Entre canciones de duda
Y la calle hambrienta
Por ese límite la vida siempre irá
Entre lo que te toca y lo que te dejen hacerPor ese límite la vida siempre irá
¿¡Cuanta gilada más!?
Este miércoles 12 de marzo se realizó, como cada miércoles de la semana, la ya tradicional marcha de protesta de jubilados y jubiladas frente al Congreso de la Nación. Hace más de un año y medio, entre congelamiento, ajuste, mísero aumento y veto a ese mismo aumento de por medio (con asado para los mercenarios de partido a partido que votaron en contra), que el sector octogenario de esta partida y desmoralizada Argentina pone sobre la mesa el poco carácter que sobra en este suelo para reclamar frente a una sola certeza: las fuerzas a cargo de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich los gasearán, palearán, y, de ser necesario, les tirarán al revoleo con balas de goma.
Suena un poco injusto, ¿no? Es importante recalcar que sí, que algunos sectores militantes, sindicales y de otros ámbitos han acompañado en más de una ocasión a los viejos, pero desde ya es una minoría. Sin embargo, durante la marcha correspondiente al miércoles 5, un grupo de hinchas de Chacarita, ante la impotencia que les generó ver cómo semana tras semana se castiga al sector más vulnerable, decidió hacerse presente para resguardar a los damnificados. A partir de allí, y de manera espontánea, una serie de sucesos se desencadenaron para llegar hasta los acontecimientos del miércoles posterior.
Para varios sectores, la Argentina se ha convertido en un lugar donde las instituciones han perdido el sentido de apoyo y comunidad construido hace tantos años bajo una doctrina que tituló “la comunidad organizada”. Si durante la marcha de este miércoles, unos de los cánticos que más sonó fue el “a donde está esa famosa CGT”, podemos confirmar que algo de eso sobrevuela por el aire.
No por opinión personal, menos por línea editorial, pero es una realidad a la vista de quien quiera ver que la Confederación General del Trabajo, creada justamente para custodiar esa comunidad organizada, ha ido perdiendo muchísima credibilidad, confianza, y sobre todo fe durante estos últimos años. Mientras que una gran parte de la sociedad dejó de creer en las instituciones y en el colectivo (si no no se explica la victoria del actual presidente, dispuesto a detonar todo lo que está debajo de estas consignas), la otra, que dio su voto de confianza porque sabe que la organización es indispensable, está en vilo desde el 20 de noviembre de 2023, esperando que ésta CGT o algún dirigente de los que integró la lista de batalla lo defienda.
Ante tal escenario de anomia, la espontaneidad pareciera ser la variable que puede aflorar el inédito viable, ese suceso que no sabemos de dónde, cómo o por qué sucede. Repito, siguen existiendo instituciones valiosas, políticas y dirigentes al pie de la circunstancia y sindicatos que sí dan las peleas correspondientes, pero sin dudas ello no llega a repeler el daño irreparable que este gobierno realiza en cada una de sus medidas en materia económica. Siquiera parece factible de a ratos cobrarse un vuelto con el escandaloso Critpo Gate, que, sabemos, es lo menos dañino que hizo este poder ejecutivo a la Argentina, pero probablemente lo más capitalizable a los ojos del mundo.
En concreto, con la misma espontaneidad con la que las personas realizaron múltiples donaciones para suplir las necesidades de las familias destruidas por el temporal en Bahía Blanca, hinchadas de todos los colores, así como diversas organizaciones de toda calaña se sumaron a reforzar la seguridad de los jubilados para este miércoles 12. Esas instituciones, a veces desdibujadas, reaparecen en otras instituciones. Esa misma unidad, también desdibujada, reaparece, por más insignificante que parezca, a través de una necesidad tan básica como la ayuda a los más necesitados, o a través de un lazo cultural tan fuerte como es el fútbol en nuestro país.

El triste recuerdo de los clubes como último sostén de contención social que aquellos frívolos años 90 produjeron, reaparece, así como aquellos escritos de la época: “Los reyes y papá noel no existen, y a la gente solo la ayuda la gente”, escribía Patricio Fontanet en la letra de “Fantasía o realidad”, tema publicado en el disco de la banda Callejeros “Presión”, dos meses antes de que Néstor Kirchner asumiera la presidencia de la Nación, precisamente en 2003.
Relatado ya lo previo, solo quedaba un hecho por acontecer: la unidad de todos estos sectores en la plaza frente al Congreso, mientras la política hacía lo suyo adentro. No obstante, la movilización, lamentablemente, nació muerta. Mientras que la convocatoria estaba fijada para las 17 horas, desde muy temprano, horas antes, se pudo observar en las inmediaciones del recinto parlamentario un gran despliegue de fuerzas de seguridad conocido como operativo anti piquete. El Gobierno nacional estaba listo, con el pretexto ya armado de “las temibles barrabravas” y la información de horario, sumado a la cantidad de hinchas, autoconvocados y jubilados que se desplazaban desde el mediodía en transporte público, la estrategia no podía ser otra que no dejar que tanta gente se junte. Algo, evidentemente, aprendieron de aquél inédito ocurrido el 17 de octubre de 1945.

Al son de ello, el clima sumó lo que quizás escasea en estos tiempos: no vamos a decir alegría, sino coraje y convencimiento. “¿¡Cómo le van a pegar a nuestros viejos!? Ahora que nos peguen a nosotros”, se decía. Claro, es difícil retener esta postura cuando ni siquiera llega la convocatoria y el camión hidrante de las fuerzas de seguridad avanza a pasos agigantados intentando despejar la plaza, mientras que el centro de ella es un campo de batalla en sí mismo, en donde las armas solo las tiene un bando. Gases por aquí, gases por allá, gases a tu cabeza, balas para todos los cuerpos. No faltó ni una cuota de “seguridad” a la hora de repeler y atacar a toda costa a los manifestantes. Una manifestación que, es importante repetir, no llegó a nacer.
Pero algo quedó en el aire, o mejor dicho en las calles. Hasta altas horas de la madrugada, incluso del posterior jueves. La movilización era dispersa, pero el convencimiento no. “¡Vamos a plaza de Mayo!”, se escuchaba casi al unísono, mientras la amplia Avenida de ese mismo nombre era testigo de una multitud que no se rendía, y mudaba su protesta hacia otra zona al grito de “que se vayan todos, que no quede ni un solo”. De esa manera, a la misma noche un nuevo cacerolazo con caminata y presencia en la plaza diría presente en una jornada donde la represión bestial no pudo con un pueblo genuinamente saturado.
Fantasía o realidad, a esta historia le da igual
Para los despistados de turno: el sector jubilatorio es castigado desde hace más de un año con represión por parte de las Fuerzas de Seguridad. Todo ello para poder garantizar a raya el esquema económico del ministro de esa cartera, Luis Caputo. Esta búsqueda yace de la necesidad de mantener el dígito de inflación bajo a cualquier costo, y, en este caso, desde la óptica que adoptó el ministro, era necesario destruir el consumo (cosa que sucedió) para que los precios se enfríen a la fuerza.
Al mismo tiempo, congelando Salario Mínimo Vital y Móvil, jubilaciones e interviniendo paritarias, se evitaría un “traslado de precios”. Lejos de atacar el fondo de olla que se encuentra en el por qué de los aumentos, desde su inicio de producción hasta la góndola final, para Caputo resultó más sencillo realizar lo que técnicamente se define como “enfriamiento de la economía”. La variable de ello, jubilados y trabajadores.
En la misma línea, este esquema necesita de manera imperante superávit fiscal, no para “gastar menos de lo que produce” necesariamente, si no para mantener las acciones de las empresas a la alta, y a los bonistas, con los dólares dentro del Banco Central. Si no, debería ser tan o más importante el superávit comercial, pero para Caputo esto parece quedar en segundo plano de a ratos. Por más que cada tanto recuerde este apartado y lo nombre.
De esta manera, el “ajuste” que el gobierno necesitaba para obtener ese superávit y al mismo tiempo enfriar la economía no podía salir del gasto político, como lo había prometido en campaña el bufón de esta serie, o mejor dicho presidente de la Nación, Javier Milei. Éste representa menos del 1% del Producto Bruto Interno, mientras que el objetivo, dicho por el propio Milei, era reducir 5 puntos.
Para septiembre de 2024, un estudio del Centro de Economía Política Argentina aseguró -en consonancia con todos los estudios realizados sobre el tema- que casi un tercio del ajuste cayó sobre el sector jubilatorio. Por esto mismo, el papel lamentable de la mayoría de los medios de comunicación durante la jornada de ayer es una canallada gigantesca, ya que, según su relato, no existió contexto para dicha movilización y pareciera que barras bravas nacieron de un tubérculo arrojando piedras al Congreso cuando ningún jubilado estuvo allí.
Habría que preguntarle entonces a estos periodistas si lo mejor era que los adultos de tercera edad fueron solos para que, otra vez, el operativo de terror de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, los reprima nuevamente.

Es importante, por otro lado, hacer hincapié en lo mencionado anteriormente: el operativo está a cargo de Bullrich, una funcionaria que responde a las necesidades que otro funcionario (Caputo) tiene para llevar adelante su esquema económico que demanda miles de dólares al día para controlar el tipo de cambio y que no se dispare el precio de la divisa paralela.
Probablemente un grupo bastante grande de la opinión pública que le esquive al relato de “la culpa de los barras pendencieros” reduzca la discusión a la triste y vacía frase que tanto resuena en las movilizaciones populares: “Qué feo es ser policía” o “estudiá, no seas policía”, como si realmente no necesitáramos de una fuerza de seguridad al servicio de las necesidades de los argentinos, o como si su accionar no dependiera -a grandes rasgos- de las órdenes que bajen desde arriba.
No es un conflicto con la lógica búsqueda de culpas en un grupo de uniformados que, muchas veces realiza su tarea incluso con saña, si no un problema con la posible reducción de estos acciones, y de que quienes realmente son los artífices salgan ilesos, utilizando como escudo a otro sector que, tal vez se alimente un poco mejor, pero que no deja de ser esbirro de las directrices del Poder Ejecutivo.
Como se mencionó anteriormente, algo quedó dando vueltas en el aire, y sin bien la movilización se repetirá este miércoles 19 porque así es todos los miércoles desde hace año y medio, lo que se espera para esta jornada venidera parece, lejos de reducir, seguir ampliando el horizonte de protestas para una sociedad que -por momentos- parecería haber perdido el miedo.

Joaquín Bellingeri
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