Eduardo Galeano, incansable salvador de la memoria colectiva

Eduardo Galeano, incansable salvador de la memoria colectiva

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

La historia oficial les dio la espalda porque ellos metieron el dedo en la llaga; la historia intentó desterrarlos de su tierra, de su patria, de nuestro mundo, pero olvidó que hay cosas que no se pueden olvidar. Y para eso nació Eduardo, para conocerlos, para nombrarlos, para contar de una forma particular lo que nadie se atrevió a contar. Porque el mundo no es la realidad que te venden, sino la mejor mentira que nos disponemos a comprar, que la historia oficial no es la historia real,solo es un buen cuento, aquel que queremos escuchar.

En su vida y por obligatoriedad del destino fue muchas cosas: dibujante, pintor, mensajero, obrero de fabrica, mecanógrafo y hasta cajero de banco.

Pero en su vida plena, la verdadera, la del amor a la vocación más que al oficio, decidió ser lo que nadie pudo ser: historiador desconfiado que desconfiando de una verdad absoluta tropezó con unas cuantas verdades; crítico ferviente de las injusticias de este mundo, fue la voz de los débiles e implacable con los injustos;  cuestionador nato que cuestionó hasta el hartazgo aquello que el hombre tomó como dado; admirador que admirando las cosas simples y bellas logró ser admirado; optimista exagerado, pues entendió que el mejor de los días no es el que ya pasó sino el que está por venir, el que aún no llegó; amigo de los justos ladrones, gran reivindicador de las mujeres olvidadas; perseguidor de perseguidores, inquisidor de torturadores; buscador de verdades: reivindicó a los preguntadores insaciables, a quienes no se conforman con el orden dado de antemano, buscó y preguntó, y encontró que las venas de nuestra tierra estaban abiertas; un contador de cuentos que sobrepasó el límite porque contando lo que nadie se atrevió a contar jamás, llenó de vida a aquellos que la vida decidió ignorar; fiel amigo de los amigos y crítico ferviente del machismo que América importó.

Decidió celebrar todo aquello que el colonialismo occidental condenó: celebró la indianidad  latinoamericana y su moderno sistema cultural; celebró a los despreciados dándoles un lugar, celebró a los invisibles dándole visibilidad; celebró la diversidad sexual y el divorcio porque el amor no es atadura ni humillación, es libertad, es elección; celebró a la mitad de la humanidad que intentaron invisibilizar y les agradeció rindiéndole un incesante homenaje en cada cuento que contó: niñas, jóvenes, madres, abuelas, de ayer, de hoy y de siempre; celebró a los anormales y a los locos, a aquellos que teniendo lo simple lo tienen todo; celebró a los desaparecidos que gracias a la lucha de sus madres lograron no desaparecer;celebró aquello que estaba prohibido celebrar, celebró el comunismo, celebró al Che, celebró lo prohibido; Celebró escribiendo el arte  de escribir, celebró narrando el arte de narrar, y celebró bailando “la música de las palabras”.

Pero también condenó, y decidió condenar todo lo que el colonialismo occidental quiso celebrar: condenó la discriminación racial y la masiva matanza de los negros africanos y americanos que antes de morir sufrieron como ganado; condenó al año 1492 y su misión civilizadora por hacer una América que nunca quiso ser lo que fue obligada a ser; condenó a los piratas de saco y corbata, a su ideología imperial y a sus miedos de comunicación; condenó dictaduras y a dictadores, al plan Cóndor y a sus creadores del norte; condenó a aquel que estigmatiza al prójimo por pertenecer a otra patria, por vestir distinto, por ser el paria, por pertenecer a las tierras“terroristas” de Asia, tierras enemigas del sentido común, tierras masacradas; condenó a todos aquellos que ocultan lo que pasa y transcurre, lo que sucede y sucedió, los que distorsionan la veracidad de la información, y por eso decidió hablar desde la realidad y se propuso dar cuenta de la verdad de la vida observando al mundo desde la óptica inversa, como quien mira “por el ojo de una cerradura”; condenó a los poderosos, a aquellos que teniendo mucho quieren tenerlo todo, a los Estados Unidos por su necesidad incesante de matar, doblegar y volver a matar a costa de todo, por perseguir el sueño imperial y reproducir el exterminio del mundo; y condenó a Dios, por querer ser único y no permitir otras religiones, un dios celoso de los mortales, propagador del miedo, cómplice de los malos hombres. Lo condenó por condenar la diversidad sexual e imponer la norma, la heterosexualidad obligatoria, por su indiferencia frente al pobre. Lo condenó por querer hacer de la mujer simple costilla yocultar su rol protagonista. Lo condenó por querer ser el creador, creerse superior, por no aparecer y salvarnos del dolor. Lo condenó por hacerse el sordo cuando más había que escuchar, por ser invisible cuando ahí tenía que estar.

Ese fue Eduardo, escritor uruguayo, que escribiendo les dio vida a los hombres sin nombre.

Ese fue Eduardo, el latinoamericano más humano de los escritores.


* Estudiante de Sociología (FaHCE - UNLP)
Héctor Bernardo: “No se puede analizar lo que pasa en América Latina sin tener en cuenta el rol de Estados Unidos”

Héctor Bernardo: “No se puede analizar lo que pasa en América Latina sin tener en cuenta el rol de Estados Unidos”

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Dialogamos con el periodista y docente, Héctor Bernardo, quien está próximo a lanzar su nuevo libro “América Latida, voces en constante movimiento”. El comunicador no sólo repasa el camino transitado hasta llegar a la publicación de su nuevo trabajo, sino que analiza brevemente la situación regional.


Estás sacando en breve un libro titulado “América Latida, voces en constante movimiento” donde también hay un trabajo con voces de peso…

La verdad es que es un libro que me llenó de placer poder concretarlo, materializarlo. Es algo que venía pensado desde hace tiempo. La idea y cuando empiezo a trabajar este libro surge en 2015, después hubo un paréntesis por distintas cuestiones que me llevaron a frenarlo y luego lo volví a encarar.

Muchas veces los proyectos uno los encara abriendo un montón de puertas, la idea era que estuvieran todos los países de América Latina, por lo menos los del Cono Sur, y muchas voces contando lo que pasaba, y al final tuve que resumirlo a México, Venezuela, Ecuador, Colombia, Brasil, Argentina y un capítulo con una mirada regional. En México aparece Fernando Buen Abad, el filósofo mexicano, que analiza la situación del triunfo de AMLO; y está el testimonio que más me movilizó, que es de una persona bastante desconocida, que se llama María Herrera, que es madre de 4 hijos desaparecidos.

Conocemos la tragedia de lo que pasa en México con el asesinato cotidiano, la desaparición, los crímenes de los narcos y esta mujer, que cuando la conocí y me contó su testimonio me hizo acordar a lo que había pasado con muchas Madres de Plaza de Mayo. La típica mujer que no estaba involucrada en política, que no le interesaba, que incluso desconocía lo que pasaba en su propia ciudad, y que por la tragedia se involucra y empieza a transformarse en una militante social y en una luchadora, ya no sólo por lo suyo o por lo que le pasó a ella, sino por lo que le pasó a tantos desaparecidos en ese país.

Fuente: teleSUR

Me decía que las cifras oficiales indican que en México hay 40 mil desaparecidos, pero que en su pueblo hay al menos 50 familias tienen un desaparecido y ella es la única que hizo una denuncia. Y que eso se replica en todo México. Me decía: “imaginate cuáles son los números reales de la cantidad de desaparecidos que hay”.

Sus hijos eran trabajadores. Dos de ellos salieron a vender, comprar e intercambiar oro y otros metales y desaparecieron. Estuvieron 2 años de búsqueda en los que habían frenado todo, habían dejado de trabajar, y cuando se les empieza a acabar el dinero, sus otros dos hijos salen a trabajar (en otra dirección) y también desaparecen. “Yo hoy soy una madre que busca a sus hijos pero no quiero que mis nietos sean hijos que buscan a sus padres”, me decía.

En Colombia están las voces de Piedad Córdoba, de Iván Cepeda, de Ángela Robledo (que fue candidata a vicepresidenta junto con Gustavo Petro). De Brasil están Gleisie Hoffman y Pablo Pimenta que es el presidente del bloque de Diputados del PT. De Venezuela está Elias Jaua ex vicepresidente y ex canciller de Chávez, Marco Teruggi que es argentino pero está viviendo allá. De Ecuador está Gabriela Rivadeneira. De Argentina están Jorge Taiana y Alicia Castro. Y después hay una mirada global donde aparece Álvaro García Linera a quien tuve el placer de entrevistar cuando vino a recibir el premio Rodolfo Walsh; Zafaroni y Atilio Borón.

Foto: Sputnik Mundo

Aprovechando que te dedicas a escribir sobre política internacional y que en este último tiempo han pasado infinidad de cosas ¿Cómo estás viendo a la región y qué se puede venir?

Creo que lo primero que se debe señalar es que no se puede analizar lo que pasa en América Latina sin tener en cuenta el rol de Estados Unidos. Eso es algo que muchos periodistas, incluso algunos de los que uno denomina “del palo”, dejan de lado.

Hay que tener en cuenta que lo que pasó en Brasil con el golpe de Estado a Dilma Rousseff, la persecución judicial a Lula, la instalación de Bolsonaro; el golpe de Estado en Paraguay contra (Fernando) Lugo, el golpe de Estado en Honduras contra (Mel) Zelaya; el intento desestabilizador constante en Venezuela; la traición en Ecuador; el desastre en el que se convirtió México con el rol del narcotráfico impulsado por la DEA (Agencia Antidrogas de EEUU); el asedio constante a Cuba o a Nicaragua; la desestabilización en Bolivia; el triunfo de Macri en Argentina; la consolidación de los líderes de ultraderecha en Colombia o Chile; no se pueden analizar sin tener en cuenta el rol fundamental del gobierno de EEUU, de sus grandes conglomerados económicos, de sus multinacionales; que son los que en definitiva gobiernan en ese país.

Esa supuesta democracia, que nos vienen a poner siempre de ejemplo, el voto es realmente casi una anécdota: Trump ganó sin tener la mayoría de los votos, que la tuvo Hillary Clinton.

Fuente: Reuters

Que de ganar tampoco habría sido la panacea…

Por eso lo destaco. En EEUU hay disputas de poder entre sectores que representan a distintos conglomerados económicos. Algunos más alineados con Israel, otros no tanto pero tampoco tan lejos. Otros con un discurso más progresista hacia adentro, pero hacia afuera, siempre  con la lógica de la Doctrina Monroe; de América para los Americanos, que quiere decir América del sur y Centroamérica para los norteamericanos; con la imposición de la Doctrina del Garrote (Big Stick) o del “Buen Vecino” dependiendo su conveniencia.

Una vez le escuché decir a Dilma que Lula señalaba que él se llevaba mejor con Obama que con Bush, pero que Obama había hecho muchas más cosas en contra de la libertad de los brasileños que las que había hecho Bush. Los Demócratas siempre tienen modos mucho más correctos o amenos, un discurso mucho más efectivista, pero por ejemplo, si bien el asedio contra Venezuela se multiplicó (por algunas decisiones de Donald Trump) quien declaró a Venezuela, mediante un decreto, un riesgo para la seguridad de EEUUfue Barack Obama.

No se puede perder de vista esto, los lazos que hay entre los sectores de la oligarquía regional y esa derecha imperialista que gobierna en EEUU, pero tampoco se puede perder de vista que ese discurso que nos quieren hacer creer del fin de los populismos, del fin de la ola populista en América Latina, es una gran mentira. La derecha no logra imponerse a excepción de triunfos puntuales y coyunturales. Hay un territorio en disputa.

Imagen: teleSUR

Venezuela, Cuba y Nicaragua resisten, en México ganó AMLO, en Argentina, en octubre, es muy probable que se de vuelta la situación y realmente la derecha no logra tener un proyecto que se consolide en el tiempo y su discurso puede engañar a muchos durante poco tiempo o a muchos durante poco tiempo, pero no puede engañar a todos durante todo el tiempo.

La lucha de los pueblos no se termina, es una constante. Recordaba las palabras de San Martín que decía “Seamos libres que lo demás no importa nada”, o el discurso de Fidel donde señalaba “tenemos que pensar en un mundo mejor y cuando ese mundo mejor se conquiste, pensar de nuevo que otro mundo mejor es posible y seguir luchando en ese camino”. Es una lucha constante que está en nuestras raíces y que late en nuestras sangres y por eso al libro que sale en breve le puse “América Latida”, porque es ese latir que tenemos constantemente los que creemos que podemos construir un mundo mejor y que no vamos a dejar de luchar nunca.

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