Un mundo atrapado entre el palo y la zanahoria

Un mundo atrapado entre el palo y la zanahoria

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

EEUU sigue siendo el poder hegemónico y no quiere perderlo ¿Le saldrán las jugadas que está planificando y llevando a la práctica o la caída del imperio norteamericano ya es irreversible?

Sin dudas, los tiempos turbulentos que estamos viviendo no tienen precedentes. Múltiples hechos que se dan en simultáneo y a gran velocidad, impulsados por un imperio decadente que intenta remediar ¿lo inevitable?

Según una amplia gama de analistas internacionales de distintas procedencias, todo parece indicar que el objetivo de Donald Trump es reindustrializar a su país, y cada uno de los movimientos que realiza está íntimamente conectado con otros en otras partes del mundo. De ahí que parece estar enfocado en mantener al dólar como moneda de reserva y comercio internacional (evitar la desdolarización que ya comenzó), pero volviéndolo más “barato” de lo que es actualmente. La razón, no sólo que su economía sea competitiva a valores de mercado, sino para poder afrontar su monumental deuda contraída durante décadas de despilfarro en guerras e invasiones que, con el diario del lunes, parecen haberles servido para poco. De hecho, es por eso que también pone en cuestión cómo se calculó esa deuda durante las administraciones pasado, de igual manera su apuro respecto de las reservas de oro que deberían estar en Fort Knox.

El país endeudado y desindustrializado que recibió, es un enfermo agonizando cual zombie caminando por las calles de Los Ángeles producto del fentanilo. Esa imagen es la que pretende revertir el magnate de peluquín que hoy habita el Despacho Oval.

La noticia de esta semana relacionada con los supuestos aranceles no es tal. Como buen empresario de los bienes raíces, Trump ataca para luego negociar en las condiciones que él pretende hacerlo. La gran pregunta es ¿Le saldrá la jugada?

La tristemente célebre “guerra de aranceles” o “guerra comercial” no tiene en lo absoluto que ver con la imposición de impuestos recíprocos a los productos que importa de otros países, en relación con los que exporta. Tal como lo afirmó el colega norteamericano James Surowiecki, “simplemente tomaron nuestro déficit comercial con ese país y lo dividieron entre sus exportaciones”. Un disparate mayúsculo. Para todo el resto un mínimo de 10%, como sucedió con economías poco relevantes para su comercio como la de Argentina, que representa el 0,8% de sus importaciones.

La pregunta de si funcionará o no tal presión surge de que no todos los gobernantes movieron la cola cual perro contento como hizo la administración Milei. Por ejemplo, China planteó aranceles recíprocos del 34% a los productos norteamericanos (aranceles norteamericanos a productos manufacturados chinos vs aranceles chinos a materias primas, la ecuación es simple). Además, el gigante asiático denunció la medida ante la Organización Mundial del Comercio, bajo el argumento de que lo que hace EEUU es incompatible con el comercio internacional y socaba gravemente los derechos e intereses legítimos de China, además de constituir una práctica típica de intimidación unilateral que no sólo socava los intereses del pueblo de los EEUU, sino que también pone en peligro el desarrollo económico mundial y la estabilidad de la cadena de producción y suministros. No al mismo nivel, pero sí en el mismo sentido, países como Brasil, Canadá o incluso la UE han afirmado que tomarán medidas contra los productos norteamericanos.

Y esto sin mencionar que, desde el 17 de marzo, entró en vigor el Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos de China (CIPS, por sus siglas en inglés), que ya cuenta con más de 200 países con capacidad de utilizarlo; sin necesidad de pagar en dólares, pudiendo hacerlo en yuanes digitales. Un mecanismo de pago más rápido y eficiente (tardó sólo 8 segundos en sus primeras transacciones) que el caduco y extorsivo SWIFT norteamericano (que demora entre 3 y 5 días para ejecutar la misma operación). Y esto a modo de ejemplo, sin entrar en detalles respecto del sistema de pagos iraní Shetab (que procesa las transacciones en menos de dos segundos), que a su vez está interconectado con el sistema de pagos ruso MIR.

Quizás este hecho sea una de las explicaciones reales del porqué de la escalada de tensiones entre China y Filipinas. Es simple, en ese país gobierna un mandatario títere (en occidente le llamarían “aliado”) que responde a los designios de los norteamericanos. ¿Por qué? Por lo que ya hemos mencionado en más de una ocasión: el enemigo estratégico de EEUU es China, no Rusia. Por eso Trump pretende gestar un G2 con Rusia y alejarla del gigante asiático. Otra cosa que, al menos por ahora, parece prácticamente imposible.

Mientras Trump negocia con Putin por Ucrania (aunque para la parte rusa sea más que solo ese tema), alienta, financia y respalda al psicópata de Netanyahu para que continúe con el genocidio en Palestina y siga bombardeando El Líbano o Yemen. De hecho, Trump osó manifestar que estaba enfadado con Putin porque no le hacía caso respecto al alto el fuego que salió a vender con bombos y platillos pero que fue humo. Está claro que el objetivo es, y siempre lo fue, Irán. Pero Putin advirtió que cualquier agresión a Irán tendría consecuencias catastróficas. No sólo porque Irán ha manifestado estar dispuesta a responder, sino porque rusos e iraníes firmaron un tratado de Asociación Estratégica que contempla la defensa mutua ante agresiones de terceros ¿Se entiende la metáfora?

Esto viene a colación de lo que mencionábamos semanas atrás respecto de las agresiones norteamericanas, británicas y sionistas contras Yemen. Las amenazas de Trump contra Irán, por ser supuestamente un protectos/financista del Movimiento Ansar Allah, tuvieron una respuesta clara y contundente de Rusia, de Irán y de los propios yemeníes: Si hay agresión habrá respuesta. Y será muy peligroso si eso escala.

Bajo la era Trump 2.0, estamos viviendo un choque permanente entre el palo y la zanahoria, y según uno de los principales analistas chinos, lo que estamos viviendo desde la llegada de Trump 2.0 es una Guerra Fría de los EEUU contra el mundo entero, representada, fundamentalmente, por los BRICS y los sus socios en el BRICS+.

Tanto los chinos y rusos entienden a la perfección que el objetivo principal, el que está por encima de todo, en la lógica Trump gestar la posibilidad de reindustrialización de EEUU, y que para lograrlo está dispuesto a usar cualquier herramienta a su alcance para conseguirlo. Además, entienden que detrás de esa lógica hay 3 pilares fundamentales: 1- Wall Street; 2- la industria que aún les queda, acero, aluminio y energética (sobre todo con el gas de esquisto que -además- venden a Europa); y 3- el tecnofeudalismo de Silicon Valley. Al mismo tiempo ven los diversos choques entre esas tres agendas que permanentemente están interfiriendo en la política exterior norteamericana.

Todo parece indicar que están dispuestos a utilizar cualquier argumento y cualquier política, desde las “tarifas” (que es un mantra de Trump), hasta una especie de inteligencia artificialización del gobierno norteamericano, subordinado a los magnates del tecnofeudalismo de Silicon Valley, especialmente del presidente en las sombras, Elon Musk. Pero esa reindustrialización -para Trump- no es con mano de obra extranjera, quiere que sean ciudadanos norteamericanos, y eso explica su vehemencia anti inmigratoria y la gran cantidad de deportaciones que está realizando.

Otro de los pilares de su política parece estar circunscripto al denominado “Acuerdo de Mar a Lago”. Un acuerdo que Trump habría sellado con los principales actores de Wall Street a quienes les habría ordenado que comiencen a cambiar las reglas del juego respecto del dólar: Básicamente pretenden forzar a todos los bancos centrales del mundo a comprar los famosos bonos del tesoro norteamericano a 100 años. Bonos que no pagan intereses, por lo que su valor es cero, no valen nada de nada. Esa es la gran jugada para forzar la pérdida de fortaleza del dólar a nivel mundial para facilitar esa tan deseada reindustrialización y que su posterior producción y exportación sean competitiva globalmente.

Trump necesita un hecho político que lo plantee como el gran jugador: ¿Será un Premio Nobel de Paz por facilitar un Acuerdo de Paz entre Rusia y Ucrania? Hecho que en la práctica sería un acuerdo entre EEUU y Rusia, y que, según las palabras del propio Putin, no sucederá hasta tanto no estén dadas las condiciones que originaron este conflicto: que Ucrania no entra en la OTAN; que será un país neutral; que se llamará a elecciones para que gobierne alguien legítimamente electo; y que se debe reconocer como rusos los territorios que hoy están en control de ese ejército. Lo interesante del tema es que, en esos territorios que hoy controla Rusia, es donde se encuentran las mayores reservas de tierras raras, las mismas que Zelensky va ofreciendo por doquier (se lo ofreció a los británicos y también a los yanquis) a cambio de financiamiento para continuar la guerra.

Este pequeño detalle, es otro de los motivos por los que Trump amenaza con anexionar a Canadá, Groenlandia, o que exija echar a compañías chinas del Canal de Panamá. Para ese futuro país industrializado, EEUU necesitará controlar todos los bienes estratégicos necesarios, sobre todo, para la producción de tecnología. Bienes que mayoritariamente controlan Rusia y China, y que produce/industrializa, sobre todo, el gigante asiático y sus países aliados del BRICS.

Cuando meses atrás decíamos que lo que se venía era el imperio del caos, o que EEUU le había declarado la guerra a perpetuidad a los pueblos del mundo era por esto. Para seguir siendo imperio deben expandirse, conquistar, e imponer la ley del más fuerte ¿Y las instituciones? Como dijera Chávez “No sirven”. ¿Podrá Trump revertir la decadencia norteamericana o será demasiado tarde? ¿Ustedes qué opinan?


Más bibliografía
https://misionverdad.com/globalistan/europa-cae-en-un-abismo-geopolitico-por-decision-propia
https://elordenmundial.com/teoria-heartland-conquista-del-mundo/
https://www.diario-red.com/articulo/internacional/doble-cara-motosierra-trumpista-recortes-publicos-contratos-privados-empresas-musk/20250402120000045027.html
https://www.alfredojalife.com/2025/03/30/agonia-del-t-mec-el-globalista-verde-mark-carney-colisiona-con-el-petrolero-trump/
https://misionverdad.com/venezuela/trump-define-por-ahora-su-politica-para-venezuela-en-el-gran-juego-de-eeuu
https://misionverdad.com/venezuela/las-sanciones-de-eeuu-no-paralizan-el-flujo-energetico-de-los-paises-objetivo
https://www.descifrandolaguerra.es/reformistas-iranies-poder/
https://www.descifrandolaguerra.es/aranceles-trump-guerra-comercial/
https://tektonikos.website/cooperacion-sur-sur-para-construir-una-comunidad-suratlantica/

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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¿Qué quiere Trump de México?

¿Qué quiere Trump de México?

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

por emilio ibañez*

México y EEUU llegan a un acuerdo por tema aranceles y migrantes.

Las sorpresas son uno de los factores característicos de Trump. Cuando todos los elementos nos conducen por un lado, repentinamente vemos que un viraje inoportuno nos lleva al polo opuesto. La incertidumbre ante una figura política que nos dará años de análisis y debates por si se trata de un hábil operador mediático-político o un empresario incapaz que aún se esfuerza por dominar las clavas de malabares. Cuando la racionalidad indica que el camino correcto es A, Trump decidirá por Z. La guerra comercial con China vislumbra este panorama. Su celoso proteccionismo, su alejamiento de las principales potencias económicas europeas y asiáticas o el tratamiento del TLCAN indicaban la conciliación con economías emergentes, la apuesta por nuevos socios comerciales que tengan la posibilidad de ser protagonistas. Efectivamente sucedió con México, pero por Z.

América Latina ocupaba la primera fila como espectador de la guerra comercial. La expectativa de una ruptura comercial entre los dos gigantes podía derivar en beneficios económicos para los países latinoamericanos. EEUU al dejar de comprar regularmente materia prima a Asia podía optar por naciones cercanas y dependientes fiscalmente ante la fluctuación del dólar. Así fue el caso de México, en el primer trimestre del año tuvo una alza en la canasta de importaciones de EEUU mientras la participación de China en el mercado importador estadounidense descendió. Ya se hablaba de concesiones arancelarias cuando Trump negociaba la eliminación de aranceles al acero y aluminio de México y Canadá. Algunas multinacionales optaron por mudarse a México para escapar de la telaraña impositiva de la guerra comercial y López Obrador negociaba tratados bilaterales con EEUU para monitorear importaciones chinas dentro del territorio. Todo perfilaba a una simple configuración esquemática de las rutas comerciales, un presidente mexicano que desde su llegada pregonó el diálogo y el consenso, indicaba que no había razones para trascender a mayores conflictos.

Trump anuncia el acuerdo con México por temas fronterizos y arancelarios.

Fue un revés inesperado cuando posteriormente a estos signos de consenso el presidente Trump anunció a finales de mayo la imposición de aranceles por un 5% a los productos provenientes de México a partir del 10 de junio si no tomaban “medidas decisivas” para controlar la migración. Rápidamente, los funcionarios mexicanos tuvieron que acercarse a Washington para que esta amenaza no prospere, mientras tanto, Trump sonaba amenazante: “No estoy preocupado porque ellos nos necesiten, nosotros no los necesitamos” afirmaba. Lo que venía siendo una llamativa cooperación por parte de EEUU, terminó derivando en una sorpresa negativa que debía ser resuelta con velocidad. Finalmente hubo acuerdo y los aranceles se desvanecieron  “indefinidamente” bajo un trato de unidad. López Obrador anunció el 8 de junio que México se comprometía a controlar la frontera con Guatemala enviando 6000 oficiales de la Guardia Nacional para evitar el libre flujo de migrantes.

La jugada fue acercarse a México, cautivarlo con negociaciones y asociaciones comerciales, absorber parte de su actividad económica para luego extorsionarlo con aranceles contundentes si no cumplía con lo que Trump pedía. El objetivo de EEUU con México es similar al que tiene con China: prevalecer como referente comercial a nivel global y espantar cualquier posibilidad de déficit fiscal ante sus competidores. Es un hecho que la guerra comercial con China derivó en un acercamiento a sus homólogos regionales pero bajo condiciones estrictas. Ahora México está sujeto a un acuerdo que debe cumplirse en un plazo de 45 días, de lo contrario, EEUU presionaría con nuevas imposiciones.

Foto: Notimex

Este acuerdo contempla la colaboración de ambos países para promover condiciones de asilo para aquellos migrantes que viajan desde Centro América hacia el norte, buscando de este modo evitar el flujo masivo hacia EEUU. Trump ve con urgencia la necesidad de cumplir expectativas de su electorado, muchas de sus promesas inconclusas se respaldan en políticas de este tipo. López Obrador insiste en el diálogo para evitar confrontaciones directas con la Guardia desplegada en la frontera de Guatemala y busca cómo solucionar un problema ocasionado por Norteamérica, responsables de la desidia que atraviesan en el Triángulo Norte centroamericano integrado por Honduras, El Salvador y Guatemala.

México padecerá por siempre el drama de un vecino conflictivo en el norte. La convivencia autónoma con EEUU es un desafío constante, más aún considerando que son los receptores de aproximadamente el 80% de sus exportaciones y una cuarta parte de la producción económica del país. Sumando el inevitable tránsito centroamericano por territorio mexicano para llegar a EEUU, los tratados económicos se fusionan con políticas migratorias impuestas por Trump que de no ser cumplidas se traducirán en imposiciones arancelarias. López Obrador es objeto de críticas y apoyos en México por esta resolución. Algunos ven en este acuerdo el costo de hacer el trabajo sucio de EEUU en la frontera con Guatemala para mantener limpia la imagen de Trump y favorecer su imagen para las próximas elecciones. Otros ven como un acierto conciliar un acuerdo inmediato para evitar una guerra arancelaria que podría desatar más caos. AMLO insiste en el diálogo, Trump responde con números.

* Periodista especializado en temas internacionales, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Migración centroamericana: Estados Unidos ataca

Migración centroamericana: Estados Unidos ataca

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por melany de juana*

Foto: VTV

En una nueva arremetida, de esas que tanto caracteriza al mandatario norteamericano, Donald Trump  anunció el jueves 30 de mayo a través de su cuenta de Twitter que le impondrá un arancel a los productos mexicanos, por considerar que el presidente Andrés Manuel López Obrador no hizo nada para detener las migraciones de miles de centroamericanos que buscan en Estados Unidos una mejor calidad de vida.

En su anuncio, Trump postuló que a partir del 10 de junio cobrará un impuesto del 5% a los productos que México exporta a  Estados Unidos hasta el momento en que se ponga un freno a los migrantes que, escapando de la violencia, la pobreza y el hambre de sus países, intentan cruzar la frontera que une a ambos territorios.

Siguiendo la línea del presidente, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que afirmó que de no cesar la entrada ilegal de centroamericanos, los aranceles se elevarán a un 25% en octubre.

Para llevar a cabo la implementación de esta medida, Washington recurriría a la Ley de Poderes Económicos.

Los aranceles constituyen una herramienta de presión al gobierno mexicano, que tiene como objetivo resolver un problema que no es comercial sino social por medio del debilitamiento de la economía del país centroamericano quien, después de Canadá, es el primer exportador de productos agrícolas y alimenticios.

En 2017 el país azteca exportó un total de 408 millones de dólares; de esa cifra 307 millones corresponden a los productos exportados hacia Estados unidos. 

De concretarse el plan que amenaza a la economía de México, la nación tendría pérdidas iniciales valuadas en US$ 2.200 millones de dólares que afectarían a más de un millón y medio de mexicanos.

La medida llama la atención, ya que se da luego del anuncio que hizo Norteamérica en mayo de este año, en el que acordó eliminar los aranceles del 25% que aplicó en 2018 a las importaciones de acero y aluminio de Mexico y Canada.

Trump impone aranceles a México por considerar que AMLO no está haciendo lo suficiente para frenar la migración hacia su país.

A su vez la postura de Donald Trump pondría en peligro la aprobación del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, destinado a sustituir el Triple tratado de libre comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés).

Cabe destacar que la iniciativa estadounidense se da en el marco de las detenciones de más de mil centroamericanos, efectuadas por la Patrulla Fronteriza, que en varios casos concluyó con la separación de menores de edad de sus familias, y que tuvieron como consecuencia la muerte de al menos seis niños. A esta situación se sumó la negativa del Congreso estadounidense de concederle a su presidente la suma de US$ 6.700 millones de dólares para la construcción del muro fronterizo. 

En este sentido la postura del presidente mexicano András Manuel López Obrador siempre fue la misma: el diálogo y la cooperación entre ambas naciones, con el objetivo de impulsar el desarrollo y ayudar a los países centroamericanos con inversiones productivas para producir empleos y resolver de raíz los problemas de estas regiones.

Una vez más queda demostrada la hipocresía del mandatarios norteamericano, que acusa a su vecino de no detener las migraciones que, en definitiva, son mera consecuencia de la política injerencista que Estados Unidos lleva a cabo en los países centroamericanos.


*Periodista y analista especializada en Centro América, redactora de Revista Trinchera, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM1390) y colaboradora de Agencia Timón.
EEUU-China: Tensión económica y guerra comercial

EEUU-China: Tensión económica y guerra comercial

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Emilio Ibáñez*

No son novedades los roces comerciales entre Estados Unidos y China. En 2018 todas las economías dependientes veían con incertidumbre un conflicto arancelario que parecía empeorar diariamente. A fines de año un atisbo de optimismo y acercamiento pregonó una pronta resolución y parecía que los acuerdos bilaterales habían llegado a buen puerto, pero sólo empeoraron.

En mayo de 2019 resurgieron las imposiciones de la mano de Trump, una sorpresiva decisión determinó un aumento de los aranceles a China por el valor de US$200.000 millones y en consecuencia los impuestos a más de cinco mil productos chinos subieron del 10% al 25%. Como si fuera poco, Trump amenazó con más aranceles a otros productos chinos por el valor de US$ 325.000 millones como medida de defensa ante las posibles represalias chinas, posteriormente consumadas.

Una de las las razones norteamericanas para desatar tal guerra comercial es sencilla y puede resumirse en pocas palabras: Superávit comercial de China que se traduce en déficit comercial de EEUU.

El despliegue geopolítico chino con balanza positiva en bienes y servicios incomoda a Trump, quién posee grandes avances en su economía interna pero pierde cada vez más protagonismo en el terreno global. Los objetivos inmediatos de garantizarse rutas marítimas en preocupantes disputas con sus competidores; obstaculizar el crecimiento de la economía china; evitar que el dólar sea suplantado como divisa primaria en materia de endeudamiento e intercambio a nivel global; poner trabas al desarrollo tecnológico chino con el que Trump conspira sobre teorías de espionaje en productos exportados y vaticinan una guerra futura por las nuevas transferencias de datos del 5G.

A pesar de la tensión ya hubo acercamientos para negociar. De todos modos, difícilmente eviten las represalias arancelarias de China el 1 de junio por US$ 60.000 millones. Uno de los objetivos de EEUU -en la renegociación- es que China consuma muchos más bienes norteamericanos para poder apalear el déficit fiscal de US$ 419.000 millones que lo separan de Pekín. La sorpresa para China fue desalentadora: cuando parecían prosperar los acuerdos comerciales, las imposiciones aduaneras se hicieron presentes.

Washington acusa a Pekín de robar la propiedad intelectual de muchos productos estadounidenses y buscará una serie de reformas en las políticas económicas chinas porque aseguran que están sujetas a un sistema de subsidios que favorecen al Estado.

Por su parte, con los bienes que ingresarían al Tesoro de Estados Unidos (por la suba de aranceles) prometen incentivar un proyecto de ayuda humanitaria enviando recursos agrícolas a los países en crisis. Los mismos que ellos desestabilizan por debajo de la mesa.

Las consecuencias de un conflicto económico de este nivel se traducen en incertidumbre entre empresas y consumidores; descreimiento de los inversores; pérdidas en los mercados fiscales más importantes; desestabilización de economías dependientes tercermundistas y redistribución de bienes.

Trump necesita consolidación con urgencia. Sus políticas exteriores le responden con revés tras revés. Percibe los acercamientos y negociaciones entre sus competidores que sitúan a China en el primer eslabón. La participación de divisas alternativas como el Bitcoin se refleja en refugios para los inversores cuando hay incertidumbre en la economía global. Poner en duda la participación del dólar como moneda protagónica son motivos de sobra para que Estados Unidos intente socavar a su principal competidor. Desde trabas macroeconómicas en materia de importación, hasta atrasar la emisión del capítulo final de ‘Game Of Thrones’ en China, cada detalle es significativo y ninguno coincidencia.

La empresa de telecomunicaciones china es la punta de lanza

No hay pronósticos cercanos a una resolución, mientras EEUU bloquea a Huawei, las empresas estadounidenses en China consideran seriamente marcharse del gigante asiático ya que el 75% de ellas se ven seriamente afectadas por la competitividad y la guerra económica. EEUU busca consenso con sus aliados para no incentivar el crecimiento chino y bloquear negociaciones. Sin embargo, un reemplazo de China es difícil ya que se ha situado como un factor esencial en la cadena de suministros global.


* Periodista especializado en temas internacionales, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
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