Arafat

Arafat

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Mohammed Yasser Abdel Rahman Abdel Raouf Arafat al-Qudwa al-Husseini fue un político y líder palestino. Nació en El Cairo, el 24 de agosto de 1929. Su padre Abdel Raouf al-Qudwa al-Husseini, era un palestino de Gaza, mientras que su madre, Zahwa Abul Saud, procedía de una familia de Jerusalén. Fue el segundo de siete hermanos de los que solamente él y su hermano menor Fathi, nacieron en El Cairo.

Al fallecer su madre por una dolencia renal, cuando Arafat tenía cuatro años, su padre decidió enviarlo a él y a Fathi junto a su tío materno Salim Abul Saud en Jerusalén, con el que vivieron durante cuatro años. Durante su estancia en la Ciudad Santa fue instruido en los preceptos que establece el Corán y tomó conciencia de la colonización británica. En 1937 regresan a la casa paterna quedando al cuidado de su hermana mayor, Inam.

Vivió en el exilio desde 1948. La lucha armada palestina dio inicio en 1965 y aunque sus ataques no afectaron seriamente al ejército israelí, sirvieron para levantar la moral de los palestinos y proyectar internacionalmente la fama de Arafat. En 1969, fue nombrado presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Los campamentos guerrilleros organizados por esta organización, se establecieron en Jordania, en la línea fronteriza con Israel, promoviendo la creación de la Autoridad Nacional Palestina en los territorios de Gaza y Cisjordania. En 1974, Yasser Arafat participó en una asamblea de las Naciones Unidas (ONU) donde fue el primer representante de una organización no gubernamental, en dirigirse al plenario de la ONU.

En 1982, el gobierno israelí intentó desarticular la guerrilla palestina en Líbano e invadió el sur de este país, cercando a Arafat y a sus fuerzas en Beirut. La diplomacia americana negoció la evacuación de la OLP de Beirut, aunque Estados Unidos se negaba a reconocer a esta organización como interlocutora en el conflicto en Medio Oriente. A finales de 1987 comenzó la primera Intifada y al año siguiente Arafat declaró la independencia del estado palestino.

Primer Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, dedicó la mayor parte de su tiempo a dirigir la lucha nacional palestina para exigir el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.

Participó en una serie de negociaciones con el gobierno de Israel para poner fin al conflicto, incluyendo la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, los Acuerdos de Oslo en 1993, y la Cumbre de Camp David de 2000.

En 1994 recibió el Premio Nobel de la Paz junto con los líderes israelíes Yitzhak Rabin y Shimon Peres, por las negociaciones en Oslo. A finales de 2004, tras llevar más de dos años de confinamiento forzoso en las instalaciones de la Muqataa, la salud de Arafat experimentó una súbita recaída. Fue trasladado al hospital militar Percy, en Clamart, en París, Francia, donde falleció el 11 de noviembre de 2004, tras varias semanas de tratamiento médico.

En aquel entonces las autoridades francesas se negaron a revelar la causa exacta y a finales de noviembre de 2012 un grupo de expertos franceses y suizos exhumaron el cadáver enterrado en Ramalá, Cisjordania, para aclarar las causas de su muerte y confirmar si se había producida por envenenamiento.

Los resultados revelaron la implicación de las autoridades del régimen israelí en el asesinato del líder palestino. El 11 de enero de 2013 el presidente israelí Shimon Peres, admitió por primera vez la participación del régimen de Tel Aviv en la muerte de Arafat.

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Se acerca junio y con él, el mes del Orgullo LGBTIQ+: los logos de empresas e instituciones se tiñen de los colores de la bandera, abundan los viajes a paraísos LGBT y se promociona el turismo hacia las grandes Marchas del Orgullo del año. En las publicidades, todo es diversidad, inclusión e igualdad. Un Estado en el ojo de la tormenta se destaca entre decenas: “Vení a Israel, el destino más gay-friendly”. 

Esta estrategia de marketing global no es nueva: conocida como “Pinkwashing” o “lavado rosa”, designa al intento de lavar la imagen de un país, empresa o producto para simular una simpatía con la comunidad LGBTIQ+ colocándose una máscara rosa -en referencia al color que supo identificar en su momento a las personas homosexuales-, así como el “purplewashing” (lavado violeta) se utiliza para el mismo fenómeno pero en el uso instrumental y mercantil del feminismo.  

Pensado por la Breast Cancer Action, en los Estados Unidos de la década de los ‘90, para hablar de las prácticas de las empresas que usaban el cáncer de mama y el color rosa de esta lucha como herramienta de rentabilidad, la comunidad LGBTIQ+ acuñó el término para explicar una realidad similar, y en particular una situación indignante: el Estado de Israel.    

Ted Eytan / Wikimedia Commons

Desde 2005, Israel, principalmente desde su Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha embarcado y ha invertido en una misión de “rebranding”, una campaña en nombre de la modernización y el desarrollo para proyectar al mundo occidental una imagen de democracia libre, diversa y progresista. El objetivo final: sacarse de encima la reputación de Estado imperial, violador de los derechos humanos, del derecho humanitario internacional, perpetrador del apartheid y la ocupación colonial sobre el pueblo palestino, que bien pesa sobre su imagen. 

Esta ha sido una política proritaria en las relaciones internacionales del régimen sionista, brindando a los países y sociedades occidentales la imagen de un vínculo próximo con la comunidad LGBT+ a través del estereotipo artificial de la “vida gay israelí”. La estrategia de relaciones públicas y propaganda, conocida como “hasbará”, implica una fuerte apuesta de inversión e infraestructura para el gobierno israelí desde hace más de una década, fielmente acompañada por los grandes medios de comunicación hegemónicos occidentales. 

En el proyecto no puede faltar la participación estelar de las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) que financian y difunden la falsa inclusión. Entre las más importantes se encuentra “Stand With Us”, una organización mundial dedicada a “educar” a la ciudadanía sobre Israel, que profesa la supuesta iniciativa israelí de promoción de los derechos LGBTIQ+.   

El World Pride 2006 en Jerusalén, la propuesta de Tel Aviv como centro del turismo “diverso”, la participación de Israel en los festivales de Eurovisión, incluso con artistas y canciones que apelan a la diversidad, despertó la crítica de los movimientos de las diversidades sexuales y de género: la fiesta de colores y el baile con brillantina sobre las ruinas del territorio y el pueblo palestino. 

El “lavado rosa” es el método discursivo necesario y efectivo que encontró el Estado de Israel para esconder las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y renovar la mirada del Norte global sobre la ocupación de Palestina. Israel es la civilización y la modernidad, el único país amigable con la comunidad LGBT+ en una región “naturalmente hostil”. Palestina, y los demás países árabes o de mayoría musulmana, son bárbaros, retrógrados, incivilizados y homofóbicos. Ideología que solo tiene sentido como estrategia política en el marco de un discurso islamófobo y arabófobo.

Las derechas, las corporaciones y los nacionalismos imprimieron en este disfraz rosa, o multicolor, la narrativa occidental del progreso eterno y el desarrollo, que debe ser llevado a los “pueblos bárbaros”. Ya no encarnan, como lo han hecho históricamente, la batalla por un mundo cisheteronormado. Ahora estas fuerzas, en la superficie de un proyecto igual de colonizador y patriarcal, lavan su fachada y muestran su disposición al cambio social, borran el peso político de las reivindicaciones, las identidades y los movimientos sociales de las diversidades y lo convierten en instrumento de propaganda y licencia para la ocupación. 

La justificación internacional a la ocupación y el apartheid viene servida en bandeja, y aún más para los individuos LGB de países liberales que dejaron en el olvido la interseccionalidad y, en uso de sus privilegios de clase o etnia, se han sumado a los ideales neoliberales y de la derecha. Este fenómeno es también conocido como “homonacionalismo”, es decir, la instrumentalización de la homosexualidad para justificar posiciones nacionalistas, basadas en el rechazo a la inmigración extranjera que siginificaría una amenaza a las supuestas conquistas absolutas y reales de las personas LGBT de países occidentales, o encolumnados tras ellos. 

El “pinkwashing” le provee al Estado de Israel una fuente de afiliación y apoyo de los individuos LGB liberales, que desde un encuadre propio de la teoría de los dos demonios, equiparan la opresión colonial del régimen israelí con la discriminación interna hacia personas LGBTIQ+ en la Franja de Gaza, Cisjordania y otros territorios de la Palestina ocupada. El llamado es a “salvar” y “proteger” a los homosexuales palestinos perseguidos y excluidos, y protegerlos en territorio israelí. Este planteo propio de la mentalidad colonial implica, de mínima, dos problemas: 

Por un lado, opaca la idea de una vinculación intrínseca entre la ocupación israelí y la LGBTfobia en el pueblo palestino, en tanto la comunidad LGBT y sus derechos son presentados y, por tanto, comprendidos como fenómenos occidentales que el Estado de Israel busca profesar, y son pensados como una amenaza para la cultura y la tradición palestina que pretende protegerse del invasor israelí. Gran parte de la sociedad palestina termina por internalizar la idea de que la diversidad es ajena: los palestinos queers son colaboradores israelíes o informantes nativos occidentalizados. 

Por otra parte, más allá de las libertades o avances que pueda tener el régimen israelí con sus ciudadanos LGBT+, esta realidad es inexistente para la población palestina que vive en ese territorio, o que pretenda exiliarse allí por protección. Israel niega al pueblo palestino los derechos sobre sus tierras, sobre sus cuerpos, sobre su movilidad y sus vidas, los priva de la garantía de los servicios y derechos humanos más básicos y fundamentales. Esta negación no es excepción cuando se trata de las identidades y subjetividades LGBT+ de palestinos que quisieran refugiarse en el Estado de Israel: “no hay una puerta rosa en el muro del apartheid”

Más aún, como pone en palabras Ghaith Hilal, activista palestino queer de Cisjordania, “Israel crea refugiados, no alberga refugiados”, y explica también: “El pinkwashing quita nuestras voces, historias y capacidad de agencia, diciéndole al mundo que Israel sabe lo que es mejor para nosotros. Al apuntar contra el lavado rosa, estamos recuperando nuestra agencia, historia, voces y cuerpos”. 

Comisión del BDS Pinkwatching

No solo es un lavado de imagen ante la mirada internacional, es también una búsqueda de división interna y psicológica, que aísla y desempodera a las personas LGBT+ en la causa palestina. Crea una ilusión en la que existe esta supuesta “puerta rosa” por la que Israel será el paraíso de la protección de sus derechos y libertades, y por la que es incompatible el “ser palestino” con el “ser queer”.

Entre la reticencia de gran parte del pueblo palestino y la falsa ilusión israelí, la libertad LGBT+ es propuesta como individual, que solo puede conseguirse en la huida y protección que supuestamente será brindada por el mismo agresor. Una libertad que es alienada de la lucha colectiva, que ya no se encontrará junto a los movimientos políticos y decoloniales.   

Esto invisibiliza en la población palestina y en la arena internacional la lucha de la comunidad LGBTIQ+ y feminista de Palestina, que resiste, no desde una mirada liberal y despolitizada, sino como parte de un movimiento político de emancipación y descolonización. Organizaciones como “Queers palestinos para el Boicot, la Desinversión y las Sanciones”, como el Centro Feminista Palestino para el Género y las Libertades Sexuales “Aswat”, y como “alQaws por la diversidad sexual y de género en la sociedad palestina”, suman una contranarrativa enriquecedora que pretende evitar que los palestinos LGBT+ se encuentren en la disyuntiva entre su cultura/pueblo y su orientación sexual o identidad de género. Es una lucha atada a la liberación del pueblo palestino, y que también busca romper con la lógica salvacionista neocolonial del modelo LGBT+ israelí, fiel imitación de Occidente.    

Como subrayan desde alQaws en su análisis “Más allá de la propaganda: Pinkwashing como violencia colonial”, el lavado rosa es más que una estrategia de marketing global. Es, en última instancia, una expresión de la política sexual y de género más profunda del Estado de Israel y de los fundamentos ideológicos del sionismo. El Pinkwashing es el síntoma, pero la raíz de la enfermedad es el colonialismo. Por esto, reconocer el fenómeno pinkwashing como una violencia colonial puede ayudar a comprender cómo Israel divide, oprime y borra a los palestinos sobre la base del género y la sexualidad. 

ONG al-Qaws

En términos generales, es el mismo sistema capitalista global, ahora con la máscara rosa del progresismo liberal, el que permite construir un imaginario social en el que la igualdad es posible a través del consumo y que alcanza con la conquista de algunos derechos para gays, lesbianas y bisexuales o con simples concesiones interesadas, sin darle lugar al cuestionamiento de la estructura patriarcal y desigual propia de este modelo socioeconómico. 

En el contexto de hegemonía neoliberal y de la mano de las derechas socialmente conservadoras, el terreno queda allanado para la fragmentación de la comunidad LGBT+, ahora individualizada, despolitizada, instrumentalizada, y muchas veces limitada a libertades materiales y meritócratas. Un movimiento en la lucha desde hace décadas reducido a la imagen de unos pocos varones gays, blancos, cis, de clase media alta; divorciado de otras minorías sexo-genéricas, alejado de la lucha de les oprimides contra el mismo sistema que se funda constitutivamente en el colonialismo, el patriarcado, el capitalismo y el  imperialismo. 

“No se puede tener la liberación queer mientras existan el apartheid, el patriarcado, el capitalismo y otras opresiones. Es importante apuntar a las conexiones de estas fuerzas opresivas”, expresa Hilal, referente de Al-Qaws. Claridad que puede ponerse en diálogo con lo escrito por Fahad Ali a raíz de las discusiones sobre los derechos queer en Medio Oriente: “Soy árabe, soy palestino, soy gay. Mi refugio gay no es un desfile brillante en Tel Aviv. Es una palestina liberada”.


Otras referencias:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2010/jul/01/israels-gay-propaganda-war

http://www.laizquierdadiario.com/Que-hay-detras-de-las-empresas-diversas-e-inclusivas   

https://www.elquintopoder.cl/politica/pinkwashing-y-el-lavado-de-imagen-de-israel/


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Rutina

Rutina

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Por Felipe Bertola*

Suena la alarma y entre bostezos y el aliento de un par de horas de sueño, se refriega los ojos lagañosos. Son las 9 am y no hace falta madrugar. Hace un tiempo que el horario dejó de tener sentido. Pero bueno, intentar tener una rutina ayuda a encarar mejor lo que queda, que pueden ser dos semanas o un año ¿Quién sabe?

Suspira fuerte y se da el primer empujón anímico para salir de la cama, primero apoya el pie izquierdo, eso sí que desapareció hace tiempo, ya no hay tal cábala en la vida. Por la ventana se cuela un pequeño pero cálido rayo de sol, mientras una cortina de tela flamea impulsada por una suave brisa de otoño. El despertador sigue sonando, recién ahora con un manotazo sin ponerle la vista encima lo apaga. Se pone unas pantuflas y encara para el baño.

Su ropa hace un tiempo que es la misma, lleva un pantalón de jogging gris clarito lleno de bolitas y una remera vieja desteñida; los pantalones de jeans hace tiempo que quedaron en el fondo del placard.

Se lava los dientes y mientras cepilla fuerte se ve en el espejo que tiene unas pequeñas manchas de sarro; por sus pensamientos pasan las mañanas anteriores. Su cara en el reflejo siempre es la misma, pero los parpados están cada vez más bajos. Deja el cepillo en su vasito y se lava las manos.  Se apoya sobre la bacha y se ve por última vez en el vidrio, toma aire inflando el pecho y lo deja salir por la boca. Apaga la luz y se dirige a la cocina.

Agarrando la pava por el mango y empujando con su panza, corre los platos sucios que quedaron de la cena, para que ésta quede bajo la canilla y poder tomarse los primeros mates del día.  Mientras el agua va tomando temperatura busca la yerba, que desde que arrancó este calvario es lo que más rápido se termina. También aprovecha a prende la radio que tiene en el comedor. Ahí hay una ventana amplia y por primera vez en el día ve el cielo, que justo hoy encandila de tanto celeste; mientras dos pájaros pasan volando. Ve la libertad al alcance de su mano, la siente. Sus labios se estiran haciendo una mueca triste y los ojos se le cristalizan. A Milagro Sala se le cruza una nostalgia en la mirada. Hace más de cuatro años que está privada de su libertad.

Cara 17 de abril se conmemora el Día Internacional por las Presas y Presos Políticos. Una forma de lucha contra el olvido, transmitiendo una memoria de los combates y recordando a todes les compañeres encarcelades.


* Periodista, columnista del programa No Se Mancha (Radio Estación Sur - FM 91.7) y de Hijos de 30.000 (Radio UNLP - FM 107.5), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Palestina y el Día de la Tierra

Palestina y el Día de la Tierra

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Por Pablo Jofré Leal*

Han pasado ya 44 años, uno de tantos ejemplos de asesinatos, usurpación y expolio a los que nos tiene acostumbrados la entidad sionista contra el pueblo palestino. Más de cuatro décadas desde aquel día, en que miles de palestinos, enfrentaron al sionismo en defensa de su tierra marcando un hito histórico.

El 30 de marzo del año 1976, agotada de la violación de sus derechos esenciales, la sociedad palestina convocó a una huelga general. En esta ocasión, como protesta ante la decisión israelí de confiscar dos mil hectáreas de tierras (21 mil dunums), pertenecientes a palestinos que habitaban en el norte de la Palestina histórica. El hecho se daría tras 28 años del nacimiento de Israel, bajo la crisis de conciencia de las grandes potencias, que el 14 de mayo del año 1948 avalaron su nacimiento. También habían transcurrido 9 años desde la guerra de 1967, que significó la ocupación de los territorios de Gaza y Cisjordania, junto al proceso de expansión en los Altos del Golán Sirio y la Península del Sinaí egipcio.

Estas tierras que serían utilizadas, tanto para implantar campamentos militares, como para su entrega a colonos extranjeros, de creencia judía, que se establecerían en ellas. La protesta se zanjó con el asesinato de siete jóvenes palestinos de las aldeas de Arraba, Sakhnin y Deir Hanna: crímenes de lesa humanidad, que además de ser una acción ilegal (asentar colonos mediante la confiscación de tierras) contravenían todas las disposiciones internacionales. Las resoluciones de las Naciones Unidas establecen la absoluta prohibición de trasladar extranjeros a tierras ocupadas, constituyendo aquello un quebrantamiento del título III, sección tercera del Cuarto Convenio de Ginebra.

Esos jóvenes palestinos, ofrendaron con su vida aquello que para los pueblos celosos de su soberanía y dignidad, representa su aliento vital: la relación estrecha que se tiene con la tierra, considerada una madre proveedora, que acoge y ama. Tierra que con sus olivos, sus cultivos y los animales que pastan en ellos, representan un vínculo indestructible.

Cada año, desde 1976, los mártires vuelven a ser recordados, vuelven a pasar por nuestros corazones. Como expresión de ese “recordis”, se planta un olivo como símbolo de esta relación, que hunde sus raíces en la historia milenaria del pueblo palestino. Tierra hoy saqueada y ofendida por la presencia de extranjeros. Un hecho simbólico que expresa la voluntad irrenunciable de millones de hombres y mujeres, y la decisión de volver a sus hogares. Territorios de los que fueron expulsados (en la llamada Nakba, catástrofe en árabe), donde están sus raíces; allí donde por generaciones se han establecido.

Recordar el 30 de marzo es poner en permanente visibilidad los derechos del pueblo palestino. Derechos sacrificados en función de los intereses geopolíticos de la Triada sanguinaria del imperialismo estadounidense, el sionismo israelí y el wahabismo saudí. Washington avala los crímenes de la entidad israelí, porque esta funciona como portaviones terrestre del imperio en la región.

Es revivir reivindicaciones, derechos usurpados, sueños truncados, léase: el retorno de los refugiados, la autodeterminación, el derecho de libre tránsito por su tierra, el derecho a mantener su cultura y no estar sujeto a un proceso de invisibilización. El sionismo roba la música, el vestuario, la comida y la historia misma de Palestina, en busca de construir un mito; incluso falsifica la arqueología, para otorgar a esos extranjeros un sentido de pertenencia.

En estos 44 años, la conmemoración del Día de la Tierra, ha tenido un nuevo hito que relanzó con fuerza la defensa irrestricta de los derechos del pueblo palestino: el día 30 de marzo de 2018, miles de gazaties venidos desde Jan Younis, Beit Hanoun, Rafah, desde los campos de Jabaliya, Bureij o Beit Lahia; hombres y mujeres que se agolparon con sus sueños, demandas, sus cánticos en la valla que separa la Franja de Gaza de la Palestina histórica. Una frontera artificial, que expresa la violación de los derechos de dos millones de habitantes del enclave costero, sometido a un bloqueo criminal desde el año 2006 a la fecha. Un asedio, que en el marco de la pandemia del Covid-19 significa la posibilidad cierta de generar una catástrofe humanitaria de proporciones incalculables, en una Gaza ya martirizada, convertida en el campo de concentración a cielo abierto más grande del mundo.

Una Franja de Gaza transformada en un gueto gigantesco, con alambradas, cercos, muros, torres de vigilancia, patrullajes militares. Una Gaza que ha derivado en una réplica monumental de aquellos campos de concentración que el nacionalsocialismo instaló en tierras ocupadas durante la Segunda Guerra Mundial. Un panorama que bien deben conocer muchos alemanes, polacos, franceses, holandeses (entre otros) de creencia judía. Aquellos que pasaron por campos de concentración y que paradojalmente vuelven a aparecer en este Siglo XXI, esta vez utilizados por aquellos que han hecho de su propio sufrimiento, un modelo a seguir contra el pueblo palestino. Singular, por cierto, y hasta patológico, en este nacionalsionismo con directrices políticas emanadas desde Tel Aviv, avalado desde Washington, con tropas de ocupación y hasta la réplica de las unidades de calavera, propias de los campos de exterminio del Tercer Reich.

Rememorar los hitos que marcan nuestra historia es fundamental. Más aún cuando esas fechas conmemorativas traen a nuestra mente y nuestros corazones, el sacrificio de miles y miles de hombres y mujeres, que han ofrendado su vida por una Palestina autodeterminada. Cada 30 de marzo, Palestina recuerda a sus mártires, reivindica su derecho al retorno a la tierra de la cual fueron expulsados por extranjeros sionistas, venidos principalmente desde Europa. Expulsión que se dio en un marco político internacional, signado por la confrontación este-oeste que también se daba en Asia Occidental y en el Levante Mediterráneo. Tierras que han sido por siglos cruce de culturas, pero que nunca tuvieron características mesiánicas, criminales y racista como las del sionismo. Régimen criminal que contaba y cuenta con el apoyo de potencias occidentales, que encontraron en la conformación de la entidad israelí, la mejor opción para consolidar su hegemonía en Asia Occidental, que hasta la actualidad sigue siendo un campo de batalla cruento.

44 años han pasado desde aquella manifestación reivindicativa palestina, con el asesinato de siete jóvenes, que elevaron su voz de protesta frente al robo israelí. Cuatro décadas de reclamos, resoluciones, intifadas y agresiones sionistas contra los territorios ocupados y bloqueados de Cisjordania y Gaza. Sin embargo, no existe ley que respete Israel, no existe determinación de la ONU, llamados de organizaciones de derechos humanos, o voces de condena que limiten el actuar sediento de sangre de la entidad sionista. Israel sigue robando tierras palestinas, sigue masacrando a su población, demoliendo casas, destruyendo cultivos, impidiendo la expresión cultural. Día a día ahogan a Palestina con el aval de un mundo que ciego, sordo y mudo, no planta cara a estos crímenes.

El Día de la Tierra es una señal, una fecha que debe difundirse pues. No sólo es un recordatorio para los palestinos que viven en su tierra histórica bajo leyes discriminatorias, en territorios ocupados cercados por muros y alambras, o en campamentos de refugiados impedidos de volver. El Día de la Tierra es un llamado de alerta, un emplazamiento a nuestra conciencia para no callar, para elevar nuestras voces en alto, denunciar, exigir el fin de tanto crimen, de tanta perversidad, tantas muertes, robos y saqueos. Exigir que esta ideología criminal y sus seguidores terminen en el basurero de la historia. Hoy más que nunca es necesario denunciar. Pasar de las palabras a la acción.

Fortalecer la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS – contra la entidad sionista. Hoy, más que nunca es necesario exigir a los organismos internacionales que cumplan su papel y dejen de lado la hipocresía y complicidad con el terrorismo israelí. El Eje de la Resistencia debe mostrar un camino claro de apoyo a la lucha del pueblo palestino. No es posible seguir aceptando que los muertos provengan desde la sociedad palestina y que Israel no sufra las consecuencias de su accionar criminal.

El Día de la Tierra nos recuerda, que durante 72 años, Palestina ha tenido que soportar un virus asesino, un patógeno que se ha llevado consigo, decenas de miles de valiosas vidas palestinas. El Virus Sión-48 que resulta ser más mortal que todos aquellos virus surgidos en laboratorios o reservorios naturales. El Día de la Tierra nos recuerda, que Palestina sufre una epidemia producto de un virus ponzoñoso, que requiere más que kits de detección, interferón o remdesivir. Necesita el concurso solidario de gobiernos y sociedades, de hombres y mujeres justos, para destruir definitivamente este pernicioso virus sionista que tanto daño causa a la humanidad.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
El Silencio: señal de complicidad con el nacionalsionismo

El Silencio: señal de complicidad con el nacionalsionismo

TIEMPO DE LECTURA: 13 min.

Por Pablo Jofré Leal*

El día 28 de enero del 2020,el mundo fue testigo de la verbalización y estreno en sociedad, de lo que el gobierno estadounidense presidido por Donald Trump y el sionismo, han dado en llamar el “Acuerdo del siglo”.

Un plan presentado en Washington, por el binomio conformado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump, acompañado del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Ambos con problemas políticos y judiciales de envergadura, que precipitaron la puesta en escena de una de las ideas de dominio más escandaloso y miserable, que haya visto el mundo en los últimos años. Un propósito político, que pretende hundir cualquier posibilidad, por remota que haya sido, de concretar un Estado palestino y con ello dar una chance a la paz.

El callar frente a este absurdo internacional es ser parte de la maquinaria criminal de la alianza entre el imperialismo y el sionismo, que presenta sin pudor alguno, al agredido como agresor y al victimario como víctima. Un escenario que nos obliga moralmente a dejar claro que en este escenario de un “falso plan de paz” los matones y criminales contra el pueblo palestino y sus derechos son precisamente Unidos e Israel. Dejar claro que el victimismo no puede seguir acompañando el actuar de Israel, que bien ha sido favorecida por siete décadas de su condición de eterno sacrificado, recibiendo miles de millones de dólares, como compensación, principalmente de países como Alemania y Suiza mientras su papel homicida pretende ser ocultado.

Usar los conceptos correctos

En ese contexto, no podemos seguir calificando como “Acuerdo de paz” al programa fantasioso presentado por Trump. Un nombre repetido hasta el hartazgo por la prensa occidental, como si esa propuesta, lanzada con bombos y platillos en la capital estadounidense, representara el sumun de la forma de negociar entre aquellos que tienen alguna disputa. Un proyecto absurdo, pero no por ello menos peligroso, que de convenio, arreglo consensuado, no tiene absolutamente nada. Y esto, no porque una de las partes se negara a rubricar con su firma lo acordado, sino porque uno de los actores principales y además víctima de 72 años – desde el año 1948 cuando se crea la entidad sionista llamada Israel – de violación de sus derechos humanos fundamentales, es el pueblo palestino. Sociedad que no tuvo participación alguna en la elaboración de este bosquejo caprichoso de los sueños de dominio del sionismo.

Palestina, sus organizaciones políticas, sociales, militares movimientos o líderes, no tuvo representante alguno en la elaboración de este plan, que fue encargado ex profeso por Trump en su coordinación, darlo a conocer a los socios incondicionales de Washington, como es el caso de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto (con participación igualmente de Bahréin y Omán), a su yerno, el millonario estadounidense y activo colaborador de organizaciones sionistas instaladas en Cisjordania, Jared Kushner. Una propuesta de carácter impositivo, que tiene la intención de desviar la atención, ya sea al proceso de destitución (Impeachment) del propio Trump en Estados Unidos, como también apoyar políticamente al Netanyahu, socio incondicional de Washington, que deberá enfrentar nuevas elecciones en marzo próximo. Un Netanyahu, que está siendo sometido a un proceso judicial por corrupción y tráfico de influencias.

El documento de 80 páginas presentado por Donald Trump, acompañado de un exultante Benjamín Netanyahu y el líder opositor israelí Benny Gantz, es lisa y llanamente, un nuevo intento de intensificar la ocupación y colonización de Palestina y cuya denominación real es “la imposición del siglo”. Ese es el nombre que debemos darle “Un Plan de Imposición” un Diktat infame. Esto, pues se trata de fomentar el viejo anhelo de la alianza entre el imperialismo y el sionismo destinado a invisibilizar al pueblo palestino, negarle sus derechos como pueblo al impedir su autodeterminación a través de la imposibilidad de conformar un Estado en los territorios de Cisjordania y la Franja de Gaza. Someterlo, ahogarlo en escenarios de dependencia, entorpecer su desarrollo como sociedad, chantajearlo, tratar de humillarlo hasta reducirlo al sometimiento total.

Resulta inaceptable el vocabulario medroso, timorato de la ONU frente a los planes trazados por Trump y sus aliados. Una ONU que resulta ser la institución desbordada en sus atribuciones, en la validez de su Carta fundacional, violada permanentemente por todas las administraciones estadounidenses, que ha privilegiado su sociedad con el sionismo en lugar del respeto a la inmensa mayoría de naciones, cuyos gobiernos suelen ser chantajeados por Washington, cuando expresan su decisión de no ser parte de sus aventuras de ilegalidad. Una ONU que a través del Relator especial de este organismo en Palestina, Michael Link señaló que “el reciente plan de paz para solucionar el conflicto entre palestinos e israelíes presentado por el presidente de EEUU, Donald Trump, es una propuesta sesgada hacia una de las partes del conflicto”. Constatación evidente, que a pesar de las buenas intenciones de Link, no da cuenta de lo que se exige a la ONU en materia de llamar al orden, exigir el cumplimiento de la legislación internacional y si ello no es así avanzar hacia resoluciones que obliguen a ese cumplimiento, como sería, por ejemplo, aplicar la carta de las Naciones Unidas y su capítulo VII.

Por su parte la Unión Europea, que suele acompañar a Estados Unidos en sus aventuras belicistas  y quedarse sólo en la crítica velada, cuando las violaciones a la ley internacional son demasiado evidentes, ha dado nuevas muestras de esa carácter veleidoso y timorato al señalar, a través del jefe de su diplomacia, el español Joseph Borrel, que “El acuerdo del siglo desafía muchos parámetros acordados por la comunidad internacional: las fronteras de 1967, según lo acordado por ambas partes…apoyamos cualquier posibilidad de lograr la paz a base de una solución de dos Estados y del respeto al derecho internacional”. Concluyó Borrel tras un encuentro con el Canciller jordano Ayman al-Safadi, en Amman, la capital del país donde el 60% de la población es de origen palestino. Tibio, acomplejado, como lo ha sido cada vez que se requiere de la Unión Europea palabras firmes y decididas, como fue en el caso de Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y que significó la violación del acuerdo nuclear firmado con Irán.

La Liga árabe, a su vez, en declaración pública emitida por los Ministros de Relaciones exteriores de esta organización en la ciudad El Cairo, la capital egipcia, el día sábado 1 de febrero insistió, que la única solución al contencioso israelo-palestino, es la de permitir la conformación de dos Estados, basada en las fronteras de 1967, y en la que los palestinos tendrían como capital Jerusalén Este. En un texto tenue, blando y que da muestras del sometimiento de muchos de los gobiernos árabes a las presiones de Washington y el acercamiento inaceptable con el régimen sionista, se consignó su expresión políticamente correcta “solicitamos a los Estados Unidos a que se comprometa con las referencias legales internacionales del proceso de paz justo, continuo e integral” muy distante de las expresiones de la calle, de las sociedades de esos países, que dan cuenta de la solidaridad con Palestina.

Ni de esta Liga árabe ni de la llamada Organización de Cooperación Islámica (OCI) cuya reunión extraordinaria se celebró en la ciudad saudí de Yedda el día lunes 3 de febrero, salió una condena expresa, fuerte o un llamado al Consejo de Seguridad de la ONU, para sacar adelante una resolución condenatoria contra Estados Unidos e Israel por este plan de dominio colonial. La reunión de la OCI, a la cual Irán no fue invitada, se limitó a expresar una solidaridad con Palestina, enfatizando que el plan pro-israelí de Estados Unidos viola las leyes y los tratados internacionales y socava la paz. “Este plan estadounidense-israelí (…) no responde a las mínimas aspiraciones ni a los derechos legítimos del pueblo palestino”. El rechazo de la monarquía árabe a condenar la iniciativa estadounidense y su medida de impedir la participación de Irán muestran el enfoque pro-israelí de Arabia Saudí, que genera un clima de presiones al interior de la OCI, que indudablemente impide avanzar por el camino de la censura firme a Washington y sus afanes hegemónicos y cómplices del sionismo en Oriente Medio.

El silencio, la falta de voluntad política y de dignidad frente a los atropellos cometidos por el sionismo – avalado y protegido en ello por Wshington – genera la lógica repulsa a los gobiernos que se conducen de esta forma: ser cómplices de la ocupación y el colonialismo implementado en Palestina desde el año 1948. No es suficiente emitir una declaración llamando a la paz o respetar la idea de los dos Estados, cuando el agresor no tiene intención alguna de respetar las leyes internacionales, los acuerdos firmados y menos aún acatar la exigencia respecto a no violentar los mínimos derechos humanos de la población sometida a su ocupación. Un régimen como el israelí, que tiene una enorme diferencia a favor en materia de armas, tecnología y posibilidades de infringir un daño considerable al pueblo palestino. No es suficiente llamar a respetar la ley internacional cuando Washington y Tel Aviv no lo han hecho nunca, convirtiendo esta forma de conducirse en una crónica repetición, una forma de hacer política que debe desaparecer

Voces de dignidad desde El Líbano e Irán

En ese marco de mutismo obsequioso, de reparos vagos, poco certeros, de constatar que regímenes corruptos como el de Egipto y las Monarquías ribereñas del Golfo Pérsico sucumben a la influencia del imperialismo y el sionismo, resulta alentador tener expresiones de rechazo, claros y contundentes como el del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) que ha declarado, a través  del Vicesecretario general  de Hezbolá, el Sheij Naim Qasem “No hay ningún lugar para Israel con fronteras reconocidas; el único lugar para Palestina es todo el territorio palestino desde el mar hasta el arroyo”. Se amplió la opinión al señalar aquello  que por evidente suele no consignarse “el presidente de EEUU presentó este plan por (la proximidad de) las elecciones de EEUU y también para recaudar votos para Benjamín Netanyahu (premier israelí) dentro de los territorios ocupados palestinos”. La organización libanesa declaró, igualmente que “El acuerdo del siglo es un paso muy peligroso que tendrá graves repercusiones en el futuro de la región y de sus habitantes; más que un acuerdo del siglo es, en realidad, “el acuerdo de la vergüenza”.

En el caso de la República Islámica de Irán, este país se ha convertido en el referente por excelencia en el apoyo a Palestina. Desde opiniones del mundo militar, hasta altos líderes políticos y religiosos la condena explícita y clara contra el plan de intensificación de la ocupación y colonización, eufemísticamente llamado “Acuerdo del Siglo” resulta un bálsamo frente a tanto genuflexo. Para el jefe del estado mayor de las fuerzas Armadas de Irán, el general de división Mohamad Hosein Baqueri “Cualquier tipo de consentimiento implícito, silencio, ignorancia o doble comportamiento con este plan atroz (…) podría afectar, más allá de Palestina, la independencia y la soberanía nacional de otros países islámicos…este plan es un error histórico y estratégico, que busca materializar el sueño de 70 años de los sionistas para ocupar Palestina”. Desde el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, un comunicado de esta organización consignó que “El acuerdo del siglo, no sólo no proporcionará seguridad y estabilidad al régimen sionista, sino que, al contrario, al igual que otros planes crueles de paz cocinados en la Casa Blanca y Tel Aviv, está destinado al fracaso, y acabará en el basurero de la historia. Además encenderá más que antes la llama de la ira y el rencor de los combatientes de la Resistencia… este plan es uno de los mayores crímenes y traiciones sin precedentes en la historia contemporánea”

Desde el liderazgo religioso, el guía Supremo de la Revolución Islámica de Irán, Ayatolá Sayyed Ali Jamenei, condenó la política del gobierno de EEUU contra Palestina afirmando que “el llamado “acuerdo del siglo” nunca se materializará. Para consternación de los políticos estadounidenses, la política malvada de EEUU contra Palestina nunca dará fruto, por la gracia de Dios. Al hablar cerca de la judaización de Al Quds y afirmar que debería estar en manos de los israelíes, (Trump) está hablando estúpidamente y de manera imprudente. El tema de Palestina nunca será olvidado. La nación palestina y todas las naciones musulmanas definitivamente se enfrentarán a ellos y no permitirán que se materialice el llamado “acuerdo del siglo” concluyó el líder iraní.

Nuestras sociedades deben movilizarse, exigir a cada gobierno una condena tajante a la política de ocupación y colonialista del sionismo. No es posible aceptar la idea de quitar por decreto el derecho de Palestina a que su capital sea Al Quds y en cambio señalar en forma ominosa, que esta ciudad milenaria, que en el campo del derecho internacional es un territorio ocupado, igual que las partes de Cisjordania que Israel anexó unilateralmente, sea entregada en una especie de remake del viejo mito de “una tierra prometida para un pueblo elegido”. Al Quds, así como la Palestina histórica y los territorios ocupados tras la guerra del año 1967 son palestinos. Igualmente, hay que hacer presente, que la Cuarta Convención de Ginebra de 1949 y las Regulaciones de La Haya de 1907 prohíben que las potencias ocupantes alteren el modo de vida de los civiles ocupados y prohíben el asentamiento de gente del país del invasor en el territorio ocupado. Más claro, echarle agua. Los 250 mil colonos extremistas, que ocupan asentamientos en Al Quds este, son ocupantes que violan el derecho internacional y a los 400 mil que se diseminan como una plaga invasora por el resto de Cisjordania.

Tampoco debemos aceptar que este plan imponga ideas que concretan ideas racistas, propias de regímenes que ocupan territorios que no les pertenecen y trasladan a ellos colonos armados y defensores a ultranza de esa conducta violatoria. El Plan de Trump establece que los asentamientos existentes en Cisjordania serían incorporados a Israel, comprometiéndose a no construir nuevas colonias, no expandir los existentes y no aprobar planes de construcción en terrenos definidos como parte de Palestina (decisión claramente burlesca, pues es lo que han hecho permanentemente desde el año 1948 a pesar de resoluciones internacionales y acuerdos como el Oslo del año 1993). El fantasioso plan de Trump también ha definido, que Israel no procederá a demoler estructuras existentes (es decir el muro que con sus 720 kilómetros de largo divide a aldeas, pueblos y ciudades palestinas en Cisjordania y que en el caso de la Franja de Gaza significa concretar esta realidad de ser el campo de concentración más grande del mundo). Una nueva burla y una nueva violación a las resoluciones de la ONU que han exigido el desmantelamiento de este muro del apartheid.

Se requiere la más firme oposición a la decisión señalada por el plan estadounidense-israelí de anexar el Valle del Jordán, que ha señalado, en forma socarrona, que dejará operar empresas palestinas bajo licencias entregadas por Tel Aviv. Negarse al control de acceso y salida de Palestina por parte de la potencia ocupante, que en el caso de Egipto implicará un acuerdo especial entre el régimen de ese país y Tel Aviv. Unido a ello, Israel mantendría el control absoluto del espacio aéreo y marítimo palestino. Se suma la negativa de permitir el retorno de los refugiados palestinos, negando con ello una de las reivindicaciones más sentidas de este pueblo desde la Nakba (catástrofe en árabe tras la ocupación sionista del año 1948), como también se requiere estar alertas y oponerse al decisión de poner fin a la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNWRA).

Resulta imposible aceptar las exigencias, que el plan de Trump y Netanyahu desean imponer a Palestina. Es por ello que el silencio no puede ser aceptado. No es posible ser cómplice de decisiones tales como crear una Nueva palestina, totalmente desmilitarizada, a merced del sionismo en esta paradoja de ser dominado por aquellos que la agreden y que hoy habla de protegerla y que incluso pague por esa protección. Te cuido pero te asesino es la máxima sionista. Te resguardo de tal manera que el asesinato cotidiano quede impune, entre los muros creados para tu “propia seguridad”. El victimario, en una coordinación con Egipto y Jordania, afirma que se preocupará de la seguridad de los palestinos. Una entidad que seguirá teniendo pase libre a todas las ciudades palestinas, vedada de atender sus propios asuntos de seguridad e imposibilitada de generar acuerdos con estados u organizaciones que afecten la seguridad del régimen sionista, según señalan los invasores. Como tampoco podrá unirse a entidades internacionales, retirando todas sus demandas interpuestas contra el ocupante ya sea en la Corte Penal Internacional, las Naciones Unidas, la Interpol, UNESCO, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, entre otras.

Estamos en presencia de un plan destinado a invisibilizar completamente al pueblo palestino, hundirlo en el marasmo, en hacer olvidar los sueños y anhelos de millones de seres humanos sometidos hace 72 años al más cruel de los dominios. Un plan impositivo, criminal en esencia, destinado a generar una estructura jurídica, política, militar y de complicidad con gobiernos corruptos de la región, destinado a sepultar toda aspiración de autodeterminación de Palestina. Esto es inaceptable, no es digno, justo ni aceptable callar frente a otro de los crímenes que se está cometiendo contra millones de hombres y mujeres de Palestina, sometidos a un régimen que ha superado todo límite aceptable y que merece, incuestionablemente, la denominación de régimen nacionalsionista israelí. No callemos, nuestra dignidad como seres humanos, nuestro deber solidario con nuestros hermanos de palestina nos obliga a alzar la voz.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
La impunidad del Sionismo debe terminar

La impunidad del Sionismo debe terminar

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Por Pablo Jofré Leal*

Ante el silencio de la comunidad internacional, el régimen de Israel lleva más de siete décadas cometiendo crímenes contra los palestinos.


Día a día, el apoyo de Estados Unidos, el silencio obsequioso de países aliados occidentales como Francia y el Reino Unido y la traición de monarquías y gobiernos árabes como Arabia Saudí y Egipto, por ejemplo, permiten que el sionismo cometa los más execrables crímenes contra el pueblo palestino, bajo la más absoluta impunidad.

Una arbitrariedad que se expresa cotidianamente en la violación de los derechos humanos del pueblo palestino, la ocupación y colonización de su territorio, la construcción de un muro -que segrega el territorio de Cisjordania y que ha concretado en Gaza- y la conformación del campo de concentración más grande del mundo. Allí, dos millones de palestinos sobreviven hacinados bajo la bota de un régimen que se asemeja, en muchos aspectos, a los peores regímenes totalitarios que ha tenido el mundo, y que permite signar con el nombre de nacionalsionismo a una entidad como la israelí, que considera a millones de seres humanos, simplemente como “animales que caminan sobre dos piernas”, como los definió en alguna oportunidad el ex primer ministro Menahem Begin. O lo señalado por Chaim Weizmann, el primer presidente del régimen de Israel, quien declaró que “los británicos nos han dicho que hay allí (en Palestina) algunos centenares de miles de negros sin ningún valor”. Palabras provenientes de los mismos que condenaban las acciones, palabras y los crímenes del nacionalsocialismo contra europeos de creencia judía y que después, como expertos alumnos, los llevan a cabo contra el pueblo palestino.

Resoluciones condenatorias para qué?

El día 23 de diciembre del año 2016, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución N.º 2334 contra los asentamientos que el régimen sionista, en contravención contra las leyes internacionales y como evidente crimen de guerra, ha construido en tierras cisjordanas. Una resolución que salió a la luz a pesar de las presiones de la recién electa Administración Trump y el régimen de Benjamín Netanyahu, que hicieron denodados esfuerzos, junto al chantaje de organizaciones sionistas ligadas al lobby del gobierno y empresas estadounidenses -como es el Comité de Asuntos Público Estadounidense-Israelí (AIPAC)-, para impedir que la mencionada resolución saliera a la luz. La misma contó con la coautoría de Nueva Zelanda, Malasia, Venezuela y Senegal, destinada a condenar los asentamientos de colonos sionistas.

La Resolución N° 2334 señaló que la presencia de Israel y sus fuerzas ocupantes en la Ribera Occidental y en la ocupada parte de Jerusalén Este (Al-Quds) supone una “violación del derecho internacional y un grave obstáculo para solucionar el conflicto, a través de la creación de dos estados”. Y además de signar esta presencia israelí como ilegal y un freno a los intentos por hacer cumplir las exigencias internacionales (que se prolongan ya por 72 años desde la creación de Israel), la resolución consignó, por primera vez, la abstención de Estados Unidos, que con la agonizante Administración de Barack Obama dio este paso, que aunque estéril, permitió indignar a republicanos y sionistas a ambos lados del atlántico.

Hoy, tres años después, nada de lo establecido en aquella resolución se ha cumplido. Y más aún, se ha incrementado la construcción de más y más asentamientos, que elevan año tras año el número de colonos extranjeros en tierras palestinas, sobrepasando hoy los 650 mil hombres y mujeres -considerados los más extremistas de la sociedad israelí-, dotados de enormes beneficios económicos, viviendas subsidiadas, estipendios destinados a solventar su estudios talmúdicos y regalías, que no poseen otros habitantes de la entidad israelí, afincados en la Palestina histórica. No es casual que el 10 % de esos colonos sean de origen estadounidense, catalizados por el apoyo de los fondos de inversión del lobby sionista en aquel país, que alienta la inmigración ilegal y que se constituyen en un claro freno a cualquier intento de permitir el avance hacia la autodeterminación de Palestina.

A inicios de este año, la situación palestina en materia de violación a los derechos humanos de su población, refleja el azote sionista, la impunidad de sus acciones, el silencio cómplice de los organismos internacionales y sobre todo la falta de voluntad política, valentía y decisión para aplicar contra Israel lo que la propia comunidad internacional se ha dotado en materia de gobiernos, organismos o entidades que amenazan la paz, la quebrantan o representan un peligro para la humanidad, como es el caso de lo establecido en el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas.

No hay sanciones contra Israel, no hay embargos, no hay declaración de zonas de exclusión aérea, para impedir que siga bombardeando la Franja de Gaza, Siria, El Líbano o cualquier país que sea considerado enemigo de este régimen. Esto, a pesar de que en la Asamblea General de la ONU, celebrada el 10 de noviembre de 1975, el sionismo -como ideología- fue equiparado (por 72 votos a favor, 35 en contra y 32 abstenciones) con el racismo en general y con el apartheid sudafricano en particular; y la Resolución 3379 llamó a su eliminación, entendiéndola como una forma de discriminación racial. Y habla de su eliminación para aquellos que interesadamente pretenden acallar las voces que denuncian esta ideología acusándolos de antisemitas, como una manera de presionar y castigar, aprovechando la cobardía de gobiernos como el alemán, que aún no supera su crisis de conciencia frente a los crímenes del nacionalsocialismo y que le ha permitido ser chantajeado, hasta el día de hoy, por lo que el autor estadounidense (de creencia judía) Norman Finkelstein llama “la industria del holocausto”.

Imposición es el nombre verdadero

Una ideología cuya expresión práctica se expresa contra el pueblo palestino y que en estos últimos días ha significado, por sólo dar unos cuantos ejemplos: rociar con substancias tóxicas las tierras de cultivo de la Franja de Gaza; ultimar detalles para anexar, en Cisjordania, el Valle del Jordán; bombardear la Franja de Gaza y en forma paralela asesinar a tres palestinos acusados de querer cruzar la valla artificial, que separa el enclave de los territorios con asentamientos sionistas en la Palestina histórica. Ha continuado la demolición de viviendas palestinas, que sólo este primer mes del año ha significado 20 hogares destruidos hasta sus cimientos. La respuesta, débil pero simbólica, ha venido del lado palestino donde la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha solicitado a la Corte Penal Internacional (CPI) que “considere a los tribunales israelíes como armas de ocupación y herramientas terroristas utilizadas contra los ciudadanos palestinos”, según informa un comunicado publicado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Palestina.

Una decisión que se da en momentos, que la propia ANP ha reiterado su rechazo al que Estados Unidos e Israel denominan “el Acuerdo del Siglo” y que es simplemente una herramienta de presión, de imposición y de chantaje contra el pueblo palestino. “Advertimos contra cualquier proyecto estadounidense que viole el derecho internacional”, señaló el Gobierno palestino en Cisjordania al conocer que Washington estaba cursando invitaciones al premier israelí, el procesado Benjamín Netanyahu, al líder opositor del partido israelí Azul Blanco, Benny Gantz, para discutir la puesta en práctica de una iniciativa, impresentable, creada en los despachos de Washington, Tel Aviv y Riad, para evitar la conformación de un Estado palestino.

Una iniciativa que ya ha comenzado a implementarse, a partir de la luz verde dada al régimen israelí para avanzar en la anexión del territorio palestino, donde se ubican los asentamientos con colonos extremistas, es decir, anexionar el 60% de la actual Cisjordania, signada como área C dentro de los llamados Acuerdos de Oslo. Pensar en un “acuerdo del siglo” sin la salida de los cientos de miles de colonos, el fin de las leyes de ocupación, el retorno de los refugiados, la destrucción del muro, la libertad para los siete mil presos palestinos – entre ellos 350 niños – y la proclamación del Estado palestino, con todos sus derechos y su asiento en el seno de las Naciones Unidas, es simplemente ilusorio.

Ha trascendido que la ejecución de esta imposición del siglo tendrá su fecha de proclamación, el próximo 28 de enero cuando se reúnan, posiblemente en Washington, Donald Trump, Benjamín Netanyahu y Benny Gantz (líder opositor a Netnayahu), seguramente con algunos invitados especiales de Arabia Saudí y Egipto. Estos dos últimos países están involucrados, ya sea en el financiamiento o en la posible entrega de terrenos para llevar adelante esta idea, que no tiene ningún futuro y que sólo puede significar una explosión de proporciones en la región. El procesado y aún primer ministro israelí -con su habitual verborrea al dar a conocer el fondo real de lo que se pretende-, sostuvo, ante la próxima reunión con Trump, que “con esta invitación el presidente (de EEUU) está buscando darle a Israel la paz y seguridad que merece, por lo que acepto con gusto la invitación, para discutir con él sus ideas y cómo avanzar la paz, y para trabajar de cerca con él para promover esa meta”.

En un artículo anterior sostuve, cuando se anunció la idea de implementar una iniciativa de paz, llamada Acuerdo del Siglo, por parte de Estados Unidos e Israel, que era necesario ser precisos en el uso de los conceptos cuando se habla del plan que EEUU e Israel tienen para Palestina. No se trata de un “acuerdo del siglo” como dice el consorcio estadounidense-sionista, ni una “bofetada del siglo” como sostiene la Autoridad Nacional Palestina (ANP): es lisa y llanamente una imposición, un crimen, una violación del derecho internacional y sobre todo a los derechos humanos del pueblo palestino.

La manipulación y la desinformación van de la mano y si ellas están manejadas por poderes económicos y políticos, con una aún presente hegemonía, resulta evidente que el denominar como “acuerdo del siglo” aquello que a todas luces es una imposición brutal y violatoria de los derechos de millones de personas, nos obliga entonces a denunciar estas maniobras. Lo que se está tratando de llevar a cabo ahora, de la mano de dos políticos procesados, como son Trump y Netanyahu, junto a gobiernos incapaces de oponerse al chantaje -que suele ser el arma política utilizada con frecuencia a la hora de llevar adelante sus planes internacionales- es un objetivo absolutamente atentatorio al derecho internacional, que viola los derechos humanos de la población palestina y su derecho a la autodeterminación. Esto no puede ser aceptado.

Sumemos a lo mencionado, las posturas reaccionarias de regímenes títeres de Estados Unidos: la monarquía jordana, la Casa al Saud, la pseudo democracia egipcia y el silencio cómplice de todos aquellos países que suelen alzar la voz de condena y establecer sanciones cuando se trata de Venezuela, Siria, Rusia, Irán, pero que callan vilmente cuando los violadores de las leyes internacionales, los que dotan de impunidad al régimen israelí por sus crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino, son los Estados Unidos y sus incondicionales en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU -como es el caso de Francia y el Reino Unido-, que permiten que Washington e Israel actúen como juez y parte en relación a Palestina.

Desde la Resolución Nº 2334 de diciembre del año 2016 hasta esta idea de reunirse para favorecer los intereses sionistas en Asia occidental, mucha agua ha pasado bajo el puente, a la par de la sangre de cientos de palestinos, hombres, mujeres y niños asesinados a manos del sionismo y la connivencia de aquellos que se niegan a condenar, denunciar y luchar contra una ideología que representa una amenaza para los pueblos del mundo. No hay posibilidad de paz para la región de oeste de Asia sin la completa eliminación del sionismo.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
EL SIONISMO Y SU CONDUCTA CÍNICA Y CRIMINAL

EL SIONISMO Y SU CONDUCTA CÍNICA Y CRIMINAL

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Por Pablo Jofré Leal*

La palabra cinismo se define como aquella actitud, ya sea de una persona o un grupo de ellas, que suele mentir o comportarse en forma hipócrita, procaz y hasta criminal. Esto, en forma contumaz, con descaro, desembozadamente, sin que ello conlleve un problema moral, político o de conciencia para estos cínicos.

Así, este concepto y su campo semántico, es perfectamente atribuible al régimen sionista, cuya sola existencia es prueba palpable de la acción de otros actores internacionales, dotados de este cinismo y que permitieron el surgimiento de Israel el año 1948. Una entidad, que junto al término de criminal, debemos asignarle claramente el de un sionismo dotado de un cinismo intrínseco, a partir de la política de ocupación y colonización, que lleva a cabo contra el pueblo palestino, desde el año 1948 a la fecha.

Un comportamiento consciente, defendido a ultranza por la casta política, militar  y una sociedad mayoritariamente dotada de una visión de mundo mesiánica, racista y donde la segregación y el concepto de superioridad son partes componentes y que salvaguarda y practica una política, que representa la impudicia de llevar a cabo un proceso de exterminio del pueblo palestino, sometido a la violación de sus derechos humanos integrales, por 71 años a cuestas de el más cruel de los procesos de ocupación y colonización, que haya sufrido pueblo alguno.

¿Por qué traigo a colación este concepto de cinismo cuando parece ser de sentido común el catalogar a Israel con este y otros términos? Tal vez, porque en nuestra condición de seres humanos, dotados de razón, creemos, que incluso en entidades de la calaña del sionismo, algo de lucidez puede ser entregado para nuestra sorpresa. Pero… ¡no! resulta un objetivo fuera del alcance o del mero sentido común. La hipocresía, la impudicia son parte consustancial al que se denomina pueblo elegido y que ocupa una tierra de la cual dice ser propietario por mandato divino.

Una entidad así se considera libre de hacer y deshacer lo que le venga en gana, en función de no rendir cuentas, que para eso el mesianismo le da el aval para violar derechos humanos de otros pueblos, pasar por encima del derecho internacional, agredir, desestabilizar gobiernos considerados enemigos, formar una alianza criminal junto al imperialismo y el wahabismo. No someterse a dictado alguno y menos reconocer la jurisdicción de instituciones como la Corte Penal Internacional.Y es aquí, en esta última organización donde el cinismo sionista se expresa en toda su magnitud.

El día 19 de diciembre pasado, la Oficina de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) anunció públicamente, que se tienen las pruebas y las bases para investigar a Israel por crímenes de guerra en los territorios palestinos, tanto de Cisjordania como de la Franja de Gaza, el primero ocupado desde el año 1967 y el segundo, ocupado físicamente desde el mismo año de Cisjordania, hasta el año 2005 y posteriormente bloqueado a partir del año 2006 (hasta el día de hoy) por tierra, mar y aire.Lo dado a conocer por la CPI tuvo un nombre: la Fiscal en jefe, Fatou Bensouda, quien señaló que “después de una evaluación exhaustiva, independiente y objetiva de toda la información confiable disponible para mi Oficina, el examen preliminar de la situación en Palestina ha concluido, que se cumplen todos los criterios legales establecidos en el Estatuto de Roma para la apertura de una investigación, con una base razonable para seguir con una investigación sobre la situación en Palestina, según el artículo 53 (1) del citado Estatuto”.

Artículo que señala que “el Fiscal, después de evaluar la información de que disponga, iniciará una investigación a menos que determine que no existe fundamento razonable para proceder a ella con arreglo al presente Estatuto…” y por lo señalado por Bensouda, esos motivos existen claramente sobre Cisjordania, Gaza y Al Quds Este, a pesar de que se revisará el tema de jurisdicción de la CPI pues Israel no es miembro del organismo con sede en La Haya. Cuestión que no debería ofrecer problemas pues la propia ONU y las resoluciones respecto a Palestina, señalan que estos son territorios ocupados, donde se ha exigido el retiro de las tropas ocupantes, el desmantelamiento de los asentamientos ilegales, la demolición del muro, el retorno de los refugiados entre otros puntos.

Resulta evidente que la CPI no sólo tiene jurisdicción en los territorios palestinos ocupados y bloqueados, sino también y esto aterra al sionismo, Israel puede ser investigado por la construcción de asentamientos y los colonos sionistas instalados allí, que en número de 650 mil violan la IV Convención de Ginebra en el marco de la prohibición de trasladar población ocupante (colonos) a territorio ocupado. Sume a ello las demoliciones de viviendas palestinas, la construcción del muro de segregación y aislamiento de aldeas, pueblos y ciudades cisjordanas, como también el muro que está cercando Gaza. Como también investigar lo que fue el ataque de la denominada Operación “Margen Protector” contra Gaza el año 2014 que se saldó con 3 mil palestinos asesinados, diez mil heridos y la destrucción de gran parte de la infraestructura del enclave costero.

Para dirigentes políticos palestinos como Hanan Ashrawi, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y veterana negociadora de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) frente a los israelíes el anuncio de la CPI “es un importante paso hacia adelante. Como pueblo palestino nos adherimos al Estatuto de Roma, convencidos en que los organismos internacionales den actuar en función de la justeza de nuestras demandas. Hemos invertido confianza y fe en la Corte Penal Internacional como un lugar independiente que puede garantizarles algo de justicia y reparación, frente a la multitud de crímenes cometidos por Israel contra la Palestina ocupada”

¿Cuál fue la reacción israelí?  La esperable, por supuesto, amenazas a diestra y siniestra. Ultimátum a las autoridades palestinas, exigiéndoles retirar la demanda efectuada por la ANP ante la Corte Penal Internacional el año 2015 cuando presentó su petición de ingreso ante el organismo internacional. Amenazas destempladas, agresivas, infames, como la del Ministro de Transporte sionista Bezalel Smotrich“Dale a la Autoridad Nacional Palestina un ultimátum de 48 horas para que retira su demanda, o será destruida inmediatamente la aldea beduina Jan Al Ahmar (en la Cisjordania ocupada).  Destruya – llamado a Netanyahu – Jan Al-Ahmar mañana por la mañana, y todos los días destruya otro asentamiento ilegal de árabes y europeos. En una guerra como esta, toma medidas fuertes desde todos lados” vociferó Smotrich. Lamentando que la denuncia palestina infrinja daños a la imagen de Israel en el mundo. Una imagen sostenida, sin duda, a punta de Hasbara y cientos de millones de dólares, junto a la compra de conciencias.

Se consigna que el anuncio de la fiscal de la CPI Fatou Bensouda ha generado pánico entre las autoridades israelíes, que temen que el fallo de la Corte de La Haya, al término de las pesquisas solicitadas por Palestina, resulte en masivas órdenes de arresto contra funcionarios y militares del régimen sionista “Un reporte publicado por el canal 12 de la televisión israelí reconoce que un gran rango de los actuales y antiguos funcionarios y personal militar del régimen de Israel podría ser perseguido en el escenario mundial en el caso de que la Corte Penal Internacional (CPI) cumpla con investigar sus actividades en los territorios ocupados palestinos”.

Por su parte el cuestionado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el cínico mayor, ha mostrado su sorpresa por la decisión de la Fiscal Bensouda al afirmar que “la decisión de la Fiscal ha convertido a la Corte Penal Internacional en una herramienta política para deslegitimar al Estado de Israel. La fiscal ha ignorado por completo los argumentos legales que le presentamos”. En el caso del Fiscal general de Israel, Avijai Mandelblit, éste aseguró que la CPI, si bien ha examinado de formas preliminar una solicitud presentada por palestina, no tiene jurisdicción en Cisjordania o Gaza. “La CPI carece de jurisdicción en relación con Israel, ya que no pertenece a esta Corte y cualquier acción palestina con respecto a la Corte es legalmente inválida”.Unamos a lo señalado el error israelí de considerar que la jurisdicción de la CPI no puede existir porque Palestina no es un Estado. Pero Palestina es Estado observador no miembro de la ONU desde finales del 2012. 

Reitero, una opinión absolutamente equivocada, pues la CPI puede investigar todo crimen de guerra y de lesa humanidad, en este caso contra Israel y para ello no hay límites de jurisdicción. El tribunal en La Haya, efectivamente, sólo puede realizar investigaciones en estados firmantes del Estatuto de Roma que lo instituyó. Israel no adhirió a ese tratado internacional, aprobado en 1998 en la capital italiana pero…aquí se trata de crímenes de guerra y de lesa humanidad que son imprescriptibles y pueden ser perseguidos en todo lugar. Además, Palestina, al adherir al estatuto de Roma y al hacer suyo los territorios de Gaza y Cisjordania, hace patente que las trasgresiones a los derechos humanos y la violación del IV Convenio de Ginebra entre otras acciones del sionismo son posibles de investigar.

En esta visualización de entidades y regímenes cínicos, Washington y la administración Trump no podía ser menos. A través de una declaración emitida por el Departamento de Estado se rechazó, por considerarlo “injusta”,la decisión anunciada por la CPI a través del informe de la Fiscal Bensouda, quien ve bases suficientes para investigar a Israel por acusaciones de crímenes de guerra cometidos en los territorios palestinos.”Nos oponemos firmemente a esta y a cualquier otra acción que busque atacar a Israel injustamente”, expresó en un comunicado el titular del ente, Mike Pompeo.

El cinismo sionista, no se queda sólo en sostener que las acusaciones son infundadas, aunque las pruebas se multipliquen por miles. No le basta con seguir presentándose ante los ojos del mundo como el victimario devenido en víctima. En el agresor que se considera agredido, la entidad dotada de síndromes peligrosos, como el de disparar y llorar, con que justifica los crímenes más atroces que se puedan cometer contra el pueblo palestino. El paroxismo del descaro llega de los propios labios del primer ministro Benjamín Netanyahu, dirigente sionista, acusado además de corrupción, quien señaló ante el Informe de Bensouda “Este es un día oscuro para la verdad y la justicia. Esta es una decisión escandalosa e infundada”.Lo escandaloso es que el sionismo siga cometiendo crímenes sin recibir el castigo que merece. Lo abusivo es que Netanyahu y todos aquellos que masacran día a día a la población palestina, gocen de libertad. Eso es inconcebible además de vergonzoso.

Y para continuar mostrando al mundo que este Netanyahu, no sólo exuda cinismo, sino también la peligrosa enfermedad del falsario dirigente mesiánico, ha expresado, sin que un ápice de vergüenza se reflejara en su rostro que “nos asombra que Bensouda sostenga que “es un crimen, un crimen de guerra que los judíos vivan en su tierra natal, la tierra de la Biblia, la tierra de nuestros antepasados”, en referencia a las colonias judías en territorio palestino ocupado. Lo que oculta Netanyahu y siempre es necesario reiterarlo cuando los cínicos copan los medios de información y son apoyados además por Washington es que: Todos los asentamientos con colonos sionistas de creencia judía en Cisjordania, incluida Al Quds este e incluso en los ocupados Altos del Golán sirio son ilegales, según el derecho internacional. Y eso por más impúdico que seas, no lo puedes ocultar.

Netanyahu podrá encontrar “absurdas” las acusaciones palestinas y la decisión de investigar los crímenes cometidos bajo sus gobiernos y en general desde que nació  la entidad sionista, pero sus palabras de desprecio no ocultan la necesidad de justicia, que la verdad se imponga y sobre todo la exigencia,que políticos, militares, ministros y todo aquel responsable de la muerte de miles de palestinos, de cientos de miles de heridos y detenidos y la creación de un sistema de segregación racial y exterminio al estilo del nacionalsocialismo sean juzgados y sancionados. Los crímenes del sionismo no pueden seguir en la impunidad.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
Palestina y la marcha por el retorno: el derecho de vivir

Palestina y la marcha por el retorno: el derecho de vivir

TIEMPO DE LECTURA: 10 min.Por Pablo Jofré Leal*

Pablo Jofre Leal - Articulo Marcha por el Retorno Marzo 2019.jpg

El 30 de marzo del año 2018, la sociedad palestina, asentada en la Franja de Gaza, en una concentración multitudinaria con gazatíes venidos desde Rafah, Jan Younis, pasando por el campo de Bureij, Jabaliya, Beit Lahia y Beit Hanoun, reivindicaron su derecho al retorno y el fin del bloqueo sionista. Ello, en el contexto de la conmemoración del Día de la Tierra.

Miles de gazaties, ese 30 de marzo del 2018 se dieron cita en las inmediaciones de la valla artificial que separa el enclave costero de la Palestina histórica.  Una Palestina y Cisjordania, surcada de asentamientos con colonos sionistas, que frenan la autodeterminación de un pueblo, que lleva 70 años de lucha por su autodeterminación, el retorno de los refugiados y el fin del apartheid, que asimila la Franja de Gaza a un enorme campo de concentración.

Una marcha que no se detiene

Hace 43 años, un 30 de marzo del año 1976 la sociedad palestina convocó a una huelga general en los territorios ocupados, con el objeto de impedir la confiscación de 2 mil hectáreas de tierras palestinas (equivalentes a 21 mil dunums) por parte del ejército israelí. Expolio hecho bajo el argumento, que dichas tierras serían destinadas a campos de entrenamiento militar. Como también entregar parte de ellas a colonos sionistas, a contrapelo de todas las resoluciones sobre el tratamiento que una potencia ocupante debía tener con un territorio ocupado. Lo señalado contraviene el Cuarto Convenio de Ginebra, Título III, Sección Tercera, generando con su quebrantamiento, crímenes de guerra. La protesta ese año 1976 se saldó con el asesinato de siete jóvenes palestinos que ofrendaron su vida luchando por proteger lo que es su aliento vital, su relación estrecha con la madre tierra, sus olivos, sus cultivos, el ganado que pasta en sus terrenos. Los mártires palestinos de aquella jornada vuelven a pasar por nuestros corazones, vuelven a ser recordados, plantando un olivo como símbolo de la relación milenaria que tiene el pueblo palestino con su tierra, como señal de continuidad histórica frente al derecho irrenunciable de volver a su tierra, de volver a sus raíces, allí donde pertenece.

Sostuve, precisamente un año atrás, que en el marco de la conmemoración del Día de la Tierra en Palestina, miles de habitantes de la Franja de Gaza, bloqueada desde el año 2006 a la fecha, se acercaron a las alambradas que marcan la separación de la Palestina usurpada desde el año 1948. Una alambrada instalada, para acrecentar aún más el bloqueo contra esta tierra sometida a crímenes diarios, a un sofoco que viola los derechos humanos de 2 millones de personas, en lo que se considera el campo de concentración más grande del mundo. Una réplica monumental de aquellos campos que el nacionalsocialismo instaló en tierras ocupadas en la Segunda Guerra Mundial. Panorama que bien deben conocer muchos judíos que pasaron por campos de concentración y que paradojalmente ha sido puesto en práctica en este Siglo XXI, por aquellos que han hecho de su propio sufrimiento en esa guerra, un modelo a seguir ahora contra el pueblo palestino. Singular, por cierto, pero hasta patológico me atrevo a sostener.

Anuar Majluf, abogado chileno y descendiente de palestinos, Director Ejecutivo de la Federación Palestina de Chile (que posee la población de origen palestino más numerosa del mundo fuera de Oriente Medio) afirma respecto al Día de la Tierra y la marcha por el retorno que “cuarenta y tres años después de los hechos del año 1976, nada ha cambiado. Israel continúa con el robo y la colonización de tierras palestinas y sigue expandiendo sus asentamientos ilegales en territorio palestino ocupado y continúa también la desposesión y desplazamiento en el interior de Israel. El Día de la Tierra es un recordatorio para los palestinos, sus descendientes, el exilio palestino y en general la humanidad, que nada ha cambiado desde que Israel fue fundado el año 1948, que nada ha cambiado desde el año 1976 y por tanto debemos continuar el trabajo de denuncia a las acciones ilegales de Israel”.

Majluf habla también del derecho al retorno, elemento presente en la reivindicación del pueblo palestino y que en su caso le llega muy hondo pues el año 2017, cuando quiso ingresar a Palestina y visitar la tierra de sus ancestros, fue impedido por el ejército ocupante alegando que Majluf es un decidido opositor al régimen israelí, mostrando en esa acción el carácter racista y arbitrario de la que suele decir es la mayor democracia de Oriente Medio “Para los palestinos el derecho al retorno, señala Majluf, marca lo que son  las marchas que se realizan desde el 30 marzo del año 2018, es un pilar fundamental en la reclamación palestina. Nos recuerda la limpieza étnica perpetrada por Israel el año 1948 y los años posteriores, junto a la catastrófica consecuencia de condenar a casi a un pueblo completo a vivir fuera de su patria, de sus aldeas, alejados de sus familias. Quienes fueron expulsados tras la Nakba tienen el derecho a regresar y tienen el derecho de construir un mejor futuro para sus hijos. El retorno será el restablecimiento de la justicia y uno de los derechos fundamentales que tienen todo ser humano: poder vivir libremente en su patria”.

 

Las muertes se multiplican

Tras un año de marchas por el retorno, las cifras que marcan el accionar del sionismo contra el pueblo palestino son horrorosas. Sólo en niños, el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF) señaló, a través del Director Regional de la Unicef en Oriente Medio y África, Geert Cappelaere, que “40 menores, de menos de 14 años, habían sido asesinados por francotiradores israelíes. Además, Unicef consignó, que desde el 30 de marzo del año 2018 a la fecha 3 mil niños han sido hospitalizados con lesiones de balas, que han significado lesiones que los acompañarán pro el resto de sus vidas. La ONU, por su parte en un informe dado a conocer el pasado mes de febrero señaló que las fuerzas de ocupación han asesinado a 299 palestinos (195 de ellos en la Franja de Gaza en el marco de estas marchas por el retorno) y herido a un total de 35 mil personas, el 90% de ellos en el enclave costero. Entre estas víctimas encontramos mayoritariamente hombres, mujeres, estudiantes, trabajadores sanitarios, periodistas, deportistas, inválidos. La inmensa mayoría de ellos, jóvenes que recién comenzaban a vivir.      

Las estimaciones de la ONU señalan que de la cifra total de heridos, seis mil lo han sido por municiones reales, muchas de las cuales han generado un cuadro de mutilaciones en piernas, rodillas y brazos. Una clara confirmación de aquella amenaza del jefe del estado mayor del ejército israelí, Gadi Eisenkot, a las fuerzas militares israelíes cuando comenzó la movilización palestina en marzo del año 2018 “mis soldados tienen autorización para abrir fuego real” y dentro de esa estrategia el uso de francotiradores, muchos de ellos elogiados por disparar a la cabeza de los manifestantes desarmados, ha sido uno de los elementos más mortíferos del ejército sionista, que ha merecido la repulsa mundial pero…ahí sigue impune la soldadesca israelí masacrando a la población palestina pues ¿quién los sanciona o les prohíbe?

Por su parte el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el pasado 22 de marzo emitió un informe lapidario contra Israel y su fuerza militar ocupante al sostener que “aparentemente ha hecho uso intencional de la fuerza letal ilegal y otras fuerzas excesivas”. Este Consejo de derechos humanos, de cuyo seno el año 2018 tanto Estados Unidos e Israel se retiraron, acusando de imparcial al organismo, votó a favor del embargo de armas contra el régimen sionista, así como el procesamiento de los israelíes sospechosos de haber cometido crímenes de guerra en Gaza durante 2018. Una decisión importante que perfectamente podría hacer avanzar a la ONU hacia la determinación de pasar del Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas al Capítulo VII por ser Israel una clara amenaza a la paz y con su conducta de quebrantamiento de la paz en forma contumaz.

La resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, conformada por 46 países recibió 23 votos a favor, 9 en contra y 14 abstenciones está fundamentada por un voluminoso Informe que recoge meses de investigación, visita en terreno, testimonios de testigos y víctimas, llevada a cabo por la Comisión de Investigación sobre las Protestas en el territorio palestino ocupado. Dicho informe afirma que el régimen sionista puede haber cometido “crímenes de lesa humanidad…y el asesinato de civiles, que no están participando directamente en las hostilidades es un crimen de guerra” y en ese plano la comisión encontró que miembros del ejército israelí mató e hirió a personas que no representaban amenaza alguna.

Este viernes 29 de marzo la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés) expresó su preocupación “ante el gran número de víctimas entre manifestantes palestinos desarmados por el uso excesivo de la fuerza por parte del ejército israelí. La OCHA ha pedido a Tel Aviv evitar más muertos y heridos, sin que el ejército o el gobierno sionista haya expresado parecer alguno. De acuerdo con el último informe elaborado por la OCHA, las fuerzas israelíes han acabado con la vida de 299 manifestantes palestinos y herido a otros 35 mil desde el inicio de estas movilizaciones en Gaza, como también en ciudades de Cisjordania, coincidente plenamente con otros informes de otras organizaciones vinculadas con Palestina y el proceso de ocupación a manos de Israel.

Las palabras de la OCHA se suman organizaciones internacionales como Médicos Sin Frontera que ha señalado “que el costo médico, humano y económico derivado a las muertes, heridas y represión contra los palestinos es ya insoportable. Ello, en un enclave bloqueado donde miles de personas no reciben atención a pesar de sufrir heridas devastadoras.  Queda absolutamente claro que el contexto humanitario que rodea a los territorios palestinos ocupados es único entre las crisis humanitarias que existen actualmente en el mundo ya que, según consigna la propia OCHA en su informe  “Territorios palestinos ocupados: Vidas fragmentadas” dada a conocer el año 2017 “esa crisis humanitaria está directamente vinculada con el impacto de la ocupación israelí, que le niega a los palestinos la posibilidad de que controlen aspectos básicos de la vida cotidiana, ya sea que vivan en la Franja de gaza, Al Quds o Cisjordania”

Netanyahu: votos por sangre

La conducta señalada, las víctimas mortales y heridos exhibidos en la represión contra los anhelos de la población palestina. La intensificación de la campaña militar contra las localidades de la Franja de Gaza en vísperas de las elecciones parlamentarias en Israel (que se realizarán el próximo 9 de abril) son la expresión de la impunidad con que el régimen criminal israelí se conduce con el pueblo de Palestina. Es la constatación del doble rasero de la llamada “comunidad internacional” que se ata las manos, enmudece, prefiere girar la vista a otro lado y no escuchar el clamor de un pueblo por su libertad.

El primer ministro del régimen israelí, Benjamín Netanyahu, lleva semanas anunciando una operación militar con la Franja de Gaza y está preparando el escenario interno en Israel y el internacional. Prueba de ello fuer su viaje relámpago a Washington y Nueva York, para entrevistarse con su aliado Donald Trump y asistir  a la conferencia anual del Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-israelí (AIPAC por sus siglas en inglés) el denominado lobby Sionista. Todo ello destinado a reforzar el apoyo estadounidense, no sólo en lo que fue reconocer la falsaria soberanía sionista sobre los Altos del Golán Sirio, sino también el visto bueno, para llevar a cabo una operación militar contra la Franja de Gaza en orden a que Trump emita, en estos días sus consabidas frases amenazantes contra la resistencia palestina, contra Irán y Hezbolá, que le permita tejer una red política y una manipulación comunicacional que no ofrezca freno a los ímpetus belicistas del imperialismo y el sionismo.

Netanyahu señaló “He ordenado el refuerzo de tropas para que estemos preparados para una amplia campaña en Gaza” para luego puntualizar que esto se debe a que “todas las otras opciones ya están agotadas. Debemos dar un golpe muy fuerte a los palestinos en gaza”. Para preparar ese camino de agresión el premier sionista visitó posiciones militares del ejército ocupante en las inmediaciones del enclave cotero. Medios de información israelíes consignaron que ya se había movilizado cuatro brigadas y una fuerza de reservistas, además de francotiradores adicionales en la frontera artificial con Gaza. Ante las palabras de Netanyahu, el jefe de la Dirección política del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina, Hamas, Ismail Haniya sostuvo que “Estamos listos para todos los escenarios y todas las alternativas, y no dudaremos en tomar la mejor decisión que sirva a los intereses de nuestra gente”.

En junio del año 2018 sostuve en un artículo sobre Gaza, que la entidad sionista preparaba un ataque de una envergadura similar o aún más potente que la denominada operación “Margen Protector” que se saldó con 2310 muertos y 11 500 heridos palestinos, contra 65 soldados y cinco civiles israelíes muertos, en una campaña criminal que destruyó gran parte de la infraestructura sanitaria, industrial, educacional y energética gazetí. Hoy, esa amenaza está presente pero, con una salvedad: las fuerzas de la resistencia también se encuentran en disposición de combate y sus cohetes, a pesar de la diferencia numérica y capacidad destructiva pueden ser menores respecto al arsenal sionista pero, no dejan de atemorizar a los colonos de los asentamientos como Sderot, Kisofim, Beersheva y Ashkelon e incluso a aquellos asentamientos construidos sobre aldeas y pueblos palestinos ubicados al norte de Tel Aviv.

Las muertes en la Franja de Gaza seguirán incrementándose, en virtud de un tema eminentemente político: las próximas elecciones parlamentarias en Israel, que necesitan tener un chivo expiatorio para que los dirigentes sionistas y militares, que han hecho de la guerra su principal objetivo en la vida puedan seguir dirigiendo los hilos de la entidad sionista y todo lo que ello conlleva en materia de relaciones con Estados Unidos y el acceso a la multimillonaria industria militar, que tantos réditos le ha dado a Israel . Netanyahu necesita ofrendar sangre a sus electores y esa sangre tiene un blanco preferente: los palestinos en la Franja de Gaza. Palestina conmemora el Día de la Tierra con nuevas marchas por el retorno que expresan el derecho de vivir.

*Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS GLOCAL www.analisisglocal.cl

Publicado en: HispanTV

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