El SIGPPLAR o Sistema de Alto Riesgo Para Reclusos implementado por el Ministerio de Seguridad niega su propia humanidad, al mismo tiempo que deteriora la posibilidad de la inserción social. Las deplorables condiciones a las que se someten a los carcelarios ya despertó una huelga en el Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza.
El último recoveco donde se plasma la crueldad de una sociedad con altos niveles de pobreza, indigencia y acceso a la vida digna, sin dudas es en el sistema penitenciario, donde reina la lógica de “cada uno tiene que arreglarse con lo que tiene”, y se trata así a quienes deberían ingresar en reclusión para lograr una reinserción social. Con el nuevo “sistema para presos de alto riesgo” de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, esta mecánica se profundizó, fiel al estilo que pregona como método de orden social. Ante ello, presos alojados en el módulo VI, pabellón “C”, del Complejo Penitenciario Federal 1 de Ezeiza, mantienen una huelga de hambre desde hace dos semanas.
El Sistema Integral de Gestión Personas Privadas de Libertad de Alto Riesgo (SIGPPLAR) consiste en un encierro de 20 horas con 20 o 30 minutos de recreo en donde “tienen que estar en el patio, bañarse y limpiar la celda, entre otras cosas”, según indicó al medio Tiempo Argentino Fabio Galante, abogado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y representante de tres reclusos que se encuentran actualmente en la medida de fuerza. Además, las visitas que reciben de parte de su familia se desarrollan a través de un vidrio en donde dialogan por teléfono, sin posibilidad de contacto, y las sesiones con el personal psicólogo se dan con la escucha de un guardia penitenciario.
De esta manera, Patricia Bullrich logra dar con el eslabón final de una cadena hipócrita en donde se dan respuestas vacías a los problemas de seguridad que no resuelven cuestiones de fondo y solo llenan el deseo de odio de las víctimas de la propia inseguridad, ya que rompe con toda posibilidad de reinserción social, y garantiza de tal modo un alto nivel de población en situación de encierro.
Al mismo tiempo, Galante afirmó que ni siquiera tienen permitida la lectura de un evangelio o la biblia, casi como si el deseo y objetivo fuese el deterioro humano y psicológico. Esto solo refleja una política que no tiene intenciones de mejorar una sociedad, sino de realizar algo similar a un descarte con quienes delinquen, en el marco de una población que actualmente tiene un 17% de indigencia y un 55% de pobreza. Un caldo de cultivo perfecto para que cada vez sean más los reclusos y en peores condiciones.
La huelga de hambre es acompañada por la presentación de un Habeas Corpus ante el Juzgado Federal de turno en Lomas de Zamora por parte de Galante, quien representa a Alionzo Rutillo Ramos Mariños, Mario Segovia y Actis Caporale, todos en esa situación. “Es inhumano porque no nos permiten abrazar a nuestras mujeres e hijos, nos robaron todas nuestras pertenencias, fuimos despojados de las ropas que vestíamos, nos dieron mamelucos y alpargatas”, aseguró uno de los 14 detenidos que conforman la medida de fuerza.
“Queremos volver a tener contacto con nuestras familias, poder abrazarlas, hablarles por teléfono todos los días y cuantas veces sean necesarias, no nos pueden someter a un sistema tan duro, nos están destruyendo mentalmente a nosotros y nuestros seres queridos”, finalizó.
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