Jodyali en la memoria

Jodyali en la memoria

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Un hecho que ha marcado a fuego lo que ha sido la ocupación de la región de Nagorno Karabaj, en específico en el pueblo de Jodyali donde en la noche del 25 al 26 de febrero del año 1992, las tropas invasoras armenias, junto a milicias irregulares formadas por bandas armenias localizadas en la región y con la participación del 366 Regimiento de Infantería Motorizada de tropas de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) llevaron a cabo lo que se conoce como la masacre de Jodyali. Una acción calificada como genocidio y limpieza étnica.

¿Por qué hablar de genocidio, qué nos hace definir con este concepto la acción llevada a cabo por las fuerzas invasoras armenias en Jodyali? Primero, el genocidio es considerado uno de los crímenes más graves según el derecho internacional. Según el Estatuto de Roma, el genocidio consiste “en cometer actos orientados a destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, racial o religioso. Los actos que pueden constituir genocidio son matanzas, lesiones graves a la integridad física o mental, someter a las víctimas a unas condiciones que puedan destruirles físicamente”.

Este término fue acuñado y pareció por primera vez en la lectura del derecho internacional gracias al abogado polaco Raphael Lemki y definido por primera vez en el convenio para la prevención y sanción del delito de genocidio que la Asamblea general de las Naciones Unidas aprobó en su tercera sesión el año 1948. Al firmar este convenio, las naciones y los organismos internacionales vinculados se comprometieron a sancionar a todo individuo, gobierno y país que cometiese dichos crímenes. Posteriormente, el genocidio apareció tipificado en los estatutos de los tribunales penales internacionales formados, por ejemplo, para la antigua Yugoslavia el año 1993 y para Ruanda el año 1994. Hoy en día es la Corte penal internacional el tribunal instalado en forma permanente, el que juzga el genocidio, entre otros delitos graves y es su definición la que aparece en el tratado fundacional de esta Corte internacional, el mencionado Estatuto de Roma en su artículo número 6.[1]

En el transcurso de la matanza de Jodyali, además de las cifras dadas a conocer, 487 habitantes fueron gravemente heridos, muchos de ellos desmembrados, quemados vivos, decapitados. Otros fueron mutilados y sometidos a tratos crueles y denigrantes. Otros 1.000 azerbaiyanos, habitantes de Jodyali resultaron heridas y 1.275 personas fueron tomadas como rehenes. Hasta el día de hoy, 150 personas de Jodyali siguen desaparecidas. Un total de 8 familias fueron completamente aniquiladas, 25 niños perdieron a ambos padres y 130 niños y niñas perdieron a uno de sus padres.

Los tribunales y organizaciones internacionales han reconocido la gravedad de las atrocidades cometidos en Jodyali. En una declaración dada a conocer pocas semanas después de estos hechos, el día el 11 de marzo de 1992, el Comité de Ministros del Consejo de Europa emitió una declaración en la que  expresó su profunda preocupación “por los recientes  informes de asesinatos indiscriminados cometidos en territorio azerbaiyano y da a conocer su indignación condenando firmemente la violencia y los ataques dirigidos contra la población civil en la zona de Nagorno-Karabaj de la República de Azerbaiyán”.[2]

La República de Armenia es plenamente responsable del genocidio de Jodyali, que se confirma explícitamente con numerosos hechos, entre ellos pruebas y registros de investigación, testimonios de testigos, informes internacionales, informaciones dadas a conocer por medios de comunicación y documentos de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. La responsabilidad de Armenia en la comisión de los mencionados crímenes en Jodyali es incuestionable. Se refrenda esta afirmación con la observación dada a conocer, el 22 de abril de 2010, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostiene “respecto a la calificación de los crímenes y los responsables “según los informes disponibles de fuentes independientes, indican que en el momento de la captura de Jodyali en la noche del 25 al 26 de febrero de 1992 cientos de civiles de origen étnico azerbaiyano fueron asesinados, heridos o tomados como rehenes, durante su intento de huir de la ciudad capturada, por combatientes armenios que atacaban la ciudad”.

El Tribunal calificó el comportamiento de quienes llevaron a cabo ésta incursión criminal como “actos de especial gravedad que pueden constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad”[3]. Definición también contemplada en el Estatuto de Roma y que señala en su artículo 7 un detallado grupo de hechos posibles de catalogar como crímenes de lesa humanidad “A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d) Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura…”[4].

El genocidio y crímenes de lesa humanidad en Jodyali perpetrados por Armenia en el curso de su agresión militar contra la República de Azerbaiyán constituyen una grave violación del derecho internacional humanitario y de derechos humanos, en particular los Convenios de Ginebra de 1949, la Convención sobre la Prevención y el Castigo del Delito de Genocidio, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos Económicos , Los derechos sociales y culturales, la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre los Derechos del Niño y la Convención para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales.

La participación Armenia, en la masacre de Jodyali se dio incluso en los más altos niveles políticos y militares armenios como la del ex Presidente de la República de Armenia Serzh Sargsyan, quien sirvió como comandante jefe de las fuerzas militares ilegales en los territorios azerbaiyanos ocupados en el momento del genocidio de Jodyali en febrero de 1992. Los siguientes pensamientos de S. Sargsyan no dejan lugar a dudas sobre la cuestión de los verdaderos autores del crimen “Antes de Jodyali, los azerbaiyanos pensaban que estaban bromeando con nosotros, pensaban que los armenios no podían levantar la mano contra la población civil. Pudimos romper ese (estereotipo). Y eso es lo que pasó”[5].

La responsabilidad estatal de la República de Armenia por los actos ilícitos internacionales, en virtud de las normas consuetudinarias y de los tratados del Derecho penal internacional, determinados actos perpetrados en el contexto de un conflicto armado, incluidos los de la ciudad de Jodyali, son considerados delitos internacionales y la responsabilidad de los mismos es asumido de manera individual por quienes participaron en dichos actos , sus cómplices y accesorios. Junto con la responsabilidad internacional de la República de Armenia, las consecuencias jurídicas se manifiestan en la obligación de cesar tales actos, de ofrecer garantías y garantías adecuadas de que no se repetirán y de proporcionar una reparación completa del daño en forma de restitución, compensación y satisfacción, ya sea por canto o en combinación. Nada de eso ha ocurrido.

Tras 28 años de los sucesos en Jodyali, Armenia continuó sus crímenes de lesa humanidad con el ataque deliberado contra civiles azerbaiyanos durante la Segunda Guerra de Karabaj en 2020. Atacando la población civil y las infraestructuras de ciudades azerbaiyanas tan pobladas como Ganja, Barda y Tartar, situadas fuera del campo de batalla, Armenia volvió a recurrir a cometer los mismos crímenes de guerra realizados 28 años atrás en una conducta crónica y que debe terminar en forma permanente. En esta ocasión utilizó armamento más letal, incluyendo bombas de racimo y sistemas de cohetes para causar la mayor cantidad de bajas en el mundo civil, de manera tal de generar terror.

Según la Fiscalía General de la República de Azerbaiyán, como resultado de los ataques con cohetes y artillería pesada más de 100 civiles, entre ellos 12 niños y 27 mujeres murieron a causa de estos ataques. 423 civiles resultaron heridos. Casas residenciales, edificios, instituciones públicas, privadas, religiosas fueron destruidas como resultado de estos ataques. Tanto el genocidio de Jodyali de 1992 como los bombardeos contra la población en los hechos del año 2020 representan pruebas claras de la política deliberada y los actos de violencia sistemática de las autoridades de Armenia contra los civiles azerbaiyanos.

Es obvio que la impunidad de la que siguen gozando los autores de los crímenes sigue impidiendo avanzar en la consecución de la paz duradera y la reconciliación entre Armenia y Azerbaiyán. Por lo tanto, el establecimiento de la verdad con respecto a las violaciones flagrantes del derecho internacional humanitario y de derechos humanos cometidas durante el conflicto, la provisión de reparaciones adecuadas y eficaces a las víctimas y la necesidad de acciones institucionales para evitar la repetición de tales violaciones son complementos necesarios para un verdadero proceso de acercamiento y convivencia pacífica entre las dos naciones.

Debemos repetirlo una y otra vez: en un marco internacional donde el tema de los derechos humanos y su defensa está a la orden día, es un imperativo exigir verdad y justicia para Jodyali tras 29 años desde aquel genocidio que aún permanece como una puñalada en la conciencia del mundo, que aún es una herida abierta en el pueblo de Azerbaiyán y que debe ser una espada encendida en materia de exigir que los responsables materiales e intelectuales de estos crímenes responda ante la justicia internacional. No puede haber paz sin justicia, no puede haber futuro sin compensación frente a crímenes brutales. No puede haber normalidad cuando Armenia sigue negando lo innegable.


[1] https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf

[2] Declaración sobre Nagorno-Karabaj, adoptada por el Comité de Ministros el 11 de marzo de 1992 a los 471 Reunión de los Diputados de los Ministros, Doc. CM/Del/Concl92) 471 bis.

[3] Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 22 de abril de 2010, párr. 87.

[4] https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf

[5] Thomas de Waal, Jardín Negro: Armenia y Azerbaiyán a través de la Paz y la Guerra (Nueva York y Londres, 2004), pág. 172.

Pablo Jofré Leal
Pablo Jofré Leal

Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. especialista en temas de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Hay olor a gas y todo puede explotar por los aires

Hay olor a gas y todo puede explotar por los aires

TIEMPO DE LECTURA: 13 min.

Se trata de uno de los pocos conflictos resueltos en el mundo de hoy. Armenia y Azerbaiyán, desde que se independizaron a principios del decenio de 1990 de una desintegrada Unión Soviética, luchan por la región conocida como Nagorno-Karabaj. Hoy en día es una porción de tierra de Azerbaiyán, pero en la cual vive una importante comunidad armenia cristiana que de hecho formó una república separatista que quiere unirse a la República de Armenia.

La disputa por Nagorno-Karabaj se recrudeció a fines de septiembre y varios días consecutivos de choques dejaron ya un centenar de muertos en ambos bandos, entre ellos una decena de civiles. Se habla de helicópteros derribados, tanques destruidos y ataques con drones en un nuevo enfrentamiento entre las dos ex repúblicas soviéticas por el control de esa región.

La comunidad internacional se alertó rápidamente. La Unión Europea, con el liderazgo de Francia (país en donde existe una gran comunidad armenia), y Estados Unidos llamaron a la calma. Rusia, por su parte, pidió calma a los armenios, apelando a la unidad histórica cristiana ortodoxa entre ambas naciones. La República Islámica de Irán también se metió en el asunto, ya que mantiene fronteras con ambas naciones en guerra, pero que posee una importante comunidad azerí musulmana de la rama shiíta en el noroeste del país.

La república turca del ambicioso neo-otomano Recep Erdoğan fue más osado y apoyó a Azerbaiyán contra Armenia, incluso manifestando apoyo bélico. Las elites turcas del gobierno de Erdoğan realimentan su postura antiarmenia insertándose de lleno en el conflicto de Nagorno-Karabaj, apelando a la “unidad islámica” y a defender la integridad territorial de Azerbaiyán. Erdoğan no va a permitir que se vuelva a la campaña antiturca por el tema urticante del genocidio armenio de 1915-1917.

Por su parte, los líderes de Armenia y Azerbaiyán se responsabilizan mutuamente de esta nueva escalada de la violencia. El presidente azerí, Ilham Aliyev, dijo el domingo 27 de septiembre que confía en recuperar el control de la región separatista. “Prepárense para defender nuestra nación sagrada”, declaró el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, después de acusar a Azerbaiyán de una “agresión pre-planificada”.

Ataque armenio sobre objetivos azeríes de este domingo 27 de septiembre.

Surgimiento del conflicto

Tras el final de la Unión Soviética en 1991, estalló una guerra en Nagorno-Karabaj por su independencia frente a los azeríes. Decenas de miles de personas murieron en un sangriento enfrentamiento que además dejó un millón de desplazados. En 1994 se estableció un alto al fuego, pero quedó latente el clima separatista entre los armenios de Nagorno-Karabaj.

La autodenominada “República de Nagorno-Karabaj” continúa sin el reconocimiento diplomático de ninguna nación y aún es considerada de jure como parte de Azerbaiyán, pese a ser independiente de facto desde el final de la guerra.

Armenia apoya a los rebeldes separatistas y busca anexionarse Nagorno-Karabaj para conformar una “verdadera nación del Ararat”, apelando a un viejo nacionalismo de carácter étnico-religioso anti-islámico. Por su parte, Azerbaiyán apela a la unidad nacional contra Armenia. El 80% de los musulmanes azeríes son shiítas, aunque las elites azeríes no tuvieron inconvenientes en asociarse a la Turquía musulmana sunnita.

Ambas elites apoyaron una especie de secularismo en el ámbito islámico. Las clases dirigentes azeríes siempre buscaron fortalecer sus lazos con los turcos en el conflicto con los armenios antes que asociarse a la República Islámica de Irán o la República Árabe Siria, cuyas dirigencias son shiítas también. De hecho, Bakú (capital azerí) no quiso saber nada frente al interés iraní en el conflicto de Nagorno-Karabaj.

Todo tiene un trasfondo histórico

Armenia

En el conflicto de Nagorno-Karabaj hay dos planos de análisis: uno lejano y otro surgido en los albores del siglo XX. Armenia es una región de la Trancaucasia. Desde el 900 a.C., en plena Edad de Hierro del Cercano Oriente asiático, se formó el llamado reino de Urartu, en los alrededores del Lago Van, aunque la etnia de sus clases dirigentes no era de lengua indoeuropea, sino alardo-urartiana.

El poderoso imperio asirio se adueñó de Urartu en el siglo VII a.C., y lo destruyó. Nuevas etnias de lengua indoeuropea protoarmenia, emparentada con los antiguos medos y persas del Irán, llegaron a la región y estuvieron bajo poder de los sucesivos imperios persa aqueménida (500-330 a.C.), macedónico (330-200 a.C.), arsácida, romano y sasánida (entre el 200 a.C., y el 650 d.C.).

Hacia el 250 d.C., una elite armenia se había romanizado bastante y de hecho fue conformando un régimen estatal propio, que en el año 301 d.C., adoptó el cristianismo. Así, el país llamado Armenia se convirtió en el primer país del mundo en adoptar el cristianismo como religión oficial del Estado, ​por influencia de Gregorio I “El Iluminador”, considerado hoy en día santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia.

Tiridates III (238-314 d.C.) fue el primer gobernante que oficialmente se propuso cristianizar a su gente. Su conversión ocurrió doce años antes de que el imperio romano concediera al cristianismo la tolerancia oficial bajo Constantino I y casi ocho décadas antes de que Teodosio I “el Grande” adoptara el cristianismo como religión oficial del imperio (380 d.C.). En el año 405 d.C., el erudito Mesrob Mashtóts creó el alfabeto armenio.

Después de la caída del reino de Armenia en el año 428 d.C., la mayor parte del país fue incorporada al imperio sasánida. Después de una rebelión en el año 451, los armenios mantuvieron su libertad religiosa, mientras que su país ganó autonomía y el derecho a ser gobernada por un gobernador nativo, mientras que otros territorios imperiales fueron gobernados exclusivamente por sasánidas.

El llamado “marzpanato de Armenia” duró hasta 640, cuando la Persia sasánida fue destruida por el Califato Árabe. Tras la conquista árabe musulmana de Armenia, el país fue inicialmente agrupado en una unidad administrativa con el nombre de Arminiyya, que también incluyó partes de Georgia y de la llamada “Albania caucásica” y tenía su centro en la ciudad armenia de Dvin, bajo un gobernador árabe, llamado Vostikan.

A mediados del siglo IX la administración fue delegada en “el príncipe de Armenia”, reconocido por el califa y el emperador bizantino. El principado de Armenia duró hasta el año 884, cuando el país recuperó la independencia del debilitado imperio árabe musulmán.

Armenia fue disputada por los bizantinos y diversas fuerzas militares turcas entre el 1000 y el 1300. Los mongoles también llegaron a dominar al país. Hacia el 1320 los turcos otomanos empezaron a invadir estas tierras. En 1453 el viejo imperio bizantino fue destruido por los turcos otomanos y Armenia quedó bajo dominio del Sultán de Estambul. Esta situación duró trescientos años, hasta la Guerra Ruso-Turca de 1828-1829, cuando la parte oriental de este territorio fue cedida al Imperio del Zar ruso. La parte restante, también conocida como Armenia otomana o Armenia occidental, continuó hasta la finalización de la Primera Guerra Mundial y la partición del imperio turco otomano. En los años del decenio de 1860 surgió el Movimiento de Liberación Nacional de Armenia.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914-1918 la Turquía otomana aprovechó para apoderarse de la Armenia rusa. Luego tuvo lugar el terrible genocidio armenio de 1915-1918 por parte de las autoridades otomanas. La gran mayoría de estimaciones acerca del número de armenios muertos comienzan a partir de los 650 mil hasta el millón y medio de personas.

Entre 1916 y 1917 Rusia logró recuperar Armenia. En ese momento, Armenia, Georgia y la parte de Azerbaiyán controlada por los rusos, trataron de adherirse formando la República Federativa Democrática Transcaucásica. Esta Federación, sin embargo, duró solamente de febrero a mayo de 1918, cuando las tres partes decidieron disolverla. Consecuentemente, Armenia del este llegó a su independencia bajo el nombre de República Democrática de Armenia (DRA) el 28 de mayo de 1918.

Armenia fue anexionada por la Rusia bolchevique y junto con Georgia y Azerbaiyán, fue incorporada a la Unión Soviética como parte de la RFSS Transcaucásica (RFSST) el 4 de marzo de 1922. La RFSST existió desde 1922 hasta 1936, cuando se dividió en tres entidades separadas (RSS de Armenia, RSS de Azerbaiyán y RSS de Georgia).

El 21 de septiembre de 1991, Armenia declaró oficialmente su independencia después del fallido golpe de agosto en Moscú. Levon Ter-Petrosyan fue elegido popularmente como el primer presidente de la recientemente independiente República de Armenia el 16 de octubre de 1991.

Azerbaiyán

Por su parte, Azerbaiyán, al principio, no estaba ligada a la historia musulmana. Si bien allí existieron grupos indoeuropeos ligados a los medos y los persas aqueménidas, otras etnias como la de los escitas (o sakas) también vivieron en la Transcaucasia. Más adelante, la zona se volvió parte del imperio de Alejandro Magno y su sucesor, el imperio seleúcida. Pero los antiguos habitantes eran los llamados albaneses caucásicos que establecieron un reino independiente alrededor del siglo IV a.C. Durante este período, el zoroastrismo persa se esparció por el Cáucaso.

En el siglo IV d.C., llegó el cristianismo, pero no tuvo mucho éxito. Pese a las numerosas conquistas por parte de los sasánidas y los bizantinos, Albania Caucásica permaneció como un Estado semiindependiente hasta el siglo IX. En el 667, el Califato Omeya expulsó a ambos ejércitos de la región y conquistó la Albania Caucásica tras suprimir la resistencia cristiana liderada por el príncipe Javanshir. El vacío de poder dejado por el declive del Califato Abasí fue cubierto por numerosas dinastías locales como los Saláridas, los Sáyidas, los Shaddadids, los Rawadids y los Búyidas. A principios del siglo XI, el territorio comenzó a ser atacado por oleadas de tribus túrquicas oguz provenientes de Asia Central.

El viejo idioma azerí de la Albania Caucásica se fue adaptando a la llegada de los nuevos inmigrantes turcófonos, pero también persas. Con el tiempo se formó el actual idioma azerí, perteneciente a la rama túrquica.

Durante el dominio de los Safávidas, se impuso el shiismo entre la población (anteriormente suní) como parte de su lucha contra el imperio otomano.​ Tras la caída de los Safávidas, el área fue dominada por las dinastías iraníes de Afshárida, Zand y brevemente por los Kayar. Después del colapso de la última dinastía, surgieron los kanatos independientes de facto.

La breve campaña rusa de 1812 terminó con el Tratado de Gulistán, en el cual se retiraron los reclamos de los sahs sobre algunos kanatos del Cáucaso, en virtud de que habían sido independientes de facto mucho antes de la ocupación rusa.

Los kanatos ejercieron el control exclusivo sobre las principales rutas del comercio entre Asia Central y el Occidente. Envueltos en una guerra constante, estos kanatos fueron incorporados finalmente al imperio ruso en 1813, tras la guerra ruso-persa. El área al norte del río Aras, una porción del actual territorio azerbaiyano, formó parte de Irán hasta que fue ocupada por Rusia. En 1917 estalló la Revolución Rusa y al año siguiente Azerbaiyán quedó bajo poder de los bolcheviques hasta 1991.

Conflictos en la era soviética

La vieja disputa entre armenios cristianos y musulmanes shiítas azeríes no terminó con la llegada de la Unión Soviética. Poco después de que se disolviera la Federación Transcaucásica, graves disputas territoriales desembocaron en una guerra abierta entre las recién formadas Repúblicas Socialistas Democráticas de Armenia y Azerbaiyán. La guerra se extendió al propio Karabaj. La disputa se centró en el establecimiento de la frontera entre ambos países. Los armenios de Karabaj intentaron proclamarse en una república independiente, pero fallaron al no poder contactarse con Armenia.

Después de la derrota otomana en la Primera Guerra Mundial, tropas británicas ocuparon la zona de Transcaucasia en 1919. Luego en el decenio de 1920 los soviéticos lograron ocupar el territorio. Aún así las luchas entre armenios y azeríes continuaron, aunque de formas muy esporádicas entre 1930 y 1990. Ya a fines del decenio de 1980, en el medio de la crisis de la Unión Soviética, hubo fuertes escaramuzas en Nagorno-Karabaj. De hecho, en el suroeste de Armenia está el enclave de Najiyeván, de mayoría azerí musulmana shiíta, que pertenece a Azerbaiyán.

Cae la URSS, se reaviva el conflicto

La caída de la Unión Soviética de 1991 reavivó estas disputas aún más. La guerra de los ‘90 dejó unos 30 mil muertos y cerca de un millón de personas desplazadas. Desde la tregua de 1994, existe una situación de punto muerto.

La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) trata desde hace tiempo de mediar en el conflicto, con diplomáticos de Francia, Rusia y Estados Unidos -el llamado Grupo Minsk de la OSCE- comprometidos en intentar de avanzar sobre la base de la tregua del ‘94.

Siguiendo los pasos de Turquía, desde 1995 las elites azeríes trataron de congraciarse con Occidente, a pesar de su identificación musulmana. De hecho, Azerbaiyán quiere ser parte de Europa, al igual que Armenia, y no de Asia. Azerbaiyán es un Estado laico de acuerdo con el artículo 7 de su Constitución. También se garantiza la libertad de culto mediante el artículo 48. Después de la independencia, una de las primeras leyes que aprobó la Asamblea Nacional azerí para disociarse de la Unión Soviética fue la adopción del alfabeto latino en las escuelas para reemplazar el cirílico. Todo un clímax.

Por su parte las elites armenias siempre se cobijaron en Occidente, aunque también se ligaron a Rusia en algunos negocios. Frente a la hostilidad de Turquía, Armenia buscó ayuda de la Unión Europea y también de Estados Unidos. Pero tanto Armenia como Azerbaiyán se entremezclaron con los intereses geoestratégicos de la Transcaucasia, y ambos sectores empresariales se involucraron en diversos negociados.

Gasoducto de Azerbaiyán, en el que hay corporaciones turcas y occidentales como fuertes inversoras.

Negocios son negocios

Más allá de las disputas entre cristianos y musulmanes, se esconde una fuerte batalla económica. Azerbaiyán es también un centro económico importante para el transporte de materias primas. El oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC) comenzó sus operaciones en mayo de 2006 y se extiende por más de 1774 km a través de Azerbaiyán, Georgia y Turquía. El BTC está diseñado para transportar más de 50 millones de toneladas de petróleo crudo anualmente desde el fondo del mar Caspio hasta la costa del Mediterráneo.

El gasoducto del Sur del Cáucaso, que atraviesa los mismos países, inició sus funciones a finales de 2006 y ofrece un suministro de gas natural constante a los mercados europeos desde el yacimiento Shah Deniz. En este lugar se producen más de 296 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año.

La principal fuente de energía del país son los combustibles fósiles: dos tercios de su superficie cuentan con yacimientos de petróleo y gas natural. Gracias a esta abundancia el país produce alrededor de 1,4 millones de barriles de petróleo al día.

En septiembre de 1994, el gobierno azerí firmó un contrato de treinta años con trece compañías petroleras, entre las que se destacan Amoco, British Petroleum, Exxon Mobil, Lukoil y Statoil. Como las compañías extranjeras tienen permitido perforar los yacimientos en aguas profundas aún intactos, Azerbaiyán es considerado como uno de los puntos de exploración y desarrollo más importantes de la industria.

Armenia no se queda atrás

Armenia es miembro del Consejo de Europa, mantiene relaciones amistosas con la Unión Europea, especialmente con Francia y Grecia, ya que una encuesta en 2005 informó que el 64 % de la población de Armenia se manifestó a favor de la adhesión a la UE y varios funcionarios armenios también han expresado el deseo de que su país, a la larga, llegue a convertirse en estado miembro, ya que algunos predicen que se hará una oferta oficial de ingreso en unos pocos años. También se ha examinado qué parte de la sociedad está a favor de unirse a la OTAN. Sin embargo, el presidente Serzh Sargsyán (2008-2018) quería mantener a Armenia vinculada a la Federación Rusa y a la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

Hasta su independencia, la economía de Armenia se basó en la producción industrial de productos químicos, electrónica, maquinaria, alimento procesado, caucho sintético y textiles, era además altamente dependiente en recursos externos. Las minas armenias producen cobre, cinc, oro y plomo. La mayor parte de la energía se genera con combustible importado de Rusia, incluyendo gas y combustible nuclear.

Erdogan y Alishev, aliados en la región de Transcaucasia y contra los intereses armenios.

Muchos intereses

Algo está más que claro, el Cáucaso sur es un pasillo para gasoductos que llegan desde el mar Caspio hasta los mercados mundiales. Rusia, Turquía y Occidente tienen sus intereses. Al conflicto del Golfo Pérsico, ahora se le suma el de la Transcaucasia.

Turkey Petroleum es el segundo mayor inversor del gasoducto Baku-Tbilisi-Erzurum con una participación del 19%. BOTAS, la empresa estatal turca comercializadora de petróleo y gas, es el segundo mayor inversor de Gas Natural Transanatoliano (TANAP) con una participación del 30%. Turquía es el 18º mercado de gas natural más grande del mundo, y es vecino de Europa, el segundo mercado más grande del mundo. Desde 2019 está el TANAP listo para suministrar gas azerí a Europa, comunicó el servicio de prensa de la Compañía Estatal Petrolera de Azerbaiyán (SOCAR). El proyecto TANAP corre a cargo de la compañía Southern Gas Corridor (51%), la operadora gasística turca BOTAS (30%), la petrolera anglo-holandesa BP (12%) y la empresa SOCAR Turkey Enerji (7%).

El panorama es complejo: Turquía tiene una apuesta fuerte en Transcaucasia y defenderá con todo a Azerbaiyán. Occidente, Rusia e Irán no quieren una escalada militar imparable. Muchas empresas occidentales también se verán muy afectadas si hay una guerra total. Un conflicto de vieja data que no sólo es entre la cruz y la media luna islámica. Hay olor a gas. Y si hay una chispa fuerte, todo puede explotar por los aires.

Mauricio Piñero
Mauricio Piñero

Cuentan las crónicas que nació como el hijo de nadie. Luchando por la Patria Grande, como Internacionalista y antiimperialista. Tripero de alma y cuerpo, siempre junto a la patriada barrial. La historia descolonizada es mi pasión como docente de la Escuela Pública y de los barrios. Las noticias sobre los pueblos que luchan como forma de viajar hacia una verdadera justicia social global.

Otra vez el Cáucaso

Otra vez el Cáucaso

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Una vez más la candente frontera entre Armenia y Azerbaiyán ha vuelto a ser noticia, y pone en tensión al mundo, por la cantidad de interés y naciones involucradas de un lado y otro de la línea divisoria, lo que podría arrastrar a toda la región a una guerra de proporciones históricas.

Entre el 12 y el 16 de julio último, se produjeron acciones militares que han dejado según datos oficiales 17 muertos, cinco efectivos armenios y 12 azeríes, en el sector de Tavush -Tovuz, próxima a Karabaj, donde desde 1991a 1994 se libró una guerra que dejó cerca de 30 mil muertos y un millón de desplazados. Los hechos se han producido a unos trecientos kilómetros de Nagorno-Karabakh, el campo de batalla habitual de estos enfrentamientos, que hoy se encuentra bajo el nombre de la República de Artsaj, un estado sin reconocimiento internacional.

Durante los choques de julio, que se habrían iniciado por la intromisión de efectivos azerbaiyanos en territorio armenio, según informó su Ministerio de Defensa, los azeríes habrían perdido una gran cantidad de insumos, entre ellos drones que habrían sido derribados durante las operaciones, los que fueron exhibidos en Ereván.

Para agregar más dramatismo a la crítica situación, Ankara, disparó una declaración en la que dice: “Turquía apoyará cualquier decisión que tome el fraternal pueblo azerbaiyano en su justa lucha”. Al tiempo que el ministro de defensa turco, Hulusi Akar, declaró que: “Turquía y su ejército están listos para apoyar completamente a Azerbaiyán”. Lo que fue considerado como una amenaza directa por parte de Armenia.

Cuando la situación parecía volver a la “tensa normalidad” que impera en la frontera desde los acuerdos de paz de 1994, firmados en Biskek, la capital de Kirguistán, con los auspicios rusos, el pasado 27 de julio a primeras horas de la madrugada el militar armenio Ashot Mikaelián, murió producto del disparo de un francotirador azerí, lo que incremento la tensión todavía más y podría echar por tierra los esfuerzos de estructuras regionales como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva o CSTO, compuesto por Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán, por alcanzar un punto de estabilidad.

Estos choques fronterizos, no son los primeros en producirse desde 1994, en ese mismo sector durante 2014 y 2015, se produjeron enfrentamientos importantes, pero en 2016 estalló lo que se conoció como “la guerra de los cuatro días”, quizás los choques de mayor gravedad, en la que murieron unos 300 militares de ambos bandos y otros tantos resultaron heridos.

Este foco de inestabilidad pone a ese pequeño sector geográfico en la centralidad de la atención internacional, ya que jugadores de peso mundial tiene intereses económicos, políticos, militares y religiosos en las dos naciones en conflicto. Como es el caso de Turquía, que articula con Azerbaiyán su presencia en las costas del Mar Caspio y donde cuenta con una base militar.

La nación azerí, la única en el mundo que comparte fronteras con la Federación de Rusia y la República Islámica de Irán, es de mayoría musulmana, con casi el 96 por ciento de los 10 millones de habitantes, y aunque de esa mayoría, un 85 por ciento es de creencia chií, lo que coloca a Teherán en esa contienda ya que la vasta comunidad chiita, tiene muy buena sintonía con sus vecinos del sur, la dirigencia política ha construido una fuerte alianza con Turquía, que más allá de las razones históricas, étnicas y religiosas, los une la siempre espinosa relación con Armenia, de mayoría cristiana, que nunca ha olvidado los padecimientos que ha sufrido a mano de los otomanos, cuya máxima expresión se tradujo en el genocidio que se extendió desde 1915 a 1917, en que más de un millón y medio de armenios fueron asesinados por las tropas turcas, hecho que hasta la actualidad Ankara se niega a reconocer como tal.

Por su parte Azerbaiyán, tiene un pleito de siglos con Armenia, por Nagorno Karabaj (o Alto Karabaj o Karabaj Montañoso), un territorio de mayoría armenia, que ambas naciones reclamaban para sí y que a pesar que durante la era soviética ese conflicto estuvo invernado, apenas ambas naciones se proclamaron repúblicas independientes en 1991, tras la desaparición de la Unión Soviética, emergió con más fuerza lo que arrastró a las dos naciones del Cáucaso sur a constantes enfrentamientos diplomáticos y bélicos.

Más allá de la conformación musulmana de Azerbaiyán, importante productor de petróleo y gas, tiene substanciales relaciones con los Estados Unidos e Israel, al tiempo que su dirigencia, si bien nunca se ha acercado a Irán, mantiene una relación equilibrada con Teherán, lo que no le impidió convertirse en un enclave sionista. En 2016, el presidente, Ilham Aliyev, compró insumos militares a Israel por unos 5 mil millones de dólares, incluidos drones, misiles y barcos. Azerbaiyán se convirtió en el tercer mercado más importante para las exportaciones militares judías, mientras que Tel-Aviv es el segundo cliente para el petróleo de azerí. En octubre de 2018, su Ministro de Defensa visitó Tel-Aviv, para fortalecer los “lazos militares”, lo que se tradujo en la construcción de instalaciones militares entre ellas un centro subterráneo de comando y control para la inteligencia azerí, en la capital azerbaiyana. Además de que Israel, utiliza es territorio para espiar las instalaciones nucleares iraníes utilizando drones que despegan desde bases locales.

El cada vez más difícil equilibrio que mantiene Bakú, en su relación con Ankara, Washington, Tel-Aviv y Teherán, podría desbaratarse a medida que la tensión aumenta entre estos países, lo que podría dejar a Azerbaiyán en medio de un conflicto que sobrepasaría, en mucho, sus propios intereses.

Por otra parte Armenia, aliada con Irán y Rusia, es clave para Moscú, ya que desde Azerbaiyán, los Estados Unidos pretenden, comercializar hacia Europa utilizando el oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan, el petróleo azerí, con el fin de que los países de la Unión Europea dejen de proveerse de petróleo ruso.

Un vecindario convulso

El Cáucaso sur, se ha convertido en una de las regiones más tensas del mundo, en este momento tanto o más que la frontera Pakistán-India en Cachemira. Ya que juegan demasiados elementos que pueden agravar la situación de un momento a otro. Dado los acuerdos militares entre Azerbaiyán e Israel, si estos últimos decidieran atacar Irán, sus aviones podrían repostar en territorio azerí, en lugar de tener hacerlo en el aire y regresar a Israel. Según se conoció en notas reveladas por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, el presidente Aliyev respecto a sus relaciones con Israel, las comparó con un iceberg: “nueve décimas partes están debajo de la superficie”.

Además de que si Azerbaiyán, fuera atacado por alguna otra potencia, Turquía se vería obligada a participar en su defensa, ya que es un punto estratégico de la política expansionista hacia el interior del islam, plantead por el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien en esa misma dirección acaba de engarzar una de sus más exquisitas perlas la Hagia Sophia, de Estambul, a quien después de más de ochenta años ha vuelto en reconvertirla en mezquita. (Ver: Turquía: El sultán en la catedral). La cuestión del Cáucaso sur también agrega un nuevo foco de controversia entre Ankara y Moscú, quienes ya se miran fijo a la cara en Siria y Libia.

Por su parte las relaciones Teherán-Bakú, están empapadas de desconfianza ya que Irán, durante la última década del siglo XX, no solo reclamó con fuerza algunas cuestiones fronterizas, sino que alentó a la mayoría chiita, que derroquen al gobierno civil, para adoptar un modelo político similar al suyo. Pasado veinte años de aquello, las heridas en la casta política azerí siguen abiertas.

En los últimos dos años, Estados Unidos, ha otorgado a Bakú ayuda militar para aumentar sus defensas marítimas. En “coincidencia “con las importantes inversiones que el actual presidente norteamericano en su rol de empresario viene haciendo desde hace más de diez años en ese país.

Por su parte Rusia al igual que en Siria, también cuenta una base militar en Armenia, país netamente hostil a Turquía, con quien no cuentan con relaciones oficiales a partir del genocidio, por lo que Ereván, tiene explícitos vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que viene llevando una larga y sangrienta guerra contra Turquía desde 1978, en procura de la instauración de un estado kurdo.

Turquía, en el marco de las maniobras militares con Azerbaiyán, que comenzaron el pasado miércoles 29, envió aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense al país del Caspio, en el que también participaron helicópteros, estás maniobras están programadas para que se repitan durante el mes de agosto. Ya que como lo declaró Erdogan. “Turquía no mostrará vacilaciones para oponerse a cualquier ataque hacia Azerbaiyán”.

La cuestión en la región vuelve a ser imprevisible poniendo otra vez al Cáucaso en pie de guerra.

Publicado originalmente en Línea Internacional

Guadi Calvo

Escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

MNOAL en Azerbaiyán: Multilateralismo en épocas de pandemia

MNOAL en Azerbaiyán: Multilateralismo en épocas de pandemia

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Por Pablo Jofré Leal*

En momentos que la crisis sanitaria derivada de la pandemia del Covid 19 golpea al mundo, los conceptos vinculados a sociedades más colaborativas y donde seamos capaces de gastar nuestros recursos y energías en el combate a esta enfermedad y sus efectos colaterales, en lugar de seguir tratando de imponer poderes hegemónicos, se ponen en el tapete de la discusión.

Así, el encuentro del Movimiento de Países no Alineados (MNOAL) celebrado este 4 de mayo, mediante el formato de videoconferencia y convocado por el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, quien además ocupa la presidencia pro tempore del organismo multilateral,entra de lleno al ruedo político, defendiendo los conceptos y prácticas de solidaridad y multilateralismo. Esto, en el marco de la peor crisis sanitaria y las secuelas políticas y económicas aparejadas, desde la gran depresión del año 1929, que obliga a repensar la forma en que hasta ahora hemos llevado las relaciones internacionales.

Desde el término de la Conferencia del MNOAL celebrada el año 2016 hasta el encuentro en Bakú en la XVIII Conferencia del MNOAL de octubre del año 2019 se habló hablado de encarar los retos del desarrollo y del cumplimiento de la Agenda 2030 de Naciones Unidas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Agenda de trabajo que desembocó, finalmente, en la llamada Declaración Política de Bakú, junto a otros documentos: el Documento Final de Bakú, la Declaración sobre Palestina y el Documento de Gratitud a y Solidaridad con el Gobierno y el pueblo de Azerbaiyán.

Si bien es cierto, la convocatoria de este 4 de mayo del 2020 se enmarcó en la idea “Estamos juntos contra COVID-19″ no se descuidó ni se dejó de mencionar otros elementos centrales, que ocupan el quehacer del MNOAL y donde estas reuniones representan una importante vitrina internacional. En línea con los principios emanados de la conferencia de Bandung [1] del año 1955, antecedente del MNOAL, que destaca como bases fundantes el respeto a la integridad territorial, a la soberanía de los países y la no intervención en los asuntos internos.

Este 4 de mayo, al inaugurar la reunión telemática el presidente Alíev señaló que “La pandemia de la COVID-19 ha tenido una repercusión en todos los países del mundo, ninguno ha sido inmune, Solamente a través del apoyo mutuo podemos enfrentar con éxito la COVID-19. Azerbaiyán ha sido un miembro responsable de la comunidad internacional” y ha hecho un aporte financiero de 5 millones de dólares a la OMS para respaldar la lucha contra el coronavirus. Además, el presidente de Azerbaiyán anunció “un aporte financiero adicional de 5 millones de dólares a la OMS, fondos que serán asignados a los países que necesitan ayuda en África, Asia y América Latina”. Durante su intervención Alíev llamó a la solidaridad de la comunidad internacional y los miembros del MNOAL, para afrontar la COVID-19. “Como ejemplo de solidaridad, los estados miembros del MNOAL, en consonancia con la carta de las Naciones Unidas, proponen una sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas en respuesta a la COVID-19 a través de una videoconferencia con la participación de jefes de Estado y de Gobierno”, dijo al término de su intervención

El mandatario de Azerbaiyán ha señalado, igualmente, que la promoción de la diplomacia multilateral y el fortalecimiento de la cooperación y la solidaridad entre los Estados miembros del MNOAL sería una de las prioridades de la presidencia pro témpore de esta organización, desde que asumió dicho cargo en Bakú, en octubre del año 2019. En aquella ocasión, la mayoría de las intervenciones de los asistentes llamaron a que el MNOAL apostara por el multilateralismo, el diálogo entre las naciones, la negociación y no la agresión, además de cooperar en lugar de seguir enfrascados en intervenciones militares, en conflictos que ponen en peligro la precaria paz mundial.

Por su parte, en su intervención, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó que el sistema de cooperación multilateral es necesario para “garantizar que los países puedan responder de manera efectiva ante la COVID-19 mientras que se prepararan para otras emergencias. Ningún país, independientemente de su tamaño o recursos, puede gestionar la COVID-19 por sí solo”, aseguró. En tanto, el secretario general de la ONU, António Guterres, en su mensaje enviado a los miembros de la cumbre virtual, destacó que la crisis sanitaria que enfrenta el mundo requiere de una respuesta “coordinada” y pidió más apoyo para países en vías de desarrollo a fin de que puedan hacer frente, no sólo a la pandemia sino también a las consecuencias económicas y sociales, que tendrán en sus sociedades. En la conferencia también intervino el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien recordó que nadie estará seguro en ninguna parte del mundo mientras haya países que continúan luchando contra la pandemia. El diplomático subrayó que la OMS debe seguir desempeñando un papel vital en la tarea de contener la expansión del virus

Resultó una tarea interesante el constatar, que en este encuentro, virtual convocado por el presidente Alíev gran parte de las intervenciones, con matices más o menos concordaron en la necesidad de la lucha contra el Covid 19 (lógicamente pues representó el elemento aglutinador del llamado) pero ello en el marco de la puesta en práctica de deberes, que aún no se cumplen, como es el caso de los 17 objetivos definidos en la agenda del desarrollo sostenible (ODS) y las 169 metas acordadas en el encuentro de la ONU del año 2015 y cuyo vencimiento es el año 2030. La ODS constituyen un llamado universal a llevar adelante acciones concretas que pongan a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo.

En ese contexto de tareas globales es que surge y se desarrolla la pandemia del Covid 19, que debe impulsar aún más el trabajo agendado pero al cual hay que incorporar una serie de puntos, que los conferencistas dieron a conocer en este encuentro virtual del día 4 de mayo, convocado por el líder azerbaiyano Ilham Alíev.

  1. Acceso oportuno y equitativo a una futura vacuna contra el Covid 19.
  2. Enfoque integral y multilateral de la lucha contra el virus
  3. Críticas a los ataques que se hacen a la OMS. Considerándolo un error estratégico.
  4. Instar al Consejo de seguridad para llamar un cese de los conflictos en el marco de la lucha contra la pandemia. Llamados a la solidaridad contra países agredidos
  5. Crear un grupo de trabajo que apoye la lucha contra la pandemia y revertir las consecuencias amplias que trae aparejada.
  6. Respuesta global e interconectada y eso implica defender el multilateralismo y la colaboración internacional.

Un Foro Indispensable

El MNOAL, fundado el año 1961 y cuya primera cumbre se celebró en Belgrado, capital de la desaparecida Yugoslavia, reúne en la actualidad a 120 países, que lo convierte en el foro mundial que más miembros posee, después de la Organización de las Naciones Unidas(ONU). Un Movimiento donde las posiciones de sus miembros 53 países africanos, 26 países de América Latina y El Caribe, dos de Europa y 39 asiáticos, tiene como objetivo central es levantar la voz, los intereses y la opinión de estos 120 países, con dificultades, estructuras económicas y políticas distintas pero un enemigo común: la lucha contra la pobreza y la globalización excluyente, proceso dominado por algunas potencias hegemónicas, donde se levanta con luces propias el país enemigo del multilateralismo: Estados Unidos, que salió en múltiples ocasiones a colación en esta cumbre del 4 de mayo.

Las tareas del MNOAL definen, a su vez, la lucha contra la desigualdad a través de una alianza entre estados independientes, que intentan concretar decisiones acompañadas de acciones alejadas de las presiones, chantajes y alineamientos con que suelen ser atacados organismos que buscan armonizar el desarrollo d ellos países, sustentados en agendas globales no excluyentes. Este trabajo tiene un gran paraguas, que ha marcado su quehacer en los últimos 59 años: el fortalecimiento de la paz y la seguridad internacional. No es casual que esas líneas de trabajo encaucen la labor del MNOAL, teniendo en cuenta las agresiones, sanciones, bloqueos, embargos, presiones, ataques, procesos de desestabilización a los países miembros que hemos mencionado y que implican muertes, heridos y destrucción de infraestructuras básicas.

En todo caso, la constatación de la importancia del MNOAL y sus líneas estratégicas, no quita la necesidad, como en otras muchas organizaciones multilaterales, que haya cambios, una reconfiguración de su quehacer, un rediseño constante y del cual existe plena conciencia en el seno de sus miembros. Poder restructurar este Movimiento en formas más armónicas, más modernas y dinámicas, y que efectivamente tenga decisiva influencia sobre los sucesos del mundo, que puedan generar los cambios que se necesitan, influyendo, por ejemplo, para un cambio democrático en el seno de la ONU y su Consejo de Seguridad.

El Presidente Alíev con respecto a los puntos de respeto a los principios de Bandung, que es hablar también de fortalecer y respetar la carta de la ONU, respecto a la integridad territorial de los estados ha sido enfático en señalar como lo hizo en la Ceremonia de apertura de la 18ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Movimiento de los Países No Alineados en Bakú el 25 de octubre de 2019 y lo reitera en esta Cumbre virtual que “Debemos redoblar nuestros esfuerzos para garantizar el cumplimiento universal de las normas y los principios del derecho internacional. En este sentido, las actividades de las Naciones Unidas requieren reformas importantes. El cambio de fronteras por la fuerza, la violación de la integridad territorial de los países mediante el uso de la fuerza y la injerencia en los asuntos internos son inaceptables”.

Como corolario de esta reunión vía videoconferencia, los participantes concordaron una declaración compuesta por 18 puntos donde señalaron: “Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno, habiéndonos reunidos por videoconferencia en la Reunión Cumbre Virtual a nivel de Grupo de Contacto del MNOAL en respuesta a la COVID-19, bajo el lema “Unidos contra la pandemia de la COVID-19” el 4 de mayo de 2020, por iniciativa del Excmo. Sr. Ilham Alíev, Presidente de la República de Azerbaiyán y Presidente del Movimiento de los Países No Alineados, con el fin de contribuir eficazmente a los esfuerzos mundiales para hacer frente a los efectos sin precedentes de la pandemia de la COVID-19[2]. Así, considero que el papel del MNOAL así deviene en un catalizador indispensable, necesario, que puede dar aliento vital a los cambios que requiere el mundo y que tras esta pandemia sanitaria nos llama a gritos a modificar el actual estado de cosas. No podemos seguir igual. 


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Referencias:

  1. La Conferencia de Bandung fue una reunión realizada en Indonesia en abril del año 1955, en la que participaron varias naciones asiáticas y africanas.Fue organizada por Gamal Abdel Nasser presidente de Egipto, Jawaharlal Nehru de la india y Sukarno, jefe de estado de Indonesia. Su principal objetivo era favorecer la cooperación económica y cultural afroasiática en una organización independiente del capitalismo y del socialismo. Fue la antesala del Movimiento de los Países No Alineados (MNOAL).

    Principios fundamentales (Diez principios de Bandung):
    1. Respeto de los derechos humanos fundamentales y los objetivos y principios de la Carta de las Naciones Unidas.
    2. Respeto de la soberanía e integridad territorial de todas las naciones.
    3. Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y la igualdad de todas las naciones, grandes y pequeñas
    4. La abstención de intervenir o de interferir en los asuntos internos de otro país.
    5. El respeto para defenderse de cada nación, individual o colectivamente, de conformidad con la Carta de la ONU.
    6. La abstención del uso de pactos de defensa colectiva en servicio de los intereses particulares de cualquiera de las grandes potencias
    7. La abstención de todo país de ejercer presiones sobre otros países.
    8. Abstenerse de realizar actos o amenazas de agresión, o de utilizar la fuerza en contra de la integridad territorial o independencia política de cualquier país.
    9. La solución pacífica de todos los conflictos internacionales, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
    10. La promoción de los intereses mutuos y de la cooperación.
      El respeto de la justicia y de las obligaciones internacionales
  2. http://www.radiorebelde.cu/noticia/declaracion-reunion-cumbre-virtual-nivel-grupo-contacto-mnoal-respuesta-covid-19-20200504/
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