Por Nicolás De La Iglesia*

Lejos quedó ese discurso de la alianza cambiemos que los puso como outsiders, osea como personas por fuera de la política tradicional. Ellos se vendieron como una bocanada de aire fresco en medio de una cultura política plagada de vicios.
Cuatro años después hay cientos de miles de víctimas del exitoso plan diseñado por quienes nos gobiernan. Víctimas no en sentido figurativo sino literal, tan literal que duele. A las personas que murieron de hambre, de frío, por gatillo fácil, ahora se suma José Bulacio. Él es el obrero que el martes pasado murió tras un derrumbe en el aeropuerto de Ezeiza. Una víctima más de un estado ausente, que prefirió presionar a los contratistas para inaugurar una obra en campaña, que la vida de los obreros.
La tragedia dejó a diez obreros heridos de gravedad y una vez más deja expuesto a un gobierno con un profundo odio de clase. Según se dio a conocer en distintos medios había aproximadamente sesenta empresas trabajando en la renovación del aeropuerto. La obra tenía cientos de irregularidades y había sido denunciada por la UOCRA, ante el Ministerio de Trabajo. En la denuncia se explicita que no había medidas de seguridad, que el personal no había sido capacitado en caso de emergencias, que los obreros no se encontraban registrados, que había 100 trabajadores en 200 metros cuadrados; entre otras irregularidades.
Todo queda entre “amigos”
Para desentrañar quiénes están detrás de esta tragedia hay que pensar, en primer lugar, en Guillermo Dietrich, el ministro de transporte. Quien tres días después de la denuncia estaba comiendo un asado con los obreros [2]. El funcionario se desentendió y negó que hubiesen denuncias contra la obra. Como si fuera peor, sus problemas no terminan en el aeropuerto sino que también se encuentra imputado, junto con el ex director de vialidad Javier Iguacel, por irregularidades en la concesión de los peajes de las autopistas. En esta ocasión, se autorizó a distintas empresas, entre las que se encuentra Iecsa, de Angelo Calcaterra, a seguir cobrando peajes y certificados de obra por 30 mil millones de pesos cuando los contratos habían finalizado.
Volviendo a Ezeiza. Entre los dueños de las empresas que estaban vinculadas con la construcción de la obra, no sorprenderá encontrar el nombre de Nicolás “Niky” Caputto, “hermano” del presidente. El empresario, cónsul de Singapur y vicepresidente del PRO, contaba con una de sus empresas TGLT trabajando en la obra.
Este empresario es denominador común en muchos de los negociados que hizo el gobierno con la obra pública, de hecho el empresario es el mayor desarrollador inmobiliario en Puerto Madero. Quien está detrás de una maniobra que busca, por decreto, acelerar el traspaso de la jurisdicción del Puerto de Buenos Aires, de la Nación a la Ciudad. ¿Qué hay detrás? La intención de vender terrenos que pertenecen al Puerto Sur para hacer un negocio multimillonario.
Como si no fuera poco es, el “hermano del alma” del presidente quien reclama al ejecutivo el pago de unos 215 millones de pesos que adeudan para la construcción de un reactor multipropósito en el Centro Atómico de Ezeiza. Por esta deuda el empresario optó por suspender la obra dejando a casi cien familias sin ingresos. Esto se suma a las constantes denuncias contra la Comisión Nacional de Energía Atómica por el constante desfinanciamiento del sector, en donde temen que se terminen privatizando instalaciones.

¿La “nueva” política?
Una mención aparte hay que hacerle a Mauricio Macri quien dio su pésame, al pasar, en medio de la inauguración de un metro bus en la ciudad de Florencio Varela, de donde era Bulacio. El silencio del presidente y de María Eugenia Vidal sólo deja en cuestión la falta de humanidad de dos candidatos que sólo ven en el pueblo un número más para engordar sus porcentajes de votos y que sólo tienen oídos para el coaching que tan bien practican.
El relato oficial sobre la obra pública se cae a pedazos con estadísticas que muestran que no sólo no se hicieron más obras públicas que durante la gestión Kirchnerista, sino que las pocas obras que hicieron salieron mucho más caras que lo presupuestado [3]. La alianza se está quedando sin discursos para intentar no ser aplastados en octubre. Y lo cierto es que sin una gestión que los respalde están desesperados por inaugurar obras.
La volatilidad de la agenda mediática hace que las noticias sean cada vez más efímeras y se pierdan de una semana a otra. Sin embargo, es necesario hacer el esfuerzo de retomar ciertos temas y no olvidar los muertos que dejó, a lo largo de estos cuatro años, el macrismo. El martes pasado fue José, el padre de cuatro hijos. Nada más figurativo que la muerte de un obrero, producto de la impericia de un gobierno que lejos de ser la “nueva” política, representa un modus operandi rancio y viciado.
No hay que permitir, bajo ningún concepto, que se repita el discurso que afirma que la crisis desatada por esta gestión fue producto de torpeza a la hora de gestionar. Cambiemos no tuvo un mal plan de gobierno, lo que pasó durante estos cuatro años fue producto de voluntad política. Confundir la ineptitud con un excelente plan de saqueo y sumisión al imperialismo es un error que no hay que dejar pasar. La muerte de José Bulacio fue producto de una decisión política, en donde primaba la inauguración de una obra por sobre la seguridad de los que allí trabajaban. Lo más terrible es que los trabajadores son, y siempre fueron, desechables para esta casta.
*Periodista, columnista sobre Europa del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390) responsable de redes de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Bibliografía:
[1] https://www.pagina12.com.ar/220575-ezeiza-habia-una-orden-para-suspender-la-obra
[2] https://twitter.com/Guillodietrich/status/1173697457466875906
[3]https://www.ambito.com/informe-tecnicos-vialidad-contradice-discurso-oficial-cambiemos-realizo-menos-obras-que-el-kirchnerismo-n5041848