La Piratería Inhumana y criminal del ¡sálvese el que pueda¡

La Piratería Inhumana y criminal del ¡sálvese el que pueda¡

TIEMPO DE LECTURA: 10 min.

Por Pablo Jofré Leal*

La pandemia del Covid-19 ha sacado a relucir, no sólo la nobleza y abnegación de aquellos que luchan contra esta enfermedad, que sacude los cimientos de nuestra civilización; sino también la conducta miserable de algunos gobiernos, que inmutables violan los derechos de millones de seres humanos.

Estos días, los medios de información, han detallado las acciones del gobierno estadounidense, principalmente, en materia de expoliar materiales sanitarios y equipamiento médico destinados a proveer de estos elementos a países como Alemania, Francia, Canadá entre otros. También se ha dado muestra abundante, de la decisión de Washington de seguir con la política de sanciones, embargos, bloqueo e incluso frenar el posible apoyo financiero del Fondo Monetario internacional (FMI) a países como Venezuela, Cuba, Siria y la República Islámica de Irán, con el objetivo de desestabilizar sus gobiernos y continuar con el objetivo estratégico de apoderarse de sus recursos y materias primas, tratando de reimponer una hegemonía, que ha perdido terreno en la última década. Y, finalmente cortar el apoyo financiero a la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Una conducta de piratería versión siglo XXI, que signa el tipo de pensamiento que anima a administraciones como la de Donald Trump, que no duda en pasar por encima del respeto al derecho internacional, incluso si sus víctimas son socios y aliados. El gobierno alemán, a través de su canciller Ángela Merkel, por ejemplo, reaccionó indignado frente a la incautación de 200 mil mascarillas del tipo FFP2 compradas y pagadas a un proveedor estadounidense (pero fabricadas en China) incautadas en el aeropuerto de Bangkok, la capital de Tailandia. El Senador por Berlín Andreas Geisel no fue tan diplomático y acusó a Estados Unidos de cometer un claro acto de piratería “nuestro gobierno debería exigir que Estados Unidos respete las reglas internacionales, incluso en tiempos de crisis global, no debería haber métodos del “salvaje oeste”

Francia, por su parte, otro aliado político, militar y económico de Estados Unidos, declaró, a través del Gobernador de la región de Provenza, Renaud Muselier que Washington, haciendo gala de su potencia económica y falta de escrúpulos, compró a un precio cuatro veces superior una carga de millones de mascarillas clínicas (en la pista del aeropuerto chino), que ya habían sido pagadas por el gobierno galo y que estaban a punto de despegar rumbo a la nación gala. París, para no ser menos en estos combates llevado a cabo por corsarios modernos, se apropió, un día después del hecho denunciado contra Estados Unidos, de un cargamento de 4 millones de mascarillas compradas por la empresa sueca Mölnlycke a China y que llegaron al puerto francés de Marsella, para ser destinadas a España e Italia. Posteriormente, las autoridades galas sólo permitieron la salida de la mitad de la carga, el 50% restante fue parte del botín de guerra.

La escalada de piratería no se quedó sólo en ganar el quien vive y expropiar cargas o pagar más por ellas en la losa misma de los aeropuertos. Washington a través de la llamada Ley de Defensa de la Producción, el día 3 de abril, definió con la multinacional 3M, que debía dejar de exportar mascarillas y otros equipamientos (incluyendo ventiladores mecánicos) tanto a Canadá como Latinoamérica. El primer ministro canadiense Justin Trudeau respondió duramente señalando que Canadá podría impedir que miles de profesionales sanitarios canadienses, que cada día cruzan la frontera para trabajar en hospitales estadounidenses en ciudades como Detroit, viajen a cumplir sus funciones si se interrumpe el comercio de productos como las mascarillas N95”

Las acciones del gobierno de Trump, respecto a esta papel de piratería y política de sanciones contra algunos países, ha recibido severas críticas desde congresistas demócratas de su país, gobiernos aliados de la Unión Europea, organizaciones defensoras de derechos humanos, líderes cristianos y que se han intensificado frente a la denuncia del Diario Al Quds Al Arabi con circulación en Gran Bretaña, que en medio de la grave situación pandémica en Estados Unidos y la  severa escasez de equipos médicos vitales, Washington, en lugar de fortalecer su sistema sanitario, ha robado mascarillas a sus socios europeos para remitirlas a Israel. Un millón de mascarillas quirúrgicas ha sido enviada al Ejército Ocupante Sionista, para enfrentar el brote del nuevo coronavirus, denominado como COVID-19.“Mientras nuestro personal médico debería usar mascarillas usadas y hechas a mano, Trump regala un millón de mascarillas al ejército de Israel, para que pueda seguir con sus actos de ocupación”, denunció el viernes Ariel Gold, directora de la oenegé CODEPINK.

Prueba de lo sostenido “En las últimas semanas, hemos comprado y entregado a Israel decenas de miles de hisopos, máscaras, trajes protectores para el personal médico y más (…) Un millón de mascarillas, adquiridas en China, fueron trasladadas rápidamente (…) para que el ejército israelí las use en los próximos días”, confesó Limor Kolishevsky, jefe de la División de Compras y Logística de Nueva York. Un Israel afectado con 11 mil contagiados y 120 muertos y mientras continua, criminalmente, la ocupación y colonización de Palestina, afectando a su pueblo que está, no sólo bajo el peligro del virus Covid-19 sino también uno más más peligroso como es el Sion-48. Piratas y criminales se unen para seguir asesinando al pueblo palestino, como también al pueblo yemení, iraquí, afgano, sirio, en estas guerras que no se detienen a pesar de la pandemia. Y, no lo harán pues el negocio de las armas es multimillonario.

Para medios de información internacionales “las empresas productoras chinas están dando prioridad a los compradores estadounidenses, que pagan más y al momento. Esto, sobre todo, porque Washington ha levantado restricciones, les ha dicho a las empresas que tengan o no tengan certificados que envíen sus productos. Por eso se producen la inmovilización de la salida de productos desde el aeropuerto de Beijing. Se está dando prioridad, sostiene productores de la ciudad de Guangzhou, a los compradores estadounidenses por una razón muy profana y pragmática: pagana al contado y tres a cuatro veces más que otros compradores de productos tales como mascarillas, termómetros infrarrojos y test de detección del covid-19”

Para la República Islámica de Irán, uno de los países sometidos a una de las más crueles y criminales políticas de sanciones por parte de Estados Unidos – desde el momento mismo del triunfo de la revolución el año 1979 e intensificadas en los últimos 15 años – las acciones de Washington no son algo nuevo, es parte de su historial delictivo, de la forma de conducirse en sus relaciones internacionales. Irán asegura que las medidas de algunos países occidentales, en concreto Estados Unidos, ante el coronavirus es una muestra más de su carácter. “El brote del coronavirus mostró nuevamente a todo el mundo la cara antihumana y racista de los Gobiernos occidentales, especialmente Estados Unidos, y expuso que, ante los beneficios de sus capitalistas, incluso la vida de sus propios ciudadanos no vale nada” atendiendo con ello las constantes alusiones de Trump respecto a que es necesario no seguir dañando la economía, cuando ese país tiene ya 600 mil contagiados y ha sobrepasado a Italia en cantidad de muertos por la pandemia, 21 mil en el último recuento entregado por la Universidad Johns Hopkins. 

El mal ejemplo estadounidense ha influido en países como Turquía, país que a inicios del mes de abril, bloqueó la salida de medio millar de ventiladores mecánicos comprados por comunidades autonómicas españolas, para el cuidado de los enfermos por el Covid – 19 que en el país peninsular ha significado la muerte de 18 mil personas. A fines del mes de marzo se denunció que el gobierno checo había requisado 700 mil mascarillas quirúrgicas y un par de centenares de respiradores artificiales, parte de cuyo stock de productos habían sido una donación del gobierno chino a Italia que en ese momento presentaba el mayor número de contagios y muertes por la pandemia. Igualmente a fines de ese mes el gobierno alemán denunció que en el aeropuerto de Nairobi, Kenia, habían desaparecido 6 millones de mascarillas que iban con destino al país europeo. Las flotas piratas inundaban el mundo, quien más o quien menso con sus billeteras rebosantes ofrecían llevarse la carga del vecino.

Estos ejemplos se multiplican y muestran la verdadera falta de solidaridad y colaboración en la lucha contra la pandemia, usando más bien la política de las chequeras, que la coordinación y apoyos que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) pueden llevar a cabo. Situación que se complica por las críticas que la administración Trump ha hecho contra la OMS y su director general, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, acusándola de favorecer a China en desmedro de la nación norteamericana. Nuevamente con argumentos basados en el dinero sostuvo “por alguna razón, la OMS está financiada en gran parte por Estados Unidos, pero es muy “Chinacéntrica” lo que generó que el mandatario estadounidense haya decidido, con críticas venidas desde todas partes del mundo, cortar el apoyo financiero de 850 millones de dólares con los cuales concurre a este organismo, como contribución dentro del bloque de países de la ONU y la llamada contribución voluntaria.

China ha criticado abiertamente a Estados Unidos. No sólo por la piratería desplegada sino también porque “en medio de la pandemia, algunos políticos estadounidenses se comportan en forma inmoral e inhumana, al no poner la vida y la salud de las personas por encima de la política” sostuvo Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. Esto, en función de refutar una serie de informes de inteligencia estadounidense, donde se asegura que Beijing ha desinformado sobre los casos del Covid-19 y las estadísticas. El gobierno chino expresó su indignación y Hua Chinying expresó que “ni la calumnia ni las manchas ni el desvío de la culpa hacia los demás pueden compensar el tiempo perdido. En cambio, redundará en más tiempo y vidas perdidas. El pueblo chino simpatiza con el pueblo estadounidense por el dolor que está sufriendo ahora pero, la politización de los problemas de salud pública debe ser denunciada por las personas de todo el mundo, incluido los propios estadounidenses y exigirles a sus políticos ajustar su dirección y prioridades de trabajo, concentrándose en salvar vidas.

Traigo a colación las palabras de Sayed Ali Jamenei, que hago propias, pues interpretan este sentimiento, que me acompaña respecto al Covid-19 con relación a que esta humanidad sufre de injusticia, divisiones de clase, inequidad, abusos de las potencias mundiales. Donde el coronavirus es un gran problema para nuestras sociedades, pero sigue siendo un problema pequeño en comparación con otras muchas dificultades que hemos vivido y por las cuales hemos transitado con sangre, dolor y lágrimas. Conflictos que nos han aquejado, que nos afectan y lo seguirán haciendo mientras no seamos capaces de cambiar drásticamente la manera en que hasta ahora nos hemos comportado: guerras, invasiones, agresiones, ocupación de territorios, desplazamiento de personas por millones (65 millones de refugiados contabilizados el año 2019). Racismo, sometimiento de pueblos, inequidad económica, la apropiación de la riqueza de todos en manos de unos pocos.

La muerte se ha tenido que hacer presente por miles, en las potencias occidentales, para que se den cuenta en la fragilidad en la que viven, aunque el 75% de la humanidad vive en esa inestabilidad, pobreza, esa cuerda delgada, desde siempre, sea en África, Asia y Latinoamérica. La cultura y la civilización donde el capitalismo se enseñorea ha mostrado su verdadera cara: escasa cooperación, falta de solidaridad, robos, usurpación, amenazas de cortar fondos a organismos internacionales, esconder las verdaderas cifras de la hecatombe, piratería, usurpación, la fuerza del más poderoso contra el pequeño, soberbia, matonaje.

El capitalismo ha mostrado su verdadera cara, mediante los saqueos, aumento de precios, acaparamiento de alcohol gel, alimentos, la falta de conciencia social, comprar armas para defenderse del otro. Pensar incluso en a quién se salva, al joven o el viejo en una disyuntiva éticamente reprobable porque lo allí se discute en verdad, es la viabilidad económica del ser humano, si podrá producir o es simplemente una carga. El dividir a la población entre los viables y los que llegan al fin del camino, pobres, con jubilaciones miserables. O una población carenciada sujeta a los vaivenes del mercado, sometidos a la decisión de gobiernos que deben apelar a la “bondad” del empresariado más poderoso, para ver si el ciudadano tendrá algún apoyo económico. Una sociedad vergonzosa que posee cientos de miles de millones de dólares de sus cotizantes previsionales, pero no pueden hacer uso de ellos.

La pandemia del Covid-19 ha mostrado la cara de un mundo que grita “sálvese el que pueda” individualmente y si tiene ahorros mejor, sino los tiene las migajas caerán para que el engranaje productivo siga funcionado. La piratería del siglo XXI se expresa robando mascarillas, ventiladores mecánicos, kits de detección del virus. Esta pandemia nos obliga a combatir el virus decididamente pero también cambiar las bases de este político, económico y social que ya no da el ancho. La inmoralidad, la inhumanidad no puede seguir marcando nuestro rumbo. Estamos obligados a repensar el mundo que se nos viene y una de las tareas es tirar por la borda a todo pirata que pretenda aprovecharse de esta pandemia.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl
Julie Callahan: “La pandemia ha sobrecargado al sistema sanitario y ha expuesto su incapacidad para atender a las personas que lo necesiten”

Julie Callahan: “La pandemia ha sobrecargado al sistema sanitario y ha expuesto su incapacidad para atender a las personas que lo necesiten”

TIEMPO DE LECTURA: 17 min.

Revista Trinchera dialogó con la activista en derechos humanos y animales estadounidense, Julie Callahan, quien analizó la forma en que el gobierno de Donald Trump está enfrentando la pandemia del COVID-19.


¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?

La economía de los Estados Unidos está impulsada principalmente por el consumo interno y las políticas económicas neoliberales. Tiene impuestos más bajos y un sector financiero más grande que algunos otros países que mantienen más un estado de bienestar para compensar las conmociones económicas que pueden ocurrir debido a problemas comerciales. Estados Unidos depende de los salarios para impulsar el crecimiento y prácticamente no tiene reservas para compensar los efectos de las crisis económicas. El modelo de crecimiento funciona bien siempre que haya un bajo desempleo, se ganen y gasten los salarios, y los consumidores y las empresas reciclen el crédito para cubrir la diferencia entre salarios y costos.

Dado que el poder adquisitivo de los salarios en los Estados Unidos ha disminuido con el tiempo, las personas se han visto obligadas a gastar más de sus ingresos en pagos de tarjetas de crédito, préstamos estudiantiles y gastos médicos. Cuando hay un shock en la economía y los ingresos de las personas se reducen considerablemente, como durante esta pandemia, no hay fondos de respaldo para compensar sus deudas.

Como parte clave del modelo de crecimiento de EE.UU., se rescatará a los sistemas financieros para mantener el flujo de crédito y que la economía absorba el impacto a través de mecanismos como el desempleo, la reducción de salarios y las políticas de austeridad. Se supone que los precios y los salarios se ajustarán rápidamente, el capital se reasignará y el crecimiento volverá sin la necesidad de intervención estatal. Sin embargo, la pandemia de coronavirus ha creado un shock que no es normal y los mecanismos habituales para el shock económico son de poca utilidad. Rescatar el capital y esperar que la mano de obra se ajuste a través de recortes salariales y desempleo es simplemente imposible dado el alcance del cese de actividades. El modelo de crecimiento de EE.UU. sin gastos de asistencia social está diseñado de tal manera que si se apaga, crea un daño extremo para sí mismo.

Otro factor clave en el estado actual de desorden en los Estados Unidos es el sistema de atención médica existente. Es un sistema predominantemente atado al empleo. Si las personas están desempleadas, es posible que no tengan acceso o no puedan pagar la atención médica debido a la falta de seguro médico. También hace que sea más difícil para las personas cambiar de trabajo por temor a perder sus beneficios de salud. Antes de la pandemia, se estimaba que aproximadamente 28 a 30 millones de personas no tenían seguro y que al menos 40 millones de personas tenían seguro médico insuficiente. Esta situación, por supuesto, afecta principalmente a las personas más pobres, los trabajadores agrícolas y los inmigrantes indocumentados en el país. En Estados Unidos se paga cierta cantidad de dinero por una póliza de seguro médico, que suelen ser muy caras, y cada gasto sanitario (consultas e insumos médicos) se va descontando de ese monto total. Por eso, incluso para aquellas personas que pueden costear un seguro médico, este mecanismo hace que las personas eviten ver a un médico a pesar de que puedan necesitarlo o reducen la cantidad de medicamentos recetados que toman para que a póliza dure más.

La atención médica en los Estados Unidos es un sistema privatizado con fines de lucro que está completamente mal equipado y no está preparado para cualquier tipo de emergencia de salud a nivel nacional, y mucho menos para la pandemia que estamos experimentando actualmente. Sin embargo, deberíamos haber estado preparados para esta crisis porque ha habido advertencias durante años de este mismo escenario. Obama sabía de la posible pandemia cuando era presidente, sin embargo, ni él ni Trump tomaron medidas para prepararse para ella. Durante los últimos tres años, los Estados Unidos se han distraído con las absurdas tonterías de Russiagate, Ukrainegate y la farsa de un juicio político. En lugar de prestar atención a las advertencias de los científicos y profesionales médicos, el gobierno los ignoró, no porque no hubiera evidencia científica de que pudiera ocurrir una pandemia, sino porque ha habido una falta de voluntad por parte de los líderes del país.

La pobreza existente en los Estados Unidos es otro problema crítico que ha sido expuesto por el virus. Muchas personas han estado viviendo de cheque en cheque sin ahorros o red de seguridad para ayudarlos en este momento de crisis. Un informe que fue generado en 2020 por The State of America’s Children afirmó que uno de cada seis niños en el país -casi 11.9 millones de niños-, viven en la pobreza, lo que los convierte en el grupo de edad más pobre de los EE.UU. “Casi el 73 por ciento de esos niños son niños afroamericanos. La tasa de pobreza infantil (16 por ciento) es casi una vez y media más alta que la de los adultos de 18 a 64 años (11 por ciento) y dos veces mayor que la de los adultos de 65 años o más (10 por ciento).” Los niños que viven en la pobreza tienen menos probabilidades de tener un seguro médico y atención médica adecuados.

Además de un modelo de crecimiento desmoronado, un sistema de salud deteriorado y una pobreza cada vez mayor, especialmente para los niños, Estados Unidos tiene una población de aproximadamente 330 millones de personas, donde cerca de 270 millones poseen armas cortas, y existen 80 millones de trabajadores (que cobran por hora y trabajan en la informalidad) que no reciben licencia por enfermedad en este contexto de pandemia. Todo esto se suma a desafíos únicos que muy pocos países enfrentan.

Europa Press – 27/02/2020

¿Cómo caracterizarías la actitud del gobierno nacional para enfrentar al COVID-19?

Inicialmente, el gobierno de Trump se mostró poco serio ante cualquier peligro de la pandemia y tardó en actuar. Trump realmente ridiculizó a China cuando comenzaron sus medidas sistemáticas para abordar la pandemia. En ese momento, Trump declaró que las preocupaciones sobre el virus eran un “engaño”. El gobierno esperó casi dos meses desde la primera notificación sobre los casos de coronavirus en China antes de tomar medidas en los Estados Unidos. El 22 de enero, cuando se le preguntó acerca de un individuo en Seattle que había dado positivo por coronavirus, Trump declaró: “Es una persona que viene de China y lo tenemos bajo control. Va a estar bien”. Al momento de escribir este artículo, hay más de 805,000 casos de COVID-19 en los Estados Unidos y casi 45,000 muertes.

Aunque la administración de Trump había sido notificada sobre la pandemia que tuvo lugar en China a fines de diciembre, no se tomaron medidas clave para preparar a la nación. No habló con los ciudadanos sobre la pandemia hasta el 26 de febrero. Los equipos médicos que salvan vidas, como respiradores, no fueron almacenados. Los datos vitales de salud pública de China no fueron utilizados por el gobierno de los Estados Unidos. Las advertencias urgentes fueron ignoradas por Trump, que tenía la intención de proteger su próspera economía, aquella que considera fundamental para sus posibilidades de reelección en 2020. Él y su administración han estado poniéndose al día desde entonces. El Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno, recibió una alerta sobre el virus al mismo tiempo que Trump y solo en el plazo de dos semanas comentó que podría provocar una catástrofe global.

El 1 de febrero, la administración Trump prohibió la entrada a los Estados Unidos de ciudadanos extranjeros que habían viajado a China en los últimos 14 días, excluyendo a los familiares inmediatos de ciudadanos estadounidenses o residentes permanentes. A pesar de la prohibición, casi 40,000 personas han llegado a los Estados Unidos en vuelos directos desde China desde esa fecha, según un análisis realizado por The New York Times. A mediados de marzo, Trump declaró que la distancia social podría ser levantada en Semana Santa, aunque luego se retractó e instó a las personas en los Estados Unidos a quedarse en casa hasta al menos el 30 de abril. Agregó que sería una “buena” noticia si solo 100,000 a 200,000 personas mueren en los Estados Unidos.

Ha habido cantidades insuficientes de equipo de protección personal (EPP) como máscaras y guantes, así como cantidades inadecuadas de kits para testeos, ventiladores e incluso camas de hospital para abordar la pandemia. Debido a las políticas económicas neoliberales, un sistema de atención médica con fines de lucro y hospitales privados, el sistema médico ya estaba funcionando al máximo nivel. La pandemia ha sobrecargado ese sistema y expuesto su incapacidad para atender a las personas aún en las mejores situaciones, pero aún más durante esta crisis.

Inmediatamente después de que Trump prohibió viajar desde Europa a los Estados Unidos el 12 de marzo, el mercado de valores cayó casi un 8 por ciento. Una de las primeras acciones tomadas por el gobierno casi de manera instantánea fue inyectar $ 1,5 billones de dólares en los mercados financieros.

El plan económico más amplio para proporcionar “alivio” al país es a través de la Ley CARES, aprobada recientemente y por unanimidad por los legisladores demócratas y republicanos para compensar los problemas económicos que se han producido debido a COVID-19. The Joint Committee on Taxation (el Comité Conjunto de Impuestos) realizó un análisis en el que se descubrió que el 80% del beneficio del proyecto de ley se destinó a solo 43.000 contribuyentes que ganan más de $ 1 millón de dólares al año cada uno. La exención de impuestos promedio para esas 43.000 personas fue de $ 1,6 millones de dólares, mientras que todos los demás recibieron un pago único de $ 1.200 dólares en el mejor de los casos, sin contar que el proceso para hacerse de este dinero es burocrático e incluso imposible para muchos habitantes.

A medida que aumentan la cantidad de casos confirmados y las muertes resultantes del coronavirus, el gobierno acusa a China de no notificar lo suficientemente pronto sobre el virus. Trump y otros afirman que China le debe dinero a Estados Unidos por los daños causados ​​por el virus.

La administración Trump ha aprovechado la crisis del coronavirus para aumentar la presión contra aquellos países que no obedecen los designios de Washington voluntariamente. Ha aumentado las sanciones contra Venezuela, Cuba e Irán y Trump ha seguido intentando expulsar a Maduro del gobierno. Recientemente, Mike Pompeo, Secretario de Estado de Estados Unidos afirmó que Maduro está involucrado en el tráfico de drogas y el gobierno de los Estados Unidos, de la mano de su Departamento de Justicia, colocó una recompensa de $15 millones de dólares por la cabeza de Maduro.

Aunque no está claro a dónde se ha ido todo, el gobierno federal de EE.UU. ha robado suministros de EPP y equipos médicos que se dirigían a otros países, e incluso robó suministros de sus propios estados sin notificarles.

¿A qué atribuye la actitud adoptada por el gobierno?

Inicialmente, parecía que Trump no creía que el brote de coronavirus en China fuera más grave que la gripe estacional. Él mismo lo declaró públicamente. Una vez que quedó claro que había cada vez más casos en los EE.UU. y que la gente moría por el virus, Trump comenzó a señalar con el dedo. Al principio, acusó a los hospitales en los Estados Unidos de “atesorar” suministros médicos, causando la escasez que muchos profesionales médicos y centros de salud han estado experimentando. Después de eso, Trump comenzó a culpar a varios gobernadores por la escasez: afirmó que algunos gobernadores estaban solicitando equipos médicos que no necesitaban.

Ahora, cada vez hay más culpa dirigida a China no solo por Trump, sino también por Joe Biden, el candidato demócrata a la presidencia. Trump ha estado atacando a China para desviar la culpa por su negligencia al abordar el coronavirus de manera expeditiva y efectiva. Recientemente, afirmó que China pudo haber comenzado el coronavirus deliberadamente. También ha atacado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) por favorecer a China y no abordar la pandemia adecuadamente. Para “castigar” a la OMS, Trump ha recortado los fondos estadounidenses a la organización que tiene un presupuesto de $4,8 mil millones de dólares.

Claramente, todo este señalar con el dedo y castigar es un intento de culpar a cualquiera más que a sí mismo por los Estados Unidos sufriendo el peor brote de COVID-19 del mundo hasta la fecha. Sin embargo, los propios fracasos de Trump en la pandemia están bien documentados. Su desdén, su desprecio por las opiniones de expertos y su obsesión por evitar que las malas noticias afecten al mercado de valores, empeoraron la crisis. Trump y su gabinete también afirmaron desde el principio que los demócratas y los medios estaban exagerando intencionalmente el virus para dañar la economía e impactar negativamente en sus posibilidades de reelección.

Donald Trump, Presidente de los EEUU

¿Qué efectividad considerás que tienen las medidas adoptadas?

Creo que las medidas adoptadas en los Estados Unidos son mixtas en cuanto a efectividad. Los estados individuales en el país han adoptado sus propias medidas diferentes. Por ejemplo, algunos han cerrado restaurantes y otros no. Algunas iglesias continúan celebrando servicios presenciales y otras no. En la parte de California, donde vivo, el gobierno local fue uno de los primeros en tomar acción, implementando medidas de resguardo de la población como cerrar escuelas y otros lugares públicos y limitar la cantidad de personas que podían congregarse en un mismo lugar. Sin embargo, otros estados fueron más lentos para actuar y en diferentes grados. Al momento de escribir este artículo, Trump está presionando para abrir negocios y ciertos estados, como Texas, están planeando relajar las medidas que tienen actualmente vigentes, a pesar de que el virus continúa escalando en el país.

Aunque el Congreso finalmente aprobó un paquete de estabilización económica de 2 billones de dólares, su negativa a cuidar a las personas por encima de las corporaciones y los mercados financieros demuestra las tensiones en el modelo de crecimiento de Estados Unidos. Como se mencionó anteriormente, Estados Unidos generalmente opta por proteger el capital y simplemente dejar que la mano de obra se ajuste a través del desempleo. Pero este instinto, para proteger a los más ricos del país y dejar que los trabajadores se vean afectados, demuestra el fracaso del modelo neoliberal.

Como oportunistas que son, Wall Street, Big Banks y las corporaciones más ricas del país utilizaron esta crisis para empujar a que el Congreso promulgue proyectos de ley que les brinden un “rescate”,y permitan que las empresas más pequeñas y los más pobres y vulnerables del país, sean los que paguen el golpe financiero. Por supuesto, estas corporaciones más ricas se aprovecharán de aquellas empresas más pequeñas que no pueden resistir financieramente el bloqueo y usarán sus fondos de rescate para engullir sus negocios en bancarrota a precios de ganga.

Claramente, el gobierno no quería establecer un bloqueo porque sabían que sería catastrófico para la economía, y esa es su principal preocupación. Finalmente alentaron las medidas de cuarentena únicamente por desesperación porque no estaban preparados para tomar ninguna otra medida. China demostró excelentes resultados al contener el virus y recuperar la economía. Sin embargo, más allá de limitar a las personas a sus hogares y el distanciamiento social, los servicios de salud chinos desplegaron máscaras, pruebas, localización de contactos y tratamientos que los EE.UU. no tenían disponibles. China también construyó dos nuevos hospitales dedicados al coronavirus. Estados Unidos aún tiene que implementar estas estrategias adicionales.

¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?

Hasta hace poco, la mayor oposición en el país ha sido de los dueños de negocios. Ha habido cierta resistencia por parte de las personas que no quieren seguir las medidas de resguardo y distanciamiento social. Sin embargo, en general, la gente ha cumplido. Sin embargo, eso puede estar cambiando: la semana pasada hubo algunas protestas contra las medidas de refugio en el lugar. Trump ha estado alimentando las protestas con tuits incendiarios como “Libérate Michigan” o “Libérate Minnesota”. No está claro cuántas personas participan realmente en las protestas odónde se originaron, sin embargo, Trump está explotando la frustración de las personas que están cansadas de las medidas de cuarentena y distanciamiento social, para alentarlas a protestar contra sus gobiernos locales.

¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?

Como se mencionó anteriormente, esto ha sido un gran éxito para la economía y particularmente para las pequeñas empresas y para las personas más vulnerables del país. Una solución alternativa, presentada por el presidente estadounidense Donald Trump y con defensores en muchos estados, es simplemente “reiniciar la economía.” El costo directo de hacerlo, según un estudio realizado por el Imperial College de Londres, podría provocar la muerte de hasta 2,2 millones de personas. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, es uno de los defensores de este plan en un estado que pronto facilitará las medidas de bloqueo sugeridas en una entrevista reciente que las personas mayores necesitan morir para salvar la economía.

Si se levantan las medidas de cuarentena y distanciamiento social y se reinicia la economía como sugieren Trump y algunos de los gobernadores en los EE.UU., el riesgo de mayores tasas de infección o una segunda ola de infección podría cerrar efectivamente los mercados laborales. Esto no ayudará a impulsar la economía y, de hecho, podría retrasar la capacidad de recuperación de la economía. Poner la economía en espera durante seis meses podría destruir el modelo de crecimiento y lo que queda de la cohesión social del país. Sin embargo, ignorar las advertencias de los expertos médicos y reiniciar la economía antes de contener el virus podría causar muchas más muertes y daños mucho más graves y duraderos en la economía.

¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?

La mayoría de las personas en el país han tenido que refugiarse en sus casas. Algunas personas han podido trabajar desde sus hogares y continúan ganando sus salarios regulares, sin embargo, muchas otras personas no pueden trabajar y han perdido sus trabajos, ya sea temporal o permanentemente. Hasta el 16 de abril, el Departamento de Trabajo informó que las solicitudes semanales de desempleo totalizaron 5.245 millones. El gobierno aprobó un cheque único de $ 1,200 para aquellas personas que ganan menos de $75,000 dólares anuales, sin embargo, al momento de escribir este artículo, muchas personas no han recibido esos cheques y en ciertas áreas, $1.200 dólares ni siquiera pagarán la mitad del alquiler de un mes, y mucho menos servicios públicos, alimentos y otras necesidades.

Varias industrias y negocios continúan operando al ser consideradas esenciales, como la atención médica, la policía, los carteros, los trabajadores del transporte público, los conductores de Uber y Lyft, los trabajadores agrícolas y otros. Amazon es una de esas compañías. Sin embargo, sus trabajadores han estado en huelga sienten que están trabajando en condiciones inseguras, que no están siendo abordadas por la gerencia y no se les está pagando ningún ingreso adicional por poner en riesgo su salud y posiblemente sus vidas para trabajar en una empresa que es propiedad del hombre más rico del mundo.

Las personas sin techo sufren cargas adicionales durante este tiempo porque los pocos servicios que tenían disponibles antes de la pandemia, ya no están. Están solos sin ningún lugar donde refugiarse. Los inmigrantes indocumentados también se encuentran en una situación desesperada porque no tienen seguro y no quieren pedir ayuda por temor a ser deportados.

En general, la pandemia de coronavirus ha cambiado las reglas de la sociedad, aisló a las personas en sus hogares, cerró las escuelas, devastó la economía y dejó a millones sin trabajo.

CNN – 02/04/2020

¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?

Al momento de escribir este artículo, las Fuerzas Armadas han actuado poco en los Estados Unidos, sin embargo, algunos gobernadores han mencionado la posibilidad de usar la ley marcial “si fuera necesario”. Con las recientes protestas a las que asistieron personas armadas y alimentadas por Trump, ese escenario parece más posible.

¿Cuál es la actitud de los empresarios?

Como se mencionó anteriormente, algunos de los dueños de negocios están hablando en contra de las medidas de bloqueo y la interrupción del trabajo. Están ansiosos por que las empresas retomen sus actividades por razones obvias. No creo que entiendan los riesgos potenciales de levantar las restricciones en este momento y que a largo plazo, regresar a “negocios como de costumbre” antes de que el virus esté completamente contenido puede ser mucho más perjudicial para sus negocios que esperar.

Del mismo modo, ¿cómo están actuando los medios de comunicación?

Como es típico, los medios alternativos son la mejor fuente de noticias precisas y éticas. Los medios corporativos, como siempre, representan al gobierno, ya sea a la “izquierda” o la derecha. Los principales medios de comunicación rara vez informan sobre las crecientes sanciones contra Venezuela, Irán y Cuba o la recompensa que Trump recientemente puso por la cabeza de Maduro. Si discuten estos temas, siempre es desde el punto de vista de que este es un curso de acción necesario. Los medios corporativos tampoco han estado informando sobre los continuos bombardeos que la administración Trump ha estado llevando a cabo durante la crisis pandémica. El enfoque de los medios corporativos, en ambos extremos del espectro político, ahora se ha convertido en demonizar y culpar a China por la pandemia y el daño que ha causado a los Estados Unidos.

¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?

Lo primero que se necesita es una inversión decisiva en salud pública para enfrentar el desafío de combatir el virus. Actualmente en los Estados Unidos estamos experimentando el dolor del aislamiento y el cierre de actividades sin una ruta para contener con éxito el virus. Sin embargo, China pudo reducir significativamente la tasa de transmisión mediante una combinación de distanciamiento social, pruebas, seguimiento de personas en contacto con el virus, aislamiento y tratamiento. Una vez que esas medidas se pusieron en práctica y se aplicaron estrictamente, se ganó la batalla contra la pandemia.

Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong también obtuvieron el control del virus al implementar y hacer cumplir estas cinco medidas. En los Estados Unidos, el gobernador de Massachusetts ha implementado recientemente un plan que incorpora pruebas estatales y rastreo personas en contacto con el virus. Esto estará relacionado con lo que se espera sea un sistema efectivo de cuarentena y tratamiento.

Aunque es un proceso tardío, otros países que han logrado suprimir COVID-19 han demostrado que el rastreo de de personas que han entrado en contacto con el virus es efectivo incluso en el pico de una epidemia. El seguimiento requiere testeos y aunque eso es difícil debido a la falta de kits de testeo o de instalaciones para procesar grandes cantidades de testeos, Massachusetts lidera el camino en la creación de métodos alternativos para pruebas y procesamiento.

Además de este procedimiento de 5 pasos, debe implementarse un sistema de soporte. Las personas necesitan apoyo para obtener alimentos, tener un teléfono disponible, transporte si es necesario, asistencia para sus familias, alguien para vigilar a las personas mayores que están enfermas. El gobierno tiene que proporcionar fondos suficientes para que las personas necesitadas puedan acceder a este sistema de apoyo lo más rápido posible.

La financiación de este procedimiento de 5 pasos y un mayor sistema de apoyo requerirá otra gran inyección de efectivo del gobierno, sin embargo, la eficacia potencial ha sido demostrada por otros países. Si continuamos el bloqueo como lo estamos haciendo sin implementar las otras medidas necesarias que han demostrado ayudar a detener con éxito la pandemia, el costo a largo plazo debido a una economía en quiebra por un período de tiempo imprevisto podría ser mucho peor.

El gobierno dejó caer 1,5 billones de dólares en un abrir y cerrar de ojos para impulsar los mercados financieros. Puede encontrar fácilmente el dinero para ayudar a cada estado individual a abordar el virus con el mismo tipo de plan que se ha utilizado con éxito en otros países. El gobierno debería usar algunos de los fondos del Pentágono destinados a la “guerra” para combatir el coronavirus aquí mismo en los Estados Unidos. Podríamos ayudar a librar la guerra en casa y, simultáneamente, poner fin al imperialismo estadounidense y las guerras de cambio de régimen en todo el mundo.

Globalización en tiempos de pandemia (Parte II)

Globalización en tiempos de pandemia (Parte II)

TIEMPO DE LECTURA: 10 min.

Por Pablo Jofré Leal*

Me preguntaba, en la primera parte de este trabajo ¿quién gobierna en este mundo?…con certeza y en primer lugar los mercados financieros de Estados Unidos, Japón y la Europa de los 28, que representan el primer poder.

Siguen al poder mencionado, las corporaciones internacionales[1] en esta época, principalmente tecnológicas, ayudadas en ello por sus empresas mediáticas (donde la presencia sionista en mayoritaria) y que tienen la capacidad de construir los mecanismos que manipulan y crean una realidad acorde con las necesidades de esos mercados financieros globales. Todo ello marcado por la supremacía de los Estados Unidos, que ha dominado durante los últimos 30 años el planeta, en todos los campos propios en que establece su señorío una hiperpotencia, vigorizada con la derrota de su anterior enemigo. Aunque, tengamos presente, que desde hace un lustro a la fecha, ese dominio es retado por la presencia de la República Popular China, la Federación Rusa y poderes emergentes, incómodos en este traje de fuerza llamado globalización.

Una globalización con características bien definidas:

  1. Preeminencia en el campo político, donde su actuar hegemónico sustituyó el papel que la comunidad internacional había depositado en la Organización de las Naciones Unidas a partir del año 1945
  2. En el ámbito económico y financiero, capaces de competir y aventajar, incluso a un bloque amplio de países como la Unión Europea, conformada por 28 miembros. La ventaja es también con relación a Japón y su natural área de influencia en Asia Oriental. Insisto, con la relevante presencia de China como referente económico internacional.
  3. En el aspecto tecnológico, predominando sin contrapeso en Internet. Poseen las principales industrias tecnológicas (partes de esta “Nueva Economía”) que sustituyó en volumen de capitalización bursátil, a la economía tradicional. Estados Unidos suele reservar un aparente “derecho” a proteger su sector tecnológico esgrimiendo para ello, razones de seguridad. Pero los “otros”, que es hablar de nosotros, estamos sujetos tanto a su espionaje y control tecnológico, presiones económicas, como lo demuestra las sanciones a China y sus industrias tecnológicas como fue el caso de la empresa Huawei.
  4. En el plano político cultural, la MacDonalización[2] representa la expansión del modelo de vida y la cosmovisión estadounidense, ayudada exitosamente con el dominio que ejerce en el campo audiovisual – con capitales propiedad de grupos sionistas que vinculan esa visión de mundo a los intereses de esta ideología -. Recordemos que ha existido todo un proceso de concretar este dominio cultural a través de diversos hitos: la victoria de la industria cinematográfica de Hollywood en la fase final de la Ronda Uruguay del GATT en el año 1992.

    En esos encuentros, la vieja Europa, se sometió a las exigencias de los Estados Unidos, que evitó un reforzamiento de lo que el Imperio denomina “Medidas Restrictivas” con relación a la idea de tener cuotas de pantalla para obras nacionales. Ligaron lo audiovisual al desarrollo de nuevos servicios de comunicación y telecomunicaciones – desregulándolos – Permitió, igualmente la alianza de inversiones estadounidenses en Europa.

    Una superioridad que se expresó y tejió, en estos 30 años, bajo el argumento del Nuevo Orden Mundial. En dos campos de batalla: el Acuerdo Multilateral de Inversiones – AMI –como en la Organización Mundial de Propiedad Intelectual– OMPI – en que Estados Unidos hizo prevalecer el Copyright sobre el derecho moral de la creación y en todos aquellos encuentros de organismos internacionales. Allí, se impone la visión estadounidense o amenaza con retirarse como ha sucedido con la Corte Penal internacional, la UNESCO, no cumplir los acuerdos firmados como es el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) su abandono del Tratado INF (sobre misiles de corto y mediano alcance con carga nuclear) con Rusia, entre otras acciones frente a su decisión de llevar adelante contra viento y marea su política imperial.
  5. En el plano militar, sólo la consideración del nivel de su presupuesto, que autorizó el congreso estadounidense en el año fiscal 2019 – más de 730.000 millones de dólares – permite visualizar la envergadura de su poder nuclear, convencional, nuevas líneas de investigación, armas biológicas y químicas (donde perfectamente podemos ubicar al Covid-19) y la intervención en amplias regiones del mundo. Comenzando a partir del año 1991 en Irak, posteriormente en Serbia, Afganistán, nuevamente Irak el año 2003 y su estrategia del caos premeditado, que ha tenido su expresión práctica nuevamente en Irak a partir del año 2003, la invasión a Libia, el apoyo a grupos terroristas en la guerra de agresión contra Siria a partir del año 2011. El sostén permanente al sionismo en su política de colonización y ocupación de Palestina. La complicidad en la agresión a Yemen y las políticas de sanciones, bloqueos y embargos contra Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Federación Rusa y la República Islámica de Irán.

Estados Unidos es la única potencia que posee flotas de guerra en todos los mares y océanos del mundo, 800 bases militares en los cinco continentes y la capacidad técnica, logística y militar de asestar golpes donde lo señale su “dedo divino”. Por ello, resulta patético escuchar las declaraciones alarmistas de los jerarcas políticos y militares estadounidenses, cuando tratan de acusar a Rusia de ampliar su presencia militar en el mundo. El ataque a Serbia, en la década de los noventa del siglo XX, las agresiones contra Libia, Siria, sus políticas sancionatorias contra Venezuela, Cuba, la República Islámica de Irán, han servido para que Washington demuestre su absoluto desprecio por las leyes internacionales.

Un actuar que permite catalogar a Estados Unidos como un violador del derecho internacional, con acusaciones de crímenes de lesa humanidad y que en la actual situación, prevalece el terrorismo médico. Acusación esgrimida por las autoridades iraníes, ante su política de máxima presión contra la nación persa, impidiendo una lucha efectiva contra el Covid-19 al impedirle comprar kits de prueba de coronavirus, acceso a equipamiento médico e incluso fondos previstos por organismo financieros internacionales. Ocho países, entre ellos China y Rusia en una carta enviada al secretario general de la ONU advirtieron sobre el impacto negativo de las sanciones en los esfuerzos internacionales destinados a contener el virus mortal. La conducta estadounidense tiene la pretensión invariable de dar una “lección” a quien osa desobedecer sus órdenes.  Por ello, el llamado desde la trinchera antiestadounidense es crear un frente común que destruya este unilateralismo, que tanto daño le hace al mundo.

Esta realidad, que tanto daño genera en el mundo, está siendo cuestionada con un catalizador inesperado, que surge desde el campo de las enfermedades: el Covid-19, que está remeciendo las estructuras políticas, económicas y sociales del mundo. Una pandemia que ha hecho resurgir, como nunca antes, conceptos como el de solidaridad, cooperación, fin de las sanciones contra aquellos que los grandes poderes han sometido a apremios que contribuyen a una catástrofe humanitaria. Una pandemia que pone en entredicho esta globalización donde la desregulación ha sido su signo predominante. Una globalización que ha servido para hacer del mundo un terreno fácilmente contagiable, que ha visibilizado también la debilidad de aquellos países que han minimizado sus sistemas sanitarios, en función de la privatización, que convierte un derecho social, en una mera mercancía.

El Virus Covid-19está carcomiendo las estructuras internas del capitalismo, mostrando sus debilidades, develando la profunda inequidad entre aquellos que pueden soportar una pandemia en su opulencia y aquellos que quedan en la desprotección, en la carestía, sin trabajos, sometidos a los vaivenes y decisiones de gobiernos más centrados en defender las superestructuras, el mercado, al empresario global que a sus ciudadanos. Un modelo capitalista que debe ser combatido con la misma fuerza con que se acomete a este virus mortal. Incluso, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva se ha visto obligada a mencionar que los costos humanos de la pandemia del coronavirus ya son inconmensurables y es preciso que todos los países trabajen en colaboración, para proteger a la gente y limitar el daño económico.

Este es el momento de actuar con solidaridad, suelen repetir los dirigentes en el planeta. Palabras, que hasta hora dejan fuera a países como Venezuela e Irán pues las directrices criminales del gobierno de Trump, por ejemplo, se niegan a ir en apoyo internacional a estos dos países, en un claro crimen de lesa humanidad. Combatir al Covid-19 pone  en acción a nuestras sociedades, sacando lo peor y lo mejor del ser humano y poniendo en entredicho la forma que hemos conducido nuestro planeta en las últimas décadas. Este patógeno de la familia de los Coronavirus genera cientos de miles de contagiados, decenas de miles de muertos y una hecatombe financiera. En una pandemia que no tiene fecha de término y que ha situado hoy, como primero en la lista de contagiados, a Estados unidos que además suma miles de muertos que crecen en forma exponencial.

Estamos en crisis, pero distinta a las que hemos vivido en este Siglo XXI. Como aquella a inicios del nuevo milenio, la denominada dot com (puntocom) relacionada a la burbuja especulativa con las empresas vinculadas a internet. Diferente a la crisis financiera global del año 2008, desatada en virtud de la burbuja inmobiliaria, que había comenzado en Estados Unidos el año 2006 y que terminó de explotar en octubre del año 2007 originando una profunda recesión durante gran parte del año siguiente. Hoy, el agente catalizador, el patógeno es distinto, se llama covid-19 mostrando la enorme fragilidad de todo el sistema económico en que nos asentamos

Una crisis pandémica, política, económica, sanitaria que nos obliga a repensar el mundo que se nos viene. Con una característica común a todas las crisis mencionadas: será el Estado quien nuevamente está salvando a los países, a las empresas, incluyendo a aquellas que suelen atacar ese estado en épocas de vacas gordas. Ese Estado que sale nuevamente al rescate de las economías, incluso de aquellos países donde sus clases dominantes los maldicen. El Covid-19 está cambiado los dogmas imperantes, ha mostrado que sin servicios sanitarios públicos fuertes, la muerte se ve más cercana. Los europeos extrañan ese estado de bienestar, que sus castas políticas han deteriorado.  Las discusiones hoy parecen propias de defensores del estatismo, conceptos como fin de los ajustes fiscales, establecer salarios dignos garantizados, incluso nacionalizar aquello que la marea privatizadora permitió enriquecer a algunos pocos se están imponiendo en la agenda política..

La experiencia histórica de los países afectados por las políticas del FMI nos conduce a la conclusión (en base a la experiencia empírica) que el número de víctimas del neoliberalismo es y será, indudablemente, millones de veces mayor que el de las víctimas del Covid-19, lo que indica entonces, pasada esta batalla coyuntural a enfocar nuestros esfuerzos en la definitiva derrota de este capitalismo brutal, que tambaleaba y que una sintomatología de dolores de cabeza, fiebres, tos seca y problemas respiratorios parece haber sido el arma que marcará su definitiva derrota. Para ello es necesaria la solidaridad, recuperar una humanidad perdida en el trasiego del individualismo, de un modelo de sociedad que desprecia lo social en función del éxito particular. Esta crisis pandémica puede ser un paso firme en aras de cambiar este único mundo que poseemos y matar de una vez este virus llamado capitalismo.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Referencias:
[1] “A principios de los años noventa, unas 37.000 firmas de características transnacionales, con sus 170.000 filiales, abarcaban gran parte de la economía internacional. Sin embargo, el lugar del poder se sitúa en el círculo más restringido de las “200 Primeras” – denominación que refiere al predominio de un cierto grupo de empresas – Así, la parte del capital transnacional en el PIB mundial pasó del 17 por 100 a mediados de los años sesenta al 24 por 100 en el año 1982 y a más del 30 por 100 en 1995. Las “200 Primeras” son conglomerados cuyas actividades planetarias cubren sin distinción, los sectores primario, secundario y terciario. geográficamente se reparten entre diez países: USA, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra, Suiza, Corea del Sur, Italia y Holanda…si se hace abstracción de sociedades angloholandesas con capitales mixtos – grupo Shell y Unilever – no quedan más que ocho países en la carrera, que concentran el 96,5 por 100 de las “200 Primeras” y el 96 por 100 de su cifra de negocios”. Para ampliar esta información Claimont Fréderic. “Pensamiento Crítico v/s Pensamiento único”. Página 41-42. En la actualidad de las diez empresas transnacionales más importantes, ocho de ellas están ligadas al mundo de la tecnología. Según países, Estados Unidos sigue siendo hogar de más de la mitad de las empresas más grandes del mundo, contando con 53 en el listado de las 100 empresas más grandes. China cuenta con 11 empresas entre las 100 más grandes del mundo, mientras que Reino Unido se sitúa en tercer lugar con un total de 9 empresas.

[2] Uso este concepto en el sentido asignado por la pensadora chilena Marta Harnecker, quien sostiene que: “Tras la caída del socialismo ha cambiado radicalmente la correlación de fuerzas y nos encontramos en una etapa ultra reaccionaria…la Globalización plantea tres problemas fundamentales: la polarización creciente de la sociedad, el desastre ecológico hacia el que camina la humanidad y la expansión del modelo cultural estadounidense, que denominaré la MacDonalización de la cultura”. Harnecker Marta. Entrevista de Amelia Castilla. Diario El País. Sección Cultura. Madrid. España. Sábado 26 de febrero del año 2.000. Página 5

Fuera de foco

Fuera de foco

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Dayana López Villalobo*

Está claro que lo mejor que le ha podido pasar a la Argentina en un contexto de pandemia global es el cambio de gestión desde el pasado 10 de diciembre, con el ascenso de Alberto Fernández a la Presidencia de la República, con un equipo de gobierno que ha venido sorteando de forma correcta los desmanes causados por el Covid-19 y, más antes, por la gestión macrista, caracterizada por el desfinanciamiento criminal de la salud pública, entre otros “logros”.

Sin embargo, y tal vez por quedar bajo tierra, es necesario que alertemos sobre algunas posturas que desde la Cancillería argentina, con Felipe Solá a la cabeza, se vienen planteando respecto de la situación en la República Bolivariana de Venezuela.

Hagamos un recuento. El 11 de octubre de 2019, la Cancillería Argentina bajo la gestión de Mauricio Macri, entregó a Elisa Trotta Gamus las credenciales que la acreditaban como “Representante del Presidente de la Asamblea Nacional y Presidente Encargado de Venezuela, Juan Guaidó”, tal como reza el comunicado de prensa 144/19.

Una de las primeras medidas del gobierno de Fernández en materia diplomática fue desconocer a la enviada Guaidó, poniéndole fin a sus “funciones diplomáticas”, si se le puede considerar tal a quien actúa desde los bordes de todo marco legal internacional.

Lossiguientes fueron comunicados desenfocados. El 05 de enero de 2020, cuando Guaidó montaba un show en la Asamblea Nacional para evitar que se renovaran sus autoridades  -como de hecho ocurrió- y con ello quedar fuera de la presidencia del Poder Legislativo, la Cancillería Argentina se aventuró a lanzar un comunicado titulado: “la Argentina hace un llamado a recuperar la normalidad democrática en Venezuela”.

Un comunicado lleno de aseveraciones falsas sobre hostigamiento contra diputados y funcionarios diplomáticos. Actos que fueron ampliamente desmentidos por medios de comunicación como TeleSUR y otros comunicadores populares desde el lugar de los hechos.

El pasado dos de abril en un escueto comunicado de prensa llama nuestra atención el siguiente extracto: “la comunidad internacional tiene el deber de colaborar en la facilitación del diálogo entre las partes y en la búsqueda de una salida política que lleve a la necesaria renovación institucional en el más breve plazo y con ello a la plena vigencia de la democracia y los derechos humanos, a la recuperación de la economía venezolana y al bienestar de su gente” (destacado nuestro).

Al respecto, es menester hacer varias consideraciones: estamos de acuerdo en que la salida es política. Pero tanto se le ha exigido a Venezuela el respeto por las instituciones y la Constitución Bolivariana, que es inconcebible una “renovación institucional en el más breve plazo”, fuera de ese marco legal gestado, aprobado, defendido y bien conocido por el pueblo venezolano.

Por otro lado, este texto sugiere que esta “renovación institucional” es condición sine qua non para “la plena vigencia de la democracia y los derechos humanos,  la recuperación de la economía venezolana y al bienestar de su gente”, pero se desconoce la vigorosidad de la democracia venezolana, el país con más elecciones por año en el mundo y con altísimos niveles de participación popular en la vida pública; se desconoce cómo se privilegia en el Plan de la Patria 2019-2025 la vida humana; se desconocen los esfuerzos para cambiar la matriz económica del capitalismorentista en función, precisamente, del bienestar colectivo al que aspira este tercer Plan Socialista que se propone Venezuela.

En este contexto de pandemia, es Venezuela uno de los países que exhibe mejores resultados en el manejo de esta crisis, con bajas tasas de contagio y muerte por coronavirus (175 casos / 9 muertes / 84 recuperados a la fecha), siendo el primer país de la región en decretar cuarentena obligatoria y tomar medidas contra el avance del virus, como el despliegue territorial de personal sanitario de la Misión Barrio Adentro, para realizar despistaje masivo de Covid-19 casa por casa (500 mil pruebas realizadas a la fecha), con el apoyo de las Misiones Médicas Cubanas y los gobiernos de Rusia y China. Todo cuanto se ha hecho por salvar vidas, aún en las circunstancias más adversas, ha sido invisibilizado.

Se desconoce en este comunicado que la condición sine qua non para mejorar la situación económica del país es el cese del bloqueo criminal que pesa sobre Venezuela, de forma declarada, desde el 15 de agosto de 2015; el cese de las sanciones unilaterales impuestas sobre instituciones públicas y privadas necesarias para la comercialización de alimentos, medicinas y bienes esenciales para el desarrollo de las actividades vitales y productivas del país. Es esta una contradicción olímpica de la Cancillería respecto del pedido del Presidente Alberto Fernández ante los líderes del G20 de cesar el bloqueo contra Cuba y Venezuela, con la lapidaria frase: “no digamos que nos interesa la vida del hombre si los condenamos a semejante orfandad”.

Por último, pareciera que no se toma dimensión de las amenazas de invasión territorial a través de tácticas de guerra convencionales que, desde los Estados Unidos, se ciernen sobre Venezuela y que, en las últimas semanas han recrudecido a pesar del escenario dantesco de muertes por coronavirus que azota al pueblo estadounidense-o tal vez para tapar el sol con un dedo-, que hoy es sepultado en fosas comunes. Necesario es, cuando se trata de Venezuela, poner la mirada en todo lo que está fuera de foco.


* Comunicadora Social (UNICA/VE). Especialista en Prácticas Sociales de Lectura y Escritura (UNGS/AR). Diplomada en Diseño Editorial por el Instituto Internacional de Periodismo "José Martí" de La Habana.
Ferrer Morillo: “El nuestro es un país bloqueado y ello nos ha hecho muy resistentes ante crisis de grandes complejidades”

Ferrer Morillo: “El nuestro es un país bloqueado y ello nos ha hecho muy resistentes ante crisis de grandes complejidades”

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Revista Trinchera dialogó con la poeta y activista afrovenezolana, Lilia Ferrer Morillo, acerca de la situación en la República Bolivariana de Venezuela. No sólo cómo está enfrentando al COVID-19 sino cómo está haciendo frente a las nuevas agresiones de los EEUU y sus aliados.


  • ¿Cuáles destacás y qué efectividad considerás que tienen las medidas adoptadas por el gobierno de Nicolás Maduro para enfrentar la Pandemia del COVID-19?

Sin lugar a dudas, la principal acción del gobierno nacional fue la temprana decisión de cuarentena social en la República Bolivariana de Venezuela, con tan solo 17 casos registrados. Fue una decisión estratégica de contención que, sumada a las acciones de dotación también temprana de insumos médicos y kits de detección del covid-19 por parte de la República Popular de China, han logrado contener la expansión del virus en el país.

Otra medida esencial ha sido la implementación de la encuesta sanitaria autogestionada que realizan los venezolanos en la “Plataforma Patria”: las personas registran su información sanitaria y de salud y, en función de sintomatología y factores asociados, son visitadas por personal clínico en sus hogares siguiendo protocolos del caso.

La Plataforma Patria además actúa además como sistema de biopagos y de distribución de alimentos para el pueblo venezolano, esto último a través de los denominados CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción).

Los venezolanos, sin distinción de procedencia partidaria e ideológica, tenemos gran experiencia en lo que se refiere a la organización social y comunitaria, desplegando mecanismos de protección y de respuesta inmediata ante crisis de grandes magnitudes. El nuestro es un país bloqueado y ello nos ha hecho muy resistentes ante crisis de grandes complejidades.


  • ¿Cuán importantes han sido las políticas sociales que ya estaban implementadas antes del COVID-19 como las Cajas CLAP?

Tal y como lo expongo anteriormente, el disponer de la Plataforma Patria ha permitido atender de forma más efectiva la pandemia. No se trata únicamente de la distribución de alimentos porque esta es una plataforma integral que atiende todos y cada uno de los beneficios orientados a la atención del poder popular. El tema de la atención alimentaria es esencial para la supervivencia de la población, así que los CLAP cumplen esa atención básica y fundamental, pero también lo hacen las redes de solidaridad y de apoyo locales y comunitarias. Ejemplo de ello es la distribución de peces que llegan masivamente a nuestras costas y que son distribuidos entre la población.


  • ¿Cuán importante ha sido la política de formación de médicos en alianza con Cuba?

Cuba y Venezuela han estrechado lazos históricos que se han profundizado en estos últimos veinte años de gobierno bolivariano. Estos vínculos ponen el foco en la atención prioritaria de la salud venezolana. Contamos con una infraestructura barrial y socio-comunitaria que, en efecto, ha sido afectada grandemente por el bloqueo a ambas naciones. Nos ha costado vidas y hemos visto mermada nuestra atención primaria de salud. El mundo todo ha sido testigo de cómo nos han bloqueado el arribo de millones de dosis de insulina o de tratamientos oncológicos y de equipos médicos esenciales. También se han visto afectados pacientes que recibían sus tratamientos de alta complejidad en países como Italia y Argentina: estos eran cubiertos por programas de CITGO y luego de que esta filial internacional de PDVSA fuera arbitrariamente robada, nuestros pacientes empezaron a padecer las consecuencias.

No obstante lo anterior y, ante las alertas que dio ya en enero la Organización Mundial de la Salud, tanto Cuba como la República Bolivariana de Venezuela tomaron medidas conjuntas. Cuba elevando, como siempre, su estandarte de solidaridad con los pueblos del mundo y Venezuela, fortaleciendo su infraestructura con la colaboración directa no sólo de Cuba: pues ha sido vital el apoyo de Rusia y China para el control de la pandemia.


  • ¿Cuál es la postura que ha adoptado la oposición golpista en este contexto?

La oposición radical ha sostenido su postura invariable sobre la destrucción y arrase del país. Una oposición apátrida que desoye las exigencias, incluso del Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, quién ha dicho que, ante la agresividad incuestionable del coronavirus, las naciones en guerra “silencien las armas, detengan la artillería, pongan fin a los ataques aéreos”. La oposición terrorista y mercenaria ha hecho lo opuesto, pide invasión armada, ataca sin piedad, desdice las cifras, no propone medidas de contención de la pandemia, introduce fake news en tiempos donde la información es vital para salvar la vida. Son terroristas y prefieren que la nuestra sea una tierra arrasada por las armas y por el caos. Son genocidas, es su naturaleza. Por suerte la población hace caso a las directrices de su gobierno nacional, el verdadero.


  • ¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?

Las FFAA en la República Bolivariana de Venezuela se conciben como Pueblo en armas, armas para la Paz y para la defensa integral de la República. Le ha correspondido a las FFAA la activación sin tregua de comandos estratégicos operacionales para la defensa de la Patria. En un tiempo de tanta complejidad planetaria y nacional, y ante los ataques magnicidas y agresiones terroristas continuadas a nuestras instalaciones esenciales como la petrolífera y eléctrica, las FFAA están dispuestas para el resguardo de la nación bolivariana.Es importante destacar cómo las milicias bolivarianas, concebidas como el quinto componente de las FFAA, se han desplegado a nivel comunal y barrial para atender el tema alimentario y dar soporte en la logística de atención directa en el territorio por la emergencia del coronavirus.


  • ¿Qué lectura hacés de las recientes medidas de agresión contra la revolución adoptadas por parte de la administración Trump y sus aliados europeos?

Las recientes agresiones ejecutadas por la administración Trump, con la complicidad de la envejecida Europa y los gobiernos serviles de la región, son el zenit de 20 años de agresiones continuadas.Ya no sorprende nada. Los bolivarianos izamos la Paz como estandarte, pero no es signo de rendición y menos aún de sujeción a los designios imperiales. Resistimos, nos organizamos y luchamos por la autodeterminación y soberanía nacional.

Medio millón de infectados por el covid-19 en EEUU y más de veinte mil fallecidos al día de hoy y Trump se “ocupa” de combatir un cártel de la droga de Venezuela sobre el cual no hay un solo kilogramo de cocaína incautada en todo el mundo. El único cártel de drogas sin rutas de distribución, ni plantaciones y Trump despliega un dispositivo armamentista sin precedentes en el Caribe por donde la misma DEA asegura que circula únicamente el 15% de la droga que llega a EEUU.

Lamentablemente, la Casa Blanca está tomada por un desquiciado que abandona sus funciones de Jefe de Estado y de Gobierno para complacer a los votantes latinos que le garanticen la continuidad presidencial en el mes de noviembre próximo.


  • Ante ese escenario y teniendo en cuenta la pandemia global ¿Cuál ha sido la reacción de países aliados como Rusia o China?

China y Rusia son países aliados con intereses y negocios comunes. Son países que no condicionan las relaciones binacionales y han demostrado su política de no injerencia sobre los asuntos internos de Venezuela. En este preciso momento, las relaciones con China y Rusia ha permitido salvar nuestras vidas. Venezuela es reconocida por la OMS como una de las naciones que ha tomado las medidas tempranas y necesarias para la contención del covid-19 en el territorio y aplanamiento de la curva de contagios, como de hecho ha ocurrido. Hemos recibido a especialistas altamente calificados provenientes de China, al igual que volúmenes altos de test de detección y equipamiento necesario para afrontar este momento.


  • ¿Qué lectura hacés respecto al posicionamiento de países como el argentino que demandan el fin de los bloqueos y sanciones unilaterales de EEUU para con Venezuela y Cuba?

Importante el paso que ha dado el Presidente Alberto Fernández al pedir el cese del bloqueo de nuestras naciones. Pero no es suficiente.Aún parecen recientes las declaraciones del canciller Felipe Solá, que ha llamado“a la recuperación de la normalidad democrática en Venezuela” o a la “salida política que lleve a la necesaria renovación institucional en el más breve plazo”. Son peligrosas estas aseveraciones. Le pedimos a los gobiernos del mundo abstenerse de poner en duda la condición de democracia y más aún cuando el análisis de la situación deja por fuera el impacto desfavorable de más de 400 medidas coercitivas unilaterales que pesan sobre todos los venezolanos.


  • ¿Cuál es la percepción que tienen el pueblo venezolano ante esta nueva agresión? Tanto chavistas como opositores o indefinidos.

El núcleo duro del chavismo está firmemente articulado y cohesionado en torno a la defensa de la Patria, dispuestos como siempre a defender la Patria en cualquier escenario que se plantee. El sector más extremista de la oposición que gravita en torno a los partidos Voluntad Popular y Primero Justicia y sus figuras apátridas, jamás han cambiado de postura respecto a la gestión de la crisis en Venezuela. Observamos una oposición comedida que ha respondido favorablemente a las decisiones y actos de gobierno del Presidente Nicolás Maduro respecto a la pandemia por el coronavirus. Hay que reconocer el aprendizaje de todos los venezolanos en las respuestas inmediatas ante grandes crisis.


  • ¿Cómo se está viviendo la situación en las fronteras del país, fundamentalmente en las regiones colindantes a Colombia?

Las fronteras con Colombia fueron cerradas de inmediato por Iván Duque al declararse la pandemia por la OMS. Una decisión que se llevó a cabo de forma unilateral obviando irresponsablemente que hay aspectos en esto de las pandemias que han de manejarse entre naciones que comparten grandes fronteras y vínculos que les hermanan por siempre.

Con el cierre, observamos con estupor cómo los venezolanos exigían que se abrieran las fronteras para volver a Venezuela. Este no es un dato menor. Aunque los medios intentaron ocultar este hecho, los llamamientos llegaron desde el corazón mismo de los EEUU, miles de venezolanos que antes despotricaban del “régimen” ahora exigían -y exigen- la repatriación a Venezuela. Y lo hicieron días después de las últimas medidas que resultaron de la gira de Juan Guaidó: el bloqueo de la aerolínea bandera del estado venezolano, Conviasa.

Miles de venezolanos hacen ahora el camino de retorno por las fronteras cerradas de Perú, Ecuador y Colombia. Vuelven en caravanas desde naciones que han desatendido a sus propios ciudadanos ante la crisis del Covid-19. Han sido desalojados de sus viviendas por el impago y, más grave aún, han sido olvidados por los mismos golpistas que dicen detentar cargos de alto gobierno del autonombrado Juan Guaidó.


  • Si bien es sabido la situación económica previa al COVID-19 era compleja ¿Cómo afecta el nuevo escenario el día a día de las familias venezolanas? ¿Cuáles están siendo las formas en las que el pueblo combate ante esta la situación?

La economía es el punto flaco por donde se golpea al pueblo venezolano.La hiperinflación continúa su escalada sanguinaria, mayor en tiempos de Covid-19. Sumado a la baja en los precios del petróleo, la economía sangra dolorosamente. Pero, mientras a la hiperinflación no le alcanzan los ceros para contarla, en Venezuela el Estado es un Estado presente que atiende las necesidades vitales de los venezolanos, sorteando siempre todos los obstáculos que cada día se presentan a los venezolanos. El programa de alimentación estructurado en torno a la Plataforma Patria, la atención primaria de salud, los bonos dispensados a través de la billetera Patria, entre otros tantos programas, sostienen la vida de los venezolanos dispuestos para siempre a no ser nunca más colonia imperial.


  • Una de las políticas que entiendo se estaban impulsando era la producción de alimentos que antes se importaban ¿Qué resultados están teniendo?

A nivel internacional se ha introducido la matriz de que Venezuela no produce sus alimentos y esta aseveración parte del mito de la Venezuela saudí de la época dorada del dólar a 4.30 que benefició a un sector de privilegiados que optaron por utilizar la renta petrolera para importar absolutamente todo y no “sembraron el petróleo” como lo decía el insigne de las letras venezolanas, Arturo Uslar Pietri.

No obstante ello y ante la hiperinflación sin parangón, ha sido el campo el que ha sostenido la vida de los venezolanos.Si bien es cierto que la canasta básica de los venezolanos está compuesta por productos que son importados, buena parte de la dieta nacional se sostiene con lo que producen el campo. Especialmente porque los costos de los productos importados resultan inaccesibles para muchos venezolanos.

De símbolos y representaciones

De símbolos y representaciones

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Por Rick Sampedro*

Los símbolos son representaciones de un imaginario individual o colectivo sumamente vulnerables a intereses de cualquier signo.

Tal vez las banderas e insignias patrias sean el mejor ejemplo de una simbología cargada de significado, por poco nocivo que este parezca. Remeras, bolsos, mochilas, camperas y hasta paraguas exhiben coloridas insignias de Estados Unidos y Gran Bretaña, por citar dos ejemplos comunes, sosteniendo diferentes ideas o evocando asociaciones según quien las lleve y quien las reconozca.

A menudo, estas banderas son meros símbolos de una moda recurrente y abusiva que conscientemente arroja un manto de trivialidad sobre conceptos e ideologías que poco tienen de inocentes. Un poder imperial no pierde sus costumbres ni sus objetivos por aparecer como parte de artículos de moda con una agradable combinación de colores y formas, con evocaciones que poco tienen que ver con su forma de ver el mundo.

Por otra parte, los mismos titiriteros de la moda aplican sus descomunales recursos y utilizan la siempre bien predispuesta mainstreammedia para hacer desaparecer como por arte de magia, consignas y slogans que fueron creados con otro objetivo: aquél de expresar una opinión o disputar un statusquo. En los 80, por ejemplo, las remeras de Greenpeace con consignas ambientalistas pronto se vieron sofocadas por miles de consignas con mensajes aparentemente similares pero inocuamente vagos. Era la moda. Quedaba bien. Vendía. La mejor manera de hacer desaparecer una idea es, en ocasiones, convertirla en una moda.

Pero si de simbolismos se trata, qué mejor ejemplo que las evocaciones que diferentes servicios públicos han despertado en la conciencia colectiva de los pueblos: Ferrocarriles Argentinos, en su época de expansión del territorio nacional una vez nacionalizados por el presidente Juan Domingo Perón en 1948; o YPF, el gran artífice del desarrollo de una ingente porción de lo que hoy es Argentina. Ambas empresas, aunque por infortunio no las únicas, fueron objeto de gran orgullo nacional, hasta que llegaron las diversas oleadas de destrucción comandadas por los poderes de facto y ejecutadas con precisión de cirujano por los mecanismos coloniales que siguen operando para objetivos cuasi opuestos a los que originaron su creación en 1944 en el acuerdo de Bretton Woods: el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial de Comercio.

Para aquellos gobernantes que presidían el país cuando comenzó y luego se profundizó el desmembramiento del Estado Nacional, el simbolismo de éstas y otras grandes empresas nacionales no era (ni es) el mismo que para la mayoría de la gente que se supone representan. Para ellos y sus intereses corporativos esas empresas pioneras representaban el riesgo de que el país contara con herramientas y el patrimonio necesario para contribuir a una nación independiente. Una nación en control de su destino. Una nación gobernada por el pueblo a través de sus representantes.

En términos más genéricos, los sistemas públicos de salud y educativo representan dos de los baluartes que cualquier nación igualitaria debe defender a ultranza para superar los cíclicos embates de los dueños del poder.

En este momento en el que de norte a sur y de este a oeste se experimenta la peor crisis sanitaria global de la historia del planeta, los servicios sanitarios públicos aparecen como la más coherente forma de intentar contener y derrotar al COVID-19. Esta misma salud pública dejaba fuera del sistema, en países como Estados Unidos -antes de la aparición del nuevo virus- a más de 50 millones de personas. Por su parte, en Reino Unido el sistema sanitario público ha sido sometida a una paulatina privatización y desarticulación por sucesivos gobiernos de corte conservador, algunos con denominación de origen y otros disfrazados de un socialismo inexistente (el New Labour o la tercería vía de Tony Blair), y ahora nos exhibe, en un grotesco ejercicio de cinismo e imbecilidad, al primer ministro británico Boris Johnson y al secretario de salud y asistencia social MattHancock, detrás de un podio con un cartel que dice ‘Salvar el NHS’ (NHS = Sistema Sanitaria Nacional) y con un botón del mismo en la solapa del blazer. Cabe decir lo mismo de la universidad pública en Inglaterra, creada después de la Segunda Guerra Mundial como un gran instrumento de igualación social y privatizada de facto a partir del 2000, año en el que los aranceles universitarios subieron de 3 mil a 9 mil libras por año.

¿Se vive en un mundo al revés? En absoluto. Quienes delinean los destinos de la humanidad saben exactamente qué mundo es el que seguirá otorgándoles ese poder casi absoluto sobre el destino de la humanidad. Para ellos, éste es el mundo como debe ser.

Lo bueno sería poder entender que finalmente, por más redondo que sea, este mundo no se girará sobre su eje sin la fuerza conjunta de toda la humanidad para la que vivir en armonía, en paz y disfrutando -todos y cada uno de los pueblos- de los derechos innatos que se tienen. Para que esto sea posible, uno de los factores de cambio que se pueden repensar son los símbolos: un desempleado o homeless británico que vende The Big Issue en una esquina de Manchester o una familia que vive de un subsidio que apenas le permite desplazarse hasta el banco de alimentos más próximo, ya sea en Liverpool o en Oxford, está tan lejos de esa persona viviendo en el subte de Buenos Aires o aquella familia Wichí de Salta?

Tal vez es hora de construir un imaginario verdaderamente universal, con símbolos que sólo puedan ser interpretados como parte de la gran bandera global de la justicia social.


* Traductor, capacitador docente, disertante, autor y profesor de ingles especializado en temas globales.
El Che presente en tiempos de Coronavirus

El Che presente en tiempos de Coronavirus

TIEMPO DE LECTURA: 2 min.

En la Higuera, Bolivia, le amputaron las manos incluso después de haberlo matado por si a este loco cubano se le ocurría volver a levantarse…

Sin lápida, sin nombre, sin tumba lo enterraron; no vaya hacer cosa que un guerrillero muerto pueda recibir los honores de un ser humano.

Pero el tiro les salió por la culata. Aquel que nadie podía encontrar, fue encontrado; y el enterrado, fue desenterrado. El ahora muerto, que supo traer dicha a esta vida, salió a la superficie, porque estaba cansado de acostumbrarse a lo que nunca pudo acostumbrar, a callar cuando hay que hablar, a escapar cuando se debe luchar.

El hombre anduvo con ansias de salir a la vida otra vez, para demostrar la verdadera cara de la moneda, la verdadera cara de las potencias, la cara del capitalismo más individualista, que privilegia por sobre la salud, su economía. Y también por qué no, para fumarse un habano y volver a firmar un billete cubano, con su toque distintivo, el del “Che”. Porque distinto es quien deja el lujo a un lado por creer en una nueva forma de Estado y distinto es quien comprende que la educación, la salud y la vivienda es más lujo que el mayor de los lujos. Distinto es quien entiende que el lujo es para todos o no es para ninguno.

Y así partió siendo distinto.

Será que se volvió único aquel que logró hacer del dinero un fetiche, del valor una cosa, del billete un papel.

Y se volvió a reír del dinero propagador del capitalismo, quien supo asentar el comunismo.

Y se volvió a reír de los Estados Unidos recordando la gran defensa cubana en Bahía de los Cochinos.

Y se volvió a reír de la muerte que nunca lo pudo mantener dormido.

Y como nunca se volvió a reír.

Y no te olvides que lo que hoy es Cuba, se lo debe a sí misma, se lo debe a aquellxs que hicieron posible que hoy sea lo que es, que hoy Cuba sea libre, que tenga médicxs distinguidxs, que sea ejemplo de educación pública y de solidaridad. Y me pregunto en los momentos en que las potencias cierran fronteras ¿Cuánto le debe Italia a Cuba por la ayuda humanitaria? ¿Cuánto debe el mundo por copiar este gesto? ¿Cuánto le debemos al futuro en camino, al héroe sin corona? ¿Cuánto le debemos hoy al Che?


* Estudiante de Sociología (FaHCE - UNLP)
Libia: un crisol de fragmentos, sangre y ambición

Libia: un crisol de fragmentos, sangre y ambición

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Por Pablo Jofré Leal*

No existe posibilidad de paz en el país norafricano, mientras no cese la intervención extranjera -principalmente europea- y sus intereses por los recursos de este país, que lo hacen un botín a conquistar, sumado a la presencia del extremismo takfiri, el negocio de la inmigración y el multimillonario comercio de armas.

Hoy, Libia, ubicada en la región del Magreb, otrora una de las naciones con los mejores indicadores de desarrollo humano de África, está sumida en una catástrofe política y humanitaria, efecto de una guerra donde se enfrentan las fuerzas de dos gobiernos paralelos, apoyados por países con sus propios intereses en la zona. La muerte de decenas de miles de libios, el desplazamiento de su población, se suma ala presencia de grupos extremistas takfiri, que obedecen a las políticas implementadas por la Monarquía saudípara ampliar su ideología wahabita, apoyada financiera y militarmente por los Emiratos Árabes Unidos.

Después de 9 años de conflicto, tras el derrocamiento del ex jefe de Estado Muhamar Gaddafi en octubre del 2011, Libia fue considerado un Estado Fallido, con una multiplicidad de intereses en juego, que le han impedido cualquier tipo de estabilización y desde abril del año 2019 a la fecha, se han incremento los combates de los grupos en disputa. Todo esto alentado por poderes extranjeros, donde los traficantes de armas, los que expolian el petróleo libio y además se benefician del tráfico de seres humanos que salen desde las costas libias hacia Europa, tienen al país sumido en el caos.

Libia tiene dos bandos en pugna, cada uno con su gobierno y que se disputan el poder. El primero es llamado Gobierno del Acuerdo Nacional (GAN), creado en 2015 como órgano de transición y cuya sede de gobierno está en Trípoli. El GAN cuenta con un Concejo Presidencial, liderado por Fayez al Sarraj, que además ostenta el cargo de primer ministro, y es reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (como entidad, lo que no implica el apoyo total de los 192 países que la conforman), y cuenta con el sobresaliente apoyo de la mayoría de las naciones que integran la Unión Europea (Italia, Alemania y Gran Bretaña), sumado a Qatar y Turquía. Este último país envió un contingente militar en apoyo del gobierno del GAN, sufriendo sus primeras bajas el día 25 de marzo pasado.

Desde la trinchera opuesta,se encuentra el gobierno establecido en Tobruk (en el este de Libia) asentado políticamente en la Cámara de Representantes, presidida por Aguilah Issay cuyo sostén es el Ejército Nacional Libio, dirigido por el General Jalifa Haftar. No cuenta con reconocimiento de la ONU pero sí de Rusia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, que otorgan ayuda financiera, militar y logística, e incluso Francia, que sale de ese apoyo mayoritario que da la UE al gobierno del GAN: el país galo tiene aspiraciones de controlar los pozos petrolíferos autorizados por el gobierno dominado por Haftar y explotados por su transnacional Total Fine. Las fuerzas de Haftar controlan, actualmente, la mayor parte del país, llegando incluso a los suburbios de Trípoli

Ambos poderes libios, luego de años de enfrentamientos se reunieron el día 19 de enero del 2020, en la Conferencia de Paz de Berlín donde se pactó un plan de carácter integral, destinado a concretar una tregua conducente a una paz definitiva. En la capital alemana estuvieron países como Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Turquía y los representantes de la Unión Europea, Ursula Von Der Leyen y Josep Borrel, además de Ghassan Salamé como enviado especial de la ONU en Libia. En el caso de Estados Unidos,la estrategia en la disputa libia responde exclusivamente a sus intereses como potencia hegemónica e implica mirar y participar de acuerdo con lo que estos intereses dicten.

Por ello, no resulta en absoluto extraño que Washington apoye tanto al gobierno de Fayad al Sarraj, político definido profundamente pro-occidental, como también a las fuerzas de Jalifa Haftar, aprovechando el hecho de que este militar haya nacido en Libia, haya sido general bajo el gobierno de Gaddafi (donde fue jefe de su estado mayor) y entrenado militarmente en la ex Unión Soviética, pero luego exiliado en Estados Unidos, donde vivió 20 años, trabajó para la CIA y  adquirió la nacionalidad estadounidense.

En la Conferencia de Paz, el compromiso fue avanzar en poner fin de la injerencia extranjera en el país norafricano, junto a un alto del fuego permanente y un embargo a la venta de armas que fuese verificable. El secretario general de la ONU, António Guterres, permitió visualizar de mejor forma en sus declaraciones el porqué de este encuentro, al señalar que “todos los participantes se han comprometido a renunciar a las injerencias en el conflicto armado y los asuntos internos de Libia ya que había un verdadero riesgo de una escalada regional y eso se ha impedido en Berlín”.

No había pasado un mes cuando la ciudad de Múnich, en la misma Alemania, acogió otro encuentro entre las partes beligerantes destinado a implementar el plan de paz acordado en enero. Terminada esta segunda reunión, la representante de la ONU en Libia, Stephanie Williams, dio a conocer su desazón porque la situación política, militar y humanitaria en Libia había empeorado, sobre todo porque el general Haftar y sus aliados tribales habían incrementado sus acciones para ocupar Trípoli, utilizando para ello la estrategia de impedir la producción de petróleo y privar de fondos a sus rivales. En los últimos cinco meses, los enfrentamientos han generado un millar de muertos y 140 mil desplazados. Complementaria a esta acción diplomática en Múnich, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó el día 13 de febrero una resolución a favor del cese de fuego en Libia y llamando cumplir lo acordado en Berlín. Como era de esperar los mismo que alentaron esta resolución, siguieron catalizando la guerra en Libia.

En un escenario internacional de pandemia, con el virus del Covid-19 que tiene al mundo en crisis, África ha sido alertado sobre los presagios negativos que se van a abatir contra ella. La situación sanitaria y el llamado de la ONU a establecer una tregua humanitaria no ha sido respetada por las partes en conflicto. El día 28 de marzo un centenar de muertos fue la prueba de esta violación. Pese a la “tregua humanitaria” aceptada el pasado domingo por los contendientes a instancias de la ONU,los nuevos enfrentamientos estallaron el día viernes 28 de marzo cuando aviones del Ejército Nacional Libio atacaron un convoy militar del gobierno de Trípoli a la salida de la ciudad de Misrata, en los alrededores de Abu Qurayn, en la autopista que recorre la costa libia. El bombardeo ocasionó un centenar de víctimas, entre ellos 30 muertos y 70 heridos.

La paz es de difícil pronóstico en la ex Yamahiriya, ya sea por los intereses económicos en juego,la presencia de una docena de países que intervienen con armas, las presiones políticas a los dos bandos en pugna, ola sombra de una pandemia que aún no entra con fuerza en África. La supuesta instalación de una democracia representativa,usada como argumento por la OTAN para derrocar a Gaddafi, aplicando la estrategia de la Casa Blanca de la guerra sin fin, también resultó falsa. Un conflicto que no sólo trajo consigo la fragmentación de Libia, sino también la irrupción de grupos extremistas takfiri que han generado mayores grados de inestabilidad no sólo en el Magreb, sino también en la región del Sahel[1].

Han trascurrido 9 años desde el comienzo de la agresión a Libia y el derribo y posterior ejecución del gobierno de Gaddafi y a medida que transcurre el tiempo, queda más claro que ninguno de los objetivos planteados para el país norafricano se cumplió y menos se trabajó para concretar esa mentira magnificada de que se intervino en Libia por “razones humanitarias”, para liberarla de un gobierno totalitario. Argumento que fue repetido en manifestaciones corales por los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, avalados por la ONU y la Liga Árabe. Esta última ha cumplido a lo largo de la historia labores de más de coordinación económica que de influencia política pero, en este tipo de situaciones suele servir de tapadera para planes de intervención.

Hoy, tal como ayer [2](2) sostengo lo afirmado desde el momento mismo de la intervención extranjera en Libia: sólo será posible constatar un territorio fragmentado, convertido en coto de caza de gobiernos, grupos y empresas petrolíferas transnacionales, y que al amparo del apoyo a las distintas facciones en pugna, esquilman sus riquezas naturales. Aquellos que apoyaron la lucha contra Gaddafi y su posterior ejecución, han servido, finalmente, a los intereses de actores de mayor peso, formando milicias en base a criterios regionales, tribales y religiosos, que han intensificado y hecho irreconciliable cualquier idea de establecer un Estado Unitario.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

  1. La coalición que atacó Libia se hallaba bajo la dirección de Estados Unidos, país que durante todo ‎el conflicto ocultó a sus propios aliados el fin que realmente perseguía, para ponerlos ‎finalmente ante los hechos consumados, conforme a la política definida como leading ‎from behind, o sea «dirigir desde atrás». Después de haber clamado durante meses que ‎la OTAN no intervendría en Libia, fue finalmente ese bloque militar quien dirigió las operaciones. ‎Washington nunca trató de instalar en Libia un gobierno bajo control estadounidense, lo que ‎hizo fue propiciar el ascenso de fuerzas rivales entre sí para impedir el regreso a la paz entre ‎los libios, en aplicación de la doctrina Rumsfeld/Cebrowski . Meyssan Thierry. https://www.voltairenet.org/article208809.html
  1. https://www.webislam.com/articulos/99215-libia.un.caos.programado.html.Si bien es cierto la pugna entre dos gobiernos en Libia amaga la posibilidad de alcanzar la paz en el país norafricano, también resulta necesario dar cuenta que la presencia de grupos takfirí en Libia y el incremento de sus acciones, amplificadas por la prensa occidental en el marco de la lucha contra Estado islámico en Irak, Siria y otras organizaciones terroristas en Yemen, Malí, Nigeria y Afganistán, han dado el argumento necesario para que sea posible tener otra intervención militar de envergadura en Libia
La crueldad de Estados Unidos no conoce de cuarentenas

La crueldad de Estados Unidos no conoce de cuarentenas

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Por Miranda Cerdá Campano*

Pese a su embustero y repetitivo discurso en favor de los derechos humanos, poco le han importado a la administración de Estados Unidos las muertes a raíz de la pandemia del coronavirus en Irán y otros países del mundo. No es de extrañar, claro. Porque en todos estos años tampoco lo conmovió la crisis humanitaria que atraviesa a Venezuela.

En medio de una pandemia, se esperaría que todos los países colaboraran de todas las formas posibles para mitigar la propagación del virus y su impacto en la sociedad. En medio de una crisis mundial tan gigantesca, se esperaría que se levanten todas las sanciones económicas inhumanas y se ponga fin a todos los bloqueos políticos.

Pero la solidaridad nunca puede ser una expectativa cuando hablamos de Estados Unidos y sus deseos imperialistas, sobre todo en un territorio que desde tiempos inmemorables se empecina en reclamar como propio.

A la carga contra Venezuela, otra vez

En medio de la hecatombe provocada por el coronavirus, Washington lanzó el jueves pasado una nueva ofensiva en su plan por derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Si todos los pasados asedios contra la República Bolivariana de Venezuela parecían un tanto disparatados, existe una posibilidad de que este haya batido todos los récords.

A través de su Departamento de Justicia, Estados Unidos acusó formalmente a Maduro, al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente Diosdado Cabello, al ministro de Industria y producción Tareck El Aissami, al ministro de Defensa Vladimir Padrino López y al presidente del Tribunal Supremo de Justicia Maikel Moreno, de integrar una red de narcotraficantes internacionales y ser parte de una compleja red de distribución de drogas a través del Caribe.

De acuerdo con las acusaciones yanquis, el objetivo de la red criminal sería el de “invadir” el mercado norteamericano de cocaina. En palabras del propio fiscal estadounidense William Barr, unas 30 millones de dosis entrarían al país por acción directa del (inexistente) “cartel de los soles”, este producto de propaganda desarrollado por los norteamericanos para acusar a la Venezuela Bolivariana de “estado narcoterrorista”.

Según el Departamento de Justicia, “desde al menos 1999, Maduro Moros, Cabello Rondón, Carvajal Barrios y Alcalá Cordones actuaron como líderes y gerentes de Cartel de los Soles (…) para facilitar la importación de toneladas de cocaína a los Estados Unidos. El Cartel de los Soles buscó no solo enriquecer a sus miembros y mejorar su poder, sino también inundar a los Estados Unidos con cocaína e infligir los efectos nocivos y adictivos de la droga en los usuarios de los Estados Unidos”.

Me no entender, sir. De acuerdo a un informe[1] de la propia DEA (Administración para el Control de Drogas por sus siglas en inglés) publicado en enero de 2020 a partir de la evaluación nacional que se realiza cada año sobre amenazas de drogas, el 90% de la cocaína incautada y analizada en los Estados Unidos proviene de Colombia, otro 6% de Perú, y no se pudo determinar la procedencia del 4% restante.

Como si esto fuera poco, Washington le puso precio a la cabeza del presidente venezolano y sus funcionarios. De acuerdo con la placa presentada durante la acusación, habría 15 millones de dólares de recompensa por el presidente y otros 10 millones adicionales por funcionarios y ex miembros de su administración. Alguien escribió en Twitter que una infografía del programa Animales Sueltos era más seria y parece un análisis bastante acertado.

Puede parecer increíble, pero hay más. Otra de las cartas centrales de la acusación tiene que ver con el supuesto vínculo entre el cartel de los soles y las FARC, que viene siendo el gran motivo que encuentra Iván Duque para sumarse a las arremetidas yanquis contra Venezuela. “A partir de aproximadamente 1999, los líderes de las FARC acordaron con los líderes del Cartel de los Soles reubicar algunas de las operaciones de las FARC en Venezuela bajo la protección del Cartel”.

Algunas cuestiones: Venezuela ha capturado a 102 narcotraficantes de distintas nacionalidades (pero en mayor proporción colombianos), ha reforzado las incautaciones en la frontera e incluso ha destruido pistas ilegales de aterrizaje y derribado aviones narcos en territorio nacional como política antidrogas.

¿Por qué ahora?

La narrativa del Departamento de Justicia respecto de la idea de un narcoestado es ilógica de antemano, pero además se cae por el peso de los datos, y deja entrever que Estados Unidos financia indirectamente una operación que puede desembocar en el asesinato o secuestro de altas autoridades venezolanas en un estado que, antes que nada, es soberano y legítimo.

En esta línea, la inclusión del Departamento de Justicia en la acusación funciona como cobertura institucional para justificar una agresión directa. Por más delirantes que parezcan las acusaciones, Estados Unidos no es tonto: sabe del afianzamiento de los lazos bolivarianos con China y Rusia y en un año electoral, también es consciente del costo político que podría traer aparejado declararle la guerra a un país que lucha contra una pandemia bajo condiciones de bloqueo y sanciones inhumanas e ilegales. Por eso, y como siempre, existen montajes judiciales y mediáticos que le sirven de máscara para continuar ocultando cada una de las agresiones criminales contra los pueblos libres de América y del mundo.

Son momentos de extrema complejidad para Estados Unidos. No sólo es uno de los países más afectados por el coronavirus, ha perdido su liderazgo, ha sufrido unos cuantos reveses en Medio Oriente, la Guerra Comercial ha resultado un fiasco para sus intereses declarados y está siendo muy cuestionado por su falta de capacidad para ayudar a la Unión Europea en medio de la grave crisis sanitaria. Su dominio e influencia se encuentran en una escala descendente y por las propias artimañas norteamericanas, Venezuela aparece para Estados Unidos como el eslabón más débil para intentar, cual manotazo de ahogado, demostrar su poderío.

Desde Washington ha quedado claro que la lucha contra la pandemia no es una prioridad. Deben resguardarse los intereses imperialistas por sobre todas las cosas y qué mejor que seguir hostigando a los pueblos libres con acciones criminales, ahora que nadie está mirando. Mientras todo el mundo esperaba el cese de las sanciones y los bloqueos contra Cuba, Venezuela e Irán, Estados Unidos ha demostrado que sólo salva al mundo en las películas de Hollywood.


*Periodista, columnista sobre Sudamérica del programa Marcha de Gigantes (Radio UNLP - AM 1390), redactora de Revista Trinchera y colaboradora de Agencia Timón

Fuente:
[1] https://www.dea.gov/sites/default/files/2020-01/2019-NDTA-final-01-14-2020_Low_Web-DIR-007-20_2019.pdf

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