La Flotilla de la Libertad (Global Sumud Flotilla) fue atacada por un drone

La Flotilla de la Libertad (Global Sumud Flotilla) fue atacada por un drone

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

El ataque sucedió tras una serie de amenazas que el gobierno israelí de Netanyahu ya había lanzado a la Global Sumud Flotilla. Afortunadamente, el único daño que se generó fue un foco de incendio rápidamente controlado por el capitán. “Fue un ataque para frenar a esta flotilla, a Israel no le importa nada”, afirmó “Cascote” Bertola, capitán de una de las embarcaciones.

La noche de este lunes en la costa de Túnez fue testigo del primer ataque directo a la Global Sumud Flotilla mediante un drone que impactó contra una de las embarcaciones. Tras varias amenazas de parte del autoproclamado Estado de Israel, la flotilla fue amedrentada en un acto que, por suerte, no registra siquiera un herido.

La “Flotilla de la Libertad” transita actualmente su viaje en el mar mediterráneo en la zona del país africano de Túnez, con destino a la costa de Gaza, en búsqueda de abrir un corredor humanitario y facilitar más de 10 mil toneladas de comida, medicamentos, agua, entre otros. Es la vez número 38 que este conjunto de embarcaciones intenta esta expedición desde el bloqueo israelí.

El 31 de mayo del año 2010, la flotilla fue atacada mediante la misma metodología por el Estado de Israel, en un marco de mayor escala que registró 10 decesos. En esta ocasión, el hecho no pasó a mayores: “Claramente fue un atentado dirigido a un tanque de combustible que no tuvo éxito, el incendio fue rápidamente controlado por el capitán”, informó Carlos “Cascote” Bertola, militante de la Corriente NuestraPatria que capitanea una de las embarcaciones.

“Estábamos de guardia en el barco cuando un drone sobrevoló y cayó sobre el ‘family’ y causó un incendio”, extendió Cascote, y enfatizó: “Evidentemente hay preocupación porque esta flotilla está queriendo abrir un corredor humanitario y está siendo agredida militarmente, porque lo que acaba de pasar fue un ataque para frenar esta flotilla”.

Más allá del hecho, Bertola destacó sorprenderle que Israel hubiese atacado en el área de una nación. “La vez anterior fue en aguas internacionales, ahora el atentado se comete en un tercer país, lo cual demuestra que a Israel no le importa nada”, desarrolló.

“Cuando decimos que Netanyahu está buscando una tercera guerra mundial y no le importa cometer un genocidio a cielo abierto, estas acciones lo confirman. La humanidad tiene que despertar y saber que si son capaces de hacer este genocidio en Gaza son capaces de cualquier cosa”, enfatizó Bertola.

Así mismo, el entrevistado recalcó que las propias fuerzas de seguridad tunecinas están en alerta, y que “fue importante registrar el hecho” para que no se relativice su dimensión. “Esto le da más fuerza a la flotilla y habrá que usarlo para llegar a Gaza, nos reagruparemos en Túnez para poder llevar comida y medicamentos a la población de Gaza, no hay nada más simple y más humano que eso”, concluyó.

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No somos números

No somos números

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

¿A qué nos están acostumbrando? ¿Se puede deshumanizar la vida a cualquier precio? ¿Cuál es el límite? ¿Quién lo impone? ¿Dónde está escrito que tal o cual tiene derecho a decidir sobre nuestros futuros? ¿Quién tiene la potestad de definir quién vive y quién no? ¿Dónde quedó nuestra humanidad?

Mientras recorría redes y medios de comunicación para pensar y armar el texto que les compartiría, me topé, quizás por casualidad, quizás por causalidad, con la historia de un médico boliviano, Refaat Alathamna.

Refaat se formó en la Universidad Cristiana de Bolivia (UCEBOL) y al recibirse migró a nuestro país para trabajar durante tres años como médico de emergencias. Luego de esta experiencia volvería a su país natal para hacer una maestría en anestesia y terapia intensiva. Hace más de una década que vive en la Franja de Gaza, junto a su esposa y sus cinco hijos.

Según relatan distintos artículos periodísticos sobre su periplo, él y su familia tenían una vida relativamente normal en la ciudad de Khan Yunis, pese a las dificultades económicas causadas por el bloqueo impuesto por el Ente Sionista desde hace más de 16 años.

Como se imaginarán, todo cambió el 7 de octubre de 2023 luego de que la Resistencia Palestina llevara a cabo la operación militar “Diluvio de Al-Aqsa”, en el sur del territorio hoy controlado por Israel.

Producto de la desproporcionada respuesta del sionismo, Refaat y su familia tuvieron que trasladarse hacia el sur de la ciudad, refugiándose en casa de una de sus hermanas. Tan sólo tres días después tendrían que volver a marcharse, producto de los bombardeos, desplazándose casi 11 kilómetros al sur hasta la ciudad de Rafah, frontera con Egipto.

Desde entonces y en reiteradas oportunidades Refaat ha sido un relator directo de la experiencia que viven a diario millones de personas: desde desplazamientos forzados, hasta tener que enterrar a una hija, o una hermana, o una madre; pasando por la atención de miles de personas con distintas enfermedades, causadas, entre otras cosas, por la falta de alimentación.

Porque el sionismo no sólo no tiene pruritos para bombardear hospitales o escuelas, tampoco los tiene para bloquear Gaza y, literalmente, matar de hambre a cientos o miles de palestinos. O para cortarles el suministro de agua o de electricidad; o bombardear a los pescadores en sus barcazas. Tampoco los tienen para asesinar palestinos que hacen fila en búsqueda de alimento que en teoría reparte la recién creada Gaza Humanitarian Foundation. Alimento que incluso, son capaces de envenenar.

Pero el grado de locura es tal, que incluso aliados del Ente (o títeres) como EEUU, Gran Bretaña o la Unión Europea osan perseguir a quienes, precisamente, denuncian estas atrocidades; este genocidio en curso que se transmite las 24 horas del día en redes sociales y que al parecer es muy rentable para corporaciones del Occidente Colectivo. El caso más emblemático sin dudas es el de la Relatora de Naciones Unidas para Palestina, Francesca Albanese.

Volviendo a Refaat, tan sólo unas horas antes de ponerme a escribir estas líneas, este médico boliviano, realizaba una de sus últimas publicaciones en sus redes sociales. En ella, describe una situación habitual del último tiempo para casi cualquier palestino, sobre todo para quienes trabajan dentro de los hospitales.

Por fortuna, parece que Refaat aún sigue con vida y continúa trabajando por su comunidad en una de las cosas que mejor sabe hacer: salvar vidas.

Obviamente ésta lectura me obligó a escribir todo lo anterior. También debería obligarnos a pensar y repensar qué hacemos y qué podemos hacer. Esa es la invitación que les hago.

El texto dice así:

Un mensaje de despedida, el personal médico del complejo Nasser en Khan Younis de hoy:
Ahora mismo estamos trabajando en el hospital, y los tanques están a sólo unos metros de nosotros. Estamos más cerca de la muerte que de la vida.
Los soldados no tienen compasión por un niño, ni por un anciano, ni por un médico, ni por un enfermero. Nos quedamos aquí porque somos seres humanos, y porque nuestra misión es profundamente humanitaria.
Si estos cuervos nos arrebatan el alma… no nos olviden, no nos conviertan en cifras. Amamos la vida, tenemos sueños como ustedes. Tenemos hijos y esposas a quienes amamos. Pero ser realmente humano significa no abandonar a quien necesita tu humanidad.
Cuéntenle al mundo sobre nosotros… Díganles que fuimos más humanos que aquellos que sólo lo fingieron. Díganles que elegimos la muerte antes que renunciar a nuestra noble misión.
No digan que fuimos héroes, sólo digan que entendimos lo que significa ser verdaderamente humanos. Perdónennos… no somos números.

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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Occidente vive de genocidio en genocidio

Occidente vive de genocidio en genocidio

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Este 12 de octubre se conmemoró, mas no “celebró”, el desembarco de Cristóbal Colon en la Isla de Guanahaní (hoy Bahamas). Sería el comienzo de la invasión europea sobre Nuestra América. Algo similar a lo que habían hecho en Al-Ándalus. Genocidios expansionistas similares a los que posteriormente realizarían los británicos en Norte América o Asia; o al que llevaron adelante las potencias europeas en África; y que desde 1948 llevan adelante los sionistas en Asia Occidental, fundamentalmente en Palestina.

La teoría decolonial que pensaron y promovieron grandes pensadores como Enrique Dussel, señala que es “la modernidad” (mas no sólo el capitalismo) el orden civilizatorio occidental que se impuso a nivel mundial, fundamentalmente desde la invasión a Abya Yala en 1492. Capitalismo como sistema de ordenamiento económico y de clases, patriarcado de la cristiandad como sistema de ordenamiento de género, el racismo como sistema de ordenamiento y dominación de Europa por sobre el resto, y el dualismo cartesiano como sistema de ordenamiento antropocéntrico en el que lo humano está escindido de lo “natural”.

Si bien esta definición es simplificada y a mero efecto descriptivo (Grosfoguel afirma que hay más de 15 formas de dominación que se entremezclan), nos sirve para comprender algunos elementos de las disputas intestinas que se están viviendo en la actualidad: Hoy la disputa global es civilizatoria. Son las civilizaciones históricamente oprimidas, ninguneadas, pisoteadas y subalternizadas, las que están disputando al Occidente Colectivo la forma en la que el mundo se ordena. Es el grito cada vez más aturdidor (para Occidente) de: ¡Ya basta!

Y posiblemente de aquí a que finalice el año, estemos en un tiempo bisagra en esta disputa, fundamentalmente porque hay dos hechos por demás significativos que pueden tercer el rumbo de la historia venidera: La cumbre de los BRICS en Kazán a finales de octubre y las elecciones presidenciales en los EEUU. Nada de lo que sucede en el mundo hoy está escindido de estos acontecimientos.

La guerra entre la OTAN y Rusia en Ucrania no es otra cosa que una disputa civilizatoria. Es Rusia plantando cara a Occidente, al igual que pasó en Siria en el año 2014. La diferencia es que es en territorio europeo, a la veda de sus fronteras. Espacio vital que no permitirá que termine de caer en las garras de la OTAN, pese a toda la narrativa propagandística y a la aparentemente última gira del comediante usurpador, quien realizó una visita a las principales potencias atlantistas, intentando vender a sus interlocutores su “Plan para la Victoria” o “Fórmula para la Paz”; algo que ya había realizado tanto con el republicano Donald Trump, como con los Demócratas, Biden y Harris.

Esta gira representa la muestra cabal de que Occidente y su payasito cómico perdieron la guerra y empiezan a preparar las condiciones para asumirlo sin asumirlo, al menos discursivamente. Ya en Europa casi nadie cree lo que dice el usurpador quien les ha succionado millones de millones para alimentar la corruptela neonazi, hoy reinante en Kiev.

Ejemplos de sus consecuencias hay de sobras, pero quizás el más concreto es la derrota de las distintas expresiones de la socialdemocracia europea (últimos ejemplos las de Alemania y Francia) a manos de lo que la prensa occidental llama “extremas derechas” o “extremas izquierdas”. Término anquilosado y arcaico que ya no alcanzan para explicar el mundo actual. Pueblos que ven cómo se deterioran sus condiciones de vida mientras sus gobiernos financian una guerra a pedido de los EEUU.

Se saben derrotados y mágicamente, mientras empiezan a reconocer su derrota, estalla la escalada reciente en Asia Occidental, con un sionismo potenciado por más de un año de genocidio ante la mirada cómplice de todo ese Occidente Colectivo. Un Bibi Netanyahu (que en realidad es de familia jázara y de apellido Mileikowsky), dispuesto a incendiar esa región bajo la premisa talmúdica de la construcción del Gran Israel.

Y ahí encontramos otro choque civilizatorio: Islam vs sionismo. Porque no confundamos, no es una disputa entre judíos y árabes, hay miles de judíos a lo largo y ancho del globo que denuncian las atrocidades que se están cometiendo en Gaza, Cisjordania o Beirut a manos del sionismo.

Un genocidio expansivo israelí que Alfredo Jalife señala como una estrategia de “Domicidio“: Borrar la identidad de un barrio, de los ciudadanos que la habitan. Literalmente es crear caos y eliminar o exfoliar el sentido de sociedad, de convivencia y pertenencia a una territorialidad. Precisamente por eso, los ataques sionistas son contra población civil y ya generaron el desplazamiento forzado de más de 1,5 millones de libaneses del sur de Beirut hacia Siria. El famoso “daño colateral” no existe, es lo que buscan: una limpieza étnica, lo cual viola flagrantemente las leyes internacionales. Leyes que nunca respetaron, incluso desde antes de 1948.

Aunque, para pesadilla del psicopatológico talmúdico, según el ex agente del MI6 y ex diplomático británico, Alastair Crooke, más del 90% militar de Hezbollah está intacto. Éste, además, no descarta la posibilidad de que esta organización del Eje de la Resistencia (en Asia Occidental) tenga misiles hipersónicos, que estarían guardando para el momento oportuno, algo que rompe con la propaganda anglo sionista de que “acabaron” con Hezbollah luego de asesinar a su Secretario General, Hassan Nasralla.

La pregunta que medio mundo se hizo esta semana fue ¿Cuál sería la respuesta israelí a la lluvia de misiles lanzados desde Irán como represalia por el asesinato de Nasrallah, Haniya y Nilforoushan? Misiles que dejaron en ridículo al supuestamente infranqueable sistema “Cúpula de Hierro”. Las bravatas vomitadas por el premier Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Galant, al menos por ahora, quedaron en eso.

Pongamos sobre la mesa algunas diferencias que complejizan la lectura, pero aclaran el panorama: Irán reconoce el tratado de no proliferación de armas nucleares, Israel no; Irán reconoce y acepta la inspección de la Agencia de Energía Atómica, cuya sede está en Viena, Israel no. Israel no dice oficialmente cuantas bombas tienen, y si bien la prensa occidental dice que tiene 150, analistas y especialistas en la materia sostienen que tiene más de 500 bombas.

Mucho se especuló con un supuesto ataque a instalaciones nucleares o de hidrocarburos iraníes, lo cual para varios expertos en la materia sería prácticamente imposible. Bulletin of the Atomic Scientist (de EEUU) sostiene que estamos a milisegundos de un Armagedón (léase guerra nuclear). Sostienen que, si Israel ataca las instalaciones nucleares de Irán, difícilmente podría destruirlas y generaría lo opuesto: que Irán defina adquirir (comprar) o producir, efectivamente, bombas nucleares. Según afirman, para Israel, la única forma de evitar que Irán obtenga la bomba nuclear sería ocupando el país en forma indefinida, cosa que el sionismo no puede ni quiere hacer.

En este contexto al parecer Biden dijo a Netanyahu que si estuviese en sus zapatos también se privaría de atacar campos petroleros. Las monarquías del golfo habrían dicho a la administración norteamericana que no acompañarían tal cosa y que no permitirían el uso de sus espacios aéreos para que Israel ataque Irán.

https://x.com/RealPepeEscobar/status/1842219782625513858

Según el analista geopolítico brasileño, Pepe Escobar, de producirse un golpe a la infraestructura hidrocarburífera iraní -y la consecuente respuesta de Irán, pagando con la misma moneda- podría elevar el precio del barril de petróleo a 200/300 dólares, lo cual generaría un descalabro inflacionario global, cosa que EEUU no puede permitir que suceda a menos de un mes de las elecciones, ya que ese escenario sería el acabose para las aspiraciones demócratas.

Además, en caso de que Irán considere el ataque israelí como una “respuesta excesiva”, inmediatamente podría cerrar el Estrecho de Hormuz, el famos “Chek Point”, por donde circula un 20% de las exportaciones de petróleo del mundo, con lo cual la ecuación vuelve a ser de descalabro inflacionario global.

Sin embargo, un escenario represalia sobre el sistema nuclear o hidrocarburíefero iraní parece no ser una opción real. Por ese motivo, están promoviendo un cambio de régimen al intentar construir un Guaidó 2.0 iraní con el descendiente del Reza Pahlavi.

https://twitter.com/DOGDEGA/status/1844220197521309792

En este contexto y en el marco del Foro “Interconexión de los tiempos y las civilizaciones: base para la paz y el desarrollo”, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo iraní, Masud Pezeshkián, mantuvieron una reunión bilateral en Asjabad, capital de Turkmenistán. Un claro mensaje de Putin a Occidente: Irán es una línea roja que nadie debería cruzar.

Como se puede observar, en EEUU tampoco conviene una escalada incontrolable en el conflicto entre el sionismo y sus vecinos, pese a que las administraciones norteamericanas siempre lod financiaron, acompañaron y respaldaron. Las consecuencias pueden ser devastadoras, sobre todo si se tiene en cuenta que Kámala Harris sigue cayendo en las encuestas en los famosos “swing states”.

Pese a ser la campaña que día a día sigue batiendo records de recaudación (la actual vice sobrepasó los 1.000 millones de dólares en donaciones en menos de 3 meses) recientemente se conoció un sondeo publicado por la Universidad Quinnipiac que muestra a la candidata demócrata detrás del republicano Donald Trump en Michigan (50 – 47%) y Wisconsin (48 – 46%). Esto da cuentas que por más dinero que pongas, la candidata del 3% lo tiene difícil.

Estamos a sólo diez días de la cumbre de Kazán, a 24 días de las elecciones en EEUU y a 80 días de la asunción de quien gane esa contienda y se convierta en el próximo mandatario norteamericano. En este contexto y sin que hayan aparecido las famosas “sorpresas de octubre” nada puede descartarse. Lo que es seguro es que, si se ven amenazados, no tienen límites.

Nicolás Sampedro

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Nunca pierdan la capacidad de asombro

Nunca pierdan la capacidad de asombro

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Como docente universitario, una de las cosas que pido cada año a quienes les toca padecerme como profe, es que nunca pierdan la capacidad de asombro. Quizás ese pedido es una mera ilusión, una utopía de tantas que a uno le atrapan el corazón. Pero como buen testarudo cada año lo repito. Tan sólo con que haga mella en alguien de ese grupo circunstancial, las palabras no habrán sido en vano.

El asombro, no es otra cosa que la manifestación en el ánimo de algo que nos impresiona -para bien o para mal-; es algo que mueve las estanterías ya sea porque sorprende por lo inesperado o por su cualidad extraordinaria. Asombro puede causar un vuelco cinematográfico que no deja víctimas fatales, pero también puede generarlo un comentario inesperado de una persona que considerabas que nunca podría decir eso que dijo.

Lo cierto es que desde el sábado pasado no dejo de sorprenderme con la caterva de personas que se dicen periodistas y lo único que hacen es reproducir la propaganda basura que arroja a redes y medios el sionismo. La peor de todas, la fake que aseguraba que el grupo de liberación palestina Hamas había decapitado a bebés israelíes, hecho del que periodistas de distintos países solicitaron pruebas al ejército israelí, sin conseguir nada que lo sustente. Como esta mentira, miles y se reproducen con la velocidad con la que se multiplican las bacterias en la comida que dejamos fuera de la heladera.

No será en esta oportunidad que se desglose en estas líneas editoriales, el conflicto palestino israelí en su extensión, ya que con un par de datos alcanza para echar por tierra la intentona sionista de posicionarse como la víctima en un conflicto que lleva más de siete décadas y que los tiene como los opresores, invasores y agresores; no a los palestinos.

Desde 1988, con la Primera Intifada, más de 13 mil personas han muerto producto del conflicto entre palestinos e israelíes. Más del 85% de esa cifra son palestinos, sobre todo civiles y niñes. Y si agudizamos la mirada, de los más de seis mil palestinos muertos en los últimos 15 años, el 84% son personas que vivían en esa gran cárcel a cielo abierto llamada Franja de Gaza.

Otro dato impactante que hecha por borda el relato mentiroso del sionismo es que, desde aquel 29 de noviembre de 1947 en que la recién nacida ONU aprueba la resolución 181 que planteaba la partición de Palestina y la creación de dos estados (uno palestino y otro judío), los palestinos perdieron control de más del 85% de su territorio. Israel ha robado sistemáticamente porciones de la Palestina histórica mediante la construcción de cada vez más asentamientos colonos.

Cabe destacar que al momento de aquella histórica resolución la comunidad judía en esas tierras (la originaria de territorio palestino) era de sólo un tercio de la población total y controlaban un 7% del territorio. Este hecho motivo que hizo enfada a los árabes que vieron cómo la ONU entregaba más de la mitad de su tierra a una minoría. El historiador israelí Meir Margalit sostiene que “la decisión fue coherente y necesaria en ese momento porque había unos 250.000 refugiados judíos supervivientes del Holocausto, pero estuvo mal implementada porque trazó una frontera incoherente e indefendible, dejando grandes comunidades árabes en territorio israelí y a población judía de Galilea en suelo palestino”.

Datos como estos hay a mansalva, en distintos idiomas y con distintos niveles de complejidad en su explicación. De lo que se deduce que todo aquel que reproduce la basura propagandística del sionismo lo hace por ignorante, porque no respeta su profesión (en caso de ser comunicador) o porque es consciente y opera para ayudar a construir ese relato.

Estamos hablando de más de siete décadas de padecimientos del pueblo palestino a manos del Ente Sionista, más de siete décadas de ver cómo los roban, los persiguen, los hostigan, los torturan, los presionan y los asesinan ¿Y la víctima es Israel?

Ese pedido que cada año hago les estudiantes que pasan por las aulas de la facultad, ahora se lo hago a ustedes que están del otro lado escuchando estas líneas: nunca pierdan la capacidad de asombro. El día que ellos suceda, habremos perdido definitivamente nuestra humanidad.

¡Que viva Palestina libre!

Un video para sumar al análisis

Nicolás Sampedro

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Israel, una vez más genocida

Israel, una vez más genocida

TIEMPO DE LECTURA: 11 min.

La ciudad Santa de Jerusalén (Al-Quds) ha sido escenario de semanas de disturbios, en una nueva escalada de violencia en la cual fuerzas de seguridad israelíes deja centenares de heridos, y ataques sobre el pueblo palestino. Militantes palestinos se habían defendido y dispararon cohetes desde Gaza hacia Jerusalén. Hamas advirtió a Israel después de que cientos de palestinos resultaron heridos en enfrentamientos con la policía israelí en un lugar sagrado para los musulmanes en Jerusalén el lunes 10 de mayo. En respuesta, el sanguinario ejército israelí lanzó ataques aéreos contra la ya tan castigada Franja de Gaza.

Y el horror no se hizo esperar. Los funcionarios de salud palestinos en Gaza dijeron que 22 personas, incluidos nueve niños, habían muerto en los ataques. Por su parte, el ejército israelí dijo que al menos 15 miembros del grupo Hamas que gobierna Gaza estaban entre los muertos. La Media Luna Roja Palestina, un grupo humanitario, informó que más de 700 palestinos habían resultado heridos debido a los ataques de las fuerzas de seguridad israelíes en Jerusalén y en Cisjordania.

Pueblo palestino resistiendo en la zona de la Mezquita Al-Aqsa de Jerusalén.

Imágenes de represión sobre fieles musulmanes recorrieron las redes sociales, mientras los grandes medios casi ni informaban. Como era de esperarse, sólo se ponían del lado de batalla del sionismo. Las fuerzas israelíes provocaron heridas a al menos 178 palestinos en un asalto a la explanada de la Mezquita Al-Aqsa durante el rezo de la tarde en el último viernes del mes sagrado de Ramadán (mes de ayuno para los musulmanes), jornada en que se rememoraba el Día Mundial de Al-Quds. Desde las primeras horas de este lunes 10 de mayo, las tropas israelíes han vuelto a atacar a los fieles palestinos que se encontraban en la explanada de la Mezquita Al-Aqsa para mostrar su apoyo a los residentes de Sheij Yarrah, dejando heridos a cientos de ellos. Asimismo, Israel sigue con su  régimen de apartheid, ya que se niega a vacunar a los palestinos contra la COVID-19.

La mezquita Al Aqsa se sitúa en una explanada conocida para los musulmanes como Haram al Sharif, o el Noble Santuario, y por los judíos como el Monte del Templo. Para los musulmanes del mundo, la Ciudad Santa es motivo también de apoyo de solidaridad internacional para la causa palestina. En Jerusalén Oriental se asienta la “ciudad vieja”, donde se ubican algunos de los lugares religiosos más sagrados del mundo: la Cúpula de la Roca y la propia mezquita de Al Aqsa de los musulmanes, el Monte del Templo y el Muro de las Lamentaciones de la religión judía y el Santo Sepulcro de la religión cristiana.

El destino de Jerusalén Oriental está en el corazón del conflicto, y ambas partes reclaman su derecho sobre ella. Israel considera a toda la ciudad como su capital, aunque no es reconocida como tal por la mayor parte de la comunidad internacional, y los palestinos reclaman a Jerusalén Orientalcomo la futura capital de un futuro Estado independiente. Los sionistas, además, provocan al pueblo palestino con la llamada Marcha de la Bandera, que conmemora la captura de la parte oriental de Jerusalén por Israel en 1967, cuando, durante la Guerra de los Seis Días, se tomó el control efectivo de toda la ciudad. Cientos de jóvenes israelíes sionistas ondean banderas con la estrella del rey David y se abren paso a través de áreas musulmanas, cantando canciones patrióticas.

Fuerzas represivas del sionismo israelí preparadas para nuevos ataques contra el pueblo palestino.

El sanguinario primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, defendió la actuación represiva de sus esbirros policiales. “Esta es una batalla entre la tolerancia y la intolerancia, entre la violencia sin ley y el orden”, dijo. “Los elementos que quieren expropiar nuestros derechos nos obligan periódicamente a mantenernos firmes, como lo están haciendo los agentes de policía de Israel”. Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, condenó las acciones israelíes.

También condenaron estas acciones la República Islámica de Irán, la República Árabe Siria, el gobierno de Ansarolá del Yemen del Norte, el Hizbollah del Líbano, los movimientos shiíes de Irak, Bahréin, Nigeria, Egipto y Afganistán. Por el lado de América Latina, Cuba y Venezuela condenaron a Israel por las agresiones sobre los palestinos, mientras la ONU sólo pedía “llamar al diálogo”.

Gran parte de la última ola de violencia se debe a un esfuerzo legal de larga data por parte de grupos de colonos judíos para desalojar a varias familias palestinas de sus hogares en el cercano distrito de Sheij Yarrah, en Jerusalén Oriental. El fallo de un tribunal inferior este año que respaldaba el reclamo de los colonos desató la ira de los palestinos. El Tribunal Supremo de Israel debía celebrar una audiencia sobre el caso este lunes 10 de mayo pasado, pero la sesión se pospuso debido a los disturbios. Los negociadores del denominado “Cuarteto para Medio Oriente”, es decir, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU, han expresado su profunda preocupación por la violencia, instando “a todas las partes a mostrar moderación”.

Con el pasar de las horas, los movimientos de resistencia nacional de Palestina respondieron a las agresiones de Israel. Las sirenas que advierten de la llegada de cohetes sonaron en Tel Aviv y en el centro de Israel la noche del martes 11 de mayo, mientras el movimiento HAMAS afirmó haber lanzado al menos 130 cohetes hacia territorio sionista. También se escucharon múltiples explosiones minutos después de que militantes de Gaza prometieran responder a un ataque aéreo israelí contra una torre residencial en el enclave palestino. Medios israelíes informaron que un edificio y un vehículo en el suburbio de Jolón, en el distrito de Tel Aviv, fueron alcanzados por proyectiles. También reportan que los ataques han dejado personas heridas y al menos 3 muertos.

La resistencia del pueblo palestino por su soberanía no se detiene.

Todo se puso muy espeso para el régimen sionista. Las autoridades israelíes también han anunciado la suspensión de vuelos en el Aeropuerto Internacional Ben Gurión de Tel Aviv. Múltiples cohetes lanzados desde la Franja de Gaza hacia la ciudad israelí de Ascalón fueron interceptados por el sistema de defensa de misiles Cúpula de Hierro, según anunciaron las Fuerzas de Defensa de Israel en su cuenta de Twitter. Los cohetes fueron interceptados con el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro, una de las orgullosas y macabras obras militares que tiene el poderoso ejército sionista.

Pero la situación no sólo se complejiza en Gaza. Hay regiones de Palestina ocupadas por el sionismo donde los ciudadanos árabes israelíes se levantan contra la agresión de Tel Aviv. Se supo el martes 12 de mayo pasado de la desesperación del alcalde de la ciudad judío-árabe de Lod, situada en el centro de Israel, que ha alertado del riesgo de “guerra civil” en la urbe, y ha pedido al primer ministro, Benjamín Netanyahu, que declare allí el estado de emergencia y despliegue a los militares, argumentando que la situación desborda a la Policía. “Esta es la noche de los cristales rotos en Lod”, ha advertido el alcalde de la urbe, Yair Revivo, en referencia al pogromo nazi contra los judíos alemanes en 1938, recoge Times of Israel.

Justo antes de la medianoche de ese martes, Netanyahu anunció que los batallones fronterizos de “Judea y Samaria”, término israelí para Cisjordania, serán redistribuidos “inmediatamente” para “restaurar la ley y el orden en Lod y en todas las partes del país”. Otros alcaldes también temen que haya una pueblada de palestinos en toda la región. Y se habla de hasta una “intifada árabe israelí” en toda Palestina ocupada. Pese a lo poderoso del ejército sionista, Netanyahu se puso nervioso. Y más amenazante también. Ha advertido este martes 11 de mayo en un discurso a la nación que los movimientos de HAMASy de la Yihad Islámica Palestina “pagarán un alto precio por su beligerancia”, tras los ataques lanzados contra el centro y sur de Israel. “Estamos en el apogeo de una campaña muy grave”, aseveró Netanyahu en declaraciones televisadas junto a su sanguinario ministro de Defensa, Benny Gantz. El ejército sionista ha alcanzado hasta ahora cientos de objetivos en la Franja de Gaza y seguirá efectuando redadas en el enclave, aseguró el primer ministro israelí, que prometió golpear “con más fuerza” a estos grupos. Netanyahu también ha pedido a los israelíes que acaten todas las instrucciones de seguridad emitidas por las autoridades.

Mapa de la Ciudad Vieja de Jerusalén.

La Yihad Islámica Palestina también se ha puesto firme. Las Brigadas de Al-Quds, rama militar del movimiento Yihad Islámica Palestina, han informado este miércoles 12 de mayo de nuevos ataques contra varias posiciones sionistas en el sur de los territorios ocupados palestinos, entre ellas Sderot, Tel Aviv, Ascalón y Beerseba, en respuesta a las recientes agresiones del régimen de Israel contra el pueblo oprimido de Palestina. “Cinco israelíes murieron por los ataques con cohetes y más de 200 resultaron heridos”, ha afirmado el portavoz del ejército israelí, Jonathan Conricus. Según el Canal 12 de la televisión israelí, en los últimos tres días, los grupos de resistencia palestina han disparado cerca de 1000 cohetes y misiles contra las ciudades israelíes en los territorios ocupados de Palestina. El martes 11 de mayo al menos 4 colonos murieron como resultado de un ataque con misiles de la resistencia palestina contra Ascalón.

Un tema relacionado con la situación palestina y Argentina es el comunicado de la cancillería del gobierno de Alberto Fernández. El gobierno argentino emitió un comunicado que cuestionó en primer lugar el “uso desproporcionado de la fuerza” que, a su juicio, desplegaron las fuerzas de defensa de Israel que enfrentan ataques desde la semana pasada y evitó expresar su condena al accionar de HAMAS. Esto generó el enojo de la embajada sionista de Israel en Buenos Aires el martes 11 de mayo. En su gira europea, Alberto Fernández no estuvo al margen de la situación. Luego de visitar Portugal y España, llegó a Francia y brindó allí declaraciones al respecto. “La posición de Argentina sobre el conflicto entre Israel y Palestina respeta la posición de Naciones Unidas”, dijo Alberto Fernández a Infobae antes de partir a un encuentro cerrado con representantes de empresa francesas que invierten en el país. “Nosotros leímos el comunicado de la ONU, y sobre su posición internacional escribimos la nuestra”, agregó.

Gobiernos derechistas de América Latina respaldaron a Israel, desde Brasil, Colombia, Ecuador, Uruguay, Chile, Honduras, Guatemala y Perú. México y Nicaragua mantuvieron un discurso cuasi neutral, pidiendo “moderación”. Cuba, Venezuela y San Vicente y las Granadinas repudiaron el accionar israelí sobre Gaza, culpando también al gobierno estadounidense de apoyar a Tel Aviv. Joseph Biden aún no se pronunció fuertemente, pero en el Pentágono ya declararon su apoyo a Israel. Pero dentro del imperio hubo manifestaciones. Cientos de personas se manifiestan frente al consulado de Israel en Nueva York para mostrar su apoyo al pueblo palestino ante la crueldad del régimen israelí. Una marcha multitudinaria a favor del pueblo palestino, así como pedir el fin de la violenta escalada de tensión iniciada entre israelíes y palestinos, comenzó el martes frente al consulado israelí en Nueva York, situado cerca de la sede central de la ONU, y después discurrió por la calle 42, una de las avenidas principales que atraviesan el distrito de Manhattan, de este a oeste. Los manifestantes portaban decenas de banderas de Palestina, así como el tradicional tocado palestino, la kufiya, símbolo de la identidad y la resistencia del pueblo palestino, mientras sujetaban carteles con mensajes que pedían a EE.UU. que se distancie del régimen de Israel. “Frenen toda la ayuda a Israel” o “Dejen de armar a Israel” fueron algunas de las insignias que podían leerse en las carteles durante la marcha, en la que además se exigió la liberación de Palestina con constantes gritos de “Free, free, Palestine” y “Palestine will be free”. Durante la protesta, se registró una intervención de la Policía de Nueva York para evitar enfrentamientos entre los manifestantes propalestinos y un grupo proisraelí que se acercó a la marcha con banderas del régimen de Tel Aviv, lo que desembocó en una tensa situación. La manifestación de Nueva York no fue la única concentración que se organizó en el territorio estadounidense, ya que otras similares en apoyo a Palestina se llevaron a cabo en diversas ciudades, entre ellas Washington D.C. (capital), Los Ángeles (California), y Mineápolis (Minnesota).

Muchas veces se presenta a este conflicto como algo milenario, de lucha entre dos grandes religiones monoteístas, el judaísmo y el Islam. Ambas son hijas del patriarca Abraham / Ibrahim, según las sagradas escrituras, y los profetas del judaísmo son reconocidos por el Islam. También se quiere presentar a Hamas y a diversos grupos de resistencia palestinos como “antisemitas”. Los palestinos son parte de la rama lingüística semítica, que está allí en Palestina desde hace 4000 años. De hecho, son herederos etnolinguísticos de los cananeos, de los amorreos, de los arameos y de los antiguos hebreos. El Islam llegó en el siglo VII y muchos pueblos semíticos de Palestina adoptaron la fe del profeta Muhammad. Otros grupos siguieron practicando la fe judaica y la fe cristiana, usando el lenguaje árabe en la vida cotidiana, pero conservando los antiguos lenguajes litúrgicos hebreos y arameos. La mayoría de los habitantes de Israel son descendientes de la inmigración europea central-oriental y también del Magreb, perteneciendo a entidades lingüísticas no del todo semíticas. En todo caso, hay un antisemitismo descarado por parte del régimen sionista de Israel sobre los palestinos. Pero más allá de las rivalidades religiosas y lingüísticas, los palestinos quieren sus tierras, quieren un Estado Nacional, quiere soberanía y que termine la represión del apartheid sionista que se vive desde 1948.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

¡No se olviden de Yemen!

¡No se olviden de Yemen!

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Yemen es un país del sur del Oriente Medio, de unos 30 millones de habitantes, cuya población es de mayoría musulmana. En el noroeste del país se encuentran los musulmanes shiítas de la rama de los zaidíes, que representan un 40 % de la población. El resto pertenece a la rama islámica sunna, dividido en wahabitas, salafistas, takfiríes y otros, ubicados en el sur del país. El Islam llegó al país hacia el siglo VIII y desde entonces se formaron diversos sultanatos locales. Hacia el siglo XVI los turcos otomanos sunna tomaron el país, apartando a los shiítas zaidíes en barrios tipo ghetto, legitimando un sistema de discriminación religiosa. Los shiíes zaidíes es una de las tantas ramas del Islam shía, que se diferencia de las facciones persas, sirias, bahreiníes y libanesas, entre otras.

Tras la Primera Guerra Mundial los británicos se hicieron con el control de Yemen. Rápidamente, en el norte del país se fundó una estado nuevo, bajo elites reaccionarias y apoyadas por Arabia Saudí y Occidente. La región sureña quedó bajo protectorado británico, mientras grupos independentistas socialistas aparecieron en escena para expulsar a los invasores occidentales. En los inicios de la Guerra Fría, Yemen del Sur fue escenario de luchas anticoloniales en la cual facciones comunistas lograron apoyo popular.

Una insurgencia suryemení se fortaleció, con el apoyo y respaldo de la Unión Soviética, y liderada por dos partidos nacionalistas revolucionarios, provocando que el Reino Unido unificara primero la zona y en 1967 se retirara de su antigua colonia. En ese año, se funda la República Popular Democrática de Yemen, con capital en Adén. Fue, además, el primer Estado socialista que existió en el mundo árabe, que inclusive decretó el laicismo total en el país. Al norte quedó la República Árabe del Yemen, con sede capital en Saná, y con un gran apoyo de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Arabia Saudí.

Yemen del Norte y Yemen del Sur tuvieron relaciones relativamente amistosas, a pesar de que en varias ocasiones sufrieron periodos de mucha tensión. Inclusive, desde 1972 se produjeron declaraciones de ambos bandos que manifestaban su voluntad de una unificación en el futuro. A pesar de sus esfuerzos por traer estabilidad a la región, el gobierno revolucionario comunista de Yemen del Sur se vio envuelto en una breve guerra civil en 1986. Finalmente, con el colapso del comunismo, Yemen del Sur se unificó con Yemen del Norte el 22 de mayo de 1990 para forman el actual Yemen. El país no ingresó a la estabilidad, ya que las tensiones internas siguieron. Pero sí el país unificado entró al capitalismo salvaje, el saqueo, la guerra civil y el intervencionismo foráneo.

Yemen unificado quedó bajo poder de Abdulah Saleh, hombre fuerte de Occidente y Arabia Saudí. Siguió con su política de apartheid contra los shiítas zaidíes del norte de Yemen y estos no dudaron en organizarse en movimientos de resistencia. Conocidos también como Hutis lograron gran apoyo popular. Toma su nombre de Husein Badrudin al Huti, anterior comandante de Saleh, muerto por las Fuerzas Armadas de Yemen en septiembre de 2004. Otros comandantes, como Ali al-Qatwani, Abu Haider, Abbas Aidah y Yousuf al-Madani (un hijastro de Husein al Huti) también fueron abatidos por las Fuerzas Armadas de ese país. Se dice que Husein Badrudin al Huti, un hermano del fundador del grupo, es su líder espiritual. Los Hutis han estado en conflicto con militantes salafistas, sunitas y takfiríes.

El intervencionismo saudí destruyó gran parte de Yemen, causando una tragedia humanitaria desde 2015 hasta hoy.

El shiísmo zaidismo, conocidos ocasionalmente como quintanos es una rama de los seguidores de Alí, dentro de la religión islámica, surgida alrededor del siglo VIII. El zaidismo es una de las facciones shiíes más cercanas en términos de teología a las escuelas ibadíes y Mu’tazila. El nombre de zaidí proviene de Zayd ibn Ali, nieto de Husáin ibn Ali (hijo del cuarto Imán Ali ibn al-Husáyn). Los seguidores de la jurisprudencia islámica zaidí constituyen alrededor del 50% de los musulmanes de Yemen, siendo en ese país la gran mayoría musulmanes shiíes. Los zaidíes reconocen a los mismos cuatro primeros imanes que el resto de los shiíes, pero no al quinto, Mohamed el Báciro, a quien sustituyen por su hermano Zayd ibn Ali, que en el año 740 promovió una rebelión contra el poder de los Omeyas.Viven en el norte del Yemen (donde son mayoría) y en Arabia Saudí también. Es la rama shií más próxima al sunismo, pues consideran que el imán no está guiado por Dios y por lo tanto no es infalible.

La famosa Primavera Árabe de 2011, que se llevó puesta a los regímenes de Túnez y Egipto, y que fue la excusa perfecta para que Estados Unidos y la Unión Europea, a través de la OTAN, derrocaran al gobierno de Muammar al Gadafi, también impactó sobre Yemen. De hecho, se cayó también el régimen de Saleh, tras una serie de protestas sociales en Yemen, en la cual fueron protagonistas también los Hutis. A través de su insurrección armada, han controlado toda la gobernación de Sa’dah y partes de las de ‘Amran, Yauf y Hajjah. Al 9 de noviembre de 2011, los hutíes controlaban los gobernaciones de Sa’dah y Yauf y cerca de hacer otro tanto con Hajjah,​ lo que les habría permitido lanzar un ataque a la capital nacional Saná.​ En mayo de 2012, ya controlaban la mayor parte de los gobernados de Sa’dah, Yauf y Hajjah, habían ganado acceso al Mar Rojo y habían comenzado a construir barricadas cerca de Saná. Saleh dejó el poder y le sucedió su vicepresidente Abdo Rabu Mansur al Hadi, apoyado por Occidente y los saudíes.

Imagen que duele. La guerra de intervención saudí en Yemen causó más de 14 millones de hambrientos, sobre todo niñas y niños. Más de 80 mil niñas y niños murieron de hambre en Yemen en los últimos años.

A principios de este año 2015 los Hutí de Ansarolá lograron derrocar al gobierno yemení de al Hadi, lo que provocó una alerta para Occidente y Arabia Saudí, ya que habían ganado los Huti en Saná. Las Naciones Unidas pidieron un proceso de paz y de “reconciliación nacional” para Yemen, pero los seguidores de al Hadi no quisieron pactar una paz social con los shiíes de Ansarolá, acusados de ser “agentes del ayatollah Alí Jamenei” de Irán. La contienda civil continuó, pero los rebeldes Huti habían logrado formar una coalición de partidos políticos de tendencias antioccidentales junto a fuerzas progresistas y socialistas locales. Rusia, China, India y hasta Venezuela se pronunciaron a favor del nuevo gobierno Hutí, mientras la República Islámica de Irán y el Hizbollah libanés mostraron felicidad ante el triunfo de los shiíes zaidíes de Yemen.

Ya era intolerable para Occidente y Arabia Sudí que los Huti en Yemen reordenaran el estado, proclamen alianzas con los rusos, los chinos y los iraníes, ya que rompía el tablero geoestratégico en el Oriente Medio en los ya conocidos negociados del petróleo y el gas. Estados Unidos e Israel diseñaron con los saudíes atacar Yemen para convertirla en una nueva Somalia fragmentada y sometida a una guerra civil entre tribus rivales para convertir a la región arábiga en un caos y así socavar fuerzas sirias e iraníes en la región. Por ello a fines de marzo el reino sunna de Arabia Saudí lideró una coalición de países islámicos sunnas para atacar Yemen y doblegar a los luchadores de Ansarolá.

Desde el año 2015 el reino saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Qatar, Bahrein, Marruecos, Paquistán, Egipto, Turquía y Jordania respondieron así de modo casi instantáneo al desesperado pedido del presidente yemení derrocado al Hadi, quien desde un desconocido lugar en Adén (mientras su palacio se encontraba bajo bombardeo de los rebeldes shiíes Hutí) solicitó una urgente intervención extranjera a las Naciones Unidas y a sus aliados regionales. La operación denominada “Tormenta de la Firmeza”, se inició en la madrugada, cuando el reino saudí de Arabia anunció que bombardeó el palacio presidencial y el aeropuerto de Saná, así como varios cuarteles, entre otros puntos estratégicos.

Protestas en Occidente contra la guerra saudí en Yemen, que son ocultadas por la gran prensa en el mundo.

Desde entonces los rebeldes Huti siguen firmes en el norte de Yemen. Pero los intervencionistas saudíes y sus aliados causaron una verdadera tragedia humanitaria en Yemen. Más de 50.000 muertes, 10.000 heridos, 14 millones de hambrientos y más de 80.000 niños muertos de hambre por el terrible bloqueo que impuso Arabia Saudí sobre Yemen septentrional. El filosaudí al Hadi también reprime a seguidores de Ansarolá en el sur de Yemen. Por su parte, Saleh se había aliado a los Huti para tratar de vencer a al Hadi, pero los rebeldes de Ansarolá rompen con él y lo ajustician en 2017. Los Huti resistieron siempre contra la invasión saudí. De hecho, mantuvieron a raya al tercer ejército más poderoso del planeta, con más de 350.000 soldados de Arabia Saudí. Algunos analistas hablan de que el Yemen se convirtió en el “Vietnam saudí”. Algunos analistas argumentan que Yemen es el eslabón más débil de la cadena que representan los gobiernos shiías de Siria e Irán en el Oriente Medio, y que Occidente quiere destruir. Pero lo cierto es que los pretorianos invasores saudíes destruyeron gran parte de la humanidad de Yemen. Y eso no podemos olvidarlo. La tragedia humanitaria yemení causada por el intervencionismo saudí ha sido marginada, ocultada y tergiversada por la gran prensa occidenta.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Ruanda, entre el genocidio, la memoria y el covid-19

Ruanda, entre el genocidio, la memoria y el covid-19

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

En tiempos de la pandemia, pocos casos se conocen de África Subsahariana. Quizá haya noticias como la muerte del presidente de Tanzania, quien ha negado al covid-19 en su país. O que surgió una nueva cepa contagiosa del covid-19 en Sudáfrica y que ha puesto en jaque a las estructuras sanitarias de algunos países. Pero de Ruanda nadie se esperaba que sea una de las naciones pobres en combatir con eficacia a la pandemia dentro de sus fronteras. Parece que Ruanda se destaca internacionalmente, incluso entre otras naciones africanas, como un ejemplo de gestión contra el covid-19, con 322 muertos y una población de 12,6 millones de habitantes.

Ruanda confirmó su primer caso de covid-19 el 13 de marzo de 2020 y, desde entonces, acumula alrededor de 24.000 casos, de los cuales 22.000 corresponden a pacientes recuperados y los 322 fallecidos ya mencionados. Frente a los 567 mil fallecidos que contabiliza por ejemplo Estados Unidos, los 371.000 de Brasil o las 212.000 víctimas mortales del covid-19 de México, Ruanda parece haber encontrado una alternativa para amortizar el impacto de la enfermedad que azota al mundo.

Se dice que Ruanda aplicó unas duras restricciones, con políticas de una cuarentena extensa en casi todo el año 2020, pero también fortaleciendo el sistema comunitario de salud. Hasta han usado “médicos robots” que atienden a pacientes de covid-19 en algunos sanatorios. Estos robots ayudan a medir varios signos vitales de los pacientes infectados, les sirven comida y limpian los hospitales.

Chan… Presidente de Ruanda Paula Kagame con Macri en Buenos Aires en la cumbre del G20 de 2018.

El país es gobernado por un ex señor de la guerra, el excéntrico Paul Kagame, uno de los fundadores de la guerrilla llamada Frente Patriótico del Pueblo de Ruanda en 1987.  Kagame visitó Argentina en el marco de la famosa Cumbre del G-20 de Buenos Aires, como representante de África, y fue recibido por Mauricio Macri. Desde 2003 Kagame se erigió como el “hombre fuerte” de África Subsahariana. Pero ha sido acusado de violador de derechos humanos y de ser un “dictador” en el marco de la lucha contra el covid-19. El enfoque de Ruanda de su estrategia pandémica ha atraído importantes críticas de grupos como Human Rights Watch, que han condenado las “tácticas autoritarias del gobierno para hacer cumplir las medidas de salud pública”.

Lo que hay que tener en cuenta es que Kagame pertenece a la etnia de los Tutsi, que siempre ha sido considerada como “rival” del pueblo Hutu. Pero a este ex señor de la guerra mucho no le agradó que sea atacado por Occidente. Mucho menos por Francia. El lunes 19 de abril pasado, mediante un informe, el gobierno de Kagame informó que Francia “tiene una responsabilidad importante” por permitir el genocidio de 1994 en Ruanda y han condenado que París aún se niegue a reconocer su participación en la tragedia. Este informe, encargado en 2017 por Kagame y realizado por el bufete de abogados Levy Firestone Muse —con sede en Washington— basa sus hallazgos en cientos de libros, procedimientos judiciales, investigaciones y esfuerzos periodísticos. Ruanda apunta el dedo acusador a los funcionarios franceses por armar, capacitar, equipar y proteger a los Hutu. Los franceses no prestaron atención al compromiso del régimen de el entonces presidente ruandés, Juvenal Habyariman con la deshumanización, la destrucción y la muerte de los Tutsis. Hace unas semanas, Francia publicó también una investigación en que la reconocía los fallos “abrumadores” por una actuación “ciega” del entonces presidente francés François Mitterrand respecto al genocidio ruandés.

Pero la historia del genocidio ruandés debe ser conocida en profundidad. Las “rivalidades étnicas” entre Hutu y Tutsi vienen de la época colonial, cuando desde fines del siglo XIX tanto Ruanda como Burundi se convirtieron en territorios belgas. Los Hutus son el grupo mayoritario, ya que el 90% de los ruandeses y el 85% de los burundeses son de este grupo. Culturalmente se trata de una división artificial, basada más en la clase social que en la etnicidad, dado que no hay diferencias lingüísticas o culturales entre los Hutus y los demás grupos étnicos de la zona, principalmente los Tutsis. Históricamente, sin embargo, había diferencias físicas, principalmente en la altura media. Los Hutus y los Tutsis comparten la mayoría la misma religión y lenguaje (la mayoría son católicos y de idioma bantú). Algunos estudiosos señalan también el importante papel que tienen los colonizadores belgas en crear la idea de una “raza Hutu” y una “raza Tutsi”.

Mapa de Ruanda

Si se nos permite hacer una historia antigua sobre estos pueblos, ayudará a comprender la actualidad. Los Hutus llegaron a la región de los Grandes Lagos de África alrededor del siglo I d.C., desplazando al grupo étnico de “pigmeos” llamados twa (en plural batwa). Los Hutus eran agricultores y dominaron la zona con una serie de pequeños reinos hasta el siglo XV. Se cree que a partir de esa época entraron los Tutsis en la zona desde Etiopía y conquistaron a los Hutus. La monarquía Tutsi sobrevivió hasta el fin de la era colonial en los años del decenio de 1950, usando y codificando los gobernantes belgas la división étnica para apoyar su dominio. Tras la caída de la monarquía Tutsi, la zona fue dividida en Ruanda y Burundi en el año de 1962, año de la independencia de ambas naciones. Los Tutsis, no obstante, permanecieron dominantes en Burundi mientras que los Hutus ganaron un cierto grado de control en Ruanda.

Y aquí sobrevino el caos. Desde 1962 hasta principios del decenio de 1990, se desató una cruenta guerra civil entre las elites Hutu y los campesinos empobrecidos Tutsi. Kagame entró en escena como el guerrillero Hutu luchaba para detener a las guerrillas campesinas Tutsi, que buscaban hacerse con el poder en Ruanda. Francia y Bélgica siempre apoyaron a la elite Hutu y vieron en Kagame un candidato para la estabilidad del pequeño país.

En octubre de 1990, el FPR irrumpió en Ruanda a exigir derechos para los Tusi frente a la invasión de Tutsi desde Burundi. Tres años más tarde, gracias a la crisis que azotaba al país, a la tensión con Burundi y gobiernos occidentales, además de la presión ejercida por el Fondo Monetario Internacional, el presidente Juvenal Habyarimana (que gobernada desde 1973 con apoyo francés) firmó los Acuerdos de Arusha (en Tanzania)​, dando fin a la guerra civil y creando un gobierno de transición compuesto por Hutus y Tutsis.

Escena del genocidio de 1994

Pero no fue así. En abril de 1994 el asesinato del general Habyarimana y el avance del FRP desencadenan una multitud de masacres en el país contra los Tutsis obligando a un desplazamiento masivo de personas hacia campos de refugiados situados en la frontera con los países vecinos, en especial el Zaire (hoy República Democrática del Congo). En agosto de 1995 tropas zaireñas intentan expulsar a estos desplazados a Ruanda. Catorce mil personas son devueltas a Ruanda, mientras que otras 150.000 se refugian en las montañas. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y casi todas las mujeres que sobrevivieron al genocidio fueron violadas, además de que muchos de los 5000 niños nacidos fruto de esas violaciones fueron asesinados.

En 100 días, el 70 % de la población Tutsi de Ruanda fue exterminada y murieron muchos Hutus moderados que defendieron a sus vecinos o se negaron a dejar sus casas cuando se dio la orden de evacuación. En total, unas 800.000 personas de ambas etnias habrían sido asesinadas.

Kagame pateó el tablero y acusó a Francia. “Este informe complementa el de la Comisión Duclert (encargado por Francia) y profundiza en la revelación de la participación directa de los franceses en el período comprendido entre 1990 y 1994, así como en los años que siguieron al genocidio”, ha recalcado el canciller ruandés, Vincent Biruta. Parece que el Tutsi Kagame se quiere vengar por la ayuda que dio París al Hutu Habyarimana y a los exaltados Hutu que en 1994 engendraron uno de los genocidios de fines del siglo XX.

Kagame, en fin, no quiere que le arruinen su exitosa campaña contra el covid-19 y trata de alejar las acusaciones de violador de derechos humanos desde que es gobernante en 2003 en su Ruanda natal. Pero lo que no hay que olvidar que Kagame le abrió las puertas a China para la explotación de la riqueza mineral y forestal que hay en la pequeña Ruanda. Otro capítulo se abre.


Véase:
https://www.youtube.com/watch?v=lK4Zv6ThsWg
https://www.youtube.com/watch?v=pic_aDKT-GA
https://www.youtube.com/watch?v=UyzfTBIg7vA
https://www.youtube.com/watch?v=ok6XFjzr8tQ

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Jodyali en la memoria

Jodyali en la memoria

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Un hecho que ha marcado a fuego lo que ha sido la ocupación de la región de Nagorno Karabaj, en específico en el pueblo de Jodyali donde en la noche del 25 al 26 de febrero del año 1992, las tropas invasoras armenias, junto a milicias irregulares formadas por bandas armenias localizadas en la región y con la participación del 366 Regimiento de Infantería Motorizada de tropas de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llevaron a cabo lo que se conoce como la masacre de Jodyali. Una acción calificada como genocidio y limpieza étnica.

¿Por qué hablar de genocidio, qué nos hace definir con este concepto la acción llevada a cabo por las fuerzas invasoras armenias en Jodyali? Primero, el genocidio es considerado uno de los crímenes más graves según el derecho internacional. Según el Estatuto de Roma, el genocidio consiste “en cometer actos orientados a destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Los actos que pueden constituir genocidio son matanzas, lesiones graves a la integridad física o mental, someter a las víctimas a unas condiciones que puedan destruirles físicamente”.

Este término fue acuñado y pareció por primera vez en la lectura del derecho internacional gracias al abogado polaco Raphael Lemki y definido por primera vez en el convenio para la prevención y sanción del delito de genocidio que la Asamblea general de las Naciones Unidas aprobó en su tercera sesión el año 1948. Al firmar este convenio, las naciones y los organismos internacionales vinculados se comprometieron a sancionar a todo individuo, gobierno y país que cometiese dichos crímenes. Posteriormente, el genocidio apareció tipificado en los estatutos de los tribunales penales internacionales formados, por ejemplo, para la antigua Yugoslavia el año 1993 y para Ruanda el año 1994. Hoy en día es la Corte penal internacional el tribunal instalado en forma permanente, el que juzga el genocidio, entre otros delitos graves y es su definición la que aparece en el tratado fundacional de esta Corte internacional, el mencionado Estatuto de Roma en su artículo número 6.[1]

En el transcurso de la matanza de Jodyali, además de las cifras dadas a conocer, 487 habitantes fueron gravemente heridos, muchos de ellos desmembrados, quemados vivos, decapitados. Otros fueron mutilados y sometidos a tratos crueles y denigrantes. Otros 1.000 azerbaiyanos, habitantes de Jodyali resultaron heridas y 1.275 personas fueron tomadas como rehenes. Hasta el día de hoy, 150 personas de Jodyali siguen desaparecidas. Un total de 8 familias fueron completamente aniquiladas, 25 niños perdieron a ambos padres y 130 niños y niñas perdieron a uno de sus padres.

Los tribunales y organizaciones internacionales han reconocido la gravedad de las atrocidades cometidos en Jodyali. En una declaración dada a conocer pocas semanas después de estos hechos, el día el 11 de marzo de 1992, el Comité de Ministros del Consejo de Europa emitió una declaración en la que  expresó su profunda preocupación “por los recientes  informes de asesinatos indiscriminados cometidos en territorio azerbaiyano y da a conocer su indignación condenando firmemente la violencia y los ataques dirigidos contra la población civil en la zona de Nagorno-Karabaj de la República de Azerbaiyán”.[2]

La República de Armenia es plenamente responsable del genocidio de Jodyali, que se confirma explícitamente con numerosos hechos, entre ellos pruebas y registros de investigación, testimonios de testigos, informes internacionales, informaciones dadas a conocer por medios de comunicación y documentos de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. La responsabilidad de Armenia en la comisión de los mencionados crímenes en Jodyali es incuestionable. Se refrenda esta afirmación con la observación dada a conocer, el 22 de abril de 2010, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostiene “respecto a la calificación de los crímenes y los responsables “según los informes disponibles de fuentes independientes, indican que en el momento de la captura de Jodyali en la noche del 25 al 26 de febrero de 1992 cientos de civiles de origen étnico azerbaiyano fueron asesinados, heridos o tomados como rehenes, durante su intento de huir de la ciudad capturada, por combatientes armenios que atacaban la ciudad”.

El Tribunal calificó el comportamiento de quienes llevaron a cabo ésta incursión criminal como “actos de especial gravedad que pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad”[3]. Definición también contemplada en el Estatuto de Roma y que señala en su artículo 7 un detallado grupo de hechos posibles de catalogar como crímenes de lesa humanidad “A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d) Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura…”[4].

El genocidio y crímenes de lesa humanidad en Jodyali perpetrados por Armenia en el curso de su agresión militar contra la República de Azerbaiyán constituyen una grave violación del derecho internacional humanitario y de derechos humanos, en particular los Convenios de Ginebra de 1949, la Convención sobre la Prevención y el Castigo del Delito de Genocidio, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos , Los derechos sociales y culturales, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales.

La participación Armenia, en la masacre de Jodyali se dio incluso en los más altos niveles políticos y militares armenios como la del ex Presidente de la República de Armenia Serzh Sargsyan, quien sirvió como comandante jefe de las fuerzas militares ilegales en los territorios azerbaiyanos ocupados en el momento del genocidio de Jodyali en febrero de 1992. Los siguientes pensamientos de S. Sargsyan no dejan lugar a dudas sobre la cuestión de los verdaderos autores del crimen “Antes de Jodyali, los azerbaiyanos pensaban que estaban bromeando con nosotros, pensaban que los armenios no podían levantar la mano contra la población civil. Pudimos romper ese (estereotipo). Y eso es lo que pasó”[5].

La responsabilidad estatal de la República de Armenia por los actos ilícitos internacionales, en virtud de las normas consuetudinarias y de los tratados del Derecho penal internacional, determinados actos perpetrados en el contexto de un conflicto armado, incluidos los de la ciudad de Jodyali, son considerados delitos internacionales y la responsabilidad de los mismos es asumido de manera individual por quienes participaron en dichos actos , sus cómplices y accesorios. Junto con la responsabilidad internacional de la República de Armenia, las consecuencias jurídicas se manifiestan en la obligación de cesar tales actos, de ofrecer garantías y garantías adecuadas de que no se repetirán y de proporcionar una reparación completa del daño en forma de restitución, compensación y satisfacción, ya sea por canto o en combinación. Nada de eso ha ocurrido.

Tras 28 años de los sucesos en Jodyali, Armenia continuó sus crímenes de lesa humanidad con el ataque deliberado contra civiles azerbaiyanos durante la Segunda Guerra de Karabaj en 2020. Atacando la población civil y las infraestructuras de ciudades azerbaiyanas tan pobladas como Ganja, Barda y Tartar, situadas fuera del campo de batalla, Armenia volvió a recurrir a cometer los mismos crímenes de guerra realizados 28 años atrás en una conducta crónica y que debe terminar en forma permanente. En esta ocasión utilizó armamento más letal, incluyendo bombas de racimo y sistemas de cohetes para causar la mayor cantidad de bajas en el mundo civil, de manera tal de generar terror.

Según la Fiscalía General de la República de Azerbaiyán, como resultado de los ataques con cohetes y artillería pesada más de 100 civiles, entre ellos 12 niños y 27 mujeres murieron a causa de estos ataques. 423 civiles resultaron heridos. Casas residenciales, edificios, instituciones públicas, privadas, religiosas fueron destruidas como resultado de estos ataques. Tanto el genocidio de Jodyali de 1992 como los bombardeos contra la población en los hechos del año 2020 representan pruebas claras de la política deliberada y los actos de violencia sistemática de las autoridades de Armenia contra los civiles azerbaiyanos.

Es obvio que la impunidad de la que siguen gozando los autores de los crímenes sigue impidiendo avanzar en la consecución de la paz duradera y la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán. Por lo tanto, el establecimiento de la verdad con respecto a las violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario y de derechos humanos cometidas durante el conflicto, la provisión de reparaciones adecuadas y eficaces a las víctimas y la necesidad de acciones institucionales para evitar la repetición de tales violaciones son complementos necesarios para un verdadero proceso de acercamiento y convivencia pacífica entre las dos naciones.

Debemos repetirlo una y otra vez: en un marco internacional donde el tema de los derechos humanos y su defensa está a la orden día, es un imperativo exigir verdad y justicia para Jodyali tras 29 años desde aquel genocidio que aún permanece como una puñalada en la conciencia del mundo, que aún es una herida abierta en el pueblo de Azerbaiyán y que debe ser una espada encendida en materia de exigir que los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes responda ante la justicia internacional. No puede haber paz sin justicia, no puede haber futuro sin compensación frente a crímenes brutales. No puede haber normalidad cuando Armenia sigue negando lo innegable.


[1] https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf

[2] Declaración sobre Nagorno-Karabaj, adoptada por el Comité de Ministros el 11 de marzo de 1992 a los 471 Reunión de los Diputados de los Ministros, Doc. CM/Del/Concl92) 471 bis.

[3] Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 22 de abril de 2010, párr. 87.

[4] https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf

[5] Thomas de Waal, Jardín Negro: Armenia y Azerbaiyán a través de la Paz y la Guerra (Nueva York y Londres, 2004), pág. 172.

Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

El genocidio sobre el pueblo rohingya en Myanmar

El genocidio sobre el pueblo rohingya en Myanmar

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Campo de refugiados en Bangladesh donde residen los rohingya.

La tragedia rohingya no se terminó

El año 2021 no empezó nada bien para el pueblo rohingya exiliado y refugiado en Bangladesh, que escapa de la limpieza étnica de Myanmar. Desde fines del año 2020 el gobierno de Bangladesh anunció que trasladará a un segundo grupo de refugiados rohingya desde los abarrotados campos de Cox Bazar hasta una isla remota en la Bahía de Bengala. Lo ha hecho a pesar de la preocupación en materia de seguridad mostrada por defensores de derechos humanos internacionales.

Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han pedido al gobierno de Bangladesh que detenga la reubicación de los rohingya a Bhashan Char, que se encuentra a varias horas en barco del continente, una zona propensa a sufrir inundaciones y ciclones frecuentes y que, en caso de darse mareas altas, podría quedar totalmente hundida. No obstante, la señora Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos,  no ha dicho mucho sobre la situación de los rohingya.

El primer grupo de 1642 refugiados llegó a la isla a principios de diciembre de 2020. Abdullah Al Mamun Chowdhury, mando policial y director del proyecto Bhashan Char, declaró a The Daily Star, un periódico local, que entre el 28 y el 29 de diciembre de 2020 llegaron entre 700 y 1000 rohingyas y que el lugar ya está listo para recibir a sus nuevos habitantes a principios del nuevo año 2021. Bangladesh ante las Naciones Unidas en Ginebra, sostiene que los rohingya se han trasladado allí de manera voluntaria y que el gobierno ha adoptado las medidas necesarias para mejorar su calidad y medios de vida, así como su seguridad.

Desde 2017 más de 700.000 rohingya están escapando de la persecución militar y religiosa de los grupos budistas fundamentalistas y de las fuerzas armadas. Se trata de un genocidio que tiene poca prensa y que sólo la República Islámica de Irán y la República Árabe Siria denuncian ante la comunidad internacional. Los rohingya son una etnia de lengua sáncrita bengalí que en su mayoría es de la fe musulmana sunna, y que habita en el estado birmano de Rakhein (antiguo país de Arakán), fronterizo con Bangladesh. Más de 20.000 rohingya han sido asesinados desde 2017 y se cree que hay más de 90.000 desaparecidos. Este genocidio no se ha visto en el mundo desde los tiempos de la limpieza étnica en Ruanda en el año 1994 en un país empobrecido del Sur. Algunos grupos huyeron también a India, donde comenzaron a ser rechazados por grupos hindúes y budistas conservadores e islamófobos. Todo un gran problema para Asia del Sur.

Myanmar es un estado pluriétnico, en el que viven más de 100 grupos nacionales. Su población, de alrededor de 60 millones de habitantes, es eminentemente rural, y con una de las esperanzas de vida más bajas de la región del sur de Asia Oriental. El mayor grupo étnico es el bamar,​ también conocido como birmano o “burma”. Junto a Nigeria, Guatemala, Bolivia, India, China y Papúa Nueva Guinea, es uno de los países que puede ser considerado una “torre de Babel”. Es un país bastante diverso desde el punto de vista etnolingüístico. En su territorio confluyen tres grandes familias lingüísticas de Asia: la familia tibeto-birmana, la familia austroasiática y la familia tai-kadai.​ El principal idioma del país, el idioma birmano (“burma”), es una lengua tibeto-birmana del grupo lolo-búrmico.

La historia de los rohingya

La historia de los rohingya está asociada con la llegada del Islam a la región del sur de Asia Oriental desde el siglo XI. Los musulmanes han logrado llevar su fe hasta los confines del Sudeste Asiático, cruzándose con grupos religiosos como los budistas, los sijíes, los hindúes de Asia Oriental y creencias animistas de Indochina y la región de Malaca. Pueblos de etnia bengalí y de lengua sánscrita adoptaron el Islam sunna gracias a diversos factores, ya sean comerciales como político-militares, donde diversas elites musulmanas lograron convertir al monoteísmo a pueblos que históricamente eran politeístas. Desde entonces los conflictos entre pueblos y religiones en la zona fronteriza entre las actuales Bangladesh y Myanmar no cesaron.

Antiguamente, la región del Arakán fue el hogar de los rohingya. Aún se debate sobre el origen de este pueblo perseguido. Durante muchos siglos la región de Arakán tuvo una relación más estrecha con el subcontinente indio que con el resto de Myanmar de la que lo separa la cordillera Arakan Yoma que en algunos puntos alcanza los 3000 metros de altitud. Del subcontienente indio procedieron sus primeros pobladores, como lo demuestran las inscripciones en sánscrito que se han encontrado en restos de templos hindúes, y solo a partir del siglo X comenzó la llegada de población budista de origen chino-tibetano procedente del otro lado de la cordillera Arakán Yoma y que eran conocidos como “raikén”.

La presencia de musulmanes en Myanmar se remonta al siglo XI. Desempeñaron los oficios de comerciantes y guerreros, y se integraron bien con la población local, cuya religión era (y sigue siendo) el budismo theravada, llevado allí por los monjes de Sri Lanka durante el primer milenio d.C.

A principios del siglo XV el rey Narameikhla, soberano del reino budista de Arakán, consiguió la ayuda militar del sultán de Bengala frente al reino de Ava, del interior de Myanmar. Algunos de los soldados musulmanes enviados por el sultán se quedaron a vivir en Arakán, convirtiéndose, según algunos estudiosos en los antepasados de los rohingya. Dos siglos y medio más tarde habría habido una nueva oleada migratoria musulmana en Arakán, influyendo en las costumbres de sus habitantes como el hábito de las mujeres budistas de la zona de llevar velo, al igual que las musulmanas.

La llegada del colonialismo británico puso en jaque cierta armonía entre los pueblos de Arakán. Durante la dominación británica, y especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, se incrementó notablemente la llegada de musulmanes a la “colonia de Burma” (así era el nombre de Myanmar para los ingleses). Las autoridades coloniales los llevaron allí desde la India (también a hindúes, pero en un número mucho más reducido) para que desempeñaran determinadas funciones en la administración y en las empresas para las que la población autóctona carecía de la formación y de las experiencias necesarias.

Así a principios del siglo XX ya había en Myanmar alrededor de un millón de habitantes procedentes de la India, en su inmensa mayoría musulmanes, de un total de doce millones. Hasta se formó una especie de “burguesía rohingya” que se enriqueció con los británicos, en detrimento de las poblaciones budistas del Arakán. A principios del siglo XX, elites budistas se asociaron a los británicos, para formar una alianza contra el nacionalismo musulmán de los rohingya, éste muy ligado a los ideales independentistas que desarrollaban los grupos musulmanes en Pakistán y Bangaldesh.

Esta situación generó más problemas. Los británicos combatieron a los nacionalistas rohingya y alentaron el conservadurismo hindú y budista para expropiar comercios y tierras de los musulmanes del Arakán. El empobrecimiento de los rohingya fue en aumento y fueron empujados al norte del Arakán, cerca de Bangladesh. La integración de los hindúes fue bastante fácil, y los musulmanes rohingya se encontraron con el rechazo de la población budista mayoritaria y se produjeron algunos episodios sangrientos. Así en 1930 y 1938 fueron asesinados rohingya, quemados sus negocios y asaltadas sus mezquitas.

Increíblemente, los británicos se vieron en aprietos con la invasión japonesa en el marco de la Segunda Guerra Mundial del decenio de 1940. Los japoneses intervinieron en “Burma” y se apoyaron en las elites budistas del centro del país, obligando a los budistas del Arakán a rechazar al orden colonial británico para sumarse al japonés. Los británicos, de forma desesperada, se apoyaron en los campesinos rohingya para combatir a los budistas y a los japoneses.

De hecho, se formaron guerrillas en el Arakán para luchar contra Japón. Se produjeron enfrentamientos armados entre rohingya y los budistas, especialmente en el sur de la franja costera, que se saldaron con varias decenas de miles de muertos, la destrucción de más de trescientas aldeas y la emigración de unos 80.000 rohingya supervivientes hacia el norte del Arakán, donde eran mayoría. En 1945 Japón fue derrotado, pero los budistas lograron poder. Los británicos, muy debilitados, decidieron abandonar el país, presionados por los acontecimientos en India y Pakistán.  Así, se proclamó la independencia de “Burma” en 1948 y el Arakán, uno de los territorios más pobres del nuevo país, ya estaba dividido en dos sectores: el sur budista y el norte musulmán.

“Burma” pasó a ser Birmania, “país de los birmanos”. En la Birmania independiente los musulmanes del norte de Arakán, los rohingya, no fueron reconocidos como una etnia autóctona de las 135 que formaban el nuevo país, aunque a pesar de ello fundaron algunas organizaciones legales en las que aparecía el nombre de rohingya, y dos destacados miembros de la minoría formaron parte de la Asamblea Constituyente birmana. En el momento de la independencia de Birmania y de la India algunos dirigentes rohingya plantearon integrar su territorio en el recién nacido Pakistán, ya que su población compartía con ellos etnia (bengalí) y religión (Islam sunna), pero su máximo líder independentista musulmán Ali Jinnah, el amigo de Gandhi, rechazó la propuesta.

La lucha armada por la identidad rohingya

Desde 1962 se sucedieron regímenes militares que alentaron una especie de nacionalismo budista frente a las etnias consideradas “menores”. Con los musulmanes rohingya fueron más despiadados, ya que los consideraron “no ciudadanos de Birmania”. Fue tanta la agresión a los rohingya, que este grupo comenzó en los años del decenio de 1970 a luchar. Fueron los grupos campesinos los más rebeldes, quienes formaron el grupo armado llamado Frente Patriótico Rohingya, integrado por unas decenas de militantes, que fue aplastado con facilidad por ejército birmano.​ La negativa a conceder a los rohingya la ciudadanía birmana fue ratificada en la Constitución de 1974, tras cuya aprobación miles de rohingya emigraron a Bangladesh. Los que se quedaron recibieron una tarjeta de residencia como extranjeros. La ley de ciudadanía de 1982 confirmó esta situación.

Algunos grupos guerrilleros siguieron peleando en las selvas del Arakán, pero abandonando ideas socializantes. Llegaron las guerrillas más ligadas al islamismo combatiente, que Mynmar asoció al “terrorismo islámico”. La respuesta a la persecución que sufrían fue la fundación en los años del decenio de 1990 de la Asociación para la Solidaridad Rohingya, un grupo armado que tomó el relevo del Frente Patriótico Rohingya (ASR) de veinte años antes. La respuesta del ejército birmano fue la operación llamada “Nación Limpia y Hermosa”.

En 2012 se produjeron disturbios en el estado de Rakhein, después de que tres rohingya violaran a una mujer budista y de que una multitud quemara como represalia un autobús en el que diez viajeros musulmanes murieron calcinados. Durante los disturbios murieron cientos de personas de ambos bandos y cerca de 150.000 rohingya huyeron a Bangladesh. En las elecciones de 2015, que fueron ganadas por la Liga de Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz 1991 (por luchar contra las dictaduras de Myanmar), la comisión electoral anuló decenas de candidaturas de musulmanes y les negó el derecho al voto a alrededor de medio millón de ronhingya que en las elecciones de 2010 habían podido votar con un permiso de residencia.

Desde entonces los rohingya empezaron a sufrir más represión. Los grupos guerrilleros de la ASR siguieron combatiendo. Myanmar lanzó una guerra sin piedad. Una operación brutal, generalizada y sistemática de las fuerzas de seguridad  de Myanmar y las milicias budistas rakéin, que posiblemente podría considerarse como crimen de guerra, y en la que había indicios de genocidio. Pero la presidenta de facto del gobierno de Myanmar, la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, negó que hubiera habido limpieza étnica, alegando que también han muerto budistas.​ Por su parte el ejército  de Myanmar justificó la operación contra los rohingya como una respuesta a “los actos violentos” perpetrados por los rebeldes del Ejército de Salvación Rohingya de Arakán (ARSA), brazo armado del ASR.

Manifestantes musulmanes en Bangladesh contra el gobierno birmano de Aung San Suu Kyi, a quien acusa de no hacer nada contra los militares de Myanmar.

Limpieza étnica imparable

Los militares de Myanmar y los grupos budistas conservadores y racistas iniciaron una limpieza étnica que recordaba a la de Ruanda de 1994. Miles de rohingya huyeron en 2017 a Bangladesh, poniendo en peligro las fronteras y preocupando al ya débil país bengalí. Una 80 ONGs se hicieron presentes en la zona fronteriza de Bangladesh y alertaron sobre campos de concentración. De hecho, son los más grandes que existen hoy en día en el mundo actual, donde los rohingya conviven con enfermedades como el cólera, la malaria y ahora el COVID-19, que mató a miles de refugiados.

Los niños son los que más sufren en el genocidio contra el pueblo rohingya

 La crisis sanitaria se hizo evidente y la Cruz Roja, la Media Luna Roja, Médicos sin Fronteras y diversas iglesias cristianas filantrópicas pidieron ayuda a la OMS tanto para los rohingya como para Bangladesh. En agosto de 2017, en pleno proceso de limpieza étnica, el papa Francisco hizo un llamamiento a favor de los rohingya desde la plaza de San Pedro. Sin embargo, cuando tres meses después, a finales de noviembre de 2017, visitó Myanmar, el papa no mencionó a los rohingya, quizá para congraciarse con los budistas, muy aliados a los cristianos católicos del Sur de Asia. Irán y Siria denunciaron esta actitud y llamaron al mundo musulmán a pelear por los rohingya.  Recién el 27 de diciembre de 2019 la Asamblea General de la ONU condenó las violaciones de los derechos humanos de los rohingya por parte del gobierno birmano.

Solidaridad con el pueblo rohingya

Los rohingya son considerados como otro “pueblo sin Estado”. Irán y Siria piden que se los compare con los palestinos. Algunos grupos kurdos socialistas de Turquía Oriental también se solidarizan con los rohingya. El Frente POLISARIO del Sahara Occidental también se solidarizaron con los rohingya, mientras grupos como el Hizbolá libanés y el Ansarolá yemení levantaron sus banderas en homenaje a ese grupo tan castigado de Myanmar. Otras organizaciones islámicas independientes de Asia Oriental pidieron por los rohingya, pero sin mucho eco. Mientras tanto, el genocidio sin prensa de los rohingya sigue su curso.

Lo que está claro son dos cosas. Primero, que el budismo conservador derechista en Myanmar alienta una islamofobia muy parecida a la que existe en Occidente. Y, en segundo lugar, los derechos humanos para los pueblos sin prensa no existen para la comunidad internacional occidental, más cuando son Teherán o Damasco los que denuncian el caso de los rohingya, poniendo en vergüenza a la doble moral de las potencias occidentales.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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