No encuentro a Dina

No encuentro a Dina

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Recuerdo que alguna vez mi viejo me contó la historia de Dina Nardone. Desaparecida por la última dictadura cívico-militar, nunca se supo el motivo por el cual no la liberaron aquella noche de diciembre de 1978.

Fotos enmarcadas posando sobre un antiguo piano que nadie usa. Un mural en la escuela donde trabaja mi mamá. Un nombre, de los miles que figuran en el Parque de la Memoria. Una investigación revive una historia que hoy intento comprender.

Recuerdo que alguna vez mi viejo me contó sobre la historia de Dina Nardone. Entendí que era la tía de mi tía, y que no era familiar de mi papá porque su familia no era convencional. Recuerdo festejos de cumpleaños y alguna que otra navidad o año nuevo en su casa en calle San Martín, en la ciudad de Concepción del Uruguay, Entre Ríos.

En mi mente infantil, nunca dimensioné que en ese hogar lleno de pertenencias y portarretratos  que tanto cuidaba la abuela Ana María se buscaba mantener presente la imagen de su hija Dina Nardone, estudiante de medicina que fue detenida-desaparecida en la ciudad de Buenos Aires un 10 de noviembre de 1978.

Escuché el rumor de que ella había sido detenida por la policía por formar pareja con un militante encarcelado. Según me contaron, ella iba a ser liberada, pero era tal el amor hacia su novio, Francisco Mirabelli, que no quiso irse sin él. Varios relatos indican que estaba embarazada, por lo que se tomaron muestras óseas de la tumba de su padre, debido a la sospecha de un nacimiento en cautiverio.

Una tarde de mayo me encuentro en la casa de mi tía Juliana con la intención de saber más acerca de la vida de Dina. Percibo entusiasmo en su voz al mostrarme todos los archivos y fotos que conserva en la biblioteca.

Aparecerán siempre que queramos buscarlos
Cual calcio en las entrañas de un país fraternal
Sangre sobre los surcos cultivando consciencias
Cosechando alegría, siempre aparecerán

Aquí están – Falta y Resto

La democracia en la Argentina del siglo XX era algo efímero. Atravesada por diversas dictaduras militares que la gobernaron con la excusa de preservar la paz y combatir la subversión. La última de ellas fue la más sangrienta de todas: el denominado Proceso de Reorganización Nacional estableció el Terrorismo de Estado, desapareciendo a miles de personas y apropiándose de bebés a los que se les ocultaba su identidad. 

Muchas víctimas fueron estudiantes del interior que, en busca de mejores oportunidades, se mudaban a la capital del país para seguir alguna carrera. Desde Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, una familia sigue buscando respuestas.

A orillas del río Uruguay

Familia Nardone

Ana María era madre de tres gurises. La primera fue Dina, y la siguieron Antonio (Pato) y Alfredo (Pepe). Todos acataban las directivas del jefe de la casa, porque lo que su papá decía se hacía sin chistar.

Dina era una joven muy alegre, apasionada desde chica por la música y una estudiante sobresaliente. Se destacaba también por tener un carácter fuerte, generando muchos enfrentamientos con su papá, un hombre que no soportaba opiniones diferentes a las suyas y que, eventualmente, terminó chocando con sus hijos.

Sin dudas, con Alfredo era con quien se llevaba peor. Dina llegó incluso a preguntarle a su padre por qué no lo quería a Pepito, pero Elio simplemente le contestó que tenían ciertas diferencias. Con el paso del tiempo, Pepe empezó a tocar la guitarra e interesarse por la música popular, y eso terminó dilapidando la comunicación entre padre e hijo.

Elio Nardone fue un padre de pocas palabras. Una persona severa y estructurada. Cuando Dina cumplió sus 15 años, le consultó si podía invitar al festejo a alguna de sus compañeras de colegio, pero su padre contestó con un rotundo no. La quinceañera pasó su cumpleaños llorando en su cuarto metida en sus libros. Estudiar era una de las pocas actividades que se le permitía hacer.

Dina recibiendo su diploma de profesora de piano (15 años)

Ese mismo año se recibió de profesora de piano mientras cursaba la secundaria en el Colegio Nacional Justo José de Urquiza, edificio de renombre para la ciudad. Egresada con uno de los mejores promedios de su año, decidió como muchos estudiantes del interior mudarse a la ciudad de Buenos Aires para ir a la universidad.

“Tengo varias cartas que mi tía (Dina) le mandaba a mi abuela Ana María cuando estudiaba en Buenos Aires. En una de ellas, le decía que además de seguir en medicina, había empezado a cantar en un coro.”

Juliana Nardone

Dina consiguió alojarse en un pensionado universitario y comenzó a estudiar la carrera de medicina en la Universidad Nacional de Buenos Aires. Por medio de cartas, le comunicaba que estaba muy contenta con su carrera y que había formado pareja con un chico de Trenque Lauquen.

Su novio trabajaba como taxista y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. No hay registros que reflejen un interés por parte de ella en la militancia de algún partido. Nadie tiene datos sobre su participación en alguna agrupación. Sin embargo, a Dina le molestaban las injusticias y se involucraba para intentar solucionar problemáticas sociales.

Llevo en mi garganta la voz de los que no tienen voz
de trabajadores de los que el tiempo no perdonó
de los marginados y los que no llegan a fin de mes
soy la voz de hermanos que todavía hay que aparecer
no habrá dictadura jamás que me pueda enmudecer

La murga que no transa – La Trasnochada

La navidad más amarga

Francisco Mirabelli, novio de Dina, desapareció un 9 de noviembre de 1978 en la localidad de San Justo, provincia de Buenos Aires. Un día después, Dina fue detenida por un grupo de tareas de la ciudad de Buenos Aires mientras ingresaba a la pensión universitaria “El Centavo”, alrededor de las 20:30 horas. Tenía 23 años cuando fue vista por última vez por sus compañeras.

La denuncia por detención-desaparición fue radicada en la Comisaría 17 de la Policía Federal y ante el jefe de área de Concepción del Uruguay. El 23 de diciembre, aproximadamente a las 22:30 horas, recibió una llamada su tío, quien vivía en Capital Federal y había dejado sus datos en la comisaría. Le comunicaron que llamaban de parte de la Policía Federal para decirle que Dina iba a ser liberada.

Dina pudo hablarle por teléfono y comunicarle que estaba bien. Al enterarse que su madre había salido de viaje para buscarla, le respondió a su tío: “A nosotros no nos dejan llamar para afuera”.

Una hora después de la comunicación, el teléfono volvió a sonar informando que no podían liberarla el día 24 porque “había surgido un inconveniente”, y que tendrían que esperar a fin de año para retirarla.

Nunca más tuvieron noticias.

Ana María se comunicó con Madres de Plaza de Mayo, mientras Elio hacía su búsqueda personal y sin emitir palabra dentro de su hogar. El padre era quien tenía mayores contactos, ya que trabajaba en el Banco Nación, y terminó creando una biblioteca en su casa en donde recopilaba toda la información que le era útil para dar con su hija.

(Transcripción) carta de Elio Nardone enviada a la Secretaría Comisión de Desapareidos

Tiempo después de las solicitudes a las autoridades, un militar se presentó en la puerta de la casa. Decía estar de paseo, visitando a los vecinos del barrio. Aparentando conversar de manera distendida con la familia, pidió entrar a la casa y comenzó a husmear los libros que tenían. Ninguno de los textos parecía ser alarmante, ya que los prohibidos estaban muy bien guardados.

Se hicieron gestiones ante autoridades militares, administrativas, judiciales, políticas, Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la O.E.A, incluso ante el Episcopado Argentino. Se presentaron recursos de Habeas Corpus ante los juzgados competentes y se comunicaron en reiteradas oportunidades con el Ministerio del Interior. Los recursos fueron rechazados y se hizo caso omiso a todas las cartas y turnos solicitados ante los funcionarios.

Luego de la vuelta a la democracia, su hermano Antonio decidió abandonar sus estudios e irse a vivir a Brasil, ya que tenía un amigo que lo podía ayudar a empezar una nueva vida. Emigró de la Argentina luego de que el Proceso de Reorganización Nacional terminara, pero confesó que tendría que haber escapado antes.

Las Madres

Ana María realizó incontables viajes hasta la capital para pedir por información sobre el paradero de su hija. Participó de varias reuniones con Madres de Concepción, en donde tuvo contacto con familiares de los 15 desaparecidos que aún reclama la ciudad.

Participó de marchas en la ciudad de Paraná con las Abuelas de Plaza de Mayo. Estuvo en la inauguración de una obra de arte presentada por la escultora Amanda Mayor (también integrante de Madres).

Atesoró las pertenencias de Dina y mantuvo presente su imagen, brindando información de su biblioteca personal para quienes se interesaban en investigar sobre las víctimas de la dictadura. Conservó el piano con la esperanza de que algún día su hija vuelva a hacerlo sonar. Falleció un 5 de febrero de 2015.

Abuela Ana, que en paz descanses.

Ana María junto al piano de su hija Dina

Madres de indomable voluntad
mágico estandarte de la paz
las que pregonando amores un día de abril abril abril
a los secuaces del dolor derrotarán

Un cariño para vos
dulce mujer, valiente sol
por tus ganas de vivir
y de entregar el corazón

Las madres – Falta y Resto

Testigos

En 2014 se publica el testimonio de Enrique Fukman, sobreviviente de la ESMA y miembro de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (AEDD).

Enrique era militante de Montoneros y fue secuestrado y llevado al centro clandestino de detención, tortura y exterminio que funcionó en la ESMA. El testigo fue consultado sobre un grupo  de jóvenes de Trenque Lauquen, grupo en el que se encontraba Francisco y Dina. Fukman aclaró que los escuchó, pero no pudo verlos ya que tenía una capucha colocada en la cabeza. Contó que, cuando algún guardia lo permitía, podían hablar.

Recordó las chacareras de Ricardo Frank, los chistes de Sergio Antonio Martínez, y la “voz hermosa” de Dina Nardone, que cantaba tangos. Su cantar es parte de la memoria de quienes sobrevivieron a la ESMA.

En el año 95 estuve en Paraná en una conferencia donde participaba Estela de Carlotto y Tati Almeida (Abuelas de Plaza de Mayo). Ellas me dijeron que pensara en la posibilidad de que Dina podría estar embarazada.”

Alfredo Nardone

En 2019, en un homenaje a Francisco “Titín” Mirabelli en San Justo, provincia de Buenos Aires, una testigo se acercó para informar que Dina estaba embarazada mientras estuvo detenida.

 A partir de ese dato, su hermano Pepe sospecha la posibilidad de encontrar un sobrino/a de unos 43 años aproximadamente. Se inició un estudio de ADN y se tomaron muestras óseas extraídas de la tumba de Elio, su padre. La búsqueda nunca se detuvo, sino que se amplió la investigación.

Nunca se supo el motivo por el cual no largaron a Dina aquella noche de diciembre. Algunos testigos informaron que ella iba a ser liberada, pero que prefirió quedarse junto a su novio. Su amor incondicional y su lucha contra las injusticias sociales no serán olvidados.

Dina Ana María Nardone Irigoyen, presente

Dina y Elio Nardone

Si he de morir
Que me muera de tanto vivir
Con la furia de la tempestad
Incendiándome el alma al partir
.

Si he de partir
Que me parta la vida un amor
Y transforme mis huesos en flor
En algún carnaval
.

Un camión que se va – Agarrate Catalina
Tomás López
Tomás López

Me sensibilizo fácilmente con la música, recurso presente en mi escritura. Me cuesta confiar en la gente, pero soy muy apegado con quienes me rodean. Entrerriano, fanático del mate y de los planes sencillos.

Defensa: Se actualizó la página “Archivos Abiertos” con material digital

Defensa: Se actualizó la página “Archivos Abiertos” con material digital

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

El Ministerio de Defensa informó que se realizó una actualización de la página web “Archivos Abiertos” en la que incorpora copias digitales de documentos de las Fuerzas Armadas vigentes entre 1976 y 1983.

El ministro de Defensa, Jorge Taiana, informó que se realizó una actualización de la página web “Archivos Abiertos” en la que se incorpora copias digitales de documentos de las Fuerzas Armadas (FFAA) entre 1976 y 1983. Se podrá acceder a un gran acervo documental sobre las normas en las que las FFAA se basaron para llevar a cabo el plan represivo y resaltó que “desde la creación de la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en 2006, hasta 2015 y retomando en 2019 con la actual gestión, el Ministerio de Defensa ha impulsado una nutrida agenda de políticas públicas con perspectiva de derechos humanos”.

También se explicó oficialmente que “en el sitio web se pueden descargar diferentes documentos relevantes de la última dictadura como las Actas de la Junta Militar, el Hallazgo Cóndor, entre otros”, y que dicho espacio tiene “el compromiso de cooperar y propiciar una actuación diligente frente al proceso de Memoria, Verdad y Justicia respecto de los hechos ocurridos durante el golpe de Estado” del 24 de marzo de 1976, del cual se cumplieron 46 años.

Asimismo el ministro resaltó que la página “es el resultado del trabajo conjunto entre las instituciones de Archivos de las Fuerzas Armadas, la Dirección Nacional y su Dirección de Memoria Histórica. A su vez, se encuentra organizada según los criterios archivísticos que rigen las prácticas del equipo del Sistema de Archivos de la Defensa (SAD)”.

Los documentos tienen firma digital y podrán ser incorporados directamente a los expedientes judiciales, colaborando con la agilización de los tiempos procesales. También, en esta primera etapa “se pone a disposición un conjunto de documentos relevantes de las tres Fuerzas Armadas, que fueron digitalizados por el Ministerio de Defensa y entre los que se encuentran Reglamentos, Manuales, Resoluciones y Disposiciones producidos y/o utilizados durante la última dictadura”, declaró Taiana.

Ante este nuevo paso en el fortalecimiento de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia respecto de los hechos ocurridos en el pasado reciente, el ministro de Defensa culminó diciendo que “promueve una perspectiva de Derechos Humanos que incorpora a los Archivos en la modernización y el fortalecimiento profesional de las instituciones militares, en tanto organizaciones de un Estado democrático y garantiza el derecho ciudadano al libre acceso a la información”.

Arafat

Arafat

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Mohammed Yasser Abdel Rahman Abdel Raouf Arafat al-Qudwa al-Husseini fue un político y líder palestino. Nació en El Cairo, el 24 de agosto de 1929. Su padre Abdel Raouf al-Qudwa al-Husseini, era un palestino de Gaza, mientras que su madre, Zahwa Abul Saud, procedía de una familia de Jerusalén. Fue el segundo de siete hermanos de los que solamente él y su hermano menor Fathi, nacieron en El Cairo.

Al fallecer su madre por una dolencia renal, cuando Arafat tenía cuatro años, su padre decidió enviarlo a él y a Fathi junto a su tío materno Salim Abul Saud en Jerusalén, con el que vivieron durante cuatro años. Durante su estancia en la Ciudad Santa fue instruido en los preceptos que establece el Corán y tomó conciencia de la colonización británica. En 1937 regresan a la casa paterna quedando al cuidado de su hermana mayor, Inam.

Vivió en el exilio desde 1948. La lucha armada palestina dio inicio en 1965 y aunque sus ataques no afectaron seriamente al ejército israelí, sirvieron para levantar la moral de los palestinos y proyectar internacionalmente la fama de Arafat. En 1969, fue nombrado presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Los campamentos guerrilleros organizados por esta organización, se establecieron en Jordania, en la línea fronteriza con Israel, promoviendo la creación de la Autoridad Nacional Palestina en los territorios de Gaza y Cisjordania. En 1974, Yasser Arafat participó en una asamblea de las Naciones Unidas (ONU) donde fue el primer representante de una organización no gubernamental, en dirigirse al plenario de la ONU.

En 1982, el gobierno israelí intentó desarticular la guerrilla palestina en Líbano e invadió el sur de este país, cercando a Arafat y a sus fuerzas en Beirut. La diplomacia americana negoció la evacuación de la OLP de Beirut, aunque Estados Unidos se negaba a reconocer a esta organización como interlocutora en el conflicto en Medio Oriente. A finales de 1987 comenzó la primera Intifada y al año siguiente Arafat declaró la independencia del estado palestino.

Primer Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, dedicó la mayor parte de su tiempo a dirigir la lucha nacional palestina para exigir el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.

Participó en una serie de negociaciones con el gobierno de Israel para poner fin al conflicto, incluyendo la Conferencia de Paz de Madrid en 1991, los Acuerdos de Oslo en 1993, y la Cumbre de Camp David de 2000.

En 1994 recibió el Premio Nobel de la Paz junto con los líderes israelíes Yitzhak Rabin y Shimon Peres, por las negociaciones en Oslo. A finales de 2004, tras llevar más de dos años de confinamiento forzoso en las instalaciones de la Muqataa, la salud de Arafat experimentó una súbita recaída. Fue trasladado al hospital militar Percy, en Clamart, en París, Francia, donde falleció el 11 de noviembre de 2004, tras varias semanas de tratamiento médico.

En aquel entonces las autoridades francesas se negaron a revelar la causa exacta y a finales de noviembre de 2012 un grupo de expertos franceses y suizos exhumaron el cadáver enterrado en Ramalá, Cisjordania, para aclarar las causas de su muerte y confirmar si se había producida por envenenamiento.

Los resultados revelaron la implicación de las autoridades del régimen israelí en el asesinato del líder palestino. El 11 de enero de 2013 el presidente israelí Shimon Peres, admitió por primera vez la participación del régimen de Tel Aviv en la muerte de Arafat.

Avisenle a la reina que a Charlie se lo vela en la Argentina

Avisenle a la reina que a Charlie se lo vela en la Argentina

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Habrá que buscarle otro significado a la trascendencia, inventar un término nuevo. La desaparición física de un mito viviente deberá traer consecuencias directas a la forma que tenemos de significar a esas vidas que van, y fueron, mas allá, que traspasan su actividad o rutina para convertirse en una figura con tintes santos, o demoniacos, si vamos al caso puntual. Me enteré de la muerte de Charlie Watts el 24 de agosto de 2021 rondando las 12 del mediodía. A lo largo de los minutos las placas rojas de todo el mundo advirtieron la noticia: la batería más importante del rock mundial, la que empezó en 1963, no volverá a sonar. Charlie Watts nació en 1941, hace 80 años, muy lejos de donde me tocó nacer a mi. Lo pude ver una vez en la vida, ahí confirme que era, él y los otros tres que lo acompañaban, tipos de carne y hueso. No estoy en condiciones de afirmar si era un humano como el resto de los mortales del mundo, es decir, si, medía más o menos lo que mide una persona promedio. No tenia un aura que lo recubria, ni alas, ni cuernos, ni llegaba volando, pero había algo que no me permitía asociar esa figura a un estado regular del ser. Vidas que transformaron la de tantos otros, y estuvieron, y estarán, tan presentes y tan fundamentales en la de los demás, no pueden tener las mismas reglas que todos. Es algo más que trascender. El día que yo me muera, o te mueras vos, de viejo o de enfermo, chau, nos van a saludar, quizás nos lloran, por ahí nos celebran, y pronto, con el correr de las ramas genealógicas, iremos pasando progresivamente al olvido. Estos no. Porque ya los celebraban y los lloraban desde antes, al menos durante la última mitad de su vida corpórea, estos tipos, como Charlie Watts, y muy pocos más, vivieron siendo mitos, leyendas, humanos si, pero invocados en todas partes del mundo como algo más. Que un cordial ingles, tan correcto en sus formas, logre generar ese calor en un país como el nuestro, tiene tintes espectaculares. Que en un barrio del conurbano, en una mesa llena de cervezas tibias, un grupo de amigos brinde hoy al son de “¡salud, Carlitos!”, se tiene que llamar de otra manera. Trascender queda corto.

Es que no podés hacerte cargo de la percusión entera de “Can´t you hear me knocking” y después andar por la vida como si fueses uno más. No pueden pretender que habernos regalado música para convertirla en tribu urbana sea un detalle que nos pase de largo así nomas. Por eso el cariño. Por eso cada aplauso y cada ovación desaforada que Charlie agradeció tímidamente cada vez que toco en nuestros estadios. Sucedió en 1995, 1998, 2006 y en 2016. Hubiese sucedido cada vez que ellos hubiesen querido. Pues los queremos. Son de allá, pero los sentimos nuestros. Y ahí está la finitud para pegarnos otro firme cachetazo en la cara de la nostalgia. Hace nueve meses despedimos al más dios de los mortales, ese de la pelotita y la mano en el cielo. Hoy, toca ver como la gloriosa foto del rock mundial pierde color y empieza a pensar en marchitarse. Somos una generación que no está acostumbrada y tendrá que aprender a ver a los presentes irse de a poquito convertirse en pasado. Crecimos con héroes, disfrutamos nuestra niñez de pósters inalterables, nos bancamos nuestra adolescencia precoz refugiados en ellos, hasta nos acostumbramos a vernos madurar en pequeños adultos junto a ellos. Pero esto nunca fue parte del contrato. Es que si crecer se trata de despedir heroes, no pretendo tener nada que ver.

Charles Robert Watts nació en Kingsbury, Londres, en los primeros acordes de la década del 40, a los calores de la segunda guerra mundial. De ser un quinceañero que dió vuelta un banyo para pegarle con un palillo porque disfrutaba más la percusión que la cuerda, paso a ser el baterista más observado de la escena londinense del momento. En pocos años, se transformo en el más serio de los satánicos Stones. No tuvo que hacer ningún esfuerzo por mantener la compostura y ser ajeno al reviente. Es que claro, ser un

Stone va más allá de destruir un hotel, de consumir cual o tal sustancia o de reventar el techo de todo estadio en el que te metan. Ser un Stone también, y aquí está la clave de ser el éxito que quebró la tierra, es tener la precisión exacta del rock and roll intravenoso, es ser igual de reventado para la fiesta que de despierto para conservar la emoción de la música hasta el último momento. Ahí está la trascendencia, en matársele de risa a la solemnidad pero sostener por sobre todas las cosas la perfección del escenario. Y ahí estuvo siempre, Charlie Watts, siendo la línea conductora de 60 años de rock del mejor, el cronómetro del más dulce y sensual descontrol sonoro.

Hay un largo camino teórico para recorrer y mucha tela para cortar. Será tarea de un sociólogo revelar las líneas que unen a cinco muchachitos de Londres (Brian Jones nos dejó hace tiempo) que se propusieron, allá por 1962, hacer covers de música blues y llamarse The Rolling Stones, con una logia de callejeros post año 2000, vestidos de camperita deportiva y zapatillas JhonFoos, que decidieron, desde lo más profundo del disfrute, convertirse en “rolingas”. Lo tendrá que explicar un experto en conductas humanas. No sé. Será trabajo de un especialista estudiar porqué, a Charlie, lo va a recordar para siempre un grupo de amigos en una esquina de Florencio Varela, como Carlitos Watts. En Buenos Aires, donde se coreó su nombre como en ningún otro lugar. Se tendrá que ocupar la RAE, tendremos que hacer una asamblea, para ponerle palabra a una vida que trasciende de ésta manera, para inventarle una expresión a la magnitud que conecta la sensibilidad a través de la grandeza. Despedimos al cuarto demonio encargado de romper para siempre el suelo. Él, con palitos de madera. Quedarán nostalgias y muchas cosas sin explicar. Los sabores del día de hoy van desde el agradecimiento por hacer creado una obra que perdurará a lo largo de los siglos y el lamento de saber que hay platillos que se callaron para siempre. También la sensación de fin de era. Quedarán sus compañeros y amigos, Keith, Mick y Ron. Quedarán los fieles rolingas. Abajo lo espera cómodo, contento y cantando, el fantástico Brian Jones. Si claro, abajo… Es que los Stones no van al cielo.

Felipe Rainolter
Felipe Rainolter

Marplatense en La Plata. De chico me hicieron de Boca, Stone y de ricota. De grande me gusta cada vez más. Si es con palabras mejor.

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