YPF: entre las garras de los buitres externos e internos

YPF: entre las garras de los buitres externos e internos

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

“Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”, sentenció Arturo Jauretche -entre otras brillantes frases- hace más de 80 años, para describir y denunciar la situación que se vivía durante la década infame en la Argentina. Muchos analistas coinciden en que hace algunos años vivimos la nueva década infame. Y sí, varios sucesos se le asemejan. 

Tras dos años del fallo de la jueza Loretta Preska en el tribunal de Nueva York, en el que condenó al Estado argentino a “resarcir” al fondo buitre Burford por 16 mil millones de dólares por la nacionalización de YPF, ahora resolvió, en un volantazo en el medio de la causa, que el Estado entregue la totalidad de las acciones que posee sobre la empresa (51%), ya que éste no realizó el pago y fue apelando en distintas instancias legales. ¿A qué se debe este giro? ¿Por qué la nueva administración estatal -que despotricó contra le empresa antes de asumir y amenazaba con privatizarla- ahora  piensa defenderla?

Para comprender el tema en cuestión, es importante como primer punto destacar que la historia de Yacimientos Petrolíferos Fiscales tiene más de 100 años, desde que un 13 de diciembre de 1907 se descubrió el primer yacimiento en Comodoro Rivadavia. En este sentido, la cantidad de administraciones, revoluciones, golpes de Estado, entre otros, que pasaron por el Estado argentino a la hora de administrar YPF fueron muchas. No obstante, recién en 1993 un gobierno rompió con el consenso de que YPF esté al servicio nacional. 

Desde allí entonces, a partir de la privatización realizada por el gobierno de Carlos Menem, YPF entró hasta la actualidad en un camino de idas y vueltas que tuvo la presencia de cinco gobiernos más (De la Rúa-Kirchner-Fernández de Kirchner dos veces-Macri-A.Fernández y ahora Milei). Entonces, es importante contextualizar en cada uno los sucesos que fueron ocurriendo.

Por empezar, la privatización llevada a cabo en 1993 se hizo en el marco de lo que hoy es modelo para varios gobiernos de índole neoliberal que ven a la venta indiscriminada de empresas del Estado como un hito. No obstante, las divisas recaudadas fueron quemadas para sostener el 1 a 1, y una vez que estas se terminaron, el Estado quedó totalmente quebrado, sin divisas ni maquinarias para producirlas. 

La particularidad de esta privatización explica hoy la situación que vive YPF en tribunales extranjeros: entre las cláusulas de aquella venta a Repsol, figuraba que si el Estado nacional quería recuperar las acciones de la empresa debía abrir a concurso público con los acreedores (los cuales serían los que Repsol decidiese a partir de allí, probablemente en el plano internacional, cosa que sucedió). Esto llevó la discusión jurídica a esa cancha, en este caso a Nueva York, particularmente por fondos de inversión con oficinas allí que compraron acciones de la empresa.

Como sería de esperar, la gestión de Menem transcurrió entonces con la empresa fuera de Argentina, así como durante el breve paso de Fernando De la Rúa en sus dos años de gestión. No sería sino hasta la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner, quien llegaba con una línea nacionalista y justicialista, que se barajaría nuevamente la posibilidad de su reestatización. Este hecho finalmente sucedió en 2012, cuando durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner se llevó adelante la reestatización del 51% de las acciones tras ser aprobada en ambas cámaras legislativas la Ley de Soberanía Hidrocarburífera (Ley N° 26.741), el marco legal que permitió al gobierno recuperar YPF.

A partir de aquí entonces, al realizarse la maniobra sin abrir a concurso público, se desataría la puja en donde entra el fondo buitre Burford, que compró los derechos de litigio de accionistas minoritarios, para luego vender esas mismas acciones, especulando con qué posibilidad tendría de ganar dicho juicio. A esto se dedica un fondo buitre.

La postura entonces que tomaron las distintas administraciones que le sucedieron a CFK dependieron y dependen de su retórica, por un lado, y por el otro de su cohesión en la acción con esa retórica. En 2015 asumió la presidencia Mauricio Macri quien en su línea discursiva reivindicó varios de los movimientos menemistas de corte neoliberal, pero en la acción, YPF siguió su curso, mientras Burford ya operaba por detrás. Cabe destacar que Macri sumó a su mesa política a Javier Iguacel como ministro de Energía, quien es un empresario de esta área, y hace considerablemente poco tiempo compró, a través de su empresa Bentia Energy, cuatro pozos no convencionales de YPF. Este movimiento fue en agosto de 2024 y fue el primero de la empresa, fundada por Iguacel un mes antes. Podemos empezar a imaginar un panorama.

Lo que le siguió a Macri fue la gestión de Alberto Fernández, quien quizás aglutina su mayor obra en su pobre gestión en torno a YPF: gracias al financiamiento recibido a través del impuesto a las grandes fortunas ejecutado en pandemia se construyó el gasoducto Néstor Kirchner, que conecta lo producido en Vaca Muerta desde Neuquén a Buenos Aires. 

Si bien Fernández se definió a sí mismo como un mero “administrador del Estado”, y es difícil conectar su retórica con los hechos, si algo se puede destacar en aquel momento sobre YPF es la labor del presidente designado, Pablo Gonzalez, quien finalizó una gestión que dejó a YPF con números en alza, sumado al descubrimiento de un nuevo pozo no convencional (Palermo Aike), la profundización de explotación sobre Vaca Muerta y la distribución tanto al interior del país como hacia Chile, Bolivia y Brasil, finalizando el gasoducto pero también dos oleoductos. También, durante la gestión de Gonzalez, se firmó la negociación que eximió de culpas a YPF sobre una denuncia de otro juzgado yankee (Nueva Jersey), que la hacía responsable por contaminación de ríos en 2005, cuando una empresa comprada por Maxus, a su vez comprada por Repsol cuando ésta tenía la firma, realizó maniobras con químicos altamente contaminantes. Finalmente tanto YPF como Repsol fueron absueltas.

En paralelo a esto, Burford siguió adelante con la causa principal hasta que en 2023 Preska absolvió la responsabilidad de YPF y condenó al Estado argentino a pagar la suma ya conocida por no abrir a concurso público a acreedores. El gobierno apeló, y así llegamos a la actualidad.

El 19 de noviembre de 2023, Javier Milei triunfó en el balotaje de las elecciones presidenciales. Por aquellos días, no solo la política en sí, o el estado en que se encontraban la salud y educación pública eran temas de debate en la opinión pública, sino también YPF ¿Por qué? Porque así como los dos ítems nombrados anteriormente, la petrolera era objeto de ataque a modo de desprestigio del por entonces flamante presidente, quien estaba seguro de que ésta era deficitaria, y que había que vender sus acciones. 

Esto incluso fue reafirmado al otro día del balotaje, en un acto de regocijo, pero 20 días después el nuevo gobierno cambió de opinión ¿Será que finalmente vieron que la empresa era superavitaria? Sin que me conste, me arriesgo a decir que la respuesta es no. 

Por empezar, no hay que dejar de lado que los Iguacels de la vida merodean también a este gobierno, por lo que en este caso, la elección del gobierno podría ser por el criollo que nos vende” antes que “el gringo que nos compra”. No obstante, el análisis tiene un punto más fuerte que está en el cotidiano, más allá de las ventas que se puedan hacer a empresas como Bentia. 

Bien es sabido que el modelo de dólar fijo, ficticio, controlado, tablita o como se le quiera llamar, demanda una cantidad de divisas gigante y que a su vez este modelo no permite desarrollarse en áreas industriales que le darían de manera natural estas divisas. Por ende, con el agro descartado por el tipo de cambio bajo, el gobierno debe apuntar a otra fuente de cosecha rápida; para esto se diagramó el obsceno blanqueo de dudosísimas procedencias y el RIGI, de entrega de concesiones y tazas también absolutamente obscenas. En esa ilogicidad de negocio se ve de lejos un solo factor: la necesidad del gobierno de juntar divisas rápidas y cortoplacistas para mantener el tipo de cambio y, a su vez, la nula rentabilidad de un país en recesión para las inversiones, ya que ni así “llueven” estas.

En esta lógica, el sector más rentable es el minero, por la cotización de sus diversas comodotties en mercados internacionales, y casualmente, por el desarrollo que tiene Argentina con los diversos pozos convencionales y no convencionales y la facilidad que le permite tener un brazo de trabajo y extracción estatal como lo es YPF. Entonces la pregunta que resta es ¿Milei se volvió nacionalista y quiere la empresa para tener combustible y energía barata en la Argentina?¿O la necesita para distribuirla en el mundo y que entren divisas rápidas al Banco Central? Pueden sacar sus conclusiones.


Joaquín Bellingeri

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El gobierno de EEUU le pidió a Preska pausar el embargo de Burford a YPF

El gobierno de EEUU le pidió a Preska pausar el embargo de Burford a YPF

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

La fecha para reanudar las acciones fue estipulada para un día después de las elecciones presidenciales de ese país, por lo que se pueden hilar diversos intereses que se encuentren por detrás. Hasta el momento, quien acercó la información aseguró que se trata de simples “gentilezas” del gobierno norteamericano hacia el argentino.

El gobierno de Estados Unidos, presidido por Joe Biden le pidió a la jueza de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, Loretta Preska, que demore su decisión final para que Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) le transfiera al fondo buitre Burford acciones de la empresa a modo de resarcimiento por el litigio que ganó la entidad “carroñera”. La fecha de espera fue pedida para el 6 de noviembre, un día después de las elecciones presidenciales en ese país.

Pese a que la información brindada por el CEO de Latín Advisor, Sebastián Maril, hacia el medio Infobae, destaca que dicho pedido sería una acción de “amicius curiae” (conocida en el lenguaje del derecho como una intervención de una persona ajena a un litigio) en favor de la Argentina, al mismo tiempo, la fecha que da inicio a una nueva gestión en el país norteamericano como límite para dicha decisión no puede ser pasada por alto ante la posibilidad de que se tome una nueva decisión estratégica en favor de ese país. Según Maril, uno de los argumentos del gobierno de Biden es que “se trata de naciones amigas, soberanas y que mantienen buenas relaciones”.

Para entender el tema en cuestión, es importante repasar que el fallo de la jueza Preska a favor de Burford y en contra del Gobierno nacional nace a partir de la privatización de YPF, cuando la resolución de la venta a la empresa Repsol estipuló que si el el gobierno argentino quisiese en un futuro recuperar las acciones debería abrir un concurso público a todos sus acreedores antes de tomar cualquier decisión. Dicha recuperación finalmente sucedió en 2012, cuando Argentina le compró nuevamente el 51% de las acciones a la empresa Repsol. A su vez le había cedido porcentajes minúsculos a Eton Park y Petersen, a través de las cuales el fondo Buitre ingresó al litigio, comprándoles los derechos de esa acción a estas empresas. Finalmente, la jueza Preska falló en 2023 en favor del fondo buitre, obligando al gobierno argentino a pagarle la suma de 16 mil millones de dólares.

Ahora, cuando Preska aún debe ordenar que ese monto se le embargue a YPF a modo de acciones, el gobierno estadounidense pidió que la resolución no se afirme hasta el 6 de noviembre, a lo que Preska se puede negar en caso de que así lo considere. “Estados Unidos sabe muy bien que nuestro país (Argentina) violó las leyes de los mercados de capitales locales y por eso no descarto que la juez nombre a un Special Master (mediador) y que ambas partes resuelvan la disputa”, aseguró Maril.

Mientras tanto, Burford apunta a todos los recovecos posibles por los cuales pueda cobrar el dinero del juicio, ya que su única función es la de intervenir en juicios y chupar la sangre de las empresas que presentaron alguna irregularidad legal para luego vender las acciones del mismo juicio en el mercado de valores. Por un lado, apunta a incluir nuevamente a YPF en el juicio (Preska dió como único culpable al Estado argentino) y por otro, a cobrar el monto en bienes internacionales del propio Estado. 

Para acceder a estos lugares, Burford intenta comprobar ante la justicia que YPF funciona de manera orgánica al Estado nacional, y no de manera autárquica e independiente como lo es en su estructura legal. En esa línea, el fondo buitre intenta cobrarse la cuajada por donde sea, e incluso ve con buenos ojos entidades estatales como el propio Banco Central, el Banco de la Nación Argentina (BNA),  y empresas como Enarsa, Arsat y Aerolíneas Argentinas.

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Burford, el buitre mas carroñero

Burford, el buitre mas carroñero

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

La justicia estadounidense falló en favor de todos los argumentos del fondo buitre “Burford”, que deja al Estado argentino a merced de pagarle 16 mil millones de dólares por la recuperación de YPF. Las inversiones en litigación, la especulación cuando avanza la causa y los réditos en la bolsa de Wall Street son algunas de las estrategias que el buitre más buitre utiliza para engordar a costillas de otros.

Parece que la suerte esta echada: finalmente, la jueza Loretta Preska, encargada de mediar entre el fondo Burford y el Estado argentino, falló de manera pronunciada en contra de este último. Entre las distintas consideraciones a tener en cuenta, la justicia de Estados Unidos decidió cargar con todos los argumentos en contra de la Argentina y tomar como medida el monto máximo a pagar: 16 mil millones de dólares.

Como ya se había explicado e interiorizado anteriormente en Revista Trinchera, el Estado nacional enfrentaba cargos en contra del fondo buitre “Burford”, a raíz de las bases y condiciones establecidas en la venta de Yactimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en 1993, que pusieron al ejecutivo entre la espada y la pared cuando tomó la determinación de recuperar la petrolífera. Puntualmente, cuando el gobierno de Carlos Saúl Menem vendió YPF a la internacional Repsol, se indicó que si el Estado nacional quería recuperar la empresa, primero debía abrir un concurso público de compra de acciones a los acreedores. Probablemente, cualquier líder político que cuide su patrimonio e industria, y cualquier ciudadano que entienda la importancia de ello, no desearían en ningún escenario vender su petrolífera de bandera y menos lastrar con una atadura a las empresas compradoras en caso de querer recuperarla, pero la suerte ya estaba echada desde aquella década menemista.  

En 2012, el Estado nacional tomó la determinación de recuperar YPF sin consultar ni a propios ni a extraños; como quien recupera lo que siempre le perteneció. Le compró a Repsol el 51% de las acciones vendidas, y con ella llegaron Vaca Muerta y todo el caudal de potencialidades petrolíferas y energéticas que este yacimiento brinda. En esta instancia es donde entró el buitre más carroñero, Burford. Una empresa que no es especialista en petróleo ni energía. Mucho menos en inversiones financieras. Su especialidad es litigar en mega juicios y hundir la nariz en cuanto caso como el de YPF exista. Cuentan con un equipo de 350 abogados profesionales y expertos legales que compran juicios, financian litigios y a raíz de eso se benefician de las multas.

La empresa comandada por el egresado en leyes, Christopher Bogart, fue creada en 2009 y desde allí fue acrecentando su patrimonio a raíz de intervenciones de esta índole. En 2012, a tan solo tres años de su fundación, el buitre encontró la oportunidad de obtener rédito ante el vacio legal cometido por un Estado que comandó una justa recuperación, y compró las firmas de Eton Park y Petersen Energía, empresas accionistas minoritarias de YPF que, como todas, no obtuvieron la posibilidad de acto público para retener las acciones. De esta manera, Burford se “autofinanció” la litigación tazada en una base de 4.9 mil millones de dólares, que variaba en base a montos agregados de 7.6 mil millones por intereses debido los años transcurridos, y 3.4 mil millones si se tomaba como fecha de expropiación el 16 de abril (cuando se envió el proyecto de ley) y no el 7 de mayo, que es cuando el ejecutivo tomó el poder concreto de YPF. Finalmente, la jueza Preska coincidió con ambos argumentos en favor de Burford, por lo que, de momento, Argentina debería pagar 16 mil millones de dólares. Una nueva canallada financiera por parte de intereses extranjeros que acomplejaría aún más al país, sumado al ya conocido endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional.

En este sentido, las opciones que hoy maneja el Estado argentino para gambetear la estafa son dos: apelar a una segunda instancia y llegar a la Corte Suprema de Estados Unidos, o desconocer la sentencia por “cuestiones soberanas”, lo cual conllevaría riesgos que, como lectores de análisis políticos, imaginarán. No obstante, también se espera que el estudio “Sullivan & Cromwell LLT”, que representa a la Argentina, comience negociaciones previas al fallo final con Burford, para acomodar una cifra más asequible. También existe una instancia más de diálogo posible, en la que, por pedido de Preska, ambas partes deben presentar una oferta de pago que ronde el monto que ella misma consideró.

Según información publicada en Ámbito Financiero, la estrategia financiera utilizada por Burford desde que entró en la litigación de la causa fue la compra del 70%, repartido luego alrededor de diez fondos de inversiones. Actualmente, la entidad experta en juicios retiene el 30% de los derechos de la causa, y el restante 40% lo habría vendido en distintas ocasiones, conforme el juicio avanzaba y rendía valor especulativo en la bolsa de valores de Wall Street. De esta manera se explica la estrategia de ganancias del buitre, que según palabras del propio Bogart, ya obtuvo un retorno de “inversiones” en sentencias de 2.2 mil millones de dólares, equivalentes a un 88% promedio por juicio.

“No corresponde indemnizar a alguien que no sufrió un daño, como es el caso del fondo Burford”, declaró el presidente de YPF, Pablo González, para Radio 10. “YPF siempre cumple con sus contratos, negociamos con empresas internacionales que nos permitieron poner en valor Vaca Muerta, y todo lo que se viene haciendo en materia energética en el país”, agregó.

Ante la situación, y como ya no sorprende, sectores de la oposición capitalizaron electoralmente la estafa del fondo buitre ante el Estado nacional. Tanto la candidata a presidenta por Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, como el ex presidente del mismo espacio, Mauricio Macri, se hicieron eco del fallo y casi lo festejaron, derivando las culpas en quienes tomaron la decisión de recuperar el patrimonio de producción nacional. “Es lamentable que la oposición aplauda que un fondo buitre le gane un juicio al Estado”, explicó ante ello González.

Por último, el presidente de YPF profundizó: “Es una discusión que nos interpela sobre el horizonte energético que tiene la Argentina. Hoy estaríamos infinitamente peor sin esa decisión. Nos pone en alerta ante posiciones como la de Milei que dice que quiere privatizar YPF.”


Joaquín Bellingeri

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