La Segunda Independencia será popular o no será

La Segunda Independencia será popular o no será

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

El devenir histórico argentino nos ha traído hasta aquí bajo la misma disyuntiva: Patria o Saqueo. Los sectores populares que a principios de 1800 daban la vida en el proceso independentista, hoy siguen pujando por su reconocimiento y la posibilidad de participar de las decisiones del país.

Hace poco más de dos siglos se plasmaba por escrito la voluntad de nuestro pueblo de convertirnos en una república independiente y soberana que dejara de depender de los designios coloniales de la corona española. Aquel 9 de julio no sería ni el principio ni el final del proceso de lucha que tuvo como protagonistas a indios, zambos, mulatos, mestizos y criollos, sería sólo una declaración formal de independencia. Ni más, ni menos.

¿Rompimos nuestras cadenas coloniales? ¿Realmente nos independizamos o seguimos siendo dependientes hasta la actualidad? El dicho popular dice que “cada maestrito con su librito” y no es un detalle menor. Algunes creen (o quieren creer) que ese momento fue traumático y que seguramente les revolucionaries de aquel entonces debían sentir angustia por independizarse de España. Otres sostendrán que los lazos de dependencia nunca se rompieron, sino que sólo fueron cambiando de manos, por eso el clamor o la consigna de avanzar hacia una segunda independencia.

Lo que queda claro es que posteriormente a aquel martes de 1816, siguió una lucha intestina entre dos proyectos de país: el de la oligarquía criolla, que pretendía librarse de España para poder seguir haciendo cuantiosos negocios (ahora con Gran Bretaña), pero ser ellos quienes obtengan el total de la rentabilidad; y el de la liberación de nuestro pueblo, de todo nuestro pueblo y no sólo de una partecita.

Esa disputa de proyectos de país no quedó solamente allí y en las luchas intestinas que se dieron durante los años posteriores a la independencia; sigue presente hoy y atravesó la totalidad de nuestra historia, desde las luchas entre unitarios y federales, hasta la actualidad, pasando por la década infame, los golpes a Irigoyen, Perón, o la última dictadura cívico-eclesiástico-militar.

Esos proyectos, a pesar de significar disputas internas, siempre estuvieron influenciadas por el contexto internacional, por los polos de poder globales de cada época y por los procesos culturales a los cuales fuimos sometidos. Serían los británicos en un primer momento y los yanquis después, pero eurocéntricos siempre.

La dependencia continuó y continúa. Hoy son las multinacionales, los complejos financieros, los bancos, los organismos multilaterales de crédito y un sinfín de etcéteras. Y nuestra realidad no es muy diferente a la de todos los países periféricos que dependen de los grandes centros de poder global. De allí la necesidad histórica de supervivencia que significa para Nuestra América lograr consolidar un proceso de unidad para plantarnos ante otros poderes. En soledad nadie se salva. La salida fue, es y seguirá siendo colectiva.

Claramente este debate sigue presente en la vida política nacional entre aquelles que entienden al país como una empresa, como un negocio donde todo es evaluado según su rentabilidad económica o financiera; y quienes creemos que es otra cosa, que nuestro territorio, nuestras costumbres, nuestros bienes estratégicos fueron, son y deben ser para mejorar las condiciones de vida del conjunto de nuestro pueblo, respetando la gran diversidad que nos atraviesa.

Ahora bien… Dentro del proyecto nacional y popular históricamente se dieron discusiones y debates acalorados de por dónde había que avanzar, de qué maneras y bajo qué premisas. El debate de ideas siempre es bienvenido, en tanto y en cuanto ayude a construir caminos posibles en ese gran proyecto de liberar definitivamente nuestra patria de los lazos de dependencia que aún campan a sus anchas. Lo que no se puede permitir es que producto de esas miradas disímiles nos dividamos y nuestro pueblo nos dé la espalda. Y en esto que cada quien se ponga el sayo que le quepa.

Dicho esto, recordar que Irigoyen puso sobre la mesa la ampliación de derechos para los sectores profesionales, que los derechos para les trabajadores los puso Perón, y que Néstor y Cristina encabezaron el proceso para sacar al país de la ultratumba en la que nos habían dejado las políticas neoliberales. Pero la derecha aprendió, se calificó y tecnificó y durante los cuatro años de macrismo nos dejó a un paso del abismo nuevamente.

Y lo que en todos los casos logró que saliéramos adelante, sin importar los nombres propios, fueron las luchas de nuestro pueblo. Porque sin la militancia nada de todo esto habría pasado. Sin la lucha de millones de hombres, mujeres y diversidades ninguna transformación habría sido posible.

La pregunta sería entonces: ¿Si la Argentina actual es un país con casi un 40% de pobres cuál sería el sujeto o la sujeta política a empoderar? ¿Qué sector representaría esa salida por arriba con cambios de fondo que evidentemente se vuelven más que urgentes para poder revertir de una vez y para siempre la injusticia que reina sobre nuestra patria?

Les dejamos a ustedes la respuesta. Lo que sí recordamos es lo que le escribía el Libertador José de San Martín a Juan Manuel de Rosas en julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de dominación española; una tal felonía ni el sepulcro puede hacer desaparecer”.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

“Es tiempo de que las élites exasperadas entiendan que no están entendiendo”

“Es tiempo de que las élites exasperadas entiendan que no están entendiendo”

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Nuestra América está atravesando un año electoral que podría tener como resultado un giro de 180 grados en muchas de sus latitudes. Se ha dicho en artículos anteriores, pero la situación de hartazgo de pueblos como el chileno, el colombiano o el peruano, pueden continuar los pasos de México, que en 2018 comenzó las transformaciones institucionales que su pueblo reclamaba. Reformas y cambios que otros países de la región vivieron a principios de siglo.

La primera oleada

La llegada de Chávez al gobierno en Venezuela sería el puntapié de esa primera oleada progresista que comenzó a finales de los ’90. Gobiernos como el de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, la llegada de Lula al gobierno de Brasil, Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia, pintaron de políticas progresistas y revolucionarias el panorama nuestroamericano.

Presidentes de la primera oleada de gobiernos populares del siglo.

Pero la derecha se reorganizó  y comenzó a horadar paulatinamente a esos gobiernos. Lo señalábamos en artículos anteriores: la derecha no tiene proyecto propio que incluya a las grandes mayorías. La responsabilidad y la culpa de todo siempre está puesta en los pueblos por considerarlos vagos, haraganes o indomables. Ellos nunca tienen la culpa.

Utilizaron todo su arsenal: la complicidad de los poderes judiciales, el asesinato selectivo, el lawfare, la mentira mediática y operaciones de prensa complementadas con trolls en redes sociales y todo lo que tuviesen a la mano para conquistar ese objetivo. Así, aunque de diferentes maneras, llegaron al poder en Argentina, Ecuador, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, El Salvador y Honduras. Lógicamente Venezuela, Cuba y Nicaragua resistieron y siguen resistiendo en la actualidad.

El caso mexicano

Pero la llegada de Andrés Manuel López Obrador al gobierno mexicano comenzó a revertir esa avanzada de la derecha regional. Luego se sumó el retorno del peronismo al gobierno argentino, la derrota del golpe en Bolivia y el retorno de Evo a su patria.

Desde entonces con firmeza y respaldo político de sus pueblos, los gobiernos de México, Argentina y Bolivia han avanzado en recomponer los destrozos hechos por las administraciones de derecha. En el caso mexicano AMLO tiene el enorme desafío de revertir cuatro décadas de neoliberalismo y crimen organizado, tarea titánica si se entiende que su vecino EEUU intentará evitarlo, pese a declarar públicamente que tiene intenciones de tener buenas relaciones con su vecino del sur.

Mexico’s new President Andres Manuel Lopez Obrador in Mexico City, Saturday, Dec. 1, 2018. (AP Photo/Moises Castillo)

Muchas veces se ha dicho y muches autores lo han sostenido: llegar al gobierno no es sinónimo de llegar al poder. El ejecutivo de un país es simplemente una porción de ese poder. Otro tanto lo tienen los medios de comunicación, otra porción está en manos de las instituciones judiciales, otra en manos de los sectores concentrados de la economía y así se podrían seguir mencionando actores de ese mapa a lo Game of Thrones.

López Obrador dijo desde el día cero de su campaña que “la prioridad son los pobres” y tal como lo había anunciado así fue como avanzó cuando llegó al ejecutivo mexicano. Y si bien es lógico que en dos años y medio no se puedan revertir décadas de neoliberalismo, los avances han sido significativos.

Pero como en todo proceso de cambio, los sectores conservadores, las oligarquías, las multinacionales y poderes foráneos están interesados en que nada cambie, o más bien que ninguno de esos cambios vayan en su contra.

Lógicamente se podría hacer una lista de las políticas lanzadas por AMLO, pero ese no es el interés de estas líneas. Lo importante es lo que se nos viene: las elecciones de medio término.

Elecciones federativas de medio término

Este 6 de junio, al mismo tiempo que en Perú se realizará la segunda vuelta presidencial, el pueblo mexicano irá a las urnas a expresar su voluntad. Y si bien hay un referéndum programado para marzo del 2022, la oposición del PRI, PAN y PRD lo ha adelantado de hecho convirtiendo el voto del 6 en un simple “si” o “no” a la continuidad de la 4T.

Está más que claro que esto sucede dado que lo que está en disputa no son sólo las 500 bancadas de los diputados federales del Congreso de la Unión, sino los más de 21 mil cargos de elección popular entre los que además se encuentran 15 gobernaciones, más de mil cargos en congresos locales, 17 mil ayuntamientos y más de 1900 presidencias municipales.

Está claro que la frutilla del postre son las diputaciones federales, dado que de obtener la mayoría, la oposición podría bloquear las iniciativas de transformación planteadas por AMLO.

Y el final de esta campaña electoral se está dando en medio de la pandemia, de una escalada de la violencia de los cárteles que ya se cobró la vida de más de 200 candidatos y candidatas, y de las operaciones permanentes de los medios, la complicidad judicial y la manifiesta parcialidad del Instituto Nacional Electoral volcado en su totalidad contra el gobierno de Morena.

Lo que no termina de entender la elite mexicana y extranjera es que los pueblos ya están hartos de tanto maltrato y despojo de sus derechos. Eso es lo que explica que más de dos tercios del pueblo mexicano aún sigan respaldando a Andrés Manuel pese a que los avances no han sido lo rápido que se hubiese querido.

No es sólo México

Pero como se señalaba al inicio de estas líneas, las palabras de Marcelo Ebrad, no sólo explican lo que sucede en México, también dan en el clavo con lo que sucede en otras partes del continente. Allí tenemos las movilizaciones masivas en Chile, Colombia y Haití, pueblos que pese a la pandemia salieron a las calles y están comenzando a tumbar al neoliberalismo en sus países.

Les chilenes ya dieron un gran paso con la elección mayoritaria de sectores progresistas tanto para la redacción de su nueva Carta Magna, como en la elección de alcaldes en ciudades importantes del país.

Los pueblos colombiano y haitiano siguen en las calles pese a la brutal represión de gobiernos reaccionarios cuasi dictatoriales. Y seguirán estando en las calles porque su destino depende de esa prepotencia militante, de esa mística revolucionaria y popular.

Y en el mismo camino se puede hablar de Perú, un pueblo históricamente castigado por las políticas neoliberales y saqueado por sus oligarquías en asociación directa con el imperio y sus multinacionales de la rapiña y el saqueo. Un docente rural y sindicalista como Pedro Castillo se enfrenta hoy a la hija del dictador Fujimori, un emblema de la derecha empresarial y corrupta más reaccionaria del continente.

Así las cosas, la derecha está mostrando sus dientes cual bestia herida de muerte y arrinconada. Saben que de llegar gobiernos populares, progresistas o revolucionarios a sus países comenzarán a perder sus privilegios, además de que su amo, EEUU, comenzará con los gritos porque “se le desordenó” lo que entienden es su “patio trasero”.

Nada de lo que suceda este año será menor, desde las elecciones de la constituyente en Chile, pasando por los alzamientos populares en Colombia y Haití, o la recuperación de los sectores populares en países como Paraguay, Uruguay, Brasil y Ecuador, hasta las elecciones de medio término tanto en México como en Argentina. Sea en las urnas o en las calles, el destino de Nuestra América está en manos de la lucha popular y de la consolidación de una nueva oleada progresista, que nos encuentre nuevamente unides y nos deposite un paso más cerca de nuestra segunda y definitiva independencia.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Violeta cantaba a la diferencia

Violeta cantaba a la diferencia

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

El 4 de octubre del mismo año en que caía el Zar dándole paso a la Revolución Rusa conducida por Lenin; en San Carlos, Chile, nacía Violeta del Carmen Parra Sandoval. Era hija de Clarisa, una  campesina, y de Nicanor, un  profesor de música rural.

A temprana edad se acercó a la música y en ella encontró la respuesta a las tristezas de su infancia fría y despojada de derechos. La guitarra se volvió su  mejor herramienta de expresión. Violeta viajó por Chile tocando en cada lugar donde hubiese alguien dispuesto a poner la oreja para escuchar. Eso le otorgó conocimiento de su cultura y la transformó en un testimonio desde Chile hacia el mundo.

Su vida y obra constituyen una referencia universal para el folklore. Fue madre de cuatro hijes y estuvo casada en dos oportunidades. Quienes llegaron a conocerla y compartir sus sueños, la describen como alguien que construía a partir del amor, la paz y la justicia social.

De alma revolucionaria, sus letras y composiciones están marcadas por armonías disonantes que lograron transmitir sus sentires. La tristeza, el amor o el desamor, la política y la denuncia son piezas clave en la composición, tanto de sus canciones como de sus pinturas al óleo o las arpilleras que con sus propias manos creaba para vestir sus presentaciones.

Llegando a la década del 40, junto a su primer marido, se acerca al comunismo. Desde ese momento, Violeta no paró ni un instante en gritar las injusticias de su Chile, a través de las cuerdas de su guitarra.
Nuevamente viaja por el país, esta vez recuperando bagualas populares que prácticamente estaban desaparecidas y que muchas veces hasta para el pueblo Mapuche ya eran parte del olvido. Ella las reversionó.

Violeta se volvió reconocida mundialmente y con ella el rostro desprotegido del pueblo Chileno se iluminaba. Pero era mucho más que eso, porque en los rasgos aindiados de Violeta se reflejaba la mirada y la voz de toda Nuestra América.

El 17 de diciembre de 1965 Violeta Parra inaugura La Carpa de La Reina en un terreno ubicado en el Parque de la Quintrala que el municipio le había cedido para consolidar un centro cultural, su mayor anhelo.

Su hijo Ángel contó que su madre había llegado a un punto culmine: acababa de exponer su colección de arpilleras en la sala de Artes Decorativas del Museo del Louvre de París. Después, sólo le interesaba quedarse cerca de la gente y vivir, literalmente, con los pies en la tierra.

La carpa tenía capacidad para 500 personas pero solo llegó a tener unas 150 de público en verano, y llegado el invierno se convirtió en un problema. Las clases culturales no pudieron concretarse por falta de gente. Las lluvias convirtieron al Parque La Quintrala en un barrial y el lugar era inaccesible.

Gilberto Favré, su enamorado de entonces, no resistió el frío ni la frustración y un día de 1966 partió a Bolivia. Una noche de junio la carpa se vino abajo y con ella Violeta.

El 5 de febrero de 1967, tres años antes del ascenso de Salvador Allende al gobierno, Violeta Parra tomó un revólver se lo llevó a la frente y apretó el gatillo; murió al instante. Hacía tiempo que se encontraba deprimida por la historia de su vida, su tierra, las desdichas amorosas y el hecho de que como artista no había sido escuchada por quienes gobernaban.

Al instaurarse la dictadura de Pinochet en 1973, parte de sus obras fueron resguardadas en la Casa de Las Américas en Cuba. Y algunas de las arpilleras que habían quedado en su casa de Ginebra fueron rescatadas por un amigo suyo de Suecia, que en 1979 las entregó para que pudieran ser exhibidas.

Su paso a la inmortalidad fue de la mano de variades artistas que reversionaron o hicieron mención de su nombre en canciones de diversos géneros, conquistando así el corazón de miles de melómanes alrededor del mundo.

Fue una artista polifacética que supo encarnar la voz de muchísimas mujeres silenciadas por el contexto y el machismo predominante de la época. Una referente para mujeres como Mercedes Sosa, quien le rindió un homenaje con la conocida versión de Gracias a la Vida, obra que termina de realizarse en términos filosóficos, un año después al suicidarse.

Jorgelina Urra
Jorgelina Urra

Para que las ideas no mueran hay que escribir, pero como el lenguaje es un universo lleno de palabras muertas y consejos de la RAE; prefiero hablar desde un léxico más revolucionarie.

Felipe Bertola
Felipe Bertola

Cuando estaba en la panza, mi vieja me cantaba «Significado de Patria» para tranquilizarme. En la comunicación y organización popular encontré la clave para poder «ser la revancha de todxs aquellxs». Como todo buen platense, sé lo que es ganar una Copa Libertadores.

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