En el 2019
varios países centroamericanos parecen no encontrar la paz. Honduras, Costa
Rica y México se encuentran rodeados por conflictos sociales y políticos,
asesinatos y violencia que, a excepción del país Azteca, son mera consecuencia
de los gobiernos de derecha que actúan a fin de los intereses de Estados
Unidos.
Desde abril
Honduras se ve envuelta en manifestaciones protagonizadas por distintos
sectores de la sociedad que reclaman el cese de políticas neoliberales
impulsadas por el gobierno fraudulento de Juan Orlando Hernández a quien, a su
vez, se lo ha involucrado en casos de corrupción.
El punto de
inflexión fue la sanción de dos reformas orientadas a reestructurar el sector
educativo y de salud. A partir de ese momento los gremios salieron a las calles
para expresar su rechazo a las reformas: llamaron a paro en varias ocasiones y
conformaron la Plataforma para la defensa de la Salud y la Educación Pública.
En este contexto de convulsión social el presidente hondureño derogó las reformas y llamó al “Diálogo nacional por la educación y la salud”, pero los gremios denunciaron que ningún representante fue convocado para participar del mismo. Ante esto los sindicatos propusieron que el Ejecutivo adhiera al “Diálogo alternativo ciudadano”, con dirigentes de diferentes sectores sociales.
Protestas en Honduras, junio 2019.
Los reclamos en las calles siguieron creciendo y a los mismos se sumaron los partidos políticos de la oposición, sectores campesinos, estudiantiles, de transporte y demás ciudadanos. Las protestas fueron reprimidas. Tras estos hechos la Policía Nacional de Honduras se declaró en paro contra el gobierno hondureño y exigieron mejoras salariales, al mismo tiempo en que apoyaron a la Plataforma para la defensa de la educación y la salud.
La condensación de diferentes reclamos intensificó las protestas que nuevamente fueron contenidas. Esta vez la violencia fue ejecutada por la Policía Militar que actúo en función del Ejecutivo, quien ordenó un amplio despliegue militar. La represión dejó una cifra de tres muertos, 29 heridos y 41 detenidos.
El viernes 21 la
Dirección Nacional de Fuerzas Especiales se reunió con representantes de la
Secretaría de Seguridad de Honduras con el objetivo de firmar un acuerdo para
poner fin al paro y comprometerse a mejorar las condiciones laborales de las
fuerzas.
Por su parte, lo que parece una de las insurrecciones populares con mayor relevancia de los últimos tiempos en el país centroamericano, sigue colmando las calles con sus reclamos y un pedido muy concreto: que Juan Orlando Hernández renuncie.
“el país azteca registró un total de 17.010 homicidios en los primeros seis meses del actual gobierno
En la misma
sintonía Costa Rica continúa con movilizaciones que se plegaron a lo largo y
ancho del país. Las misma son encabezadas por los gremios sindicales que exigen
mejoras laborales y rechazan las políticas del presidente Carlos Alvarado
Quesada orientadas a la privatización del sector educativo a través de la ley
de Educación Dual y Formación Técnica Dual.
Asimismo los
profesionales de la salud también se volcaron a las calles en repudio a los
impuestos y los proyectos que buscan regular las huelgas en el sector público.
En tanto México, que a diferencia de Honduras y Costa Rica tiene un presidente progresista cuya bandera es la erradicación del neoliberalismo, presentó en mayo la tasa más alta de homicidios desde la asunción de Manuel López Obrador, con un cifra de 2903 asesinatos reportados. De acuerdo a cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el país azteca registró un total de 17.010 homicidios en los primeros seis meses del actual gobierno.
La crisis de
violencia e inseguridad que atraviesa a México sigue siendo uno de los mayores
problemas a resolver. AMLO reconoció que no ha logrado reducir el número de
homicidios que entre julio y septiembre de 2018, meses en los que aún gobernaba
Enrique Peña Nieto, osciló entre 2937 y 3050.
A esta situación
se suman las crecientes columnas de migrantes que arriban al país huyendo de la
violencia y marginalidad a la que se ven expuestos en sus territorios,
consecuencia de la injerencia estadounidense que operan en conjunto con los
gobiernos neoliberales.
No cabe duda que
en los países centroamericanos se viven momentos de constante ebullición. La
historia demuestra que la unidad del pueblo es lo que puede llegar a generar un
cambio, y los centroamericanos son conscientes de eso.
*Periodista y analista especializada en Centro América, redactora de Revista Trinchera, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM1390) y colaboradora de Agencia Timón.
“Diez años atrás nos conmovieron sus llamados: éste es un golpe de estado, nos decían. Y mucha gente descreía que fuera posible un golpe de estado en el siglo 21. Pero ahí andaban ustedes de maestras, en ese laboratorio de los gringos, pero también en ese gigantesco escenario de las rebeldías que es Honduras.”[1] Feministas de Abya Yala, Junio de 2019
Este viernes 28 de junio se conmemoraron los 10 años del Golpe de Estado que sufriera el presidente electo Manuel Zelaya. Desde esa fatídica noche en la que las Fuerzas Armadas tomaron por la fuerza al mandatario y lo deportaron (en pijamas) a Costa Rica, todo lo que ha sucedido hasta la fecha ha sido en desmedro de los derechos del pueblo de ese país hermano.
Años después, en su libro “Memorias”, la ex Secretaria de Estado de Estados Unidos y ex-candidata demócrata a la presidencia de ese país, Hillary Clinton, reconoció que la administración de Barack Obama estuvo detrás del golpe. La razón era muy sencilla: seguir controlando un país estratégico para sus intereses en la región.[2]
Cabe menciona que no es la primera vez que el imperio norteamericano se entromete en los asuntos de otros países (lo sigue haciendo hoy en día). Honduras tiene larga data en materia de intervenciones.
Tal como lo afirma el integrante del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Gilberto Ríos: “En 1954, con el apoyo del gobierno hondureño, las tropas que llevaron a cabo el golpe contra Jacobo Arbenz, en Guatemala, salieron de nuestro país. Lo mismo en 1963 con el golpe de estado contra Juan Bosch en la República Dominicana. En la década de 1970, nuestro territorio nacional se usó para combatir a las guerrillas salvadoreñas y en la década de 1980 Honduras se convirtió en la base de la contrarrevolución nicaragüense”[3]
El político hondureño resalta el rol que hoy juega el país en la estrategia imperial, en donde la Base Aérea norteamericana de Palmerola[4] ha sido clave para muchas de estas acciones. Además agrega que su país es estratégico porque tienen “tres fronteras terrestres, nueve marítimas. Somos el país de América Central más cercano a Cuba, con una amplia frontera también con Nicaragua, y somos una importante retaguardia para planificar los ataques a Venezuela”[5].
Desde esta perspectiva, fundamentalmente sabiendo lo que implica este país para los intereses norteamericanos en la región, es que se puede comprender no sólo por qué el actual usurpador del cargo de Presidente, Juan Orlando Hernández, sigue teniendo el apoyo de la administración Trump.
🇭🇳 | De vuelta la sociedad hondureña se lanzó a las calles como demostración de su hastío con los efectos del modelo neoliberal y represivo desarrollado por los sectores de poder. Las reformas a la salud y la educación como detonantes.https://t.co/ndr9fN6TUi
Hernández ha militarizado el país en la última semana, producto de la imposibilidad de controlar el descontento social que generaron 2 decretos de 2018 que llevaban su firma, el 026 y el 027. En éstos se daba facultades a los ministros de las áreas de Educación y Salud para despedir a discreción a docentes y médicos según lo consideraran.
Éste hecho fue abalado por el parlamento a finales de abril de este año, lo que generó el descontento, en principio, de los sindicatos docentes y médicos que al instante llamaron a paro hasta que se deroguen.[6]
Desde ese momento hasta la fecha todo lo que ha hecho el gobierno hondureño ha sido represión, campaña de estigmatización y desconocimiento de los reclamos populares. En la última semana, y luego de más de un mes de movilizaciones, la Policía Militar se cobró la vida de 3 personas[7], dejó un saldo de más de una veintena de heridos y otros tantos detenidos.[8]
Tal como lo detalla el investigador colombiano del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, Javier Calderón Castillo, estas medidas no son otra cosa que la continuidad de las políticas de privatizaciones y endeudamiento iniciadas por el sucesor del golpe Porfirio Lobo (2010-2014).
Calderón señala que “El Gobierno de Hernández no tiene intención de debatir las reformas porque corresponden a exigencias internacionales. Honduras acaba de aceptar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en modalidad combinada de Derechos Especiales de Giro (crédito stand by) y de Servicio de Crédito Ampliado de 24 meses, por un monto de 311 millones de dólares, lo que supone aceptar duras condiciones establecidas por el FMI, de orden estructural y detalladas según la carta de intención de Honduras, que seguro se obliga a un fuerte ajuste de la política fiscal”.[9]
Así como sucedió en Argentina y en el resto del continente, el organismo internacional de crédito, sirvió y sirve a los intereses corporativos (fundamentalmente norteamericanos y europeos) para extorsionar a los países. La situación se complejiza aún más si se considera que Honduras en ésta década alcanzó una deuda externa de más 16 mil millones de dólares[10] y que es un país con más del 60% de la población bajo la línea de la pobreza y que “una de cada cinco personas vive en la pobreza extrema, según datos del Banco Mundial del 2018”[11].
Las protestas y movilizaciones populares en Honduras fueron ferozmente reprimidas desde el Golpe de Estado a Zelaya hasta la actualidad. Precisamente el ex-presidente y actual referente nacional del Partido Libre, señaló a la prensa que actualmente el país vive “un brote de insurrección popular”[12].
Ante la imposibilidad de contener el descontento social pese a la represión, sumado al paro de transportistas de carga que dejó sin combustible a Tegucigalpa (la capital hondureña) y el paro de las Fuerzas Especiales de la policía (conocido como “de brazos caídos”[13]), Hernández, decidió militarizar el país[14] y habilitar el ingreso de más de 300 Marines norteamericanos.[15]
El escenario represivo no es nuevo para los hondureños. Según datos difundidos por la Asociación por la Democracia y los Derechos Humanos (ASOPODEHU), en el último año, el país centroamericano ha vivido al menos 118 incidentes violentos contra defensores de derechos humanos.
Según esta organización “los agresores de los defensores de los derechos humanos se menciona al Presidente de la República y el del Congreso Nacional, al Ministerio Público y al Poder Judicial y la Policía Nacional, en sus diferentes ramas. La Agencia Técnica de Investigación Criminal, (ATIC), y la Policía Militar”[16].
Como se puede observar, un dispositivo de violencia institucionalizado que da cuenta de la innumerable cantidad de denuncias sobre la represión ejercida desde el Estado que comanda Juan Orlando Hernández. Una situación que vienen denunciando a pulmón mucho medios de comunicación alternativos ante el silencio de la “gran prensa” que todo lo intenta acallar.
Así lo relata la periodista y defensora de Derechos Humanos, Diana Meza[17], quien desde su portal «Pasos de Animal Grande» ha denunciado innumerable cantidad de vejámenes contra la población. Hecho que le costó amenazas de muerta tanto a ella como a sus familiares y compañeros de trabajo.
La dinámica de aprietes, persecución, estigmatización y hasta asesinatos no se han modificado. Honduras es de los países que encabeza la lista de asesinatos a periodistas y defensores de derechos humanos y ambientalistas. Sin dudas el caso de Berta Cáceres[18] ha sido uno de los más emblemáticos por lo que significaba su lucha contra la hidroeléctrica DESA.
Foto: La Prensa (Honduras)
Esta misma dinámica se repite con quienes ejercen la profesión periodística. Según el Informe del Comité por la Libertad de Expresión (C-Libre) publicado a finales de mayo, en los últimos 16 años, han sido asesinados 77 colegas en esa nación y un 90% de ellos aún siguen impunes.[19]
La cifra de violencia se vuelve aún más escandalosa si se tiene en cuenta que entre 2010 y 2016, según la UNAH (Universidad Nacional Autónoma de Honduras) cerca de 21 mil jóvenes en edad escolar han sido asesinados. Honduras se volvió uno de los países más violentos y peligrosos del mundo.[20]
Como señala el es defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos, Ollantay Itzamná, “Hace 10 años atrás, la resistencia popular planteaba proceso constituyente popular para refundar el Estado. Dicha propuesta fue pospuesta por el partido Libre. Ahora, al parecer, la bandera de la constituyente es enarbolada por la oligarquía dictatorial como “una salida al caos”.[21]”
El destino de las y los hondureños está sólo en sus manos. Cómo decante el proceso de descontento popular ante las medidas neoliberales implementadas durante décadas, pero fundamentalmente post golpe de 2009, estará atado al proceso de lucha que asuma ese pueblo.
* Periodista especializado en temas internacionales, conductor del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), productor general del programa La Marea (FM 90.5 Radio Futura), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
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