del mundo que han trabajado aquí desde hace décadas, fueran tirados a la basura.

Ese desconocimiento es muy fundamental. No se trata de un mero desconocimiento, es que si no se desconociera sería necesario modificar el propio imaginario nacional de pertenencia y destruir el europeísmo.

 

Hay un capítulo donde hablas sobre el menemismo y te hacés una pregunta muy interesante acerca de ¿por qué los sectores populares votaron en contra de sus intereses? Y desde allí analizas por qué lo indefendible logró construir mayorías en Argentina. Reflexionando sobre el gobierno macrista ¿Crees que lo indefendible vuelve -una vez más- a perpetuarse por largos años en el país?

Primero que lo que explico en el capítulo es que la definición de los intereses tenemos que discutirla, porque muchas veces, en espacios influidos por las teorías sociales, damos por obvios cuáles son los intereses de cada clase social. Pero, cuando la gente no tiene un plato de comida sobre la mesa, los intereses de largo plazo pueden contradecirse con los de corto plazo. Que fue en algún punto lo que pasó en los años 90.

Votaron contra los intereses de largo plazo o contra los intereses que las teorías sociales definen como intereses de las clases trabajadoras pero, tenían que ver con ciertos intereses cortoplacistas que es la manera en que culturalmente se han constituido los intereses en la Argentina.

Lo mismo sucede respecto de la actualidad. Es muy obvio que hoy hay muchas personas  -no sé si son el 5, el 10, el 15% de la población que prefieren perder plata y que no vuelva el peronismo a ganar plata y que vuelva el peronismo. Esto está explícito en empresarios que cierran las persianas de sus fábricas porque cierran porque no pueden aguantar la marea importadora (hubo una destrucción importante de empresas y cuando se les pregunta dicen “si, a mí me iba mejor antes, pero prefiero fundirme a que vuelvan los que estaban antes”. Sus intereses no son sólo económicos, sino que son intereses alrededor de su propia identidad como sectores desigualmente poderosos respecto del resto de la sociedad.

Supongamos la situación de un jubilado, que su jubilación aumentó al ritmo inflacionario durante el kirchnerismo, pero que a su vez vio que muchas personas no tenían una jubilación pasaron a tenerla, que otras personas que tenían una jubilación ínfima pasaron a tener una más cercana a la que tenía esta persona ¿Qué es lo que prefiere la gente, que estemos todos incluidos o prefiere estar en la punta de la pirámide? Muchos prefieren estar en la punta de la pirámide aunque eso implique que haya una gran exclusión y, quizás, no tienen la capacidad de relacionar esa gran exclusión con el hecho de que sus hijos o sus nietos corran riesgo cuando salen a la calle porque hay incremento del delito.

 

En el libro planteas que el peronismo es ineludiblemente parte de la cultura política argentina y que renunciar a entenderlo es renunciar a entender la realidad de la Argentina; y además abordas la relación con los antiperonismos, que nombras varios. En el ejemplo del empresario que antes mencionabas ¿Ves en el antiperonismo de hoy una revancha en términos similares a la del 55?

Creo que hay muchas similitudes con el 55 en término de las políticas económicas, del odio, de que se cumple la frase de Perón donde decía “no es que nosotros seamos tan buenos, pero los otros son peores”. Así como relato en el libro que en el 56/57 el antiperonismo en el gobierno empezó a perder varios apoyos, me parece bastante obvio que ahora –en otros ritmos- el antiperonismo actual en el gobierno también empezó a perder apoyos.

Se repite una historia de la cual el peronismo estaría bueno que aprendiera: Frente a ese antiperonismo, que en aquel caso hizo la proscripción política y en este duda acerca de si llevar adelante la misma proscripción como la que ya se llevó a cabo en Brasil o en Ecuador, tiene la posibilidad de perpetuarse, pero el peronismo tiene que preguntarse si la historia que vivimos desde el 45 para acá es exactamente la historia que el peronismo quiere vivir.

La división que existe hoy en la sociedad plantea que los triunfos del peronismo o de los peronismos, o del kirchnerismo son triunfos que se mantienen durante un cierto tiempo pero que son muy difíciles de mantener en el largo plazo. Si mirás los cambios que hubo en la Argentina en los últimos 12 años, te darías cuenta de que harían muchos más años de gobierno anti-neoliberal  para que sea posible transformar de raíz la Argentina, pero es muy difícil que, volviendo siempre a los mismos liderazgos o acotando toda posibilidad de confrontación a los liderazgos y estableciendo las fronteras en el lugar donde los poderes económicos quieren situarla, es muy difícil que se pueda generar un frente más amplio.

El programa de Macri afectó negativamente al 80-90% de la sociedad argentina, por lo cual hay que trabajar para poder construir una alternativa que incluya todos los peronismos y todos los kirchnerismos pero que como decía una frase “con el peronismo no alcanza si querés derrotar al neoliberalismo”.

 

Pensando que sos un cientista social loca, un intelectual comprometido y, además, escribís sobre política argentina ¿Cuál es la tarea de las ciencias sociales en la política argentina?

En este sentido soy muy pluralista. Siempre lo he sido y siempre lo soy. Puede haber y son posibles e interesantes distintas formas de relación entre las ciencias sociales y la política. La que a mí me gusta tiene que ver con una investigación social que es comprometida, no es neutral  y al mismo tiempo, no por ser comprometida, está dispuesta a violentar los hechos para sostener un argumento.

Siempre planteé, desde que empezó a suceder, que uno de los grandes problemas del kirchnerismo fue el tema del INDEC, el tema de las estadísticas y el tema de decir que no había inflación. Esto generó una incomunicación entre el kirchnerismo y la sociedad, porque estás violentando un hecho que toda la gente percibe porque va al supermercado. Para el que escucha y no vivió los años del kirchnerismo habría que contarle que la inflación en los peores momentos fue la mitad de lo que es hoy. Los mejores fue bastante menos de la mitad.

Creo que las ciencias sociales tienen muchísimos aportes para hacer a la política y que en ese sentido es clave generar diálogos cada vez más fluidos entre los dirigentes políticos y la investigación social. Ni hablar si hay un estado que tiene vocación de implantar un modelo de desarrollo con inclusión. Ahí necesitas mucho más a las ciencias sociales porque la necesitas también para la posibilidad de implementar políticas públicas.

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