El pasado miércoles 6 de marzo se presentó en nuestra ciudad “Deseo Postcapitalista”, último título del filósofo británico Mark Fisher, publicado por Caja Negra.
A oscuras. De otra forma no sería Malisia.
La librería deja que la luz se encuentre al final del pasillo para que Los fantasmas del futuro presenten el último libro de Mark Fisher. Controversia análoga: un libro nos reúne para ser participes de una destrucción intelectual.
Perderse en un libro de Fisher es más fácil que perderse en una diagonal.
Estamos leyendo a un suicida. La ruptura no se piensa, la ruptura se realiza, se hace, se lleva a cabo. Bolaño escribió que “para irse siempre hay que hacerse el otro”.
Los fantasmas del futuro se hacen carne en el escritor docente Juan Matio, el becario del Conicet Emiliano Exposto y el sociólogo Santiago Estable, sentados uno al lado del otro detrás del compendio Fisheriano.
El público se maneja como en casa, toma una silla y ocupa el espacio. ¿Hay más sillas? Siendo que la terraza está habilitada para el micrositting no se detienen, el piso es un buen lugar.

El debate es denso, acalorado y nos recuerda ser constructo de la logia fisheriana, donde los malos hábitos son resultado de nuestras prácticas imperceptibles: deseos.
La propuesta es simplemente un deseo. La respuesta es el deseo. Un deseo pos capitalista.
El pos: Aquello que no muere ni tampoco nace. Un transe.
El capital no tiene moral. Desde el público se dijo que tiene lógica. Disentimos. El capital no tiene ni moral ni lógica. Por eso está en disputa. Lo que rige nuestra existencia son unas pequeñas victorias de un bando sobre otro, marchas y contramarchas en un constante devenir.
No existe refugio alguno. Ni moral ni lógica, el capital es un campo inmaterial puramente posible.

¿No estamos hartos de gurús? ¿No estamos hartos de buscar encontrar alguiénes que nos digan “es por acá”?
Hay tres posibilidades:
Una (no es posibilidad, es una certeza). Fisher no es la salida, su filosofía es inaplicable y ahí radica su voracidad: nos excita el problema, lo sentimos acá, si te das cuenta es una pequeña victoria.
Dos. Si estas harto quiere decir que te diste cuenta del problema. No porque haya existido Fisher o tales autores, sino porque algo te jode, algo te interpela o molesta o no te cierra de tu entorno. Es decir pasas por carne al problema. Lo sentís como propio, aunque no sea así.
Tres. Si no sentís hartazgo en buscar a ese quien te muestre salida o algo así, es que tan convencido de realizar una ruptura no estás. Entonces: ¿Y si lo que verdaderamente querés no es romper con el capitalismo sino cambiar las reglas de este (a tu favor) para poder triunfar en su juego?
Un camión de basura provocó ruido atroz sobre diagonal 78. Algo intentó aturdirnos otra vez. Logró con su existencia hacer no escucharnos.
Cometida su finalidad, todo siguió.
A los expositores les pasaron dos coca-colas. Comunismo ácido. Malestar estomacal. No es tanto en nombre de las drogas sino en pos del efecto de éstas. El efecto. Se te mete por todos lados ¿Se te mete? No. Nos metemos en sus efectos. Los límites se hacen pliegues. Pliegues que habitamos. Los límites hechos pliegues se empañan y ya no hay lados del espejo. Como las manos son tacto, el capital es una realidad. Y ahora un pos deseo también.
¿Fisher fue enemigo del sistema o trabajó como enemigo de éste?
Hoy no hay mas trabajadores. Hay personas que trabajan. Pero no viven del trabajo. El trabajo vive de ellos. Hacen que el trabajo respire por y en ellos. Trabajo y deseo, faltó un dialecto Lacaniano que tome partido por la plusvalía del goce.

Damos mucha vuelta sobre el deseo y lo ácido porque sabemos que la realidad, lo palpable, lo que puede desbordar, ya fue desbordado o palpado o realizado. Tanto desear, como visitar al efecto del paraíso químico, saberlo no nato, saberlo como margen y así darle rosca endiosándolo, es un consuelo.
Los consuelos son prácticos.
Un consuelo traducido en práctica es tradición.
Quizá por esto, mientras se daban dimes y diretes entre el público y los expositores, alguien en silencio y pucho en mano (Agus) se agachó al altar del Gauchito para encender una vela al más santo de los paganos.

Gerónimo Rivera Cano
No sé mucho de mi persona. Huyo del “conócete a ti mismo”. Solo tengo por ofrecer un par de sienes ardientes: mi capital intelectual se basa en ser graduado en Ciencias Jurídicas, reseñar cosas, hacer notas de opinión, análisis y crónicas. Como sujeto narrante soy buen lector. Me prostituyo en las palabras. Formo parte del multimedio Trinchera, integro el equipo de CAPTO. Trabajo en un estudio jurídico y notarial. Nací y me crié en la ciudad de La Plata. No me gusta el helado. Maradoniano, sí, aunque se poco de futbol. Siempre de acá, el lado en donde reina el amor y la igualdad.





