¡Mortales! Oíd: Una Patria, un Estado, una Nación  

¡Mortales! Oíd: Una Patria, un Estado, una Nación  

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Cuando discutimos el Estado, no estamos haciendo otra cosa que discutir qué nociones de igualdad o libertad hay debajo de las acciones y los discursos, qué relaciones de poder se tensan y se disputan, cómo se distribuyen regionalmente los poderes, cómo se planifica y hacia dónde camina esa Patria.¿Podemos pensar en un Estado sin los aparatos burocráticos heredados de la colonia? ¿Podemos pensar un Estado que sea posibilitador de la igualdad y la libertad bajo la promesa democrática? 

“Ya entregué mi corazón
y otros te dieron la vida entera,
las fogatas de ese amor
no encienden sólo en primavera.
No me pidas olvidar, no me pidas desarmar,
desde niño aprendí que “patria”
es memoria y sueño bajo la piel.
Mira mis manos, llenas de hermanos.
Que tu sangre cante en el viento
como bandera de libertad.”

Patria; 1998 – Víctor Heredia

Un breve repaso universal

Entre los siglos XV Y XVIII, se desarrollan los “Estados modernos” en occidente arraigados a la idea de Nación. Es decir, empieza a constituirse el mundo como lo conocemos actualmente. Parafraseando a Weber podríamos decir que el “progreso” hacia el Estado burocrático, no es otra cosa que el proceso de racionalización que administra e imparte justicia según reglamentos igualmente racionales paridos por la ilustración y de este modo, unido al desarrollo capitalista moderno. Para ponerlo en otras palabras; podríamos sostener que Estado –Moderno- y Capitalismo, no solo nacen de un mismo proceso sino que son difícilmente disociables, constituyendo lo que Oszlak definia en 1997 de la siguiente manera;

“El Estado nacional es el resultado de un proceso convergente, aunque no unívoco, de constitución de una nación y un sistema de dominación. La constitución de la nación supone -en un plano material- el surgimiento y desarrollo, dentro de un ámbito territorialmente delimitado, de intereses diferenciados generadores de relaciones sociales capitalistas; y en un plano ideal, la creación de símbolos y valores generadores de sentimiento de pertenencia.

¿Podemos entonces pensar en un Estado sin los aparatos burocráticos heredados de la colonia? ¿Podemos pensar un Estado que sea posibilitador de la igualdad y la libertad bajo la promesa democrática? 

Rebeldes, conservadores y revolucionarios

En tiempos de desencanto los grifos vestidos de inofensivos heraldos, esponsoreados por grandes marcas y mejores tecnologías, prometen un mundo despolitizado, intermediado por la tan neutral matemática y la economía de la objetivación institucional del Estado como una alternativa novedosa. Mientras, desde el banquillo las izquierdas y los grandes relatos progresistas parecen tiritar desorientados, con horizontes de posibilidad en color sepia y dificultades para pensar la Nación, el Estado y la Patria. En medio de esa trifulca, donde se dirime el curso próximo del siguiente cuarto de siglo, las viejas preguntas se desempolvan y desfilan sobre la mesa ante los comensales que deberán decidir qué camino tomar, de qué mensajero recoger las cartas y hacia dónde inclinar la balanza.

La modernidad, como buena partera de contradicciones, trajo consigo el mayor dilema del Estado moderno y la democracia; [Igualdad/libertad o Libertad/Igualdad], esa ha sido y ha de ser la discusión nodal de la política dentro del mundo occidental, democratico y en vías de “progreso” de su génesis hasta el dia de hoy. Progreso, otra gran palabra encerrada en el reverso democratico sujeta a la promesa racionalista e insignia de reconocidos lemas nacionales, donde el orden termina muchas veces por sobreponerse al progreso en la clásica fórmula del credo positivista.  

Cuando discutimos el Estado, entonces, no estamos haciendo otra cosa que discutir qué nociones de igualdad o libertad hay debajo de las acciones y los discursos, qué relaciones de poder se tensan y se disputan, cómo se distribuyen regionalmente los poderes, cómo se planifica y hacia dónde camina esa Patria.  ¿Existe una Patria sin Estado o un Estado sin Patria? ¿Es posible pensar en la Patria sin soberanía? 

Si siguiéramos la noción del péndulo hegeliano, nos encontraríamos con una oscilación de izquierda a derecha, que las más de las veces no ha encontrado un  punto medio. Aunque algunos dirán que la democracia moderada es la síntesis entre el gobierno conservador y los movimientos revolucionarios. Podríamos por lo tanto  reiterar la pregunta redirigiendo nuestras incógnitas no solo a la estructura y la historia del Estado, sino también y sobre todo a la democracia. ¿Es la democracia una síntesis, o como sostienen algunos eruditos clásicos y contemporáneos, la democracia no es otra cosa que la escenificación de una farsa para mantener las estructuras desiguales y la perpetuación de los poderes?

Creemos elemental construir una batería de preguntas, por más primarias que estas sean, para las cuales encontraremos múltiples respuestas en algunos casos y escuetos esbozos en otros, con la finalidad de encontrar en la amalgama colectiva un horizonte desde donde proyectar y construir el Estado, la nación y la patria que anhelamos. 

¿Entonces….?  ¿Qué es el Estado? ¿Cómo pensamos en la estructura del mismo, su alcance y su agencia? ¿Qué hay detrás de las proclamas contra la estatalidad? ¿Cómo pensar el Estado desde América Latina? ¿Se puede hacer extirpando de la historicidad regional la marca colonial? ¿Cuáles son los mitos fundacionales de la Argentina, cómo nos estructuran, bajo qué preceptos y en qué carril de la ancha avenida de la historia nos sitúa? ¿Qué significa defender la democracia? ¿La defendemos porque atrevernos a pensar fuera de sus guiones nos resulta aterrador, o porque estamos convencidos de que es el modelo más representativo de lo político?¿Seguimos en vigilia unitarios y federales? ¿Hay un ellos y nosotros originario, o podemos ser uno? ¿Todos somos hijos de la patria?  

Tiempo atrás, el filósofo Argentino Carlos Astrada, decía lo siguiente en el Mito Gaucho: “Sostenemos que somos algo o alguien – aunque más no sea, una brizna en el pampero- y que una fuerza ínsita en nuestros orígenes, un programa de vida implícito nos ha proyectado al horizonte histórico para realizar una tarea, para cumplir una misión. Podremos desertar de esta empresa, podremos traicionar aquella fuerza, articulada en mandato; pero el impulso inicial existe y la tarea estaba ya prebosquejada en nuestra historia, en la entraña misma del advenimiento del pueblo argentino a su soberanía política y vida propia”. (Astrada, 2006:22) 

Nosotros humildemente venimos a tomar la pregunta como punta de lanza para encontrar ese impulso inicial del que nos habla Astrada y bajo la pretensión de desandar o remontar el mito, en este dossier buscaremos dar lugar al encuentro colectivo y al debate entre pares y dispares, para entender qué hay en la trama de la división de poderes, el desarrollo técnico-estratégico y los procesos de industrialización del país. Pero también, para pensar y proponer formas de construir soberanía en un mundo que parece cada vez más desenraizado e hiperconectado en su fragmentación y donde la turbiedad mediática y la obsolescencia del tiempo parece oxidar viejos cimientos a la velocidad de la luz. Insistimos en hacernos el tiempo para utilizar la pregunta como esa catapulta desde donde preguntarnos cómo desarrollar políticas de estado, en un mundo donde las tecnologías parecen desdibujar las fronteras, porque creemos que ahí, en la pregunta incisiva y constante es donde se encuentra el brete desde donde construir esos tan necesarios horizontes de deseo.

¡Sumate a la Comunidad Trinchera y aportá a la Comunicación Popular!

Tu aporte es esencial para que el Multimedio Trinchera pueda continuar con la construcción de una comunicación por y para el pueblo. Agradecemos el apoyo de nuestra comunidad y te invitamos a suscribirte para afianzar día a día nuestra Trinchera y disfrutar de un montón de beneficios.

1