Democratizar la Justicia para liberar al país

Democratizar la Justicia para liberar al país

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Desde hace varios años el poder judicial ha sido objeto de críticas, no solo por su ineficiencia, lentitud, sino por su inaccesibilidad, distancia e incluso contrariedad con los intereses populares y mayoritarios. Ya el Martin Fierro describió esa realidad cuando decía: “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enreda a los chicos”. O que la ley es como la serpiente, que solo pica a los descalzos.

Más allá de la selectividad de la justicia con los sectores desposeídos, también se ha mostrado como un recóndito y refugio de sectores oligárquicos y conservadores frente a las avanzadas de gobiernos populares. Cabe recordar que cuatro días más tarde del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre del año 1930, la Corte Suprema convalidó y reconoció la “legalidad” del gobierno de facto de José Félix Uriburu. De allí en adelante, el poder judicial y en particular el máximo tribunal legitimó o presto anuencia frente a todos los atropellos a los derechos democráticos. Desde el accionar del intervenido poder judicial para perseguir dirigentes peronistas durante la proscripción, como la inacción frente a las desapariciones forzadas durante la última dictadura militar hasta llegar a la actualidad donde las oficinas judiciales han sido teatro de operaciones de lo que actualmente se denomina el Lawfare, no solo a nivel local sino también a nivel regional. La más reciente, fue el accionar de la Corte Suprema para acelerar la confirmación de la condena de la ex presidenta y líder mayoritaria de la oposición, Cristina Fernández de Kirchner luego de que anunciara su candidatura a diputada provincial. 

El hecho maldito del poder judicial:

En el año 2013, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner envió un paquete legislativo con reformas judiciales, el cual se denominó la “Democratización de la Justicia”. Entre los puntos del proyecto, se incluían la reforma del Consejo de la Magistratura cuyos miembros pasarían a ser votados y el aumento en la cantidad de integrantes de trece a diecinueve. El proyecto de ley también proponía limitar las medidas cautelares a un plazo máximo de seis meses, obligando al dictado de sentencia sobre la cuestión de fondo, evitando que se terminen las cautelares contra las distintas medidas, como la que tuvo el grupo Clarín contra la Ley de Medios. Por otro lado se establecía la democratización del ingreso a la carrera judicial mediante la aplicación de concurso público, rompiendo privilegios de la “famiglia judicial”. Y por último aumentar el número de Cámaras de Casación para descongestionar a la Corte Suprema. 

Sin duda esta reforma queda chica, si vemos el ejemplo reciente de México donde a partir de la reforma judicial son los mismos jueces los que son elegidos con el voto popular. Parece ser este uno de los horizontes para liberar al país del flagelo que implicó un poder judicial opaco y ligado desde siempre a los grupos concentrados de la economía.  


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¡Mortales! Oíd: Una Patria, un Estado, una Nación  

¡Mortales! Oíd: Una Patria, un Estado, una Nación  

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Cuando discutimos el Estado, no estamos haciendo otra cosa que discutir qué nociones de igualdad o libertad hay debajo de las acciones y los discursos, qué relaciones de poder se tensan y se disputan, cómo se distribuyen regionalmente los poderes, cómo se planifica y hacia dónde camina esa Patria.¿Podemos pensar en un Estado sin los aparatos burocráticos heredados de la colonia? ¿Podemos pensar un Estado que sea posibilitador de la igualdad y la libertad bajo la promesa democrática? 

“Ya entregué mi corazón
y otros te dieron la vida entera,
las fogatas de ese amor
no encienden sólo en primavera.
No me pidas olvidar, no me pidas desarmar,
desde niño aprendí que “patria”
es memoria y sueño bajo la piel.
Mira mis manos, llenas de hermanos.
Que tu sangre cante en el viento
como bandera de libertad.”

Patria; 1998 – Víctor Heredia

Un breve repaso universal

Entre los siglos XV Y XVIII, se desarrollan los “Estados modernos” en occidente arraigados a la idea de Nación. Es decir, empieza a constituirse el mundo como lo conocemos actualmente. Parafraseando a Weber podríamos decir que el “progreso” hacia el Estado burocrático, no es otra cosa que el proceso de racionalización que administra e imparte justicia según reglamentos igualmente racionales paridos por la ilustración y de este modo, unido al desarrollo capitalista moderno. Para ponerlo en otras palabras; podríamos sostener que Estado –Moderno- y Capitalismo, no solo nacen de un mismo proceso sino que son difícilmente disociables, constituyendo lo que Oszlak definia en 1997 de la siguiente manera;

“El Estado nacional es el resultado de un proceso convergente, aunque no unívoco, de constitución de una nación y un sistema de dominación. La constitución de la nación supone -en un plano material- el surgimiento y desarrollo, dentro de un ámbito territorialmente delimitado, de intereses diferenciados generadores de relaciones sociales capitalistas; y en un plano ideal, la creación de símbolos y valores generadores de sentimiento de pertenencia.

¿Podemos entonces pensar en un Estado sin los aparatos burocráticos heredados de la colonia? ¿Podemos pensar un Estado que sea posibilitador de la igualdad y la libertad bajo la promesa democrática? 

Rebeldes, conservadores y revolucionarios

En tiempos de desencanto los grifos vestidos de inofensivos heraldos, esponsoreados por grandes marcas y mejores tecnologías, prometen un mundo despolitizado, intermediado por la tan neutral matemática y la economía de la objetivación institucional del Estado como una alternativa novedosa. Mientras, desde el banquillo las izquierdas y los grandes relatos progresistas parecen tiritar desorientados, con horizontes de posibilidad en color sepia y dificultades para pensar la Nación, el Estado y la Patria. En medio de esa trifulca, donde se dirime el curso próximo del siguiente cuarto de siglo, las viejas preguntas se desempolvan y desfilan sobre la mesa ante los comensales que deberán decidir qué camino tomar, de qué mensajero recoger las cartas y hacia dónde inclinar la balanza.

La modernidad, como buena partera de contradicciones, trajo consigo el mayor dilema del Estado moderno y la democracia; [Igualdad/libertad o Libertad/Igualdad], esa ha sido y ha de ser la discusión nodal de la política dentro del mundo occidental, democratico y en vías de “progreso” de su génesis hasta el dia de hoy. Progreso, otra gran palabra encerrada en el reverso democratico sujeta a la promesa racionalista e insignia de reconocidos lemas nacionales, donde el orden termina muchas veces por sobreponerse al progreso en la clásica fórmula del credo positivista.  

Cuando discutimos el Estado, entonces, no estamos haciendo otra cosa que discutir qué nociones de igualdad o libertad hay debajo de las acciones y los discursos, qué relaciones de poder se tensan y se disputan, cómo se distribuyen regionalmente los poderes, cómo se planifica y hacia dónde camina esa Patria.  ¿Existe una Patria sin Estado o un Estado sin Patria? ¿Es posible pensar en la Patria sin soberanía? 

Si siguiéramos la noción del péndulo hegeliano, nos encontraríamos con una oscilación de izquierda a derecha, que las más de las veces no ha encontrado un  punto medio. Aunque algunos dirán que la democracia moderada es la síntesis entre el gobierno conservador y los movimientos revolucionarios. Podríamos por lo tanto  reiterar la pregunta redirigiendo nuestras incógnitas no solo a la estructura y la historia del Estado, sino también y sobre todo a la democracia. ¿Es la democracia una síntesis, o como sostienen algunos eruditos clásicos y contemporáneos, la democracia no es otra cosa que la escenificación de una farsa para mantener las estructuras desiguales y la perpetuación de los poderes?

Creemos elemental construir una batería de preguntas, por más primarias que estas sean, para las cuales encontraremos múltiples respuestas en algunos casos y escuetos esbozos en otros, con la finalidad de encontrar en la amalgama colectiva un horizonte desde donde proyectar y construir el Estado, la nación y la patria que anhelamos. 

¿Entonces….?  ¿Qué es el Estado? ¿Cómo pensamos en la estructura del mismo, su alcance y su agencia? ¿Qué hay detrás de las proclamas contra la estatalidad? ¿Cómo pensar el Estado desde América Latina? ¿Se puede hacer extirpando de la historicidad regional la marca colonial? ¿Cuáles son los mitos fundacionales de la Argentina, cómo nos estructuran, bajo qué preceptos y en qué carril de la ancha avenida de la historia nos sitúa? ¿Qué significa defender la democracia? ¿La defendemos porque atrevernos a pensar fuera de sus guiones nos resulta aterrador, o porque estamos convencidos de que es el modelo más representativo de lo político?¿Seguimos en vigilia unitarios y federales? ¿Hay un ellos y nosotros originario, o podemos ser uno? ¿Todos somos hijos de la patria?  

Tiempo atrás, el filósofo Argentino Carlos Astrada, decía lo siguiente en el Mito Gaucho: “Sostenemos que somos algo o alguien – aunque más no sea, una brizna en el pampero- y que una fuerza ínsita en nuestros orígenes, un programa de vida implícito nos ha proyectado al horizonte histórico para realizar una tarea, para cumplir una misión. Podremos desertar de esta empresa, podremos traicionar aquella fuerza, articulada en mandato; pero el impulso inicial existe y la tarea estaba ya prebosquejada en nuestra historia, en la entraña misma del advenimiento del pueblo argentino a su soberanía política y vida propia”. (Astrada, 2006:22) 

Nosotros humildemente venimos a tomar la pregunta como punta de lanza para encontrar ese impulso inicial del que nos habla Astrada y bajo la pretensión de desandar o remontar el mito, en este dossier buscaremos dar lugar al encuentro colectivo y al debate entre pares y dispares, para entender qué hay en la trama de la división de poderes, el desarrollo técnico-estratégico y los procesos de industrialización del país. Pero también, para pensar y proponer formas de construir soberanía en un mundo que parece cada vez más desenraizado e hiperconectado en su fragmentación y donde la turbiedad mediática y la obsolescencia del tiempo parece oxidar viejos cimientos a la velocidad de la luz. Insistimos en hacernos el tiempo para utilizar la pregunta como esa catapulta desde donde preguntarnos cómo desarrollar políticas de estado, en un mundo donde las tecnologías parecen desdibujar las fronteras, porque creemos que ahí, en la pregunta incisiva y constante es donde se encuentra el brete desde donde construir esos tan necesarios horizontes de deseo.

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Apuntes en tiempos de injusticia

Apuntes en tiempos de injusticia

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Este martes la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena de Cristina Fernández, por administración fraudulenta, a seis años de prisión e inhabilitación de cargos públicos de por vida, un evento que marca un antes y un después en la historia argentina. El acontecimiento ha disparado una serie de reflexiones, sensaciones y debates, que circulan por redes sociales, medios de comunicación y charlas informales de quienes se encuentran movilizados por la confirmación del acto de injusticia que signa estos tiempos. Ante este escenario emergen denominadores comunes, certezas, dudas y problemas. Me surge, en la efervescencia e incertidumbre propia del contexto, compartir algunas ideas que considero relevantes, a riesgo de que mañana queden caducas.

Certezas de la injusticia

Ya es harto conocido, han escrito los que saben, han explayado y enumerado las irregularidades del proceso judicial que lleva a la ex presidenta a recibir esta condena. No se busca recuperar cada uno de esos elementos que evidencian el claro entramado que buscó, mediante la manipulación judicial, consolidar un proceso persecutorio hacia CFK. Aquí damos ello por sentado, como también la participación, impulso y apriete de un poderoso esquema mediático-político-económico que dio lugar a la concreción de la condena, mediante el brazo ejecutor de tres sujetos, la fachada de la degeneración institucional de la Argentina actual.

A su vez, obviamos la evidente doble vara en el tratamiento de las causas judiciales en torno a otros ex presidentes de la Argentina (el caso más concreto Mauricio Macri) que han garantizado su impunidad, y el también peligroso antecedente que significa este evento para la política nacional.

Esta condena se consuma no sólo frente al anuncio de la candidatura de Cristina para las elecciones provinciales de septiembre, sino también en pos de un velo distractivo frente a este contexto donde la Argentina atraviesa profundas problemáticas sociales y económicas, y el modelo económico mileista muestra sus grietas y vislumbra un horizonte oscuro y atronador.

En paralelo, es fundamental explicitar, que esta persecución judicial a CFK excede su mera persona bajo la excusa de la administración fraudulenta; sino que remite a la búsqueda de condenar, estigmatizar y destruir el imaginario político y proyecto de nación, con sus virtudes y limitaciones, que representó la argentina de 2003-2015. Es la búsqueda de una impugnación de la soberanía y la justicia social en Argentina, y de un disciplinamiento dirigencial y social.

Finalmente, la bala que no salió en septiembre de 2022, hoy se traduce en un fallo judicial que proscribe el voto popular, buscando, insatisfactoriamente, su muerte política.

Gestualidad y destello optimista

La política está signada por los gestos; está claro que no puede vivir, ni prescindir, de ellos. Pero hay gestualidades que abren escenarios. Ver a Alejandro Kim y Guillermo Moreno entrando al Partido Justicialista, y minutos después a las principales referencias del Frente de Izquierda, habilitan, por lo pronto, la sorpresa. Frente al silencio, de muchos autopercibidos peronistas, la legitimación de otros actores del arco político como la UCR y sus dirigentes progre-gorilas, la aparición de esas dirigencias no K en la calle Matheu, se valorizan. No con miras a armar un inconducente frente electoral antimileista, sino por su capacidad de exponer a los actores político-partidarios dispuestos a no reconocer este atropello judicial contra la, ya débil, democracia liberal argentina.

A fin de cuentas, se divide entre quienes avalan la consolidación de un proyecto de democracia proscriptiva y quienes, al menos, coinciden en que este hecho disuelve las, ya, precarias reglas de juego político.

A su vez, diversos gobernadores peronistas, cercanos al gobierno actual, también se pronunciaron en defensa de Cristina y expresaron la necesidad de dejar atrás las diferencias. La pregunta es cuánto va a durar y qué fortalezas puede aportar este acercamiento entre actores intra-PJ y el alineamiento multipartidario.

La otra argentina: los apáticos y los que brindan

Al repudio social que se expresó en la concentración en el PJ, y en diversos rincones del país, se le suman dos reacciones. Por un lado, en la sede partidaria de calle Matheu, mientras Cristina hablaba a quienes se habían congregado allí, era llamativo ver los balcones vacíos de los edificios aledaños. Salvo la iniciativa vil de algún agresor anónimo, y el asomo de alguna cabeza curiosa, esos palcos preferenciales para observar el evento, estaban vacíos. Podrán decir que era horario laboral, que eran departamentos vacíos por la crisis habitacional y el negocio inmobiliario; tiendo a creer que no sería extraño que en esos departamentos hubiera gente en la suya, aislada del hecho político que invadía su cuadra. No por odio, sino por apatía; la de los que “al otro día tienen que salir a laburar igual”, la de los descreídos y despolitizados, la de los que viven en su burbuja, a la que esta realidad material y virtual nos lleva. Una apatía que se respira en estos tiempos, y se evidencia en la participación electoral durante este año.

Por otro lado, hubo un importante sector de la sociedad que celebró la resolución de la Corte Suprema. Está claro que no todos brindaron con champagne, pero sí es necesario reconocer y explicitar que muchos argentinos sintieron la poco frecuente sensación de justicia. Un informe de la consultora Zuban Córdoba[1], salido hace algunas horas, a partir de una encuesta realizada luego de la condena a CFK, aporta diversos elementos para el análisis. Más allá de que el tema requiere un abordaje en profundidad, que exceda esta herramienta estadística, hay dos dimensiones llamativas. Por un lado, el trabajo expone que más del 50% de los encuestados considera que la expresidenta es culpable, pero ese porcentaje baja cuando se les consulta si consideran que la Corte actuó de “manera honesta” y aún más cuando se pregunta si consideran que “todos somos iguales ante la ley”; y asciende a un 60% cuando se pregunta si los jueces deben ser elegidos por voto popular.

Permitiéndonos esbozar alguna generalización a partir de dicho informe, más allá de mostrar la polarización social existente, la condena de CFK se da en un contexto donde los argentinos no confían en el funcionamiento de la justicia y a la par, muchos de ellos, entienden la condena como un acto de justicia. Es decir, frente a la extendida creencia, que no distingue color partidario, de que en Argentina la justicia no funciona; hay quienes el martes se toparon con un evento que los reencontró con la ansiada sed de justicia.

En paralelo, el informe muestra que el mayor porcentaje de aprobación de la condena se encuentra en la franja etaria de 16 a 30 años. Un avasallador 70% de los entrevistados de esa franja identifica a la ex presidenta como culpable. Un dato llamativo, o no tanto, pero que amerita una reflexión profunda en relación a las juventudes y en particular a los relatos circundantes entre quienes no vivieron con plena conciencia los años de gestión kirchnerista. ¿Cuáles son los elementos que dan lugar a esta representación en las franjas etarias más jóvenes? ¿Qué rol tienen los medios de comunicación en la construcción de los relatos existentes? ¿Cómo acceden a esas narrativas en torno a la presidencia de Cristina Fernández? Ya hay diversas iniciativas desde el mundo académico que buscan indagar en las conciencias políticas de estas juventudes que nacieron, o que eran niños, durante el kirchnerismo. Me aventuro a imaginar que en las próximas décadas será necesario fortalecer el abordaje de ese período de nuestra historia en las currículas escolares y universitarias para matizar los relatos mediáticos sobre ese proceso que queda cerca y lejos al mismo tiempo.

El problema del qué hacer

El martes a las 16hs, se gestó una respuesta popular frente a la condena, las organizaciones convocaron, los militantes y los silvestres fueron al PJ; los que estaban lejos fueron a las principales plazas o salieron a cortar rutas y autopistas. Reconozco que quedar clavado en la autopista La Plata-Bs As, me sobre-entusiasmó en torno a la potencia de esa respuesta. Un entusiasmo que se fue desinflando hasta la sensación de un revival de aquel septiembre de 2022, donde la tocaron a Cristina y no pasó nada.

En aquel momento, la respuesta de conmoción popular fue contenida: amuchamiento, discurso y taza-taza. Esta vez, más allá de que emergieron algunas iniciativas aisladas en paralelo a la vigilia en el domicilio de Cristina en San José 1111, se respiraba una desorientación similar a la de 2022: una energía militante, un descontento apaciguado, desmovilizado. Una vigilia, un abrazo a la compañera y la espera.

Uno circulaba por las adyacencias y las conversaciones oscilaban entre el descontento, la ansiedad y la pavada. La exposición de las problemáticas que han llevado al estado actual del peronismo: la espera de lineamientos que no llegan, conductores que no representan y bases que esperan. No parecía haber lugar para la iniciativa militante, como si nadie creyera poder representar ni persuadir a los pares. Una falta de agencia que lleva a la resignación que abunda en estos tiempos.

Había una sensación extendida de que algo más podría haberse hecho. Por decisión, omisión o desconcierto, ese entusiasmo popular merma al frío de la espera, y se dispara en iniciativas desorganizadas y fragmentarias. La pregunta es qué hacer con esa movilización, energía y emoción militante, más que estaquearse en lo de Cristina o volverse a casa a esperar.  La pregunta es cómo esa energía se dirige, se organiza y se conduce para no caer en un nuevo septiembre 2022. Cómo ese agradecimiento o reconocimiento social, que supera diferencias coyunturales, políticas y programáticas, se traduce en acción política.

Habrá que ver en las próximas horas y días las definiciones que se tomen en torno a la estrategia para enfrentar este proceso proscriptivo, en el escenario político, judicial y callejero. Mientras tanto emerge también un sentimiento, una voluntad, desde distintos espacios militantes, de repensar la participación y la representación en un nuevo escenario político, social y cultural que en ocasiones pareciera dejar en offside a las dirigencias del campo nacional popular.

Durante los días posteriores asoman iniciativas que canalizan esa necesidad, pintadas, cortes de ruta y autopistas, acampe en Tribunales, vigilia en San José. Instancias que se acumulan en una lucha común, que deberán terminar, en la gran peregrinación que inunde las calles porteñas acompañando a la máxima referenta del campo nacional popular argentino, al encuentro de sus verdugos. Habrá que ver también cómo juegan el gobierno, la ministra de seguridad y el poder judicial, en esta avanzada que, como ya puede verse en algunos medios, no terminó en el fallo de la corte suprema.

Con Cristina proscrita o en cancha, este acontecimiento pareciera dar lugar a una nueva etapa para el peronismo, signada por la demanda de no cometer los errores que nos han traído hasta acá, de construir un proyecto que pueda reconocer las necesidades y construir una agenda que interpele, y, particularmente, de nuevas modalidades de participación y representación que organicen la bronca, la angustia, las energías y voluntades de cambiar este rumbo que lleva a la disolución nacional.

[1] https://zubancordoba.com/portfolio/informe-nacional-junio-2025/


Laureano González

Sociólogo y docente. Ricotero, tripero y peronista, porque no se puede ser feliz en soledad.

Uruguay, una democracia plena… con pleno rostro de impunidad

Uruguay, una democracia plena… con pleno rostro de impunidad

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

48 años después, este 25 de junio falleció por un derrame cerebral José “Nino” Gavazzo, represor, torturador y violador: el rostro de la dictadura. El uruguayo que tiene la mayor cantidad de condena de homicidios sobre sus hombros. Murió sin decir nada, mofándose de la justicia y extendiendo el manto de impunidad que campea a sus anchas con múltiples rostros en una de “las democracias plenas” del continente.

La impunidad de ayer

Uruguay goza del prestigio de ser una de las democracias plenas del mundo. Así lo dice la revista británica “The Economist” en el año 2020. Primero en América Latina, segundo en América detrás de Canadá y 15 en el mundo.

Pero ¿qué democracia tenemos en Uruguay? De los cientos de represores de la última dictadura apenas 67 han sido procesados y/o condenados. Incluso algunos de ellos siguen prófugos de la justicia.

Los militares se autoamnistiaron luego de la dictadura y legisladores de los dos partidos tradicionales (Colorado y Nacional) confeccionaron la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado, también conocida como “ley de impunidad” para darle marco legal a la injusticia. Una ley en la que el Estado se amputa a sí mismo de una de sus funciones nucleares que es la de condenar delitos.

En dos consultas directas (1989 y 2009) la ciudadanía, por distintas razones y contextos, eligió seguir amnistiando a los militares. La impunidad triunfó en esas dos oportunidades, pero sigue avanzando día a día. De 203 desaparecidos en Uruguay sólo se han encontrado los restos de seis compatriotas.

José “Nino” Gavazzo murió la noche del 25 de junio en un hospital con los mejores tratos. Residía en su chalet de Parque Miramar, zona selecta del este de Canelones y con vista a un lago. Se fue sin decir una palabra, con esa sonrisa en la que aparecía en la prensa luego de asistir a algún juzgado a declarar. Esa sonrisa que se sabe por fuera de la ley porque él en su momento fue la ley; la ley del más despiadado.

Gavazzo fue condenado en múltiples causas en el exterior y en Uruguay por participación en crímenes de lesa humanidad, entre los que se cuentan secuestros, desapariciones, torturas y asesinatos. También fue procesado en el año 1995 por extorsión en una causa sobre falsificación de dólares.

En 2006 cumplió prisión en la cárcel vip de Domingo Arena, hasta 2013 donde fue trasladado al Hospital Militar en un sector especial destinado a jerarcas militares. Desde el 24 de diciembre de 2015 cumplía prisión domiciliaria.

La impunidad hoy

La muerte de Gavazzo, aunque haya sido el mascarón de proa de la dictadura, marca un hecho más en este derrotero de impunidad que cada tanto tiempo resurge y que es cuando  la inteligencia militar se da el gusto de enviar mensajes para decir: “aquí estamos, nunca nos fuimos. Seguimos operando desde las cloacas del Estado.”

No se le puede achacar a los organismos de inteligencia que hagan inteligencia. Lo que es alarmante es que existan organismos paraestatales e incluso individuos que operan en las sombras, por motu propio y a piacere. Tal era el caso del fallecido inspector Víctor Castiglioni, quien estuvo al frente de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) entre 1971 y 1982 y tuvo en su poder parte del archivo que documenta las actividades de espionaje en democracia.

Esto se descubrió recién en 2006 y se conoce con el nombre de Archivo Berruti, porque fue bajo la administración de dicha Ministra de Defensa que se incautaron en una oficina del Ministerio de Defensa, 1.144 rollos de archivos microfilmados con mucha información.

En 2015 se descubrióe en el domicilio de Elmar Castiglioni, sobrino de Victor Castiglioni, como si fuera una especie de herencia de la impunidad; documentación que complementa el Archivo Berruti. En dichos archivos se daba cuenta de espionaje en democracia a líderes de la izquierda, de los partidos tradicionales, sindicalistas, etc.

En 2020 se le realizó un homenaje a Victor Castiglioni, bajo la administración del recientemente fallecido ministro del Interior Jorge Larrañaga, uno de los líderes del Partido Nacional, colocando una placa en su honor. El Director Nacional de Policía dijo que “fue un acto de justicia profesional”. Esto generó controversia en la propia Coalición Multicolor gobernante, ya que el propio Castiglioni estuvo involucrado en la detención de dirigentes del Partido Nacional.

Grupo de expresas y presos políticos le piden a Larrañaga retirar la placa homenaje a Víctor Castiglioni - RBC 1210 AM
Grupo de expresas y presos políticos le piden a Larrañaga retirar la placa homenaje a Víctor Castiglioni – RBC 1210 AM

Si de “inteligencia” hablamos, no es cuestión del pasado. El ex intendente de Rocha por el Frente Amplio, Anibal Pereyra, denunció ante la Fiscalía General de la Nación un presunto operativo de inteligencia y seguimiento a militantes que buscan firmas en ese departamento para llevar a referéndum 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC) que impulsa el gobierno.

El Frente Amplio, la central única de trabajadores PIT-CNT y varias organizaciones sociales están embarcadas en la recolección de firmas para derogar parte del buque insignia de Luis Lacalle Pou. que apunta a un modelo agroexportador de materias primas, concentrador, de achicamiento y desmantelamiento de las empresas públicas, represor y mercantilizador de la educación, entre otras tantas cuestiones.

De comprobarse dicho operativo, estaríamos hablando de una embestida de dos frentes (legal y no legal) por parte del gobierno. La parte legal se demostró cuando el mediático presidente Lacalle Pou le negó la última semana a la comisión nacional pro referéndum la cadena nacional para exponer sus argumentos contra la LUC. Una campaña que ya lleva recolectada más de medio millón de firmas (en un país de poco más de tres millones de habitantes).

La impunidad del futuro

La impunidad de ayer es cimentada por sus propios dueños y a veces por sus edecanes. Cabildo Abierto, partido de ultraderecha y parte de la coalición gobernante, cuenta en sus filas con personajes siniestros como Eduardo Radaelli, involucrado en el caso del asesinato del químico chileno Eugenio Berrios.

Radaelli, el discreto asesor de Manini: “Me río del Plan Cóndor, en el caso Berrios lo descarto” - 01/11/2020 - EL PAÍS Uruguay
Radaelli, el discreto asesor de Manini: “Me río del Plan Cóndor, en el caso Berrios lo descarto” – 01/11/2020 – EL PAÍS Uruguay

Cabildo Abierto, como formación política, ha absorbido las facciones más extremistas de los partidos tradicionales e incluso otras que estaban por fuera del espectro político-partidario. Pretende relanzar la ley de impunidad y el propio líder de su partido, el ex general Guido Manini Ríos, escondió durante un año (cuando era militar en actividad) las confesiones de Gavazzo sobre la tortura, homicidio y desaparición de Roberto Gomensoro, que contaba con detalles escabrosos.

Guido Manini Ríos es hoy senador de la República, y se amparó en los fueros parlamentarios para no declarar ante la justicia cuando había manifestado en más de una ocasión que no lo iba a hacer. Es líder indiscutido de Cabildo Abierto y se proyecta como uno de los presidenciables para 2024.

La ultraderecha aún tiene horizonte para crecer y con ella el manto de impunidad que se viene perpetuando hace casi medio siglo. Los republicanos, demócratas y liberales que ayer pactaron con los militares, que engrosaron las filas de sus gobiernos posdictadura, hoy están coaligados y gobernando nuevamente junto a los nostálgicos de las botas y la picana.

¿Qué tipo de democracia es ésta?

Artículo publicado originalmente en Periferia

Nicolás Centurión
Nicolás Centurión

Como dice un rapero: «por amor y por vicio… se convirtió en mi oficio.» La palabra se milita. Junto café con palabras para subsistir en este paréntesis, desde la periferia.

Los enredos de la pseudo-democracia actual

Los enredos de la pseudo-democracia actual

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.trump-macri-bolsonaro

Por Nicolás Sampedro

La periodista, investigadora y militante, Stella Calloni, reflexionaba en una reciente entrevista publicada en el portal Misión Verdad, acerca de las nuevas formas de intromisión de los EEUU en la política de los países de Nuestra América, y la imperiosa necesidad de sentarse a pensar cómo adelantarse a tales políticas para lograr salir del lugar de sumisión a los designios imperiales.

Calloni habla de las “Democracias de Seguridad Nacional” en clara alusión a la Doctrina de Seguridad Nacional implementada por los EEUU durante los años 70 mediante las diferentes dictaduras militares del Cono Sur, el Plan Colombia y el Plan Mérida, entre otras políticas de intervención.

Hoy la formación no es a militares en la Escuela de las Américas, sino que “se crearon escuelas de justicias y La Academia Internacional Para el Cumplimiento de la Ley en El Salvador con el mismo criterio de captación y formación de funcionarios judiciales y policiales”.

Éste es uno de los pilares para comprender los procesos de desestabilización judicial o “Lawfare” de los que son víctimas les ex presidentes Lula Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa y Gustavo Petro, como reflexiona el sociólogo y científico político brasileño, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro, Emir Sader. Algo similar que lo sucedió (y con éxito comprobable) con Mel Zelaya, Fernando Lugo y Dilma Rousseff, anteriormente.

Incluso si se presta atención en las recientes elecciones de Brasil, el juez de primera instancia Sergio Moro, manda a encarcelar a Lula sin tener una sola prueba en su contra, pero “con la firme convicción” de que era responsable de lo que se lo acusaba, fundamentalmente en la prensa, porque jurídicamente no había nada.

La victoria de Bolsonaro, al igual que la de Donald Trump en los EEUU, representa el segundo gran pilar de este enredo: el manejo de las redes sociales digitales. Tanto Facebook, como Twitter, Instagram y en este caso también WhatsApp (propiedad de Facebook), sirvieron para realizar una campaña de desprestigio -sin precedentes- contra el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad.

No es casual que el discurso reaccionario de Bolsonaro haya prendido en grandes sectores de la población brasileña. Según Sally Burch, periodista británica-ecuatoriana y directora ejecutiva de la Agencia Latinoamericana de Información: “las emociones negativas conllevan a tendencias de acción en línea más fuertes que las emociones positivas; por lo tanto, ciertos algoritmos terminan priorizando aquellos contenidos que provocan reacciones de ira u odio en el usuario. También, cuando un usuario muestra interés en contenidos con posiciones político-sociales extremistas, el algoritmo le ofrece nuevos contenidos aún más extremos.  Con ello, estos sistemas contribuyen a radicalizar posturas y a agudizar antagonismos existentes en la sociedad, al punto que, en contextos de fuerte conflictividad, han llegado a catalizar acciones colectivas (offline) de violencia física e incluso casos de linchamiento. Como consecuencia, se estrecha el espacio para el debate político y la confrontación de ideas, programas, tesis y la búsqueda de consensos mínimos entre puntos de visto divergentes que son fundamentales para la convivencia democrática”.

De este dato/afirmación se puede extraer que: las redes no sólo son un arma de desinformación, que van segmentando a los distintos grupos por intereses, sino que refuerzan las contradicciones y la división social. La descomposición social, el no diálogo y consenso mínimo, la deslegitimación de la política como instrumento de transformación, y del estado como ente regulador de la sociedad, entre otras.

En Argentina esto mismo se puede ver con los equipos de trolls de Peña Brown bombardeando con Fake News las redes, estigmatizando a quienes enfrentan las decisiones del gobierno de Cambiemos, con la clara complicidad mediática que desde hace años que viene estigmatizando a los sectores populares, a los sindicatos, a les colectives feministas y a la expresión política realmente opositora al macrismo, que es el kirchnerismo.

El colega Mariano Molina afirma en un artículo recientemente publicado en Agencia Paco Urondo que “es tiempo, entonces, de volver a aclarar -una vez más- que la identidad y la representación política no la otorga la autodefinición individual o colectiva, sino la percepción de la sociedad y la consideración que tenga el enemigo. De este modo, no sirve de nada definirse de tal o cual ideología si el conjunto de la sociedad y el enemigo no te valoran como tal. Hay quienes piensan que los gobiernos populares de las últimas décadas son puro cotillón, pero esa consideración pierde valor frente a los enemigos que tienen y han tenido esas experiencias. Cuando las grandes corporaciones económicas y los intereses del Departamento de Estado estiman al PT, el kirchnerismo, el chavismo, el Frente Amplio uruguayo, el MAS boliviano o el correismo sus enemigos reales, toda otra discusión es pura chapucería”.

Como tercer eslabón de esta cadena de herramientas del impero para controlar los procesos políticos en la región, se puede ubicar a dos fenómenos disímiles pero que cumplen el mismo objetivo: Las iglesias evangélicas o pentecostales y las Organizaciones No Gubernamentales.

Ambas expresiones tienen por tarea la imposibilidad de que las organizaciones populares crezcan, se reproduzcan y acumulen poder territorial. Las iglesias ligadas teledirigidas a acaparar fuerza en los sectores populares de menores recursos, vendiendo la falsa ilusión de que dios todo lo puede y que sólo evangelizando al pueblo se podrá salir de las garras del demonio (pónganle el nombre de cualquiera de les ex presidentes antes mencionades). No es casual que tanto Heidi Vidal como Mameluco Olmedo (entre otros) hayan salido a su búsqueda, dada la gran efectividad que mostró en Brasil.

Lo preocupante de este escenario es que las iglesias evangélicas en argentina, no sólo se reprodujeron con una velocidad atroz, cooptaron a gran parte de la población carcelaria (no sólo a quienes están privados de su libertad, sino también a una importante cantidad de efectivos del sistema penitenciario) y que ya cuentan con ejércitos propios. Recientemente se pudo observar en las redes un video donde se vanaglorian de tal hazaña.

En éste marco, las declaraciones de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cobran aún más relevancia y se vuelven más peligrosas. “El que quiera estar armado, que ande armado; el que no quiera estar armado, que no ande armado. La Argentina es un país libre”. No sólo es irresponsable porque según nuestra legislación no cualquiera puede portar armas, sino porque está estadísticamente comprobado que el aumento de armas en las calles incrementa los niveles de asesinatos, muertes por accidentes o las masacres como sucede en los EEUU.

Las ONG´s, por otro lado, apuntan a sectores medios que van a hacer ayuda social (voluntarismo) y terminan lavando sus culpas sin involucrarse en un proceso de organización que busque la real transformación del status quo y de las realidades de nuestros pueblos. Aparecerán Caritas, Un techo para mi país u otras; al tiempo que también florecerán expresiones como Poder Ciudadano (de donde salió Laurita Alonso, hoy a cargo de la Agencia Anticorrupción), desde donde se denunciaran casos de corrupción direccionados a sólo efecto de que las corporaciones mediáticas y judiciales tengan elementos para operar sobre la realidad política del país.

En tal sentido, Stella Calloni historizaba y reflexionaba al respecto afirmando que las ONG´s “invadieron silenciosamente América Latina en los años 80 y ya para el 2000 se reproducían por miles, preparando el terreno para el proyecto geoestrátegico de Estados Unidos de recolonización de la región”.

Como se podrá observar, el panorama que se avecina no sólo es complejo de analizar, sino también de abordar. Como sostiene Calloni, los pueblos de Nuestra América nos debemos una reflexión profunda para actuar contra estos mecanismos ya instalados en nuestras sociedades, que necesariamente deberán partir de algunas de las apreciaciones que realizaba recientemente el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera.

Linera enumera 5 consideraciones de las derrotas que vienen sufriendo los procesos populares en la región:

1- Se puede hacer cualquier concesión, se puede dialogar con quien sea que permita ayudar al crecimiento económico, pero siempre garantizando el poder político en manos de los trabajadores y los revolucionarios. Y no se puede adoptar medidas que afecten al bloque revolucionario, potenciando al bloque conservador.

2- Si la ampliación de capacidad de consumo, de ampliación de la capacidad de justicia social no viene acompañada con politización social, no estamos ganando el sentido común. Hemos creado una nueva clase media, con capacidad de consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido común conservador.

3- Una débil reforma moral. La corrupción característica del capitalismo y los neoliberales, termina siendo su bandera contra nuestros gobiernos.

4- La imposibilidad de la continuidad de los liderazgos producto de los cepos demo-liberales.

5- La débil articulación e integración real comercial, económica y productiva.

Concluye este artículo citando nuevamente al colega Mariano Molina: “Las horas que vivimos son trágicas y de una gravedad que todavía no logramos dimensionar. A ese enemigo (o esos poderosos enemigos) deben apuntar los cañones de las fuerzas populares, de izquierda y progresista. Todo lo demás es fuerza desperdiciada o cómplice del fascismo que azota en una versión modernizante. Está en juego la vida y cierta forma de la libertad y la participación política, como bien lo sabemos (y sufrimos) en nuestro país desde el 10 de diciembre de 2015. No son épocas de debate abstractos, porque se juegan formas de sobrevivir para poder volver a generar opciones políticas que nos permitan una vida mejor”.

Bibliografía

”Internet, derivaciones y paradojas”, por Osvaldo León (01/11/2018)

”Redes sociales digitales: un gran negocio”, por Sally Burch (31/10/2018)

”Stella Calloni: ‘La democracia de seguridad nacional es la nueva forma de intervención estadounidense”’, por Bruno Sgarzini (29/07/2018)

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