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“Argentina, el séptimo país más extenso del mundo. Tierra fértil, climas diversos y geografías únicas. Somos líderes en reservas de litio, petróleo, gas, cobre, plata y más. Contamos con una industria sólida, trabajadores capacitados y un sistema científico -tecnológico de vanguardia. Estamos conectados con la región y el mundo. Para aprovechar todo nuestro potencial, necesitamos construir acuerdos. Por eso, nace Plan Q. Una estrategia federal, participativa y convocante”. De esta forma se presenta el Grupo Atenas, un equipo de profesionales de diversas áreas que, a través de la coordinación general de Silvina Batakis, viene construyendo un programa integral para el desarrollo productivo de la Argentina. 

Desde Revista Trinchera conversamos con Mauro Álvarez, economista a cargo del área de desarrollo productivo del Grupo Atenas, y quien ha desempeñado diversas funciones tanto en la gestión estatal como en el desarrollo de consultorías sobre sectores productivos y comercio exterior.


Queríamos comenzar consultándote por un problema que la Argentina atraviesa desde hace mucho tiempo, que es el de la restricción externa. Si como país periférico siempre es un problema garantizar un buen cúmulo de reservas, ahora nos encontramos con un problema de endeudamiento cada vez mayor, y que se incrementa todos los días. ¿Qué crees que debería pasar en el país, no sólo para resolver el problema de deuda actual, sino para resolver el problema externo y fortalecer las reservas?

La restricción externa de Argentina es un problema histórico, que muchos países subdesarrollados como Argentina lo han podido resolver. Ahora, resolverlo es una cuestión necesaria para el desarrollo, pero no una condición suficiente. Si vemos otros países sudamericanos, muchos no atraviesan problemas de restricción externa y sin embargo siguen siendo, en su mayoría, países subdesarrollados, incluso con problemas de desigualdad y pobreza mayores que los nuestros. Pero claramente, la inestabilidad macroeconómica que venimos teniendo desde, por lo menos, la etapa 2011-2015, tiene que ver con la restricción externa. En ese sentido, creo que el segundo gobierno de Cristina arrancó con un límite desde el lado externo que no supo resolver, y por eso, cuando uno mira los números, observa que la economía estaba algo estancada, y a partir de ahí todo empeoró. Resolver ese problema es clave. 

La teoría económica más estructuralista siempre lo abordó atado a la cuestión productiva y la necesidad de generar dólares. Eso es verdadero para determinados momentos de la historia argentina, pero creo que, para este momento en particular, no es tan así. Cuando uno mira los datos de comercio exterior de los últimos años, ves que la balanza comercial de bienes siempre es positiva, incluso en los momentos de mayor crecimiento. Los dólares se terminaban yendo más por el lado de servicios, y por el lado del ahorro, por eso creo que el problema tiene que ver con el precio del dólar. No supimos en su momento llevarlo a un precio más razonable, y ocurre que, cuando el dólar está barato como ahora, la demanda es cada vez mayor. Eso no hay forma de sostenerlo, por más rescates que haga Estados Unidos, o aumentes los niveles de deuda. 

Escuché un buen ejemplo de Alvarez Agis, que decía que esto es como una bañadera que no tiene el tapón. Por más agua que agregues, la bañadera no se va a llenar, el agua se sigue yendo. Necesitás cerrar el tapón, y hoy, el tapón, es el precio del dólar. Si las expectativas siguen siendo que el dólar va a estar más caro, la gente seguirá comprando. No es razonable este valor del tipo de cambio, y esto va más allá de las cuestiones de la estructura productiva. Desde el campo nacional y popular en el que uno se posiciona, hay que reconocer que no es posible sostener el déficit durante mucho tiempo, y hay que tender a un equilibrio. Por eso, lo primero es tener una macroeconomía razonable. A partir de eso, desde la matriz productiva tenes que pensar de qué forma sostener esa macroeconomía.

 

En ese sentido, vemos que es difícil pensar un desarrollo productivo si las políticas pendulan según el color político de cada gobierno, y a su vez aún no logramos un crecimiento y redistribución de forma federal. ¿Cómo se logra eso? ¿No deberíamos ponernos de acuerdo como sociedad en tres o cuatro políticas que se vuelvan política de Estado?

Creo que, en cierto punto, desde nuestro espacio hemos fallado con el tipo de políticas desplegadas, atadas a cierta visión más proteccionista, de administración del comercio que se pueden aplicar temporariamente para algunos sectores en particular, pero uno no puede estar administrando el comercio todo el tiempo. Necesitamos medidas más consistentes. En un contexto de desequilibrio macro, la política industrial es un paliativo pero no termina dando los resultados que uno necesita. Tenemos que repensar cómo promover la producción, y ahí lo primero es lo anterior, tener una macro sustentable. Lo segundo es tener cierta competitividad micro, resolver un montón de cuestiones de infraestructura, que, si ya existían, este gobierno los está acrecentando con una nula inversión. Necesitás tener buenas rutas, buenos puertos, pero también que, administrativamente, funcionen bien. Desde lo micro también hay mucho para hacer. Nos debemos, a su vez, una discusión respecto del sistema tributario. El Estado tiene que recaudar impuestos, pero debemos rediscutir cuál es el mejor sistema para hacerlo. 

 

En relación con eso, ¿cómo crees que se podrían redefinir las políticas recaudatorias y de redistribución para que todas las provincias puedan fomentar el crecimiento productivo? ¿Cómo se podría ser creativos para reacomodar la cuestión impositiva para que sea más eficiente y menos regresiva?

Hoy tenemos un sistema tributario muy fragmentado, donde se castiga mucho a los encadenamientos productivos. Impuestos como ingresos brutos, o las tasas municipales los castigan mucho. A determinados sectores les conviene importar antes que comprar localmente por los impuestos que se acumulan, entonces eso requiere toda una discusión, porque naturalmente las provincias se tienen que financiar, pero debemos discutir de qué forma lo hacen. Tenemos que repensar para que esos impuestos no castiguen la producción. Muchas PYMES incluso te señalan los costos que tienen para administrar, ya que son ellas mismas las que tienen que resolver la recaudación y contar con estructuras de gente destinada a eso que excede su función. 

Y volviendo a lo anterior, tenemos también que rediscutir el sistema laboral. Hoy defendemos un sistema laboral donde casi un 40% de los trabajadores está en la informalidad. Si eso ocurre, hay algo que no funciona bien, y nosotros tenemos que dar esa discusión también. No se trata de flexibilizar o desproteger a los trabajadores, el punto es que esos trabajadores ya están desprotegidos. Desde ahí, hay mucho para hacer. Una vez que lográs todo eso, tenés que tener políticas focalizadas en determinados sectores, y una política de “I+D+i”. No hay país que sea desarrollado si no genera el conocimiento en determinados sectores, y nosotros tenemos capacidades para generarlo. Sin ciencia y tecnología, no hay desarrollo posible.

 

A la hora de pensar políticas sectoriales, muchos señalan que hasta que no miremos al mar de otra forma y repensemos nuestro vínculo con nuestra costa, no vamos a poder alcanzar un desarrollo productivo exitoso. ¿Cómo podríamos pensar de manera integral el vínculo de nuestro pueblo con el mar? ¿Cómo potenciarlo productivamente? Y por otro lado, ¿cuán grave es el problema de la pesca ilegal en nuestra Zona Económica Exclusiva?

Yo he trabajado mucho en el sector naval, y realice algunos estudios relacionados con la explotación de petróleo offshore. El mar es otro recurso natural subexplotado que tenemos, así como tenemos una cordillera subexplotada respecto a la cuestión minera, donde podríamos generar muchísimos más recursos y a partir de eso encadenamientos industriales, con el mar ocurre lo mismo. Además, está subexplorado. Hubo algunos intentos, en su momento el proyecto Pampa Azul, desde el petróleo que está en investigación, hasta la pesca que es otro gran recurso. 

Con la pesca ilegal hay algo de mito y algo de desconocimiento. Existe, claramente, pero está algo agrandado. Argentina tiene soberanía hasta las 200 millas, a partir de ahí son aguas internacionales, y ese límite no está trazado de una forma tan exacta. Los barcos extranjeros, a veces sin querer, a veces con intención, se pasan del límite. Entonces es cierto que algo de pesca ilegal puede existir, pero no lo veo como un problema profundo o estructural. El problema estructural es nuestra política pesquera, y de qué forma le agregamos valor. No solo hacia adelante, una vez obtenido el recurso, sino hacia atrás, potenciando la industria naval. Hoy esta industria está pasando por un momento muy complicado. Sturzenegger está permitiendo la importación de buques usados, y eso la destruye.

 

¿Cuán importante es para pensar eso el reclamo de soberanía en Malvinas y las Islas del Atlántico Sur?

Fundamental. Es un pedazo de tu tierra sobre la cual hoy no tenemos dominio, y todos los recursos que hay en Malvinas y alrededores, son nuestros y los explotan otros. Es un reclamo fundamental.

 

Para ir cerrando, quería consultarte por la política financiera y especulativa. Si bien el gobierno actual se ha volcado prácticamente en su totalidad a estas herramientas, a su vez son inevitables en el sistema económico actual. La gran pregunta que surge es ¿Cómo utilizar inteligentemente estas herramientas sin caer en la situación actual de timba o bicicleta financiera donde los que ganan son unos poquitos?

Claramente lo financiero tiene que estar al servicio de la producción. Todos los países están constantemente tomando, pagando o rolleando deuda. El problema nuestro es que somos como un alcohólico en recuperación, los problemas de deuda constante nos llevan a refinanciar y todo se vuelve confuso y peligroso. Lo que está haciendo este gobierno nos puede llevar a un nuevo default, o nuevos problemas. Ahora, si nosotros tuviéramos una macroeconomía sana y cierta confianza, tomar deuda no está mal. Lo hacen las empresas, lo hacen las familias. El problema es hacerlo razonablemente y sabiendo para qué. Si es para fortalecer reservas, u obras de infraestructura, es totalmente razonable. Si es para que se la lleven las empresas, como lo hizo Macri o lo está haciendo Milei, es peligroso.


Pedro Jalid

Profesor de Letras. Leo más de lo que escribo, trato de hacer más de lo que digo.

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