Nunca pierdan la capacidad de asombro

Nunca pierdan la capacidad de asombro

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

Como docente universitario, una de las cosas que pido cada año a quienes les toca padecerme como profe, es que nunca pierdan la capacidad de asombro. Quizás ese pedido es una mera ilusión, una utopía de tantas que a uno le atrapan el corazón. Pero como buen testarudo cada año lo repito. Tan sólo con que haga mella en alguien de ese grupo circunstancial, las palabras no habrán sido en vano.

El asombro, no es otra cosa que la manifestación en el ánimo de algo que nos impresiona -para bien o para mal-; es algo que mueve las estanterías ya sea porque sorprende por lo inesperado o por su cualidad extraordinaria. Asombro puede causar un vuelco cinematográfico que no deja víctimas fatales, pero también puede generarlo un comentario inesperado de una persona que considerabas que nunca podría decir eso que dijo.

Lo cierto es que desde el sábado pasado no dejo de sorprenderme con la caterva de personas que se dicen periodistas y lo único que hacen es reproducir la propaganda basura que arroja a redes y medios el sionismo. La peor de todas, la fake que aseguraba que el grupo de liberación palestina Hamas había decapitado a bebés israelíes, hecho del que periodistas de distintos países solicitaron pruebas al ejército israelí, sin conseguir nada que lo sustente. Como esta mentira, miles y se reproducen con la velocidad con la que se multiplican las bacterias en la comida que dejamos fuera de la heladera.

No será en esta oportunidad que se desglose en estas líneas editoriales, el conflicto palestino israelí en su extensión, ya que con un par de datos alcanza para echar por tierra la intentona sionista de posicionarse como la víctima en un conflicto que lleva más de siete décadas y que los tiene como los opresores, invasores y agresores; no a los palestinos.

Desde 1988, con la Primera Intifada, más de 13 mil personas han muerto producto del conflicto entre palestinos e israelíes. Más del 85% de esa cifra son palestinos, sobre todo civiles y niñes. Y si agudizamos la mirada, de los más de seis mil palestinos muertos en los últimos 15 años, el 84% son personas que vivían en esa gran cárcel a cielo abierto llamada Franja de Gaza.

Otro dato impactante que hecha por borda el relato mentiroso del sionismo es que, desde aquel 29 de noviembre de 1947 en que la recién nacida ONU aprueba la resolución 181 que planteaba la partición de Palestina y la creación de dos estados (uno palestino y otro judío), los palestinos perdieron control de más del 85% de su territorio. Israel ha robado sistemáticamente porciones de la Palestina histórica mediante la construcción de cada vez más asentamientos colonos.

Cabe destacar que al momento de aquella histórica resolución la comunidad judía en esas tierras (la originaria de territorio palestino) era de sólo un tercio de la población total y controlaban un 7% del territorio. Este hecho motivo que hizo enfada a los árabes que vieron cómo la ONU entregaba más de la mitad de su tierra a una minoría. El historiador israelí Meir Margalit sostiene que “la decisión fue coherente y necesaria en ese momento porque había unos 250.000 refugiados judíos supervivientes del Holocausto, pero estuvo mal implementada porque trazó una frontera incoherente e indefendible, dejando grandes comunidades árabes en territorio israelí y a población judía de Galilea en suelo palestino”.

Datos como estos hay a mansalva, en distintos idiomas y con distintos niveles de complejidad en su explicación. De lo que se deduce que todo aquel que reproduce la basura propagandística del sionismo lo hace por ignorante, porque no respeta su profesión (en caso de ser comunicador) o porque es consciente y opera para ayudar a construir ese relato.

Estamos hablando de más de siete décadas de padecimientos del pueblo palestino a manos del Ente Sionista, más de siete décadas de ver cómo los roban, los persiguen, los hostigan, los torturan, los presionan y los asesinan ¿Y la víctima es Israel?

Ese pedido que cada año hago les estudiantes que pasan por las aulas de la facultad, ahora se lo hago a ustedes que están del otro lado escuchando estas líneas: nunca pierdan la capacidad de asombro. El día que ellos suceda, habremos perdido definitivamente nuestra humanidad.

¡Que viva Palestina libre!

Un video para sumar al análisis

Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

La máscara rosa de Israel y el último grito de la moda gay friendly

TIEMPO DE LECTURA: 8 min.

Se acerca junio y con él, el mes del Orgullo LGBTIQ+: los logos de empresas e instituciones se tiñen de los colores de la bandera, abundan los viajes a paraísos LGBT y se promociona el turismo hacia las grandes Marchas del Orgullo del año. En las publicidades, todo es diversidad, inclusión e igualdad. Un Estado en el ojo de la tormenta se destaca entre decenas: “Vení a Israel, el destino más gay-friendly”. 

Esta estrategia de marketing global no es nueva: conocida como “Pinkwashing” o “lavado rosa”, designa al intento de lavar la imagen de un país, empresa o producto para simular una simpatía con la comunidad LGBTIQ+ colocándose una máscara rosa -en referencia al color que supo identificar en su momento a las personas homosexuales-, así como el “purplewashing” (lavado violeta) se utiliza para el mismo fenómeno pero en el uso instrumental y mercantil del feminismo.  

Pensado por la Breast Cancer Action, en los Estados Unidos de la década de los ‘90, para hablar de las prácticas de las empresas que usaban el cáncer de mama y el color rosa de esta lucha como herramienta de rentabilidad, la comunidad LGBTIQ+ acuñó el término para explicar una realidad similar, y en particular una situación indignante: el Estado de Israel.    

Ted Eytan / Wikimedia Commons

Desde 2005, Israel, principalmente desde su Ministerio de Relaciones Exteriores, se ha embarcado y ha invertido en una misión de “rebranding”, una campaña en nombre de la modernización y el desarrollo para proyectar al mundo occidental una imagen de democracia libre, diversa y progresista. El objetivo final: sacarse de encima la reputación de Estado imperial, violador de los derechos humanos, del derecho humanitario internacional, perpetrador del apartheid y la ocupación colonial sobre el pueblo palestino, que bien pesa sobre su imagen. 

Esta ha sido una política proritaria en las relaciones internacionales del régimen sionista, brindando a los países y sociedades occidentales la imagen de un vínculo próximo con la comunidad LGBT+ a través del estereotipo artificial de la “vida gay israelí”. La estrategia de relaciones públicas y propaganda, conocida como “hasbará”, implica una fuerte apuesta de inversión e infraestructura para el gobierno israelí desde hace más de una década, fielmente acompañada por los grandes medios de comunicación hegemónicos occidentales. 

En el proyecto no puede faltar la participación estelar de las organizaciones no gubernamentales (ONG’s) que financian y difunden la falsa inclusión. Entre las más importantes se encuentra “Stand With Us”, una organización mundial dedicada a “educar” a la ciudadanía sobre Israel, que profesa la supuesta iniciativa israelí de promoción de los derechos LGBTIQ+.   

El World Pride 2006 en Jerusalén, la propuesta de Tel Aviv como centro del turismo “diverso”, la participación de Israel en los festivales de Eurovisión, incluso con artistas y canciones que apelan a la diversidad, despertó la crítica de los movimientos de las diversidades sexuales y de género: la fiesta de colores y el baile con brillantina sobre las ruinas del territorio y el pueblo palestino. 

El “lavado rosa” es el método discursivo necesario y efectivo que encontró el Estado de Israel para esconder las sistemáticas violaciones de los derechos humanos y renovar la mirada del Norte global sobre la ocupación de Palestina. Israel es la civilización y la modernidad, el único país amigable con la comunidad LGBT+ en una región “naturalmente hostil”. Palestina, y los demás países árabes o de mayoría musulmana, son bárbaros, retrógrados, incivilizados y homofóbicos. Ideología que solo tiene sentido como estrategia política en el marco de un discurso islamófobo y arabófobo.

Las derechas, las corporaciones y los nacionalismos imprimieron en este disfraz rosa, o multicolor, la narrativa occidental del progreso eterno y el desarrollo, que debe ser llevado a los “pueblos bárbaros”. Ya no encarnan, como lo han hecho históricamente, la batalla por un mundo cisheteronormado. Ahora estas fuerzas, en la superficie de un proyecto igual de colonizador y patriarcal, lavan su fachada y muestran su disposición al cambio social, borran el peso político de las reivindicaciones, las identidades y los movimientos sociales de las diversidades y lo convierten en instrumento de propaganda y licencia para la ocupación. 

La justificación internacional a la ocupación y el apartheid viene servida en bandeja, y aún más para los individuos LGB de países liberales que dejaron en el olvido la interseccionalidad y, en uso de sus privilegios de clase o etnia, se han sumado a los ideales neoliberales y de la derecha. Este fenómeno es también conocido como “homonacionalismo”, es decir, la instrumentalización de la homosexualidad para justificar posiciones nacionalistas, basadas en el rechazo a la inmigración extranjera que siginificaría una amenaza a las supuestas conquistas absolutas y reales de las personas LGBT de países occidentales, o encolumnados tras ellos. 

El “pinkwashing” le provee al Estado de Israel una fuente de afiliación y apoyo de los individuos LGB liberales, que desde un encuadre propio de la teoría de los dos demonios, equiparan la opresión colonial del régimen israelí con la discriminación interna hacia personas LGBTIQ+ en la Franja de Gaza, Cisjordania y otros territorios de la Palestina ocupada. El llamado es a “salvar” y “proteger” a los homosexuales palestinos perseguidos y excluidos, y protegerlos en territorio israelí. Este planteo propio de la mentalidad colonial implica, de mínima, dos problemas: 

Por un lado, opaca la idea de una vinculación intrínseca entre la ocupación israelí y la LGBTfobia en el pueblo palestino, en tanto la comunidad LGBT y sus derechos son presentados y, por tanto, comprendidos como fenómenos occidentales que el Estado de Israel busca profesar, y son pensados como una amenaza para la cultura y la tradición palestina que pretende protegerse del invasor israelí. Gran parte de la sociedad palestina termina por internalizar la idea de que la diversidad es ajena: los palestinos queers son colaboradores israelíes o informantes nativos occidentalizados. 

Por otra parte, más allá de las libertades o avances que pueda tener el régimen israelí con sus ciudadanos LGBT+, esta realidad es inexistente para la población palestina que vive en ese territorio, o que pretenda exiliarse allí por protección. Israel niega al pueblo palestino los derechos sobre sus tierras, sobre sus cuerpos, sobre su movilidad y sus vidas, los priva de la garantía de los servicios y derechos humanos más básicos y fundamentales. Esta negación no es excepción cuando se trata de las identidades y subjetividades LGBT+ de palestinos que quisieran refugiarse en el Estado de Israel: “no hay una puerta rosa en el muro del apartheid”

Más aún, como pone en palabras Ghaith Hilal, activista palestino queer de Cisjordania, “Israel crea refugiados, no alberga refugiados”, y explica también: “El pinkwashing quita nuestras voces, historias y capacidad de agencia, diciéndole al mundo que Israel sabe lo que es mejor para nosotros. Al apuntar contra el lavado rosa, estamos recuperando nuestra agencia, historia, voces y cuerpos”. 

Comisión del BDS Pinkwatching

No solo es un lavado de imagen ante la mirada internacional, es también una búsqueda de división interna y psicológica, que aísla y desempodera a las personas LGBT+ en la causa palestina. Crea una ilusión en la que existe esta supuesta “puerta rosa” por la que Israel será el paraíso de la protección de sus derechos y libertades, y por la que es incompatible el “ser palestino” con el “ser queer”.

Entre la reticencia de gran parte del pueblo palestino y la falsa ilusión israelí, la libertad LGBT+ es propuesta como individual, que solo puede conseguirse en la huida y protección que supuestamente será brindada por el mismo agresor. Una libertad que es alienada de la lucha colectiva, que ya no se encontrará junto a los movimientos políticos y decoloniales.   

Esto invisibiliza en la población palestina y en la arena internacional la lucha de la comunidad LGBTIQ+ y feminista de Palestina, que resiste, no desde una mirada liberal y despolitizada, sino como parte de un movimiento político de emancipación y descolonización. Organizaciones como “Queers palestinos para el Boicot, la Desinversión y las Sanciones”, como el Centro Feminista Palestino para el Género y las Libertades Sexuales “Aswat”, y como “alQaws por la diversidad sexual y de género en la sociedad palestina”, suman una contranarrativa enriquecedora que pretende evitar que los palestinos LGBT+ se encuentren en la disyuntiva entre su cultura/pueblo y su orientación sexual o identidad de género. Es una lucha atada a la liberación del pueblo palestino, y que también busca romper con la lógica salvacionista neocolonial del modelo LGBT+ israelí, fiel imitación de Occidente.    

Como subrayan desde alQaws en su análisis “Más allá de la propaganda: Pinkwashing como violencia colonial”, el lavado rosa es más que una estrategia de marketing global. Es, en última instancia, una expresión de la política sexual y de género más profunda del Estado de Israel y de los fundamentos ideológicos del sionismo. El Pinkwashing es el síntoma, pero la raíz de la enfermedad es el colonialismo. Por esto, reconocer el fenómeno pinkwashing como una violencia colonial puede ayudar a comprender cómo Israel divide, oprime y borra a los palestinos sobre la base del género y la sexualidad. 

ONG al-Qaws

En términos generales, es el mismo sistema capitalista global, ahora con la máscara rosa del progresismo liberal, el que permite construir un imaginario social en el que la igualdad es posible a través del consumo y que alcanza con la conquista de algunos derechos para gays, lesbianas y bisexuales o con simples concesiones interesadas, sin darle lugar al cuestionamiento de la estructura patriarcal y desigual propia de este modelo socioeconómico. 

En el contexto de hegemonía neoliberal y de la mano de las derechas socialmente conservadoras, el terreno queda allanado para la fragmentación de la comunidad LGBT+, ahora individualizada, despolitizada, instrumentalizada, y muchas veces limitada a libertades materiales y meritócratas. Un movimiento en la lucha desde hace décadas reducido a la imagen de unos pocos varones gays, blancos, cis, de clase media alta; divorciado de otras minorías sexo-genéricas, alejado de la lucha de les oprimides contra el mismo sistema que se funda constitutivamente en el colonialismo, el patriarcado, el capitalismo y el  imperialismo. 

“No se puede tener la liberación queer mientras existan el apartheid, el patriarcado, el capitalismo y otras opresiones. Es importante apuntar a las conexiones de estas fuerzas opresivas”, expresa Hilal, referente de Al-Qaws. Claridad que puede ponerse en diálogo con lo escrito por Fahad Ali a raíz de las discusiones sobre los derechos queer en Medio Oriente: “Soy árabe, soy palestino, soy gay. Mi refugio gay no es un desfile brillante en Tel Aviv. Es una palestina liberada”.


Otras referencias:

https://www.theguardian.com/commentisfree/2010/jul/01/israels-gay-propaganda-war

http://www.laizquierdadiario.com/Que-hay-detras-de-las-empresas-diversas-e-inclusivas   

https://www.elquintopoder.cl/politica/pinkwashing-y-el-lavado-de-imagen-de-israel/


Delfina Venece
Delfina Venece

Nací en el interior de Buenos Aires: los porteños nos confunden con Parque Chacabuco. De crianza gorila, devenida en pseudo-troska por contraste, hoy peronista por convicción. Mi canción favorita a los 10 años era Los Salieris de Charly, de León Gieco.

Palestina: Ad Portas de Crímenes Masivos

Palestina: Ad Portas de Crímenes Masivos

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

POR PABLO JOFRÉ LEAL*

La región de Asia Occidental, el Levante Mediterráneo, allí donde se ubica el milenario territorio de Palestina, está a pocos días de estallar en un enfrentamiento absolutamente desigual en materia de comparación en poder militar, que enfrentará nuevamente al pueblo palestino contra las tropas de ocupación y colonos extranjeros sionistas.

Lo mencionado, se da en una lucha por la sobrevivencia, el derecho a la autodeterminación y la resistencia palestina, frente a 72 años de ocupación y colonización de su tierra. Una agresión donde el sionismo, hace oídos sordos a los llamados de gobiernos, organismos internacionales, líderes políticos, para detener su política de usurpación. Prepara sus tropas de ocupación, pues bien sabe que el pueblo palestino, sus hombres y mujeres no aceptaran una nueva anexión de su territorio, a esta entidad nacida en forma falsaria, que esgrime una historia ficticia y que pretende en esta construcción de mitos, hacer aparecer a la víctima como victimario y al agresor como agredido. Israel es agresor, victimario, racista, alejado de toda esa imagen de aparecer como aquel modelito democrático que pretende vender.

Israel ya no es la víctima de una ideología ya extinta, que le ha servido para usufructuar durante siete décadas de beneficios económicos, políticos y de una crisis de conciencia de países como Alemania, que ha entregado ya120 mil millones de dólares (al igual que Suiza) para reparar los crímenes del nacionalsocialismo, que según datos proporcionados por la investigación del analista Norman Finkelstein (cuyo padre y madre, de creencia judía, fueron prisioneros den campos de concentración del Tercer Reich) en su libro “La Industria del Holocausto” en un 80% destinó esos fondos de reparación, para fortalecer instituciones sionistas y no para las víctimas.

Los medios israelíes intensifican su campaña, minimizando falsamente los alcances de la decisión del régimen cívico-militar sionista de anexionar los territorios palestinos de Cisjordania, en específico los asentamientos que rodean Al Quds, tras la nunca respetada línea verde surgida tras la guerra del año 1967 y el territorio del Valle del Jordán. El objetivo está destinado a apaciguar las denuncias internacionales, que incluyen incluso a sectores que habitualmente habían guardado obsequioso silencio frente a los continuos atropellos a los derechos humanos del pueblo palestino y el proceso de ocupación y colonización llevado a cabo por el sionismo desde mayo del año 1948 a la fecha.

Incluyo en esos sectores mencionados, a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle Bachelet quien declaró que “La anexión es ilegal. Punto final. La idea de la anexión es ilegal así se trate del 30 % o del 5 % de Cisjordania”. Bachelet solicitó a israel que escuche las voces que reclaman detener este plan violatorio de las leyes internacionales, incluso desde sus propios ex funcionarios y generales “así como a numerosas voces en el mundo de no seguir por esta vía peligrosa”

Medios televisivos como el canal 12 de la televisión israelí consignan, que el Ministro de Defensa Benny Gantz sólo llevará la anexión al punto de acuerdo establecido con su socio y primer ministro Benjamín Netanyahu, si se cuenta con el respaldo y coordinación internacional, en forma especial con el régimen egipcio y la Monarquía jordana. Si ello no es así, Gantz solicitará frenar esta etapa de anexión del 305 y limitarse sólo a concretar la con un par de asentamientos en Al Quds.

Por ello por lo que se le encargó al jefe del Mossad, Yossi Cohen, visitar a algunos países árabes para tratar de conocer cuál sería su reacción frente a la idea de concretar la anexión de una parte importante de Cisjordania. Hace unos días estuvo en Jordania, en su capital Amman donde se entrevistó con autoridades de esta monarquía árabe, a quienes entregó un mensaje de Netanyahu, signando que la anexión se limitaría a algunos asentamientos, posiblemente los enclaves sionistas en Maale Adumim, Gush Etzion; Neve Yaakov, Gilo, entre otros y  que rodean la palestina Al Quds (Jerusalén), Jordania, ha advertido que suspenderá los acuerdos establecidos en el tratado de paz del año 1994 “Si Israel anexiona partes de Cisjordania, conduciría a un gran conflicto con el Reino Hachemita de Jordania”.

En septiembre del año 2019, en la campaña a la primera magistratura de un acorralado Benjamín Netanyahu (acusado por fraude, abuso de confianza y corrupción) el líder ultraderechista consiguió apoyo a su objetivo declarado de anexar tanto el Valle del Jordán como los territorios palestinos ubicados al norte del Mar Muerto. Sólo mencionó esas dos zonas. Tras comprobar que su idea no despertó mucho ruido en el ámbito internacional, comenzó a hablar de anexar los asentamientos, principalmente aquellos que rodean Al Quds. Su ambición creció al mismo nivel que su patrimonio personal por hechos de corrupción.

En un artículo publicado por Tovah Lazaroff en Jerusalén Post, esta analista sostiene que “sólo tras la promesa de Trump y su yerno Jared Kushner de apoyar la intensificación del dominio sionista en Cisjordania, al amparo del llamado “Acuerdo del siglo” (N.A que en verdad debe ser denominada La imposición del siglo) Benjamín Netanyahu comenzó a hablar de usurpar el 30% de Cisjordania en lo que se conoce como la zona C, surgida de los acuerdos de Oslo, y que representa en esencia el 50% de ella. Medida que incluso ha generado cierto reparo en algunos sectores opositores a la coalición de gobierno y en medios como Haaretz, que ven con temor un alzamiento palestino, que cuente con la solidaridad de las sociedades del mundo, permitiendo iniciar una verdadera política de sanciones contra una entidad violatoria del derecho internacional.

Para los sectores extremistas de Israel, acérrimos defensores del control total de palestina la manera de luchar contra las opiniones críticas a este proceso usurpador pasa por seguir con su narrativa falsaria. Así lo expresa, por ejemplo, Alex Traitman director gerente y jefe de la oficina de Jerusalén del Jewish News Syndicate para quien “muchos de los críticos de hoy día específicamente denominan como “anexión” implica falsamente que Israel cruzará un punto de no retorno y se hará cargo de una propiedad a la que no posee derechos y que actualmente no controla. Sin embargo, lo que Israel está a punto de realizar es alterar su propia estructura de gobierno y aplicar formalmente la ley israelí a los 400.000 ciudadanos judíos que ya habitan en las tierras estratégicas que el propio estado judío ha controlado durante décadas” A confesión de parte relevo de pruebas se suele argumentar jurídicamente y no sólo son 650 mil judíos en tierras palestinas, sino que Traitman además reconoce que se trata de tierras estratégicas, bajo el concepto de tierras controladas, lo que implica dominio, ocupación, colonización.

El gobierno israelí ha continuado a marcha forzada el plan de anexión trazado, desoyendo todas las voces que alertan de una nueva intifada, un levantamiento legítimo y necesario del pueblo palestino frente a estas acciones definidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como violatorias del derecho internacional. Michael Lynk, Relator especial de la ONU para los derechos humanos en Palestina, hizo un llamado a la UE a utilizar su “peso económico, la experiencia y asistencia diplomática, su comercio e inversiones para impedir los planes israelíes. Esto, porque la anexión prevista para julio causará un notable empeoramiento de la situación con los DDHH en el territorio palestino ocupado y en la vida cotidiana de millones de palestinos. La comunidad internacional, y, en particular, la Unión Europea, deben tomar medidas conjuntas, para garantizar que se castigue una violación tan grave del derecho internacional”.

Según afirmaciones de Lynk, dada a medios de prensa “Las Naciones Unidas han declarado que los asentamientos israelíes son la fuente de profundas violaciones de los derechos humanos y del derecho humanitario contra la población palestina protegida en Cisjordania (…) Actualmente, Israel ha anexado de facto partes significativas de Cisjordania, y las consecuencias adversas para los derechos humanos son evidentes”. Lynk, un profundo conocedor de la ocupación y colonización sionista de Palestina ha detallado que el plan de anexión de Israel “significará la confiscación y enajenación de tierras, la violencia generada por los colonos israelíes, la implementación de leyes discriminatorias, apropiación de los recursos naturales y la demolición de viviendas. Todo ello causará la explotación laboral, los desalojos forzosos, el desplazamiento de la población palestina y, sobre todo, la negación del derecho a la autodeterminación”.

Resuena con fuerza, igualmente, la advertencia del coordinador especial de las Naciones Unidas para el proceso de paz en Oriente Medio, Nickolay Mladenov quien afirmó que “la anexión podría enfrentarse con ira, radicalización y violencia, enviando un mensaje peligroso con respecto a la inutilidad de las negociaciones en la búsqueda de la paz. Nunca el riesgo de escalada había estado acompañado de un horizonte político tan distante, una situación económica tan frágil y una región tan volátil”

Resulta evidente, que estas acciones israelíes traerán la lógica y esperable reacción de resistencia de la población palestina, lo que incrementa la alerta al conjunto de países de la región. La activación de las milicias, movimientos y organizaciones de lucha palestinas, tanto en gaza como en Cisjordania. Las ambiciones de la ocupación israelí sobre palestina no detendrán su paso, ni sus acciones en Cisjordania, sino que afectan al conjunto de la región, considerando la ocupación de los Altos del Golán Sirio, la tensión existente con El Líbano y el Movimiento de Resistencia Islámica de ese país (Hezbola) con las fuerzas al Hashad al Shabi de Irak y en general con el Eje de la Resistencia, que se sitúa ya en las fronteras de la Palestina histórica y con miles de misiles apuntando al corazón de los territorios de la Palestina histórica.

Estamos a pocas horas para constatar si el sionismo seguirá con su decisión de robar más territorio palestino. Usurpar lo que no le pertenece, continuar con su expansión del supremacista concepto de Erezt Israel, aunque su Hasbara, sus medios, su maquinaria propagandística trate de desvirtuar sus proyectos de expansión a costa de los derechos y la vida de millones de palestinos. Estamos a pocas horas para dimensionar si algo de cierto hay en las posturas de denuncia e indignación de la Liga árabe, de la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas ¿se atreverán a sancionar a un Israel que comete estos ilícitos enmarcados como crímenes de guerra y de lesa humanidad? ¿Será posible unir los esfuerzos internacionales para castigar al mayor criminal del siglo XXI como es el régimen nacionalsionista de Israel?

Israel con este proyecto de usurpación encenderá al chispazo para una explosión de proporciones, todo ello en un marco mundial afectado por la pandemia del Covid 19, las tensiones sociales en Estados Unidos, principal aliado de Israel, la crisis económica internacional y la decisión transversal del pueblo palestino de enfrentar unidos esta nueva amenaza. Aquellos que creemos en la justicia, en la autodeterminación de los pueblos, en el respeto del derecho internacional esperamos con ansias, que si esta agresión sionista llega a concretarse, exista una respuesta, en todos los frentes, de tal intensidad que obligue al régimen falsario israelí buscar a viva voz la intervención de la ONU, tal como sucedió en la guerra de los 33 días en el año 2006 contra Hezbola. Esto, teniendo en cuenta que el único idioma que entiende el sionismo es el de la fuerza. La esperanza es que una derrota del sionismo en el campo militar, su aislamiento internacional, una política de sanciones al amparo del capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, sea una realidad y podamos pensar en un siglo XXI con la eliminación del régimen y el juicio de aquellos que profesan esta ideología criminal y han cometido crímenes de lesa humanidad. Una idea y una necesidad, para bien de Palestina, Asia occidental y el mundo en general.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales 
de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica,
Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de
revista digital
www.politicaycultura.cl
Al Nakba es recuerdo permanente

Al Nakba es recuerdo permanente

TIEMPO DE LECTURA: 10 min.

Por Pablo Jofré Leal*

El tiempo, definido por la ciencia como aquella magnitud física donde suceden hechos y eventos resulta ser implacable, nada lo detiene. No hay manera de impedir su avance pero,el recordar, impide que hechos que marcan nuestra vida se pierdan en el olvido.

El tiempo es un flujo constante de sucesos y entre ellos, este mes de mayo nos permite evocar hechos, acontecimientos con enormes consecuencias en el ámbito de la vida de diversos pueblos en Oriente Medio, en especial del pueblo palestino. Un suceso, que con el paso del tiempo no deja de encender nuestros corazones, de alentar nuestra indignación y estimular el diario recuerdo, como la etimología de esta palabra lo refiere recordis: del latín, volver a pasar por el corazón. Ese suceso es Al Nakba, la catástrofe en árabe, el crimen sin resolución desde que se diera curso a la creación de la entidad sionista, el día 14 de mayo del año 1948 y con ello el comienzo de un genocidio que no ha terminado.

Al Nakba es de esos acontecimientos, que nos trae al presente recuerdos trágicos, incluso algunos que se perpetraron un mes antes que el sionismo concretara su mito fundacional, como fue la matanza de Deir Yassim[1]. Una Nakba con emociones contenidas y otras que se desbordan al dar cuenta de la serie de hechos, que implicaron la expulsión de cientos de miles de palestinos de sus hogares, donde hoy se erige la entidad sionista bajo el nombre de Israel. Ciudades y pueblos ocupadas por colonos extranjeros, que se levantaron sobre los despojos de las aldeas y pueblos palestinos arrasados por la furia homicida de paramilitares sionistas, alzados sobre la sangre y los huesos de miles de palestinos asesinados en sus tierras hoy usurpadas en un proceso de expansión sobre territorio palestino.

Por ello, cuando suelo hablar de Al Nakba, señalo con pleno convencimiento, que esta catástrofe es memoria y es presente sobre los objetivos que tiene y debe tener toda reivindicación palestina sobre su tierra: el retorno y la autodeterminación. Tareas indudablemente complejas a la luz de la actual dinámica de la política cívico y militar de Israel, con un gobierno de coalición que une corruptos y criminales de guerra y que está decidida a violar a todo lo que huele a derecho internacional, contando para ello con el apoyo irrestricto de Washington.

Una complicidad evidente la de Washington, sin pudor alguno, ya sea trasladando la embajada estadounidense de Tel Aviv a Al Quds, apoyando a Israel en su desconocimiento de las resoluciones condenatorias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de instituciones como la UNESCO, no reconocer jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI) en los crímenes cometidos por el sionismo y en los últimos días, alentar la anexión de los asentamientos con colonos sionistas en Cisjordania, el Valle del Jordán y las tierras al norte del Mar Muerto, en beneficio de los apetitos expansionistas del mito del Erezt Israel[2].

Traer a colación Al Nakba es dificultar que la memoria quede  oculta, impedir que sea una expresión de justicia. Recuerdo, en una disputa con un sionista, que solía alegar su parte árabe como escudo frente a las críticas, el señalarle la importancia de la memoria como arma a quienes basan sus argumentos en construcción de mitos utilizando para ello, no sólo la religión, sino aparentes promesas y definiciones de pueblo elegido. Mitos construidos, incluso con la usurpación de su arqueología, el vestuario, comida, música, cambiar la denominación de pueblos y aldeas, que es la manera que tiene el sionismo de tratar de borrar la identidad de un pueblo, apropiándose de su historia. Pero, está la memoria y esa no se hace desaparecer así como así con los palestinos, ni con nadie que ame su historia y la defienda como lo hace Palestina y su pueblo.

El poeta nacional palestino Mahmud Darwish nos refiere, que el combate del pueblo palestino por su libertad, su lucha contra el opresor tiene un componente esencial: el campo de la memoria. En el sentido que uno de los actores, el sionismo, que pretende borrar, invisibilizar la memoria de un pueblo milenario, su historia, su lengua, mediante un proceso de sionización. “Pero, el pueblo palestino, a pesar de 72 años de una política de exterminio puesta en práctica desde el momento mismo que nace la entidad sionista y comience Al Nakba, lucha día a día para que esa memoria permanezca, porque esté presente aún en las condiciones más adversas. Una Palestina indomable, que haciendo uso de todas las formas de lucha resiste, para gloria de sus hijos e hijas y para la admiración de todos aquellos que creemos que más temprano que tarde Palestina será capaz de alcanzar su plena libertad”

Mayo Infausto

El 14 de mayo es una fecha dolorosa para el pueblo palestino. Un número desgraciado, pues la cobardía de las potencias occidentales permitió, no sólo concretar el fin del Mandato británico sobre Palestina sin generar la autodeterminación de su pueblo, sino que dio vía libre para la conformación de una entidad que daría impulso a décadas de crímenes, usurpación, expolio y saqueo de un pueblo y su tierra. Efectivamente, el día 14 de mayo del año 1948 nace, no sólo un régimen totalitario, sino también un patógeno que ha causado un daño enorme a la región donde decidió instalarse. Lo denomino Sion 48, versión israelí del SARSCOV post segunda guerra mundial.

Una entidad, que gracias a la crisis de conciencia de las potencias occidentales, principalmente, le ha hecho pagar al pueblo palestino los delitos, crímenes y exterminio causados por una extinta Alemania nacionalsocialista. Una Alemania, que hasta el día de hoy asigna fondos para expiar sus culpas por haber asesinado a connacionales de creencia judía, como también a polacos, franceses, holandeses, checos y otros innumerables países, donde también se practicó una operación destinada a exterminar a otros seres humanos por su creencia, etnia o raza. Claro está, que los gobiernos germanos y sus conciencias no alcanzaron para dar cuenta de los 23 millones de soviéticos muertos en esa guerra, gitanos, personas con deficiencia mental, homosexuales, políticos opositores, prisioneros de guerra. Para ellos no hubo y no hay fondos de reparación e incluso negacionismo respeto al valor y esfuerzo del pueblo soviético en el triunfo sobre el Tercer Reich.

Hubo indemnización para algunos y olvido para otros,aquellos quienes no recibieron el maná surgido de una verdadera industria, que dotó de ingentes recursos financieros al naciente régimen sionista, tal como lo señala el intelectual estadounidense Norman Finkelstein (cuyos padres estuvieron en campos de concentración en Majdanek y Auschwitz) en su libro titulado “La Industria del Holocausto” ¿El premio mayor? Permiso para constituirse como entidad y declarar unan supuesta independencia, cuya primera manifestación será la ocupación de tierras palestinas a manos de sus grupos paramilitares: Haganah, Irgún, Lehi, dotados con moderno armamento proporcionado por los mismos que finalizaron su mandato y que permitió ocupar vastas tierras ajenas y dar comienzo a Al Nakba.

Y hablo de supuesta independencia con la certeza que no se puede usar ese concepto, tal como lo he sostenido en oportunidades anteriores y lo reafirmo: “Israel no puede hablar de independencia ya que es una denominación fantasiosa pues, ¿de quién se independizó este Israel surgido del atropello del pueblo palestino? ¿Cómo atreverse a signar un proceso de despojo como algo asimilable a la declaración de independencia? ¿Qué emancipación puede glorificar una sociedad que se forma al amparo del crimen, el robo, en el marco del desarraigo, la expulsión y la usurpación del territorio palestino y amparado en esa acción criminal bajo el mito de una de un supuesto derecho divino?

No se puede hablar de independencia cuando entendemos que este concepto atañe a la formación o restauración de un país después de la separación de otro del cual formaba parte. Israel no ha restaurado nada, no se ha separado de nada del cual pudiésemos decir que logró su autodeterminación y menos aún formaba parte de otro Estado que pudiese remitir a la idea de independencia. Es, por tanto, una creación ficticia”. Una formación nacida al amparo de decisiones que violaron los derechos de millones de seres humanos, forzados a abandonar sus aldeas, pueblos y ciudades. Marcharse forzadamente de sus hogares, dejar atrás sus cultivos, sus plantaciones de olivos, su ganado, en un proceso de expulsión que no termina.

Una Nakba, que día a día expresa nuevas acciones del régimen terrorista que impide el retorno de millones de palestino a su tierra: la demolición de viviendas de familias palestinas en Cisjordania (cuya perversidad se expresa en esperar que se construya el hogar, que se habite, para después no dejar piedra sobre piedra), destrucción de cultivos en los bombardeos crónicos contra la Franja de Gaza y su bloqueo brutal desde el año 2006 a la fecha. En la construcción de asentamientos para instalar allí, en tierras palestinas, a decenas de miles de extranjeros sionistas. Al Nakba es un hecho presente 72 años después y con la misma violencia de antaño. El sionismo sigue siendo ese virus ponzoñoso y criminal que expulsó a 800 mil palestinos de sus tierras, de esa palestina histórica que por donde transites, así aterrices en Tel Aviv o ingreses por la frontera con Jordania, logras escuchar a los cuatro vientos “me llamo Palestina hoy usurpada”

Resulta evidente que 72 años desde Al Nakba, sólo la lucha del propio pueblo palestino, de sus movimientos, organizaciones, sus hombres y mujeres, junto a la solidaridad activa de las sociedades de este mundo, podrán impedir el plan sionista de anexar Cisjordania y frenar el bloqueo de la Franja de Gaza. Palestina es capaz de impedir el plan a través de su propia lucha, que debe tener todas las formas imaginables, que debe intensificarse contra esta “imposición del siglo” disfrazada de acuerdo e impulsado por este binomio conformado por Washington e Israel.

El robo, las sanciones impulsada por esta alianza y el chantaje permanente socavan permanentemente la confianza en instituciones internacionales, timoratas y sometidas a la presión financiera y política, incapaces de aplicar las leyes internacionales que castiguen al sionismo por sus crímenes. Una institución como la ONU, incompetente de aplicar la Carta de las Naciones Unidas en su Capítulo VII donde ha quedado demostrado, desde el mismo año 1948 a la fecha, que Israel amenaza la paz, la quebranta, no cumple medio centenar de resoluciones que exigen su retiro de los territorios ocupados, que demuela el muro de la vergüenza, que deje de construir asentamientos. Israel es un virus en el seno de Oriente Medio y ejerce su influencia negativa sobre otras regiones del mundo. Una entidad frente a la cual hay que exigir su aislamiento y hacerla desaparecer por el peligro que representa como ideología, como política contra sus vecinos. Israel es el Sion 48 que requiere el concurso internacional para luchar contra él. Todo lo demás es hipocresía y doble rasero

Siete décadas después de Al Nakba, la reivindicación del retorno está intacta. Y en ello el valor dado a la memoria es fundamental. Día a día, en cada Dabke que se ejecuta, en cada comida que se comparte y se le denomina con su nombre en árabe, tanto en el territorio palestino como en el transtierro. Cada bandera que se iza en cualquier lugar del mundo en honor y solidaridad con Palestina nos recuerda que no es hora de flaquear. Nos impone la obligación de denunciar al sionismo y sus cómplices, no temer, no dejarnos amedrentar.

Los Hombres y mujeres que habitan cada rincón de la Franja de Gaza y Cisjordania, como también aquellos que viven la ocupación, la segregación y el apartheid en la Palestina histórica, sabrán luchar por sus derechos y que cuenten con nuestro apoyo, de los que no estamos bajo la bota inmunda del sionismo, aquellos que estamos fuera de Palestina. Nuestro deber es impulsar y apoyar este combate que no terminará hasta el fin de una ideología malsana, como también llevar adelante la campaña del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) y todas aquellas formas de lucha que permitan derrotar al sionismo. Al Nakba ha sido una catástrofe, sin duda y hoy el combate contra el Virus Sion 48 exige fortaleza y esa se encuentra en abundancia en el pueblo palestino.


* Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de revista digital www.politicaycultura.cl

Referencias:

  1. Deir Yassim: Pueblo palestino ubicado en las inmediaciones de Al Quds donde se asesinó a 260 civiles palestinos entre los días 9 de abril al 11 de abril del año 1948. Deir Yassim, una localidad de aproximadamente 600 habitantes fue cercada por milicianos de los grupos terroristas sionistas israelíes Irgún y del Lehi (Banda Stern) y con menor número de efectivos participó también una unidad de la Haganáh llamada Palmaj. La documentación existente ha comprobado que los terroristas,previo a asesinar a sus víctimas, acompañaron su acción con mutilaciones, violaciones obligándolos incluso a desfilar por los barrios judíos antes de ser ejecutados.
  1. Erezt Israel. Término que da cuenta de la denominación de la “Tierra de Israel” que al recoger el trabajo de intelectuales como el historiador israelí Shlomo Sand, nos permite afirmar, en base a lo sostenido en su libro“When and how was the land of Israel invented” que el sionismo robó el término religioso Eretz Israel (tierra de Israel) y lo convirtió en un término geopolítico. La tierra de Israel no es la tierra de los judíos. Se convierte en patria de origen a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, sólo a partir del surgimiento del movimiento sionista”. Nuevamente la afirmación del crear mitos, de mentir en forma descarada de establecer ideas fundacionales a partir del despojo. 
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