Se llevó a cabo el 12º Encuentro de Pueblos Fumigados de la provincia de Buenos Aires en General Rodríguez. Allí, militantes por los derechos socioambientales debatieron estrategias para enfrentar la problemática y promover una alternativa que represente la agroecología y la soberanía alimentaria.
El fin de semana se llevó a cabo el 12º Encuentro de Pueblos Fumigados de la provincia de Buenos Aires en la localidad bonaerense de General Rodríguez. Allí, militantes por los derechos socioambientales debatieron estrategias para enfrentar la problemática común en lo que respecta al envenenamiento por agro tóxicos, y promover una alternativa que represente la agroecología y la soberanía alimentaria.
Organizado por la Asamblea Ambiental de General Rodríguez, el Encuentro comenzó ayer con la puesta en escena de la obra teatral “Campo Santo” de Fernando Crespi, basada en la historia real de la vecina pergaminense Sabrina Ortiz y su lucha contra el poder que envenenó a ella y su familia. Posteriormente, se inició el trabajo con diferentes comisiones temáticas y hacia el final de la primera jornada tuvo lugar un show musical con la presentación de artistas locales.
Radio Trinchera dialogó con Adriana Contarini, docente e integrante de ConCiencia Agroecológica 9 de Julio, y con respecto a la instancia destacó: “La idea es dar más información y generar espacios de encuentro para formar una red de concientización de todas las problemáticas que afectan a nuestro territorio y a todo el país. Todas son graves y no son simples de solucionar. Además estamos viendo cómo visibilizar el problema en primera instancia e ir organizándonos para analizar posibles soluciones”.
“Si bien el encuentro es provincia porque la problemática comenzó en la provincia de Buenos Aires, vemos que la zona roja de los pueblos fumigados no se restringe solo a la provincia: tenemos más de 60 millones de hectáreas cultivadas de cereales y todas son fumigados, entonces deja de ser problema de una sola provincia”, agregó Contarini.
El trabajo en las reuniones mutó y creció a lo largo de los años. Esta vez hubo ocho caminos en los que se distribuyó la discusión: asuntos legales, producción y agroecología, organización política y comunitaria, educación, salud y ciencia digna, todos ejes transversales de la misma problemática. También se debatió de manera colectiva la forma de nuestros consumos alimentarios”, comentó la integrante de ConCiencia Agroecológica .
Por su parte, Yanina Gambetti, integrante de los colectivos Semillero Rebelde y Cronopias diálogo con Télam sobre 12º Encuentro. “Es un espacio donde nos concentramos asambleas, comunidades, autoconvocados y organizaciones autónomas no partidarias para tratar de encauzar estrategias para enfrentar la problemática común”, resaltó Gambetti y agregó: “Somos afectados directos e indirectos del modelo de agronegocio tanto por las fumigaciones directas en nuestros territorios como por el veneno que nos llega a través de la comida”.
Con respecto a la situación de las fumigaciones, Contarini mencionó: “Acá el problema no son las fumigaciones, sino el sistema productivo con una crisis civilizatoria que va juntando un montón de problemas económicost, de alimentación, de cambio climático o de consumo de energía. Además, el Estado que debería defender a la ciudadanía y tener políticas que vayan minimizando todos esos impactos termina estableciendo alianzas con las corporaciones y grupos que generan las problemáticas”.
“Cuando hablo del Estado no pongo el ojo en este Gobierno, porque esto viene desde hace mucho. Si se está viendo con mucha más intensidad ahora es porque se está tomando conciencia del cambio climático y de todas estas problemáticas en nuestra alimentación y salud. Además, la justicia no ayuda mucho porque no está a favor de la ciudadanía, sino que está a favor de los intereses económicos”, declaró integrante de ConCiencia Agroecológica 9 de Julio .
En el marco de las luchas que se están dando a lo largo del país, Contarini aseguró que “la ley de humedales, el extractivismo y la extracción petrolera no son hechos aislados, conforman parte de las mismas problemáticas y hay que encontrar en cada territorio mecanismos para minimizar los impactos y debemos llamar a las movilizaciones ciudadanas porque es un problema de todos”.
Otro tema de debate fue la práctica agrícola. En ese marco, Gambetti sostuvo en Radio Provincia que “no existe la buena práctica porque el uso de agrotóxicos no se puede controlar” y agregó que las localidades tratan de que las fumigaciones se hagan lejos de las viviendas y los cursos de agua, pero no sucede así. “Hay que pensar una transición hacia otro modelo productivo y las empresas deberán entender que las comunidades quieren vivir de otra manera y la verdadera decisión la tienen las comunidades que deberían poder definir sus políticas”, puntualizó.
La segunda jornada del Encuentro estuvo dedicada a la realización de un plenario “sobre las acciones que se van a impulsar hasta el próximo encuentro” y a la realización de una marcha por las calles de la localidad que confluirá en la municipalidad. El último Encuentro de Pueblos Fumigados se realizó en diciembre pasado en la localidad bonaerense de Mercedes. “Siempre queda esa buena sensación de que se va juntando gente joven y se va renovando todo, también siguen participando compañeros y compañeras que venimos del principio con estos encuentros que se están haciendo cada vez más federales”, concluyó Contarini.
El indicador desarrollado por la Red Global de la Huella Ecológica (GFN, por sus siglas en inglés), muestra al país en esta situación.
El indicador desarrollado por la Red Global de la Huella Ecológica (GFN, por sus siglas en inglés), muestra a la Argentina en default ambiental. El índice busca generar conciencia y actúa como indicador global de la velocidad en la que se consume el planeta. La fecha del calendario no es fija, sino que se modifica cada año, basándose en el consumo y uso que la humanidad realiza de los bienes y servicios naturales, y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos.
Este indicativo resalta que a partir del 24 de junio todo lo que se consume queda en el “debe” de la cuenta de los recursos naturales que se generan en el país. Al respecto, el director general de Fundación Vida Silvestre, Manuel Jaramillo, explicó: “Es como si estuviésemos haciendo tumba, roza y quema, y volviendo a hacerlo más rápido antes del tiempo necesario para que se recupere, es decir, estamos consumiendo más de lo que tenemos y por eso estamos en default”.
Asimismo, Jaramillo resaltó: “Todo lo que pedimos: fertilidad de suelos, agua y diferentes elementos que dan cuenta de nuestra mayor demanda. Año tras año le vamos quitando al planeta la capacidad de reponerse, su biocapacidad”. Además alertó que la situación de la Argentina es compleja, ya que “cada vez estamos peor”. “Hemos gastado en un año todo lo que el país podía reponer de naturaleza” concluyó el director.
Según la GFN, al día de hoy se necesitan 1,75 planetas para dar respuesta al consumo anual, algo alarmante, teniendo en cuenta que este índice se calcula desde 1970 y en ese año se necesito un planeta para dar respuesta al gasto del año. Al respecto, Jaramillo resalta que de esta manera “el sistema de producción y consumo no respeta la no conversión de ambientes naturales, la no contaminación de las aguas y si todo el mundo tuviese este sistema, necesitaríamos dos planetas para abastecer a toda esa supuesta humanidad argentina”.
Para poder mejorar los índices, el director general de Fundación Vida Silvestre recomendó que es necesario reducir la huella ecológica, modificando el sistema de producción; no transformar ambientes naturales, no utilizar agro insumos; no contaminar aguas, ni pescando más de que los mares pueden reponer entre otros “malos hábitos” y sostuvo que “es necesario repensar qué podemos hacer para consumir productos menos agresivos para el planeta”.
Estos datos, presentados por la Fundación Vida Silvestre Argentina, están basados en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tiene el país y cómo son utilizados. En este sentido, para nuestro país, la fecha es un mes antes que el promedio global y los datos dejan en evidencia que si todo el mundo viviera como en Argentina, se necesitarían alrededor de dos planetas para abastecer los recursos naturales que sostienen nuestro sistema de producción y consumo.
Cabe destacar que Argentina se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad, entendida como sus reservas en términos ecológicos, para producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Aún así, hay datos alarmantes que invitan, por lo menos, a repensar nuestro modelo productivo y la manera en la que consumimos.
Organizaciones ambientales, sociales y políticas participarán de la Marcha Global por el Clima para exigir políticas públicas que fomenten acciones amigables con el planeta.
Organizaciones ambientales, sociales y políticas participarán de la Marcha Global por el Clima para exigir políticas públicas que fomenten acciones amigables con el mundo. También se reclamará el cambio de modelos de desarrollo y producción, a fin de disminuir el impacto del cambio climático.
Cabe destacar que el 2 de marzo, el proyecto de ley de humedales se presentó nuevamente en la Cámara de Diputados tras haber perdido estado parlamentario por tercera vez a fines de febrero. En este sentido, la directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, Mariela Belski, señaló que “el proyecto de ley está por cumplir diez años de postergaciones”. “Los legisladores parecen ignorar este tema urgente, que pone en juego el futuro de nuestro ambiente y nuestros derechos”, apuntó.
En Argentina, la convocatoria será partir de las 17 horas con epicentro en una marcha que irá desde Plaza de Mayo hacia el Congreso Nacional y tendrá como eje el reclamo de la urgente sanción de una ley de protección de los humedales, entre otras demandas.
El reclamo se extenderá en al menos 10 puntos en todo el país. En La Plata, está prevista su concentración en Plaza Moreno a las 17 horas; en Córdoba capital, en la Plaza de la Intendencia a las 17; en Neuquén, en el Monumento a San Martín a las 17.30 hs; en Salta capital, en la Plaza de la Legislatura a las 17.30.
La lista sigue con Santiago del Estero, que movilizará a la Plaza Libertad a las 17; en Mendoza, en el Km 0 a las 18; en Rosario la convocatoria es en la calle Oroño y el Río a las 17 para marchar hasta el Monumento a la Bandera. Por último, en Tucumán, la marcha sale desde Plaza Urquiza a las 17 y llegará la Plaza Independencia.
A través de un comunicado, Belski sentenció: “En un contexto de agravamiento permanente de los efectos de la crisis climática y la inacción de los Estados, es fundamental que levantemos nuestras voces y nos movilizamos para exigir un futuro posible”.
Por último, la organización Climate Save Argentina remarcó en sus redes sociales: “Salimos a las calles para seguir luchando por ese mundo que creemos posible. Un mundo con justicia socio ambiental, climática, de género y racial. Un mundo donde quepan todos los mundos”.
“Los hechos y personajes retratados en esta película son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia”. Esta frase, muy utilizada en el séptimo arte, nos deja en claro que la continua seguidilla de hechos que veremos a continuación nunca tuvieron un lugar en la historia, pero al contrario del efecto buscado, nos abre el espacio a lxs espectadores de encontrar paralelismos por todas partes.
“Avatar es una película estadounidense estrenada en el año 2009 escrita, producida y dirigida por James Cameron”, nos comenta Wikipedia. La historia se sitúa en el año 2154, en Pandora, una luna del planeta Polifemo habitada por una raza humanoide llamada Na’vi, con la que los humanos se encuentran en conflicto ya que uno de sus clanes está asentado alrededor de un gigantesco árbol que cubre un inmenso yacimiento de un mineral muy cotizado y que su posesión supondría la solución a los problemas energéticos de la Tierra: el unobtainium.89.
“Ahora quién manda imbécil”, es la frase que pronuncia el protagonista de la película a la hora de enfrentarse con una criatura desconocida en sus primeras escenas habitando tierra extraña. Esta particular narrativa no solo nos habilita para encontrar claras similitudes a lo largo de nuestra historia ante el “encuentro” con un otrx cultural, sino además ilustra sintéticamente el arquetipo perfecto del sujeto burgués.
El antropocentrismo es la doctrina que sitúa al hombre como medida y centro de todas las cosas, fundamento teórico necesario para el ascenso del modelo de acumulación capitalista y, por ende, condición necesaria para el proceso de conformación de la identidad del hombre blanco occidental. La naturaleza en tal ordenamiento se constituye como un medio, proporcionando al esquema una simple función instrumental.
Tal como nos anticipo Marx con la incorporación del concepto de acumulación originaria, el proceso ininterrumpido en el cual se despoja de los medios de producción a gran parte de la humanidad no solo sigue su curso en la actualidad, al parecer el futuro vaticina un pronóstico similar. Si nos detenemos por unos segundos y hacemos el ejercicio de transportamos a la temporalidad que nos propone la película, esta lógica abominable logra ser exportada a otro planeta.
“Si quieres algo, construye una guerra”, es la frase con la cual el Coronel Miles, uno de los villanos, explicita su estrategia. Al parecer la violencia planificada por medio de la utilización de un aparato tecnológico y armamentístico continuaría constituyéndose como el método más efectivo a la hora de conseguir el beneficio de unos pocos a cambio de la miseria de muchos.
Un dato interesante de la película, por fuera de su realización, es la exitosa recepción que cosechó: la misma logró hacerse con el título de la más taquillera de la historia del cine ostentando dichos honores hasta la actualidad. Estos resultados claramente son atribuibles a los medios con los que cuenta la gran industria de Hollywood, que a la hora de invertir en estos tanques cinematográficos no califican los presupuestos modestos.
Pero aventurándonos en una lectura más sociológica, podríamos traducir el éxito, entre sus tantos factores, por el claro mensaje político que esboza el contenido audiovisual. Lo cierto es que Avatar vino a inaugurar una década caracterizada por el triunfo de las historias distópicas: Black Mirror (2011), Los juegos del hambre (2012) o Divergente (2014) son algunas de las tantas tramas que lograron transportarnos por unas horas hacia un futuro desolador.
Catástrofes nucleares, tecnologización de la vida o el agotamiento de recursos naturales, ya no son narrativas exclusivas para catalogar una película bajo el género de ciencia ficción: semejantes escenarios no logran escaparse al juicio a posteriori encarnado en el típico pronóstico “esto va a pasar”, que vociferamos al culminar algunos de sus relatos.
Película anglosajona leída en clave latinoamericana
El recorrido cronológico que nos regala el cine buscando rastros olvidados en el pasado o practicando algún tipo de futurología nos sirve además para rastrear antecedentes en el presente. En la Argentina de los últimos días, la difusión de las fuertes imágenes que ilustran los incendios forestales en las sierras cordobesas mantuvo en vilo a gran parte de la sociedad.
Por otra parte, tuvieron lugar varias manifestaciones populares con consignas muy heterogéneas pero atravesadas por un mismo significante: denunciar procesos de Ecocidio. Entre los reclamos podemos encontrar en Capital Federal y el Gran Buenos Aires el pedido por la aprobación inmediata de la Ley de Humedales que se está debatiendo en el Congreso y el rechazo al acuerdo porcino con China para producir carne de cerdo. En otras latitudes como lo son las provincias de Chubut y Mendoza ya son habitúes las concentraciones para frenar el avance de proyectos mineros.
Teniendo en cuenta estas claras manifestaciones podríamos plantear la siguiente pregunta: ¿Se inaugura una nueva coyuntura política en donde el ecologismo se constituya como una consigna articuladora de las diferentes demandas sociales? Maristella Svampa es una mujer que logró convertirse en una voz disonante dentro del campo intelectual y una clara referencia para guiarnos en la interrogación que nos acabamos de hacer.
En su perfil de Twitter figura la siguiente descripción: “Socióloga, escritora, investigadora anfibia del sistema público argentino. Sempiterna patagónica que piensa en clave latinoamericana y de crisis civilizatoria”. En su larga carrera académica podemos rastrear sus fuertes críticas al proyecto neoliberal puesto en marcha en el último periodo del siglo XX en Latinoamérica, pero además plantea una reactualización de las relaciones de dependencia bajo el signo del extractivismo en los distintos gobiernos progresistas.
En los años 2000, Latinoamérica tomó un nuevo giro con la emergencia de diferentes gobiernos que, apoyándose en políticas económicas heterodoxas, se propusieron articular las demandas promovidas «desde abajo», al tiempo que valorizaron la construcción de un espacio regional latinoamericano (Svampa, 2017).
El escenario desolador que construyeron las políticas del Consenso de Washington supo delegar en las dirigencias del nuevo siglo una pesada responsabilidad. Los altos índices de pobreza y desempleo habilitaron los debates en torno a la distribución del ingreso, logrando traducirse con posterioridad, en políticas públicas ocupadas en atenuar los efectos de la desigualdad.
La decisión política de gestionar de manera más igualitaria el bien público no solo estuvo acompañada por elementos ideológicos propuestos por los diversos movimientos de corte nacional y popular, sino además fue signado por un elemento fundamental: el boom de las commodities.
Las economías latinoamericanas fueron enormemente favorecidas por los altos precios internacionales de los productos primarios, lo que se pudo ver reflejado en las balanzas comerciales hasta los años 2011-2013. Esta serie de elementos habilitaron el retorno de una visión productivista del desarrollo, generando del mismo modo la manifestación de las propias contradicciones al interior del propio paradigma, como los daños ambientales y sus impactos sociosanitarios.
Ahora bien, teniendo en cuenta el actual contexto histórico en términos económicos y sanitarios por la presente pandemia que golpea al mundo y sin olvidarnos como elemento sustantivo el viraje hacia la derecha en gran parte de la región latinoamericana, ¿es pertinente incorporar consignas en clave ecológica que pongan en jaque al modelo de producción extractivista?
La respuesta es claramente afirmativa, no solo construida en una dimensión moral abstracta, sino que dichas iniciativas son claras manifestaciones de la realidad. La «ambientalización de las luchas» se ve reflejada en la emergencia de diferentes movimientos socio-eco-territoriales, rurales y urbanos, indígenas y de carácter multiétnico, orientados contra sectores privados como corporaciones -en gran parte transnacionales- así como contra el Estado, en sus diferentes escalas y niveles (Svampa, 2017)
Es necesario no parar de reconocer en tal recorrido el papel que jugaron los pueblos originarios ante el triunfo de la globalización en la década de los 90’. A través de su lucha por la diferenciación y la reivindicación de las diferencias de orden racial, también denunciaron con mucha fuerza los modelos de desarrollo hegemónicos por su visión instrumental y antropocéntrica de la naturaleza.
El licenciado en ciencias ambientales Inti Bonomo, en una entrevista para el programa radial Últimos Cartuchos, comentaba sobre la falsa dicotomía que se plantea alrededor de los conceptos de medio ambiente y producción. Lo cierto es que tal discusión suscita hasta el día de hoy grandes debates.
Uno de los pilares centrales de los espacios políticos más progresistas concentra sus esfuerzos en la producción como principal herramienta que genere empleo digno. Esta perspectiva es esencial para erradicar la pobreza estructural en la región, pero el presente contexto demanda de manera urgente articular dentro de la lógica productivista mecanismos que ayuden a enfrentar de una vez por todas las contradicciones ecológicas de los propios sistemas productivos.
¿Salud integral?
A lo largo de la historia reciente, se pueden detectar ciertas constantes en relación a las grandes crisis del sistema capitalista. Teniendo en cuenta tales referencias y permitiéndonos hacer un recorte en el análisis que solo incluya al territorio nacional, el advenimiento del Covid-19 logró habilitar el debate sobre el rol del Estado en un escenario de emergencia sanitaria. Siguiendo con la línea de interrogantes ¿la política del cuidado, en ese sentido, no debería incorporar una perspectiva ecológica?
La pandemia nos encontró con un escenario más esperanzador: el actual presidente en función Alberto Fernández puso a disposición de la sociedad todo el aparato estatal para cuidar en términos sanitarios y económicos a todos los sectores, poniendo particular acento en los más postergados. Si bien esta serie de medidas se celebran con gran entusiasmo, nos habilita el espacio para seguir corriendo los márgenes e instalar en el debate público las demandas que la democracia sigue postergando.
En una de las escenas de la película, una de sus protagonistas pronuncia: “El vinculo afectivo es el principal lazo en toda relación. Si este se pierde, no se puede hablar de unión y para que sobreviva tiene que prevalecer el respeto”. Neytiri en estas palabras busca sintetizar el vínculo que ella y su raza humanoide tiene con el espacio natural.
Esta última cita nos invita a seguir preguntándonos: si queremos construir un territorio más justo e igualitario y no seguir reproduciendo los patrones de nuestra propia autodestrucción, ¿no es tiempo ya de incorporar en esa lógica del cuidado elementos que incluyan en el arquetipo propio del Estado de bienestar una perspectiva integral, en donde la naturaleza sea también considerada sujetx de derecho?
La batería de preguntas que recorrieron el texto seguramente no van a devenir en respuestas claras ni sencillas, pero hacerlas nos permite fijar una agenda y allanar el camino para poder construir un horizonte en donde las narrativas distópicas sigan teniendo como único canal de reproducción la literatura y el cine.
Bibliografia – Svampa Maristella, (2017) “Cuatro claves para leer América Latina”
Sergio Vaca
Nací en la provincia de Córdoba pero residí la mayor parte de mi vida en Puerto Madryn. Me encanta charlar conmigo mismo cada vez que termino una película y tengo el don de memorizar datos triviales. Pensar una disociación entre erudición y escritura me parece un buen ejercicio para disputar espacios.
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