A desalambrar y a organizar

A desalambrar y a organizar

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Distintas fueron las reacciones de los países del continente ante la negativa de Washington de convocar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la próxima Cumbre de las Américas. EEUU y una encerrona compleja de resolver.

En un artículo recientemente publicado por el analista Jorge Majfud, el autor utiliza el concepto “síndrome de Hiroshima” para referirse a la condescendencia que tienen muchos gobiernos de la región con el victimario histórico del barrio: EEUU.

Al menos para quien suscribe, un concepto tragicómico pero que de alguna manera explica la actitud lacaya de sectores de cada uno de nuestros países que rinden pleitesías al imperio del norte cada vez que pueden, pese a que éste es el mayor saqueador, represor y violador de derechos humanos del mundo.

Majfud define a este síndrome señalando que producto de la impunidad norteamericana, la cual afirma es la madre de todas las corrupciones, ha reforzado este flagelo por el cual “todos los años los japoneses le piden perdón a Washington por las bombas atómicas que le arrojaron sobre ciudades llenas de inocentes”.

Si bien el autor hace referencia a la falta de voluntad política de los gobiernos nuestroamericanos para exigir reparaciones históricas por los daños acaecidos por el imperio del norte, vale también para explicar (en parte) la actitud vasalla de algunos gobiernos.

Algo está cambiando

Lo cierto es que desde hace al menos dos décadas, la influencia de EEUU sobre nuestro continente ha ido cambiando. Ese poder omnipresente y universal del que se vanagloriaba el gigante del norte, ya no es lo que era. Países como Rusia y China lo han puesto en crisis, ayudados por errores grotescos oficiados por quienes se creyeron y se siguen creyendo, los guardianes de la libertad y la democracia.

Sin ir más lejos, y es algo que ya hemos analizado en estas líneas editoriales, la guerra que se vive en Ucrania es parte de una multiplicidad de iniciativas lanzadas por los norteamericanos para intentar revertir su debacle. Si lo lograrán o no, dependerá de múltiples factores que no se analizarán en estas líneas.

El pasado reciente

En este marco, lo concreto es que Nuestra América fue históricamente la reserva estratégica del imperio norteamericano (hecho que también se ha analizado en oportunidades anteriores), pero ese control sobre nuestro continente se vio interrumpido a inicios de siglo con la llegada de gobiernos populares que pusieron en tensión el dominio norteamericano. Lula y Dilma, Chávez, Fidel, Néstor y Cristina, Correa, Evo, Ortega, Mujica, Lugo, Zelaya y tantes otres, trabajaron en pos de la unidad continental y de mayores grados de independencia y soberanía.

Con sus más y sus menos estos compañeros y compañeras hicieron un camino común para dejar de depender de los dictados del norte, más allá de que en cada uno de nuestros países continuaron las operaciones y desestabilizaciones de parte de sectores de la oposición política, de los medios hegemónicos de (in)comunicación y de aparatos judiciales totalmente cooptados por el adoctrinamiento gringo.

La Cumbre de las Américas y sus repercusiones

Está claro que la situación actual, avanzada neoliberal y pandemia mediante, no es la misma que en aquel gran primer momento de tiempo nuestroamericano. Pero lo cierto es que paulatinamente empiezan a aparecer señales de que esa senda puede retomarse para dar continuidad al proyecto que comenzaran Bolívar, San Martín, Artigas y tantes otres.

Recientemente el gobierno de los EEUU amagó con no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua a la próxima Cumbre de las Américas. Este evento paradójicamente lleva un nombre que tranquilamente podría haber sido utilizado por Bolívar para organizar un cónclave en pos de librarnos del yugo español (hoy norteamericano y de sus corporaciones multinacionales).

La cuestión es que ante la exclusión de estos tres países del ALBA-TCP, las reacciones no se hicieron esperar: AMLO, durante su reciente gira por Centroamérica, salió al cruce y dijo que no asistiría si había exclusiones. A posteriori se sumaron Bolivia, Antigua y Barbuda, Honduras y Argentina, que si bien no negó su participación sí manifestó su descontento ante tamaña desvergüenza.

Ante la posición diplomática de varios gobiernos del continente, desde la Casa Blanca salieron a intentar bajarle la espuma al asunto argumentando que aún no estaban definidas las incitaciones finales ¡Patrañas! Ante la reacción a las exclusiones se vieron ante la siguiente encerrona:

EEUU tiene elecciones de medio término en noviembre de este año. Los republicanos (según las encuestas) tienen muchas chances de sacarle el control de ambas cámaras a los “demócratas” y Biden no acierta una sola de todas las políticas lanzadas para recuperar su imagen dentro del país.

Si invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua mostraría una suerte de debilidad ante países que eligieron defender su soberanía ante cualquier presión, y los republicanos, sobre todo en Florida (estado electoral clave) podrían hacerse un festín. De excluir a estos países, México, Bolivia, el Caricom en pleno y vaya une a saber qué otro país más, podrían no asistir al evento, lo cual daría muestras de la clara pérdida de influencia de los EEUU en el continente.

Cuestiones paralelas

A este escenario hay que agregarle la cada vez más importante inversión no occidental, sobre todo china y rusa, en muchos países de la región. Inversiones que, si bien no son tan importantes como en otras partes del mapa, tienen la particularidad de no tener contraprestaciones leoninas como las norteamericanas, lo cual las hacen más atractivas para los gobiernos del continente.

Como si fuera poco, este año hay elecciones en dos países claves del sur del continente: Brasil y Colombia. En ambos hay muchas posibilidades de que ganen proyectos populares que, con sus limitaciones y las complejas situaciones internas, serían un revés importante en la influencia norteamericana.

Como si fuese poco, recientemente mandataries de alto vuelo nuestroamericano como Cristina Fernández de Kirchner y Luis Ignacio Lula Da Silva realizaron discursos que marcan un camino y orientan los esfuerzos para retomar la senda de la unidad continental y el trabajo para retomar márgenes mayores de autonomía respecto de las directrices del norte.

CFK planteando la necesidad de readecuar las estructuras institucionales de los estados nacionales ante la falta de herramientas para controlar a los sectores de poder reales (los privados de varias índoles), y Lula hablando no sólo de recuperar las experiencias integracionistas como el Mercosur, UNASUR, la CELAC y los BRICS; sino proponiendo la creación de una nueva moneda (el SUR) para dejar de depender del patrón dólar (impuesto a punta de fusil y bombardeos por Washington).

Qué hará EEUU ¿priorizará el escenario doméstico para intentar no perder por paliza en las elecciones de medio término o su imagen a nivel internacional como mandamás de las Américas?

Qué harán los gobiernos de la región ¿Seguirán manifestando su síndrome de Hiroshima o tomarán el camino iniciado por Bolívar y San Martín, luego retomado por Chávez, Fidel y otres mandataries?

Por lo pronto, más allá de lo que hagan nuestros gobiernos, nuestra tarea como puebles es hacer caso a la canción: ¡A desalambrar!… ¡y A organizar!

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

El sueño de Bolívar ¿una utopía?

El sueño de Bolívar ¿una utopía?

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

 “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

Eduardo Galeano

Este 24 de julio se cumplieron 238 años del nacimiento de uno de los patriotas revolucionarios más emblemáticos para Nuestra América, el Libertador Simón Bolívar. Como era de esperarse hubo actos conmemorativos en diversas latitudes de nuestro continente, pero este aniversario vino con sorpresas.

Quizás la más relevante y alentadora fue la propuesta realizada por el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en el marco de la XXI Reunión de Cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Aunque por sus características y posicionamientos políticos no sorprendiera el homenaje de AMLO al libertador (aunque a muchos oligarcas se les revolvieran las tripas), el presidente mexicano arrojó una invitación que como mínimo genera esperanza e ilusiones en los pueblos que luchan contra la opresión en todo el continente.

En parte de su discurso Andrés Manuel sostuvo que “es ya inaceptable la política de los últimos dos siglos, caracterizada por invasiones para poner o quitar gobernantes, al antojo de la superpotencia. Digamos adiós a las imposiciones, las injerencias, las sanciones, las exclusiones y los bloqueos. Apliquemos en cambio, los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de las controversias”, a lo cual agregó “iniciemos en nuestro continente una relación bajo la premisa de George Washington según la cual las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.

El presidente mexicano afirmó ser consciente de los desafíos que esta propuesta significa, dado que invitó a los cancilleres allí presentes a construir “algo semejante a la Unión Europea, pero apegado a nuestra historia, a nuestra realidad y a nuestras identidades”. Está más que claro que el llamado de López Obrador retoma la propuesta que Simón Bolívar realizara en 1826 en el Congreso Anfictiónico de Panamá en el que se convocaba a los países de América Latina y el Caribe a conformar una Unión o Confederación de Naciones Americanas.

Es que incluso con esa impronta nació la CELAC, allá por 2010. El contexto era otro: Chávez, Fidel y Néstor estaban vivos; Lula Da Silva, Evo Morales, Rafael Correa, Fernando Lugo y Pepe Mujica, entre otros, gobernaban sus respectivos países; los gobiernos de derecha en el continente eran minoría, y los Estados Unidos de Obama parecían más focalizados en el Medio Oriente e intentaba recomponer relaciones con Cuba.

La realidad actual dista mucho de aquella: Chávez, Fidel y Néstor ya no están físicamente; las agresiones norteamericanas contra Cuba, Nicaragua y Venezuela recrudecieron; los gobiernos neoliberales hicieron destrozos significativos en un breve período de tiempo; y la pandemia agravó un escenario ya de por sí complejo.

Pero en estos últimos años también hubo victorias populares: se derrotó el golpe en Bolivia, llegaron AMLO y el Frente de Todos a los gobiernos de México y Argentina; en Perú ganó un maestro rural que promete cambios significativos en ese país; los pueblos de Colombia y Chile están haciendo trinar las anquilosadas estructuras político partidarias; Lula volvió al ruedo y hay grandes esperanzas puestas de cara a 2022; y los norteamericanos no pudieron derrotar ni a Cuba, ni a Nicaragua, ni a Venezuela.

El presidente mexicano, incluso, propuso que este organismo suplante a la tristemente célebre Organización de Estados Americanos, estructura internacional creada por EEUU a fin de controlar el continente e imponerle sus ideas. Veamos sino de qué ha servido esta organización desde su creación. Al respecto, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, sostuvo en diálogo con TeleSur que “la CELAC fue fundada en un espíritu profundamente rebelde, bolivariano, sanmartiniano, martiano. Fue fundada para construir desde América Latina y el Caribe nuestro propio camino, una comunidad de Estados, una comunidad de pueblos”.

No son pocos los y las analistas que afirman que la complejidad del mundo es cada vez mayor y que la geopolítica terminará confluyendo en grandes bloques de poder. EEUU, Rusia y China son pesos pesados por sus propias capacidades, pero la Unión Europea no sería lo que es si no fuese un bloque. De igual modo, observemos la vinculación de las grandes potencias con otros países: OTAN si miramos a occidente; Organización de Cooperación de Shangai o Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) si miramos hacia Rusia y China, a la cual podría agregarse el BRICS.

La política ejercida por la administración Trump y la falta de proyecto colectivo de las derechas en Nuestra América, pero fundamentalmente la aparición del Covid-19, dieron cuenta de las dificultades que tuvo nuestro continente para enfrentar la pandemia. Piensen ustedes qué diferente habría sido si la CELAC o UNASUR hubiesen estado fuertes y articuladas para, como bloque, haber adoptado políticas integrales para defendernos de virus.

La XXI Reunión de Cancilleres de la CELAC realizada estos días en México consolidó un paso importante en la integración regional: La firma de un acuerdo para la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio. Algo que a simple vista podría parecer que no es significativo para los pueblos de la región, pero imagínense cómo puede impactar una política conjunta de los 33 países del continente en esta materia ¿Cuánto se podría avanzar en materia comunicacional, en materia satelital, en desarrollo tecnológico conjunto?

En línea con lo anterior, cuánto se podría hacer por los pueblos del continente si se aúnan esfuerzos para mejorar las infraestructuras de cada país, las telecomunicaciones, el fomento a la complementaridad de nuestras economías, en materia sanitaria, en ciencia y tecnología, o en la materia que ustedes imaginen. Las posibilidades se vuelven ilimitadas.

Está más que claro que habrá quienes pretendan boicotear la propuesta arrojada por López Obrador. También habrá muchos escépticos de que tamaña tarea se pueda concretar, pero como se preguntaba Galeano, para qué sirven sino las utopías. “Sirve para eso, para caminar”.

Nicolás Sampedro
Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Katu Arkonada: “Estamos viendo un proceso político muy interesante en México”

Katu Arkonada: “Estamos viendo un proceso político muy interesante en México”

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Dialogamos con el analista político internacional y ex asesor de Evo Morales (radicado en México), Katu Arkonada, quien analizó las elecciones de medio término, las contradicciones en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los desafíos en los restantes 3 años de gobierno.

Arkonada además hizo una lectura respecto de los procesos electorales y de movilización popular que vivimos en Nuestra América, sobre los cuales señaló que “es un buen momento dentro de cambio de época convulso”.

¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!

¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!

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Por Nicolás Sampedro*

Desde su llegada al ejecutivo mexicano, y previamente en la campaña electoral, el presidente Andrés Manuel López Obrador utilizó dos ejes. Uno que históricamente había sido patrimonio de la cultura política del país azteca y otro un factor común de las décadas del PRIAN: la no injerencia en asuntos de otros países y el combate a la corrupción.

Desde que AMLO se hizo cargo del ejecutivo mexicano, no han parado de lloverle agresiones de los que habían gobernado el país hasta ese momento, al igual que presiones externas (fundamentalmente gringas) para que no cambie la política exterior del país, precisamente porque Andrés Manuel prometía la no injerencia en asuntos de otros países.

Ha pasado un año y medio y las complicaciones no han cesado. Desde las operaciones mediáticas, las atrocidades que siguen cometiendo los carteles del narcotráfico, las presiones de Trump, las dificultades para cambiar décadas de políticas neoliberales y la aparición de una pandemia que dejó pedaleando a más de une.

ALERTA: ¿Nuevo Golpe?

Hace algunas semanas el presidente mexicano presentó un documento donde se detallaba un plan de la oposición que contaba con dos grandes momentos: ganar la mayoría parlamentaria en las elecciones de 2021, y sacar a AMLO del palacio presidencial en 2022 mediante revocación de mandato.

Es que la política de no injerencia, no sólo era una tradición mexicana. Hoy día cobra primordial relevancia ante la bestial cruzada contra Venezuela, que tiene a los EEUU de Donald Trump y compañía como principales agresores.

También en semanas recientes, el gobierno de los EEUU sancionó unilateralmente a personas y empresas mexicanas por participar de un programa de intercambio de alimentos por petróleo con la República Bolivariana de Venezuela. La propia Reuters había publicado que el FBI y otros organismos gringos estaban operando desde las sombras para tal fin.

Parece que ante la fracasada invasión a Venezuela bajo la “Operación Gedeón”, el gobierno de Trump y los factores de poder norteamericanos volvieron a arremeter con más sanciones y aumento en el bloqueo contra la patria de Bolívar. Los intentos desesperados no hacen más que ratificar que el gobierno de Maduro (al igual que el del mandarín Xi) serán factores claves en la carrera hacia la reelección del magnate de peluquín[1].

Andrés Manuel en números

Pero, siempre hay un pero… Pese a las dificultades, las complicaciones y los palos en la rueda de la oposición mexicana, la figura de AMLO aún cuenta con una aceptación más que considerable.

Recientemente el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), publicó los resultados de la primera encuesta realizada en territorio mexicano. AMLO tiene una imagen positiva del 55,3% y casi dobla el porcentaje de quienes no ven con buenos ojos al presidente de la “Cuarta Transformación”.

Como si fuese poco, entre los 2 principales partidos de oposición (PRI y PAN) apenas cuentan con una intención de voto de poco más del 16%, en tanto Morena supera el 25%. Es evidente que décadas de corrupción y de gobierno neoliberales han quedados marcados a fuego en la memoria viva del pueblo mexicano, y que pese a las múltiples agresiones, AMLO aún tiene mucho apoyo.

Aunque la pandemia del COVID-19 ha impactado en gran medida en las economías de las familias mexicanas (casi un 80% de les encuestades), “4 de cada 10 mexicanos cree que el país vive un momento de transformación profunda y 6 de cada 10 se muestran a favor de la intervención del Estado para reducir las injusticias sociales”.

Evidentemente son muchos los respaldos con los que cuenta Andrés Manuel López Obrador, pero como se puede observar, los poderes fácticos y el imperio, continúan lanzando ataques para erosionar la figura de AMLO y el proceso político que él encabeza.

Los desafíos

La Cuarta Transformación tiene por delante más de la mitad del mandato, y sus conductores tendrán que utilizar el arte de la cintura política para sortear las piedras en el camino que seguirán poniendo tanto desde la oposición, como desde su vecino del norte.

En relación a esto último, habrá que estar atentes a cómo se posicione el país en el Consejo de Seguridad de la ONU, dado que en breve asumirá como miembro no permanente. De igual manera habrá que observar de cerca cómo será su relación con EEUU (de cuasi dependencia económica), con China y Rusia (como dos actores claves en el mundo que se viene), además de evaluar la recomposición de una relación histórica que el país azteca ha tenido con Nuestra América.

Allá por 2018 cuando el mundo se enteraba que por fin les mexicanes habían podido dar el batacazo contra la corruptela del PRIAN, en distintos puntos de Nuestra América celebrábamos esa victoria como propia; porque era un signo de esperanza ante el reflujo conservador neoliberal que aún azota a la región. Sin duda era (y es) una esperanza en esa recomposición de las fuerzas progresistas y revolucionarias del continente, de ese proceso que habían iniciado Fidel, Chávez, Evo, Correa, Lula, Kirchner, entre otres.

¿Actor clave o de reparto?

México puede ser un actor clave en el nuevo panorama regional. Para ello será determinante la relación que pueda establecer con toda Nuestra América, y particularmente con la Argentina de Todes que encabezan Alberto y Cristina Fernández, fundamentalmente en ese rol de mediador ante las agresiones entre vecines o con los gringos.

Este desafío estratégico en términos regionales se tendrá que dar, necesariamente, mientras hacia lo interno hace las transformaciones prometidas y los cambios necesarios para sacar a México del pozo en el que está metido.

Mientras avanza en esos dos caminos, tendrá que burlar los obstáculos que vayan dejando, tanto desde la oposición como desde la Casa Blanca, porque Washington al parecer está trabajando en dos estrategias en paralelo: por un lado la del intento de golpe interno, mientras por el otro, presiona desde sus oficinas y entidades para intentar alinearlo a la persecución económica y financiera contra Venezuela.

El dicho popular dice: ¡Pobre México! ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de los EEUU!


* Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún 
resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las
injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

Referencias:
[1] https://www.alainet.org/es/articulo/207496

Rodrigo Coronel: “Si la escena pública está llena de incógnitas, hay una certeza inconmovible: la oposición no colabora”

Rodrigo Coronel: “Si la escena pública está llena de incógnitas, hay una certeza inconmovible: la oposición no colabora”

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Revista Trinchera dialogó con el periodista, politólogo mexicano y editor en jefe de la Revista Algarabía, Rodrigo Coronel, quien analizó cómo está enfrentando México la situación de pandemia del COVID-19.


¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?

México estaba polarizado. Y sigue igual. Las posturas de la oposición al presidente López Obrador frisaban en lo neurótico, lo absurdo. Cada día, desde ciertos círculos políticos, alentados desde las cañerías del rencor y la nostalgia por el poder perdido, las arremetidas contra el gobierno subían de tono y bajaban en calidad; eran más ruines. El debate público se fue empobreciendo a un ritmo acelerado y de esa espiral pocos se desmarcaban.

Tampoco hacían algo mucho mejor los que defendían, acríticamente, al presidente. Éstos apenas recurrían a un puñado de manidos argumentos, uno más gastado que el otro. A veces, en medio de la vorágine, se confundían los gritos y desde las dos trincheras terminaban por gritarse los mismos insultos. Era como si la palestra pública se hubiera llenado de gritos y los argumentos de los pocos que querían hablar se fueran apagando poco a poco y apenas quedaran algunos murmullos.

El vehículo de la oposición cada vez se decantó con mayor intensidad; no eran los partidos políticos –desdibujados desde su rotundo fracaso en las últimas elecciones-, sino algunos empresarios y un puñado de columnistas.

Luego llegó la pandemia.

 ¿Cómo caracterizarías la actitud del gobierno nacional para enfrentar al COVID-19?

Irregular, errática incluso. Las primeras semanas de la pandemia estuvieron llenas de mensajes contradictorios. Si un gobierno local, afín políticamente al central, determinaba el quedarse en casa y evitar cualquier salida a la calle, el presidente aparecía en las redes sociales diciendo lo contrario y saludando a un centenar de personas sin protección ni distancia.

Puede decirse que el mensaje gubernamental tardó en cuajar; la coordinación no fue exactamente eficaz. Tardía podría ser otra de las características que aquejaron a las acciones del gobierno; mientras el virus se desplegaba con inusitada intensidad alrededor del mundo, las palabras del presidente se iban quedando pequeñas e insuficientes, a destiempo y a la zaga. Luego, las cosas tomaron su rumbo, el mensaje se encarriló y el presidente, poco a poco, fue haciéndose cargo de la coyuntura y la comunicación, gracias al involucramiento de Hugo López-Gatell, viceministro de salud, una figura clave en el tratamiento de la pandemia.

En todo aquél desastre comunicacional de las primeras horas, la oposición hizo su parte, fue tal el nivel de enfrentamiento y polarización al que llegó, que fue difícil discernir una nota real de una falsa.

El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud mexicano, Hugo López-Gatell, anuncia medidas contra el COVID-19.

 ¿A qué le atribuís la actitud adoptada por el gobierno?

Por un lado, el “estilo personal de gobernar” de López Obrador;  por otro, a la maldita circunstancia de la desigualdad mexicana.

Cada mañana, de lunes a viernes, el presidente sale ante los medios de comunicación de todo el país y dicta agenda, ninguna otra más que la suya. También habla de todo y un poco más. Cuando los chats familiares, las sobremesas y las charlas antes de dormir eran dominadas por el virus, el presidente insistía en sus temas; ello le restó puntos. Luego, cuando habló del problema, lo hizo tan desordenadamente, sin concierto ni estrategia, que su mensaje se perdió entre las muchas otras cosas que también dijo. De ahí la descoordinación y la insidiosa percepción de que las preocupaciones del presidente eran diferentes a las de los ciudadanos.

La desigualdad económica vino a continuación. Mientras el mundo entero mandaba a la gente a parapetarse detrás de su puerta, en México “aguantaban” la medida. Tenía sentido. Aquí son millones las personas que viven al día, que se buscan la vida en la calle, sin nada fijo, a la buena de Dios. Clausurar la calle era igual a cerrarles el grifo del dinero y que se las apañaran como fuera. No era una decisión sencilla. La disyuntiva sigue siendo la misma.

La cuarentena tiene visos de privilegio. Se encierran los que pueden, se la rifan todos los demás. Al final, otra vez, tiene que ver con los pesos y los centavos. La desigualdad sigue siendo la misma cabrona que enluta una casa y a otra la deja en paz.

¿Qué efectividad considerás que tienen las medidas adoptadas?

México ha abordado la pandemia de otra forma. Parece apostar a otras variables; tanto que durante un buen tiempo se abstuvo de aplicar pruebas de Covid-19 y desaconsejó el uso generalizado de cubrebocas, con algunas excepciones. Fueron a contrapelo del resto del mundo. Sinceramente, aún es temprano para saber si lo que hicieron, hablando estrictamente del sector salud, será eficaz o un desastre.

Naturalmente, los opositores al gobierno predicen, casi con morbosa delectación, un apocalipsis; los seguidores de éste apuestan a un final casi feliz –todos dan por sentado una complejidad sin precedentes-. Ya se verá si fueron genios incomprendidos o burócratas irresponsables.

¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?

El gobierno no cuenta con la oposición. Si la escena pública está llena de incógnitas, hay una certeza inconmovible: la oposición no colabora. A diferencia de otros países en el mundo, que han encontrado como imperiosa la necesidad de convocar a una tregua política, en la realidad mexicana esto es más bien ingenuo, incluso ridículo. No recuerdo un sólo mensaje de colaboración  o respaldo de la oposición para el gobierno. Al contrario, sólo saetas y críticas aviesas.

Pero, para ser justo, nada o muy poco esperamos de esa clase política. Su descrédito es lo suficientemente definitivo como para que ellos mismos cancelen su redención pública.

¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?

Pongámoslo así: el FMI dice que la economía mexicana caerá 6.6%; el propio gobierno mexicano estima que la caída será del 3.9%. Según la ministra de Trabajo, Luisa Alcalde, del 13 de marzo al 6 de abril, en México se perdieron 346 mil 878 puestos de trabajo, poco más de los que se crearon en el 2019.

En buen mexicano: se ve de la chingada.

¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?

Los atascos viales, las aglomeraciones y el transporte público eran la normalidad de las ciudades mexicanas. Nada de eso queda. En la Ciudad de México, por ejemplo, ya no hay ese tránsito agobiante; tampoco vagones de tren a reventar, ni personas en tránsito. Es decir, ya nadie compra y pocos venden. El frenón económico ha sido brutal.

Son los pequeños negocios los más afectados; esos, precisamente, que iban al día. En vista de esta repentina dinámica, la improvisación ha sido su mejor aliada. Hay iniciativas dispersas que procuran la adquisición de productos fuera de las líneas de distribución de las grandes transnacionales; así, en algunos casos, se prefieren los mercados populares a los grandes almacenes, los restaurantes locales a las cadenas de comida rápida. En fin, una suerte de supervivencia comunitaria que se deja sentir en las ciudades.

¿Cuál es la percepción en las calles tanto de las medidas como de la situación cotidiana?

Tanto en las grandes debacles, como en los acontecimientos inéditos, el sentir popular mexicano suele ser de descreimiento. Un sentimiento, más que una creencia, de que todo es sólo una gran tomadura de pelo.  No es una certeza fincada desde la racionalidad, sino una pulsión subconsciente, automática, de desconfianza.

Para muchos, para más de lo que nos gustaría aceptar, el Coronavirus es una triquiñuela, algún peldaño en la escalera de un plan mayor, más complejo y exquisito, de fines desconocidos pero mezquinos. Un arreglo inconfesable de los de muy arriba para perjudicar otro plan, igualmente complejo y enrevesado.

Injusto sería decir que esta es una intuición mayoritaria, pero sería una mentira prescindir de ella para explicar la displicencia con la que algunos se toman la pandemia. En México, todos tenemos un tío o una tía a la que hemos escuchado decir: “Eso del Coronavirus es puro pedo, ¿cuántos conocidos tienes que se hayan enfermado?”.

No obstante, al margen de la cultura de la sospecha, pocos se han escapado de los rigores del momento. Entre despidos y reducciones del ingreso, la “conspiración” tiene su dosis de realidad.

¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?

Para un gobierno que ha hecho de las fuerzas armadas una aliada insustituible, su participación ha sido más bien anecdótica. Apenas algunas intervenciones de sus generales respaldando el plan del gobierno en lo que haga falta. En esta coyuntura, el protagonismo está en otra parte: los servicios de salud.

¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?

Dos, con urgencia. Fortalecer los servicios de salud, históricamente pauperizados por el neoliberalismo y la obsesión psicótica de sus gobiernos, y disipar las nubes negras que se ciernen sobre la clase media.

Los servicios de salud se perciben débiles, maltratados por malos manejos previos y su sistemático desmantelamiento. Se sabía, naturalmente, de su insuficiencia y difícil situación; en realidad, para nadie ha sido una novedad el hecho de que profesionales de la salud salgan de sus hospitales y marchen para exigir el equipamiento necesario para cumplir con sus funciones. No es una novedad, claro, pero no deja de ser preocupante percatarse, con descarnada precisión, la vulnerabilidad de nuestro sistema de salud. Pero, para ser justos, ninguno estaba preparado; esa, quizá, sea la más descorazonadora conclusión de esta coyuntura.

Para las clases medias, las cosas no son mejores. Sus fuentes de trabajo peligran y, peor aún, están ausentes del discurso del gobierno. Toda una generación de pequeños y medianos empresarios se enfrenta casi desnuda a lo que, se mire por donde se mire, es una debacle económica que será particularmente sañosa con su endeble constitución. Al menos en esto, el gobierno ha asumido un elocuente silencio: su prioridad no está aquí. La agenda, como ya se dijo, no es otra más que la del presidente; las demás pueden esperar. Pero en este rubro, no todo está dicho.

CENTROAMÉRICA EN LLAMAS

CENTROAMÉRICA EN LLAMAS

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POR MELANY DE JUANA*

En el 2019 varios países centroamericanos parecen no encontrar la paz. Honduras, Costa Rica y México se encuentran rodeados por conflictos sociales y políticos, asesinatos y violencia que, a excepción del país Azteca, son mera consecuencia de los gobiernos de derecha que actúan a fin de los intereses de Estados Unidos.

Desde abril Honduras se ve envuelta en manifestaciones protagonizadas por distintos sectores de la sociedad que reclaman el cese de políticas neoliberales impulsadas por el gobierno fraudulento de Juan Orlando Hernández a quien, a su vez, se lo ha involucrado en casos de corrupción. 

El punto de inflexión fue la sanción de dos reformas orientadas a reestructurar el sector educativo y de salud. A partir de ese momento los gremios salieron a las calles para expresar su rechazo a las reformas: llamaron a paro en varias ocasiones y conformaron la Plataforma para la defensa de la Salud y la Educación Pública.

En este contexto de convulsión social el presidente hondureño derogó las reformas y llamó al “Diálogo nacional por la educación y la salud”, pero los gremios denunciaron que ningún representante fue convocado para participar del mismo. Ante esto los sindicatos propusieron que el Ejecutivo adhiera al “Diálogo alternativo ciudadano”, con dirigentes de diferentes sectores sociales.

Protestas en Honduras, junio 2019.

Los reclamos en las calles  siguieron creciendo y a los mismos  se sumaron los partidos políticos de la oposición, sectores campesinos, estudiantiles, de transporte y demás ciudadanos.  Las protestas fueron reprimidas. Tras estos hechos la Policía Nacional de Honduras se declaró en paro contra el gobierno hondureño y exigieron mejoras salariales, al mismo tiempo en que apoyaron a la Plataforma para la defensa de la educación y la salud. 

La condensación de diferentes reclamos intensificó las protestas que nuevamente fueron contenidas. Esta vez la violencia fue ejecutada por la Policía Militar que actúo en función del Ejecutivo,  quien ordenó un amplio despliegue militar. La represión dejó una cifra de tres muertos, 29 heridos y 41 detenidos.

El viernes 21 la Dirección Nacional de Fuerzas Especiales se reunió con representantes de la Secretaría de Seguridad de Honduras con el objetivo de firmar un acuerdo para poner fin al paro y comprometerse a mejorar las condiciones laborales de las fuerzas.

Por su parte, lo que parece una de las insurrecciones populares con mayor relevancia de los últimos tiempos en el país centroamericano, sigue colmando las calles con sus reclamos y un pedido muy concreto:  que Juan Orlando Hernández renuncie.

el país azteca registró un total de 17.010 homicidios en los primeros seis meses del actual gobierno


En la misma sintonía Costa Rica continúa con movilizaciones que se plegaron a lo largo y ancho del país. Las misma son encabezadas por los gremios sindicales que exigen mejoras laborales y rechazan las políticas del presidente Carlos Alvarado Quesada orientadas a la privatización del sector educativo a través de la ley de Educación Dual y Formación Técnica Dual.

Asimismo los profesionales de la salud también se volcaron a las calles en repudio a los impuestos y los proyectos que buscan regular las huelgas en el sector público.


En tanto México, que a diferencia de Honduras y Costa Rica tiene un presidente  progresista cuya bandera es la erradicación del neoliberalismo, presentó en mayo la tasa más alta de homicidios desde la asunción de Manuel López Obrador, con un cifra de 2903 asesinatos reportados. De acuerdo a cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el país azteca registró un total de 17.010 homicidios en los primeros seis meses del actual gobierno.

La crisis de violencia e inseguridad que atraviesa a México sigue siendo uno de los mayores problemas a resolver. AMLO reconoció que no ha logrado reducir el número de homicidios que entre julio y septiembre de 2018, meses en los que aún gobernaba Enrique Peña Nieto, osciló entre 2937 y 3050.

A esta situación se suman las crecientes columnas de migrantes que arriban al país huyendo de la violencia y marginalidad a la que se ven expuestos en sus territorios, consecuencia de la injerencia estadounidense que operan en conjunto con los gobiernos neoliberales.

No cabe duda que en los países centroamericanos se viven momentos de constante ebullición. La historia demuestra que la unidad del pueblo es lo que puede llegar a generar un cambio, y los centroamericanos son conscientes de eso.


*Periodista y analista especializada en Centro América, redactora de Revista Trinchera, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM1390) y colaboradora de Agencia Timón. 
¿Qué quiere Trump de México?

¿Qué quiere Trump de México?

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

por emilio ibañez*

México y EEUU llegan a un acuerdo por tema aranceles y migrantes.

Las sorpresas son uno de los factores característicos de Trump. Cuando todos los elementos nos conducen por un lado, repentinamente vemos que un viraje inoportuno nos lleva al polo opuesto. La incertidumbre ante una figura política que nos dará años de análisis y debates por si se trata de un hábil operador mediático-político o un empresario incapaz que aún se esfuerza por dominar las clavas de malabares. Cuando la racionalidad indica que el camino correcto es A, Trump decidirá por Z. La guerra comercial con China vislumbra este panorama. Su celoso proteccionismo, su alejamiento de las principales potencias económicas europeas y asiáticas o el tratamiento del TLCAN indicaban la conciliación con economías emergentes, la apuesta por nuevos socios comerciales que tengan la posibilidad de ser protagonistas. Efectivamente sucedió con México, pero por Z.

América Latina ocupaba la primera fila como espectador de la guerra comercial. La expectativa de una ruptura comercial entre los dos gigantes podía derivar en beneficios económicos para los países latinoamericanos. EEUU al dejar de comprar regularmente materia prima a Asia podía optar por naciones cercanas y dependientes fiscalmente ante la fluctuación del dólar. Así fue el caso de México, en el primer trimestre del año tuvo una alza en la canasta de importaciones de EEUU mientras la participación de China en el mercado importador estadounidense descendió. Ya se hablaba de concesiones arancelarias cuando Trump negociaba la eliminación de aranceles al acero y aluminio de México y Canadá. Algunas multinacionales optaron por mudarse a México para escapar de la telaraña impositiva de la guerra comercial y López Obrador negociaba tratados bilaterales con EEUU para monitorear importaciones chinas dentro del territorio. Todo perfilaba a una simple configuración esquemática de las rutas comerciales, un presidente mexicano que desde su llegada pregonó el diálogo y el consenso, indicaba que no había razones para trascender a mayores conflictos.

Trump anuncia el acuerdo con México por temas fronterizos y arancelarios.

Fue un revés inesperado cuando posteriormente a estos signos de consenso el presidente Trump anunció a finales de mayo la imposición de aranceles por un 5% a los productos provenientes de México a partir del 10 de junio si no tomaban “medidas decisivas” para controlar la migración. Rápidamente, los funcionarios mexicanos tuvieron que acercarse a Washington para que esta amenaza no prospere, mientras tanto, Trump sonaba amenazante: “No estoy preocupado porque ellos nos necesiten, nosotros no los necesitamos” afirmaba. Lo que venía siendo una llamativa cooperación por parte de EEUU, terminó derivando en una sorpresa negativa que debía ser resuelta con velocidad. Finalmente hubo acuerdo y los aranceles se desvanecieron  “indefinidamente” bajo un trato de unidad. López Obrador anunció el 8 de junio que México se comprometía a controlar la frontera con Guatemala enviando 6000 oficiales de la Guardia Nacional para evitar el libre flujo de migrantes.

La jugada fue acercarse a México, cautivarlo con negociaciones y asociaciones comerciales, absorber parte de su actividad económica para luego extorsionarlo con aranceles contundentes si no cumplía con lo que Trump pedía. El objetivo de EEUU con México es similar al que tiene con China: prevalecer como referente comercial a nivel global y espantar cualquier posibilidad de déficit fiscal ante sus competidores. Es un hecho que la guerra comercial con China derivó en un acercamiento a sus homólogos regionales pero bajo condiciones estrictas. Ahora México está sujeto a un acuerdo que debe cumplirse en un plazo de 45 días, de lo contrario, EEUU presionaría con nuevas imposiciones.

Foto: Notimex

Este acuerdo contempla la colaboración de ambos países para promover condiciones de asilo para aquellos migrantes que viajan desde Centro América hacia el norte, buscando de este modo evitar el flujo masivo hacia EEUU. Trump ve con urgencia la necesidad de cumplir expectativas de su electorado, muchas de sus promesas inconclusas se respaldan en políticas de este tipo. López Obrador insiste en el diálogo para evitar confrontaciones directas con la Guardia desplegada en la frontera de Guatemala y busca cómo solucionar un problema ocasionado por Norteamérica, responsables de la desidia que atraviesan en el Triángulo Norte centroamericano integrado por Honduras, El Salvador y Guatemala.

México padecerá por siempre el drama de un vecino conflictivo en el norte. La convivencia autónoma con EEUU es un desafío constante, más aún considerando que son los receptores de aproximadamente el 80% de sus exportaciones y una cuarta parte de la producción económica del país. Sumando el inevitable tránsito centroamericano por territorio mexicano para llegar a EEUU, los tratados económicos se fusionan con políticas migratorias impuestas por Trump que de no ser cumplidas se traducirán en imposiciones arancelarias. López Obrador es objeto de críticas y apoyos en México por esta resolución. Algunos ven en este acuerdo el costo de hacer el trabajo sucio de EEUU en la frontera con Guatemala para mantener limpia la imagen de Trump y favorecer su imagen para las próximas elecciones. Otros ven como un acierto conciliar un acuerdo inmediato para evitar una guerra arancelaria que podría desatar más caos. AMLO insiste en el diálogo, Trump responde con números.

* Periodista especializado en temas internacionales, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM 1390 Radio Universidad Nacional de La Plata), redactor de Revista Trinchera y colaborador de Agencia Timón.
Migración centroamericana: Estados Unidos ataca

Migración centroamericana: Estados Unidos ataca

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

por melany de juana*

Foto: VTV

En una nueva arremetida, de esas que tanto caracteriza al mandatario norteamericano, Donald Trump  anunció el jueves 30 de mayo a través de su cuenta de Twitter que le impondrá un arancel a los productos mexicanos, por considerar que el presidente Andrés Manuel López Obrador no hizo nada para detener las migraciones de miles de centroamericanos que buscan en Estados Unidos una mejor calidad de vida.

En su anuncio, Trump postuló que a partir del 10 de junio cobrará un impuesto del 5% a los productos que México exporta a  Estados Unidos hasta el momento en que se ponga un freno a los migrantes que, escapando de la violencia, la pobreza y el hambre de sus países, intentan cruzar la frontera que une a ambos territorios.

Siguiendo la línea del presidente, la Casa Blanca emitió un comunicado en el que afirmó que de no cesar la entrada ilegal de centroamericanos, los aranceles se elevarán a un 25% en octubre.

Para llevar a cabo la implementación de esta medida, Washington recurriría a la Ley de Poderes Económicos.

Los aranceles constituyen una herramienta de presión al gobierno mexicano, que tiene como objetivo resolver un problema que no es comercial sino social por medio del debilitamiento de la economía del país centroamericano quien, después de Canadá, es el primer exportador de productos agrícolas y alimenticios.

En 2017 el país azteca exportó un total de 408 millones de dólares; de esa cifra 307 millones corresponden a los productos exportados hacia Estados unidos. 

De concretarse el plan que amenaza a la economía de México, la nación tendría pérdidas iniciales valuadas en US$ 2.200 millones de dólares que afectarían a más de un millón y medio de mexicanos.

La medida llama la atención, ya que se da luego del anuncio que hizo Norteamérica en mayo de este año, en el que acordó eliminar los aranceles del 25% que aplicó en 2018 a las importaciones de acero y aluminio de Mexico y Canada.

Trump impone aranceles a México por considerar que AMLO no está haciendo lo suficiente para frenar la migración hacia su país.

A su vez la postura de Donald Trump pondría en peligro la aprobación del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, destinado a sustituir el Triple tratado de libre comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés).

Cabe destacar que la iniciativa estadounidense se da en el marco de las detenciones de más de mil centroamericanos, efectuadas por la Patrulla Fronteriza, que en varios casos concluyó con la separación de menores de edad de sus familias, y que tuvieron como consecuencia la muerte de al menos seis niños. A esta situación se sumó la negativa del Congreso estadounidense de concederle a su presidente la suma de US$ 6.700 millones de dólares para la construcción del muro fronterizo. 

En este sentido la postura del presidente mexicano András Manuel López Obrador siempre fue la misma: el diálogo y la cooperación entre ambas naciones, con el objetivo de impulsar el desarrollo y ayudar a los países centroamericanos con inversiones productivas para producir empleos y resolver de raíz los problemas de estas regiones.

Una vez más queda demostrada la hipocresía del mandatarios norteamericano, que acusa a su vecino de no detener las migraciones que, en definitiva, son mera consecuencia de la política injerencista que Estados Unidos lleva a cabo en los países centroamericanos.


*Periodista y analista especializada en Centro América, redactora de Revista Trinchera, columnista del programa Marcha de Gigantes (AM1390) y colaboradora de Agencia Timón.
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