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Pese al trabajo del Gobierno por estabilizar el mercado, los incrementos del ganado en pie siguen presionando. La escasez de hacienda complica el escenario a futuro y podría haber un fuerte impacto en la canasta básica.
Los precios de la carne vacuna en los supermercados y carnicerías no dejan de subir y en marzo acumularon un incremento interanual de alrededor del 60% pese a los intentos del Gobierno por estabilizar el mercado. A su vez los datos de abril parecen seguir esta línea según el último relevamiento de la consultora LCG donde se muestra un incremento acumulado a la tercera semana del mes de alrededor del siete por ciento.
Uno de los principales factores que justifican el incremento viene de la mano de las subas en los valores de la hacienda en pie y desde el mercado Ganadero de Rosario (Rosgan) explican que “previo a los feriados de Semana Santa, y en combinación con un bajo nivel de oferta producto del paro camionero y las lluvias, los precios de la hacienda, especialmente en categorías de consumo liviano, marcaron nuevos récords”.
Asimismo, tanto la carne de novillo como la de vaquilla livianas alcanzaron topes corrientes de hasta $370 pesos, pese a que una semana atrás, por la misma mercadería se pagaba -como máximo- unos $320. La suba de más de un 15% sobre el kilo vivo presionará para trasladarse al gancho y, en parte, al mostrador.
Según el relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en marzo el consumo fue de 47,7 kg. per cápita por año, lo cual marca una caída interanual de 2,7% (-1,3 kg/hab/año), elevándose al 12% si se contrasta con 2019. El pueblo argentino está consumiendo cada vez menos carne y la razón principal es que los precios de estos productos tienen incrementos bastante por encima de la inflación general.
Desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) explican que “durante mucho tiempo, la demanda de carne bovina en Argentina se caracterizó por tener una baja elasticidad respecto del ingreso”, ya que la población no variaba en gran cuantía su consumo de carne pese a que sus ingresos se contraían.
En este sentido a diferencia de otros consumos alimentarios, como por ejemplo los lácteos, la BCR mencionó que “el consumo de carne bovina se independizaba del nivel de salarios medios. Sin embargo, en la última década se ha advertido un cambio en este sentido, y el consumo de carne bovina tiene una relación más estrecha con el salario”.
El organismo también indicó que en los últimos seis meses, desde la primera corrección fuerte del precio de la hacienda a mediados de octubre del año pasado, tras varios meses de retraso, “el avance que han ido registrando las cotizaciones del gordo para consumo -novillitos y vaquillonas- no está pudiendo ser trasladado. De noviembre a marzo, el precio corriente de estas dos categorías que abastecen al mercado interno acumula un aumento promedio del 44%, mientras que el precio promedio de los distintos cortes de carne vacuna seguidos por el IPCVA arroja una suba del 35% para ese mismo período”.
Pese a ello, el sector exportador continúa compensando la caída de los envíos, partiendo de las restricciones impuestas por el Gobierno en mayo del año pasado, gracias a los altos precios que está pagando el mercado internacional por la carne vacuna.
Asimismo, las estadísticas del IPCVA revelan que en marzo pasado las ventas al exterior de carne y huesos aumentaron un 6% respecto de febrero, aunque fueron 5% menos que las del mismo mes de 2021. A su vez el ingreso fue de u$s 292,4 millones de dólares, gracias a un aumento del precio FOB promedio por tonelada para el periodo en cuestión, que fue de u$s 9.620 dólares para los cortes enfriados sin hueso (que tuvo una suba de 25%) y de u$s 5.880 para los cortes congelados sin hueso (percibiendo una mejora de 38%).