La Comisión Nacional de Actividades Espaciales está sin directorio nombrado desde hace más de ocho meses y su empresa asociada VENG, tiene prácticamente paralizado el lanzador. También se redujeron al máximo las tareas en los tres satélites que Invap tiene en desarrollo (el SABIA-Mar y el Saocom2, y SG-1 para ArSat).
Actualmente, el sistema científico y soberano de la Argentina se encuentra en ataque ya que desde que asumió la nueva gestión en el Gobierno nacional, no se nombró ningún reemplazo en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Es más, el organismo no se reúne desde el año pasado. En este sentido, uno de sus integrantes comentó (de manera confidencial) que “la situación presupuestaria es terrible”.
Según fuentes de la institución que mantendremos en anonimato, a pesar de que los cargos en el directorio de la Conae y de Veng (empresa subsidiaria encargada del desarrollo del Tronador II y de otras aplicaciones de tecnología aeroespacial), son ad honorem, estaría la intención de incorporar personas que carecen de las capacidades técnicas indispensables.
Si no se pueden pagar los sueldos en la Conae y en Veng, que es la que opera los satélites que están en órbita, peligra su sostenimiento en el espacio. Con una planta de 460 trabajadores, en el mes de agosto los fondos para la compañía tecnológica llegaron el día 31.

Cabe señalar que los miembros del directorio de la Conae se nombran por decreto del Poder Ejecutivo. Sin embargo, varios mandatos se vencieron y aún no se nombró al presidente ni al vicepresidente y según el estatuto, en este caso, la persona a cargo debería ser es el ministro o secretario del área de ciencia y tecnología, y eso no se cumplió, por ende no hubo ninguna reunión de directorio en todo este 2024.
Por el momento quien se hace cargo de tomar decisiones sobre las colaboraciones internacionales para darles continuidad a las que ya están en marcha, es el director ejecutivo y técnico, Raúl Kulichevsky. Pero al no haber directorio, tal director no tiene la posibilidad de firmar acuerdos para otras iniciativas.
Con respecto al presupuesto, por lo que pudo saber Trinchera, ya fue ejecutado de manera completa todo lo que se había sido prorrogado el año pasado, y el refuerzo que les fue adjudicado es solo para gastos corrientes y sueldos. Es así, que sin recursos y con una gestión fuertemente severa, también se redujeron al máximo las tareas en los tres satélites que Invap tiene en desarrollo (el SABIA-Mar y el Saocom2, para Conae, y SG-1 para ArSat).
En la actualidad las autoridades del área estuvieron de acuerdo con un pedido de refuerzo para gastos de capital y pagar las deudas que tiene la Conae con algunas empresas, sin embargo el Ministerio de Economía todavía no autorizó nada. Fuentes de Invap comentan que parece haber una disociación entre los funcionarios del área de ciencia y las “altas jerarquías”.
La forma en que se está manejando el gobierno de Milei, lejos está de ser la más óptima para Argentina, que ha liderado la actividad espacial en Sudamérica en las últimas décadas. El país supo implementar un programa de desarrollo de satélites de observación terrena y de comunicaciones, tiene radares y un lanzador en fase de elaboración. Incluso así lo reconocen otros países de la región y lo atestiguan sus colaboraciones con la Agencia Espacial Europea y la NASA, entre otras.
Estos laureles fueron paleados por políticas de Estado que se mantuvieron en el tiempo, y además, permitieron formar recursos humanos altamente especializados sobre la base de un Plan Espacial Nacional diseñado y coordinado por la Conae, creada en el año 1991.
Según sostuvieron, integrantes de la agencia responsable del Plan Nacional Espacial, lo que “más me preocupa es que quieren nombrar a los responsables a espaldas de las propias instituciones, sin que importe el prestigio que tiene, ni que esté en riesgo la colaboración con agencias internacionales e incluso el manejo de los satélites que están en órbita”.
En paralelo, el físico y cofundador de Invap en 1976, y alma mater de la Conae entre 1994 y 2018, Conrado Varotto, explicó: “El presupuesto nunca dejó de ser un problema. Pero el tema pasa por cuál es el umbral. En el área espacial, espero que no peligre el manejo de los satélites. Por lo que tengo entendido, de alguna forma le están buscando la vuelta. La tienen difícil”.
Para el físico argentino lo más alarmante es que no se contemple la gravedad de interrumpir estos programas sin dar al mismo tiempo un mensaje esperanzador. “La sensación que tengo es que el déficit fiscal está por encima de todo, no importa qué. Y si para evitar el déficit fiscal hay que hacer lo que sea, se hace. Cuando usted traza una política general de ese tipo (como si fuera un país en guerra que tiene que dedicar el 50 o 60% del presupuesto al esfuerzo bélico), es difícil atender cuestiones más profundas”, comentó.
“Para mí, mucho más serio que el problema de presupuesto es el de la perspectiva, ya que desde mi punto de vista, si aunque uno no tenga plata, da el mensaje desde el máximo nivel de la conducción del país de que la ciencia y tecnología son fundamentales, que son las que nos van a permitir el avance, que esto es un sacrificio momentáneo, pero que entendemos que, por ejemplo, el espacio es ultra importante, que no podemos quedarnos atrás, tenemos un nivel muy alto, y en dos o tres años vamos a tratar de que todo se recomponga. Pero están con la cabeza en la parte económica”, prosiguió Varotto.
“En lugar de decir ‘No hay plata y vamos a dejar de hacer todo’, habría que decir ‘Aguanten, en poco tiempo nos ordenamos y ustedes son los que nos van a hacer volar’”, advirtió. “Si realmente se resolvieran los problemas actuales y el país empezara a crecer, dejaría de hacerlo justamente por eso. Es como si usted tuviera que cultivar un terreno y para eso tuviera que remover e incendiar todo. En el camino tiene que cuidar las semillas, sino después no va a poder sembrar”, concluyó Varotto.
De esta manera, se puede observar que ni la Conae ni Veng están a salvo de los ataques al sistema científico que se renuevan a diario y configuran un proceso de destrucción sin precedente por parte del mandato libertario que desfinancia el Conicet, apaga una obra pública energética de reconocimiento mundial como el Carem 25 (un reactor nacional), y busca privatizar IMPSA, o destruir Y-TEC.
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