Aún después de 40 años, el Equipo Argentino de Antropología Forense sigue identificando cuerpos de víctimas del terrorismo de Estado que afectaron al país entre 1976 y 1983.
“Siempre vamos a
defender la democracia
porque costó
sangre“
– Estela de Carlotto
“El piso de madera está cubierto por diarios y, sobre los diarios, hay un suéter a rayas —roto—, un zapato retorcido como una lengua negra —rígida—, algunas medias. Todo lo demás son huesos. Tibias y fémures, vértebras y cráneos, pelvis, mandíbulas, los dientes, costillas en pedazo”, escribió Leila Guerriero en su artículo titulado “El rastro en los huesos”. La crónica realiza la construcción de un pequeño retrato de los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, quienes trabajan en la identificación de desaparecidos durante la dictadura militar argentina.
El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es una organización no gubernamental sin fines de lucro creada en 1984 por iniciativa de las organizaciones de Derechos Humanos, con el objetivo de descubrir lo que sucedió con las personas desaparecidas durante la dictadura militar (1976 – 1983) para restituirlos a sus familias.
¿Cómo empezó su trabajo?
Durante la última dictadura cívico militar sucedida en el país, las Fuerzas Armadas desaparecieron a 30.000 personas justificando su accionar bajo la premisa de “restaurar el orden” y “eliminar la subversión”, todo esto bajo el chivo expiatorio de combatir al “comunismo” y proteger al “ser nacional”.
En mayo de 1984, ya en democracia, fueron convocados por las Abuelas de Plaza de Mayo siete miembros de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia para regresar al país. Entre ellos, se encontraba el antropólogo forense Clyde Snow, quien participó en varias exhumaciones bajo el pedido de jueces y familiares de desaparecidos.
A su vez también llegó para trabajar junto a él, Mary-Claire King, una genetista estadounidense, que impulsó la idea de utilizar la genética dental para identificar desaparecidos, dando así pie para la creación de la Ley 23.511 que conformó el Banco Nacional de Datos Genéticos.
Tras enfrentar a Madres de Plaza de Mayo, quienes cuestionaron al antropólogo de ser un infiltrado de la CIA, lograron convencerlas de dejarlos hacer la exhumación para así identificar un cuerpo en Mar del Plata, perteneciente a Liliana Pereyra, identificación que además fue usada en la declaración del juicio a las juntas.
“Lo que estamos haciendo —decía Snow en Página/12— va a impedir a futuros revisionistas negar lo que realmente pasó. Cada vez que recuperamos un esqueleto de una persona joven con un orificio de bala en la nuca, se hace más difícil venir con argumentos”.
Para 1987 se inscribieron como una asociación civil sin fines de lucro bajo el nombre de Equipo Argentino de Antropología Forense, con el objetivo de practicar la antropología forense aplicada en los casos de violencia de Estado y los delitos de Lesa Humanidad. De esta manera Snow permaneció en el país hasta 1989 trabajando en las exhumaciones.
En la actualidad, luego de que por muchos años el EAAF no tuviera oficinas propias (alquilaban varios departamentos ubicados en el barrio de Once en la Ciudad de Buenos Aires), residen en oficinas en el predio de la Ex ESMA, cedidas por las Abuelas de Plaza de Mayo, en donde funciona su sede central que lleva el nombre de Clyde Snow.

El Equipo trabajó durante los últimos meses en la identificación y restitución de varios cuerpos, entre los cuales se encontraban René Salustiano Ruíz, Virginia Beatriz Tempone y Antero Daniel Esquivel, quienes habían sido secuestrados durante la última dictadura. También participaron en conferencias sobre la identificación de los migrantes fallecidos.
Desde su fundación hace 40 años, el equipo logró localizar 1.647 restos óseos o registros de homicidios vinculados al terrorismo de Estado en Argentina. Hasta la actualidad han logrado restituir 838 personas desaparecidas. Utilizando técnicas arqueológicas y forenses, lograron identificar los huesos que luego separan en cajas etiquetadas con los nombres de los desaparecidos.
“Cada caja es una persona. Ahí guardamos los huesos. Todas están etiquetadas con el nombre del cementerio, el número de lote”, declaró hace algunos años Sofía Egaña, investigadora del equipo.

El EAAF es financiado a través de diversas fuentes, incluyendo donaciones privadas, mayormente de organizaciones internacionales y donantes individuales. Durante el proceso de investigación el equipo trabaja con testigos y familiares de la víctima, luego de que una comisión especial de investigación, un cuerpo internacional como Naciones Unidas o un cuerpo judicial requiera de su asistencia.
Al igual que durante el gobierno de Mauricio Macri (2015 – 2019), actualmente el gobierno de Javier Milei, mediante ajuste fiscal y reducción de fondos destinados a derechos humanos, limitó varios de los proyectos claves del EAAF. A esto se le suman discursos negacionistas sobre la dictadura que han creado mayores tensiones en cuanto a su trabajo.
La identificación de los cuerpos permite a las familias cerrar la búsqueda y poder despedir a sus seres queridos, pero el trabajo del EAAF busca reconstruir lo que le pasó a cada persona desde el momento de su secuestro. Han trabajado en más de 100 cementerios y sitios de entierro clandestinos. Entre sus proyectos más destacados se encuentran la identificación de soldados argentinos caídos en la Guerra de Malvinas o la ayuda en la investigación de crímenes de lesa humanidad en otros países como México y Paraguay.

Entre los casos más emblemáticos que marcaron su trayectoria internacional se encuentran las investigaciones de los restos de Ernesto “Che” Guevara en Bolivia, Pablo Neruda y Salvador Allende, sumado a la más reciente; el reconocimiento y restitución de Virginia Tempone en Mar del Plata.
“En otra de las fosas alguien encuentra un suéter a rayas, un cráneo con tres balazos, redondos como tres bocas de pez: los huesos de mujer son gráciles. Mañana, en un cuarto discreto del barrio de Once, sobre los diarios con noticias de ayer y bajo la luz grumosa de la tarde, se secarán los huesos, el suéter roto, el zapato como una lengua rígida”, se lee hacia el cierre del artículo “El rastro en los huesos”, que permite conocer más sobre el trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense.
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