Etiopía al borde de una guerra civil

Etiopía al borde de una guerra civil

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Hacia un clima de guerra civil

Uno de los estados más antiguos del continente africano, Etiopía, parece que está al borde de una guerra civil producto de enfrentamientos con grupos rebeldes en el norte del país. El Ejército de Etiopía lanzó este miércoles 4 de noviembre último una ofensiva armada contra el llamado Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF), en rebeldía desde hace meses contra el gobierno federal y al que Addis Abeba, capital etíope,  acusó de atacar una base militar provocando numerosos muertos, heridos y daños materiales.

Población del Tigray agitando las banderas y su nacionalismo

Ambos bandos han confirmado el estallido del conflicto. El primer ministro etíope y Premio Nobel de la Paz 2019, Abiy Ahmed Alí, “el Obama africano”, aseguró el viernes 6 de noviembre pasado a través de Twitter que “las operaciones en marcha en el norte de Etiopía tienen objetivos claros, limitados y realizables: restablecer el Estado de derecho y el orden constitucional y proteger los derechos de los etíopes a vivir en paz en cualquier parte del país”.

Las Naciones Unidas (ONU) pronto advirtieron sobre una escalada militar en la región del Cuerno de África Oriental, donde ya hay graves problemas en Somalia, el paradigma del “estado fallido”.  El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha mostrado su profunda preocupación por el estallido del conflicto. “La estabilidad de Etiopía es importante para toda la región del Cuerno de África. Insto a una inmediata desescalada de las tensiones y a una resolución pacífica de la disputa”, escribió en su cuenta de Twitter.

La región de Tigray linda con Eritrea, un país que mantuvo un conflicto de dos décadas con Etiopía, y existe el temor de una desestabilización regional. Los rebeldes del Tigray, liderados por el presidente local Debretsion Gebremichael, conocido como el “Camarada del Tigray”, llamó a la población a combatir a los invasores y no dudó en vestir a los milicianos con uniformes del ejército de la vecina Eritrea, donde gobierna el ex guerrillero independentista Isaías Afewerki, no muy amigo de los interese occidentales. 

Un país multiétnico en aprietos

Etiopía, el país federal multiétnico

Como era de esperarse, Etiopía es un país donde coexisten varios grupos étnicos, con sus propias subdivisiones históricas y tradicionales. Además, Etiopía es el tercer país africano más poblado, con casi 100 millones de habitantes. Los principales grupos étnicos de Etiopía son los Oromo, Amhara, Tigray, Sidama, Hadiya, Somalíes Ogadén, Afar, Gurage, Gamo, Welaita y Argoba. Existen además diferentes tribus minoritarias, tales como los Surma, Mursi y Hamer. El idioma oficial del país es al amhárico, de la macrofamilia afroasiática, emparentada con las lenguas semíticas del Cercano Oriente y con la de los “bereberes” y la antigua lengua egipcia de la era faraónica. También se habla árabe, tigriño, somalí y oromo. Un panorama para nada fácil.

Los Tigray del norte, también emparentados linguísticamente con el amhárico, sólo representan el 6% de la población de Etiopía y tienen mucha identificación con Eritrea. Sin embargo, el TPLF fue el grupo dominante de la federación de partidos multiétnica que dominó la escena política durante casi tres décadas. La llegada al poder del primer ministro de la etnia oromo Abiy Ahmed Alí en 2018, con su nueva filosofía de superar las diferencias étnicas y su apuesta por una ciudadanía etíope, ha sido percibida por los norteños del Tigray como una marginalización.

Los líderes tigray se salieron de la coalición gobernante, rebautizada como el Partido de la Prosperidad (PP). En septiembre de 2020, plantaron cara al primer ministro con la celebración por su cuenta de los comicios regionales en el norte, a pesar de que el gobierno central había decretado un aplazamiento de todas las elecciones que debían celebrarse este año en el país debido a la pandemia. Desde entonces, el TPLF renovó su arrolladora mayoría en el Parlamento regional y sigue al frente del ejecutivo del Tigray. Pero ni Addis Abeba reconoce este nuevo gobierno regional, ni el TPLF reconoce la legitimidad del Ejecutivo federal que lidera Abiy Ahmed. Por este motivo, Addis Abeba han ido cortando vínculos y financiación con la región rebelde, a la que acusa también de ser complaciente con los intereses de Eritrea.

El país africano independiente más antiguo

La historia de Etiopía es extensa. Se cree que grupos afroasiáticos kushíticos fundaron un reino local hacia la última parte del I milenio a.C., que se conoce como Damot, con capital en la antigua urbe de Yeha. Pero la actual Etiopía busca sus raíces en la herencia histórica del antiguo reino de Axum, que surgió en el siglo I de nuestra era. Este reino se declaró cristiano hacia el 350 y desde entonces fue uno de los estados de la religión de Jesús más antiguos conocidos, junto a Armenia, Roma y Constantinopla. En 1270 se instauró la famosa dinastía Salomónica, que dio inicio al “Imperio Cristiano de Etiopía”. Frente a los avances de los musulmanes desde la Península Arábiga y el norte de África, puso en aprietos a este reino cristiano ortodoxo de rito propio, muy parecido al de los coptos de Egipto. Entre los siglos XV y XVI, se reconquistó el territorio, consolidando al cristianismo de rito ortodoxo abisinio, frente a la presión del Islam y de las comunidades judaicas aún resistentes. En los siglos XVII y XVIII, la capital del reino se trasladó a Gondar. En el siglo XIX Etiopía logró salvarse de la colonización europea, aunque estableció relaciones comerciales con los británicos. Pero los italianos lograron apoderarse de Eritrea.

Los italianos intentaron reconquistar a Etiopía, pero no pudieron. En 1931 sube al trono el famoso emperador Haile Selassie I. En 1935, las tropas italianas de Benito Mussolini invadieron el país. El ejército etíope, que mantenía caballería con lanzas y unos pocos con fusiles, no eran rivales para el ejército italiano fascista. En 1936, el territorio pasa oficialmente a formar parte del “África Oriental Italiana”. Durante la Segunda Guerra Mundial, la derrota italiana en África devolvió el poder a Haile Selassie I. En 1952, la ONU aprobó la federación de Etiopía y de Eritrea.

Los eritreanos no quedaron muy conformes con la anexión de la Etiopía cristiana del “Rasta Fari” de Haile Selassie I. Más del 45 % de la población eritreana es musulmana, aunque un 40 % es cristiana ortodoxa de rito copto. Sin embargo, surgió en Eritrea un nacionalismo tigreño que se asoció al marxismo ligado a las ideas maoístas. Grupos armados izquierdistas emergieron combatiendo a Haile Selassie I, que era un gran aliado de Occidente en África. De hecho, en 1963, Addis Abeba se convirtió en el centro de la Organización de la Unidad Africana (OUA).

La era socialista

Fidel Castro de visita en Etiopía junto a su amigo Mengistu el Rojo en 1978

Hacia 1974, el régimen corrupto y “semifeudal” de Haile Selassie I se enfrentaba a un gran descontento público, agudizado por derrotas militares a manos de guerrilleros eritreanos, y a raíz de una profunda hambruna en las provincias de Wolo y Tigray, producida por la sequía. También surgieron los primeros grupos armados en el Tigray, que querían sumarse a la cruzada guerrillera de los eritreanos. Por otra parte, aparecieron grupos rebeldes en la región del sureste, conocida como el Ogaden, donde hay un 80 % de población somalí. Estos grupos eran apoyados por el gobierno socialista de Somalia, liderado por el general Siad Mohamed Barré, un admirador de Mao, pero que no dudó en acudir a la Unión Soviética para formar su “Revolución Popular Democrática”, iniciada en 1969.

Estos hechos desencadenaron una revolución liderada por oficiales de baja graduación del Ejército y promovida por grupos políticos de izquierda, que terminó con el derrocamiento del emperador. Asumió el poder una Junta Militar conocida como el Derg. La Unión Soviética vio con buenos ojos esta revolución contra Haile Selassie I, ya que un peón occidental había caído y bajo coroneles progresistas. Dentro del grupo había radicales marxistas decididos. En 1977 Mengistu el Rojo, hombre fuerte del Derg, se hace con el poder y radicaliza aún más el proceso revolucionario. Durante este periodo se socializa la economía, y  se alinea de parte del bloque soviético. Cuba y la República Popular Democrática del Yemen (Yemen del Sur) apoyaron a Mengistu, a quien veían como un “gran revolucionario marxista-leninista”.

Con ayuda soviética, cubana y suryemení, Etiopía aumentó entre 1975 y 1985, los niños matriculados en educación primaria aumentaron de unos 957.300 a cerca de 2.450.000. Los planes sanitarios cubanos llegaron con rapidez y también soldados internacionalistas para entrenar al ejército de la Revolución Etíope.  Hacia 1977 surgen conflictos fronterizos con Somalia por la región sureña del Ogaden. Etiopía recibe ayuda de los soviéticos, Cuba y Yemen del Sur para combatir contra Somalia, que recibió un discreto apoyo yanqui. Etiopía vence en 1978 a Somalia con ayuda cubana y se consolida el gobierno de Mengistu el Rojo.

Mengistu el Rojo en Cuba junto a Fidel y Raúl (1979)

Viraje a Occidente

Pero hacia el decenio de 1980 el gobierno socialista de Mengistu empieza a tambalearse. Se sufre una terrible hambruna en 1984, debida a una gran sequía, muy habitual en la zona como la de 1970. La llamada “República Democrática Popular de Etiopía” es derrocada en medio de una guerra civil. En mayo de 1991, Meles Zenawi al mando del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE) alcanza la victoria armada sobre Mengistu el Rojo  y es proclamado presidente, iniciando un periodo de reformas políticas y sociales que le llevan a abandonar el régimen socialista. Por su parte, Eritrea logra declarar una independencia en 1993. La nueva guerra con Eritrea de 1997 a 2000 finalizó con la independencia definitiva de Eritrea y, bajo el patrocinio de la ONU y la OUA, se obtuvo la paz firme. Esto reforzó la posición del patriota eritreano Isaías Afewerki, quien también es considerado como una especie de héroe para muchos tigreños poco contentos de pertenecer a Addis Abeba.

El primer ministro etíope Abiy Ahmed Alí y el presidente eritreo Isaías Afewerki firmando la paz

Zenawi se erigió como el hombre fuerte de Etiopía hasta 2012, año de su muerte. Etiopía trató de mantener su fragilidad federal ante una nación pluriétnica, donde hay seguían conflictos locales muy fuertes. Los roces con Eritrea continuaron y las escaramuzas militares se hicieron presentes entre 2000 y 2012. Bajo Zenawi y su sucesor Hailemariem Delasegn (2012-2018) se involucraron en la guerra civil de Somalia, tratando de mantener cierta estabilidad en el caótico país vecino. También se acercaron a Arabia Saudita, sobre todo Delasegn, que de alguna manera apoyó a la monarquía de Riyad frente a los rebeldes shiítas Huthi en el Yemen desde el  año 2012. Si bien se había firmado la paz con Eritrea en 2000, aún existieron roces fronterizos.

El 2 de abril de 2018 asume como premier el famoso Abiy Ahmed, logrando una paz con Eritrea luego de años y años de guerra. Luego fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz el 11 de octubre de 2019, por “haber logrado la paz y la cooperación internacional y en particular por su iniciativa decisiva para resolver el conflicto con la vecina Eritrea”.

Todo parecía ir en dirección a una paz duradera en la región del Cuerno Oriental, por lo menos con Etiopía. Pero ahora la cuestión se complicó dentro de la misma Etiopía. Ahmed no dudó en aplicar mano dura contra los rebeldes y ejecutó detenciones contra “subversivos”.  Las hostilidades fueron en aumento hasta que Ahmed acusó el miércoles 4 de noviembre pasado al TPLF de estar armando milicias desde hace semanas y, lo que es más grave, del supuesto ataque a una base militar. La respuesta fue inminente. El Consejo de Ministros aprobó el estado de emergencia en Tigray, validado luego por el Parlamento, y el Premio Nobel de la Paz declaró la guerra.

Etiopía está al borde de una guerra civil que complicaría aún más a la región del Cuerno Oriental si se suma a Somalia. Grupos como los somalíes del Ogadén pueden reactivar su nacionalismo, ratificando su histórica dependencia con la “patria originaria pastoril de Somalia”. Los Ahmárico y los Oromos van a pedir sus autonomías históricas, mientras los tigreños parecen estar decididos a romper.

Intereses encontrados y los peligros de la desestabilización regional

Pero lo que más preocupa a Occidente no es sólo la desestabilización del Cuerno de África Oriental. Las reservas de gas natural en Etiopía están en el norte… Los chinos tienen intereses allí. Además, Eritrea es un aliado de Pekín que incita a los tigreños a presionar a Addis Abeba a romper con Estados Unidos. También hay fuerte interés en los yacimientos de hierro, oro, tantalio y zinc. Corporaciones estadounidenses, canadienses, francesas y británicas cuidan sus intereses frente a la “avanzada china”. Etiopía para congraciarse con Occidente y demostrar que no es “filochina”, ha firmado tratados comerciales con Washington y la Unión Europea, logrando que el comercio exterior pase por el vecino país de Yibutí, ya que perdió su salida al Mar Rojo desde que Eritrea se independizó en 1993. Pactos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo fueron hechos por Addis Abeba, aplicando medidas de ajustes contra el pueblo de Etiopía. Las protestas no tardaron en aparecer, en 2018 y 2019.

Un polvorín nuevo en el Cuerno de África Oriental puede ser muy convulsionante. Ya miles y miles de inmigrantes etíopes escapan de la pobreza hacia el Mediterráneo Oriental para ingresar a Europa. La pobreza en Etiopía alcanza a más del 60% de la población y el coronavirus se llevó la vida de más de 2000 personas en el país en este 2020 terrible. Además, hubo plagas de langostas procedentes de las sabanas de Uganda, Sudán, Sudán del Sur, Kenia y Tanzania, complicando las cosechas en los albores del año actual. Para colmo volvieron nuevas sequías en el sur del país, con hambrunas focalizadas.

Todo es propicio para lo peor si la guerra civil pone en jaque a Etiopía, garante filo-occidental en el Cuerno de África Oriental. Y no estaría bueno que en el Mar Rojo, en la zona del Canal de Suez y en el Golfo de Adén, las rutas de los hidrocarburos se vea interrumpido para complicar aún más las cosas en los mercados mundiales del año 2020.

Conozcan a Eritrea, el “enemigo de Occidente” en el Cuerno de África Oriental

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Hay olor a gas y todo puede explotar por los aires

Hay olor a gas y todo puede explotar por los aires

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Se trata de uno de los pocos conflictos resueltos en el mundo de hoy. Armenia y Azerbaiyán, desde que se independizaron a principios del decenio de 1990 de una desintegrada Unión Soviética, luchan por la región conocida como Nagorno-Karabaj. Hoy en día es una porción de tierra de Azerbaiyán, pero en la cual vive una importante comunidad armenia cristiana que de hecho formó una república separatista que quiere unirse a la República de Armenia.

La disputa por Nagorno-Karabaj se recrudeció a fines de septiembre y varios días consecutivos de choques dejaron ya un centenar de muertos en ambos bandos, entre ellos una decena de civiles. Se habla de helicópteros derribados, tanques destruidos y ataques con drones en un nuevo enfrentamiento entre las dos ex repúblicas soviéticas por el control de esa región.

La comunidad internacional se alertó rápidamente. La Unión Europea, con el liderazgo de Francia (país en donde existe una gran comunidad armenia), y Estados Unidos llamaron a la calma. Rusia, por su parte, pidió calma a los armenios, apelando a la unidad histórica cristiana ortodoxa entre ambas naciones. La República Islámica de Irán también se metió en el asunto, ya que mantiene fronteras con ambas naciones en guerra, pero que posee una importante comunidad azerí musulmana de la rama shiíta en el noroeste del país.

La república turca del ambicioso neo-otomano Recep Erdoğan fue más osado y apoyó a Azerbaiyán contra Armenia, incluso manifestando apoyo bélico. Las elites turcas del gobierno de Erdoğan realimentan su postura antiarmenia insertándose de lleno en el conflicto de Nagorno-Karabaj, apelando a la “unidad islámica” y a defender la integridad territorial de Azerbaiyán. Erdoğan no va a permitir que se vuelva a la campaña antiturca por el tema urticante del genocidio armenio de 1915-1917.

Por su parte, los líderes de Armenia y Azerbaiyán se responsabilizan mutuamente de esta nueva escalada de la violencia. El presidente azerí, Ilham Aliyev, dijo el domingo 27 de septiembre que confía en recuperar el control de la región separatista. “Prepárense para defender nuestra nación sagrada”, declaró el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, después de acusar a Azerbaiyán de una “agresión pre-planificada”.

Ataque armenio sobre objetivos azeríes de este domingo 27 de septiembre.

Surgimiento del conflicto

Tras el final de la Unión Soviética en 1991, estalló una guerra en Nagorno-Karabaj por su independencia frente a los azeríes. Decenas de miles de personas murieron en un sangriento enfrentamiento que además dejó un millón de desplazados. En 1994 se estableció un alto al fuego, pero quedó latente el clima separatista entre los armenios de Nagorno-Karabaj.

La autodenominada “República de Nagorno-Karabaj” continúa sin el reconocimiento diplomático de ninguna nación y aún es considerada de jure como parte de Azerbaiyán, pese a ser independiente de facto desde el final de la guerra.

Armenia apoya a los rebeldes separatistas y busca anexionarse Nagorno-Karabaj para conformar una “verdadera nación del Ararat”, apelando a un viejo nacionalismo de carácter étnico-religioso anti-islámico. Por su parte, Azerbaiyán apela a la unidad nacional contra Armenia. El 80% de los musulmanes azeríes son shiítas, aunque las elites azeríes no tuvieron inconvenientes en asociarse a la Turquía musulmana sunnita.

Ambas elites apoyaron una especie de secularismo en el ámbito islámico. Las clases dirigentes azeríes siempre buscaron fortalecer sus lazos con los turcos en el conflicto con los armenios antes que asociarse a la República Islámica de Irán o la República Árabe Siria, cuyas dirigencias son shiítas también. De hecho, Bakú (capital azerí) no quiso saber nada frente al interés iraní en el conflicto de Nagorno-Karabaj.

Todo tiene un trasfondo histórico

Armenia

En el conflicto de Nagorno-Karabaj hay dos planos de análisis: uno lejano y otro surgido en los albores del siglo XX. Armenia es una región de la Trancaucasia. Desde el 900 a.C., en plena Edad de Hierro del Cercano Oriente asiático, se formó el llamado reino de Urartu, en los alrededores del Lago Van, aunque la etnia de sus clases dirigentes no era de lengua indoeuropea, sino alardo-urartiana.

El poderoso imperio asirio se adueñó de Urartu en el siglo VII a.C., y lo destruyó. Nuevas etnias de lengua indoeuropea protoarmenia, emparentada con los antiguos medos y persas del Irán, llegaron a la región y estuvieron bajo poder de los sucesivos imperios persa aqueménida (500-330 a.C.), macedónico (330-200 a.C.), arsácida, romano y sasánida (entre el 200 a.C., y el 650 d.C.).

Hacia el 250 d.C., una elite armenia se había romanizado bastante y de hecho fue conformando un régimen estatal propio, que en el año 301 d.C., adoptó el cristianismo. Así, el país llamado Armenia se convirtió en el primer país del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial del Estado, ​por influencia de Gregorio I “El Iluminador”, considerado hoy en día santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia.

Tiridates III (238-314 d.C.) fue el primer gobernante que oficialmente se propuso cristianizar a su gente. Su conversión ocurrió doce años antes de que el imperio romano concediera al cristianismo la tolerancia oficial bajo Constantino I y casi ocho décadas antes de que Teodosio I “el Grande” adoptara el cristianismo como religión oficial del imperio (380 d.C.). En el año 405 d.C., el erudito Mesrob Mashtóts creó el alfabeto armenio.

Después de la caída del reino de Armenia en el año 428 d.C., la mayor parte del país fue incorporada al imperio sasánida. Después de una rebelión en el año 451, los armenios mantuvieron su libertad religiosa, mientras que su país ganó autonomía y el derecho a ser gobernada por un gobernador nativo, mientras que otros territorios imperiales fueron gobernados exclusivamente por sasánidas.

El llamado “marzpanato de Armenia” duró hasta 640, cuando la Persia sasánida fue destruida por el Califato Árabe. Tras la conquista árabe musulmana de Armenia, el país fue inicialmente agrupado en una unidad administrativa con el nombre de Arminiyya, que también incluyó partes de Georgia y de la llamada “Albania caucásica” y tenía su centro en la ciudad armenia de Dvin, bajo un gobernador árabe, llamado Vostikan.

A mediados del siglo IX la administración fue delegada en “el príncipe de Armenia”, reconocido por el califa y el emperador bizantino. El principado de Armenia duró hasta el año 884, cuando el país recuperó la independencia del debilitado imperio árabe musulmán.

Armenia fue disputada por los bizantinos y diversas fuerzas militares turcas entre el 1000 y el 1300. Los mongoles también llegaron a dominar al país. Hacia el 1320 los turcos otomanos empezaron a invadir estas tierras. En 1453 el viejo imperio bizantino fue destruido por los turcos otomanos y Armenia quedó bajo dominio del Sultán de Estambul. Esta situación duró trescientos años, hasta la Guerra Ruso-Turca de 1828-1829, cuando la parte oriental de este territorio fue cedida al Imperio del Zar ruso. La parte restante, también conocida como Armenia otomana o Armenia occidental, continuó hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial y la partición del imperio turco otomano. En los años del decenio de 1860 surgió el Movimiento de Liberación Nacional de Armenia.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914-1918 la Turquía otomana aprovechó para apoderarse de la Armenia rusa. Luego tuvo lugar el terrible genocidio armenio de 1915-1918 por parte de las autoridades otomanas. La gran mayoría de estimaciones acerca del número de armenios muertos comienzan a partir de los 650 mil hasta el millón y medio de personas.

Entre 1916 y 1917 Rusia logró recuperar Armenia. En ese momento, Armenia, Georgia y la parte de Azerbaiyán controlada por los rusos, trataron de adherirse formando la República Federativa Democrática Transcaucásica. Esta Federación, sin embargo, duró solamente de febrero a mayo de 1918, cuando las tres partes decidieron disolverla. Consecuentemente, Armenia del este llegó a su independencia bajo el nombre de República Democrática de Armenia (DRA) el 28 de mayo de 1918.

Armenia fue anexionada por la Rusia bolchevique y junto con Georgia y Azerbaiyán, fue incorporada a la Unión Soviética como parte de la RFSS Transcaucásica (RFSST) el 4 de marzo de 1922. La RFSST existió desde 1922 hasta 1936, cuando se dividió en tres entidades separadas (RSS de Armenia, RSS de Azerbaiyán y RSS de Georgia).

El 21 de septiembre de 1991, Armenia declaró oficialmente su independencia después del fallido golpe de agosto en Moscú. Levon Ter-Petrosyan fue elegido popularmente como el primer presidente de la recientemente independiente República de Armenia el 16 de octubre de 1991.

Azerbaiyán

Por su parte, Azerbaiyán, al principio, no estaba ligada a la historia musulmana. Si bien allí existieron grupos indoeuropeos ligados a los medos y los persas aqueménidas, otras etnias como la de los escitas (o sakas) también vivieron en la Transcaucasia. Más adelante, la zona se volvió parte del imperio de Alejandro Magno y su sucesor, el imperio seleúcida. Pero los antiguos habitantes eran los llamados albaneses caucásicos que establecieron un reino independiente alrededor del siglo IV a.C. Durante este período, el zoroastrismo persa se esparció por el Cáucaso.

En el siglo IV d.C., llegó el cristianismo, pero no tuvo mucho éxito. Pese a las numerosas conquistas por parte de los sasánidas y los bizantinos, Albania Caucásica permaneció como un Estado semiindependiente hasta el siglo IX. En el 667, el Califato Omeya expulsó a ambos ejércitos de la región y conquistó la Albania Caucásica tras suprimir la resistencia cristiana liderada por el príncipe Javanshir. El vacío de poder dejado por el declive del Califato Abasí fue cubierto por numerosas dinastías locales como los Saláridas, los Sáyidas, los Shaddadids, los Rawadids y los Búyidas. A principios del siglo XI, el territorio comenzó a ser atacado por oleadas de tribus túrquicas oguz provenientes de Asia Central.

El viejo idioma azerí de la Albania Caucásica se fue adaptando a la llegada de los nuevos inmigrantes turcófonos, pero también persas. Con el tiempo se formó el actual idioma azerí, perteneciente a la rama túrquica.

Durante el dominio de los Safávidas, se impuso el shiismo entre la población (anteriormente suní) como parte de su lucha contra el imperio otomano.​ Tras la caída de los Safávidas, el área fue dominada por las dinastías iraníes de Afshárida, Zand y brevemente por los Kayar. Después del colapso de la última dinastía, surgieron los kanatos independientes de facto.

La breve campaña rusa de 1812 terminó con el Tratado de Gulistán, en el cual se retiraron los reclamos de los sahs sobre algunos kanatos del Cáucaso, en virtud de que habían sido independientes de facto mucho antes de la ocupación rusa.

Los kanatos ejercieron el control exclusivo sobre las principales rutas del comercio entre Asia Central y el Occidente. Envueltos en una guerra constante, estos kanatos fueron incorporados finalmente al imperio ruso en 1813, tras la guerra ruso-persa. El área al norte del río Aras, una porción del actual territorio azerbaiyano, formó parte de Irán hasta que fue ocupada por Rusia. En 1917 estalló la Revolución Rusa y al año siguiente Azerbaiyán quedó bajo poder de los bolcheviques hasta 1991.

Conflictos en la era soviética

La vieja disputa entre armenios cristianos y musulmanes shiítas azeríes no terminó con la llegada de la Unión Soviética. Poco después de que se disolviera la Federación Transcaucásica, graves disputas territoriales desembocaron en una guerra abierta entre las recién formadas Repúblicas Socialistas Democráticas de Armenia y Azerbaiyán. La guerra se extendió al propio Karabaj. La disputa se centró en el establecimiento de la frontera entre ambos países. Los armenios de Karabaj intentaron proclamarse en una república independiente, pero fallaron al no poder contactarse con Armenia.

Después de la derrota otomana en la Primera Guerra Mundial, tropas británicas ocuparon la zona de Transcaucasia en 1919. Luego en el decenio de 1920 los soviéticos lograron ocupar el territorio. Aún así las luchas entre armenios y azeríes continuaron, aunque de formas muy esporádicas entre 1930 y 1990. Ya a fines del decenio de 1980, en el medio de la crisis de la Unión Soviética, hubo fuertes escaramuzas en Nagorno-Karabaj. De hecho, en el suroeste de Armenia está el enclave de Najiyeván, de mayoría azerí musulmana shiíta, que pertenece a Azerbaiyán.

Cae la URSS, se reaviva el conflicto

La caída de la Unión Soviética de 1991 reavivó estas disputas aún más. La guerra de los ‘90 dejó unos 30 mil muertos y cerca de un millón de personas desplazadas. Desde la tregua de 1994, existe una situación de punto muerto.

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) trata desde hace tiempo de mediar en el conflicto, con diplomáticos de Francia, Rusia y Estados Unidos -el llamado Grupo Minsk de la OSCE- comprometidos en intentar de avanzar sobre la base de la tregua del ‘94.

Siguiendo los pasos de Turquía, desde 1995 las elites azeríes trataron de congraciarse con Occidente, a pesar de su identificación musulmana. De hecho, Azerbaiyán quiere ser parte de Europa, al igual que Armenia, y no de Asia. Azerbaiyán es un Estado laico de acuerdo con el artículo 7 de su Constitución. También se garantiza la libertad de culto mediante el artículo 48. Después de la independencia, una de las primeras leyes que aprobó la Asamblea Nacional azerí para disociarse de la Unión Soviética fue la adopción del alfabeto latino en las escuelas para reemplazar el cirílico. Todo un clímax.

Por su parte las elites armenias siempre se cobijaron en Occidente, aunque también se ligaron a Rusia en algunos negocios. Frente a la hostilidad de Turquía, Armenia buscó ayuda de la Unión Europea y también de Estados Unidos. Pero tanto Armenia como Azerbaiyán se entremezclaron con los intereses geoestratégicos de la Transcaucasia, y ambos sectores empresariales se involucraron en diversos negociados.

Gasoducto de Azerbaiyán, en el que hay corporaciones turcas y occidentales como fuertes inversoras.

Negocios son negocios

Más allá de las disputas entre cristianos y musulmanes, se esconde una fuerte batalla económica. Azerbaiyán es también un centro económico importante para el transporte de materias primas. El oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC) comenzó sus operaciones en mayo de 2006 y se extiende por más de 1774 km a través de Azerbaiyán, Georgia y Turquía. El BTC está diseñado para transportar más de 50 millones de toneladas de petróleo crudo anualmente desde el fondo del mar Caspio hasta la costa del Mediterráneo.

El gasoducto del Sur del Cáucaso, que atraviesa los mismos países, inició sus funciones a finales de 2006 y ofrece un suministro de gas natural constante a los mercados europeos desde el yacimiento Shah Deniz. En este lugar se producen más de 296 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año.

La principal fuente de energía del país son los combustibles fósiles: dos tercios de su superficie cuentan con yacimientos de petróleo y gas natural. Gracias a esta abundancia el país produce alrededor de 1,4 millones de barriles de petróleo al día.

En septiembre de 1994, el gobierno azerí firmó un contrato de treinta años con trece compañías petroleras, entre las que se destacan Amoco, British Petroleum, Exxon Mobil, Lukoil y Statoil. Como las compañías extranjeras tienen permitido perforar los yacimientos en aguas profundas aún intactos, Azerbaiyán es considerado como uno de los puntos de exploración y desarrollo más importantes de la industria.

Armenia no se queda atrás

Armenia es miembro del Consejo de Europa, mantiene relaciones amistosas con la Unión Europea, especialmente con Francia y Grecia, ya que una encuesta en 2005 informó que el 64 % de la población de Armenia se manifestó a favor de la adhesión a la UE y varios funcionarios armenios también han expresado el deseo de que su país, a la larga, llegue a convertirse en estado miembro, ya que algunos predicen que se hará una oferta oficial de ingreso en unos pocos años. También se ha examinado qué parte de la sociedad está a favor de unirse a la OTAN. Sin embargo, el presidente Serzh Sargsyán (2008-2018) quería mantener a Armenia vinculada a la Federación Rusa y a la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Hasta su independencia, la economía de Armenia se basó en la producción industrial de productos químicos, electrónica, maquinaria, alimento procesado, caucho sintético y textiles, era además altamente dependiente en recursos externos. Las minas armenias producen cobre, cinc, oro y plomo. La mayor parte de la energía se genera con combustible importado de Rusia, incluyendo gas y combustible nuclear.

Erdogan y Alishev, aliados en la región de Transcaucasia y contra los intereses armenios.

Muchos intereses

Algo está más que claro, el Cáucaso sur es un pasillo para gasoductos que llegan desde el mar Caspio hasta los mercados mundiales. Rusia, Turquía y Occidente tienen sus intereses. Al conflicto del Golfo Pérsico, ahora se le suma el de la Transcaucasia.

Turkey Petroleum es el segundo mayor inversor del gasoducto Baku-Tbilisi-Erzurum con una participación del 19%. BOTAS, la empresa estatal turca comercializadora de petróleo y gas, es el segundo mayor inversor de Gas Natural Transanatoliano (TANAP) con una participación del 30%. Turquía es el 18º mercado de gas natural más grande del mundo, y es vecino de Europa, el segundo mercado más grande del mundo. Desde 2019 está el TANAP listo para suministrar gas azerí a Europa, comunicó el servicio de prensa de la Compañía Estatal Petrolera de Azerbaiyán (SOCAR). El proyecto TANAP corre a cargo de la compañía Southern Gas Corridor (51%), la operadora gasística turca BOTAS (30%), la petrolera anglo-holandesa BP (12%) y la empresa SOCAR Turkey Enerji (7%).

El panorama es complejo: Turquía tiene una apuesta fuerte en Transcaucasia y defenderá con todo a Azerbaiyán. Occidente, Rusia e Irán no quieren una escalada militar imparable. Muchas empresas occidentales también se verán muy afectadas si hay una guerra total. Un conflicto de vieja data que no sólo es entre la cruz y la media luna islámica. Hay olor a gas. Y si hay una chispa fuerte, todo puede explotar por los aires.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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