El devenir histórico argentino nos ha traído hasta aquí bajo la misma disyuntiva: Patria o Saqueo. Los sectores populares que a principios de 1800 daban la vida en el proceso independentista, hoy siguen pujando por su reconocimiento y la posibilidad de participar de las decisiones del país.
Hace poco más de dos siglos se plasmaba por escrito la voluntad de nuestro pueblo de convertirnos en una república independiente y soberana que dejara de depender de los designios coloniales de la corona española. Aquel 9 de julio no sería ni el principio ni el final del proceso de lucha que tuvo como protagonistas a indios, zambos, mulatos, mestizos y criollos, sería sólo una declaración formal de independencia. Ni más, ni menos.
¿Rompimos nuestras cadenas coloniales? ¿Realmente nos independizamos o seguimos siendo dependientes hasta la actualidad? El dicho popular dice que “cada maestrito con su librito” y no es un detalle menor. Algunes creen (o quieren creer) que ese momento fue traumático y que seguramente les revolucionaries de aquel entonces debían sentir angustia por independizarse de España. Otres sostendrán que los lazos de dependencia nunca se rompieron, sino que sólo fueron cambiando de manos, por eso el clamor o la consigna de avanzar hacia una segunda independencia.
Lo que queda claro es que posteriormente a aquel martes de 1816, siguió una lucha intestina entre dos proyectos de país: el de la oligarquía criolla, que pretendía librarse de España para poder seguir haciendo cuantiosos negocios (ahora con Gran Bretaña), pero ser ellos quienes obtengan el total de la rentabilidad; y el de la liberación de nuestro pueblo, de todo nuestro pueblo y no sólo de una partecita.
Esa disputa de proyectos de país no quedó solamente allí y en las luchas intestinas que se dieron durante los años posteriores a la independencia; sigue presente hoy y atravesó la totalidad de nuestra historia, desde las luchas entre unitarios y federales, hasta la actualidad, pasando por la década infame, los golpes a Irigoyen, Perón, o la última dictadura cívico-eclesiástico-militar.
Esos proyectos, a pesar de significar disputas internas, siempre estuvieron influenciadas por el contexto internacional, por los polos de poder globales de cada época y por los procesos culturales a los cuales fuimos sometidos. Serían los británicos en un primer momento y los yanquis después, pero eurocéntricos siempre.
La dependencia continuó y continúa. Hoy son las multinacionales, los complejos financieros, los bancos, los organismos multilaterales de crédito y un sinfín de etcéteras. Y nuestra realidad no es muy diferente a la de todos los países periféricos que dependen de los grandes centros de poder global. De allí la necesidad histórica de supervivencia que significa para Nuestra América lograr consolidar un proceso de unidad para plantarnos ante otros poderes. En soledad nadie se salva. La salida fue, es y seguirá siendo colectiva.
Claramente este debate sigue presente en la vida política nacional entre aquelles que entienden al país como una empresa, como un negocio donde todo es evaluado según su rentabilidad económica o financiera; y quienes creemos que es otra cosa, que nuestro territorio, nuestras costumbres, nuestros bienes estratégicos fueron, son y deben ser para mejorar las condiciones de vida del conjunto de nuestro pueblo, respetando la gran diversidad que nos atraviesa.
Ahora bien… Dentro del proyecto nacional y popular históricamente se dieron discusiones y debates acalorados de por dónde había que avanzar, de qué maneras y bajo qué premisas. El debate de ideas siempre es bienvenido, en tanto y en cuanto ayude a construir caminos posibles en ese gran proyecto de liberar definitivamente nuestra patria de los lazos de dependencia que aún campan a sus anchas. Lo que no se puede permitir es que producto de esas miradas disímiles nos dividamos y nuestro pueblo nos dé la espalda. Y en esto que cada quien se ponga el sayo que le quepa.
Dicho esto, recordar que Irigoyen puso sobre la mesa la ampliación de derechos para los sectores profesionales, que los derechos para les trabajadores los puso Perón, y que Néstor y Cristina encabezaron el proceso para sacar al país de la ultratumba en la que nos habían dejado las políticas neoliberales. Pero la derecha aprendió, se calificó y tecnificó y durante los cuatro años de macrismo nos dejó a un paso del abismo nuevamente.
Y lo que en todos los casos logró que saliéramos adelante, sin importar los nombres propios, fueron las luchas de nuestro pueblo. Porque sin la militancia nada de todo esto habría pasado. Sin la lucha de millones de hombres, mujeres y diversidades ninguna transformación habría sido posible.
La pregunta sería entonces: ¿Si la Argentina actual es un país con casi un 40% de pobres cuál sería el sujeto o la sujeta política a empoderar? ¿Qué sector representaría esa salida por arriba con cambios de fondo que evidentemente se vuelven más que urgentes para poder revertir de una vez y para siempre la injusticia que reina sobre nuestra patria?
Les dejamos a ustedes la respuesta. Lo que sí recordamos es lo que le escribía el Libertador José de San Martín a Juan Manuel de Rosas en julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la que sufríamos en tiempo de dominación española; una tal felonía ni el sepulcro puede hacer desaparecer”.
Nicolás Sampedro
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.
Talvi, Bartol y Uriarte: tres ministros que salieron
El gabinete del gobierno de Lacalle Pou ha roto nuevamente un récord negativo: es el que más cambios ha tenido desde la reapertura democrática en 1984. Seis han sido los cambios ministeriales en menos de 18 meses. Si en su momento fueron movimientos para fortalecer su figura y rodearse de ministros leales, este último cambio ministerial ha minado la imagen del gobierno que ya reposa con menos del 50% de aprobación.
El primero de julio de 2020 sucedió la primera y única renuncia, hasta el momento, de un ministro: Ernesto Talvi del Partido Colorado y Ministro de Relaciones Exteriores en una misiva abandonó el cargo y a la vez la actividad política.
El primero de mayo Lacalle Pou anunció vía twitter la destitución del Ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol, otro outsider, hombre del Opus Dei, que no había participado de política partidaria pero siempre estuvo vinculado a los think tanks criollos.
El 22 de mayo falleció de un paro cardíaco el ex ministro del Interior Jorge Larrañaga. Fue sustituido por el entonces ministro de Transporte y Obras públicas, Luis Alberto Heber. Antes de mudarse de cartera fue el encargado de firmar el acuerdo con la multinacional belga Katoen Natie, a espaldas incluso de fuerzas dentro de la coalición gobernante, entregando el puerto de Montevideo hasta 2081.
Otro colorado tuvo que dimitir por orden de Lacalle Pou: Carlos María Uriarte fue sustituido por Fernando Mattos Moglia, sobrino de Carlos Mattos Moglia que fue Ministro de Agricultura en la dictadura y hombre de la Federación Rural.
De los seis movimientos ministeriales, tres tienen que ver con el Partido Colorado, segundo socio de la coalición por caudal de votos que no levanta cabeza desde las elecciones del 2004, donde registró su peor guarismo. Hubo cambios en Agricultura y Pesca, Turismo y Relaciones Exteriores. En este último ni siquiera pudieron sustituirlo con alguien de su propia fuerza política sino que Lacalle Pou colocó a alguien de su cercanía como es el canciller Fernando Bustillo.
Renuncia el ministro de Turismo de Uruguay por sospechas de corrupción
El pedido de renuncia a Germán Cardoso en Turismo está plagado de irregularidades en el manejo de fondos de la cosa pública, sospechas de corrupción y aprietes políticos. Todo empezó con el propio Cardoso solicitando al Presidente que destituya a su director de turismo Pérez Banchero, quien a su vez denunció a Cardoso aduciendo que su renuncia viene a colación de las denuncias internas que él planteó.
Compras directas millonarias, algunas observadas, dispararon la salida del director de Turismo, que está dispuesto a ir al Parlamento. “En diciembre creía que podía ser desprolijidad, yo en julio pienso que puede haber otras cosas”, dijo Pérez Banchero.
El exfuncionario sostuvo que frenó una compra por 800.000 dólares a la agencia de publicidad Netcom en 2020, promovida por el ministro Cardoso, tuvo dudas con otra adquisición que observó el Tribunal de Cuentas y afirma que lo echaron cuando se opuso al avance de una tercera por 500.000 dólares. El ministerio contrató a una empresa con sede en Estonia, a la que es difícil pagarle por temas de lavado
Julio María Sanguinetti: “El coronavirus pone a prueba los valores de la sociedad” – el diario de Leuco
Cardoso tiene antecedentes en cuestiones teñidas de corrupción. Cuando fue secretario general del Partido Colorado explotó el caso de Cambio Nelson, nombre de la casa de cambios implicada en delitos en el año 2017. Francisco Sanabria, dueño del cambio era el hijo de Wilson Sanabria, caudillo colorado del departamento de Maldonado, cuñado de Cardoso y a la vez su suplente en Diputados. Se investigó al Cambio Nelson y se descubrió que estaba implicado en lavado de dinero.
Sanabria financió toda la campaña con plata de dicha entidad financiera. En aquel momento se le exigió a Cardoso que renunciara a la secretaría general de su partido. Poco tiempo atrás, estuvo implicado en otro hecho reñido con la transparencia. Salieron a la luz varias llamadas que le realizara el Jefe de Policía de Maldonado para solicitarle favores personales para su familia o terceros allegados al ex ministro.
Cardoso volverá al Parlamento, supuestamente para limpiar su imagen. Lo que está claro es que ahora estará amparado en fueros mientras se inicia una comisión investigadora en su caso. El hecho curioso de este entuerto es que la renuncia del ministro fue anunciada en el hogar del expresidente Julio María Sanguinetti, Secretario General del Partido Colorado y el Viktor Frankenstein de la coalición gobernante.
Esto demuestra el peso del exmandatario dentro de la coalición, que compensa y mucho con el caudal electoral y el desempeño de su propia fuerza política.
Lacalle cruzó palabras de desacuerdo con el presidente de COFE en acto de Florida
El 25 de agosto se conmemora el Día de la Independencia en Uruguay. En un acto de poca independencia nacional; más bien de alineación a las directrices imperiales y de la derecha continental, Luis Lacalle Pou cesó los acuerdo del Ministerio de Desarrollo Social con el gobierno de Cuba y sus misiones de envío médicos. Este acto fue celebrado por la derechista y líder de Cuba Decide Rosa María Payá.
Payá compartió una foto de su visita a Lacalle Pou en su sede de campaña, a fines de enero de 2020. En diálogo con el diario El País -en aquella oportunidad-, había pedido que el mandatario no invitara a su asunción al presidente cubano Miguel Díaz Canel, así como a los mandatarios Nicolás Maduro y Daniel Ortega. Ninguno de los tres fueron invitados a la ceremonia del 1 de marzo de 2020.
Pero el 25 de agosto también se festejó con renovado brío el día del Comité de Base del Frente Amplio, donde militantes y dirigentes eludieron la pugna por la presidencia de la coalición de centroizquierda centrándose en “la pandemia neoliberal”, el referéndum para derogar la ley de urgente consideración (LUC) y la escandalosa entrega del puerto de Montevideo a una empresa belga.
El senador y dirigente sindical Óscar Andrade reconoció que de a poco en la dirigencia frenteamplista fue calando la idea de que no era tan importante el trabajo en territorio, que alcanzaba con tener gobernantes electos, y señaló que con la recolección de firmas para el referendo se recuperó “el camino que nunca deberíamos haber abandonado: la militancia en territorio, la organización, pensar desde el pie”.
Y, como colofón, en otro acto de genuflexión, Uruguay acaba de firmar un acuerdo donde prácticamente le regala el puerto a una empresa multinacional belga por 60 años. Lusos, porteños, ingleses y españoles intentaron apoderarse de nuestro puerto y desarrollaron guerras sangrientas por él. Parece que bastaba solo con la firma de un decreto y un gobierno entreguista.
El presidente publicó un mensaje en twitter diciendo: «Independencia. Buscada, lograda, cuidada. Seguimos ese legado». Mientras ocurría el acto oficial por los 196 años de independencia oriental, manifestantes con pancartas le espetaban al primer mandatario: “vende patria” y un cántico fuerte sonaba en todo el acto: “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Nicolás Centurión
Como dice un rapero: «por amor y por vicio… se convirtió en mi oficio.» La palabra se milita. Junto café con palabras para subsistir en este paréntesis, desde la periferia.
Un 17 de agosto de 1850 fallecía en el exilio francés José de San Martín, padre de la patria de Argentina y libertador de Chile y Perú. Junto a Simón Bolívar, fue uno de los máximos libertadores de América a principios del siglo XIX, llevando a cabo la independencia de las naciones sudamericanas y la destrucción del viejo imperio español.
El 25 de febrero de 1778 nació en Yapeyú. Hablaba, además de castellano, el guaraní, propio de esa zona de Corrientes. Estuvo dos años en Buenos Aires y al cumplir los seis, se fue con su familia a España, donde hizo una brillante carrera militar.
Tan pronto se entera de la Revolución de Mayo de 1810, y firme con la adopción de las ideas de la Revolución Francesa y las ideas independentistas americanas de Francisco de Miranda y Simón Bolívar, no dudó en sumarse a la patriada de liberación anticolonial en su patria originaria.
Regresa en 1812 y pronto se le encarga desde Buenos Aires formar el Regimiento de Granaderos, que hicieron su bautismo de fuego en la famosa Batalla de San Lorenzo el 3 de febrero de 1813, que duró 15 minutos y expulsó a los realistas de la zona del Río de la Plata.
En 1814 tuvo su reunión cumbre con Manuel Belgrano, otro gran prócer, en el norte argentino, para reagrupar al ejército popular anticolonial y donde conoció al gaucho Miguel Martín de Güemes, líder de las montoneras de Salta que lucharon para que los realistas no invadan la patria desde el Alto Perú.
En 1815 San Martín se quejaba de el por qué no se declara la independencia del Río de la Plata, como sí se animaron los federalistas liderados por Gervasio Artigas en Concepción del Uruguay. Gobernador del Cuyo, San Martín seguía presionando a Buenos Aires para que se declare la independencia, que finalmente se hizo el 9 de julio de 1816 desde Tucumán.
La gesta libertadora de 1817-1818 en el Cruce de los Andes para liberar a Chile, con un ejército popular, integrado por criollos pobres, zambos, pardos, indígenas, esclavos negros, mestizos y trigueños. Luego vino la gesta libertadora de 1821 en Perú, donde San Martín se convirtió en el primer jefe de estado del país, fundando la Biblioteca de Lima donde antes funcionaba la Inquisición en el Virreinato del Perú. El 26 de julio de 1822 tuvo su reunión cumbre en Guayaquil con el otro libertador de América, Simón Bolívar, para luego dejar la escena política sudamericana.
De exilio en exilio, enemistado con Bernardino Rivadavia y con los unitarios, nunca dejó de estar exento de las políticas de su patria. Desde Inglaterra, Bélgica y Francia, San Martín luchaba para que las potencias del momento reconocieran la independencia argentina. San Martín apoyó abiertamente al gobierno de Juan Manuel de Rosas y de hecho se ofreció para ayudar a su país en 1835 y 1845 cuando las invasiones anglo-francesas amenazaban la soberanía nacional. Le ofreció su sable a Rosas y quedó claro que San Martín no era un unitario elitista porteñista, sino un admirador de las ideas federales, de las autonomías provinciales, de la soberanía nacional económica y de las masas populares.
Finalmente, nuestro padre de la Patria Argentina pasó a la inmortalidad rodeado de sus seres queridos en Boulogne-Sur-Mer, Francia, el 17 de agosto de 1850.
Los votantes del archipiélago del Pacífico Sur de Nueva Caledonia rechazaron este domingo la separación de Francia después de casi 170 años de dominio colonial en un referéndum. Por un margen cerrado, los habitantes de esta región del sur del Pacífico, decidieron el domingo en un referéndum seguir siendo parte de Francia, tras lo cual el presidente galo Emmanuel Macron llamó a un diálogo tras un controvertido pasado colonial. El 53,3 % de los votantes estuvo a favor de seguir siendo parte de Francia, mientras que el 46,7% optó por la independencia, según los resultados electorales. En un discurso televisado desde París, Macron, muy contento por el final, calificó el resultado de la consulta de “una expresión de confianza en la República” la que apreció “con un profundo sentimiento de gratitud.”
El país de menos de 300.000 habitantes fue noticia para la diplomacia francesa. Aunque se le da la entidad llamada “Colectividad de Ultramar”, parece que esta colonia es de suma importancia para los galos. Se trató de un referéndum muy esperado. Hubo gran concurrencia a las urnas. Más del 85 % del electorado sufragó antes del cierre de los centros de votación, indicó el Ministerio de Territorios de Ultramar. Los diversos grupos independentistas estaban muy entusiasmados con un posible triunfo, aunque algunas diferencias políticas entre ellos no permitieron una campaña homogénea y eficaz. Pero la militancia de los llamados “leales” filofranceses (conocidos también como “caldoches”) fue más efectiva y logró su cometido.
Población de Nueva Caledonia participando del referéndum del 4 de octubre
El referéndum es parte de un proceso para reducir las tensiones entre la población originaria de los kanak y los “leales” colonialistas. Se logró un acuerdo de paz entre las facciones rivales en 1988 y una década después se forjó el Acuerdo de Noumea, que le dio a Nueva Caledonia poder político y más autonomía, además de estipular la realización de hasta tres referéndums sobre su futuro.
Hay que aclarar que hace dos años, el 56,4 % de la población en un referéndum similar votó en contra de la independencia. Existe la posibilidad de un tercer referéndum para 2022. Pero la lucha independentista de los grupos patriotas kanak sigue pese a estas derrotas. Y viene en aumento.
Población kanak defendiendo su legado cultural ancestral
Una historia colonial típica
Un poco de historia no viene nada mal. Los kanak se cree que son los descendientes de los antiguos pueblos lapita de la Polinesia (cultura que se desarrolló entre el 1600 a.C. y el 700 d.C.). Era una sociedad agroalfarera, organizada en sencillas aldeas con clanes liderados por jefes ligados por el parentesco. No se formaron grandes civilizaciones estatales, sino pequeñas “jefaturas aldeanas” con una baja intensidad de desigualdades sociales y económicas. A partir del siglo XI, se produce un intercambio continuo con pueblos polinesios, que se mezclaron con la población local, formando así la cultura de los kanak. Los europeos divisaron las islas a fines del siglo XVIII. El famoso explorador inglés James Cook y sus hombres llegaron en 1774 y la llamaron “New Caledonia”, en honor a las Tierras Altas de Escocia, a las cuales los romanos llamaban “Caledonia”. Balleneros británicos y estadounidenses se interesaron en Nueva Caledonia, y las tensiones por ella se incrementaron. Los kanak sufrieron este proceso de invasión, conquista y genocidio. Los europeos usaban alcohol y tabaco, entre otras cosas, para intercambiarlos por insumos. El contacto con los europeos trajo enfermedades, como la disentería, la gripe, la sífilis y la lepra. La población kanak empezó a ser diezmada. Unos 5000 kanak murieron entre 1810 y 1813, producto de esta invasión de los occidentales. Finalmente, en 1853 los franceses se apoderaron de Nueva Caledonia.
Para entonces, los kanak de Nueva Caledonia, junto con los pueblos originarios de Vanuatu, Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomón, vieron su población mermada debido a la práctica de la trata de esclavos. A los pueblos kanak se los destinaba a trabajar como esclavos en las plantaciones de azúcar en Fiyi y en el territorio australiano de Queensland. Este genocidio duró hasta principios del siglo XX. Los misioneros católicos y protestantes llegaron durante el siglo XIX. Estos tuvieron un profundo impacto en la cultura indígena. Insistieron en que los kanak debían usar ropas e introdujeron el críquet y el té. También erradicaron muchas de las costumbres y tradiciones locales. Los franceses logaron imponerse y apoyaron la cristianización de algunas gentes kanak “afrancesados”. Nueva Caledonia sirvió como colonia penal por cuatro décadas después de 1864. Desde entonces la convirtió en colonia de ultramar y luego en 1946 le dio el estatus de “territorio no autónomo”, reconocido por las Naciones Unidas (ONU). La mayoría de las comunidades kanak fueron marginadas y los descendientes de los colonos franceses se apoderaron de las tierras, instalaron sus empresas agroindustriales y conformaron la típica burocracia administrativa colonial. Toda una especie de apartheid oculto.
La lucha por la independencia kanak
Militantes independentistas kanak manifestando contra Francia en Nueva Caledonia
Las luchas independentistas no tardaron en llegar. Grupos patriotas antifranceses se fueron conformando entre los kanak, sobre todo estimulados por los vientos de descolonización en tiempos de guerra fría. Las luchas de los argelinos y hasta la Revolución Cubana fueron inspiraciones de los rebeldes anticolonialistas kanak. Uno de estos grupos, conformaron una guerrilla de orientación socialista, conocida como Frente de Liberación Kanak Socialista (FLNKS), liderada por el destacado dirigente independentista Jean Marie Tjibaou.
Los países del Movimiento de Países No Alineados apoyaron a los patriotas kanak y hasta los cubanos expresaron su apoyo desde el Caribe tan lejano al Pacífico Sur. Los franceses combatieron a los patriotas del FLNKS, mientras que otros grupos más moderados, como el Partido Laborista Kanak (PLK), pedían ayuda al Comité de Descolonización de la ONU. En 1885 la guerrilla se activó con todo y llamó a la insurrección general. Tjibaou y sus guerrilleros proclamaban la idea de fundar el “Estado Independiente de Kanaky”.
Los problemas culminaron en 1988 con una impactante toma de rehenes en Ouvéa. Esto llevó al otorgamiento de mayor autonomía con los Acuerdos de Matignon (1988). Los franceses pactaron una especie de tregua con los patriotas kanak, pero en 1989 es asesinado el líder Tjibaou, que se convirtió en un prócer independentista para los anticolonialistas. Las luchas siguieron, pero los franceses lograron derrotar a los patriotas kanak. Luego se llegó a un acuerdo en Numea (con otra tregua firmada en 1998).
El destacado dirigente independentista Jean Marie Tjibaou, líder histórico de los kanak
El níquel custodiado por el colonialismo francés
Francia y los “caldoches” lograron una vez más apartar a los kanak, que se dividieron en fracciones políticas tras las derrotas pasadas. Tanto París como las elites blancas “colches” de Nueva Caledonia defendieron con todo su más apreciado recurso económico: el níquel. La economía de la colonia se basa principalmente en la explotación minera del níquel, del que es el tercer productor mundial después de Rusia y Canadá. Se estima que posee el 25 % de las reservas mundiales. Los ingresos procedentes del turismo ocupan un sitio importante en la economía local, junto con los intercambios financieros con Francia. En el Pacífico Sur, Nueva Caledonia es la “perla de los franceses”. La moneda de curso legal es el Franco CFP.
Las revistas del establishment capitalista financiero enseñan que Nueva Caledonia tiene una de las mayores economías del Pacífico Sur, con un PIB de 9.890 millones de dólares estadounidenses. El PIB nominal per cápita es de 38.921 dólares yanquis. Es superior al de Nueva Zelanda, aunque existe una importante desigualdad en la distribución de los ingresos, y desequilibrios estructurales de larga data entre la Provincia Sur, económicamente dominante, y la Provincia Norte y las Islas de la Lealtad, menos desarrolladas y donde viven las poblaciones kanak. La moneda en uso en Nueva Caledonia es el franco CFP, que reemplazó al Franco de Nueva Caledonia.
El 44 % de la población de Nueva Caledonia es kanak. El 34 % es de origen francés. También hay un 2,5 % de población de origen indonesia, y 1,5 % de asiáticos venidos de China y Vietnam. Entre los kanak hay un 30 % de pobreza, y el desempleo en ellos llega al 20 %. Todo está bajo control de los “caldoches”, quienes lograron hacer alianzas con sectores “colaboracionistas” de la comunidad kanak, llamados “traidores” por los patriotas independentistas.
Jean Marie Tjibaou llamando a la lucha armada en el decenio de 1980 contra Francia
Nueva Caledonia y los intereses de las potencias
El referéndum del domingo 4 de octubre en Nueva Caledonia mantuvo en vilo no sólo a Francia, sino a Occidente. Las portadas de los diarios europeos y también de Estados Unidos le dieron un lugar a este suceso. Algunas gentes se enteraron de que existía Nueva Caledonia, mientras que otros estaban a la espera de un posible triunfo independentista y la eventual aparición de una nueva nación en el concierto de la ONU (el último país aceptado en ella fue Sudán del Sur, que logró su independencia el 9 de julio de 2011). Y, como era de esperarse, las potencias comenzaron a especular. Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda deseaban un triunfo de los colonialistas franceses. Lo mismo Washington. Su deseo se basaba en que si ganaban los independentistas se abría paso a los grupos más radicales antifranceses en Nueva Caledonia, temiendo que estos viraran su mirada hacia la República Popular China. De hecho, los patriotas hablaban de “independizar la economía kanak”, de “romper con la ligazón económica colonial con Francia” y “nacionalizar el níquel para el pueblo kanak”. Francia no quería perder el níquel de Nueva Caledonia y los conservadores colonialistas “caldoches” militaron en su campaña electoral que los anticolonialistas kanak querían entregar Nueva Caledonia a los chinos.
Macron con atuendos típicos de la cultura kanak en una de sus visitas a Nueva Caledonia
¿Final abierto?
Por los visto, no pudo nacer una nueva nación independiente en el concierto de la ONU. Nueva Caledonia seguirá siendo colonia de Francia. Los patriotas kanak no se quedarán quietos. Les falta unirse un poco más y dejar de lado algunas diferencias políticas entre ellos. Francia, para evitar sustos de referéndum, le dará “algo de autonomía a Nueva Caledonia” y tratará de cooptar un poco más a ciertas gentes kanak. También los “caldoches” deberán aflojar un poco con su nacionalismo galo casi antikanak, aunque odian a los patriotas que se declaran abiertamente antiimperialistas y socialistas. Algo está seguro. El níquel de Nueva Caledonia sigue manos francesas. París hará todo lo posible para que no se pierda.
Mauricio Piñero
Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.
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