Con más de un 95% de las mesas escrutadas, el candidato del Pacto Histórico supera por una amplia mayoría a las candidaturas de derecha.
El candidato a presidente de Colombia, Gustavo Petro, superó ampliamente a sus oponentes en la primera vuelta de elecciones presidenciales realizada este domingo en el país caribeño.
Con más de un 40% del total de votos el candidato del Pacto Histórico superó ampliamente a Rodolfo Hernández, candidato de derecha de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, quien se colocó en segundo lugar con un 28% de los votos.
A pesar de la amplia diferencia, ambos candidatos deberán enfrentarse cara a cara en un balotaje debido a que ninguno de los candidatos superó la mitad mas uno en votos. La segunda vuelta se realizará el próximo 19 de junio.
La grilla de candidatos postulados la completaron Federico Gutiérrez (Equipo por Colombia), Sergio Fajardo (Centro Esperanza), John Milton Rodríguez (Colombia Justa Libres) y Enrique Gómez (Movimiento de Salvación Nacional).
A pesar del alto porcentaje conseguido por el representante de izquierda, es importante remarcar que Federico Gutiérrez quedó como tercera fuerza con casi un 24%. Gutiérrez -hombre del uribismo- está más cercano a la línea política de Hernández, de hecho adelantó que votará por este en la segunda vuelta. Sería lógico pensar que una gran cantidad de los votos de Gutiérrez se transladarán a Hernández en los próximos comicios.
Gutiérrez señaló: “No hablamos con Rodolfo (Hernández) ni necesito hacerlo; quiero expresar públicamente que no queremos perder al país ni poner en riesgo el futuro de Colombia, por eso votaremos por Rodolfo y Marelen (Castillo) el 19 de junio”.
Esta sensación de unión de votos entre los candidatos de derecha que lograron el podio en las votaciones también fue plasmada por el propio Hernández, quien post elecciones aseguró: “ya estamos en el segundo tiempo, hoy perdió la corrupción“.
Cabe destacar que Gustavo Petro ya se había postulado como candidato a presidente en dos oportunidades: La primera en 2010 bajo el partido Polo Democrático Alternativo, cuando quedó en cuarto lugar con el 9,1% de los votos. La segunda en 2018, donde obtuvo un marcado ascenso electoral al llegar al 25% de los votos; porcentaje que lo llevó a segunda vuelta, donde perdió contra el actual presidente derechista Iván Duque.
El alto porcentaje obtenido por Petro en esta ocasión vuelve a presentar un posible escenario de derrota para la derecha. Esto podría formar una tendencia en conjunto con la victoria de Boric en Chile, y la posible victoria de Lula Da Silva en Brasil, que se adelanta como el máximo candidato en las elecciones presidenciales a finales de este año.
De concretarse dichos resultados, el escenario para la región se podría volver muy favorable para los marcos de unidad. Proceso que genera nostalgia y hace recordar los tiempos de Chávez, Lula, Evo, Correa, Néstor, Cristina y tantes otroes.
En este marco, el punto más complejo parece el de Argentina, donde el panorama de cara a las elecciones del 2023 no es el más favorable para frenar el avance la derecha. El gobierno conducido por Alberto Fernández tuvo su lugar en la historia en un contexto de una pandemia mundial seguida de una guerra.
La contradicción fundamental que marca el próximo proceso electoral es más simple, y da cuenta de la dramática situación a la que ha llegado el país: se trata de uribismo vs. antiuribismo.
Colombia llega a las elecciones presidenciales en un ambiente signado por la polarización política y la tristemente tradicional violencia. Pero también, recordando el primer aniversario del levantamiento popular y con una esperanza poco común en buena parte del país.
Sin embargo, las masacres y el genocidio político contra líderes y lideresas sociales se intensifican. Tampoco se detienen las amenazas de grupos paramilitares contra la fórmula que representa al Pacto Histórico y solamente la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha decretado un cese al fuego unilateral desde el 25 de mayo hasta el 3 de junio, para evitar que las confrontaciones armadas interfieran en el proceso de votación.
Quién polariza al electorado colombiano
Contrario al discurso de la derecha que controla las corporaciones mediáticas colombianas, la polarización política que marca esta disputa electoral no está dada por los discursos que evidencian la lucha de clases, porque, entre otras cosas, ninguno de los candidatos presidenciales es de izquierda ni mucho menos marxista, aunque haya partidos y organizaciones de izquierda dentro de la coalición que representa Gustavo Petro.
La contradicción fundamental que marca el próximo proceso electoral es más simple, y da cuenta de la dramática situación a la que ha llegado el país: se trata de uribismo vs. antiuribismo.
Se podría argumentar que la dicotomía continuidad o cambio es común en todas las elecciones presidenciales. Pero esta vez no se trata solamente de un cambio de presidente, sino de romper con dos décadas de uribismo. Esta doctrina política de la ultraderecha colombiana que lleva el nombre de su líder Álvaro Uribe Vélez ha profundizado el conflicto armado, fortalecido la parapolítica, legitimado las fuerzas paramilitares, ordenado el asesinato de civiles inocentes para fingir éxitos en la lucha contrainsurgente, incrementado el genocidio político en todas sus expresiones, dado más poder al narcotráfico y, por supuesto, subordinando cada vez más los intereses de Colombia a los designios de Washington.
El uribismo además tiene impacto en la geopolítica al ser aliado natural de toda la ultraderecha mundial, por lo que ha inmiscuido a Colombia en gran parte de los conflictos internacionales. En Israel, en Marruecos o en Ucrania, la posición del uribismo es coherente, siempre contraria al interés de los pueblos oprimidos.
Caso especial es el de Venezuela, donde el propio Uribe se ha planteado como un reto personal intervenir para acabar con la Revolución Bolivariana, promoviendo y cohonestando la invasión paramilitar y el uso del territorio colombiano como cabeza de playa para todo tipo de operaciones de la guerra multidimensional que Estados Unidos dirige contra el país desde hace más de veinte años.
Desde su llegada a la Presidencia de la República el 7 de agosto de 2002, este criminal impune que es el hoy ex presidente Álvaro Uribe Vélez ha signado la política colombiana, hasta el punto de definir quién ocupa el Palacio de Nariño, y llegando al exceso de encumbrar a Iván Duque para las elecciones de 2018, un hombre básicamente desconocido en la política colombiana, quien termina ahora cuatro años de presidencia, siempre a su sombra.
Tan pronto Duque resultó ganador de las elecciones de 2018 en las que se enfrentó precisamente con Gustavo Petro, señalamos que si el uribismo quería sobrevivir, este sería el período del uribismo sin Uribe, pero su prepotencia de patrón mafioso le impidió hacerse a un lado.
Uribe concentra hoy el rechazo de la mayoría de la población colombiana, particularmente de la juventud. A tal punto que se vio en la obligación de asumir públicamente que el desprestigio de su figura afectó los resultados obtenidos por su partido en las pasadas elecciones legislativas.
Así, Uribe y su doctrina son la causa más palpable de la llamada “polarización” que hoy divide al electorado colombiano.
Quiénes son los candidatos a la presidencia en disputa
Finalmente seis candidatos llegan a la disputa este 29 de mayo: Gustavo Petro, Federico Gutiérrez, Rodolfo Hernández, Sergio Fajardo, John Milton Rodríguez y Enrique Gómez.
Solo tres de ellos figuran en las encuestas con una votación probable superior al 10%:
Gustavo Petro, actual Senador de la República por haber sido el contrincante perdedor de la última elección presidencial de 2018, fue alcalde de Bogotá en 2012 y el pasado mes de marzo fue elegido como candidato presidencial del Pacto Histórico, coalición de partidos progresistas y de izquierda. Petro es el candidato del antiuribismo.
Federico Gutiérrez, candidato de derecha uribista, fue elegido alcalde de Medellín en 2016, su entonces director de seguridad fue acusado de pertenecer al grupo narcoparamilitar conocido como La Oficina de Envigado, luego de resultar electo como candidato de la alianza de derecha Equipo por Colombia. Recibió el apoyo de Uribe y su partido Centro Democrático, y posteriormente de César Gaviria.
Rodolfo Hernández es un millonario constructor que fue alcalde de Bucaramanga en 2016, de personalidad violenta y chabacana, por lo que en ocasiones lo identifican como el Trump de Colombia. Hernández ha venido subiendo en las últimas encuestas y emergiendo como el candidato de la derecha que a pesar de todas las afinidades ideológicas, se niega a hundirse con Uribe, pero que finalmente puede ser la tabla de salvación directa o indirecta del uribismo.
Rodolfo Hernández, candidato independiente en Bucaramanga, lo apoyamos
Las diferencias entre las propuestas de estos tres candidatos, o sobre todo entre Petro y las candidaturas de la derecha que representan Gutiérrez y Hernández, son muchas, pero aquí vale la pena destacar dos: las posiciones sobre las relaciones con Venezuela y las políticas de negociación con las insurgencias.
Con todas las diferencias y las críticas realmente infundadas de Petro a la Revolución Bolivariana, se ha negado siempre a reconocer a Juan Guaidó como presidente interino, e insiste en que su gobierno retomará las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela. En esto último coincide con Rodolfo Hernández, mientras que Federico Gutiérrez sostiene la posición asumida por el gobierno de Iván Duque.
En cuanto a las políticas con la insurgencia, los tres hablan del cumplimiento de los acuerdos firmados entre el Estado y las FARC-EP en 2016, pero solo Petro se propone retomar los diálogos con el ELN, que es hoy la organización guerrillera más grande de Colombia.
Estados Unidos y la disputa electoral en Colombia
En torno a las relaciones con Estados Unidos que han sido y son de absoluta subordinación y ocupación militar, la posición de los tres candidatos parece coincidir en términos generales, pues ninguno ha manifestado estar dispuesto a tocar los intereses estadounidenses en Colombia, y ninguno se ha atrevido a incluir en su propuesta cualquier tipo de control a la presencia militar estadounidense en suelo colombiano o cuestionar la vinculación del país con la OTAN.
En cambio, la posición de Estados Unidos sí parece tener ambigüedades. Mientras es lógico pensar que haya sido una llamada de la Embajada estadounidense la que frenara el intento de golpe de Estado institucional promovido por el uribismo luego del fracaso electoral en las elecciones legislativas de marzo, hace pocos días el embajador de Estados Unidos en Bogotá, Philip Goldberg, se refirió a una “posible infiltración rusa” en el proceso electoral colombiano, como, según él, ocurrió en las elecciones estadounidenses en 2016 y 2020. A estas declaraciones, únicamente se atrevió a responder la candidata a la vicepresidencia por el Pacto Histórico, Francia Márquez, quien las calificó de injerencistas.
Márquez, una mujer trabajadora, líder social de las negritudes colombianas, feminista y ecologista, es en quien se sienten verdaderamente representados los sectores de izquierda del Pacto Histórico, y a diferencia de Petro, ella ha manifestado públicamente su deseo de que Colombia se aparte de la OTAN, además se pronunció contra la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de las Américas, y los bloqueos estadounidenses contra estos países.
Aunque no se percibe la posibilidad de que ninguno de los candidatos ponga en riesgo los intereses de Estados Unidos, el gobierno de Biden y el Congreso estadounidense se han apresurado a tomar medidas para amarrar al próximo presidente. Una de ellas ha sido la designación de Colombia como aliado militar no OTAN firmada por Joe Biden y un proyecto de ley que le acompaña, que analizamos en un artículo anterior y que ha sido introducido ahora con nuevo nombre por representantes de ambos países, como “Proyecto de Ley del Bicentenario de la Alianza entre Estados Unidos y Colombia”.
Posibles escenarios del día de hoy y días posteriores
De desarrollarse esta jornada sin problemas, los resultados previstos por todas las encuestas dan como ganador a Gustavo Petro. Lo que está en cuestión es si logrará hacerlo con la mitad más uno de los votos para ganar en primera vuelta, o si lo hace con menos y entonces pasaría a una segunda vuelta que se realizaría el 17 de junio de este mismo año.
De ser así, la pregunta es si pasaría a competir con él Federico Gutiérrez o Rodolfo Hernández, y aunque todas las encuestas y proyecciones dan por ganador a Petro también en la segunda vuelta, ese triunfo no sería sencillo y seguramente obligaría a realizar acercamientos y algunas concesiones con otras organizaciones para poder lograrlo.
Pero lo más preocupante son los escenarios de violencia que el uribismo en su desesperación pudiera desatar. Un asesinato de Gustavo Petro o de Francia Márquez es tan posible en ese enclave del terrorismo imperialista, que incluso un grupo de veinticuatro congresistas estadounidenses encabezados por Alexandria Ocasio-Cortez dirigió una carta al secretario de Estado, Antony Blinken, en el que manifiestan su preocupación por estas amenazas.
En segundo lugar, están las evidencias de que Uribe, como fiel amigo de Donald Trump, se plantea cantar fraude y convocar con ello a organismos internacionales, levantamientos militares y/o acciones paramilitares. Esta maniobra que resulta vergonzosa para quienes durante dos décadas se han beneficiado de la precariedad del sistema electoral colombiano, está ya suficientemente denunciada por la oposición colombiana, pero el uribismo la mantiene en el discurso.
El excandidato presidencial Alejandro Gaviria definió a Petro como una “explosión controlada” para un sistema que ha mantenido a los colombianos y colombianas sumidas en la miseria y la violencia. Con esa claridad, sabemos que hoy Colombia no está a las puertas de una revolución, pero terminar con veinte años de uribismo cambiará la correlación de fuerzas en Colombia y la región a favor de los pueblos. Por eso, toda Nuestra América debe estar atenta a esta jornada.
De las que están por venir, escribiremos en los próximos días.
Compartimos con ustedes el trabajo realizado por María Fernanda Barreto, donde da cuenta de las amenazas a su soberanía que vive Venezuela, sobre todo en la zona fronteriza de Apure-Arauca.
En el año 2020 publicamos el último análisis situacional a propósito del envío de tropa estadounidense a Colombia. Revisando las hipótesis planteadas en dicho análisis, encontramos dos puntos que nos resulta relevante recordar:
1.- “La invasión del paramilitarismo colombiano sobre Venezuela, ha recibido duros golpes por parte de la unión cívico militar pero no ha cesado, ya que cuenta con el apoyo de los sectores más violentos de la oposición venezolana y los carteles de droga del norte, comandados todos por la DEA. Es de esperar que en los próximos meses esa invasión tenga repuntes de ingreso o busque avances en el control territorial de las zonas en las que se encuentra, como lo que se observó en Petare, Caracas, durante el desarrollo de la Operación Gedeón.”
2.- “Lo más probable es que estos primeros meses la tarea que orientará esta misión gringa será un reordenamiento interno y operaciones para abrirse paso en la frontera del lado colombiano, procurando tomar el control de la zona del Catatumbo y tal vez Arauca, territorios que históricamente no han logrado controlar por la fuerte resistencia que han encontrado en ellos y puede ser que nunca lo logren.”
El año siguiente, 2021 vimos en la Cota 905 de Caracas, lo planteado en el primer punto, batalla que afortunadamente ganaron las instituciones del estado venezolano con fuertes operaciones policiales y militares, que se extendieron este año hasta el estado Aragua. El éxito de estas operaciones marcó un gran avance en la recuperación de territorios para la paz en la región capital pero aún tiene batallas pendientes en Miranda y Sucre, por ejemplo.
Ese mismo año tres meses después de la publicación del análisis, estalló el conflicto en Apure en el que se evidenció el avance de fuerzas invasoras desde el Arauca tal como se preveía en el punto dos, y al año siguiente se vio una fuerte militarización del Catatumbo colombiano y una arremetida contra el movimiento popular que también tiene como objetivo violentar la soberanía venezolana.
Estas evidencias de lo útiles que pueden resultar los análisis situacionales y la desinformación sobre lo que hoy acontece en Arauca y Apure, motivan este nuevo análisis como siempre, con la esperanza de que sea útil.
A.- Contexto
La unipolaridad en etapa terminal
El mundo unipolar que emergió en los años noventa del siglo pasado está llegando a su fin, es de esperar que sea esta década cuando ese unilateralismo logrado por los Estados Unidos termine. Las causas de esto son materia de otros análisis, lo importante en este momento es que hasta ahora, el mundo que está emergiendo es un mundo trilateral en el que Rusia es la tercera potencia emergente.
A la crisis política exterior que confronta el gobierno estadounidense, se suman serias crisis políticas internas que van en ascenso y que se expresarán sin duda en las elecciones de medio término que se realizarán en Estados Unidos en noviembre del 2022. Por lo que, a nuestro juicio, la potencia imperialista ha decidido actuar en tres sentidos:
1.- Sacar a Rusia del juego política y económicamente, para centrarse en confrontar a China, reconstruyendo el modelo bipolar en el que supo manejarse durante casi cinco décadas y que le permite, entre otras cosas, mantener un enemigo externo para seguir justificando su represión interna y su injerencismo en occidente, empezando por supuesto por Nuestra América. Para esto ha presionado durante ocho años desde Ucrania, aplicando una estrategia de ganar-ganar: o lograba avanzar las fuerzas de su OTAN hasta la más sensible frontera rusa o generaba la respuesta que finalmente obtuvo y que ha sumido al territorio en la guerra, gracias a lo cual ha logrado cerrarle el paso a las relaciones económicas que estaba estableciendo con Europa y sobre todo al Nord Stream 2 que iba a darle, no solo crecimiento económico a Rusia, sino también político. Como bien lo advirtió el ministro Padrino López en su libro “La trampa de Tucídides” publicado en el 2020: “La pelea es por conquistar principalmente el supercontinente que conforma Euroasia, el Heartland y el Rimland como zona pivote para controlar el planeta. Pero esta vez no se trata de la gobernanza, sino de acaparar los mercados.”
2.- Presionar aún más a Europa política y económicamente, para obligarla a mantener y profundizar la subordinación a Washington. Por lo pronto, con la guerra en Ucrania ha logrado impedir que Europa deje de comprarle gas a EE.UU. y, de hecho, ha logrado profundizar su dependencia en éste y otros rubros al generar este grave conflicto en Europa y conminarle a dictar medidas unilaterales contra Rusia.
3.- Retomar el control sobre Nuestra América y sus grandes riquezas. Recordemos que esta coyuntura histórica, en la que el mundo unilateral decae y el multilateral comienza a emerger, es un momento muy peligroso en el que parafraseando a Gramsci, emergen los monstruos. En el 2018 Trump explícitamente relanzó la doctrina Monroe ante la ONU para recordar a las potencias emergentes y nuestros pueblos, que se cree dueño de todo nuestro continente y por tanto, dueño de nuestras riquezas y por supuesto, que no reconoce nuestras soberanías.
En cuanto a la crisis económica del capitalismo mundial, cuyo centro aún son los Estados Unidos, éste ha venido en un franco proceso de financiarización. Como hemos dicho antes, es este sector de la economía, el financiero, el que a nuestro juicio le permitirá una recuperación más rápida. En ese sentido vale la pena aquí recordar que la economía capitalista mundial cuenta con dos grandes lubricantes: el narcotráfico y la industria militar, o el negocio de la guerra. Por lo que es lógico esperar que ambos negocios crezcan en los próximos años para revitalizar sus economías.
Colombia como base de operaciones de la OTAN.
La presencia de tropas estadounidenses en Colombia ha ido creciendo y tras su incorporación en 2018 como socio global a la OTAN, Colombia se consolida como principal enclave militar de los Estados Unidos en Nuestra América y es de esperar que así continúe siendo, ya que este es un tema que no ha sido ni siquiera mencionado por los candidatos, ni aún quienes se dicen progresistas, que tienen alguna posibilidad real de alcanzar la presidencia del país en las próximas elecciones. Al principio de los noventa con la llamada “Guerra contra las Drogas” y posteriormente con la firma del Plan Colombia en 1999, que desde el principio llegó a autorizar 800 soldados y 600 contratistas civiles gringos en el país, así como el uso de dos bases militares colombianas para esas tropas. En 2009, el gobierno de Álvaro Uribe llegó a un acuerdo con Estados Unidos para permitir la llegada de militares de ese país a otras siete bases colombianas y garantizar la impunidad de los militares y contratistas civiles estadounidenses en su territorio nacional. Hoy se encuentran alrededor de 23 instalaciones militares con presencia de equipos y personal militar estadounidense en el país, sin que ninguna información exacta sea conocida ni por el Congreso colombiano ni por la opinión pública.
En junio de 2020 arribó una brigada norteamericana de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB por sus siglas en inglés). La SFAB es una unidad especializada del Ejército de los Estados Unidos que ha actuado en Siria, Irak y Afganistán, según ellos mismos informan se trataría de un equipo de aproximadamente 45 soldados profesionales que centraría sus esfuerzos principalmente en las “Zonas Futuro”. Estas zonas fueron establecidas por el gobierno de Duque en agosto de 2019 e incluyen la región del Catatumbo y el departamento de Arauca.
En abril de 2021 se difunde profusamente por las corporaciones mediáticas colombianas el sobrevuelo de un avión estadounidense Boeing 135 W el cual se presenta como la plataforma de inteligencia de señales más avanzada de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que habría partido desde allí hasta el Arauca colombiano para realizar labores de inteligencia durante cuatro horas. Luego en agosto del mismo año, se hace el anuncio de la conformación de un nuevo Comando Específico de Norte de Santander, que reúne a 14 mil efectivos pertenecientes a la Brigada 30, Fuerza de Tarea Vulcano, Fudra 3 y el Comando Específico N.1 que, según las declaraciones de su Comandante, actuará especialmente en la Región del Catatumbo arreciando las operaciones ofensivas.
Pero no solo la presencia de efectivos de las Fuerzas Militares estadounidenses, de agentes de inteligencia de todos los organismos de ese país, y las mencionadas instalaciones militares, hacen de Colombia un enclave militar en la región. También tributa a esa industria militar directamente al tener sucursales de producción y venta de armas trasnacionales en su suelo, ser centro de trabajo de gran cantidad de contratistas de seguridad para las trasnacionales que depredan las riquezas del país y finalmente, es el más grande centro de reclutamiento de mercenarios, elegantemente llamados, contratistas militares privados.
Para terminar de contextualizar este análisis, como dijimos anteriormente, además del negocio de la guerra, el narcotráfico es la otra importante vía para la recuperación rápida del capitalismo. Y ahí también Colombia tiene un importante papel regional al ser uno de los dos enclaves latinoamericanos del narcotráfico y para el lavado de capitales, obviamente administrado por la DEA y otras mafias del establecimiento político de Estados Unidos y Europa, como los grandes bancos que se lucran del lavado. A este gran negocio trasnacional le urge apoderarse de la salida privilegiada por el Caribe que posee Venezuela, principalmente el puerto del Lago de Maracaibo para abaratar sus costos de distribución.
Para todo esto se cuenta históricamente con los gobierno subordinados de Bogotá y, en las últimas dos décadas, con el uribismo, más directamente vinculado al paramilitarismo y por lo tanto, a las órdenes del narcotráfico. Esto tiene una consecuencia inmediata, y es que Colombia es un país en guerra, cuyo conflicto social y armado continúa sin resolverse y por el contrario, se agudiza en varios sentidos, donde se ejecuta un genocidio contra su propio Pueblo y a la vez, se ha convertido en un exportador de guerra para el resto del continente y en la cabeza de playa de las operaciones estadounidenses contra la Revolución Bolivariana, “amenaza inusual y extraordinaria” para el imperialismo y sus acciones injerencistas en la región.
B.- Escenario
Arauca, el río que une lo que ni la guerra logra separar.
Arauca es uno de los siete departamentos colombianos que comparte frontera con Venezuela al que corresponden 396 de los 2.219 km. que constituyen la extensión de dicha línea imaginaria y es uno de los cuatro que limitan con el Estado Apure. Luis Carlos Mejía, líder social del Arauca colombiano, miembro de la Fundación Joel Sierra, aportó en una reciente entrevista al medio Alcarajo.org, importantes elementos sobre lo que hoy está sucediendo en ese departamento colombiano fronterizo con Venezuela, con claras y directas implicaciones para la seguridad de la Revolución Bolivariana. Lo primero que destacó Mejía, es que el Arauca es un territorio binacional en el que los pueblos de ambos lados han aprendido a vivir y desarrollarse colectivamente, que no se perciben como extranjeros.
Personalmente, nunca he estado en Arauca, pero hace aproximadamente 15 años, asumí una responsabilidad como servidora pública del gobierno venezolano, que me llevó hasta El Amparo, Estado Apure y ahí esta afirmación de Mejía es palpable. El tránsito cotidiano, el intercambio permanente, hace difícil pensar que el río Arauca sea una frontera porque en realidad es percibido por la gente como un canal de unión y comunicación cotidiano con la ciudad colombiana que lleva el mismo nombre. Hay una cultura llanera y una historia común a ambos lados del río. Historia pre colonial y luego, de resistencia al colonialismo. No por casualidad, desde Guasdualito se traza la ruta libertadora a través de los llanos venezolanos y colombianos por la que Bolívar entra a la Nueva Granada en 1819 precisamente por el Arauca para librar las gloriosas batallas del Pantano de Vargas y Boyacá. Actualmente, las familias binacionales son mayoritarias a ambos lados del Río por lo que en este lugar de la frontera, más que en muchos otros, la hermandad entre los dos pueblos es una realidad social que llega a ser genética.
Lo que no está pasando en Arauca. Caracterizando el verdadero enemigo.
Lo primero que hay que afirmar tajantemente, es que la tesis difundida por la prensa corporativa y que mucha gente (que evidentemente, no conoce el territorio, no lo comprende o francamente le interesa distorsionar la verdad) parece haber asumido como cierta, es que en el departamento de Arauca, Colombia, se lleva a cabo una disputa entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las llamadas “disidencias de las FARC” por el control de las rutas del narcotráfico y que esa disputa se ha extendido a Venezuela.
Esta afirmación simplista y tendenciosa, no solo oculta la realidad e impide los análisis situacionales correctos que necesita hacer Venezuela para organizar su defensa, sino que revictimiza al pueblo araucano contribuyendo a su estigmatización y ocultando el terrible genocidio que se está cometiendo en Colombia, específicamente en este departamento del oriente colombiano, favoreciendo con ello a quienes lo ejecutan: el estado colombiano, sus estructuras paramilitares, las fuerzas de ocupación estadounidense y de la OTAN en sus dos versiones, las de los estados miembros y la de las contratistas privadas y por supuesto, las trasnacionales que lo financian, que en este caso son fundamentalmente minero energéticas. Pero además oculta un detalle no menor, y es que lo que hoy sucede en Arauca es parte de la guerra multidimensional contra la Revolución Bolivariana.
Insistiendo en el primer argumento, un análisis de situación equivocado, es sumamente grave para la organización de la defensa integral de la revolución. Parafraseando a Gramsci nuevamente, diremos que si no se tiene claridad sobre lo que acontece, no se pueden evaluar correctamente las relaciones de fuerzas internas, las internacionales ni las potencialmente militares, por lo que no se podrá diferenciar lo coyuntural de lo permanente, ni discernir con claridad lo estratégico y lo táctico.
La primera tarea para la defensa de la Revolución es caracterizar al enemigo. Equivocarse en este paso, puede ser fatal. Precisamente por eso, y más aún en tiempos de guerras difusas e hibridizadas, la primera tarea del enemigo es camuflarse, esconderse, y en respuesta nuestra primera labor es precisamente ubicarlo, señalarlo, conocerlo.
Resumiendo, ni las comunidades, ni la FANB ni los organismos policiales, lograrán dar respuesta efectiva a la situación si se parte de la mentira difundida por el gobierno colombiano y las corporaciones mediáticas a su servicio. La lógica diría, que bastaría saber que esta supuesta explicación de los hechos es la que da el ministro de la defensa de Colombia, Diego Molano, para darla por falsa, pero lamentablemente no ha sido así, por lo que juzgamos necesario adentrarnos en comprender lo que realmente sucede en el departamento de Arauca para continuar con este análisis.
La supuesta disputa entre el ELN y las “disidencias de FARC” por las rentas del narcotráfico.
Que Arauca es un departamento “inundado” de siembras de coca y una ruta por la que circula gran parte de la droga que sale de Colombia para sacarla por Venezuela, es la primera gran mentira que las corporaciones mediáticas colombianas y algunas voces desde el gobierno uribista se han encargado de difundir. Lo primero que sorprenderá a quien haya asumido esta tesis como cierta, es que según el último informe de la Oficina de la Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) publicado en julio de 2021, Arauca es un territorio libre de cultivos ilícitos.
Fuente: unocdc.org. “Colombia. Monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos.2021”
Si no hay cultivos de coca para disputar, la pregunta es entonces qué causa el enfrentamiento entre el ELN y las “disidencias de las FARC”. El medio alternativo Colombia Informa en un interesante análisis sobre el tema, dice que la disputa surge precisamente luego de la firma de los acuerdos entre las FARC-EP y el estado colombiano en el 2016, cuando aparecen estas supuestas disidencias a presionar a las comunidades para que vuelvan a la siembra de cultivos ilícitos, esta presión ha encontrado fuerte negativa de parte de las comunidades y del propio ELN.
En la confrontación que se dio en el Arauca hace más de una década, subyace la posición diferente en torno al tema de la droga, un artículo recientemente publicado sobre el tema el periodista colombiano señala que “Uno de los elementos de disputas entre las dos guerrillas en Arauca es la postura frente a los cultivos ilícitos.” Siendo el ELN quien defendía la erradicación de esos cultivos en el 2007. Finalmente, en el 2010 las guerrillas llegaron a un acuerdo que significó el fin de ese enfrentamiento. Ese acuerdo incluía que ambas organizaciones acompañarían la voluntad popular de erradicar voluntariamente los cultivos ilícitos.
Mejía explica que a partir del 2010 luego de esa confrontación, “las organizaciones guerrilleras colombianas tanto FARC-EP como ELN son quienes hacen vida en el territorio y respetan los procesos de organización popular y su decisión de erradicar los cultivos de uso ilícito. Eso hizo que la presión social, económica y militar que en otras regiones de Colombia acorrala al campesinado para obligarlo a cultivar mayoritariamente coca, cediera en el Arauca y se condujera a una presión social positiva para el desarrollo agrícola y pecuario.”
Así se llega al 2018 cuando se le declara territorio libre de cultivos ilícitos. Colombia Informa afirma que este logro fue el producto de “la labor del campesinado de Arauca, quienes entre 2007 y 2012 ya habían erradicado la coca, sembrado plátano y cacao, y proyectado la industrialización de estos renglones agropecuarios en el departamento.”
Ahora aparecen estas supuestas disidencias que en realidad, tienen Comandantes diferentes a los que tenían las estructuras originales que en su mayoría ni siquiera llegaron a ser mandos, cuya tropa en gran parte ni siquiera provienen de las FARC-EP, incluso en algunos casos, grupos paramilitares sin ningún argumento político, han asumido o han sido designados con el título de “disidencias” sin haber tenido ningún tipo de relación con esta organización anteriormente. Por eso hemos decidido colocar entre comillas el nombre de “disidencias de las FARC” en este análisis.
Según explica el dirigente araucano, “en el 2019 aparecen en Arauca estos grupos a los que llaman “disidencias de las FARC” trayendo consigo la intensión de reimpulsar la siembra de cultivos de uso ilícito, lo que los coloca en contra vía de la comunidad organizada que se niega a volver a esa dinámica y esto llega al extremo que han difundido las redes sociales donde uno de los Comandantes de estos grupos dice que deben atacar a la dirigencia social del territorio y esto lleva hasta la explosión del 19 de enero” refiriéndose al atentado con carro bomba que se ejecutó en la sede de las organizaciones sociales que forman parte de Congreso de los Pueblos, dejando un muerto y varias personas heridas.
Por esto, el discurso del gobierno uribista y los medios corporativos, que dice que se está reeditando en Arauca el enfrentamiento que hace más de una década se dio entre las organizaciones guerrilleras y que fue subsanado por ambas organizaciones es totalmente falso.
Habría que agregar además dos datos importantes, en primero es que en Colombia la producción de cocaína se ha venido organizando en enclaves donde la siembra y la producción se concentran en un mismo lugar para disminuir costos y riesgos, por lo que un departamento libre de cultivos tiende a ser también libre de “cocinas” o lugares donde se transforma la coca en cocaína.
El segundo dato viene de Washington, según el conocido estudio realizado por Geoff Ramsey y David Smilde titulado “Más allá de la narrativa del narcoestado: lo que dicen los datos de monitoreo del tráfico de drogas de Estados Unidos sobre Venezuela” publicado en el 2020, aproximadamente el 84% de la droga producida en Colombia sale por la costa pacífica colombiana y el 9% por la costa caribe colombiana, es decir que el 93% sale directamente por las costas de Colombia, dejando sólo el 7% del flujo de esa droga entre las costas de Guyana, Surinam, Guyana francesa y las costas de Venezuela, por donde saldría cualquier droga que proviniera del Apure.
Lo que realmente pasa en el Arauca colombiano y su relación con Venezuela.
Arauca es una importante región petrolera en el que las explotación del petróleo desde hace cuatro décadas, solo ha traído pobreza. Pero, a pesar de ello y del gran abandono estatal que originó el gran paro cívico de 1972, hoy día Arauca es el primer productor de plátano a nivel nacional por hectárea sembrada y es el segundo productor de cacao del país. A esto habría que agregar su gran producción de lácteos, porcicultura, piscicultura, entre otros rubros que se han consolidado no desde la inversión estatal sino desde la organización popular.
A esto se refiere Mejía cuando habla de un proceso de auto organización para la autogestión y la creación de embriones reales de poder popular en este departamento colombiano. “Esta construcción histórica, por obvias razones, nos ha causado una persecución, una estigmatización permanente, judicializaciones y asesinatos al tejido social, precisamente porque es una forma diferente a la que el gobierno y la oligarquía han querido implementar en el país.” Y agrega, “Esto ha hecho que Arauca sea también una guía de resistencia para otros territorios de Colombia y el mundo”. Es gracias a ese tejido social fortalecido que en ese departamento llanero, el paramilitarismo no ha logrado consolidarse a pesar de sus incursiones permanentes en el territorio.
Eso suma a las razones por las que las fuerzas estadounidenses que ocupan Colombia, las subordinadas Fuerzas Militares colombianas, el gobierno y las mafias mediáticas, también se han planteado como objetivo romper el fuerte tejido social que se ha desarrollado en el territorio de este departamento, porque ese tejido ha impedido el avance del narcotráfico y el paramilitarismo en su territorio a la vez que ha confrontado a las trasnacionales minero energéticas y las contratistas militares privadas que las protegen y que ya han ejecutado masacres en la región. También porque esa organización popular, y la fuerte presencia del ELN en los territorios de Catatumbo y Arauca, ha dificultado el avance de los planes imperialistas contra Venezuela por ambos territorios fronterizos.
Según denuncia Colombia Informa, Arauca se ha convertido en uno de los departamentos más militarizados del país. Mientras la población total del departamento es de 264.123 habitantes, según el censo de 2018 del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas -DANE-, en el departamento se encuentran aproximadamente 9.000 efectivos de fuerza pública (Ejército Nacional, Armada y Policía) y militares extranjeros; a lo que, según el Comando General de las Fuerzas Armadas, a ello se le han sumado 600 nuevos efectivos. Con lo que se promedian 34,2 militares por cada 1.000 habitantes, contrastando con el promedio nacional de 8,4 militares por cada 1.000 habitantes.
Fuente: colombiainforma.info
Esta militarización del territorio según denuncia el citado medio alternativo colombiano ha beneficiado directamente a las trasnacionales petroleras de ese territorio fronterizo, ya que “en los últimos años, se han disparado las actividades de exploración de petróleo, precisamente en los municipios del occidente de este departamento: Saravena, Fortul, Tame y Arauquita y precisamente, en medio del conflicto suscitado en 2022, las empresas petroleras han ingresado maquinaria con acompañamiento militar a zonas donde las comunidades han rechazado la explotación petrolera. “
Organizaciones populares colombianas como Congreso de los Pueblos, aciertan al enfatizar que lo que acontece en Arauca es parte de “la ofensiva imperialista contra el hermano pueblo venezolano para desestabilizar la revolución Bolivariana, que permanentemente y de diversas formas viene siendo atacada; así mismo, asegurar la explotación de los recursos mineros y energéticos de Venezuela, y variar la correlación de fuerzas en el continente”
C- Claves
Hay una crisis imperialista caracterizada por una crisis del capitalismo, crisis de su hegemonía mundial e importantes crisis internas, que lo empuja sobre Nuestra América con más violencia.
Venezuela, Cuba y Nicaragua, siguen siendo objetivos principales de la guerra multidimensional dirigida desde Washington para retomar el control sobre el continente.
Los sucesos de la frontera Apure Arauca son parte de esa guerra y de la intensión de expandir el negocio del narcotráfico.
Es falso que el conflicto en Arauca se trata de una disputa entre grupos irregulares por las rentas del narcotráfico. En realidad se trata de una operación dirigida desde los Estados Unidos como parte de la guerra multidimensional contra Venezuela.
En los combates de Arauca las operaciones son dirigidas en el terreno por militares estadounidenses de la SFAB, quienes comandan las operaciones de las fuerzas militares colombianas y sus aliados que se hacen llamar “disidencias de la FARC”, todos ellos combaten en ese territorio contra el ELN. Estos mandos estadounidenses estarían dirigiendo sus operaciones desde la Brigada 18 del Ejército Nacional de Colombia ubicada en la capital del departamento de Arauca.
Los frentes 10, 28 y 45 de las llamadas “disidencias de las FARC” trabajan para los intereses imperialistas en la región, esto quiere decir, para el narcotráfico, la pacificación del pueblo colombiano y la agresión a Venezuela, sus únicos enemigos en territorio colombiano son el ELN y la Segunda Marquetalia, pero solo el primero tiene actualmente la capacidad militar para confrontarlos y por eso son quienes los combaten.
La arremetida de las “disidencias” en el Arauca, es en realidad una operación paramilitar dirigida en primer lugar contra el tejido social histórico que durante décadas les ha impedido controlar ese territorio fronterizo, lo que les ha dificultado penetrar a Venezuela y consolidar la explotación petrolera trasnacional.
Las diversas operaciones de defensa de la soberanía venezolana que han realizado en conjunto la FANB, la dirección política de autoridades regionales conscientes de esta realidad y, por supuesto, las comunidades organizadas de la frontera, y que se profundizaron a partir de la victoria de la Batalla de los Puentes (febrero 2019) lograron la derrota y expulsión de los grupos paramilitares en el Catatumbo venezolano y Táchira. Muy probablemente, esos fracasos son los que aceleraron los intentos de vulnerar la soberanía venezolana a través de la frontera Arauca-Apure.
Abrir un canal de entrada hacia Venezuela para atacar la Revolución Bolivariana desde este territorio fronterizo, incluye la tarea de transformar a Arauca en un enclave del narcotráfico para abrir una ruta que permita sacar droga por Apure vía Barinas por la ruta centro occidental hacia la región central, o alternativamente por la vía Mérida (a través del municipio Zea).
Como es tradicional los Estados Unidos y las Fuerzas Militares colombianas desechan sin pudor las fichas usadas, tan pronto estas dejan de serles útiles. Luego del fracaso de las operaciones del Frente 10 en Venezuela en el 2020 donde “Arturo Paz” dirigió operaciones contra la FANB así como las realizadas los primeros meses de este año en Apure y Arauca, el 24 de febrero las FFMM de Colombia bombardearon su campamento y presuntamente lo asesinaron junto a tres docenas de personas, cuyos nombres aún no se saben. Lo que sí están difundiendo las corporaciones mediáticas colombianas son las presuntas pruebas encontradas en el campamento de su estadía permanente en Venezuela, lo que se contradice con la información de que fuera asesinado no cruzando la frontera, sino en su campamento ubicado en el Municipio de Puerto Rondón, al sur del departamento.
La guerra multidimensional contra Venezuela también se plantea debilitar el estado hasta convertirlo en lo que llaman un “estado fallido”. Forma parte importante de es plan la corrupción de servidores y servidoras públicas del gobierno bolivariano para debilitar ética y políticamente a la Revolución, como sucedió con las mujeres detenidas en Zulia quienes desde la Guajira y el Catatumbo venezolano se involucraron con el narcotráfico. Como lo vimos en el caso de Cliver Alcalá, la participación en el narcotráfico se convierte además, en una vía directa para vincularse con los organismos estadounidenses y comprometerse con la contrarrevolución.
Es un año electoral en Colombia, el uribismo va de salida, al menos del palacio de Nariño, y no cuenta con el apoyo de Biden, las FF.MM. colombianas son miembros, no plenos sino peones, de la OTAN pero ambos, el sector político vinculado al uribismo y las FF.MM. coinciden en la necesidad y determinación de agudizar el conflicto militar interno, demostrar su eficiencia como plataforma para la agresión a Venezuela y si es posible, al menos mantener el ambiente de un posible conflicto armado binacional. El primero para evitar la próxima derrota electoral, las segundas para justificar su financiamiento.
D.-Hipótesis
El fracaso de muchas de las operaciones que ha dirigido Estados Unidos contra Venezuela en los últimos veinte años, las pésimas fuentes y análisis que parecen hacer de nuestra realidad, la corrupción y mediocridad del liderazgo opositor, no significa que van a rendirse y dejar en paz a Venezuela, porque la necesidad de subordinar al pueblo y al gobierno bolivariano es mayor para el imperio en crisis. Quienes subestiman esa importancia, lo hacen desde un compromiso con la contrarrevolución que les ciega o simplemente parten de análisis simples, es decir, incompletos. La guerra en Ucrania podría incentivar un ataque directo contra uno de los tres países que la OTAN considera aliados de Rusia en la región, Venezuela, Cuba y Nicaragua o simplemente, acelerar la premura por apoderarse de los recursos minero energéticos, que posee Venezuela. Pero de no atreverse o fracasar nuevamente, la guerra multidimensional continuará y este tipo de operaciones se mantendrán, por lo que la tarea de la defensa integral de la Revolución debe mantenerse y optimizarse permanentemente.
El ejercicio militar que se desarrolló el pasado fin de semana en el Caribe colombiano, donde por primera vez, que se sepa, participó un submarino nuclear estadounidense, sumado a la reunión en Bogotá de los tres gobernadores opositores venezolanos, Manuel Rosales, Sergio Garrido y Alberto Galíndez junto a Stalin González que se realizó este mismo fin de semana es una alerta. Sin embargo, la gran publicidad que le dieron a ambos sucesos, puede indicar que esta es más una operación de propaganda o psicológica, incluso un simple “mensaje a García” (es decir a Rusia), antes que el inicio de una operación real. Aun así, las alarmas deben continuar encendidas, porque como hemos reiterado los tiempos de declive de un imperio suelen ser tiempos peligrosos para el mundo entero.
E.- Algunas recomendaciones finales
Es necesario replantear algunas políticas para la frontera desde diversas instituciones del estado. Una muy importante es ejecutar planes para poblar los territorios fronterizos e impulsar su desarrollo económico y la construcción del Estado Comunal también desde las comunas de frontera, retomando la construcción de “Distritos Motores de Desarrollo” planteados por Chávez.
La siguiente ruta del narcotráfico y vía de entrada a Venezuela que están construyendo, de la que obviamente hay que estar pendientes, es a través del Río Orinoco desde el departamento de Vichada. Recordemos que Craig Faller estuvo recorriendo el Río hasta Puerto Carreño, unos meses antes de entregar el cargo como jefe del Comando Sur.
Las amenazas desde el Caribe colombiano con el reciente ejercicio militar dirigido por los Estados Unidos, así como la permanente amenaza desde las islas del Caribe y el plan develado desde Argentina la semana pasada, deben alertar también la defensa del Lago de Maracaibo, las costas de Falcón y Sucre.
La operación “Mano de hierro” debe continuar y no temer tocar a más altos niveles si fuera preciso, porque la corrupción es una brecha para la contrarrevolución.
La vigilancia debe ser permanente no solo de la FANB sino principalmente de las comunidades que deben fortalecer su tejido social para que los territorios cuya soberanía ha sido recuperada en la frontera y la zona central, no vuelvan a perderse y para impedir nuevos avances de esas fuerzas enemigas y de bandas terroristas locales sobre esos y otros territorios del país. Con este fin publicamos en el 2020 el “Manual para defender la revolución desde nuestra comunidad” donde se detalla una propuesta para consolidar la defensa integral de la Patria ante estas amenazas.
De todo lo aquí planteado se puede concluir que apoyar a Revolución Bolivariana en esta guerra que el imperialismo ha desatado contra ella, es estratégico para toda Nuestra América y no admite posiciones timoratas, puristas, cobardes y en algunos casos hasta visiblemente desinformadas, como las asumidas por algunos sectores del progresismo y la pseudo izquierda de Nuestra América.
Apuntes para un análisis comparativo de la democracia ¿Qué es la democracia en el siglo XXI? ¿Dónde hay una verdadera democracia?
Dicen que todas las comparaciones son odiosas, pero a la vez son inevitables. En el caso de Colombia y Venezuela, la comparación entre sus sistemas políticos es hecha permanentemente por la clase política colombiana, y por supuesto, es apoyada por los carteles que conforman sus corporaciones mediáticas y su poderosa industria del entretenimiento, que no dudan en establecer que mientras la democracia colombiana es antigua, fuerte y goza de buena salud, Venezuela ha degenerado en una dictadura.
Esta caricatura es irreflexivamente repetida incluso, por amplios sectores de la oposición colombiana por ignorancia, por temor o por simple pereza de analizar críticamente la propaganda con la que diariamente se les bombardea y, con ese velo, será imposible trazar el rumbo de las transformaciones profundas que requiere el país.
La guerra mediática contra la Revolución Bolivariana que tiene como ejes Miami, Madrid y Bogotá; el lawfare en construcción contra el propio presidente Nicolás Maduro y las directrices políticas emanadas de los Estados Unidos que sostienen esa propaganda, derivan del complejo contexto geopolítico generado por la crisis capitalista mundial, la herida mortal del mundo unipolar y el consecuente relanzamiento de la Doctrina Monroe sobre Nuestra América.
Es por ello que hemos decidido hacer esta comparación partiendo de la afirmación que rompe con lo que habitualmente dicen: ni Colombia está tan bien como la pintan ni Venezuela tan mal como dicen.
Con esa intención contrahegemónica tampoco se pretende decir que la democracia venezolana es perfecta porque, como todo proceso social, la Revolución Bolivariana es imperfecta y siempre perfectible.
Hoy, la gravedad que reviste esa creencia tan instalada en la opinión pública colombiana toma más importancia ante los sucesos de esta semana, cuando el ministro de la Defensa Diego Molano volvió a dar declaraciones que pretenden generar un conflicto binacional ya que, la afirmación de que en Venezuela hay una dictadura y en Colombia una democracia digna de exportar es uno de sus argumentos centrales.
En este momento en que el uribismo se sabe perdido, pues dos décadas en el poder ejecutivo están a punto de llegar a su fin en tan solo cinco meses, bien sea por el esperado triunfo de los sectores progresistas y de izquierda que se han unido en el Pacto Histórico, o por el triunfo de otras alternativas de centroderecha y derecha que responden a intereses más tradicionales de la oligarquía colombiana, todos lejos de Uribe; solo la agudización del conflicto interno y la amenaza de un conflicto internacional podrían tal vez cambiar el resultado que ya parece inminente. Por lo que nuevamente es tarea urgente derrotar el lenguaje guerrerista del gobierno uribista.
De este lado de la frontera, la afirmación de que en Venezuela hay una dictadura mientras en Colombia existe una democracia ejemplar lo refrenda la oposición venezolana, legitimándolo en algunos sectores populares con el apoyo permanente de las corporaciones mediáticas trasnacionales y la industria del entretenimiento colombiana que tiene amplia difusión por redes sociales.
Explicadas las razones de este análisis, que se hace en defensa de ambos pueblos y procura de la paz, aportamos nueve puntos desde los que se puede iniciar un análisis comparativo de la salud de la democracia en ambos países.
Es importante aclarar que la comparación siguiente se centra en las acciones de los Estados y sus gobiernos, pues sin duda desde las organizaciones populares colombianas hay experiencias reales y nutritivas que avanzan en la construcción verdaderamente democrática. Los nueve puntos propuestos para el análisis comparativo
1. Relación con los Estados Unidos como centro del imperio capitalista
Colombia es un Estado subordinado a los Estados Unidos. Eso implica una entrega absoluta de sus recursos naturales, minero-energéticos, su gran fuerza de trabajo y la concesión de su importancia geoestratégica regional para convertir al país en un centro de la acumulación por desposesión, principal enclave militar de los Estados Unidos y uno de los dos enclaves del narcotráfico en el continente. La injerencia estadounidense en asuntos internos es absoluta y la palabra “soberanía” ha desaparecido de las alocuciones políticas, incluso del llamado progresismo, quedando solo en las voces minoritarias de la verdadera izquierda.
El Estado venezolano, por su parte, es un Estado insubordinado, desde su propia doctrina bolivariana confrontada históricamente a la doctrina Monroe. Esta insubordinación le ha costado un asedio político, económico y hasta militar desde la potencia del Norte. Acoso que en 2015 llegó al extremo de declararla “una amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de los Estados Unidos. Esa orden ejecutiva ha sustentado un brutal bloqueo, con graves consecuencias para el pueblo venezolano y es la raíz del fenómeno de emigración.
2. Poder político de las oligarquías
El poder político en Colombia está en manos de las familias económicamente más poderosas del país desde hace siglo y medio aproximadamente, lo que cada vez más la convierte en una plutocracia. Con el agravante de que, en las últimas tres décadas, esa oligarquía se ha imbricado en mayor o menor grado con el narcotráfico y el paramilitarismo.
En cambio, hace apenas veintidós años irrumpió la Revolución Bolivariana, y con ella se desplazó del poder político a la oligarquía venezolana que tradicionalmente lo había ostentado también en el siglo XX y gran parte del XIX.
3. Conflicto armado
Colombia es un país en guerra. Está inmersa en un conflicto social y armado que continúa sin resolverse y nuevamente tiende a agudizarse. La solución democrática sería la salida política y negociada que desde amplios sectores del pueblo colombiano se ha venido exigiendo, sin embargo, la apuesta de la oligarquía ha sido la de una solución militar con la que procura pacificar al pueblo y ganar la guerra, es decir apuesta a la pacificación que es muy distinta a la paz.
Al contrario, Venezuela se mantiene en paz a pesar del asedio militar de los Estados Unidos, la invasión paramilitar del territorio venezolano desde Colombia, la incursión de mercenarios y la reiterada ejecución de operaciones terroristas de control territorial llamadas popularmente “guarimbas”. Lo más relevante para esta comparación es que ante la violencia que generaron las últimas guarimbas en 2017, el presidente Maduro acudió a la máxima expresión de la democracia que es la convocatoria al Poder Constituyente. Al día siguiente de ese llamado los sectores que estaban promoviendo la violencia se desmovilizaron y ninguna operación similar ha vuelto a desarrollarse desde entonces.
4. Hegemonía comunicacional vs. comunicación contrahegemónica
Las corporaciones mediáticas colombianas están en manos de tres familias que forman parte de las cuatro más ricas del país, por lo que, a pesar de ocasionales disputas de intereses, el relato está unificado en defensa del poder oligárquico, a favor del sistema capitalista mundial y el imperialismo. Los medios de comunicación alternativos y populares son permanentemente atacados y perseguidos, por lo que la hegemonía comunicacional de las corporaciones mediáticas es aplastante.
Distinto sucede en Venezuela donde se confrontan la hegemonía comunicacional mundial y el la comunicación contrahegemónica. Este debate tiene, por un lado, gran cantidad de empresas privadas de comunicación nacionales, internacionales y redes sociales que operan en el país difundiendo el discurso hegemónico, y por el otro, a los medios de comunicación del Estado, los medios que tienen participación estatal y los abundantes medios de comunicación alternativos y comunitarios, que dan la batalla de la comunicación contrahegemónica. Lo que la coloca más cerca del ejercicio democrático de la comunicación.
5. Propiedad de la tierra
Si bien el latifundio es histórico en toda Nuestra América y particularmente en los dos países en cuestión, en Colombia, en las últimas seis décadas, se ha despojado al campesinado de cerca de ocho millones de hectáreas en acción coordinada entre latifundistas, empresas trasnacionales, narcotraficantes, fuerzas militares y, sobre todo, paramilitares.
Gracias a la promulgación de una nueva ley de tierras durante el gobierno del presidente Hugo Chávez, en Venezuela se han rescatado y expropiado a latifundistas cerca de 6 millones de hectáreas. La mayoría de estas tierras, con evidentes nudos críticos y algunos retrocesos en los últimos años, se han adjudicado a campesinos y campesinas.
Esto quiere decir que mientras en Colombia la tendencia es a concentrar la propiedad de la tierra, en Venezuela se inició un proceso de desconcentración de la misma.
6. Usos del lenguaje en las Constituciones Nacionales
Venezuela posee la primera constitución en castellano que usó el lenguaje inclusivo, es decir, escrita por y para sus ciudadanos y ciudadanas. Aunque la actual Constitución de Colombia también fue el producto de una Constituyente más o menos reciente, continúa usando un lenguaje excluyente en el que solo se nombra a sus ciudadanos y no da cuenta de las grandes luchas de las mujeres colombianas por la inclusión.
7. Respeto a los derechos humanos
A pesar de la muy cuestionable decisión de la Corte Penal Internacional de cerrar el examen preliminar al Estado colombiano, antes siquiera de pasar a la fase de investigación y, por el contrario, abrir investigación contra el Estado venezolano, en Colombia hay razones para afirmar que la violación de derechos humanos es política de Estado.
El genocidio que se comete en Colombia contra líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos, firmantes del más reciente acuerdo de paz, educadores y educadoras, sindicalistas, entre otros y otras, implica un etnocidio y también un juvenicidio de clase.
Tan solo entre el 1° de enero y el 2 de diciembre de 2021, han sido víctimas de este genocidio 162 líderes y lideresas sociales, 44 ex firmantes del acuerdo y se han cometido 90 masacres. A esto hay que sumar las terribles imágenes que circularon en todo el mundo de la brutal represión policial y parapolicial al Paro Nacional convocado este mismo año en Colombia.
En Venezuela, por su parte, donde ocasionalmente se han registrado víctimas de violación de derechos humanos, no existe registro este año de ninguna masacre. En las redes sociales, de hecho, solo se reseña una presunta masacre a principios de año, que incluso los medios internacionales reseñan entre comillas dado que se dio en el contexto de un operativo policial que acabó con una banda delincuencial y en la que existen muchos elementos para creer que se trató de muertes durante un enfrentamiento. Tampoco se registra ningún asesinato de líderes o lideresas sociales. Vale la pena aclarar que en las pocas ocasiones en que estos asesinatos han ocurrido, las víctimas son generalmente simpatizantes de la Revolución Bolivariana.
Lo cierto es que lo ocasional de las violaciones de derechos humanos por parte de los cuerpos de seguridad del Estado -que no por ser pocas son justificables-, y el hecho de que una gran parte de ellas son investigadas por la Fiscalía venezolana, contribuyen a la afirmación de que la defensa de los derechos humanos es política del Estado venezolano.
8. Índice de desarrollo humano
Este índice, definido como un instrumento que mide el adelanto medio de un país en lo que respecta a la capacidad humana básica representada por la esperanza de vida, el nivel educacional y el ingreso per cápita, es medido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que presenta cada año un ranking de 189 países, siendo el primero el país con el más alto índice y el último con el más bajo.
En los últimos años Venezuela ha estado siempre por encima de Colombia en este índice, aunque vale la pena resaltar que Cuba se ha ubicado encima de ambos en el mismo período. Solo a partir del bloqueo a Venezuela en el año 2015 comenzó a caer en ese ranking y, sin embargo, pese a la dura situación económica y social que hoy enfrenta, solo se colocó por debajo de Colombia en los dos últimos informes de 2019 y 2020. La razón de esa caída, según explica el propio PNUD, se debe sobre todo a la caída del ingreso per cápita.
9. Sistema de votación
Este último punto de comparación lo hemos tratado en varias ocasiones y lo ilustraremos nuevamente con un cuadro que publicamos por primera vez en 2018, dado que ninguno de los dos sistemas ha sufrido modificaciones desde ese entonces.
Dicha comparación se realiza a partir de la experiencia que me ha permitido la doble nacionalidad de votar en ambas elecciones y participar como miembro de mesa y testigo electoral en las elecciones de los dos países.
La síntesis del cuadro es que Colombia posee un sistema electoral manual, sumamente vulnerable, mientras Venezuela posee un sistema electoral automatizado de alta confiabilidad, que ha sido catalogado por Jimmy Carter como el mejor sistema electoral del mundo.
Estos son algunos de los elementos con los que se propone profundizar el debate sobre el verdadero significado de la democracia y plantear dos preguntas complementarias al título de este artículo: ¿Qué es la democracia en el siglo XXI? ¿Dónde hay una verdadera democracia?
Todo tiempo pasado fue mejor, sobre todo si lo dice un imperio en declive. La hegemonía estadounidense que lo convirtió en el polo dominante de la geopolítica mundial tras el fin de la “guerra fría” está sufriendo golpes que parecen mortales.
Ante este panorama, los Estados Unidos han decidido que lo mejor es mirar al pasado y volver al mejor escenario posible para sus intereses. Desde el “Haz América grande otra vez” de Trump hasta el “reconstruir el mundo mejor” de Biden, todas sus iniciativas miran ya con nostalgia el tiempo que pasó y evidencian la inminencia del cambio que no les favorece.
Pero mientras el poder creciente de China y Rusia apunta a construir un mundo multipolar, o al menos tripolar, Estados Unidos intenta dividir de nuevo el mundo en dos: quienes están a su favor y quienes están en su contra, para regresar al mundo bipolar en el que supo manejarse durante más de cuatro décadas.
El problema para América Latina y el Caribe es que, en ese intento de volver a partir el mundo en dos, controlarla es imprescindible para los Estados Unidos, que la considera tan suya que ve como un problema de seguridad interna cualquier insubordinación de los Estados soberanos que la conforman o rebelión de sus pueblos.
Los primeros pasos del B3W sobre América Latina y el Caribe
Durante la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático número 26 (COP 26) que se realiza este año en Escocia, Joe Biden presentó nuevamente la iniciativa Build Back Better World (B3W) que ya había sido lanzada hace unos meses en el encuentro del G7, con la que Estados Unidos pretende competir con la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China para, en primera instancia, frenar el avance del gigante asiático en la región.
En esa conferencia lo acompañaron representantes del G7 y asistieron, entre otros, los presidentes de Colombia, Ecuador, Panamá y Costa Rica, quienes ese mismo día acordaron la conformación de un Corredor Marino del Pacífico este tropical, que en principio se plantea como la ampliación de zonas marítimas protegidas para la conservación de la biodiversidad abarcando el Parque Nacional de Gorgona y el santuario de flora y fauna de Malpelo, en Colombia; la isla de Coco, en Costa Rica; Galápagos, en Ecuador; y la isla de Coiba, en Panamá.
La realidad es que este cinturón de 500 mil kilómetros cuadrados está inmerso en el plan de infraestructura presentado por Biden y se plantea como una “zona ecológica libre de pesca”, específicamente para impedir la pesca de barcos chinos.
Corredor marino del Pacífico este tropical – Misión Verdad
Lo más importante que esconde este acuerdo son las actividades militares en el archipiélago de Galápagos, al que el ex ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, describió como un “portaaviones natural” cuando el gobierno de Lenín Moreno autorizó a los Estados Unidos a ejecutar la ampliación del aeropuerto de San Cristóbal ubicado en ese territorio insular, para la instalación de radares y la operación de aviones estadounidenses.
Israel, el último salvavidas del uribismo
A pesar de que Iván Duque cumpliera la tarea asignada de conformar este cinturón en el Pacífico para articularlo al B3W, sus relaciones con el actual gobierno estadounidense son escasas, lo que de todos modos no impide que las coordinaciones militares continúen su curso ni que avancen los intereses económicos de los Estados Unidos en Colombia.
Así lo demuestran los tres altos funcionarios del gobierno estadounidense que visitaron Colombia estos últimos dos meses.
En septiembre Craig Faller, quien había sido designado por Donald Trump, estuvo en Colombia durante su última gira por la región antes de entregar su mando en el Comando Sur a la generala Laura Richardson.
Pocos días después llegó Daleep Singh, asesor adjunto de seguridad nacional del actual presidente estadounidense. Singh estuvo acompañado por David Marchick, director de la Corporación Financiera de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional; Ricardo Zúniga, subsecretario adjunto de Estado principal para Asuntos del Hemisferio Occidental y enviado especial para el Triángulo Norte; así como funcionarios de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), del Departamento de Comercio, del Departamento del Tesoro. La tarea fundamental de Singh fue precisamente avanzar con la B3W y, a juzgar por su recorrido, la conformación de este cinturón en el Pacífico este tropical.
Cerró el ciclo de visitas Anthony Blinken, Secretario de Estado, quien en la rueda de prensa que diera junto al presidente colombiano le hizo el reclamo por las violaciones de derechos humanos ocurridas en el contexto de represión al Paro Nacional en Colombia. Seguramente un poco para satisfacer las demandas de sus ONG y algunos sectores del Partido Demócrata estadounidense y, más que todo, para lavarse las manos ante la opinión pública de los crímenes que se comenten con su definitivo apoyo financiero, policial y militar.
Blinken también destacó la importancia que tiene para su país la crisis migratoria, pero no la venezolana sino la de haitianos y haitianas que han llegado al tapón del Darién, frontera de Colombia con Panamá, en su mayoría provenientes de Chile. El énfasis lo hizo justamente en la incorporación de Colombia a la iniciativa B3W.
Pero desde que Biden asumiera la presidencia en enero de este año, ningún encuentro entre los presidentes de ambos países se había dado hasta la pasada cumbre COP26, a pesar de los ingentes esfuerzos del presidente uribista que incluso fue dos veces a Washington este año. Añadiendo otra razón para que la oligarquía colombiana perciba la urgencia de una salida definitiva del uribismo de la Casa de Nariño.
Enclaves, mercenarios y exterminios: lo común entre Colombia e Israel https://t.co/9AHz5OSVGZ
Por esta razón, Duque sobredimensionó mediáticamente su saludo con Biden durante esa corta reunión para el lanzamiento de la B3W, pero la verdad es que el presidente colombiano fue solo uno más y nunca logró una reunión bilateral con el jefe de la Casa Blanca.
Es evidente que Biden no tiene interés en vincularse al uribismo que cerró filas con Trump durante las pasadas elecciones estadounidenses y se aproxima a una debacle electoral. Es previsible que en su lugar, la Casa Blanca decida apoyar candidaturas más moderadas o incluso progresistas en las próximas elecciones en Colombia y por similares razones, también en Chile. Y aunque hay elementos para pensar que Trump pudiera volver a la presidencia norteamericana en tres años, de todos modos son malos tiempos para el uribismo.
Sin el paraguas de la presidencia estadounidense, el que parece ser el último gobierno de Uribe busca un refugio estratégico y ha acudido nada menos que a la protección del poderoso lobby sionista que tantos tentáculos tiene en Colombia.
Es por eso que hace pocos días Colombia reconociera como territorio marroquí al Sáhara Occidental, siguiendo los pasos de Trump para acercar a Marruecos e Israel. Lo que constituye un grave desconocimiento de la historia del pueblo saharaui e incluso de las disposiciones de la ONU.
Diez días después, el presidente colombiano inició su primera visita a Israel, donde comenzó hablando del tratado de libre comercio y terminó departiendo sobre las nuevas coordinaciones militares para combatir lo que los sionistas llaman “el terrorismo internacional”. El renovado apoyo del Estado sionista anuncia nuevos escenarios de guerra en los que el uribismo ve su tabla de salvación.
Con esta maniobra, Duque consiguió cambiar la foto más importante de la semana para describir el papel del gobierno colombiano en la geopolítica imperialista. La imagen del saludo distante que le dio Biden en la COP26 quedó desplazada por la del primer presidente colombiano que se arrodilla frente al muro de los lamentos.
Artículo publicado originalmente en el portal Misión Verdad
María Fernanda Barreto
Escritora, investigadora y educadora popular colombo-venezolana, integrante de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad
A diferencia de años anteriores, este 20 de Julio en el país ocurrió diferente, según fuentes de Presidencia de la República, por la contingencia del Covid-19 no se realizó el evento como es común en las principales calles de todo Colombia, más bien se optó por eventos realizados en escuelas militares con aforos más pequeños y ceremonias controladas.
Lo cierto de esto es que este 20 de Julio en Colombia sucedió algo inusual, pero muy popular, en el país que hoy atraviesa una crisis económica y social como consecuencia de la pandemia, que dejó en evidencia un fracasado modelo económico, un modelo neoliberal que llevó al país a un gran estallido social.
Marchas contra el régimen de Duque en Colombia 🇨🇴
Días antes de esta fecha, el comité organizador del paro nacional y los movimientos sociales, políticos y de oposición, convocaron a la que denominaron la segunda independencia. Con más de un 42% de pobreza, un desempleo de más del 15%, una informalidad de más del 50% y bajo la indignación de tener que soportar no sólo el hambre sino también la represión brutal y la violación de los derechos humanos por parte del Estado en el marco del paro nacional que inició el pasado 28 de Abril, los colombianos salieron a las calles.
Quizá para muchos de los lectores de este artículo, narrar con la pasión que lo hago este 20 de Julio no sea muy fácil de entender, pero los que vivimos en este país y hemos visto como la corrupción, el desempleo, el hambre, la falta de educación pública gratuita y el Narco paramilitarismo en el gobierno se han robado los sueños de muchos hombres y mujeres de la patria, este año el 20 de Julio sí fue un día nacional.
Foto: diario El Tiempo.
Fue un día donde el Congreso que hoy es una cantera de sinvergüenzas (no todos), que cuenta con una imagen de aproximadamente 86% de rechazo, tuvo que cambiar su horario habitual de instalación por temor a la indignación ciudadana. Un día en el que el presidente que tiene alrededor de un 79% de imagen desfavorable estaba encerrado con sus fuerzas militares y de policía “por la covid”.
El 20 de Julio de 2021 en Colombia fue un día donde el desfile de independencia estuvo a cargo del constituyente primario, estuvo en las calles en cabeza de las y los jóvenes, de los trabajadores y las trabajadoras, de los ciudadanos y las ciudadanas que exigían, tal cual pasó en 1810, sus derechos fundamentales, su libertad. El 20 de Julio del presente año fue un día histórico que marcó el despertar de Pablo pueblo, un día que llena de esperanza a una República que, a las puertas de una nueva contienda electoral, marca la ruta de un cambio político, económico y social en el país.
Daniel Castro
Colombiano, economista en formación, activista por la paz, dirigente político.
Una estación de transporte publico convirtió sus andenes en mesas de tortura y su fachada en sinónimos de golpes y violencia. Los jóvenes llevados adentro de aquel lugar, provenientes de las afueras del mismo y que se encontraban en su mayoría protestando pacíficamente, denuncian detenciones ilegales, torturas físicas y psicológicas propinadas por la policía nacional, quienes aprovechan la soledad de la noche y la amplitud de aquel frío lugar para operar sin ningún tipo de limitación en cuanto a derechos humanos se refiere, haciéndolos poner de rodillas, con los ojos vendados y esperando no convertirse en una cifra más de la violencia.
El portal de la resistencia, antiguamente conocido como portal Américas, es una neurálgica estación del transporte masivo de Bogotá, Transmilenio, la cual aglomera una gran cantidad de barrios populares y de escasos recursos de las localidades Kennedy y Bosa, del sur de la ciudad. Esta estación se convirtió en uno de los principales puntos de reunión de los manifestantes y diversos grupos y organizaciones sociales, quienes en su mayoría provienen de estas zonas populares y buscan alzar su voz de protesta en contra de los constantes atropellos del gobierno para con los intereses de las clases medias y bajas.
Camilo, uno de los manifestantes que convergen en el portal resistencia diariamente desde hace casi 2 meses, creció en un barrio popular de la localidad de “Techotiva” (Kennedy), estudió en colegio y universidad pública, en otras palabras, es la fiel representación de un joven colombiano promedio. A su vez, Camilo, quien en sus palabras comenta que asumió ese nombre en honor a la lucha del padre revolucionario Camilo Torres, desde el grado décimo del colegio es parte de organizaciones sociales y, actualmente, es brigadista de la primera línea, es decir, es uno de los responsables de ayudar y atender a los manifestantes heridos como resultado de la represión policial.
El paro nacional, que se consolidó el 28 de abril de 2021, pero que podría ser una segunda parte de aquel estallido de noviembre de 2019, fue y es asumido por el gobierno como una estrategia
terrorista, comunista y de izquierda, desestimando así las protestas. No obstante, Camilo afirma que “No se necesita ser socialista ni comunista para entender que en Colombia hay unas problemáticas que hay que enfrentar” despolitizando totalmente el movimiento y reivindicando las razones de la lucha.
Rodeados de gente, de grafitis con mensajes revolucionarios y de personas intentando alzar su voz en las afueras del portal de la resistencia, Camilo
dice que históricamente “El pueblo colombiano no ha tenido tiempo de pensar o discutir los temas nacionales por las condiciones tan precarias en las que nos han mantenido nuestros gobiernos”, por lo tanto, pondera el papel de los jóvenes cuando comenta “nosotros como juventud tenemos que asumir grandes responsabilidades (…) tenemos no solo el deber moral de reconstruir una memoria y una sociedad, sino que también tenemos el deber de empezar a asumir la dirección no solo de nuestro país, sino de nuestro futuro”.
Dentro de los aspectos más importantes que necesitan un cambio en el país, Camilo menciona a la salud y la educación, enfocándose en la falta de equidad en cuanto al acceso, el poco presupuesto y la excesiva burocracia en esos ámbitos, a su vez, justifica estos pedidos comentando que los que
se encuentran allí participando son estudiantes, trabajadores e incluso vándalos, pero no de la manera en la que los muestra el estado, sino que pelean por condiciones de vida mejores: “Nosotros no queremos nada regalado, yo no pretendo que el estado a mi me mantenga, pero que al menos nos brinde unas condiciones dignas para poder vivir en un país mejor”
No obstante, el gobierno del presidente Iván Duque, cuya ideología y partido político representa los valores de la ultraderecha, en lugar de acercarse a estas juventudes y escuchar sus reclamos prefiere, por el contrario, reprimir cualquier clase de manifestación social, permitiendo una brutal represión policial y el paramilitarismo, justificándose en la supuesta infiltración de guerrilla, terrorismo y narcotráfico en las marchas.
“En el portal han tenido compañeros nuestros, los han torturado, cerca, en los CAIs móviles (centro de atención inmediata de la policía) también han tenido compañeros encerrados casi dos días, sin comer ni dormir, golpeados etc.” Y es que las cifras de violencia hablan por sí solas, ya que solo en la zona del portal resistencia, Camilo afirma que más de 300 personas han resultado heridas, incluyendo dos víctimas de lesiones oculares y un sinfín de detenciones arbitrarias, ahora bien, cuando hablamos en un marco nacional, es escalofriante ver que el resultado del paro nacional son 1248 víctimas de violencia física, 45 homicidios presuntamente cometidos por miembros de la Fuerza Pública, 1649 detenciones arbitrarias en contra de manifestantes, 705 intervenciones violentas en el marco de protestas pacíficas, 65 víctimas de agresiones oculares, 180 casos de disparos de arma de fuego, 25 víctimas de violencia sexual y 6 víctimas de violencia de género.
El dolor en la voz de Camilo se hizo palpable cuando comentó que, haciendo resistencia en la localidad de Suba, al norte de Bogotá, policías de civil, violando todo tipo de protocolos, lo
capturaron, lo llevaron a una oscura bodega y lo torturaron junto a otros compañeros, dejándolo muy herido y teniendo que obligarlo a atravesar toda la ciudad para recibir ayuda en el portal resistencia, en donde afortunadamente le hicieron curaciones.
Adicionalmente, recordó que el 28 de mayo, el día en que se cumplía 1 mes de protestas, desde las horas de la mañana el ESMAD presagiaba la barbarie que iba a cometer, ese día el despliegue de fuerzas fue sencillamente brutal ya que, además de rodearlos y dejarlos sin ningún punto de salida, seis tanquetas armadas con cañones de agua y granadas aturdidoras hicieron su aparición saliendo desde la estación, dejando un saldo total de 168 heridos entre los 3 puntos médicos del portal y 2 víctimas de pérdida ocular en tan solo una noche.
Para explicar esto último, el joven brigadista comenta que, históricamente y gracias al conflicto armado interno que azotó al país durante más de medio siglo, la fuerza pública se entrenó, preparó y diseñó para combatir amenazas guerrilleras y terroristas, no obstante, y después del fin del conflicto, esta preparación no cambió, sino que se está usando para reprimir manifestaciones, algo que deja en evidencia el desproporcionado uso de la fuerza y el abuso policial. “En un contexto en donde ya no existe un conflicto armado tan agudizado en Colombia, la fuerza pública debería tener un acompañamiento, ellos tienen que brindar ¡SEGURIDAD Y GARANTÍAS! a la protesta”
No obstante, y a pesar de que el portal resistencia ha estado manchado de sangre y corrupción, los manifestantes no bajan los brazos, el sin fin de mensajes coloridos y de resistencia que rodea las paredes del lugar contrasta con las historias de abusos cometidos por la fuerza pública dentro de él, generando indignación que, a su vez, genera más sentimiento de lucha, ya que a pesar de todo lo anteriormente mencionado, el clima adverso, condiciones precarias e incluso enfermedades, las clases populares quieren resistir “hasta que la dignidad se vuelva costumbre”.
Y ahora, ¿Qué le espera a Colombia?
A pesar del optimismo por un movimiento popular sin precedentes en el país, Camilo afirma que “aún nos falta dar la pelea más dura de esta novela, esta ha sido la pelea por el despertar de conciencia, despertar de la gente y la opinión ciudadana, pero no se ha logrado nada políticamente”. No obstante, este despertar de conciencia es la cuota inicial para poder adquirir conciencia política, la cual hará preguntarse por el tipo de personas que gobiernan el país y que tipo de intereses poseen, ya que los manifestantes están totalmente en contra de intereses individuales.
El paro nacional en Colombia es un movimiento con un tinte agridulce, donde converge el dulce aroma de la resistencia y conciencia de clases con el amargo saldo de violencia, manifestantes torturados tanto física como psicológicamente, detenidos, asesinados etc. Por lo tanto y recordando a cada uno de los compañeros que han dado su vida por la manifestación, a las madres que han perdido a sus hijos por pedir un mejor país, a los ojos que se han cerrado violentamente,
Camilo, con voz entrecortada y ojos llorosos que reflejaban toda la tristeza e ilusión contenida, recuerda una arenga usada en los años 70, la cual es el espejo del alma de todos aquellos que buscan un mejor país.
Mi voz, la que está gritando, Mi sueño, el que sigue entero. Y sepan que sólo muero si ustedes van aflojando Porque el que murió peleando vive en cada compañero Por nuestros muertos ni un minuto de silencio toda una vida de combate. ¿Hasta cuándo? Hasta siempre ¿Hasta dónde? Hasta la victoria Y si es preciso hasta la MUERTE…
REFERENCIA
Paro Nacional 2021 – Es un movimiento social que se lleva a cabo desde el 28 de abril de 2021, nació como protesta a una polémica reforma tributaria que afectaba directamente a las clases baja y media, gravando, entre otras cosas, alimentos de la canasta básica y haciendo pagar nuevos impuestos a personas de ingresos no tan altos. No obstante, posteriormente a la caída de esta propuesta gracias a las marchas, las manifestaciones continuaron, reflejando un problema más profundo y continuando con un estallido que nació en el contexto de la primavera latinoamericana, en noviembre de 2019.
Portal de la Resistencia – El nombre de portal de la resistencia es parte de un movimiento de reivindicación nacional del pueblo, cambiando el nombre de monumentos, tumbando estatuas y haciendo memoria. Por ejemplo, la antigua avenida Jiménez (en referencia al conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá) fue cambiado a Avenida Misak (grupo indígena colombiano históricamente invisibilizado), recuperando el antiguo nombre de Techotiva de la localidad de Kennedy (el cual se le dio posteriormente a la visita del presidente estadounidense John F Kennedy a la ciudad) o la esquina de la calle 19 con 4ta, la cual es ahora la esquina Dilan Cruz (recordando al joven que en aquel lugar fue asesinado por el ESMAD.
Juan Esteban Solórzano
Soy colombiano, músico y melómano. Amante de la cultura latinoamericana en toda su expresión.
Nuestra América está atravesando un año electoral que podría tener como resultado un giro de 180 grados en muchas de sus latitudes. Se ha dicho en artículos anteriores, pero la situación de hartazgo de pueblos como el chileno, el colombiano o el peruano, pueden continuar los pasos de México, que en 2018 comenzó las transformaciones institucionales que su pueblo reclamaba. Reformas y cambios que otros países de la región vivieron a principios de siglo.
La primera oleada
La llegada de Chávez al gobierno en Venezuela sería el puntapié de esa primera oleada progresista que comenzó a finales de los ’90. Gobiernos como el de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en Argentina, la llegada de Lula al gobierno de Brasil, Rafael Correa en Ecuador o Evo Morales en Bolivia, pintaron de políticas progresistas y revolucionarias el panorama nuestroamericano.
Presidentes de la primera oleada de gobiernos populares del siglo.
Pero la derecha se reorganizó y comenzó a horadar paulatinamente a esos gobiernos. Lo señalábamos en artículos anteriores: la derecha no tiene proyecto propio que incluya a las grandes mayorías. La responsabilidad y la culpa de todo siempre está puesta en los pueblos por considerarlos vagos, haraganes o indomables. Ellos nunca tienen la culpa.
Utilizaron todo su arsenal: la complicidad de los poderes judiciales, el asesinato selectivo, el lawfare, la mentira mediática y operaciones de prensa complementadas con trolls en redes sociales y todo lo que tuviesen a la mano para conquistar ese objetivo. Así, aunque de diferentes maneras, llegaron al poder en Argentina, Ecuador, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Bolivia, El Salvador y Honduras. Lógicamente Venezuela, Cuba y Nicaragua resistieron y siguen resistiendo en la actualidad.
El caso mexicano
Pero la llegada de Andrés Manuel López Obrador al gobierno mexicano comenzó a revertir esa avanzada de la derecha regional. Luego se sumó el retorno del peronismo al gobierno argentino, la derrota del golpe en Bolivia y el retorno de Evo a su patria.
Desde entonces con firmeza y respaldo político de sus pueblos, los gobiernos de México, Argentina y Bolivia han avanzado en recomponer los destrozos hechos por las administraciones de derecha. En el caso mexicano AMLO tiene el enorme desafío de revertir cuatro décadas de neoliberalismo y crimen organizado, tarea titánica si se entiende que su vecino EEUU intentará evitarlo, pese a declarar públicamente que tiene intenciones de tener buenas relaciones con su vecino del sur.
Mexico’s new President Andres Manuel Lopez Obrador in Mexico City, Saturday, Dec. 1, 2018. (AP Photo/Moises Castillo)
Muchas veces se ha dicho y muches autores lo han sostenido: llegar al gobierno no es sinónimo de llegar al poder. El ejecutivo de un país es simplemente una porción de ese poder. Otro tanto lo tienen los medios de comunicación, otra porción está en manos de las instituciones judiciales, otra en manos de los sectores concentrados de la economía y así se podrían seguir mencionando actores de ese mapa a lo Game of Thrones.
López Obrador dijo desde el día cero de su campaña que “la prioridad son los pobres” y tal como lo había anunciado así fue como avanzó cuando llegó al ejecutivo mexicano. Y si bien es lógico que en dos años y medio no se puedan revertir décadas de neoliberalismo, los avances han sido significativos.
Pero como en todo proceso de cambio, los sectores conservadores, las oligarquías, las multinacionales y poderes foráneos están interesados en que nada cambie, o más bien que ninguno de esos cambios vayan en su contra.
Lógicamente se podría hacer una lista de las políticas lanzadas por AMLO, pero ese no es el interés de estas líneas. Lo importante es lo que se nos viene: las elecciones de medio término.
Elecciones federativas de medio término
Este 6 de junio, al mismo tiempo que en Perú se realizará la segunda vuelta presidencial, el pueblo mexicano irá a las urnas a expresar su voluntad. Y si bien hay un referéndum programado para marzo del 2022, la oposición del PRI, PAN y PRD lo ha adelantado de hecho convirtiendo el voto del 6 en un simple “si” o “no” a la continuidad de la 4T.
Está más que claro que esto sucede dado que lo que está en disputa no son sólo las 500 bancadas de los diputados federales del Congreso de la Unión, sino los más de 21 mil cargos de elección popular entre los que además se encuentran 15 gobernaciones, más de mil cargos en congresos locales, 17 mil ayuntamientos y más de 1900 presidencias municipales.
Está claro que la frutilla del postre son las diputaciones federales, dado que de obtener la mayoría, la oposición podría bloquear las iniciativas de transformación planteadas por AMLO.
Y el final de esta campaña electoral se está dando en medio de la pandemia, de una escalada de la violencia de los cárteles que ya se cobró la vida de más de 200 candidatos y candidatas, y de las operaciones permanentes de los medios, la complicidad judicial y la manifiesta parcialidad del Instituto Nacional Electoral volcado en su totalidad contra el gobierno de Morena.
Lo que no termina de entender la elite mexicana y extranjera es que los pueblos ya están hartos de tanto maltrato y despojo de sus derechos. Eso es lo que explica que más de dos tercios del pueblo mexicano aún sigan respaldando a Andrés Manuel pese a que los avances no han sido lo rápido que se hubiese querido.
No es sólo México
Pero como se señalaba al inicio de estas líneas, las palabras de Marcelo Ebrad, no sólo explican lo que sucede en México, también dan en el clavo con lo que sucede en otras partes del continente. Allí tenemos las movilizaciones masivas en Chile, Colombia y Haití, pueblos que pese a la pandemia salieron a las calles y están comenzando a tumbar al neoliberalismo en sus países.
Les chilenes ya dieron un gran paso con la elección mayoritaria de sectores progresistas tanto para la redacción de su nueva Carta Magna, como en la elección de alcaldes en ciudades importantes del país.
Los pueblos colombiano y haitiano siguen en las calles pese a la brutal represión de gobiernos reaccionarios cuasi dictatoriales. Y seguirán estando en las calles porque su destino depende de esa prepotencia militante, de esa mística revolucionaria y popular.
Y en el mismo camino se puede hablar de Perú, un pueblo históricamente castigado por las políticas neoliberales y saqueado por sus oligarquías en asociación directa con el imperio y sus multinacionales de la rapiña y el saqueo. Un docente rural y sindicalista como Pedro Castillo se enfrenta hoy a la hija del dictador Fujimori, un emblema de la derecha empresarial y corrupta más reaccionaria del continente.
Así las cosas, la derecha está mostrando sus dientes cual bestia herida de muerte y arrinconada. Saben que de llegar gobiernos populares, progresistas o revolucionarios a sus países comenzarán a perder sus privilegios, además de que su amo, EEUU, comenzará con los gritos porque “se le desordenó” lo que entienden es su “patio trasero”.
Nada de lo que suceda este año será menor, desde las elecciones de la constituyente en Chile, pasando por los alzamientos populares en Colombia y Haití, o la recuperación de los sectores populares en países como Paraguay, Uruguay, Brasil y Ecuador, hasta las elecciones de medio término tanto en México como en Argentina. Sea en las urnas o en las calles, el destino de Nuestra América está en manos de la lucha popular y de la consolidación de una nueva oleada progresista, que nos encuentre nuevamente unides y nos deposite un paso más cerca de nuestra segunda y definitiva independencia.
Nicolás Sampedro
Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.
Esta semana los laureles del Olimpo se los llevó Iván Duque Márquez, presidente de la República de Colombia y un fiel lacayo de su padrino político, el genocida Álvaro Uribe Vélez. Si bien el uso desmedido de la fuerza en el país sudamericano no es nueva, la brutalidad de las represiones y el asesinato de más de una treintena de personas se volvieron virales en las redes sociales.
Está claro que la viralización de los videos fue lo que motivó a que los medios masivos de comunicación tomaran el tema como noticia y que -posteriormente- por la notoriedad pública que tomó el caso, organismos o instituciones e incluso gobiernos de otros países se hicieran eco de lo que sucedía al norte de nuestra América del Sur.
Por lo demás, lo que se vio son actos criminales a los que nos tiene acostumbrado el gobierno colombiano en un país históricamente gobernado por la derecha (más o menos bestial según el presidente) y que sólo durante la administración de Álvaro Uribe Vélez tiene el lamentable récord de más de 6.400 casos de falsos positivos. Una marca registrada del uribismo.
Cabe recordar que desde la firma de los Acuerdos de Paz de La Habana (firmados en 2016), la matanza de líderes y lideresas sociales y de ex guerrilleros firmantes del acuerdo, no han cesado. Desde la firma de los acuerdos hasta la fecha las cifras de asesinatos son superiores a los mil, en tanto en lo que va del año ya se registran más de 50.
El punto es que para el uribismo y su lógica de exterminio, la única manera de solucionar el conflicto con las guerrillas o con la protesta social es exterminándolas. Pese a que los Acuerdos de Paz son un compromiso del Estado, para Duque y compañía es lo mismo que papel mojado.
Bukele y su particular forma de gobernar
Tal como ha sucedido con otras experiencias de derecha que llegaron al poder mediante los votos, el caso de Nayib Bukele en El Salvador termina siendo de manual. La última jugarreta del presidente milenial fue ordenar a sus congresistas que destituyeran a cinco magistrados titulares y cuatro suplentes de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema y al fiscal general por supuestas arbitrariedades, aunque todes saben que es porque eran un freno a su lógica autoritaria.
El caso fue tan escandaloso que hasta Bachellet y la propia Kamala Harris (entre otres) salieron al cruce de la medida adoptada por el empresario que es recordado por sacarse una selfie en su primera intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas, pero en pleno discurso.
El autoritarismo de la familia Bukele parece haberse consolidado luego de que resultara victorioso en las elecciones legislativas del pasado 28 de febrero. El presidente salvadoreño termina así de cerrar el círculo y de no dejar poder del Estado que no responda a sus delirios. En el “mientras tanto”, el hermano pueblo de El Salvador queda en la total indefensión ante los abusos de quien es sindicado como cómplice de las diferentes organizaciones criminales como la Mara Salvatrucha (MS-13) o la Mara Barrio 18.
Bukele y su gobierno están literalmente cavando el lecho de muerte no sólo de la democracia salvadoreña, sino además de esa república.
¿Dónde está Lichita?
El caso es que las derechas siempre se autocalifican como republicanas, como honestas o como defensoras de la democracia, pero en los papeles son todo lo contrario. Está claro que con el aparato estatal construido a sus anchas en tiempos de antaño, y con el apoyo de las grandes corporaciones mediáticas y la ayudita del imperio, muchas veces logran imponer sus ideas y formas de ver la realidad.
Otro ejemplo emblemático es el caso paraguayo donde recientemente la Fuerza de Tareas Conjunta (TPC) asesinó a dos niñas de nacionalidad argentina que estaban visitando a sus familiares en el país vecino. María Carmen Villalba y a Lilian Mariana Villalba (ambas de 11 años) fueron secuestradas en un operativo de este grupo de las Fuerzas Armadas Paraguayas y luego ejecutadas. Para el gobierno paraguayo eran guerrilleras del Ejército del Pueblo Paraguayo, pero en realidad eran solo niñas.
La situación represiva en de parte del gobierno paraguayo no es nueva. Cabe recordar que el país vecino es uno de los más inequitativos en cuanto a la repartición de la tierra: grandes terratenientes propietarios (por usurpación) de gran cantidad de tierras productivas y con las fuerzas del Estado a su favor para “defenderlos” del peligroso pueblo paraguayo.
Fuerte denuncia de AMLO
Por otra parte es por demás sabido que la llegada de Andrés Manuel López Obrador a México significó un duro revés para los EEUU. Con AMLO los norteamericanos perdían a un país lacayo, al narcoestado que habían construido durante más de tres décadas y era obvio que la administración Biden no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como este presidente ponía de pie al país azteca.
Fieles a su lógica intervencionista, los norteamericanos continuaron financiando y patrocinando no sólo a las estructuras del narcotráfico (controladas por la DEA), sino a las cientos de ONG´s que se dicen “pro-democracia” o a los partidos tradicionales como el PRI o el PAN. De eso dio cuenta el presidente mexicano en su habitual mañanera.
En tanto mientras todo esto sucedía, en estos días también tenía lugar un encuentro de distintos referentes de la derecha continental en Miami (EEUU). Organizado por el Instituto Interamericano para la Democracia (IID), el pasado miércoles 5 de mayo se llevó adelante el foro “Defensa de la Democracia en las Américas” que contó con la participación de figuritas como Mauricio Macri (Argentina), Lenin Moreno (Ecuador), Andrés Pastrana (Colombia), Luis Guillermo Solís (Costa Rica), Osvaldo Hurtado (Ecuador) y el tristemente célebre Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro.
El programa del encuentro tuvo títulos rimbombantes como “Agresión a la Democracia en las Américas”, “Dictaduras en las Américas”, “Democracia y dictaduras de crimen organizado” o “Defensa de la Democracia” y cerró con un panel con los presidentes y ex presidentes. Incluso el actual mandatario ecuatoriano (al menos por unos días más) se dio el lujo de decir que a él le hubiese gustado tener “un mejor pueblo”.
Es evidente que el imperio y los gobiernos de derecha serviles a los intereses del norte, están nerviosos por el gran nivel de movilización popular que comienza a verse -nuevamente- en muchas regiones de Nuestra América. Utilizarán todos sus recursos y más para intentar acallar a los pueblos que reclaman sus derechos y denuncian los atropellos de cada uno de esos gobiernos y del imperio.
La derecha, el imperio y su bestialidad nunca descansa.
Nicolás Sampedro
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