Puntos de contacto

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Nuestro país está envuelto en tensiones políticas que atraviesan todo el espectro político. Disputas entre oficialismo y oposición, disputas internas en el oficialismo para definir la línea y los tiempos a seguir y tensiones en la oposición para ver quién se anota como el próximo candidatiable para las presidenciales del 2023.

Si bien la prensa hegemónica en nuestro país pretende hacernos creer que somos lo peor de este mundo, que no tenemos solución, que “los políticos” son todos iguales; la realidad es que los mismo hechos se dan en prácticamente todos los países del globo. Incluso las mismas disputas se podrían comparar con las que suceden a escala planetaria entre los diferentes bloques de poder.

Por poner un ejemplo de la región, en Perú, Castillo no hace lo que prometió y, tanto la derecha fijimorista y golpista, como muchos integrantes de Perú Libre (partido que llevó al poder al maestro rural), salen al cruce del mandatario para marcarle sus diferencias.

Si prefieren un ejemplo de otras latitudes, el mismísimo EEUU vive un enfrentamiento entre bloques de poder que ven de formas diferentes cómo debe relacionarse la potencia del norte con el resto del mundo. No hace falta irnos muy atrás en el tiempo para recordar a los seguidores republicanos de Trump tomando el Capitolio e intentando desconocer los resultados electorales (que el propio Trump se había encargado de deslegitimar, incluso antes de que sucedan).

A escala planetaria, se pueden ver las tensiones no sólo entre EEUU y sus aliados con el bloque que conforman China, Rusia y sus aliados, sino incluso a lo interno del bloque occidental. No toda la Unión Europea cree que el conflicto en Ucrania se resuelva de la misma manera, más allá de que se han acoplado (como lo hicieron históricamente) a los designios de Washington.

Un mundo plagado de incertidumbres

La prensa mundial analiza casi en su totalidad el conflicto en Ucrania como una jugada macabra de Putin, el gran dictador mundial. Tan alejado de la realidad es esta afirmación, que bastaría con repasar las intervenciones del mandatario ruso -desde hace al menos una década- para comprender la opereta.

En Ucrania se juega una partida decisiva para el futuro a largo plazo. Tal como sucedió en Siria en 2014, de la resultante de ese conflicto se determinará si EEUU y la OTAN pueden volver a subsumir al mundo entero a sus pies o si por el contrario se fortalece el camino hacia un mundo multipolar. Y por muy alejado que parezca, lo que allí suceda seguramente determinará muchas situaciones de nuestra vida política interna como país.

Lo analizábamos semanas atrás, junto con el analista Guadi Calvo, el golpe de Estado en Pakistán y el envalentonamiento del gobierno de Kirguistán en su postura anti-rusa, es la continuidad de la guerra de Ucrania.

El mismo Putin fue quien señaló hace poco más de una década que vivimos en un mundo donde la única regla que existe, es que no hay reglas. De Allí que vivamos un momento de gran incertidumbre, porque lo que realmente está en juego hoy, y de lo que pocos hablan, es la hegemonía, es el modelo político a seguir, es si EEUU y sus socios logran reimponerse y ordenar a sus anchas el mundo o si por el contrario se abren las puertas hacia otras formas.

De ganadores y perdedores

Pero como toda disputa, lo que hay de fondo son intereses. Y parece que nadie habla a ciencia cierta de los intereses de quiénes. En todos los casos mencionados las disputas de poder se dan principalmente entre los actores de la vida política de esas naciones y/o alianzas. Quienes prácticamente no aparecen mencionados son los verdaderos sectores de poder: las corporaciones, la banca, las exportadoras, las farmacéuticas, el sector financiero. Sectores que se enriquecieron a costa del mundo entero y que hoy no es se desesperan ante la posibilidad de que ello cambie.

¿Y dónde quedamos los pueblos? Siempre en el mismo lugar, el de espectadores de esa realidad. Desafortunadamente las corporaciones mediáticas blinda a los verdaderos enemigos de la humanidad, los gobiernos, excepto honrosas excepciones, no ponen en cuestión a esos poderes so pretexto de intentar resolver problemas (que esos mismos sectores de poder generan) y de llegar a acuerdos para que todos contribuyan a solucionar las penurias que pasan amplios sectores de nuestros pueblos.

La realidad histórica nos demuestra (y lo decíamos la semana pasada) que ellos (las oligarquías, las corporaciones multinacionales, el imperio y sus aliados) nunca nos van a aceptar. Siempre vamos a ser su materia prima descartable. Si esto es así ¿Por qué seguir perdiendo el tiempo?

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Uruguay en medio de la disputa China-Estados Unidos

Uruguay en medio de la disputa China-Estados Unidos

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El 22 de junio de este año, en el marco del Latin America Liberty Forum de la Red Atlas(1), el Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)(2), uno de los think tanks uruguayos, coorganizó la actividad de cierre que consistió en una entrevista exclusiva con el presidente Luis Lacalle Pou realizada por Martin Aguirre, editor en jefe del diario El País de Uruguay, miembro asesor del centro para América Latina de Atlas Network, editor del newsletter semanal de dicho centro “Miradas sur” y asesor del CED.

Las declaraciones que el presidente Lacalle Pou brindó en dicha entrevista pueden tener varias lecturas. Desde el punto de vista más oficialista se mostró como un presidente equilibrado en esta denominada nueva guerra fría comercial entre Estados Unidos y China, mostrando un Uruguay siempre como excepción de Latinoamérica, con una casi nula posibilidad de estallidos sociales.

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Es cierto, Uruguay a lo largo de su historia se ha caracterizado por no tener cambios bruscos ni de 180 grados. La institucionalidad siempre es respetada tanto por derecha como por izquierda, pero es simplemente reflejo de este país levemente ondulado geográficamente hablando, y políticamente también.

Por su dimensión, Uruguay es una aldea, una comarca en el concierto internacional y también dentro de Latinoamérica, que reposa entre dos gigantes como Argentina y Brasil. Latinoamérica vive tiempos convulsos (cuándo no) pero parece que Uruguay está inmunizado.

Quizá la idiosincrasia oriental -lo de oriental viene de la República Oriental del Uruguay- no es proclive a patear el tablero institucional, pero de las disputas económico-políticas este trozo de tierra poblado por tres millones de habitantes nunca queda por fuera.

Basta mirar cómo se benefició de las guerras mundiales, sobre todo de la segunda; cómo sufrió el neoliberalismo impuesto a través de dictaduras en el Cono Sur en los 70, cómo la ola privatizadora también tuvo sus representantes en la década de los noventa, cómo la crisis económica de principios de los 2000 también pegó y mucho en toda la sociedad. También vivió la ola de los gobiernos progresistas y ahora sufre el retorno de la derecha al gobierno, como tantos otros países de la región.

Uruguay apunta a fortalecer acuerdo con UE y buscar otros con EEUU y China
Uruguay apunta a fortalecer acuerdo con UE y buscar otros con EEUU y China

“El Mercosur es de las regiones más proteccionistas del mundo”. Volvió a cargar nuevamente el Lacalle Pou contra el bloque comercial que Uruguay integra junto a Argebntina, Brasil y Paraguay, insistiendo en su idea de “lastre” conocida por espetarle al presidente argentino Alberto Fernández.

En otro pasaje de la entrevista planteó que “este mundo que se viene está diseñado para un país como Uruguay (…) por eso estamos en una carrera aperturista”. El punto es que cuando los países de la periferia se abren casi que de manera total, las grandes potencias se cierran y se genera un intercambio desigual (que ya es desigual desde el inicio).

Asimismo, a largo plazo “la carrera aperturista” nunca la terminan ganando los pequeños países, porque basta una guerra de cualquier índole o que las potencias decidan no importar más esos productos para que dicho proceso se interrumpa. Los pequeños países nunca llegan a un desarrollo industrial sólido, forman parte de la división internacional del trabajo y ocupan un lugar en las cadenas de valor mundial que es ser los proveedores de materias primas.

Así el desarrollo de cada país queda condicionado a la suba y baja de precios de las commodities y no a una planificación proyectada internamente a mediano y largo plazo. Por eso el aperturismo de las pequeñas economías, a piacere de las grandes potencias, es el más peligroso de los espejismos.

EEUU consulta a Uruguay por su intercambio comercial con China -  08.07.2019, Sputnik Mundo
EEUU consulta a Uruguay por su intercambio comercial con China – 08.07.2019, Sputnik Mundo

El primer mandatario uruguayo no titubeó en tomar postura en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Declaró “veo a Estados Unidos con lo que respecta a América Latina, muy China referente” y agregó “lo veo más reaccionando que accionando”.

Prácticamente todos los países de América Latina tienen a China como principal socio comercial y Uruguay no es la excepción. Al menos el 30% de las exportaciones tienen como destino al gigante asiático.

Ante la pregunta de un periodista sobre la capacidad de Uruguay de no quedar condicionado política y diplomáticamente, entre otras cuestiones, por el vínculo con China y Estados Unidos,. Lacalle Pou expresó que eso se resuelve “sin ser permeables a las presiones” y que no condiciona “un voto en la ONU ni en la OEA”.

Es una confianza inusitada y que ningún analista serio puede acreditar como cierta ni valedera. Por más que el mandatario no puede mostrarse condicionado, tampoco presentar a Uruguay como una fortaleza impenetrable, más teniendo en cuenta lo que sucede en la misma región y ha acontecido históricamente.

Un ejemplo concreto y reciente es el de Ecuador. Estados Unidos le prestó dinero a dicho país para saldar sus deudas con China, pero la contraparte es que el país andino cuando desarrolle la tecnología 5G no permita el ingreso de ninguna empresa china.

Otro ejemplo más cercano es el del propio gobierno uruguayo que votó por primera vez a un ciudadano estadounidense para el BID. El elegido, Mauricio Claver Carone, es el primero en establecer una política ofensiva contra China denominada “Near Shoring”: atraer cadenas de producción desde Asia hacia la región latinoamericana.

La neutralidad y la permeabilidad no se eligen, no son practicables en el mediano plazo. Latinoamérica será el laboratorio de disputa entre un Estados Unidos en decadencia y una China que ha tomado la delantera luego de la crisis de la Covid-19.

Política, ideológica y militarmente Lacalle Pou ha demostrado afinidad con la Casa Blanca. Económicamente, China le ha sacado varios cuerpos a cualquier otro país y hacia allí apunta el gobierno uruguayo. ¿Hacia dónde se decantará el fiel de la balanza?

Artículo publicado originalmente en Periferia


Notas

1.- Red Atlas, libertarios de ultraderecha: entramado civil detrás de la ofensiva capitalista en Latinoamérica – Por Aram Aharonian y Álvaro Verzi Rangel
https://www.nodal.am/2017/10/red-atlas-libertarios-ultraderecha-entramado-civil-detras-la-ofensiva-capitalista-latinoamerica-aram-aharonian-alvaro-verzi-rangel/

2.- El CED En su sitio web explicita sus alianzas estratégicas con: la Red Atlas, la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Libertad y Progreso, Fraser Institute, Property Rights Alliance y la Fundación Internacional para la Libertad.

Nicolás Centurión
Nicolás Centurión

Como dice un rapero: «por amor y por vicio… se convirtió en mi oficio.» La palabra se milita. Junto café con palabras para subsistir en este paréntesis, desde la periferia.

Nuestra América, territorio en disputa

Nuestra América, territorio en disputa

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A lo largo de este 2020, hemos analizado los distintos hechos que daban la pauta de que algo estaba cambiando y que la pandemia había venido para acelerar esos cambios. La telenovela norteamericana (o en el formato serie que ellos instalaron) sobre quién será el próximo presidente de los Estados Unidos aún no concluye, aunque estamos cerca del desenlace final.

En la última, Biden se largó a “gobernar”: presentó su futuro gabinete y marcó algunas de las políticas que intentará desplegar bajo su administración. Por su parte, Donald Trump insiste con el fraude, descabeza el Pentágono y algunas agencias, manda a retirar soldados de Afganistán e Irak y sigue operando para que, llegado el caso, los Demócratas tengan el camino minado para hacer lo que pretenden.

Muches apuntan que detrás del asesinato del científico iraní, Mohsen Fajrizade, están tanto los norteamericanos como el ente Sionista. Sospechas sobran dado el historial de ambos gobiernos y de los recientes tweets de Trump y de Netanyahu.

Más allá de una elección

Lo cierto es que, más allá de lo que depare la recta final de las elecciones en el país del norte, de lo que somos espectadores es de una disputa entre facciones de un país que, desde hace al menos un siglo, ejerce políticas antipopulares e intervencionistas contra otros pueblos; y esté quien esté sentado en el Despacho Oval, poco y nada cambiará. En la política exterior del imperio no hay buenos y malos, hay formas de comprender su lugar en el mundo y cómo se vincula con el resto del globo.

Y si algo hay que agradecerle a Trump, es que puso en evidencia no sólo la descomposición del sistema “democrático” norteamericano, y con él su mito de democracia ejemplar para el mundo; sino que también expuso cómo se maneja un sector muy considerable del entramado de directivos de multinacionales y de empresarios multimillonarios. Prepotencia, falta de empatía, ambición y, sobre todo, corrupción. Ese caballito de batalla de la retórica gringa, que develó el trasfondo de una lógica mercantil de hacer política.

Lógica que no le pertenece a Trump, pero que el magnate de peluquín puso de manifiesto. ¿Acaso alguien puede pensar que el resto de la clase política tradicional no actúa de la misma manera? Tendrán un poco más de decoro, lo harán en las sombras, pero lo hacen. Y esto es traspolable a otras latitudes.

Un par de granos en el…

Y como si no tuviese problemas hacia lo interno, en el frente exterior se les está poniendo complicada. El recientemente firmado acuerdo 15-RCEP, que tiene a China, Japón y Surcorea como principales actores, sin dudas podrá convertirse en un polo de atracción para el resto del mundo.

Como resalta el analista mexicano Alfredo Jalife-Rahme, este acuerdo de libre comercio no sólo es el más grande del mundo (sin EEUU), sino que daría a China un salvoconducto para sortear las sanciones de EEUU en materia de elementos claves para el desarrollo de la tecnología 5G y de inteligencia artificial. ¿Será por ello que una semana después del anuncio, la históricamente aliada Gran Bretaña hace pública la noticia de inversión millonaria para reimpulsar la famosa Royal Navy y apuntar a tener un mayor papel en la región Indo-Pacífico?

Por su parte, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se muestra indiferente al resultado de las elecciones, comprendiendo que ocupe quien ocupe la presidencia las relaciones con su país no cambiarán demasiado.

 América se vuelve a levantar

El complejo escenario pre-pandemia marcaba la hora de las movilizaciones masivas en distintos países de la región nuestroamericana. Los pueblos de Chile, Colombia y Ecuador daban la nota en un panorama de hartazgo ante políticas neoliberales que, más o menos viejas, estaban erosionando sus condiciones de vida.

La pandemia vino a dar una suerte de respiro a los gobiernos de esos países, producto de la parálisis que se generó para intentar evitar los contagios, pero rápidamente agravó la situación y pese a no tener una cura, las calles volvieron a tronar con miles de personas.

El pueblo chileno forzó un proceso constituyente que habrá que ver cómo continúa. El ecuatoriano avanza hacia elecciones presidenciales con la fórmula correísta como la favorita a ganar la contienda. El colombiano no deja de exigir el fin de los asesinatos a líderes y lideresas sociales, al tiempo que reclama por mejores condiciones de vida a un gobierno ya muy deslegitimado, y con la esperanza de cambiar el signo político del gobierno en 2022.

A ello se sumaron los hechos en Perú que, al igual que Argentina en 2001, tuvo 3 presidentes en una semana. Un proceso de hastío y hartazgo generalizado que llevó a miles a las calles y que, al igual que en Chile, comienza a demandar una constituyente.

Las elecciones municipales en Brasil (termómetro de lo que pueda suceder en 2022) si bien no dieron como ganador al bloque progresista, sí dieron cuenta de un debilitamiento del bolsonarismo. Sumemos a ello la recuperación de la democracia en Bolivia con la victoria del MAS-IPSP.

El último gran escenario de conflicto y movilizaciones populares fue el de Guatemala. Ante la aprobación de un presupuesto 2021, que recortaba en distintas áreas sensibles para la población y fortalecía los negociados con el sector privado de la construcción, el pueblo salió a las calles a mostrar su descontento.

La corrupción y las narrativas

Si algo quedó claro, tanto con Trump como con Bolsonaro, Macri, Piñera, Duque, Giammattei, Áñez, Moreno y demases, es que narrativamente la corrupción aparece como un caballito de batalla de las derechas pro-imperiales. Está claro que “la corrupción” ha sido uno de los ejes de trabajo más fuertes que ha utilizado EEUU para deslegitimar los procesos progresistas y populares.

Lo cierto es que tanto en Nuestra América como en EEUU, quedó demostrado (y hay que agradecerle a Trump por ponerlo tan visible) que para que haya un funcionario corrupto, tiene que haber un empresario que intente corromperlo. La narrativa hegemónica señala la corrupción de los gobiernos progresistas, pero omite la inmensa corrupción de las derechas.

Donde más claro queda es donde esos procesos progresistas no tuvieron la misma profundidad, o donde directamente no existieron procesos de ese carácter en la última década: Colombia, Chile, Perú, Guatemala. El hartazgo popular es hacia la corrupción de la derecha y los sectores empresariales que tienen como correlato el hambre y la miseria de los sectores populares.

Turbulencias

Algo está cambiando en el mundo, y en Nuestra América hay condiciones objetivas, y al parecer subjetivas, para que las cosas comiencen (o continúen) a cambiar. Lo que está claro es que tanto Estados Unidos como las derechas del continente intentarán, por todos los medios que estén a su alcance, que eso no suceda.

De llegar Biden a la Casa Blanca, lo que seguramente querrá recuperar de inmediato es su control sobre la región, que históricamente comprendieron como su “patio trasero”. Eso se traducirá en agresiones (quizás más diplomáticas, pero agresiones al fin) a Venezuela y Nicaragua, presiones a México, Argentina, Bolivia y Ecuador (de llegar un gobierno popular), y en la recuperación de las alianzas con las elites colombianas, chilenas, peruanas y de toda Centroamérica.

Las ONG’s, los organismos internacionales de crédito, los bancos, las grandes empresas, incluso las estructuras irregulares, pueden ser incluidos en ese combo para intentar tener controlada la región.

La post-pandemia no será sencilla. Estará llena de trabas locales y extranjeras. Y fundamentalmente requerirá de todos nuestros esfuerzos para sumar más voluntades a los distintos procesos emancipadores, para consolidar lo conquistado y avanzar en la conquista de lo que aún nos falta. La unidad, la solidaridad, la empatía y el trabajo colectivo que logremos construir serán las piezas angulares para avanzar en ese proceso.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Defensa Nacional: nuevos tiempos, nuevos desafíos

Defensa Nacional: nuevos tiempos, nuevos desafíos

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Como se ha mencionado en anteriores artículos, la última década en Nuestra América se ha caracterizado por cambios significativos en las orientaciones de los gobiernos de muchos de los países de la región. Algunos a través de las urnas, otros mediante golpes de estado a gobiernos democráticamente electos. El escenario se complejizó por el aumento en las tenciones entre los EEUU y Rusia-China, que se comenzaron a reflejar en distintas partes del mundo, y como frutilla del postre, apareció la pandemia del COVID-19.

Tenciones en la frontera rusa, movimiento de tropas norteamericanas, colocación de escudos misilísticos en países de Europa del Este, tenciones en el mar de China, presiones de EEUU en Hong Kong, tensiones entre la India y China; una continua desestabilización de Medio Oriente producto de las políticas del ente Sionista, de la familia Saud, la explosión del puerto de Beirut, la continuidad de la guerra en Siria, etc etc etc.

La derecha en Nuestra América

En Nuestra América si bien los gobiernos de la derecha pro-imperio llegaron a apoderarse de los gobiernos de varios países, esos pueblos hermanos han venido dando categóricas luchas en las calles, exigiendo que se respeten sus derechos, mejores condiciones de vida, políticas públicas que les protejan. En definitiva exigen el fin del neoliberalismo.

Esa llamita que encendieran Chávez, Fidel, Kirchner, Lula, Correa, Evo y tates otres, no se extinguió pese a los intentos desenfrenados de una derecha vernácula por desaparecer toda expresión popular, progresista o revolucionaria del continente. A ello se sumaron las crecientes relaciones políticas, comerciales y estratégicas con países como Rusia y China, cosa que los gringos no toleraron, no toleran y no tolerarán; porque se creen amos y señores de estas tierras.

La región como escenario de disputa

Los presidentes de UNASUR y el grupo BRICS se reunieron en Brasil en 2014 (Foto: Con Nuestra América)

El sociólogo especializado en Relaciones Internacionales, Juan G. Tokatlian, sostuvo que seguramente “después de la pandemia se va a agudizar la rivalidad entre EEUU y China” en el continente. El analista enfatiza que “en la medida que se agudicen las tensiones, sin lugar a dudas, los campos de acción y los márgenes de maniobra se reducen[1] para los países de la región.

En la misma línea, Tokatlian sostiene que la región ha perdido gravitación en la escena internacional y que cada vez es más vulnerable por lo que “puede terminar con una suerte de doble dependencia: de EEUU y de China, simultáneamente”. Si bien en parte se puede coincidir ¿Nuestra América corre el peligro de revivir lo que sucedió en áfrica durante la posguerra? Un escenario repleto de operaciones mediático-judiciales, con fogoneo mediático-corporativo para aumentar los enfrentamientos entre sectores que piensen diferente ¿Acaso ese discurso no viene cobrando cada vez más fuerza?

Cabe recordar que históricamente los EEUU se sirvieron de Nuestra América como plataforma para lanzarse al mundo como potencia hegemónica global. El control militar, las presiones económicas y diplomáticas, los bloqueos o la intervención directa han sido moneda corriente, producto de que el continente represente su reserva estratégica para sostenerse como uno de los jugadores a escala global.

Pasado reciente

Líderes se reunirán en Lima en 2012 (Foto: Diariouno.com.ar)

En el inicio del siglo XXI la región vivió un proceso político muy interesante con la llegada simultánea de gobiernos progresistas que construyeron políticas e instituciones, por fuera de la influencia norteamericana: UNASUR, CELAC, ALBA, Petrocaribe, entre muchas otras. Quizás una de las que más molestó a las administraciones norteamericanas haya sido el Consejo Sudamericano de Defensa, el cual pese a no haberse consolidado, comenzaba a hacerlo.

Frente a una región que se pensaba sin el consentimiento de EEUU y que estrechaba lazos y relaciones con potencias como Rusia y China, la reacción de país del norte no se hizo esperar. Podían mencionarse nuevamente algunas de esas reacciones: la reactivación de la IV Flota en 2008 (luego de que Lula diera a conocer que se habían encontrado grandes reservas de hidrocarburos en la plataforma marítima brasileña), el Golpes de Estado en Honduras en 2009, luego de que Mel Zelaya osara realizar un acuerdo en materia sanitaria con Cuba, en el Paraguay de Lugo en 2012, el golpe parlamentario en 2016 al Dilma Roussef en Brasil, donde seguramente todes recordarán a Bolsonaro argumentando su votación con una reivindicación a quien había sido el torturador de la ex mandataria; el golpe de estado a la vieja usanza en Bolivia, o los innumerables intentos por derrocar al gobierno del chavismo en Venezuela.

Nuestra América es la zona de repliegue de un imperio que día tras día pierda fuerza, aunque no deja de batallar para conservar su poder. Ante esta situación la administración norteamericana -en franco retroceso como potencia- está teniendo una actitud prepotente y cada vez más violenta, donde el uso de la coerción y el militarismo crecieron visiblemente. Miren sino el escenario de Colombia, de Brasil, de Bolivia, de Chile, de Ecuador… Incluso el de EEUU con un Trump pretendiendo sacar a los militares a las calles para reprimir a quienes se manifiestan contra el racismo y la brutalidad policial.

Pensar al imperio

El 25 de agosto sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel participó del Ciclo Internacional “Nuestra América en los Planes del Imperialismo”. En esa oportunidad planteó 8 tesis respecto del imperio norteamericano, su situación actual y lo que puede significar para la región. Además de coincidir en la pérdida de hegemonía norteamericana y de su repliegue hacia el continente, Grosfoguel señala que su decadencia “es una buena noticia para el mundo en el largo plazo pero una mala noticia en el corto plazo para América[2].

Es por demás sabido que el magnate de peluquín puede osar intentar invadir Venezuela como estrategia de impacto para correr el eje de las discusiones hacia lo interno de la política norteamericana. Muches analistas hablan de la famosa “sorpresa de octubre”, un hecho político de impacto para poder torcer la balanza a último momento antes de las elecciones.

Los desafíos de Argentina y la región

Las FFAA no sólo tienen por finalidad resguardar la Soberanía Nacional, defender recursos naturales y objetivos estratégicos o garantizar la protección civil, el apoyo a la comunidad y la ayuda humanitaria (como está sucediendo en momentos de pandemia), sino también aportar a la estabilidad de la región.

El Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA, el General de Brigada Juan Martín Paleo, señaló en entrevista radiofónica que quieren “que las FFAA de Argentina sean un factor de estabilidad para el país”, revirtiendo el pasado reciente donde fueron precisamente lo opuesto. De igual modo remarcó que pretenden “que Argentina sea un factor de estabilidad de la región[3].

En relación a esto último, se ha analizado en artículos anteriores que las desestabilizaciones hoy no pasan necesariamente por las FFAA, sino por las de seguridad. Recordemos las sublevaciones de policías en Ecuador, Bolivia, incluso Argentina. Además no puede pasarse por alto el rol de los medios masivos de comunicación, sectores del poder judicial putrefactos y otros factores que hacen a las estrategias imperiales para desestabilizar gobiernos.

El imperio está replegando hacia el continente y utiliza a una derecha continental cada vez más envalentonada y virulenta, que se anima a vociferar cosas que hace un tiempo hubiesen sido impensables. Ante este escenario los desafíos de los sectores progresistas de la región y de los pueblos del continente se vuelven cada vez más complejos.

Unasur integra áreas estratégicas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. (Foto: Telesur)

Para finalizar, retomar algunas de las palabras del Ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien remarcó en diferentes oportunidades que “la construcción de un sistema de defensa subregional, con interrelación con todos los países de América del Sur es un objetivo a conseguir”. Si bien este objetivo parece pretencioso y complejo en la situación actual, resulta evidente que una buena estrategia de Defensa Nacional es fundamental no sólo para la Argentina sino para la región.


[1] https://ar.radiocut.fm/audiocut/juan-g-tokatlian-sobre-temas-geopoliticos-latinoamerica-china-y-usa/
[2] https://www.laiguana.tv/articulos/789068-ramon-grosfoguel-8-tesis-imperialismo-estadounidense/
[3] https://ar.radiocut.fm/audiocut/enntrevista-en-siempre-es-hoy-al-jefe-del-estado-mayor-conjunto-general-juan-martin-paleo/#

Nicolás Sampedro
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Caminando un nuevo campo: Modelos de producción en disputa

Caminando un nuevo campo: Modelos de producción en disputa

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Este próximo miércoles nos encontraremos debatiendo cuáles son los desafíos que tenemos por delante para disputar un modelo de producción sano y soberano, a sabiendas de que el modelo agrario dominante plantea graves problemáticas, como el desmonte, la pérdida de biodiversidad, desigualdad en el acceso a la tierra, uso de pesticidas y fertilizantes con consecuencias en nuestra salud y en el ambiente en general.

¿Cuáles son las problemáticas más urgentes? ¿Qué políticas públicas se están implementando hoy? ¿Cuál es la disputa que se viene dando en el Estado? ¿Cuál es la situación en el cinturón frutihortícola? Rol de las organizaciones, rol de la Universidad, Foro Agrario Soberano y Popular, son algunos de los temas que discutiremos junto con Nadia Dubrovsky Berensztein, bióloga y doctora en ciencias agrarias y forestales (UNLP), a cargo de la Dirección de Fortalecimiento Territorial para la Agricultura Familiar (Ministerio de Desarrollo Agrario, PBA) y Sergio Dumrauf trabajador social y veterinario (UNLP) director de Economía Popular del Consejo Social de la UNLP, referente del Movimiento Agrario Nacional y Popular.

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