Globalización en tiempos de pandemia (Parte II)

Globalización en tiempos de pandemia (Parte II)

TIEMPO DE LECTURA: 10 min.

Por Pablo Jofré Leal*

Me preguntaba, en la primera parte de este trabajo ¿quién gobierna en este mundo?…con certeza y en primer lugar los mercados financieros de Estados Unidos, Japón y la Europa de los 28, que representan el primer poder.

Siguen al poder mencionado, las corporaciones internacionales[1] en esta época, principalmente tecnológicas, ayudadas en ello por sus empresas mediáticas (donde la presencia sionista en mayoritaria) y que tienen la capacidad de construir los mecanismos que manipulan y crean una realidad acorde con las necesidades de esos mercados financieros globales. Todo ello marcado por la supremacía de los Estados Unidos, que ha dominado durante los últimos 30 años el planeta, en todos los campos propios en que establece su señorío una hiperpotencia, vigorizada con la derrota de su anterior enemigo. Aunque, tengamos presente, que desde hace un lustro a la fecha, ese dominio es retado por la presencia de la República Popular China, la Federación Rusa y poderes emergentes, incómodos en este traje de fuerza llamado globalización.

Una globalización con características bien definidas:

  1. Preeminencia en el campo político, donde su actuar hegemónico sustituyó el papel que la comunidad internacional había depositado en la Organización de las Naciones Unidas a partir del año 1945
  2. En el ámbito económico y financiero, capaces de competir y aventajar, incluso a un bloque amplio de países como la Unión Europea, conformada por 28 miembros. La ventaja es también con relación a Japón y su natural área de influencia en Asia Oriental. Insisto, con la relevante presencia de China como referente económico internacional.
  3. En el aspecto tecnológico, predominando sin contrapeso en Internet. Poseen las principales industrias tecnológicas (partes de esta “Nueva Economía”) que sustituyó en volumen de capitalización bursátil, a la economía tradicional. Estados Unidos suele reservar un aparente “derecho” a proteger su sector tecnológico esgrimiendo para ello, razones de seguridad. Pero los “otros”, que es hablar de nosotros, estamos sujetos tanto a su espionaje y control tecnológico, presiones económicas, como lo demuestra las sanciones a China y sus industrias tecnológicas como fue el caso de la empresa Huawei.
  4. En el plano político cultural, la MacDonalización[2] representa la expansión del modelo de vida y la cosmovisión estadounidense, ayudada exitosamente con el dominio que ejerce en el campo audiovisual – con capitales propiedad de grupos sionistas que vinculan esa visión de mundo a los intereses de esta ideología -. Recordemos que ha existido todo un proceso de concretar este dominio cultural a través de diversos hitos: la victoria de la industria cinematográfica de Hollywood en la fase final de la Ronda Uruguay del GATT en el año 1992.

    En esos encuentros, la vieja Europa, se sometió a las exigencias de los Estados Unidos, que evitó un reforzamiento de lo que el Imperio denomina “Medidas Restrictivas” con relación a la idea de tener cuotas de pantalla para obras nacionales. Ligaron lo audiovisual al desarrollo de nuevos servicios de comunicación y telecomunicaciones – desregulándolos – Permitió, igualmente la alianza de inversiones estadounidenses en Europa.

    Una superioridad que se expresó y tejió, en estos 30 años, bajo el argumento del Nuevo Orden Mundial. En dos campos de batalla: el Acuerdo Multilateral de Inversiones – AMI –como en la Organización Mundial de Propiedad Intelectual– OMPI – en que Estados Unidos hizo prevalecer el Copyright sobre el derecho moral de la creación y en todos aquellos encuentros de organismos internacionales. Allí, se impone la visión estadounidense o amenaza con retirarse como ha sucedido con la Corte Penal internacional, la UNESCO, no cumplir los acuerdos firmados como es el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) su abandono del Tratado INF (sobre misiles de corto y mediano alcance con carga nuclear) con Rusia, entre otras acciones frente a su decisión de llevar adelante contra viento y marea su política imperial.
  5. En el plano militar, sólo la consideración del nivel de su presupuesto, que autorizó el congreso estadounidense en el año fiscal 2019 – más de 730.000 millones de dólares – permite visualizar la envergadura de su poder nuclear, convencional, nuevas líneas de investigación, armas biológicas y químicas (donde perfectamente podemos ubicar al Covid-19) y la intervención en amplias regiones del mundo. Comenzando a partir del año 1991 en Irak, posteriormente en Serbia, Afganistán, nuevamente Irak el año 2003 y su estrategia del caos premeditado, que ha tenido su expresión práctica nuevamente en Irak a partir del año 2003, la invasión a Libia, el apoyo a grupos terroristas en la guerra de agresión contra Siria a partir del año 2011. El sostén permanente al sionismo en su política de colonización y ocupación de Palestina. La complicidad en la agresión a Yemen y las políticas de sanciones, bloqueos y embargos contra Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Federación Rusa y la República Islámica de Irán.

Estados Unidos es la única potencia que posee flotas de guerra en todos los mares y océanos del mundo, 800 bases militares en los cinco continentes y la capacidad técnica, logística y militar de asestar golpes donde lo señale su “dedo divino”. Por ello, resulta patético escuchar las declaraciones alarmistas de los jerarcas políticos y militares estadounidenses, cuando tratan de acusar a Rusia de ampliar su presencia militar en el mundo. El ataque a Serbia, en la década de los noventa del siglo XX, las agresiones contra Libia, Siria, sus políticas sancionatorias contra Venezuela, Cuba, la República Islámica de Irán, han servido para que Washington demuestre su absoluto desprecio por las leyes internacionales.

Un actuar que permite catalogar a Estados Unidos como un violador del derecho internacional, con acusaciones de crímenes de lesa humanidad y que en la actual situación, prevalece el terrorismo médico. Acusación esgrimida por las autoridades iraníes, ante su política de máxima presión contra la nación persa, impidiendo una lucha efectiva contra el Covid-19 al impedirle comprar kits de prueba de coronavirus, acceso a equipamiento médico e incluso fondos previstos por organismo financieros internacionales. Ocho países, entre ellos China y Rusia en una carta enviada al secretario general de la ONU advirtieron sobre el impacto negativo de las sanciones en los esfuerzos internacionales destinados a contener el virus mortal. La conducta estadounidense tiene la pretensión invariable de dar una “lección” a quien osa desobedecer sus órdenes.  Por ello, el llamado desde la trinchera antiestadounidense es crear un frente común que destruya este unilateralismo, que tanto daño le hace al mundo.

Esta realidad, que tanto daño genera en el mundo, está siendo cuestionada con un catalizador inesperado, que surge desde el campo de las enfermedades: el Covid-19, que está remeciendo las estructuras políticas, económicas y sociales del mundo. Una pandemia que ha hecho resurgir, como nunca antes, conceptos como el de solidaridad, cooperación, fin de las sanciones contra aquellos que los grandes poderes han sometido a apremios que contribuyen a una catástrofe humanitaria. Una pandemia que pone en entredicho esta globalización donde la desregulación ha sido su signo predominante. Una globalización que ha servido para hacer del mundo un terreno fácilmente contagiable, que ha visibilizado también la debilidad de aquellos países que han minimizado sus sistemas sanitarios, en función de la privatización, que convierte un derecho social, en una mera mercancía.

El Virus Covid-19está carcomiendo las estructuras internas del capitalismo, mostrando sus debilidades, develando la profunda inequidad entre aquellos que pueden soportar una pandemia en su opulencia y aquellos que quedan en la desprotección, en la carestía, sin trabajos, sometidos a los vaivenes y decisiones de gobiernos más centrados en defender las superestructuras, el mercado, al empresario global que a sus ciudadanos. Un modelo capitalista que debe ser combatido con la misma fuerza con que se acomete a este virus mortal. Incluso, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva se ha visto obligada a mencionar que los costos humanos de la pandemia del coronavirus ya son inconmensurables y es preciso que todos los países trabajen en colaboración, para proteger a la gente y limitar el daño económico.

Este es el momento de actuar con solidaridad, suelen repetir los dirigentes en el planeta. Palabras, que hasta hora dejan fuera a países como Venezuela e Irán pues las directrices criminales del gobierno de Trump, por ejemplo, se niegan a ir en apoyo internacional a estos dos países, en un claro crimen de lesa humanidad. Combatir al Covid-19 pone  en acción a nuestras sociedades, sacando lo peor y lo mejor del ser humano y poniendo en entredicho la forma que hemos conducido nuestro planeta en las últimas décadas. Este patógeno de la familia de los Coronavirus genera cientos de miles de contagiados, decenas de miles de muertos y una hecatombe financiera. En una pandemia que no tiene fecha de término y que ha situado hoy, como primero en la lista de contagiados, a Estados unidos que además suma miles de muertos que crecen en forma exponencial.

Estamos en crisis, pero distinta a las que hemos vivido en este Siglo XXI. Como aquella a inicios del nuevo milenio, la denominada dot com (puntocom) relacionada a la burbuja especulativa con las empresas vinculadas a internet. Diferente a la crisis financiera global del año 2008, desatada en virtud de la burbuja inmobiliaria, que había comenzado en Estados Unidos el año 2006 y que terminó de explotar en octubre del año 2007 originando una profunda recesión durante gran parte del año siguiente. Hoy, el agente catalizador, el patógeno es distinto, se llama covid-19 mostrando la enorme fragilidad de todo el sistema económico en que nos asentamos

Una crisis pandémica, política, económica, sanitaria que nos obliga a repensar el mundo que se nos viene. Con una característica común a todas las crisis mencionadas: será el Estado quien nuevamente está salvando a los países, a las empresas, incluyendo a aquellas que suelen atacar ese estado en épocas de vacas gordas. Ese Estado que sale nuevamente al rescate de las economías, incluso de aquellos países donde sus clases dominantes los maldicen. El Covid-19 está cambiado los dogmas imperantes, ha mostrado que sin servicios sanitarios públicos fuertes, la muerte se ve más cercana. Los europeos extrañan ese estado de bienestar, que sus castas políticas han deteriorado.  Las discusiones hoy parecen propias de defensores del estatismo, conceptos como fin de los ajustes fiscales, establecer salarios dignos garantizados, incluso nacionalizar aquello que la marea privatizadora permitió enriquecer a algunos pocos se están imponiendo en la agenda política..

La experiencia histórica de los países afectados por las políticas del FMI nos conduce a la conclusión (en base a la experiencia empírica) que el número de víctimas del neoliberalismo es y será, indudablemente, millones de veces mayor que el de las víctimas del Covid-19, lo que indica entonces, pasada esta batalla coyuntural a enfocar nuestros esfuerzos en la definitiva derrota de este capitalismo brutal, que tambaleaba y que una sintomatología de dolores de cabeza, fiebres, tos seca y problemas respiratorios parece haber sido el arma que marcará su definitiva derrota. Para ello es necesaria la solidaridad, recuperar una humanidad perdida en el trasiego del individualismo, de un modelo de sociedad que desprecia lo social en función del éxito particular. Esta crisis pandémica puede ser un paso firme en aras de cambiar este único mundo que poseemos y matar de una vez este virus llamado capitalismo.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Referencias:
[1] “A principios de los años noventa, unas 37.000 firmas de características transnacionales, con sus 170.000 filiales, abarcaban gran parte de la economía internacional. Sin embargo, el lugar del poder se sitúa en el círculo más restringido de las “200 Primeras” – denominación que refiere al predominio de un cierto grupo de empresas – Así, la parte del capital transnacional en el PIB mundial pasó del 17 por 100 a mediados de los años sesenta al 24 por 100 en el año 1982 y a más del 30 por 100 en 1995. Las “200 Primeras” son conglomerados cuyas actividades planetarias cubren sin distinción, los sectores primario, secundario y terciario. geográficamente se reparten entre diez países: USA, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra, Suiza, Corea del Sur, Italia y Holanda…si se hace abstracción de sociedades angloholandesas con capitales mixtos – grupo Shell y Unilever – no quedan más que ocho países en la carrera, que concentran el 96,5 por 100 de las “200 Primeras” y el 96 por 100 de su cifra de negocios”. Para ampliar esta información Claimont Fréderic. “Pensamiento Crítico v/s Pensamiento único”. Página 41-42. En la actualidad de las diez empresas transnacionales más importantes, ocho de ellas están ligadas al mundo de la tecnología. Según países, Estados Unidos sigue siendo hogar de más de la mitad de las empresas más grandes del mundo, contando con 53 en el listado de las 100 empresas más grandes. China cuenta con 11 empresas entre las 100 más grandes del mundo, mientras que Reino Unido se sitúa en tercer lugar con un total de 9 empresas.

[2] Uso este concepto en el sentido asignado por la pensadora chilena Marta Harnecker, quien sostiene que: “Tras la caída del socialismo ha cambiado radicalmente la correlación de fuerzas y nos encontramos en una etapa ultra reaccionaria…la Globalización plantea tres problemas fundamentales: la polarización creciente de la sociedad, el desastre ecológico hacia el que camina la humanidad y la expansión del modelo cultural estadounidense, que denominaré la MacDonalización de la cultura”. Harnecker Marta. Entrevista de Amelia Castilla. Diario El País. Sección Cultura. Madrid. España. Sábado 26 de febrero del año 2.000. Página 5

La lucha política en tiempos del COVID19

La lucha política en tiempos del COVID19

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Trinidad Tórtora* y Agustín M. Rosón**

“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”

Antonio Gramsci

La pandemia del COVID-19 trajo consigo una consecuencia social, política y económica, la herida a la globalización tal como se venía dando, la globalización del capitalismo financiero. Sin embargo, los anticuerpos del sistema se reproducen de a miles y a la par de los contagios y las recesiones. De ninguna manera el capitalismo está acabado como sistema de dominación, sino que atraviesa una redefinición de sus condiciones de reproducción.

La contención de la pandemia en los países asiáticos ha sido efectivamente realizada a través de la aplicación de una poderosa forma de dominación de los cuerpos, con cámaras de vigilancia, utilizando información de sus dispositivos celulares y cruzando datos (Big Data) para aislar a las personas infectadas de manera eficaz. Al decir del filósofo surcoreano Byung Chul Han[1], este Estado policial digital, se configura como un nuevo paradigma tecno-político de control social, efectivo para combatir una pandemia, pero también llegado el caso, para la represión política.

La crisis mundial del COVID-19 efectiviza lo que desde hace años asomaba como multilateralismo. Se redefinen los poderes geopolíticos, donde EEUU como potencia gendarme del mundo se encuentra en el ocaso de su predominancia.Los resultados de esta crisis y su devenir son un gran signo de pregunta. Es un futuro de bifurcación aleatoria, como dice García Linera[2]. Pero lo que, sin dudas, la pandemia dejó en evidencia es la crisis civilizatoria del modelo de globalización neoliberal desde el consenso de Washington hasta nuestros tiempos. Mientras lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, “surgen los monstruos”, dice la famosa frase de Gramsci. Esos monstruos son consecuencias de la razón neoliberal, xenófoba, racista, patriarcal, que se expresa en varios líderes políticos, e incluso en líderes de Estado como Jair Bolsonaro y Donald Trump.

La situación en Nuestra América

La pandemia en Nuestra América encontró una respuesta política totalmente fragmentada. Este continente esbozó una respuesta distinta dentro de cada frontera nacional. No sorprende: este fenómeno se repite en el resto del mundo, se puede corroboraren Europa, EE.UU, Brasil y otros países de la región.Si se los compara con la Argentina, muchos de estos gobiernos nacionales se demoraron excesivamente en ordenar las medidas de aislamiento y protección social. En este contexto, las primeras decisiones tomadas, fueron el cierre de las fronteras nacionales, incluso al interior de los mismos Estados.

Se asiste a un fenómeno donde el neoliberalismo, que se había revitalizado en varios países de la región, entra en una nueva crisis por la incapacidad global para dar respuesta al problema mundial de la pandemia. García Linera[3] lo explica de manera brillante:“Los profetas del libre comercio y del Estado mínimo, que ayer exigían derribar las fronteras nacionales y deshacerse de los “costosos” sistemas de derechos sociales (salud, educación, jubilaciones) salen ahora a aplaudir el cierre profiláctico de las fronteras y exigir al Estado medidas más drásticas para atender a los ciudadanos y reactivar las economías regionales”.

Hace diez años atrás Nuestra América supo parir estructuras regionales de coordinación política, económica, cultural -entre otras-como la UNASUR, la CELAC o el ALBA-TCP. En este contexto ¿puede Nuestra América prescindir de una organización regional capaz de dar respuestas a las profundas dificultades económico-financieras, políticas y sanitarias que se vienen? El camino debería ser el planteado por el intelectual Samir Amín, en su Teoría de la Desconexión (1989), como estrategia de los países “subdesarrollados” para desvincularse de la globalización neoliberal.Cuando las curvas de contagio del COVID-19 empiecen a aplanarse en cada país, la respuesta regional sería un paso adelante para contrarrestar el “sálvese quien pueda” al modo Europeo y empezar a construir un nuevo tiempo en Nuestra América.

En este contexto, EEUU lanza una ofensiva mediático-belicosa contra Venezuela, revitalizando el conflicto interno en el continente. No existen las casualidades. EEUU busca obturar cualquier nueva producción de un regionalismo capaz de formular respuestas propias y que cuestionen la hegemonía imperialista de Washington.

La situación en Argentina

“Nadie es una isla por completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de un continente, una parte de la Tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la mansión de uno de tus amigos, o la tuya propia; por eso la muerte de cualquier hombre arranca algo de mí, porque estoy ligado a la humanidad; y por tanto, nunca preguntes por quién doblan las campanas, porque están doblando por ti.”
John Donne[4]

En Argentina las rápidas medidas de aislamiento y la inyección de dinero para contenerla situación de las clases populares realizadas por el gobierno, la erigen como uno de los países más efectivos a la hora deresponder a la pandemia del COVID-19. El liderazgo de Alberto Fernández, con sólo 5 meses en la Presidencia de la Nación, lo configura como un actor central en el escenario nacional y regional.

El país cuenta con la posibilidad histórica de fundar un nuevo gobierno popular. En medio de la emergencia sanitaria se construyó un nuevo relato de profundo humanismo político. La valorización de la vida frente al mercado, en las declaraciones hechas por Fernández tiene una gran potencia simbólica, porque está fundada sobre una crítica al neoliberalismo como razón política y moral de la sociedad. Por lo tanto, augura un nuevo relato, un nuevo horizonte social y económico, con prioridad en las personas y no en el mercado.

La cuarentena obligatoria produjo una concentración extraordinaria de legitimidad en la figura del presidente, lo que llevó a que incluso la oposición quedara engrampada. Sin embargo, la concatenación inevitable de este nuevo relato: la vida, el trabajo, la producción vs.los negocios, las ganancias, la rentabilidad; encontró en Techint (la multinacional más grande de la Argentina) un rápido punto de confrontación. Esta contradicción rearticuló a la derecha y la despabiló del aparente estado de neutralidad que venían teniendo. De esta manera, se inició “otro momento” de la emergencia sanitaria, donde los medios de comunicación se volvieron a vestir de profetas del odio y los oportunistas y especuladores lanzaron sus dardos envenenados. El viernes bancario y las colas de los jubilados fueron festejados en el fuero interno de los enemigos históricos de los jubilados, mientras sus voceros en televisión se rasgaban las vestiduras. A esto se sumaron los troll-centers produciendo operaciones de confusión, desgaste y malestar como instrumentos de erosión política al gobierno del Frente de Todos.

Mientras tanto, las grandes empresas, los bancos, los grupos financieros, terminada la inicial sorpresa, se aprestaron a defender con uñas y dientes la extraordinaria riqueza que han acuñado en los 4 años de macrismo -y antes-, en el marco de un sistema de acumulación siempre desigual.

Como pasa siempre, es la militancia popular, sindical, social, la que se encuentra abocada a la construcción de nuevas redes de solidaridad y de acción colectiva, de carácter institucional y no institucional para hacerle frente a la crisis.

El poder político encuentra en la figura de Alberto Fernández una concentración extraordinaria de legitimidad, fundamental para el éxito de las medidas de aislamiento, y un factor clave para enfrentar las necesarias disputas con los poderes concentrados económicos, mediáticos y judiciales.Sin medidas profundas que pongan al Estado como principal ordenador de la economía, con control estratégico de recursos y de servicios fundamentales, cualquier proceso de transformación va a fracasar antes de comenzar.

Es inevitable la agudización de las contradicciones con los sectores que se han enriquecido todos estos años a costa del sacrificio y la miseria del pueblo.La crisis del COVID-19 evidencia y pone de relieve dichas contradicciones. Para ello,es preciso un rápido reordenamiento de las fuerzas populares, en alianzas intersectoriales, que permita tomar iniciativas en los múltiples escenarios. Un ejemplo de ello es el proyecto impulsado por la CTA de los trabajadores y diputados del Frente de Todos hacia la creación de un fondo de emergencia a partir de un impuesto a los más ricos del país.

En tiempos de crisis, lo inesperado puede volverse posible: ¿Podrá el proceso argentino ser un motor de transformación en la región? En ese sentido, es importante destacar el relato humanista, en clave de horizonte político-filosófico-cultural, y dotarlo de profundidad histórica y de acción política. Articular ese relato con la fuerza popular organizada es la tarea militante principal en los tiempos que vienen.


* Antropóloga. Maestranda en Derechos Humanos
** Antropólogo. Docente. Militante sindical

Referencias:
[1] La emergencia viral y el mundo de mañana Por Byung-Chul Han. Publicado en https://www.medionegro.org/pdf-sopa-de-wuhan/
[2] Álvaro García Linera, conferencia inaugural IDAES. Disponible en: https://www.facebook.com/AlvaroMarceloGarciaLinera/posts/1063493004028404
[3] Conferencia inaugural de las clases del IDAES UNSAM.
[4] Epígrafe en  “Por quién doblan las campanas” de Ernest Hemingway

¿Hay post capitalismo luego del Covid-19?

¿Hay post capitalismo luego del Covid-19?

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Facundo Garavano*

Ilustración de Carlos Cardozo

En estos días de cuarentena nacional y emergencia mundial aparecieron algunos análisis con respecto al derrumbe del sistema de acumulación imperante por quedar al desnudo con el avance del Covid-19. Los casos de Italia y España son los más relevantes con miles de muertos e infectados que han avasallado el sistema sanitario de la vieja Europa. El corona virus ha demostrado que el sistema de salud y la ciencia deben ser patrimonio de los pueblos con la conducción del Estado, y no, como esgrime la filosofía neoliberal, mercancías suntuosas en el racionalismo del “sálvese quien pueda”.

Sin embargo, esto no significa que el sistema de acumulación parasitaria se derrumbará por este o cualquier otro virus. Primero porque la crisis del capitalismo no es por el virus sino más bien un síntoma sistémico del propio modelo de acumulación, y su estado de emergencia no derrumbará los cimientos que lo sostiene. Segundo, porque el capitalismo moderno se configuró como una estructura mutante que, más allá de algunas predicciones para evidenciar sus leyes y movimientos, siempre supo esquivar sus contradicciones y sus crisis, o al menos, siempre fueron los sujetos, las familias y los pueblos quienes pagaron por ello, nunca el capital.

Además, cabe señalar que en el modelo de producción actual, neoliberal y transnacional, se domina por medio de la subjetividad más que por las condiciones materiales. El capitalismo posmoderno construye legitimidad y poder a partir de mecanismos subjetivos que se alejan de la forma tradicional de dominación. El proceso de generación de plus valor (en la relación capital-trabajo) ha pasado a un segundo plano: lo específico y determinante del neoliberalismo, como afirma Jorge Alemán, consiste en ser el primer régimen histórico que captura los sujetos y los cuerpos a través del discurso (no sólo la palabra) en su dependencia estructural. El neoliberalismo ha producido una subjetividad ahistórica, líquida y meritocrática, y en este contexto (como afirma Zizek) las posibilidades de transformarlo son al menos difusas. Para poder construir un horizonte post capitalista se necesita de construcciones subjetivas emancipatorias y no de un virus que a ciencia cierta no se sabe qué es.

Ahora bien, existen quizás dos líneas de acción que parecen estar tomando algunos países en función de la solidaridad internacional y políticas económicas destinadas a solventar la recesión, el estancamiento y la seguridad sanitaria, que podrían ser consideradas contra cíclicas. Más allá de las experiencias de solidaridad internacional que se van configurando por parte de algunos estados, estas parecen ser sólo coyunturales, exceptuando los casos de China y Cuba.

Por otro lado, las “políticas keynesianas” que se están tomando en función de girar activos al sistema público para combatir la situación de emergencia parecen ser sólo eso, de emergencia: Trump promulga el paquete de ayuda económica más grande de la historia alcanzando a hospitales, préstamos a las áreas y empresas más damnificadas, y la entrega de 1.200 dólares para quienes tengan ingresos inferiores a 75 mil dólares anuales; el FMI plantea inyectar 2,5 billones de dólares en los mercados emergentes; la Unión Europea aprobó la suspensión de las reglas presupuestarias de control del déficit y la deuda; la presidenta del Banco Central Europeo decidió aportar 1,1 billones de euros para comprar deuda pública de los países y Alemania presentó el mayor plan de reactivación económica de su historia.

Este “keynesianismo económico” nada tiene que ver con el derrumbe del modo de acumulación parasitario. El keynesianismo nunca fue anti capitalista. El modelo de Keynes tenía que ver con la recuperación económica luego de una profunda crisis para salvar al capitalismo industrial, con pleno empleo y consumo interno, pero no para consagrar su entierro.

¿El mundo volverá a ser el mismo luego de esta pandemia? Claro que no, incluso los momentos de crisis mejoran las condiciones para generar conciencia en los pueblos. La pregunta podría ser entonces ¿hacia dónde irá el mundo luego de esta situación? Podrían consolidarse y endurecerse los nuevos fascismos mundiales, podrían surgir momentos neo keynesianos hasta salir de la crisis, o podrían también encontrarse formas híbridas de desarrollo sostenible, pero no existe per ipsum un horizonte post capitalista luego de la emergencia.

Lo que sí parece comenzar a cuestionarse, al menos en Nuestra América, es la acumulación parasitaria, financiera y criminal de la lumpen burguesía latinoamericana. Pero para poner contra las cuerdas al neoliberalismo parasitario se necesita construir subjetividades emancipatorias, correlaciones de fuerzas populares y conciencia social en una suerte de bloque histórico internacional. Se debería salir -al menos por un rato- de la ilusión estructuralista, de leyes y predicciones teleológicas y tratar de entender en qué situación están las fuerzas populares y de izquierda internacionales, pero sobre todo, analizar cuál es el sujeto histórico para dar muerte al neoliberalismo, si es que lo hay. Este es el debate que debe emprender quien lucha por un mundo más equitativo, igualitario, solidario y con justicia social.

El caso argentino

El gobierno argentino parece haber tomado las medidas necesarias para combatir la pandemia. Junto al aislamiento social, preventivo y obligatorio, la batería de medidas sanitarias y económicas para dar respiro a las mayorías sociales y la articulación de los estados nacional, provincial, municipal, junto a organizaciones sociales, políticas y religiosas, Alberto Fernández parece haber logrado un acuerdo nacional para batallar contra el virus. Su conducción política también busca revalorizar la salud y la ciencia pública, apuntando contra los especuladores, saqueadores y contra el sistema desigual que pregona el racionalismo neoliberal.

Según las fuentes oficiales, el aislamiento obligatorio esta siendo respetado y pregonado por la mayoría del pueblo argentino. Lo preocupante ahora es como se desarrolla el aislamiento social en los barrios populares del país, donde las condiciones de hacinamiento dificultan su cumplimiento. A su vez, hay que encontrar mecanismos urgentes para solventar la economía informal, social y solidaria. En este sentido, el gobierno nacional está demostrando su ropaje popular, no sólo por contar con miembros de las organizaciones, con científicos y trabajadores en cargos de gestión, sino por considerar necesaria, en la ampliación de la cuarentena, la búsqueda de estrategias conjuntas para abordar la pandemia.

La creación de los comités de solidaridad, el refuerzo alimentario y los bonos de emergencia para desocupados parecen ser medidas adecuadas para los barrios populares ya que fueron abaladas por un gran arco de organizaciones políticas, sindicales y sociales. A su vez se plantea la necesidad de planificar pequeñas obras comunitarias para que la economía no se contraiga y el aislamiento social obligatorio pueda concretarse de la mejor manera posible.

Mientras los grandes capitales plantean despidos y los formadores de precio aumentan aún más los alimentos de la canasta básica, en las barriadas populares argentinas se cocina y entregan alimentos, se fabrican barbijos en las pequeñas textiles populares, se trabaja en las huertas comunitarias y se da atención a los adultos mayores entre otras formas de solidaridad.

Es en este punto donde se debe poner el foco. El macrismo había conseguido gobernanza a través de un discurso meritocrático e individualista que de alguna forma se afianzo en las mayorías populares del país. El modelo de reproducción se sostuvo, de esta forma, por la ruptura del lazo social, y sobre todo con la desintegración del trabajo como vector de cohesión social. Es decir, la solidaridad como valor integrador de la sociedad se vio gravemente fragmentado por los principios de hiperindivudualizacion y competencia de la subjetividad neoliberal.

Habrá que trabajar y fortalecer los lazos solidarios y comunitarios para enfrentar la atomización social. La inminente caída del modelo de acumulación parasitaria, si es que existe, debe ser contrastada con nuevas formas de subjetividad, con construcciones políticas y culturales plebeyas y el fortalecimiento de una comunidad organizada. Para construir un nuevo ordenamiento civilizatorio no es suficiente con mirar la crisis del sistema actual (que no es por el Covid-19) sino que hay que abonar a la construcción de un proceso emancipatorio que no es para nada claro ni tiene un sujeto transformador único. Dependerá de las fuerzas populares buscar acciones que construyan conciencia nacional, popular y anti neoliberal para que el buitre financiero no levante nuevamente sus alas.

Cuando merme el virus que acecha al mundo, será momento de pensar cómo avanzar en la desmercantilización de la salud, la desfinanciarización de la economía, la desmonopolización de las telecomunicaciones, la nacionalización de servicios públicos entre otras áreas estratégicas para el desarrollo igualitario del pueblo.


* Profesor en Sociología, docente popular y militante de la CTD Aníbal Verón y de la Corriente NuestraPatria
Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

Neoliberalismo: fábrica de millones de Daniel Blake

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Nicolás Sampedro*


El reconocido director británico Ken Loach, personificaba en la figura de Daniel Blake (protagonista del film) a une de les millones de adultes mayores que día a día mueren producto de las políticas neoliberales de recorte sistemático a la salud pública implementadas, en este caso, en el Reino Unido.

La historia de Daniel Blake sirve como metáfora para graficar el deterioro del sistema sanitario público inglés, después de años de desinversión y fomento a la privatización del mismo. El caso es que este ejemplo -lamentablemente- podría aplicarse a gran parte de los países del mundo.

La desgracia no es únicamente que los sistemas sanitarios públicos estén como están. Cuando une se pone a analizar con mayor exhaustividad la situación, se puede observar que el deterioro es en muchos planos simultáneamente: educación, salud, bienestar, vivienda, trabajo, alimentación, desigualdad. Este sistema es una fábrica de desigualdades y de muerte.[1]

Para su reproducción, el sistema necesita de sus herramientas mediáticas y la construcción de un miedo generalizado, algo que muy claramente señaló el defensor latinoamericano de los derechos de la Madre Tierra y derechos humanos, Ollantay Itzamná, quien sostiene que “muy a pesar de que en los países como Guatemala, Perú, Colombia…, decenas de miles de niños y adultos mueren cada año por desnutrición, dengue, sarampión; y que, en cuatro meses, a nivel mundial, apenas menos del 3% de los infectados por coronavirus fueron fatales, la gente padece una pandemia de pánico con coronavirus, quizás como jamás antes vista, viralizada por las redes sociales.”[2]

¿Hay una pandemia de un nuevo coronavirus o una pandemia de miedo masificada al infinito por las grandes corporaciones mediáticas y otras empresas multinacionales de diferentes sectores para seguir dividiendo y reinando?[3] No hay que olvidar que esta pandemia se da en medio de una guerra comercial entre EEUU y China, una guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudí y Rusia, y diversas situaciones ya insostenibles que generaron el colapso de las bolsas financieras, por más que la prensa mundial haya pretendido incriminar al virus de ello[4]. Hasta no hace muchos días, los EEUU y algunos miembros de la OTAN estaban a punto de realizar la maniobra militar más grande desde el fin de la Guerra Fría con una movilización de tropas en las fronteras rusas de más 30 mil militares norteamericanos.[5]

Como se señalaba en artículos anteriores, la situación actual es una gran posibilidad para reflexionar acerca de las lógicas de producción y de consumo actuales, sobre el rol de los Estados Nación en temas claves como educación y salud y el de los organismos internacionales y las consecuencias generadas por deudas externas impagables; acerca del lugar que ocupan los medios de comunicación y cómo estos publican u ocultan información de acuerdo a sus conveniencias, sobre el gran negocio especulativo en torno a la industria farmacéutica y sobre cómo las guerras terminan siendo un negocio para la corporación armamentística. En definitiva es volver a pensar qué es más importante, si la vida o la rentabilidad/ganancia de tal o cual negocio. Tal como lo señala el filósofo, sociólogo, psicoanalista y crítico cultural esloveno, Slavoj Zizel: “el COVID-19 es una gran oportunidad para dar un golpe de Kill Bill al capitalismo”.[6]

Una de las reflexiones más urgentes tiene que ver con la forma en que se producen y consumen bienes de alta necesidad como los alimentos. En un artículo[7] de publicado recientemente, les autores Miguel A. Altieri y Clara Inés Nicholls, analizan las implicancias de la proliferación de la producción agroindustrial y cómo esta no sólo está deteriorando la forma en la que el mundo se alimenta, sino la relación directa que tiene con la aparición de nuevas enfermedades.

Les autores del artículo resaltan la importancia de fomentar formas de producción agroecológicas y dar prioridad a los pequeños productores, que son quienes producen entre un 50 y un 70% del alimento que consume la humanidad, teniendo sólo el 30% de la tierra cultivable. Es volver a contemplar no sólo la necesidad humana de alimentarse sino cómo hacerlo de manera sustentable, dado que la salud del ambiente en el que vivimos está íntimamente relacionada con nuestra salud y la de los alimentos que consumimos.

En la misma línea y a modo de ejemplo, el biólogo evolutivo y filogeógrafo norteamericano, Rob Wallace, señala que: “La crianza de ganadería seleccionada y muy uniforme genéticamente elimina cualquier cortafuego inmune que pueda estar disponible para ralentizar la transmisión. Los tamaños y densidades de población más grandes facilitan mayores tasas de transmisión. Tales condiciones de hacinamiento deprimen la respuesta inmune. La búsqueda del máximo rendimiento, parte de cualquier producción industrial, proporciona un suministro continuamente renovado, el combustible para la evolución de la virulencia. En otras palabras, el agro negocio está tan enfocado en las ganancias que la selección de un virus que podría matar a mil millones de personas se considera un riesgo asumible.”[8]

En Argentina, las medidas del gobierno que encabeza Alberto Fernández y su preocupación por salvaguardar la vida de las personas, sumado a la infinidad de declaraciones respecto de la necesaria solidaridad para salir del grueso problema en que dejó el experimento macrista, dan cuenta de una preocupación por cambiar las prioridades.

Se está ante la oportunidad histórica de reconvertir el escenario local reordenando las prioridades: ayudando a quienes más lo necesitan; fomentando la producción local, generalmente elaborada por pequeños y medianos productores, al igual que por PyMEs; revitalizar las economías regionales; mejorar los sistemas públicos educativo, sanitario, de viviendas, de telecomunicaciones, entre muchos otros rubros. Todo ello se puede hacer con el dinero que hay que exigir no pagar ni al FMI, ni a los acreedores privados[9]. Al menos no en su totalidad.

Ahora bien, todo lo hecho por el mandatario norteamericano Donald Trump va en sentido contrario. Una de las medidas más recientes es la que el director de investigación del Proyecto de Libertades Económicas de América, Matt Stoller, señala como un golpe corporativo: “ahora (Wall Street) tendrá de 4 a 6 billones de dólares de crédito a bajo costo garantizado por el gobierno para ir de compras a las empresas en problemas”. Cualquier similitud con el rescate de Obama a las grandes corporaciones en 2008 no es mera coincidencia, se repite el precepto de que “los peces grandes se comen a los pequeños”[10].

El mundo que vendrá post pandemia seguramente no será el mismo y Argentina tiene la posibilidad material y humana para ser un ejemplo a imitar por el resto del continente y el mundo, que pretenda priorizar la vida por sobre las ganancias de las multinacionales y de ese 1% que domina todo a nuestro alrededor. La respuesta ante el COVID-19 de países como Cuba, Venezuela o China, están dando la pauta de que el camino no es el libre mercado, sino economías planificadas, pueblos solidarios y otro tipo de prioridades. Argentina tiene las condiciones para sumarse a ese grupo de países; hace falta la decisión política y el respaldo popular para hacerlo.


* Periodista, conductor de Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), productor de Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista La Marea (Radio Futura – FM 90.5) y Mirada Crítica (Realpolitik), responsable de la sección Sindical de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Fuentes en línea:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/205355
[2] https://www.alainet.org/es/articulo/205327
[3] https://www.alainet.org/es/articulo/205496
[4] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622
[5] https://www.voltairenet.org/article209536.html
[6] http://www.motoreconomico.com.ar/Coronavirus/slavoj-zizekel-covid-19-es-un-golpe-de-kill-bill-al-capitalismo
[7] https://www.alainet.org/es/articulo/205465
[8] https://www.alainet.org/es/articulo/205485
[9] https://www.celag.org/la-hora-de-la-condonacion-de-la-deuda-para-america-latina/
[10] https://medium.com/@misionverdad2012/notas-en-tiempo-real-de-la-pandemia-financiera-global-a70feefe6622

Lo que está en juego

Lo que está en juego

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Por Nasim Iusef Venturini*

“…Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha transmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano…”

Eduardo Galeano

El momento de gran tensión que estamos atravesando en nuestro continente, nos invita a pensar cuáles son los proyectos de país y región que están en pugna y los discursos detrás del supuesto progreso económico de la mano del mercado, que nos vendían como inexorable.

A la luz de la realidad, ese discurso fracasó y para defenderlo se está derramando sangre americana como el los ´70 cuando a punta de fierros impusieron programas neoliberales en el Cono Sur para legitimar el dominio de los EEUU en la región.

Recetas para las políticas económicas que debe tomar un país hace rato que está demostrado que no sirven para nada, sólo para hacer prevalecer los intereses de las clases dominantes locales e internacionales. Esto trae como consecuencia que no se puedan tejer los lazos de solidaridad y cooperación entre los pueblos que nos permitirían avanzar hacia un desarrollo en armonía con el medio y las comunidades, a partir de desarrollos soberanos.

El capitalismo en su etapa neoliberal, está más rapaz y brutal que nunca. La imposibilidad de seguir sosteniendo la valorización del capital mediante el flujo del trabajo es incompatible con el apetito de ganancia de una economía global cada vez más financiarizada y para eso necesita el control de los recursos estratégicos y el dominio de los territorios a partir de la caotización y fragmentación social a partir del miedo y la represión.

Nuestramérica, amaneció el siglo XXI en medio de enormes crisis económicas y sociales, producto de la implementación de programas neoliberales durante más de 30 años. Luego de esa experiencia, se consolidaron gobiernos post-neoliberales, que con una mayor intervención del Estado en la economía, pudieron repartir ingresos de forma más equitativa, construyendo derechos para las mayorías postergadas.

El imperio arremete fuerte contra la posibilidad que surjan de nuestras tierras experiencias y trayectorias de desarrollo que permitan la consolidación de los derechos humanos fundamentales, en detrimento de los derechos al capital que parecen prevalecer en las agendas de los gobiernos por sobre los derechos de las personas y su dignidad.

El aparato infocomunicacional presiona fuerte para legitimar discursos racistas y xenófobos, funcionales a los poderes fácticos que permiten la reproducción de mensajes de odio por quienes jamás probarán ni una pizca de los supuestos beneficios de las medidas regresivas y supuestamente civilizadas.

Hoy Nuestra América, nuevamente se encuentra siendo atacada por el plan criminal del Imperio Norteamericano y sus aliados. Que busca recuperar los territorios ricos en recursos estratégicos (agua, minerales, biodiversidad, etc), derrocando gobiernos, imponiendo dictaduras y llevando a los pueblos a una situación de conflictividad interna e intolerancia que no es sano para nadie.

Ante este cuadro de situación, con nuestro país encarando una transición de gobierno en el marco de las instituciones del Estado, es importante que busquemos y construyamos los mecanismos de participación para que la salida a la crisis que nos sumergió el macrismo la podamos hacer entre todas y todos, de forma solidaria y recuperando nuestra rica historia en la construcción de derechos y dignidad.


* Lic en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud” (Radio Futura – FM 90.5), responsable de la sección Economía de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Trinchera.
“No cambien el clima, cambien el sistema”

“No cambien el clima, cambien el sistema”

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

por Nicolás Sampedro*

En la última semana se han visto movilizaciones en distintas partes del mundo. Movilizaciones donde se repudiaban las políticas del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, respecto de la Amazonía.

Sucede que un porcentaje muy elevado de lo que es conocido como el “pulmón del mundo” se está incendiando hace más de 20 días y recién en esta última semana el mandatario brasileño parece haberse enterado.

A decir verdad, esta afirmación sería incorrecta, porque a principios de agosto, Bolsonaro despidió al director del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, Ricardo Galvão, luego de que éste hiciera público un informe del instituto donde se pone de manifiesto el avance de la deforestación de la selva amazónica.

La actitud del mandatario no debería asombrarnos, dado que, al igual que su jefe del norte, no cree en el Cambio Climático; no cree que las consecuencias del sistema de producción y consumo del capitalismo estén generando la destrucción del platera, la extinción de especies animales y vegetales.

Si bien los incendios en la Amazonía no son nuevos ni propiedad del gobierno del Mesías, sólo en el mes de julio, se deforestaron 2.254 kilómetros cuadrados[1], casi la misma superficie de un país como Luxemburgo[2].

Quienes se relamen ante esta situación son las empresas del agronegocio y las mineras, deseosas de explotar los territorios de la selva amazónica para hacer cuantiosos negocios a costa del sufrimiento ajeno. Bolsonaro tiene la descabellada idea de legislar para que parte del Amazonas pueda ser explotado para este tipo de producción primaria.

De allí su desconocimiento de los derechos de las comunidades originarias y campesinas que habitan ese territorio. Más de “34 millones de personas, incluidas 385 comunidades indígenas[3] que permanentemente denuncian que están devastando sus territorios y que -literalmente- los están pasando por encima[4].

En varios países del mundo se han dado muestras de preocupación por lo que acontece en Sudamérica. No sólo con declaraciones oficiales como las de Alemania, Noruega, Francia, o la propia Organización de Naciones Unidas, sino fundamentalmente los pueblos, que mediante las redes sociales y con movilizaciones en las sedes diplomáticas de Brasil pusieron en la agenda mediática la tragedia que se está viviendo[5].

La pregunta que surge ante este hecho movilizador es: ¿Cuán hipócrita es el ser humano? Más allá de que seguramente gran parte de estas iniciativas tienen un alto grado de conciencia por las implicancias que tendría para el planeta ¿Cuántos y cuántas se cuestionan la causa principal del deterioro climático? ¿Qué acciones globales hay para cambiar las lógicas de producción y de consumo del sistema capitalista que en definitiva es lo que está poniendo en serio peligro la supervivencia del planeta?

Hace 27 años el estadista y líder revolucionario Fidel Castro Ruz ponía de manifiesto la problemática y enfatizaba en la necesidad de tomar medidas urgentes si queríamos salvar a la especie humana de la extinción.

Fidel señalaba que “si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción hay que distribuir mejor las riquezas y las tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra.

No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para el desarrollo sostenible sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre”[6].

Los debates sobre la problemática ambiental han sido históricamente ninguneados incluso por sectores a los que se podría llamar compañeres. Salvo un puñado de organizaciones sociales, intelectuales y líderes políticos, los poderes fácticos del planeta han logrado, con la complicidad de los medios de comunicación, minimizar o desviar la discusión sobre este problema.

Si el ser humano sigue en su antropocentrismo y no hace lugar a los planteos de las comunidades originarias y campesinas, a los reiterados pedidos de mandatarios como Evo Morales para garantizar mundialmente los derechos de la Pachamama; si los acuerdo supranacionales como el de París, quedan sólo en la letra muerta de un papel, las consecuencias serán irreversibles y el sufrimiento no sólo será para la gran mayoría de la humanidad, sino para todas las especies que habitan este mundo.

En la XV Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU de 2009 en Copenhage (Dinamarca), otro de los grandes estadistas y revolucionarios que nos regaló este momento histórico, Hugo Chávez, comentaba algunas de las frases pintadas en las paredes o en pancartas que le habían llamado la atención mientras se dirigía a la sede donde se llevaría a cabo ese evento.

Si el clima fuera un banco ya lo habrían salvado“, replicaba el comandante con gran tino haciendo alusión a lo que sucedía en ese momento, luego de la crisis financiera de 2008, en el que grandes bancos fueron “rescatados” por gobierno como el de Barack Obama.

El capitalismo humano no existe. El capitalismo es la explotación del hombre (y el medio ambiente) por el hombre. Si no tiramos abajo este sistema patriarcal, racista, antropocéntrico e injusto la supervivencia de la especie humana estará condenada al fracaso. Las pintadas en calles de Copenhage citadas por Chávez, resurgen como el ave fénix y deberían convertirse en un grito a una sola voz: si quieren salvar a la humanidad, “No cambien el clima, cambien el sistema”.


* Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio UNLP), productor del programa Columna Vertebral (Radio Estación Sur - FM 91.7), columnista del programa La Marea (Radio Futura – FM 90.5) editor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Bibliografía:
[1] https://www.telesurtv.net/news/brasil-alerta-deforestacion-bosque-amazonia-bolsonaro-20190807-0039.html
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Luxemburgo
[3] https://www.telesurtv.net/news/bolsonaro-brasil-amazonia-peligro-20190820-0003.html
[4] https://www.cronista.com/internacionales/La-deforestacion-del-Amazonas-llego-a-4000-km2-el-ultimo-mes-20190804-0026.html
[5] https://www.telesurtv.net/news/protestas-mundo-defensa-incendios-amazonia-20190823-0016.html
[6] https://www.youtube.com/watch?v=LXY8epxirRg

La otra cara de la economía

La otra cara de la economía

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

por nasim iusef venturini*

Al ritmo que se destruyen empleos, empresas y fábricas que cierran. La incertidumbre que se manifiesta en no tener que comer, un Estado que aparece en forma de balas y represión por parte de las Fuerzas de Seguridad sobre los sectores populares; tarifazos y aumentos de precios que empobrecen. Ante este escenario surgen estrategias para ver cómo llevar algo para comer y poder sobrevivir a la casa.

Así de crudo se manifiesta el neoliberalismo impulsado por la Alianza Cambiemos, que en 4 años de gestión destruyó una parte importante del tejido industrial y social del país. Utilizando un discurso de odio entre las personas, permite la brutal concentración de la riqueza, al tiempo que se expande la miseria, se desguazan las funciones sociales del Estado y se rifa la soberanía económica a los designios imperiales.

Estas estrategias de supervivencia, se basan en comerciar/trocar lo que se tiene, lo que sobra, buscar más trabajo en un contexto adverso, donde más de un tercio de la población vive bajo la línea de la pobreza y donde cada día hay más gente que no puede afrontar los gastos básicos de vivienda y recurre al abrigo de la calle.

En lo que va de gestión macrista, según un estudio del Centro de Estudio Económicos de Política Argentina (CEPA) las ferias populares aumentaron Gran Buenos Aires, mostrando la grave situación a la que se enfrentan miles de argentinas (porque en mayoría son mujeres) a la hora de conseguir el pan para sus hijos.

El día 22 de julio en la Ciudad de La Plata, nuevamente la respuesta fue represión. Represión a la voluntad de salir a feriar para parar la olla, detenciones a quienes se manifestaban en contra de tal aberración. Porque que la policía impida desarrollar estrategias de supervivencia como lo es feriar, para conseguir un mango para comer, es aberrante. La policía impidiendo que las personas se ganen el mango respondiendo a los intereses del poder, que día a día deja a miles excluidos es la cruda cara del neoliberalismo a la que estamos expuestos.

Ante esta desesperación y la urgencia surge lo que ellos llaman inseguridad, que se llama desamparo, desesperanza y violencia sobre sectores populares que se transforma en más violencia, no contra el régimen sino contra lo próximo.

El localcito de doña Rosa, la casa de les jubilades que terminan cagados a palos. Porque hay que decir todo, pese a que este gobierno se vanaglorió de combatir la “inseguridad”, en el año 2018 en Provincia de Buenos Aires, aumentaron 63% los robos, 55,4% las estafas y 50% los secuestros.

Será que, como dice la Comisión Provincial de la Memoria “las políticas represivas son altamente inefectivas para combatir el delito” y que la estrategia de la represión sólo permite instaurar un régimen injusto, que es violento contra las personas y construye la inseguridad de no tener que llevar a comer a tu casa.

La mejor forma de construir una sociedad sin violencia e inseguridad, es garantizando la seguridad de tener educación, salud y dignidad, cosas que el neoliberalismo del siglo XXI nos intenta arrebatar y ante eso no queda más que juntarse y reforzar la solidaridad, arma fundamental que tenemos les de este lado para construir una sociedad más justa.


* Lic en Economía, integrante del colectivo "Economía a pata", Co-conductor de “Promocionando la Salud” (Radio Futura - FM 90.5), Redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Trinchera.
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