Que no nos vendan gato por liebre

Que no nos vendan gato por liebre

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En nuestro país, los Derechos Humanos, por diferentes motivos, pero principalmente por la lucha de Madres, Abuelas e Hijes, tienen un lugar especial en la memoria colectiva de amplios sectores de nuestro pueblo.

En nuestra historia, las luchas contra la dictadura, exigiendo justicia por les desaparecides, moviendo cielo y tierra para encontrar a hijes y nietes de las víctimas del genocidio, marcaron a fuego la piel de un pueblo que año tras año fue haciendo suya esa lucha hasta volverla de todes.

Este fenómeno se dio de distintas formas a lo largo y ancho de toda nuestra casa común, que es el planeta tierra. Las organizaciones de Derechos Humanos surgieron en cientos de países, siempre luchando por memoria colectiva, por verdad para que ningún responsable quede impune, y por justicia para las víctimas y sus seres querides.

Para los pueblos del mundo la memoria siempre ha sido un escudo protector, una poderosísima herramienta para que las atrocidades del poder y sus súbditos no queden en el olvido, para que no haya impunidad, para que les responsables paguen.

Pero la historia nos demuestra que la utilización del concepto Derechos Humanos en boca de los voceros del imperio, en los engranajes del poder, ha servido para cometer las atrocidades más grandes que se hayan cometido.

Bajo la supuesta defensa de los Derechos Humanos, el mundo vio en vivo y en directo cómo una coalición liderada por EEUU bombardeaba Bagdad e invadía un país soberano, dejando a su paso más de un millón de muertes, miles de desplasades, desaparecides y la destrucción de ciudades enteras.

Bajo la supuesta defensa de los Derechos Humanos, nuevamente, EEUU se encargó de asesinar a Muammar Gaddafi, el líder libio que había convertido a ese país africano en el más próspero de la región y que era un ejemplo en muchos aspectos. Está claro, nadie se salva de la crítica y de cometer errores que sean reparables. Pero nada justifica la atrocidad que se cometió contra ese país, hoy fragmentado en mil pedazos, dividido y con facciones enfrentadas en una guerra civil fratricida.

Bajo la supuesta defensa de los Derechos Humanos, perdón por lo reiteratives, EEUU se lanzó en una guerra contra Siria, argumentando que su presidente, Bashar Al-Assad, había utilizado armamento químico contra su propio pueblo. Los desastres de la guerra, siguen ampliándose.

Bajo la supuesta defensa de los Derechos Humanos, EEUU intentó derrocar en varias oportunidades al comandante Hugo Chávez. Y actualmente busca tumbar al gobierno de Nicolás Maduro. Y según diversos funcionarios de la administración gringa “todas las posibilidades están sobre la mesa”.

Bajo ese mismo supuesto, antes quisieron derrocar a Fidel Castro, invadieron Afganistán y a tantes otres que se enfrentaron a los designios imperiales o que les interesaban por razones geoeconómicas o geopolíticas. Porque de lo que se trata no es defender los Derechos Humanos, sino destrozar a quienes enfrentan los designios de EEUU y sus lacayos. La realidad es que lo que está en juego es el destino de los pueblos que eligieron transitar otros caminos que no responden a los intereses del imperio.

Esa misma actitud es que tuvieron varios congresistas demócratas norteamericanos que enviaron una carta al Secretario de Estado de los EEUU, Antony Blinken, para quejarse respecto de violaciones a los Derechos Humanos en México.

Más allá de que casi ningún país se salva de posibles violaciones a los DDHH, ¿qué autoridad moral y/o ética tienen los norteamericanos para meterse en los asuntos de otra nación cuando se la han pasado invadiendo y destruyendo países? ¿Qué autoridad moral tiene EEUU cuando se han visto imágenes de niñes encerrades en jaulas diminutas en la frontera con México? ¿Qué autoridad moral puede tener EEUU cuando crea, financia y arma a organizaciones irregulares que se instalan en distintos lugares del planeta para justificar invasiones o “luchas contra el terrorismo y el narcotráfico”? Vaya, qué cinismo mayúsculo.

El pedido de los demócratas hace un llamado a presionar a AMLO para que efectúe políticas que resguarden la integridad de les mexicanes. Lo paradójico es que muchas de esas políticas que les congresistas norteamericanes pretenden imponer al gobierno de México, son políticas que el gobierno de las 4T’s ya viene llevando adelante. Por sólo citar un ejemplo, un informe del gobierno mexicano resalta que en 2020 se logró reducir la tasa de homicidios por primera vez en 5 años.

Es preciso señalar que durante muchas décadas México estuvo gobernado por políticas neoliberales, por el abandono total del estado en áreas sensibles como educación, desarrollo social, seguridad, justicia, entre otras, y que las consecuencias son muy complejas de revertir; por más buena voluntad y decisión política, las telarañas neoliberales aún sigue allí. No es un dato menor la gran influencia de las organizaciones criminales y del narcotráfico en las distintas estructuras del Estado. No por nada durante mucho tiempo distintes analistas calificaron al país azteca como un “narcoestado”.

El mecanismo de desprestigio y estigmatización de los EEUU es perverso por donde se lo mire, y no son sólo las diatribas de los voceros oficiales. También son responsables los medios de comunicación que reproducen esos intereses; diversos sectores de los poderes judiciales que entorpecen los caminos para revertir años de injusticia; las cientos de ONG’s que pululan a lo largo y ancho del planeta y que van por la vida desprestigiando a quienes les conviene. Quizás el ejemplo más emblemático sea el de Human Rights Watch, Anmistía Internacional o las varias “Sin Frontera”.

La palabra Derechos Humanos en boca de las organizaciones libres del pueblo siempre fue una herramienta para luchar contra la opresión y las injusticias cometidas por los poderosos. El mismo concepto en boca del imperio y los poderosos de siempre, sólo ha servido para generar muerte, dolor y sufrimiento a los pueblos que luchaban por su libertad.

Hay que tener ojos bien abiertos, oídos atentos y mucha conciencia histórica para que no nos vendan gato por liebre.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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