La Policía bonaerense multiplicó incalculables veces su presencia en las inmediaciones del estadio tripero luego de la represión ejercida durante el encuentro Gimnasia-Boca. Para “evitar nuevas tragedias”, la Provincia resolvió llevar más de los mismos que foguearon el clima.
Tras la ardua represión ejercida por la Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la noche del 6 de octubre, en el marco del partido Gimnasia – Boca, en el estadio Juan Carmelo Zerillo, las inmediaciones del estadio amanecieron militarizadas durante la mañana del miércoles 13, a la espera de realizar el operativo para el encuentro entre “el Lobo” y San Lorenzo de Almagro.
Como si hubiera un enemigo a combatir, y con la misma lógica que se ejecutó el operativo asesino del anterior encuentro, la provincia resolvió imponer un cuerpo policial descomunal y nunca antes visto para enfrentar “los peligros” que podría suponer la realización de la fecha de turno en el bosque.

Aquel 6 de octubre, el mismo cuerpo policial protagonizó una de las mayores -sino la mayor- tragedia del fútbol argentino en la década. El encuentro en cuestión develó, una vez más, varias fragilidades de lo que constituye la realización del fútbol en Argentina -así como en otras sociedades-. Sin embargo, en este caso el foco está en nuestro país, y para comprender el desarrollo de semejante atrocidad, se pueden analizar múltiples causalidades que se desprenden desde la opinión pública y los medios de comunicación, pero también hay que contextualizar sus orígenes.
Ante la abundante disponibilidad de declaraciones de quienes están al frente de los operativos y forman en gran parte a la opinión pública, dígase el ministro de Seguridad de la Provincia, Sergio Berni, o la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (APreViDe), Revista Trinchera decidió comunicarse con socios del club tripero, que vivieron en carne propia el infierno del pasado jueves, y la reivindicación policial durante la jornada del miércoles 13. Los mismos darán sus testimonios líneas adentro.
Las más de 400 balas de goma disparadas, junto con la indefinida cantidad de gases lacrimógenos desbloqueados la última noche de jueves en el bosque platense, dieron como resultado –en un ambiente de angustia, caos y desesperación- la muerte de “Lolo” Regueiro, hincha de Gimnasia, a raíz de un paro cardiorrespiratorio.
Cumplidos los 9 minutos de juego del partido, una nube blanca cubrió el cielo bajo los bancos de suplentes, donde, los propios jugadores, en una sorpresiva maniobra, comenzaron a cruzar el campo de juego dirigiéndose a los vestuarios. Los cánticos podían aseverar que el equipo xeneize abandonaba el partido, pero los motivos eran desconocidos.
Solo uno o dos minutos fueron necesarios para que esta nube se presente como el motivo de suspensión, y penetre a toda la hinchada del “Lobo”, que había asistido a uno de los partidos más importantes y definitorios del torneo con una gran expectativa.
La gran asistencia -que apenas superaba la capacidad instalada en el predio, si es que la superaba- podría definirse como un hecho que conspiró a favor de la tragedia pero, sin dudas, quedarse en este punto sería acortar a gran escala la discusión.
De repente el aire se hizo irrespirable, la movilización imposible y la desesperación creció en escala. La popular más popular, la llamada “centenario”, que recibe a los hinchas más enérgicos y festivos, se convirtió en un verdadero escenario de terror. Con las puertas cerradas, la capacidad colmada y el aire cubierto de toxinas, un desenlace de desgracia tenía los minutos contados.
Es imposible afirmar que la noche del jueves 6 de octubre, en el estadio Juan Carmelo Zerillo no fue una tragedia, contextualizando el accionar policial, las horribles sensaciones que los hinchas transmitieron a través de sus rostros, y por sobre todas las situaciones, con el resultado de un fallecido.
No obstante, es importante remarcar que podríamos estar en la narración de un hecho mayormente catastrófico, si no fuese por el comportamiento de la multitud Tripera, que procuró ayudarse entre sí, y logró, por ejemplo, tirar abajo las puertas que la policía creía necesarias dejar cerradas. Justo a tiempo, ya que el aire se acotaba. Otros grupos decidieron abrir paso en algunos alambrados del predio para poder encontrar una nueva salida que no sea hacia el oscuro bosque, donde existía otra problemática: los ruidos de disparos no cesaban, minutos a minuto.
Una verdadera trampa mortal, adentro gas que imposibilitaba la respiración, afuera balas y más balas. Pero, ¿contra quién?
Uno de los ejes más importantes de este análisis sin dudas es este ilógico e incongruente accionar policial, que disparó a diestra y siniestra balas de goma durante aproximadamente una hora, a la altura de tener un enemigo formidable en frente. Sin embargo, no existía tal enemigo. Es difícil imaginar un grupo rebelde que se enfrente durante una hora a un cuerpo policial, y en desventaja.
A la altura de estas ejecuciones también están las decisiones de arrojar gas lacrimógeno bajo las tribunas, como si no alcanzara con el que se usó para reprimir afuera, cuando comenzaron los incidentes a raíz de la insatisfacción de algunos socios que quedaron en el exterior del espectáculo deportivo.
La consigna sigue sin ser resuelta: ¿Qué puede haber justificado tal represión? De base, ninguna situación. Sin embargo, tampoco se desprende un hecho concreto que haya tentado a los oficiales. Se indica desde los grandes medios de comunicación, como una de las posibles causas, que alrededor de 10 mil personas quedaron fuera del predio y que, en este sentido, su origen se debería a una sobreventa de entradas en base a la capacidad del estadio.
“La tragedia se debió exclusivamente a una represión policial, están circulando distintos videos e imágenes en redes, y demuestran que no había 10 mil personas que Aparicio (Eduardo, titular de APreViDe) denunció al principio. No existían y no existe que en una cancha para 30 mil personas entren 10 mil mas, no hay forma de disimular eso, ni en las canchas más grandes del país. Está claro que había lugar, que no hubo sobreventa, y que salieron a reprimir sin ninguna mediación ni acción concreta”, contó a Revista Trinchera Nazareno Santucho Re, socio de Gimnasia y miembro de la Agrupación Compromiso Gimnasista.
El socio se refirió fuertemente a la seguridad, y lamentó que Gimnasia deba afrontar ahora el gasto de alrededor de 1 millón de pesos para arreglar la infraestructura dañada por los incidentes: “Esto fue un daño muy concreto al club, que ahora tiene un palo de gastos para reparar las instalaciones, además del daño a los socios e hinchas, sin mencionar al fallecido y su familia. Yo desde la agrupación no estoy de acuerdo con muchísimas cosas de la gestión, pero no se le puede hacer cargo en este caso al club de la locura del otro día, sino a la seguridad, única responsable de esto, y que no se hace cargo”.
“Por otro lado, las declaraciones de Berni son una locura, salió a justificar la represión, mintió sobre que no había un muerto cuando todos los medios locales ya estaban dando nombre y apellido. A la mañana siguiente sostenía que no había alguien con el ojo comprometido, y al otro día salió la nota de TyC sobre el hincha, que además fue apretado por el ministerio de Seguridad, algo sumamente grave”, aseveró Santucho, quien además no se olvidó de mencionar a Aprevide: “para colmo está ApreVide que, en su lógica, los operativos de seguridad están armados para perseguir al hincha, que para ellos todo hincha es conflicto, y así te militarizan el bosque un día como hoy, una provocación total al hincha y demostración de poder”.
En esa línea, el socio tripero se refirió a la excesiva contratación de cuerpo policial para los controles, el cual fue entendido por los hinchas como una “mojada de oreja total”, y que además complejizó el ingreso al estadio.

La lógica de control se refuerza con más firmeza a tan solo semanas de esta profunda herida al hincha de Gimnasia, que se mantiene fresca, en lo que fue una noche traumática para muchos socios que pretendían disfrutar del partido.
“El ambiente era el de siempre, la popular repleta. Nosotros entramos un poco antes, pero el protocolo fue el mismo, juntada con amigos en el monumento y adentro. A partir de las 21 empezamos a escuchar balas de goma, y a los 10 minutos de partido, empezó a llegar el gas que tiraron desde afuera para adentro. El ambiente se hizo imposible de transitar, sin aire y espacio, la gente se desesperaba por salir. Finalmente logramos avanzar luego de que los hinchas tiraron las puertas, y tuvimos que romper el alambrado de la cancha de tenis para evacuar gente; chicos asmáticos, gente grande y nenes, para poder salir por otro lado que no sea la entrada, donde estaban tiroteando”, relató para este medio Irineo Estefanell Pradás, socio de Gimnasia desde 2014, y concurrente del estadio Juan Carmelo Zerillo desde hace 15 años, sobre las vivencias de la noche del jueves.
“Volvimos a entrar porque quedaron varios amigos adentro, y la policía seguía reprimiendo afuera. Fueron casi dos horas de represión en la que se tiraron balas de goma y gas lacrimógeno, no sé si fue bajada de línea de Berni, querer bajar a Berni y a Kicillof, o una interna a raíz del cambio de jefe de la departamental, no importa, fueron a matar gente. A mi entender fue todo premeditado”, aclaró el socio tripero, que además puso en dimensión la anomalía de lo vivido: “Hace muchos años voy a la cancha, movilizaciones y otros contextos donde se puede reprimir, y nunca vi una represión de esta índole, la gente nunca hizo ningún tipo de disturbio y los policías nunca pararon de tirar”.
Según Pradás, otra intención de fondo que manejan las autoridades es incrementar los motivos que lleven a Gimnasia a jugar en el Estadio Provincial, que fue construido en proyección del modelo europeo, que consta de un estadio para los dos equipos más grandes de la ciudad, como puede ser el “Giuseppe Mezza” o “San Siro”, estadio único en el que juegan el Milán y el Inter de Italia.
“Otra causa tapada acá es la intención de sacarnos del bosque y llevarnos al estadio provincial de 25 y 32. Fue una inversión muy grande de la provincia y está prácticamente inutilizado, sacando la vacunación y algunos conciertos. Cada municipio que pasó en estos años quiso que Estudiantes y Gimnasia jueguen ahí, y buscan motivos constantemente para llevar al club, pero el grueso común de hincha no quiere irse del bosque”, explayó el socio de Gimnasia.
Las declaraciones de ambos hinchas coinciden en la necesidad de los medios de desviar el foco de la tragedia, lo que recala un accionar de las fuerza policiales a la altura casi de un conflicto bélico, en un contexto festivo y familiar, que derivó en la trágica muerte de César “Lolo” Regueiro, de 57 años de edad. La impunidad con la que el cuerpo policial bonaerense actuó durante la noche del jueves 6 de octubre representa un accionar asesino. Desde este medio, exigimos que los culpables no permanezcan impunes, y que se ejerza justicia por Lolo Regueiro y por el pueblo tripero.