Bolsonaro parece un Punching Ball

Bolsonaro parece un Punching Ball

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

POR NICOLÁS SAMPEDRO*

Hace varias semanas que se viene especulando respecto de la situación del autoproclamado mesías brasileño. La burla permanente hacia la pandemia y sus implicancias, el enfrentamiento con diversos sectores y la pérdida de apoyo y legitimidad, hicieron que los rumores tomen más fuerza. Pero detrás aparecían los uniformes verde-oliva para alertar que no lo permitirían.

El mal manejo de la pandemia del COVID-19, ha llevado a que Brasil sea el segundo país a nivel mundial en cantidad de contagios por este virus (con más de un millón), y que avance a paso firme a superar las 50 mil muertes.

Es precisamente este hecho el que generó la mayor erosión en la popularidad de la gestión de Bolsonaro. Según la encuestadora DataFolha, mientras a finales de abril alcanzaba el 38%, tan sólo un mes después la impopularidad del gobierno se había disparado a 43%.

Según un estudio realizado por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), el desmanejo de Bolsonaro hizo que perdiera el apoyo de sectores ricos y medios de las principales urbes del país como Río de Janeiro y Sao Pablo (principales zonas afectadas por la pandemia).

Según el informe, “Bolsonaro perdió el apoyo de políticos aliados y exfuncionarios de su Gobierno; ha entrado en conflicto público con gobernadores afines y con sectores del Poder Judicial (fundamentalmente, con el Tribunal Supremo Federal)[1].

A esto debe sumarse que su poder de fuego parlamentario también se vio reducido, tras su salida del Partido Social Liberal (PSL); no solo quedó sin partido, sino que fragmentó el bloque en el Senado donde solo 54 legisladores siguen apoyándolo, en tanto que en Diputados debe negociar permanentemente con el grupo conocido como “Centrao” (un conjunto de 10-12 partidos, de aproximadamente 200 diputados).

Como si fuera poco, ya renunciaron varios ministros de distintos gabinetes (Salud, Educación, Justicia). Quizás la salida más significativa fue la del ministro emblema Sergio Moro, quien había sido una pieza clave en el triunfo de Bolsonaro en 2018, tras el proceso ilegal y fraudulento de encarcelamiento al ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.

La frutilla del postre fue la difusión (con aval del Supremo Tribunal Federal) de un video de una reunión ministerial que tuvo lugar el pasado 22 de mayo. En esa reunión se pudieron escuchar declaraciones de todo tipo como las del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Selles, proponiendo “que el período de la pandemia sería ideal para pasar reformas “infralegales”, de “simplificación” y “desregulación” de leyes ambientales”, lo que es igual que decir desregular y convertir en legales cosas que no lo eran, dado que los medios están atentos casi en exclusivo al tema de la pandemia.

De igual manera se pudieron escuchar las palabras del ahora ex ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien señaló que si fuese por él “ponía a todos esos vagos en la cárcel, comenzando por el STF”. Esto habría sido la gota que rebalsó el vaso, luego de una cadena de “errores” que habrían llevado a Bolsonaro a buscarle una salida decorosa.

Al presidente brasileño cada vez le van quedando menos apoyos, y el descontento social es cada vez mayor. La campaña del Movimiento #Somos70porcento (motorizada por el economista Eduardo Moreira) tuvo gran impacto en redes sociales y se sumó a otras propuestas lanzadas por sectores progresistas[2], no sólo de partidos políticos sino también de artistas, barras de fútbol, abogados, etc.

Los posibles escenarios

Ante la pérdida de legitimidad, Bolsonaro podría terminar saliendo por la ventana ya sea por juicio político (impeachment), por algunas de las investigaciones judiciales en su contra (fundamentalmente por inmiscuirse en el poder judicial al interferir en la Policía Federal), o por anulación de la fórmula presidencial (por 2 investigaciones en curso que tiene el Supremo Tribunal Federal, una relaciona al financiamiento y propaganda de la campaña 2018 y otra por intervenir para retrasar los allanamientos a su hijo Flávio, acusado de financiamiento ilegal y defraudación pública).

En cualquiera de estos escenarios el rol de los presidentes del Senado (Rodrigo Maia) y de la Cámara de Diputados (David Alcolumbre) sería clave. Fundamentalmente la de Maia, ya que es quien debe aprobar el tratamiento tanto del posible impeachment como el pedido de investigación judicial.

Un hecho significativo es que a comienzos de mes, frente al nuevo ‘escenario opositor’, “Maia deslizó que ‘por ahora’ no prospera el juicio político, ampliando los cursos potenciales de desenlace; hay negociaciones en ese sentido en Diputados que pueden cambiar la trayectoria con la que se venía hasta el momento[3] .

De todas maneras, los escenarios pueden ser múltiples y dependerán de múltiples factores: en principio cómo se vaya articulando ese nuevo escenario de oposición donde por un lado estarían las fuerzas que hasta hace no mucho eran aliadas a Bolsonaro y que lo empiezan a mirar con desconfianza (incluso sectores de la elite paulista); por otro lado, las fuerzas de izquierda o progresistas y cómo puedan promover o motorizar las distintas propuestas que se están lanzando.

Un segundo foco a tener en cuenta es cómo pueden llegar a actuar los medios de comunicación de mayor repercusión, fundamentalmente Folha, Estadao y O’ Globo, medios ya directamente en franca oposición al gobierno de Bolsonaro. Los dos últimos parecen ver en la figura Mourao como un posible reemplazo. El vicepresidente del Brasil, “es considerado un “intelectual” al interior de las FFAA (aunque un tanto “líbero” según algunos generales) lo que también permite construir, de cara a los medios y a los sectores de derecha conservadora (no bolsonarista, como el PSDB, y otros partidos) una figura presidenciable y una cara más aplomada del Partido Militar[4].

De todas maneras el control o no de la pandemia será un factor determinante a la hora de evaluar qué puede deparar para el futuro del autoproclamado mesias brasileño. Esto también estará sujeto a los apoyos que aún conserva el mandatario: EEUU, el sector financiero (cabe recordar que los principales bancos privados fueron beneficiados con 161 billones de reales gracias a las políticas del “Chicago Boy”, Paulo Guedes), los sectores evangélicos, algunos empresarios, el sector del agronegocio, y, obviamente, los militares.

El reconocido sociólogo brasileño y coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ), Emir Sader, señaló hace algunos días, que pese a haberse esperado por mucho tiempo, la “autocrítica” de la derecha había llegado. Sus palabras se basan en un artículo de Pedro Cafardo (editor ejecutivo de “Valor”, el periódico de la gran comunidad empresarial brasileña), uno de los emblemas de la derecha de Brasil, que reconoce que ellos tuvieron la culpa de que Bolsonaro llegue a donde llegó y ahora se arrepienten por el desastre que está haciendo.

Sader se pregunta: “¿Cuál es el significado de este mea culpa? En primer lugar, nos damos cuenta de que es posible, incluso desde el punto de vista de las grandes empresas, darse cuenta de estas cosas, tan obvias para nosotros. Segundo, que el PT es realmente el fenómeno maldito de la derecha brasileña. Que el miedo al PT, a regresar a un gobierno que privilegia los derechos de todos, la distribución del ingreso, es el fantasma que enloquece a todo al derecha. Eso, a pesar de que sabían quién era Bolsonaro, empresarios, medios de comunicación, políticos, lo preferían al PT, sabiendo los valores que representa y las posiciones que tiene[5].

Por sólo poner un ejemplo y graficar lo antes dicho: en varias oportunidades Bolsonaro abocó el artículo 142 de la Constitución, que estipula la “intervención de las FF. AA. ante una situación de caos nacional”, y si bien el artículo es motivo de polémica entre los constitucionalistas brasileños, lentamente ha sido instalado como una posibilidad. Esto hasta para algunos sectores de la derecha es algo inaceptable.

Como se puede observar a Bolsonaro aún le quedan algunos retenes, pero más que ser retenes propios, son sus aliados y la conveniencia para éstos de que quien siga asumiendo los costos políticos del desastre y el caos, sea él. Tanto con el juicio político, como si prospera la investigación judicial en su contra, quien lo reemplazaría sería su vicepresidente Mourao. Pero no hay que olvidar que está en curso el tratamiento de una enmienda constitucional que prevé que en caso de renuncia o separación del cargo antes de cumplirse la mitad del mandato (en este caso diciembre de 2020), debería llamarse a elecciones nuevamente.

Está claro que el descontento crece y la figura de Bolsonaro depende más de sus aliados que de sí mismo[6]. Si sigue haciendo lo que hasta ahora, es muy factible que la paciencia de sus aliados se agote y terminen por desecharlo (incluso sectores en EEUU ya empiezan a no estar tan seguros de sostenerle el apoyo). No hay que descartar ningún escenario, menos con Moro fuera del gobierno y haciendo denuncias por corrupción contra Bolsonaro. Aunque todo parece indicar que quienes terminan por nivelar la balanza siguen siendo los que visten de verde-oliva.

Más allá de lo que suceda en lo inmediato, Bolsonaro está recibiendo golpes por todos lados. Tanto así, que parece un punching ball.


* Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún 
resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las
injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

[1] https://www.celag.org/los-destinos-de-jair-bolsonaro/
[2] https://www.telesurtv.net/news/brasil-movimiento-social-exige-renuncia-bolsonaro-manifiesto-20200619-0015.html
[3] Idem 1
[4] Idem 1
[5] https://www.alainet.org/es/articulo/207375
[6] https://medium.com/@misionverdad2012/el-fin-de-bolsanaro-las-m%C3%BAltiples-crisis-que-amenazan-a-su-gobierno-99ed79893c21

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