Crónica de una explotación anunciada: Puerto Madero

Crónica de una explotación anunciada: Puerto Madero

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Candela recorre a diario los pocos kilómetros que separan Puerto Madero de la “barbarie”. Espera algún día comer un choripán en esa costanera vedada por horas de trabajo. No hay meritocracia que aguante la explotación laboral.

A la vista, uno de los principales 10 lugares turísticos para conocer de Buenos Aires. Edificios que parecen de Dubai, autos de alta gama, un boliche exclusivo que durante el día es un restaurante que sirve sushi y en la noche donde Cambiemos festeja sus elecciones. Yuppies con sacos importados, champagne y códigos de admisión, un casino flotante donde el mínimo de apuesta son dos lucas, e iluminado en rosa el puente de la mujer. Atrás donde no se ven, los trabajadores gastronómicos ganan 200 pesos la hora (Noviembre 2021).

  1.  No hay meritocracia que aguante la explotación laboral.

“La lejía es un hipoclorito de sodio NaClO diluido en agua. La lejía tiene elementos, potencialmente mortales e incluso cancerígenos y que después de usarla, hay que aclarar con agua la superficie tratada” (Instituto Nacional de Toxicología de España).

Las primeras hamburguesas de la mañana, podían llegar a contener lejía. Valdir me lo comentó, mientras se subía la manga de la campera para mostrarme las quemaduras de aceite en su brazo. En una reducida cocina detrás del mostrador, donde la temperatura de las planchas era de 180 grados, se encontraba encerrado, como prisionero de la torre esperando que lo vengan a rescatar, 8 horas por día.

—No puedo ver — le insinuó Valdir al gerente de la tienda.
—Son cosas que pueden pasar — respondió el gerente.

Le había saltado lejía en los ojos. A pesar de todo, y digo a pesar de todo porque parecía que vivimos en una cultura que premia “el aguante” y el sacrificio como recompensa, terminó su turno de 9 horas. Como pudo, se acercó al metrobús, se frotó los ojos con la manga deshilachada del buzo. Distinguió algunas estaciones del bajo iluminadas en amarillo y con letras negras, Juan Domingo Perón, Avenida Independencia, Estados Unidos, Venezuela. Vio pasar un colectivo celeste, levantó el brazo para frenarlo.

—¿Este es el 17? — le preguntó Valdir al colectivero.
—Sí, pibe.

Ahora solo le esperaba una hora de viaje desde Puerto Madero a Wilde.

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Bromatología in the house

—¿Vas a limpiar la cocina con esos mismos guantes?—preguntó Candela arrugando la cara, especialmente la nariz, al bachero.
—Sí, si estas ratas no compraron más, se cagan en guita y no te tiran dos pesos para unos guantes.

Algunas veces la vida es lo que toca, te golpea como es la norma, por eso Candela trabaja los viernes y sábados doce horas por día. Por cierto, el bachero vino de destapar las cañerías. Los empleados no tienen baño propio, iban a hurtadillas sin que lo vean al baño de clientes; qué disgusto sería que se mezclen unos con otros.

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“A mí me dijeron que todos los días iban a darme propina, yo contaba con eso”, aseguró Candela.

Lo recordó, porque el día que se “olvidaron” de darle propina no tenía plata para volverse desde la parada de colectivo hasta su casa en remís. “Son solo diez cuadras”, pensó Candela. “Todavía no es tan tarde”, intentó convencerse a ella misma a las tres de la mañana. Se volvió caminando sola, cada vez que escuchaba el ruido de una moto, se escondía detrás de los autos, esperaba un rato y seguía caminando.

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—Escuchame, puta de mierda, hace una hora y media que estoy esperando acá con mi familia, a ver si sos útil y vas a preguntar cuánto falta—vociferó un cliente.
—Puede ir y preguntarle usted—le respondió Candela apuntando al horno de leña, que estaba dentro del local, a la vista del público.

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Candela, por noche, secaba 500 platos: tardaba tres segundos con los cubiertos, diez con los vasos y quince con los platos.

“Tu tomas agua destilada, yo agua con microbios, tu la vives fácil, y yo me fajo, tu sudas perfume, yo sudo trabajo, tu tienes chofer, yo camino a patas, tu comes filete, y yo carne de lata.”

Baile de los pobres (Calle 13)

—Hola, buenas noches, les dejo el menú, cualquier consultita me pueden llamar. Los dejo chusmear y en un ratito vuelvo—concluyó Candela saludando a los clientes que acababan de entrar.
—…

Era una pareja la que recién se había sentado. El hombre era burocrático en cada uno de sus gestos, imponía una mesurada secreta autoridad. Después de ojear minuciosamente el menú, seleccionó el vino más caro de la carta. Candela razonaba que capaz constituía una suerte de demostración de lo absurdo de los ricos, como si fuera necesario mostrar que tienen dinero cenando en Puerto Madero. Ella para poder pagar ese vino, debía destinar el sueldo de dos semanas enteras. Al final le dejaron 50 pesos de propina.

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En en el fondo, acovachados, como en una trinchera de guerra, Candela y sus compañeros disfrutaban de sus 15 minutos diarios que tenían para comer, el único momento del día donde a veces se podían sentar. Esta vez el menú era unas empanadas congeladas que estaban vencidas hacía dos días que les ofreció el local. Al otro día estaban descompuestos para ir a trabajar. Mientras tanto el salón estaba repleto, el tráfico de platos se mecía en los vaivenes de la bandeja, a la vista había desde ñoquis con salsa blanca hasta algunas rarezas como pizza de pulpo, para alimentar el capricho de los pseudo burgueses.

Ciudad de Buenos Aires, rincón de asfalto que te hace olvidar que es parte de un país llamado Argentina, ciudad sin identidad, ciudad esclava, un estado más de los Estados Unidos. Ciudadanos que hablan en lenguaje de cajero automático, desunión total, egoísmo total, esquizofrenia total. Vuelvo a decirlo, lo único lindo que tiene esta ciudad es el nombre.”

Camilo Blajaquis.

El puente Nicolás Avellaneda es el encargado de dividir la civilización de la barbarie. En una de sus aristas desemboca en Dock Sud (Isla Maciel) y en la otra en el caminito de La Boca (a diez minutos en auto de Puerto Madero). Uno de los colectivos que su misión es atravesar ambos mundos, como el barco Caronte que te lleva del cielo al inframundo por una moneda, es el 159, o popularmente llamado “el blanquito”, que lo hace por 22 pesos. Candela, mientras espera en el Metrobús a la madrugada, siempre desea que venga otro colectivo antes que el 159 que la deje en casa, ya que este pasa por los famosos monoblocks de Dock Sud donde se grabó la conocida serie argentina Okupas. 

A lo largo de los años, la prensa amarillista se ha encargado de atribuirle una suerte de sobrenombres a Isla Maciel, o se ha ganado la caracterización como el lugar más peligroso de Avellaneda. Los vecinos comentan que el barrio es lo mismo que la Boca, solo que sin gente. “Bienvenidos. Isla Maciel. Partido de Avellaneda. Diez minutos de auto desde la Casa de Gobierno. Algunos pesos cruzando en bote el riachuelo.” Siempre es más difícil ver la Capital desde este lado.

Puerto Madero tiene el Puente de la Mujer, Dock Sud tiene el puente Avellaneda. Puerto Madero tiene el hotel Four Season, Dock Sud tuvo por años cabarets donde se ejercía la prostitución y trata de personas. Casas de lujo en Puerto Madero cotizadas en miles de dólares, casas de chapa en Dock Sud. En 5 kilómetros, algunos tienen tanto, y otros tienen tan poco. El abandono de un barrio a pasos de la Casa Rosada.

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La noche que me quieras, desde el azul del cielo, las estrellas celosas, nos mirarán pasar, y un rayo misterioso, hará nido en tu pelo, luciérnagas curiosas que verán, que eres mi consuelo” (El día que me quieras, Carlos Gardel).

Una mujer de taco aguja rojo de 15 centímetros, con una flor en la cabeza y un vestido al cuerpo, envuelve su pie en la firme pierna de su compañero, mientras enlazan sus manos y bailan al ritmo del tango. Los turistas los rodean en círculo y algunos se acercan a dejarle algún billete en la gorra del piso, predominan las caras de Manuel Belgrano y Juan Manuel de Rosas.

—Valdir, banca 5 que quiero dejarle algo de plata a los chicos—dice Candela.
—Bueno, pero rápido que nosotros tenemos que irnos a trabajar y no vamos a llegar.

Candela siempre piensa en qué le gustaría hacer en Puerto Madero si no fuese que está trabajando: capaz acercarse hasta la costanera para comer un choripán, dar vuelta en círculos por la reserva ecológica y quejarse de que le duelen los pies de caminar; visitar los infinitos pasillos del Centro Cultural Néstor Kirchner y recorrer sus 9 pisos; o también la posibilidad de ir a Negroni solo y únicamente a principio de mes.

—Sí, ya sé, me gustaría quedarme a verlos, aunque esté pensado para los turistas y no para otros. Pero igual voy a dejarles plata, así que esperame.
—Si llego tarde te lo descuento a vos.

Irupé Zahon
Irupé Zahon

Siempre me gusta decir que nací en el mismo año que ascendió Néstor Kirncher. La comunicación popular no es alternativa, es el eje integral de la democracia.

Decreto de Dignidad: en contra de las empresas y a favor de los trabajadores

Decreto de Dignidad: en contra de las empresas y a favor de los trabajadores

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Jonatan Pérez*

Italia hace historia y con el “Decreto de dignidad” marca lo que podría ser el principio del fin para las compañías de entregas de de comidas como Glovo o Rappi, o al menos en su actual modo de trabajo a nivel mundial. ¿Qué tan lejos estamos de esto?


En un hecho histórico y sin precedentes, Italia se convirtió en el primer país en garantizar los derechos laborales a los repartidores de aplicaciones. La ley llamada “Decreto de Dignidad” o “Decreto Riders” ideado por el Ministro de Trabajo y Desarrollo Tecnológico  Luigi Di Maio, obliga a las plataformas digitales a brindar un seguro por accidente o enfermedad laboral, vacaciones pagas, garantizar un salario mínimo por horario y explicar cómo funcionan los algoritmos de las aplicaciones utilizadas a la hora de asignar los pedidos, entre otros beneficios.

Di Maio eligió llevar adelante este proyecto de ley presentado en junio de este año ya que el país europeo no estaba exento de las irregularidades y la precarización laboral que llevan adelante estas apps, siendo Deliveroo una de las principales involucradas.

La empresa de origen británica que se encuentra funcionando en las grandes potencias de Europa sería la primer apuntada por Di Maio ya que esta es una de las más irregulares, cargando en su espalda una mochila llena de denuncias por parte de distintos “Riders” en todo el continente.

Desde la app hicieron hasta lo imposible para frenar el avance de esta ley y las denuncias que aumentaban por repartidores declarados falsos autónomos. Por un lado ofrecieron a los usuarios un seguro gratuito de accidentes el cual cubría hasta el 75% de los ingresos de los trabajadores en caso de que no puedan continuar con la jornada laboral. Al ver que esto no logró frenar el avance del “Decreto de Dignidad”, Deliveroo amenazó a la Unión Europea de que en caso de que se reconozcan los derechos de los trabajadores, esta ley se apruebe y se lleve adelante como está pensada, se podrían perder más de 54mil puestos de trabajo. Cosa que suena bastante ilógica teniendo en cuenta que para ellos no son trabajadores, sino “usuarios” de las plataformas que se benefician de esta llamada economía colaborativa.

Esto no pudo evitar el avance de la ley que ya está vigente en Italia y que se espera que se extienda en todo Europa. Pero ¿Qué tan lejos está nuestro país de esto?

Si bien ya hemos hablado de cómo estas aplicaciones aprovechan los vacíos legales para implementar la precarización laboral disfrazada de economía colaborativa y de cómo la gestión de cambiemos permitió que esto pase, en los últimos meses hubo hechos que marcaron un antes y un después que da esperanzas a que con el cambio de gestión se regularicen ciertos aspectos para que los trabajadores sean reconocidos como tales.

El primer paso se dió en Rosario luego de que un trabajador de la plataforma PedidosYa! fuera despedido por reclamo de derechos. Tras una intensa lucha llevada adelante para ser reincorporado y por medio de distintas movilizaciones motorizadas por sus compañeros, un total de 90 empleados pudieron afiliarse a  la Asociación de Empleados de Comercio de Rosario y a mediados de septiembre pudieron elegir delegados en pos de llevar adelante el reclamo por sus derechos.

Tras esto el secretario Gremial de AEC, Juan Gómez, declaró en una entrevista que la elección de delegados de la empresa PedidosYa! es un primer paso en el camino del reconocimiento a los trabajadores. “Sabemos que es una lucha dura, pero la venimos llevando desde hace mucho tiempo. Hay compañeros que fueron reincorporados por la organización sindical que se están postulando para ser delegados. Esa es la cuestión de fondo, que los trabajadores sean reconocidos como tales”

Este hecho marcó una tendencia ya que que a principios del mes de octubre, 30 repartidores de PedidosYa! en Mar del Plata lograron agremiarse en el Sindicato de Empleados de Comercio, pudieron elegir delegados y tienen reconocimiento legal, lo que es un avance en la búsqueda de mejorar sus condiciones frente a un sector de empresas que no cumplen con las obligaciones legales.

Esta elección se transformó en la primera de estas características en la provincia de Buenos Aires, en la cual Federico Herlein es el primer delegado de PedidosYa! en Mar del Plata. Este señaló en una entrevista “estamos arrancando con la sindicalización de los compañeros con el apoyo del sindicato, es un proceso que recién arranca estamos encaminados, costó meses y meses de trabajo para llegar a esto, lo fuimos logrando y hoy estamos muy bien”. Días después de este último hecho, el titular de la CTA de los trabajadores Hugo Yasky salió a bancar a los trabajadores y declaró que “hay que sindicalizar a los trabajadores de plataformas” y pidió “llenar el vacío legal”.

Empleado de PedidosYa! de Rosario en la elección de delegados

Ante esto y si bien es complicado compararnos con los países que son potencias en Europa, no podemos dejar de lado el hecho de que mientras del otro lado del charco tratan de erradicar la precarización, de este lado los cuatro largos años de Cambiemos trataron de insertar una reforma laboral y nos dejaron políticas contra las que el sindicalismo argentino sigue luchando para acompañar a cada uno de los trabajadores. Gracias a la unidad, la larga noche neoliberal está por terminar y vienen nuevos tiempos, en los que la fórmula Fernández-Fernández promete construir un país para Todxs.


* Periodista, columnista en "No Se Mancha" y "Columna Vertebral" (ambos en Radio Estación Sur - FM 91,7), responsable de la sección Ciencia y Tecnología de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.

Bibliografía:
https://hipertextual.com/2018/06/italia-regula-repartidores
https://www.adnkronos.com/fatti/politica/2019/11/03/maio-riders-legge-primi_8guBnPjGuhMD5h3W9flOSI.html?refresh_ce
https://www.ilfattoquotidiano.it/2018/06/14/lavoro-di-maio-lancia-il-decreto-dignita-revisione-jobs-act-per-garantire-piu-serenita-ma-glissa-sullarticolo-18/4427985/amp/?utm_campaign=wp-twitter&utm_medium=twitter&utm_source=twitter&__twitter_impression=true
https://www.publico.es/economia/deliveroo-trata-frenar-denuncias-repartidores-seguro-gratis-accidentes.html
https://www.publico.es/sociedad/repartidores-deliveroo-amenaza-ue-54000-empleos-reconocen-derechos-repartidores.html
https://revistatrinchera.com/2019/08/27/consecuencias-de-la-crisis-la-precarizacion-laboral-disfrazada-de-economia-colaborativa/
http://www.infogremiales.com.ar/noticia.php?n=59653
http://www.infogremiales.com.ar/noticia.php?n=59853
http://www.infogremiales.com.ar/noticia.php?n=59908

Consecuencias de la crisis: la precarización laboral disfrazada de economía colaborativa

Consecuencias de la crisis: la precarización laboral disfrazada de economía colaborativa

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Por Jonatan “Chino” Pérez*

El mundo avanza y con él la tecnología, la cual viene acompañada de nuevas formas de comunicarnos, relacionarnos e incluso trabajar. En el siguiente artículo ahondaremos en esto último, con el objetivo de ver cómo estos avances de la tecnología traen a nuestro país nuevas reformas laborales bajo el concepto de “flexibilidad laboral” como algo bueno, cuando en realidad lisa y llanamente se llama precarización.

En estas nuevas formas de trabajo, el usuario funciona como repartidor. Son denominados usuarios ya que no son trabajadores contratados, sino que tienen un perfil en la aplicación.

Estas apps pueden ser de transporte como Uber, o de delivery como Rappi, Glovo, o PedidosYa!. Estas últimas trabajan con distintas cadenas de comida, supermercados, farmacias y demás, y las mismas asignan pedidos a sus usuarios para que éstos entreguen en un lugar y un período de tiempo determinado, que por lo general ronda entre 30 min y 1 hora, cobrando así por cada entrega realizada.

Si el usuario no cumple con ese periodo de tiempo puede ser “bloqueado” por la app.  Este bloqueo lo que hace es que este no pueda tomar pedidos por un cierto periodo de tiempo. Además, debe estar registrado como monotributista para poder utilizar la aplicación, y no sólo debe pagar para ello, sino que también debe alquilar el equipamiento a utilizar: como indispensables, una mochila para llevar los pedidos y un cargador portátil; como secundarios una campera y gorra con el nombre de la empresa. Esto marca que el vínculo entre el “usuario” y la empresa es “comercial” y no “laboral”.

Portal: La Tinta

Los sueldos de les trabajadores son resultado de la cantidad de pedidos entregados, a raíz de las comisiones que pagan las empresas, sumado a las propinas que puedan recibir. Mientras tanto los dueños de estas apps facturan millones por mes, en gran parte por publicidad.

Un claro ejemplo de esto es “Rappi”, empresa que gana menos de un dólar por comisión por entrega, que es lo que cobra el repartidor sin importar la distancia a la cual deba llevar dicho pedido. Si tenemos en cuenta que un repartidor llega a hacer dos pedidos por hora, trabajando 8 hs de lunes a sábado tendría salario mensual que apenas superaría los 15 mil pesos.

Para dimensionar las ganancias estrambóticas que tienen estas empresas de economías de plataforma, “Rappi” no sólo espera que su valor se incremente de los mil millones de dólares (que valía a fines del año pasado) a 6 mil millones para fines de 2019. En nuestro país, en 2018 facturó unos 30 millones de dólares y éste espera facturar alrededor de 150 millones en moneda norteamericana, quintuplicando sus ganancias.

Este ejemplo deja en claro que lo que estas empresas esconden detrás del término de “economía colaborativa”, es la precarización laboral. Bajo los términos y condiciones, a grandes rasgos se indica que el uso de este tipo de apps es de manera voluntaria y ofrecen que los usuarios se beneficien de su “economía colaborativa”dado que tienen la opción de aceptar o rechazar los pedidos.

Esto no sólo indica que hay una relación de dependencia encubierta entre las empresas y sus trabajadoras y trabajadores, sino que al mismo tiempo hay una vulneración de derechos muy grande: les trabajadores no tiene un salario fijo porque cobran por entregas realizadas, pagan por sus uniformes laborales, no tienen seguro ante accidentes y deben utilizar movilidad propia. No hay que olvidar que esta forma de explotación va acompañada de la insistente reforma laboral que el macrismo insiste en realizar desde hace mucho tiempo. Reforma que pretende allanar el camino para que este tipo de empresas consoliden esta forma de precarización de sus trabajadores.

Los casos de robos y accidentes de les trabajadores han sido claves para entender cómo se manejan estas empresas. Casos en los cuales han demostrado preocupación por los bienes materiales a entregar y una total indiferencia ante la situación de “les usuarixs”.

Por otro lado, el hecho de que las aplicaciones tengan acceso en tiempo real en todo momento a la ubicación de les trabajadores, los vuelve más vulnerables ante los casos de inseguridad. En el mismo sentido cabe señalar que siempre cuentan con dinero en efectivo, celulares y movilidad que por lo general es bicicleta o moto. Estos escenarios no sólo implicarían la pérdida de sus pertenencias, sino que además si les roban los elementos que alquilan deben reponerlos con dinero de su bolsillo, al igual que el dinero sustraído (en el lenguaje de la administración de un comercio, “la caja” con la que trabajan). Lo peor de esto es que en muchos casos están expuestxs a sufrir heridas de gravedad o (ante la falta de respaldo de las empresas), optan por la justicia por mano propia.

Estas situaciones han llevado a que les trabajadores se organicen y formen su propio sindicato: la Asociación de Personal de Plataformas (o APP). La misma fue registrada a fines del año 2018 en la Secretaría de Trabajo y tiene como principal objetivo acompañar a les trabajadores en sus reclamos y luchas contra la precarización y la explotación.

Revertir el hecho de que las tarifas o las comisiones sean decididas por las empresas, o que los impuestos los paguen les mismes trabajadores, son sólo algunas de las reivindicaciones que lleva adelante el sindicato. A principios del mes de agosto y ante los incumplimientos de resoluciones judiciales, las empresas Rappi, Glovo y PedidosYa! fueron suspendidas por el juzgado civil y comercial N° 4 de CABA. La medida tuvo un sabor agridulce ya que les úniques perjudicades fueron les trabajadores, de hecho desde el sindicato sostuvieron que la solución no era la prohibición, sino la regulación y que se garanticen condiciones laborales dignas.

No es la primera vez que el poder judicial debe intervenir ante estas economías de plataforma: en abril de este año las aplicaciones habían sido puestas en “stand by” por el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hasta que acreditaran haber dado cumplimiento a los requisitos comprendidos en el Código de Tránsito y Transporte Local. Entre otras cosas, lo que exigía el gobierno era que se regulen las siguientes normativas para les ciclistas y motociclistas:
– que todos circulen con casco;
– que todos posean seguro de vida y accidentes y libreta sanitaria;
– que la caja portaobjeto esté anclada a la moto o bicicleta y no en la espalda del conductor;
– y que los vehículos rodados cuenten con adecuada señalización mínima (luminosa y refractaria)

Esta decisión se basó en un relevamiento de la Policía de la Ciudad sobre 400 ciclistas, que dio cuenta de los siguientes resultados:
– casi el 80% circula con el portaobjetos como mochila;
– siete de cada diez no poseían seguro;
– y dos tercios de los repartidores no usaban casco.

Por su parte, el Ministerio de Salud porteño advirtió que hay casi une trabajador accidentado por día (25 por mes) que deben ser atendidos en los hospitales.

Lamentablemente la gran crisis que atraviesa nuestro país hace que se esté ante una gran disyuntiva: por un lado no utilizar este tipo de aplicaciones, a sabiendas de la precarización que viven les trabajadores; por el otro reconocer que este tipo de aplicaciones muchas veces es la única forma de conseguir un sustento de vida para muchos compañeres, amigues o conocides ante la falta de empleo. Cabe preguntarse entonces qué debemos hacer como ciudadanos: ¿Rechazar el uso de estas plataformas o utilizarlas sabiendo que es el único ingreso económico que tiene les usuarios para subsistir y sabiendo el costo que esto conlleva?

Está más que claro que las decisiones personales que tome cada consumidor y/o consumidora de estas plataformas no soluciona el problema de les trabajadores que encuentran un sustento de vida en esta forma de trabajo. Lo que sí puede marcar la diferencia será la solidaridad y acompañamiento del pueblo con estes trabajadores y sus sindicatos, y la presión que se pueda hacer para que el Estado garantice que estas empresas internacionales garanticen condiciones laborales dignas y todos los derechos que corresponderían.


* Estudiante de Periodismo Deportivo en la FPyCS de la UNLP. Columnista en "No Se Mancha" y "Columna Vertebral" (ambos en Radio Estación Sur - FM 91,7), redactor en Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
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