Se trata del pacto consensuado entre Mauricio Macri y Jair Bolsonaro, y que la gestión de Alberto Fernández propuso revisar. El presidente saliente justificó la decisión de retirarse porque podría perjudicar a la industria local.
El próximo jueves el presidente de la Nación, Alberto Fernández, arribará a la cumbre del Mercosur que se llevará a cabo en Río de Janeiro, y Argentina no firmará el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Además, el pacto no se sellaría por parte de mandatarios europeos como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que se mostró en contra del acuerdo.
En este sentido, el máximo mandatario declaró en comunicación con Futurock que “el acuerdo no se ha firmado no porque Argentina no quiera sino porque encontró resistencia dentro de Europa”. Además, Fernández reconoció la importancia geopolítica del pacto, pero aseveró que para firmar habrá que revisar “determinadas condiciones que nos permitan sostener y hacer crecer nuestras industrias”.
El Acuerdo de Asociación Estratégica entre ambos bloques se firmó en 2019. Allí, se decretó el tratado de libre comercio entre las regiones con un esquema progresivo de baja de aranceles para algunos productos claves, que sería más rápido en Europa que en América Latina. También prevé simplificaciones en el sistema regulatorio para agilizar el comercio interregional.
Según se evaluó desde el gobierno argentino, este tratado tiene un “fuerte impacto negativo en la industria del Mercosur”. “La Argentina propuso, desde el inicio de este año, la necesidad de una revisión del acuerdo para alcanzar resultados más equilibrados para ambos bloques. Esta iniciativa fue rechazada por la UE, y resistida también por algunos de los socios del Mercosur”, recordaron desde el Gobierno nacional.
Una de las principales claves en la demora para ratificar el acuerdo es por el cuestionamiento de los Estados del Mercosur a un punto de la iniciativa original, ya que esta incorpora un “pacto verde” que establece restricciones para la comercialización de ciertos bienes que dependen del impacto ambiental de su producción.
El Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) rechazó el “proteccionismo verde” y respondió con exigencias propias, como la creación de un fondo ambiental para apoyar a los países en desarrollo. Al respecto, el titular de la cartera de Relaciones Exteriores, Santiago Cafiero, sostuvo: “Las demandas del Mercosur están todas sobre la mesa y defienden los intereses del agro y de la industria. Como ya hemos dicho en distintas oportunidades, un acuerdo puede ser beneficioso pero no cualquier acuerdo lo es”.
Por otra parte, el canciller argentino explicó: “Siempre planteamos la necesidad de un acuerdo revisado, se los dije a los europeos en Bruselas en febrero y trabajamos un año para tratar de reequilibrar el acuerdo que firmaron Macri y Bolsonaro en 2019, pero no se llegó a los puntos necesarios”.
En este sentido, Cafiero aseguró que Argentina no firmará el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea que se llevará a cabo el miércoles y jueves próximos, en lo que será además su última actividad como ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto antes de la finalización de su gestión el 10 de diciembre.
Pese al arduo trabajo de más de 20 años en las negociaciones, el canciller argentino dejó en claro que “no están dadas las condiciones para firmar el acuerdo” y argumentó que el tratado “tiene un impacto negativo en la industria del Mercosur, sin reportar a cambio beneficios para sus exportaciones agropecuarias, que están limitadas por cuotas muy restrictivas y sujetas a regulaciones ambientales unilaterales que las exponen a una vulnerabilidad a futuro”.
Por ultimo, el canciller argentino añadió en diálogo con Página12 que, mientras esos consensos no se logren, “el impacto del acuerdo será desfavorable para el bloque del Mercosur, anclando las brechas de desarrollo existentes y desalentando la inversión en la industria y el desarrollo de nuevas cadenas de valor, entre ellas la de la electro movilidad, al tiempo que la producción de commodities, en particular alimentos, tendrán que enfrentar una normativa ambiental creciente y costosa acompañada de cuotas permanentes sobre productos en los que los países del Mercosur son competitivos”.
De esta manera, Cafiero dio por tierra las expectativas levantadas la semana pasada por el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, el uruguayo Luis Lacalle Pou, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de firmar el acuerdo durante la cumbre del Mercosur en Rio de Janeiro.
Cabe recordar que Lula afirmó el viernes pasado mediante Twitter desde la COP28 de Dubái, que el Mercosur y la Unión Europea estaban “cerca de cerrar” el TLC. Sin embargo, las nuevas reglas ambientales adoptadas por la Unión Europea en 2019 suponen “ya hoy mayores costos y restricciones para las exportaciones del Mercosur de alimentos y otros productos”, sostuvo Cafiero, sobre este acuerdo europeo que se volvió un escollo en las tratativas bloque a bloque, en medio de fuertes críticas de Brasil.
Lula da Silva responsabilizó a su par francés, Emmanuel Macron, en el caso de que la Unión Europea (UE) y el Mercosur no puedan cerrar su acuerdo de libre comercio, luego de que el líder europeo afirmara que se opone al pacto. El posicionamiento del presidente brasilero surge de la reunión con Macron al margen de la conferencia de cambio climático COP28, porque conocía los reparos del presidente francés al acuerdo y quería convencerlo de cambiar de postura.
Además, el mandatario brasilero sostuvo que en su reunión con Macron le pidió que “abriera el corazón” y pensara que los países de América del Sur y el Mercosur son “países pobres, países pequeños”.” Si no tuviéramos acuerdo, paciencia. No es por falta de voluntad. Lo único que tiene que quedar claro es que no digan más que es por culpa de Brasil o por culpa de América del Sur”, señaló Lula y agregó: “Si no hay acuerdo, por lo menos va a ser evidente de quién es la culpa”.
Luego de la reunión, Macron dijo a periodistas que estaba en contra del acuerdo porque no era bueno para nadie, se negoció hace mucho tiempo y “no toma en cuenta la biodiversidad y el clima” y solo desmantela aranceles. El francés anunció que viajará a Brasil en marzo para discutir el tema.
De esta manera, el optimismo expresado por Lula en la COP28 de Dubái se ve contrarrestado por las reticencias de algunos líderes europeos y la complejidad de las discusiones en medio de críticas internas en Brasil. La incertidumbre sobre el futuro del acuerdo persiste y la cumbre en Río de Janeiro se presenta como un escenario crucial para las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. La divergencia de opiniones y demandas entre las partes deja en evidencia los desafíos pendientes para lograr un consenso satisfactorio que favorezca a ambas regiones.





