Piedra libre a los golpistas

Piedra libre a los golpistas

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En uno de sus excelentes cuentos de terror, el escritor norteamericano Howard Phillips Lovecraft, utiliza la absurda teoría de un excéntrico fisco alemán, que ponía al tiempo y al espacio como cuestiones relativas, y escribe un relato en el cual el protagonista descubre que es posible moverse a través del espacio y el tiempo a cualquiera de los cientos de miles de líneas temporales existentes. ¿Existirá una línea temporal en donde una abstemia Patricia Bullrich hace gala de su capacidad intelectual para criticar al oficialismo? ¿O tal vez alguna en donde un para nada senil cabezón Duhalde este realizando agudas observaciones de la actualidad política Argentina?

La clave de cualquier análisis político es la perspectiva, ya que para poder entender cualquier cuestión medianamente compleja es necesario, en primera instancia, tomar cierta distancia de lo que sea que se quiera analizar. Por eso, primero es necesario mirar el panorama internacional y después sí, adentrarse en los confusos corredizos de la, por momentos absurda, realidad política nacional.

El convulsionado clima internacional

La pandemia del Covid-19 funcionó como catalizador del proceso global de contracción del reinado norteamericano, situando a China como el nuevo centro económico global. Esto da como resultado un convulsionado panorama de poder multipolar, en dónde no hay que confundir retirada con muerte. El imperio yankee está comenzando a retroceder en ciertas partes del globo ante el poder creciente de Rusia y China (el nuevo centro del poder internacional), pero no por eso deja de tener todo el poder y la influencia que más de 70 años al frente de la hegemonía global le dieron.

Este proceso de retirada estadounidense ocurre en un marco de fuerte crisis económico-social: la peor crisis económica de la historia, después del crack del 30, se mezcla con una explosión social después de que serios casos de violencia institucional despertaran la furia de una comunidad negra que es víctima de segregación racial desde hace más de doscientos años. La violencia del estallido social se ve potenciada por un Donald Trump que polariza su discurso y utiliza fuerzas represivas para cazar manifestantes, al tiempo que el extremismo blanco sale armado a las calles.

Dentro de este cóctel de muerte y destrucción que se está tomando de un saque un agotado tío Sam, se están desarrollando las campañas presidenciales que culminarán en la elección del 3 de noviembre. Si bien se afirma erróneamente que el bipartidismo clásico entre Demócratas y Republicanos está más polarizado que nunca, tal y como afirma el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel, en su escrito titulado “8 tesis sobre el imperialismo estadounidense y las luchas antiimperialistas”, tanto Joe Biden como Donald Trump lo único que tienen por objetivo es sostener a una élite blanca al frente de una porción del deep state.

Por un lado, los Demócratas, explica Grosfoguel, buscan una segregación disfrazada de multiculturalidad en dónde se le dan espacios a la comunidad hispana o afrodescendiente pero que no dejan de ser posiciones de poder. Un claro ejemplo es cómo la presidencia de Barack Obama, el primer presidente negro de la historia, estuvo lejos de modificar algún rasgo estructural en la sociedad norteamericana. Sin ir más lejos, la narrativa y las políticas exteriores de George Bush hijo fueron sostenidas y potenciadas. Lo que afirma también una cuestión sabida por todes y es que dentro del esquema de poder yankee, el rol del presidente es secundario.

Por otro lado, los Republicanos reforzaron su discurso supremacista y tienen como cabeza del partido a un Donald Trump que pensó “¿Cómo salgo de este pozo? ¡Ya sé! Cavando”, y salió a profundizar la grieta racial que azota a su país. Como si no tuviera suficiente con ser el epicentro de muertes por la pandemia o con ostentar la mayor cifra de desempleo después de la gran depresión, con 50 millones de desempleados, al tipo se le ocurre tratar de terroristas a los manifestantes y cuestionar los reclamos por violencia institucional. En este contexto de arenga al extremismo, es que salen cientos de blancos, lobotomizados por un discurso enajenante, con armas de guerra a apoyar a las fuerzas policiales.

Es con este panorama que EEUU se encuentra en retirada, después de una década de fracasos, en la zona de Medio Oriente, principalmente en Irak, Afganistán y Siria en dónde no pudo cosechar ninguna victoria y debió ceder ante la poderosa presencia rusa. Lo que trae como consecuencia este movimiento de fichas en el tablero internacional es que el imperio norteamericano vuelva su vista a su zona de influencia por excelencia, Nuestra América. Por lo que buscará asegurar su dominio en la región, bajo la amenaza que suponen Rusia y China: el libreto es siempre el mismo apoyar mediante Ongs a las derechas cipayas regionales y en el caso de que estas no tengan posibilidad de disputa en su respectivo país recurrir a golpes blandos como los de Brasil o Bolivia.

El oscuro laberinto de la política nacional

El gobierno de les Fernández se enfrenta a un panorama por demás complejo y desalentador, sin embargo, esta semana se ratificó el acuerdo con el 99% de los tenedores de bonos, demostrando que la estrategia presentada por Martín Guzmán fue brillante por dónde se la mire. La reestructuración de la deuda limpia el horizonte financiero del país hasta el 2023 y le da la posibilidad de planear una política de desarrollo económico, que a mediano plazo va a servir para amortiguar el daño hecho por la pandemia y por cuatro años de gestión macrista.

Si bien las negociaciones oficiales con el Fondo Monetario Internacional aún no comienzan, el ministro de Economía advierte que puede llegar a durar como mínimo seis meses ya que el primer vencimiento es en el mes de marzo. Independientemente de ello, todos saben que el desembolso realizado por el organismo internacional tuvo como único fin sostener al hijo inepto de Franco Macri en el poder, hecho afirmado por Mauricio Claver, uno de los asesores más importante del presidente de los Estados Unidos en una conferencia de prensa.

Esto inclina la balanza en favor de Argentina a la hora de comenzar las negociaciones; incluso, desde el Gobierno nacional, lo que se va a proponer en lo que respecta a la variable de ajuste, es que en lugar de ser les más vulnerables les que paguen la campaña de Juntos por el Cambio, la receta que tanto excita al fondo, sean los más ricos. El impuesto a la riqueza va direccionado en ese sentido, en poder financiar al Estado sacándole un poco, un poco de verdad, a las 12 mil personas más ricas del país. ¿Esto es marxismo? ¿Alguna de las variantes del temido Comunismo? No, nada más alejado.

En ese sentido, hay que destacar que el impuesto empieza a cobrarse a partir de los 200 millones de pesos y que a partir de ese monto va en aumento progresivo cada 100 millones. La particularidad de la medida está en que en caso de que los empresarios tengan patrimonio en el exterior deberán pagar un 50% extra, monto que se suspende en caso de que decidan repatriar el dinero.

Además, de la guita que se va a sacar de este aporte extraordinario, gran parte irá destinada a seguir apoyando al sistema de salud con la compra de insumos y equipamiento que permita la apertura de más camas. Un 20% será destinado a brindar subsidios a pequeñas y medianas empresas para poder comenzar a incentivar la generación de empleo, al tiempo que a través de créditos e incentivos se posibilitará a emprender o retomar la actividad económica. Por último, está previsto que una parte de ese dinero vaya destinado al sistema educativo, sobre todo direccionado hacia becas, como el progresar, para poder evitar la deserción y amortizar el golpe sufrido por el sector durante la pandemia.

Por otro lado, la otra apuesta fuerte de Alberto es poder disputar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), promoviendo como candidato al secretario de Asuntos Estratégicos de la Argentina, Gustavo Béliz, alguien muy cercano al presidente. En la vereda de enfrente, está EEUU que, con el afán de asegurar su influencia en la región, propone al cubano exiliado y uno de sus principales asesores Mauricio Claver Carone. La importancia del puesto, es disponer de nada más y nada menos que 100 mil millones de dólares para apoyar proyectos que busquen reducir la pobreza, la desigualdad o prestar apoyo financiero.

En relación a esto, la principal estrategia de Fernández es la solicitud de que las elecciones, previstas para el 12 y el 13 de septiembre se pospongan para el año entrante, buscando de esta manera que ocurran luego de las elecciones norteamericanas, anhelando un fracaso de Trump. En caso de que así suceda, Joe Biden no tendrá intenciones de pujar para lograr que el primer norteamericano en la historia se haga con la presidencia del banco. El principal acierto del gobierno nacional, fue aliarse con el gobierno mexicano de López Obrador, consiguiendo luego que avalen su pedido Chile, Costa Rica y la Unión Europea, que representan un 30% de los votos necesarios. Más allá de eso, dada la correlación de fuerzas, es bastante difícil que se le pueda torcer el brazo a los norteamericanos o a los EEUU.

Finalmente, otra de las iniciativas del gobierno está en la reforma judicial, prometida en campaña, que busca, entre otras cosas, descentralizar el poder de los juzgados de los Tribunales de Comodoro Py. Allí recaen, sobre doce jueces, las principales causas de corrupción, lavado de dinero, trata de personas, etc. El objetivo de esta reforma es poder visibilizar los entramados de corrupción dentro del poder judicial, utilizados como punta de lanza en el avance de la derecha en el Cono Sur, y poder poner en discusión diferentes formas que le retornen la seriedad y la independencia del poder político que necesita. Sólo hay que mencionar, por ejemplo, que todas, absolutamente todas las causas sorteadas entre diez jueces contra Cristina Fernández en esos tribunales, cayeron sobre Claudio Bonadio.

A todo esto, la oposición pone el grito en el cielo y en conjunto con una violenta campaña en los monopolios informativos, confecciona un discurso en dónde tilda de autoritario a un oficialismo que propone, nada más y nada menos, el debate a través de las distintas cámaras. De hecho, la legisladora porteña por el Frente de Todos, Lucía Cámpora, expuso, en un par de tweets, el doble discurso de Cambiemos: mientras se oponen a sesionar de manera virtual y hablan de falta de garantías, la legislatura porteña funciona con el mismo método que ellos discuten. Incluso, argumentan que de manera remota no se pueden discutir reformas en la justicia, cuando desde Cambiemos se propuso y aprobó en la ciudad de Buenos Aires (bajo ese método) la reforma del Consejo de la Magistratura.

Queda claro que la verdad o incluso la realidad quedan en segundo plano en la estrategia discursiva opositora, y que a lo que apuntan es a desgastar al gobierno de la manera que sea. Lo más preocupante, es la falta de aceptación de las reglas propias del juego democrático, llegando a la bajeza de difundir el teléfono del presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa y el de su mujer Malena Galmarini, a quienes les llegaron todo tipo de amenazas e incluso varios mensajes que reivindicaban al terrorismo de estado de los años 70.

Por último, hay que destacar que Juntos por el Cambio intenta hacer pie ante la falta de un arco narrativo serio que le permita oponerse a las medidas del gobierno. En primera instancia, es necesario resaltar el lamentable papel que jugaron está semana oponiéndose a que la Cámara de Diputados sesiones de manera mixta, con el único fin de que no se traten los proyectos que ellos no aprueban. Lo que más deja en evidencia esta actitud es la falta de propuestas y la negación a aceptar las reglas de la democracia, en dónde, aunque no les guste, gobiernan las mayorías. Esto último, y sin citar a Duhalde, puede representar un peligro en sí mismo.

Nicolás De La Iglesia
Nicolás De La Iglesia

Existencialista. La cuestión del «ser» me parece inabordable. El humor es mi bálsamo, la tabla con que surfeo la ola de mierda que puede ser la realidad. Hace poco me dí cuenta que siempre fui peronista.

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