Irak, entre la visita papal y el chiísmo diverso

Irak, entre la visita papal y el chiísmo diverso

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El cristianismo surgió en el Medio Oriente, específicamente en la Palestina bajo yugo romano en el siglo I de nuestra era. Desde entonces no paró de expandirse como nueva religión oriental en el seno imperial romano entre campesinos, esclavos y también elites provinciales. Perseguido por diversos emperadores romanos, desde Nerón hasta Diocleciano, recién en el siglo IV logró convertirse en religión estatal y de poder imperial. Constantino el Grande ideó el Concilio de Nicea para crear el poder cristiano católicos, tanto en Occidente como en Oriente. Roma se convirtió en la sede del Papado y Constantinopla, actual Estambul, en la sede del Patriarca de Rito Griego Ortodoxo. Ambas iglesias poderosas se separaron en el año 1054. Pero surgieron nuevas iglesias cristianas, sobre todo en Medio Oriente, donde fueron absorbidas tanto por Roma como por Constantinopla. La llegada del mundo árabe musulmán en los siglos VI y VII puso en jaque a las comunidades cristianas en Palestina, Siria, Mesopotamia, Armenia e Irán. Muchas entidades cristianas orientales pasaron por diversos imperios islámicos, desde los omeyas hasta los turcos otomanos sunna y los persas chiíes.

El Papa Francisco visitó Irak, cuna de la civilización antigua de sumerios, acadios, babilonios, asirios y caldeos, convirtiendo este suceso en algo histórico. En este país muy dividido hay importantes comunidades cristianas, sobre todo la de los caldeos, los asirios, los siríacos y los armenios, que coexisten con los musulmanes sunna y chiíes. Francisco también quiso entrevistarse con las pequeñas comunidades de mandeos y yazidíes, religiones muy perseguidas por fundamentalistas islámicos y cristianos del Medio Oriente.

Es indudable que Irak tiene un eco particular para las personas creyentes y para la Iglesia Católica Romana. El país alberga la ciudad natal de Abraham (el padre mítico de los monoteístas del judaísmo, el cristianismo y el Islam) denominada hoy Nassiriya, pero que es conocida en la Biblia como “Ur, de los caldeos”. En ella el Papa presidió una ceremonia con los dignatarios musulmanes y de otras religiones, como los ya mencionados mandeos y yazidíes.

 Irak sigue siendo la sede de varias Iglesias de los primeros tiempos, fundadas por los evangelizadores en los años posteriores a la muerte de Jesús en la cruz. La Iglesia caldea, adscrita a Roma desde el siglo XV, representa a dos terceras partes de las personas cristianas iraquíes. Esto trajo sus problemas con los cristianos de rito griego que se sumaron a Constantinopla, pero también con los musulmanes fundamentalistas, sobre todo los del misterioso Daesh.

Bajo el imperio turco otomano, de ortodoxia sunna, los cristianos y los chiítas de Irak no la han pasado del todo bien bajo el orden del Sultán de Estambul. En el decenio de 1920 el orden colonial británico trajo algo de alivio a los cristianos orientales irakíes. Se formó una monarquía filobritánica, que en los años del decenio de 1940 persiguió a fuerzas nacionalistas, comunistas y religiosas. En tiempos de Guerra Fría, el reino corrupto de Irak entró en el Pacto de Bagdad en 1955 y se alió a Estados Unidos para combatir al creciente movimiento comunista local. En 1958 la monarquía fue derrocada por fuerzas políticas y militares progresistas que se declaraban “panarabistas” y “nasseristas”. Se formó un gobierno de corte socialista local, se respetaron las autonomías de kurdos, sunna, chiíes y también de las cristiandades. En 1979 se hace con el poder total el militarista Saddam Hussein, un acérrimo enemigo de los kurdos, los chiíes y los socialistas.

Bajo el régimen de Hussein los cristianos estaban muy controlados. De hecho, el Papa Juan Pablo II quería ir a visitarlos, pero no tuvo autorización de Hussein. En 2003, antes de la invasión estadounidense, los cristianos eran 1.500.000 personas; según los cálculos más optimistas, ahora no son más que entre 200.000 y 400.000 personas, de una población de 39 millones de irakíes. La mayoría se instaló en Estados Unidos, Canadá, Suecia o Francia, donde han construido unas iglesias imponentes a las afueras de París.

La huida de las personas cristianas irakíes empezó en 2003, en el caos generado por la invasión estadounidense. Los secuestros, los atentados y los abusos de las bandas y las milicias empezaron a provocar su éxodo, que se aceleró con la llegada de la organización del Daesh, que expulsó a las personas cristianas de las ciudades del norte de Irak en las que eran muy numerosas, sobre todo Mosul y Qaraqosh. De estas personas, unas 100.000 continúan refugiadas en el Kurdistán iraquí autónomo, la mayoría de ellas en una situación precaria y provisional.

Sin duda el Papa transmitió el apoyo de la Iglesia de Roma. Visitó a Mosul y a Qaraqosh, cuya catedral, que fue incendiada por el Daesh, ha sido restaurada, y a donde han vuelto la mitad de los habitantes cristianos. También se han hubo misas en Erbil en el Kurdistán para las y los refugiados, y en Bagdad, donde una de las celebraciones tendrá lugar en la catedral siriaca-católica (otra Iglesia adscrita a Roma) de Sayidat El-Najat, en la que se produjo un atentado y una toma de rehenes que ocasionó 50 personas muertas el 31 de octubre de 2010.

El Papa Francisco con líderes musulmanes sunna de Irak

Pero lo más jugoso del viaje fue el encuentro entre el Gran Ayatolá Alí Al-Sistani y el Papa argentino. Se sabe que los chiíes del sur de Irak son muy celosos de su identidad arabizada. A diferencia de los chiíes persas de Irán, los seguidores de Al-Sistani se consideran árabes y no persas, en clara alusión a una lucha histórica entre semitas e indoeuropeos en el antiguo Medio Oriente. En la ciudad santa de Nayaf, Al-Sistani se vio a cara a cara con el Papa Francisco y éste le agradeció haber defendido a los cristianos irakíes del Daesh. Todo un gesto.

Reunión cumbre entre el Papa y el Gran Ayatolá Alí Al-Sistani

Los chiíes irakíes siempre fueron rebeldes. Lucharon contra todo tipo de ocupación. Lo hicieron contra los omeyas, los abasíes, los turcos selyukíes, los mongoles, los turcos otomanos, los británicos, los “baasistas”, los pretorianos de Hussein y los yanquis. Campesinos pobre son la base social del chiísmo irakí, que compite con el de la República Islámica de Irán. Hubo acercamientos entre ambas facciones del chiísmo, lo que generó mucho ruido en Occidente.

Fray Amir Jajé, dominico irakí responsable del diálogo con los chiíes dijo: “Están los chiíes que están a favor de Irak y las milicias que están a favor del vilâyat-e faqih (e l“gobierno de los clérigos”, pilar del sistema político irakí). Quieren crear un chiistán. La mayoría de los chiíes en Irak están en contra de ello. Quieren que el Papa y el mundo occidental les apoye contra Irán, que quiere tragarse Irak”.

No todo es sencillo y hasta los chiíes están divididos. Irak es el pastel. Para algunos analistas occidentales, la visita del Papa es importante para todas las personas que quieren la paz, pero más para el Gran Ayatolá Alí Al-Sistani, que se opone al vilâyat-e faqih y está en contra de Irán. Los diplomáticos de la poderosa Iglesia de Roma lo saben y quieren jugar de lleno. Saben que también en el mundo iraní los cristianos de allí viven mucho mejor que en Irak. Una alianza entre chiíes irakíes y cristianos orientales puede ser una fuerza capaz de detener cierto avance de milicianos filo-iraníes, los cuales crecen en los últimos tiempos.

Imágenes del Papa Francisco en Irak

Regímenes musulmanes sunna como Jordania, Arabia Saudí, Omán, Qatar, Bahrein o Kuwait no quieren saber nada con el crecimiento filo-iraní entre los chiíes irakíes. La sombra de Irán eclipsa cualquier análisis racional sobre la capacidad de independencia de los chiíes irakíes. Sus 65 millones de chiíes -90% de la población- suponen la mitad de los fieles de esa rama del Islam que sigue uno de cada 10 musulmanes. De ahí la ascendencia política de sus dirigentes tras la Revolución Islámica iraní de 1979. De ahí su interés por cuanto sucede en el vecino Irak, donde se hallan los principales lugares santos del chiísmo: Nayaf, Kufa y Kerbala. Y la desconfianza de sus vecinos árabes, mayoritariamente sunna.

Los chiíes de Irak -étnicamente árabes, salvo pequeñas minorías kurda, persa y turca- constituyen entre el 55% y el 65% de sus 25 millones de habitantes, aunque no hay un censo fiable. Al régimen de Hussein le interesó minimizar su peso y su influencia. Pero su marginación venía de atrás. A pesar de la conversión masiva de las tribus beduinas del sur del país el siglo anterior, en 1930, durante mandato británico, apenas suponían un 15% del funcionariado, frente a un 22% de kurdos, que formaban el 17% de la población.

Múqtada al Sáder, líder chií irakí muy influyente sobre las masas.

En el heterogéneo mundo chií, tres grupos han eclipsado su diversidad: el clero tradicional con base en Nayef, que lidera el Gran Ayatolá Alí Al-Sistani; la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII), fundada en Irán y dirigida por Abdulaziz Báquer al Hakim desde el asesinato de su hermano Mohamed en agosto de 2003, y, finalmente, el único movimiento genuinamente popular y autóctono surgido desde la invasión, el de los seguidores de Múqtada al Sáder, que toman el testigo de la tradicional contestación popular al clero establecido.

El diverso mundo chií está en la encrucijada, entre los nacionalistas y los filo-íraníes. Los católicos tantearon el problema. El Papa argentino politizado lo hizo. Fue una peregrinación muy política en el sur de Irak, clave en las relaciones entre este país, la República Islámica de Irán y Estados Unidos. Todo viaje religioso de un Papa es político y más que nada muy geopolítico.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

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