Desde el año 1812 las estrofas del himno piden firmemente por la salud del pueblo argentino. Por lo tanto e indefectiblemente, cada momento de la historia tiene algo para decir sobre ella: desde la epopeya sanmartiniana y los procesos revolucionarios hasta el presente inmerso en políticas (neo)liberales. Para pensar en la Patria, debemos pensar en la salud de las y los argentinos.
La salud en Argentina, como en muchos otros lugares, es un tema complejo que nos invita a reflexionar sobre su pasado, presente y futuro para edificar los cimientos de un proyecto político de Patria. Desde la figura del General José de San Martín hasta la de Ramón Carrillo y luego del Dr. René Favaloro, encontramos un hilo conductor que resalta la importancia de una visión humanista y social de la medicina y la concepción comunitaria de la salud. Estas figuras y distintos episodios de la historia argentina nos instan a pensar en la salud no solo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar que requiere una atención integral y comprometida.
San Martín, con su pragmatismo militar, afirmaba que la salud de sus soldados era “la poderosa máquina que, bien dirigida, puede dar el triunfo“. Esta convicción lo llevó a procurar el mejor cuidado sanitario para sus tropas, reconociendo que el bienestar físico es fundamental para cualquier objetivo. Durante el cruce de los Andes, el revolucionario creó un grupo de sanidad del Ejército de los Andes como una de sus primeras medidas en la preparación para la osadía de atravesar un cordón montañoso donde los cuerpos de sus soldados -y el suyo propio- debieron soportar temperaturas muy bajas y alturas muy altas que afectaron su rendimiento y del cuál no tenían antecedentes. En total fueron seis enfermeros y se ocuparon de la promoción, prevención, curación y rehabilitación de 5423 hombres. El desempeño del personal de sanidad en las campañas militares de la época sigue siendo poco conocido.
¿Por qué nos remontamos a tiempos tan lejanos? Para dar cuenta de que la salud fue parte de la proyección incluso de la liberación del pueblo argentino. Las discusiones sobre las prácticas de la medicina y la sociedad fueron cambiando a lo largo del tiempo en relación a los distintos gobernantes y líderes pero también, en la diversidad de proyectos políticos que estuvieron de turno. Además, los procesos tecnológicos de cada época fueron advirtiendo sobre su importancia.
Entonces, bajo la afirmación de que es sabida la importancia de la salud en las personas, la pregunta que nos hacemos es sobre quienes pueden acceder a ella, los modos y alcances, qué se encuentra dentro del bagaje medicinal que se construyó y expandió por el extenso territorio argentino.
La historia de la medicina argentina se encuentra en las cosmovisiones de las comunidades indígenas y sus múltiples naciones que habitaron y habitan la región con la medicina ejercida desde lo espiritual, utilizando como insumos hierbas y especias, y siempre concibiendo a la persona como una unidad compuesta no solo por órganos que podían encontrarse enfermos si no por emociones que los atravesaban y trabajan en conjunto. Pero también aparece en la ciencia y los avances tecnológicos que fueron llegando al país alargando la esperanza de vida y construyendo nuevos horizontes en el campo de estudio. En el año 1822 con la fundación de la Universidad de Buenos Aires, llega la carrera de Medicina como una de las primeras en la región, es así que la formación de médicos y médicas en el país toma un nuevo rumbo.
Pero hasta ese momento se trataba de un área que no alcanzaba a todos y todas, fue recién a finales del siglo XIX, particularmente después de la epidemia de fiebre amarilla en el año 1871 y con la creación del Hospital Militar en el año 1875 que podemos empezar a hablar de salud pública por la necesidad de que se desarrollen medidas sanitarias organizadas.
Sin embargo, fue mucho después -nos permitimos este gran salto en la historia ya que podrá ser abordado en el dossier sobre la temática- cuando se creó la primera Secretaría de Salud Pública en el año 1946, que luego pasaría a ser el Ministerio de Salud de la Nación, bajo la dirección del “padre de la salud pública argentina”, Ramón Carrillo. “Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo”, dijo Carrillo como demostración de la perspectiva sobre la salud en relación a su accesibilidad y ligada al desarrollo social y político de una nación. Sus políticas incluyeron el diseño del Plan Analítico de Salud Pública del año 1947, la construcción de hospitales y centros sanitarios, y la erradicación del paludismo. Al mismo tiempo, fue defensor de la idea de que la salud de la población estaba ligada de forma directa con su condición social, el trabajo y la vivienda, lo que implicó una intervención estatal en las situaciones socioeconómicas de las familias argentinas que afectaban su salud.
Si de exponentes de la medicina argentina se trata, debemos mencionar al Dr. René Favaloro quien también creía fervientemente en una salud comunitaria y que estuviera al servicio de las necesidades del pueblo. Pasó toda su vida luchando contra el mercado de la prestación privada de la medicina y de la recaudación y acumulación de capital aprovechándose de la salud de las personas; incluso murió en esa batalla. Él quería ser recordado como médico rural más que como leyenda de la medicina y creador de grandes avances de la materia, remarcaba que la verdadera tarea que lo convocaba y que contenía un real peso e importancia, era su tarea con y para las comunidades. En relación a ello decía: “No hay nada que pueda reemplazar a la vieja medicina clínica de «sentir» al paciente, palparlo, tocarlo, escucharlo. El problema, el «síntoma» de la medicina moderna es, tal vez, un olvido. El paciente es una persona y como tal tiene tres dimensiones de existencia: una comprende su fisiología, anatomía y estructura; otra, sus sentimientos, emociones, afectos y pensamientos ―todo lo que hace a la psiquis en forma general― y la tercera representa sus relaciones con los otros seres humanos y su posición dentro de la red social. El paciente es la fusión indisoluble de estas tres dimensiones. Es antinatural pretender separar la mente ―si se quiere, el alma― del cuerpo del paciente. Como todo está íntimamente relacionado, una palabra, un acto, un gesto son capaces de cambiar, en cierto modo, nuestra fisiología. Una frase o un abrazo pueden herir o reconfortar nuestra salud”.
Favaloro también introduce discusiones del campo de la salud que tardaron en ser aceptadas y estudiadas como lo es la Salud Mental. La comunidad se puede concebir entonces, como un pilar de salud. En particular, la salud mental comunitaria, que se opone a la internación que aísla al paciente, busca que la atención y la rehabilitación ocurran dentro del entorno social del paciente, potenciando su participación y sus vínculos. Esto implica un enfoque que va más allá del hospital y el consultorio, reconociendo que el paciente forma parte de una red social y que su identidad está ligada a su territorio de vida.
En el contexto político actual -después de una pandemia de COVID-19 la cual no mencionamos pero abordaremos en el dossier próximo- muchos de los conceptos y discusiones mencionados son relegados por políticas de desfinanciamiento a la salud de forma directa e indirecta. Desde el despido de trabajadores y trabajadoras de la salud en hospitales públicos hasta la quita de pensiones y subsidios por discapacidad. Desde el desfinanciamiento de organismos de investigación y avances en materia de la salud hasta construir discursos que rompen con lo establecido por la medicina mundial. Bastardear la Educación Sexual Integral y el derechos a la interrupción del embarazo y muchas cosas más. El retroceso en materia de salud por parte del gobierno “anarcocapitalista” de Javier Milei y la alianza de La Libertad Avanza y el PRO, significan un gran golpe al bienestar del pueblo y a sus condiciones de desarrollo.
De esta manera, presentamos las preguntas que todos y todas nos hacemos sobre nuestro futuro: ¿Qué capacidad de crecimiento tiene nuestro país si la salud es relegada para unos pocos? El reto para la salud en Argentina es construir una comunidad que siga exigiendo por la igualdad de derechos y oportunidades. Esto implica pensar y discutir nuevos paradigmas relacionados a un proyecto de país de forma emancipadora, justa, soberana y para todos, todas y todxs.
¡Al gran pueblo argentino, SALUD!
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