
Dialogamos con el presidente de la Asociación de Abogados y abogadas laboralistas, Matias Cremonte, con quien analizamos la #pérdida de #DerechosLaborales que significa la #EconomíaDigital y las nuevas #PlataformasDigitales ante la falta de legislación soberana en la materia.
¿Qué lectura hacen desde la Asociación respecto de estas nuevas formas de trabajo?
Todos los debates que surgen en torno al mundo del trabajo nos incumben y algunos nos llevan a fijar posición con declaraciones, a participar en debates o a hacer críticas más profundas como lo que es la Reforma Laboral.
En este tema puntual lo que nos preocupa es que el tema se presenta en general –desde un lado nada inocente de los empresarios- como que hay un segmento del trabajo vinculado a las tecnologías o a las plataformas, que no está regulado, que es una suerte de gris y que hace falta algún tipo de regulación, pero que eso no sería trabajo. Serían una suerte de pequeños emprendedores.
Una cosa es el discurso del emprendedurismo vinculado al neoliberalismo y a todos los discursos que van en general de la mano de este gobierno –donde hay muchos economistas alrededor de eso- y otra cosa es hablar, directamente, de un sector de la economía y del trabajo en concreto (porque hay gente que trabaja) y plantear seriamente de que merece una regulación pero distinta a la regulación del trabajo.
Esto nos lleva a salir a plantear lo que para nosotros son obviedades, porque salir a decir “eso es trabajo” parece casi una cosa del sentido común. El absurdo (o no tanto) de algunas de esas afirmaciones nos obliga a posicionarnos en ese tipo de cuestiones.
En concreto lo que venimos señalando en este tema es que puede ser novedoso que haya empresarios que lleven adelante una actividad económica y comercial a través de plataformas o a través de la innovación que implicó la aparición de internet y de las nuevas tecnologías, pero en concreto todas estas plataformas lo que hacen es acercar a un consumidor con un producto que hace otra persona u otra empresa, pero la forma de acercarlo es a través de un mensajero: un trabajador o una trabajadora que va en moto, en bici o caminando a llevar ese producto que alguien compró. Eso es trabajo.
Está fuera de discusión que esa persona que alcanza ese producto a quien lo compró, trabaja para alguien. Y la finalidad económica de lo que hace la empresa de plataforma es que le llegue el producto a esa persona y para eso necesita contratar mano de obra, personas que trabajan para llevar esos productos y para eso hace falta pagar un salario, registrarlos, dar una obra social, dar una ART; todo lo que implica el trabajo subordinado o en relación de dependencia, que finalmente es lo que se quiere evadir.
Todas las áreas de la economía, no sólo la mensajería, por ejemplo la discusión que abrió Palazzo (de la bancaria) con Mercado Libre, que ahora le dicen “Economía de Plataforma” ya están reguladas, ya existen y ya tienen sus sindicatos.
Desde luego, en algunos casos sindicatos muy antiguos, en otros nuevos. La discusión que impulsa la Asociación Bancaria es muy interesante porque ¿Cuál es la discusión? ¿La discusión, realmente es que son actividades nuevas y merecen una regulación distinta o que quieren pagarle a los trabajadores la mitad del salario que cobrarían si estuvieran bajo la órbita del convenio colectivo bancario?
Mercado Libre acaba de firmar con el sindicato de trabajadores de Carga y Descarga un convenio para un centro de logística que tienen en el mercado central (que es lo que había generado un conflicto con el sindicato de Camioneros) que prácticamente es la Reforma Laboral que el gobierno presentó en el Congreso y quiso que se apruebe en noviembre del 2017: Jornadas ilimitadas, lo que llamaban la bolsa de horas (que uno trabaje 2 horas un día, al otro día no trabaje, al siguiente 4 horas, y al final de mes “vemos cuanto hiciste”. Se sacan las horas extras, fragmentar vacaciones, salarios bajos.
Lo que hay de fondo no es una discusión sobre tecnología. Lo que presentan como una discusión del futuro, en realidad tiene que ver con relaciones laborales del pasado: trabajo a destajo del siglo XIX en una realidad distinta que es la del siglo XXI.
Los ataques a ciertos sindicalistas tienen que ver con que están defendiendo una mirada del mundo. Pablo Biró se plantó fuertemente contra las Low Cost, Moyano con la cuestión Logítica y ahora Palazzo discute cómo se encuadran los y las trabajadoras que están en la parte financiera relativas a estas empresas.
Claramente. Pero además no debiera ser noticia que un sindicato plantee que a determinados trabajadores se le aplique el convenio colectivo o tengan el derecho de representarlos. Esto es noticia porque sale el Presidente de la nación, algún ministro o algún funcionario a estigmatizar, a atacar directamente a esos dirigentes que lo que hacen es lo que debe hacer un dirigente sindical que es defender a los trabajadores y tratar de que se aplique la normativa laboral o su convenio.
En todo caso impedir o resistir a que se apliquen condiciones de trabajo que evidentemente son mucho peores que las que correspondería si se aplica la ley o el convenio colectivo. La noticia es el ataque que sufre la actividad sindical reivindicativa, algo que hace a las libertades democráticas más básicas: que haya trabajadores que tengan sindicatos y dirigentes sindicales que defienden trabajadores y empresarios que pretenderán que no sea tan así y para eso están las paritarias. Lo que no es parte de esto es que desde el gobierno nacional se demonice, se ataque, se denuncie penalmente que es lo que está ocurriendo con el ataque a la actividad sindical.
No solamente el ataque a la actividad sindical sino, al no tener la contención y la protección del Estado nacional, pretender imponer un sindicato a los trabajadores, el horario laboral, la forma de pago y encima decir cuál es el sindicato más adecuado para la actividad para que los trabajadores elijan.
Esa es la otra pata que le falta a esa mesa: no se les consulta a los trabajadores cuál es el sindicato en el cual quieren organizarse y directamente se los encuadra en un convenio, cuando no se los afilia directamente desde las propias empresas. Una práctica muy recurrente y lo que aparece ausente es el rol decisivo del derecho del trabajador a exigir, a plantear, a afiliarse o no afiliarse a un sindicato determinado.