Nuestro país está envuelto en tensiones políticas que atraviesan todo el espectro político. Disputas entre oficialismo y oposición, disputas internas en el oficialismo para definir la línea y los tiempos a seguir y tensiones en la oposición para ver quién se anota como el próximo candidatiable para las presidenciales del 2023.
Si bien la prensa hegemónica en nuestro país pretende hacernos creer que somos lo peor de este mundo, que no tenemos solución, que “los políticos” son todos iguales; la realidad es que los mismo hechos se dan en prácticamente todos los países del globo. Incluso las mismas disputas se podrían comparar con las que suceden a escala planetaria entre los diferentes bloques de poder.
Por poner un ejemplo de la región, en Perú, Castillo no hace lo que prometió y, tanto la derecha fijimorista y golpista, como muchos integrantes de Perú Libre (partido que llevó al poder al maestro rural), salen al cruce del mandatario para marcarle sus diferencias.
Si prefieren un ejemplo de otras latitudes, el mismísimo EEUU vive un enfrentamiento entre bloques de poder que ven de formas diferentes cómo debe relacionarse la potencia del norte con el resto del mundo. No hace falta irnos muy atrás en el tiempo para recordar a los seguidores republicanos de Trump tomando el Capitolio e intentando desconocer los resultados electorales (que el propio Trump se había encargado de deslegitimar, incluso antes de que sucedan).
A escala planetaria, se pueden ver las tensiones no sólo entre EEUU y sus aliados con el bloque que conforman China, Rusia y sus aliados, sino incluso a lo interno del bloque occidental. No toda la Unión Europea cree que el conflicto en Ucrania se resuelva de la misma manera, más allá de que se han acoplado (como lo hicieron históricamente) a los designios de Washington.
Un mundo plagado de incertidumbres
La prensa mundial analiza casi en su totalidad el conflicto en Ucrania como una jugada macabra de Putin, el gran dictador mundial. Tan alejado de la realidad es esta afirmación, que bastaría con repasar las intervenciones del mandatario ruso -desde hace al menos una década- para comprender la opereta.
En Ucrania se juega una partida decisiva para el futuro a largo plazo. Tal como sucedió en Siria en 2014, de la resultante de ese conflicto se determinará si EEUU y la OTAN pueden volver a subsumir al mundo entero a sus pies o si por el contrario se fortalece el camino hacia un mundo multipolar. Y por muy alejado que parezca, lo que allí suceda seguramente determinará muchas situaciones de nuestra vida política interna como país.
Lo analizábamos semanas atrás, junto con el analista Guadi Calvo, el golpe de Estado en Pakistán y el envalentonamiento del gobierno de Kirguistán en su postura anti-rusa, es la continuidad de la guerra de Ucrania.
El mismo Putin fue quien señaló hace poco más de una década que vivimos en un mundo donde la única regla que existe, es que no hay reglas. De Allí que vivamos un momento de gran incertidumbre, porque lo que realmente está en juego hoy, y de lo que pocos hablan, es la hegemonía, es el modelo político a seguir, es si EEUU y sus socios logran reimponerse y ordenar a sus anchas el mundo o si por el contrario se abren las puertas hacia otras formas.
De ganadores y perdedores
Pero como toda disputa, lo que hay de fondo son intereses. Y parece que nadie habla a ciencia cierta de los intereses de quiénes. En todos los casos mencionados las disputas de poder se dan principalmente entre los actores de la vida política de esas naciones y/o alianzas. Quienes prácticamente no aparecen mencionados son los verdaderos sectores de poder: las corporaciones, la banca, las exportadoras, las farmacéuticas, el sector financiero. Sectores que se enriquecieron a costa del mundo entero y que hoy no es se desesperan ante la posibilidad de que ello cambie.
¿Y dónde quedamos los pueblos? Siempre en el mismo lugar, el de espectadores de esa realidad. Desafortunadamente las corporaciones mediáticas blinda a los verdaderos enemigos de la humanidad, los gobiernos, excepto honrosas excepciones, no ponen en cuestión a esos poderes so pretexto de intentar resolver problemas (que esos mismos sectores de poder generan) y de llegar a acuerdos para que todos contribuyan a solucionar las penurias que pasan amplios sectores de nuestros pueblos.
La realidad histórica nos demuestra (y lo decíamos la semana pasada) que ellos (las oligarquías, las corporaciones multinacionales, el imperio y sus aliados) nunca nos van a aceptar. Siempre vamos a ser su materia prima descartable. Si esto es así ¿Por qué seguir perdiendo el tiempo?