Al gran pueblo argentino ¡Salud!

Al gran pueblo argentino ¡Salud!

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Desde el año 1812 las estrofas del himno piden firmemente por la salud del pueblo argentino. Por lo tanto e indefectiblemente, cada momento de la historia tiene algo para decir sobre ella: desde la epopeya sanmartiniana y los procesos revolucionarios hasta el presente inmerso en políticas (neo)liberales. Para pensar en la Patria, debemos pensar en la salud de las y los argentinos.

La salud en Argentina, como en muchos otros lugares, es un tema complejo que nos invita a reflexionar sobre su pasado, presente y futuro para edificar los cimientos de un proyecto político de Patria. Desde la figura del General José de San Martín hasta la de Ramón Carrillo y luego del Dr. René Favaloro, encontramos un hilo conductor que resalta la importancia de una visión humanista y social de la medicina y la concepción comunitaria de la salud. Estas figuras y distintos episodios de la historia argentina nos instan a pensar en la salud no solo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar que requiere una atención integral y comprometida.

San Martín, con su pragmatismo militar, afirmaba que la salud de sus soldados era “la poderosa máquina que, bien dirigida, puede dar el triunfo“. Esta convicción lo llevó a procurar el mejor cuidado sanitario para sus tropas, reconociendo que el bienestar físico es fundamental para cualquier objetivo. Durante el cruce de los Andes, el revolucionario creó un grupo de sanidad del Ejército de los Andes como una de sus primeras medidas en la preparación para la osadía de atravesar un cordón montañoso donde los cuerpos de sus soldados -y el suyo propio- debieron soportar temperaturas muy bajas y alturas muy altas que afectaron su rendimiento y del cuál no tenían antecedentes. En total fueron seis enfermeros y se ocuparon de la promoción, prevención, curación y rehabilitación de 5423 hombres. El desempeño del personal de sanidad en las campañas militares de la época sigue siendo poco conocido.

¿Por qué nos remontamos a tiempos tan lejanos? Para dar cuenta de que la salud fue parte de la proyección incluso de la liberación del pueblo argentino. Las discusiones sobre las prácticas de la medicina y la sociedad fueron cambiando a lo largo del tiempo en relación a los distintos gobernantes y líderes pero también, en la diversidad de proyectos políticos que estuvieron de turno. Además, los procesos tecnológicos de cada época fueron advirtiendo sobre su importancia.

Entonces, bajo la afirmación de que es sabida la importancia de la salud en las personas, la pregunta que nos hacemos es sobre quienes pueden acceder a ella, los modos y alcances, qué se encuentra dentro del bagaje medicinal que se construyó y expandió por el extenso territorio argentino.

La historia de la medicina argentina se encuentra en las cosmovisiones de las comunidades indígenas y sus múltiples naciones que habitaron y habitan la región con la medicina ejercida desde lo espiritual, utilizando como insumos hierbas y especias, y siempre concibiendo a la persona como una unidad compuesta no solo por órganos que podían encontrarse enfermos si no por emociones que los atravesaban y trabajan en conjunto. Pero también aparece en la ciencia y los avances tecnológicos que fueron llegando al país alargando la esperanza de vida y construyendo nuevos horizontes en el campo de estudio. En el año 1822 con la fundación de la Universidad de Buenos Aires, llega la carrera de Medicina como una de las primeras en la región, es así que la formación de médicos y médicas en el país toma un nuevo rumbo. 

Pero hasta ese momento se trataba de un área que no alcanzaba a todos y todas, fue recién a finales del siglo XIX, particularmente después de la epidemia de fiebre amarilla en el año 1871 y con la creación del Hospital Militar en el año 1875 que podemos empezar a hablar de salud pública por la necesidad de que se desarrollen medidas sanitarias organizadas.

Sin embargo, fue mucho después -nos permitimos este gran salto en la historia ya que podrá ser abordado en el dossier sobre la temática- cuando se creó la primera Secretaría de Salud Pública en el año 1946, que luego pasaría a ser el Ministerio de Salud de la Nación,  bajo la dirección del “padre de la salud pública argentina”, Ramón Carrillo. “Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo”, dijo Carrillo como demostración de la perspectiva sobre la salud en relación a su accesibilidad y ligada al desarrollo social y político de una nación. Sus políticas incluyeron el diseño del Plan Analítico de Salud Pública del año 1947, la construcción de hospitales y centros sanitarios, y la erradicación del paludismo. Al mismo tiempo, fue defensor de la idea de que la salud de la población estaba ligada de forma directa con su condición social, el trabajo y la vivienda, lo que implicó una intervención estatal en las situaciones socioeconómicas de las familias argentinas que afectaban su salud.

Si de exponentes de la medicina argentina se trata, debemos mencionar al Dr. René Favaloro quien también creía fervientemente en una salud comunitaria y que estuviera al servicio de las necesidades del pueblo. Pasó toda su vida luchando contra el mercado de la prestación privada de la medicina y de la recaudación y acumulación de capital aprovechándose de la salud de las personas; incluso murió en esa batalla. Él quería ser recordado como médico rural más que como leyenda de la medicina y creador de grandes avances de la materia, remarcaba que la verdadera tarea que lo convocaba y que contenía un real peso e importancia, era su tarea con y para las comunidades. En relación a ello decía: “No hay nada que pueda reemplazar a la vieja medicina clínica de «sentir» al paciente, palparlo, tocarlo, escucharlo. El problema, el «síntoma» de la medicina moderna es, tal vez, un olvido. El paciente es una persona y como tal tiene tres dimensiones de existencia: una comprende su fisiología, anatomía y estructura; otra, sus sentimientos, emociones, afectos y pensamientos ―todo lo que hace a la psiquis en forma general― y la tercera representa sus relaciones con los otros seres humanos y su posición dentro de la red social. El paciente es la fusión indisoluble de estas tres dimensiones. Es antinatural pretender separar la mente ―si se quiere, el alma― del cuerpo del paciente. Como todo está íntimamente relacionado, una palabra, un acto, un gesto son capaces de cambiar, en cierto modo, nuestra fisiología. Una frase o un abrazo pueden herir o reconfortar nuestra salud”. 

Favaloro también introduce discusiones del campo de la salud que tardaron en ser aceptadas y estudiadas como lo es la Salud Mental. La comunidad se puede concebir entonces, como un pilar de salud. En particular, la salud mental comunitaria, que se opone a la internación que aísla al paciente, busca que la atención y la rehabilitación ocurran dentro del entorno social del paciente, potenciando su participación y sus vínculos. Esto implica un enfoque que va más allá del hospital y el consultorio, reconociendo que el paciente forma parte de una red social y que su identidad está ligada a su territorio de vida.

En el contexto político actual -después de una pandemia de COVID-19 la cual no mencionamos pero abordaremos en el dossier próximo- muchos de los conceptos y discusiones mencionados son relegados por políticas de desfinanciamiento a la salud de forma directa e indirecta. Desde el despido de trabajadores y trabajadoras de la salud en hospitales públicos hasta la quita de pensiones y subsidios por discapacidad. Desde el desfinanciamiento de organismos de investigación y avances en materia de la salud hasta construir discursos que rompen con lo establecido por la medicina mundial. Bastardear la Educación Sexual Integral y el derechos a la interrupción del embarazo y muchas cosas más. El retroceso en materia de salud por parte del gobierno “anarcocapitalista” de Javier Milei y la alianza de La Libertad Avanza y el PRO, significan un gran golpe al bienestar del pueblo y a sus condiciones de desarrollo.

De esta manera, presentamos las preguntas que todos y todas nos hacemos sobre nuestro futuro: ¿Qué capacidad de crecimiento tiene nuestro país si la salud es relegada para unos pocos? El reto para la salud en Argentina es construir una comunidad que siga exigiendo por la igualdad de derechos y oportunidades. Esto implica pensar y discutir nuevos paradigmas relacionados a un proyecto de país de forma emancipadora, justa, soberana y para todos, todas y todxs.

¡Al gran pueblo argentino, SALUD!

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Milei dice que el mar es comunista y el CONICET lo fue a comprobar

Milei dice que el mar es comunista y el CONICET lo fue a comprobar

TIEMPO DE LECTURA: 4 min.

El CONICET hizo historia en el fondo del mar argentino, a pesar de los recortes presupuestarios del gobierno nacional. La institución de investigación científica más importante de América Latina, por séptimo año consecutivo, fue furor en redes sociales con los hallazgos trasmitidos en vivo. Hasta se dieron el lujo de dejar en segundo lugar al presidente, Javier Milei, en una entrevista con el periodista oficialista, Alejandro Fantino.

El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) lideró una ambiciosa expedición al Cañón Submarino frente a la costa bonaerense llamada “Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV”, el trabajo realizado en conjunto con el Schmidt Ocean Institute que utilizó un robot submarino para alcanzar profundidades de hasta 3.900 m. En esta travesía, con tecnología de punta, los profesionales del CONICET  han logrado registrar imágenes inéditas, en ultra alta definición, además de recolectar todo tipo de muestras de flora y fauna, muchas de ellas nunca antes observadas en la costa bonaerense.

La transmisión en vivo por YouTube ha logrado captar la atención de millones de visitas, tal es así, que la emisión en directo del 31 de julio pasado, mientras el presidente, Javier Milei, junto con el ministro de Economía, Luis Caputo, y el titular del BCRA, Santiago Bausili, eran entrevistados por el periodista oficialista, Alejandro Fantino con picos de 42 mil personas viéndolo, las imágenes del fondo del océano eran seguidas por más de 50 mil espectadores.

Esta novedosa misión ha logrado un impacto social revelador activando un mayor debate público sobre el financiamiento del gobierno a la ciencia, en un contexto de  recortes presupuestarios y movilizaciones convocadas en solidaridad con los sectores afectados.

Para querer, de alguna manera, justificar la falta de fondos, el presidente de la nación, Javier Milei, afirmó que “el Conicet hoy tiene 35 mil personas. La NASA tiene 17 mil. Me parece que el Conicet no produce en línea con lo que produce la NASA“.

Siendo este intento de argumentación, falso, debido a que el Conicet no se puede comparar con la NASA, debido a que ambos organismos no tienen las mismas finalidades y funciones, siendo el equivalente argentino de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio norteamericana es la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que se encuentra conformada por 288 personas, las justificaciones en el achicamiento de la ciencia se puede encontrar en el rol del estado que se pregona desde el gobierno.

El precedente más cercano de esta percepción fue el gobierno de Mauricio Macri, cuando en el comienzo de su mandato redujo un 40% el presupuesto para el Conicet en 2016.

Al año siguiente, el número de investigadores también fue reducido a un 60%, en lugar de entrar 900, solo lo hicieron 300 profesionales.

La situación actual es aún más grave que durante la gestión macrista. No solo frenaron las cuotas de reducción para la investigación, sino que no hay ingresos a planta desde 2022. El alta, demora aproximadamente un año, y este gobierno no solo no efectivizó a los trabajadores designados en 2022 y 2023 , sino que no hizo nuevos llamados en el 2024. 

Según el grupo “Economía, Política y Ciencia” (EPC), el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) perdió 4.040 puestos de trabajo entre diciembre de 2023 y junio de 2025. Esto incluye los contratos no renovados, despidos y finalización de becas. De estos más de 4.000 empleos perdidos en el SNCTI, 1.085 corresponden al Conicet: 894 de personal científico y técnico, y 191 becarios.

Esta política, enmarcada en un ajuste presupuestario mayor, congeló partidas para ciencia y tecnología con valores del año 2023, sin reparar en la inflación, ni en actualizaciones de becas y salarios dando como resultado, la paralización de proyectos, laboratorios sin insumos, y cientos de investigadores migrando hacia otras latitudes o el sector privado argentino.

Alguien puede preguntarse cuál es el beneficio de investigar el fondo del mar, más allá de ver una estrella con semejanzas a un personaje de un programa infantil. En este caso, una de los 25 científicos tripulantes, a la cual no le renovaron la beca, investiga el veneno de un caracol como un poderoso analgésico (10 veces más fuerte que la morfina) para pacientes con cáncer.

Si bien el Senado, a principio de 2021, aprobó el proyecto de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ley 27.614) que establece el incremento progresivo y sostenido del Presupuesto Nacional destinado a la ciencia y la tecnología hasta alcanzar, en el año 2032, el 1% del PBI, actualmente, el gobierno de Javier Milei invierte el 0.15, cuando debería ser el 0.45 por ciento. Para tener en cuenta el retroceso de la inversión del estado en esta área estratégica, es necesario precisar que, en el año 2002, cuando Argentina se encontraba, aún, en una profunda crisis económica, el gobierno, en ese momento, designaba el 0.17%.

El Scimago Institutions Rankings evalúa la producción científica, la innovación  y el impacto social de las investigaciones.  Este año ubicó al Conicet como “la institución de investigación científica, del ámbito público y de gobierno” más prestigiosa de Latinoamérica. Este logro lleva siete años consecutivos, y a nivel mundial se ubica en el puesto n° 79 entre 5 mil organismos.

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La integración regional como necesidad histórica

La integración regional como necesidad histórica

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En un mundo cada vez más complejo y violento, como diría Chávez, hay que “No olvidemos que el imperio, a lo largo de nuestra historia, ha logrado mantenernos divididos para debilitarnos y, finalmente, dominarnos”

Si hay algo en lo que se ha insistido en reiteradas oportunidades en este multimedio, es sobre la necesidad de avanzar en el plano regional en un proceso de integración. No por capricho, no por idealizar tal o cual proceso, sino por necesidad histórica para la felicidad de nuestros pueblos.

Desde la conformación de nuestros estados naciones, vivimos bajo la dominación de potencias extranjeras. Ya sea con los europeos en principio, o con los norteamericanos después, los pueblos de Nuestra América hemos padecido el saqueo, la opresión y los condicionamientos durante toda nuestra historia. Y a excepción de unos pocos momentos, con gobierno populares que intentaron revertir esas condiciones, nuestro desarrollo siempre estuvo condicionado desde el exterior.

Pero ninguno de los pueblos de la Patria Grande ha sido sumiso al imperio de turno, siempre existieron resistencias y procesos de organización popular que desencadenaron en grandes luchas por nuestra segunda y definitiva independencia. Y si bien sería injusto mencionar unos y no otros (porque si se los menciona a todos se tardaría una eternidad) sin dudas en el último tiempo, Cuba, Venezuela y Nicaragua han sido los pilares de un proceso de resistencia revolucionaria en el continente.

Pilares sin los cuales habría sido imposible pensar procesos como el de UNASUR, la CELAC o el ALBA-TCP. Momentos de avanzada en la conformación y acumulación de experiencias recientes para avanzar en la integración de proyectos políticos, económicos, culturales, legales, e incluso defensivos. No es casual que haya sido Fidel Castro uno de los más lúcidos a la hora de denunciar el rol que juega la imposición imperial de mecanismos como las deudas externas para la dominación de nuestros pueblos, y la necesidad histórica de unirnos para negociar en mejores condiciones para todos.

Si miramos el presente desde este prisma, la integración regional es aún más necesaria que antes: un mundo cada vez más complejo de entender; nuevos actores de relevancia que quitaron protagonismo a los estados, como las corporaciones multinacionales, o más recientemente las corporaciones tecnológicas y la conformación de lo que ex ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, denomina “tecnofeudalismo”; guerras que ya no se libran sólo de manera convencional con soldados, aviones, barcos y misiles, sino que lo comunicacional (ergo psicológico) pasó a adquirir un lugar central; entre muchos otros elementos posibles de incorporar.

Un mundo que, además, está viviendo el traspaso de poder desde Occidente a Oriente a una velocidad sin precedentes. El moviendo placas tectónicas que están agitando la “paz de ultratumba” que reinó durante los cortos tiempos de la unipolaridad imperial norteamericana (o anglosajona, según quién lo analice). Un bloque emergente que podría sintetizarse en los BRICS+ (sobre todo en actores como Rusia, China, India, Irán y Brasil), pero que podría integrar a otros que no son parte (o lo son a medias), ese “sur global” que a su vez trae consigo una amplia gama de matices y contradicciones en su interior. Hecho que se da en paralelo al derrotero y franca declinación del imperio norteamericano y sus acólitos del llamado Occidente Colectivo, que, ante la desesperación por revertir su declive, son capases de las más bestiales artimañas como el genocidio perpetrado en Palestina a manos del ente sionista.

La globalización tambalea (si es que ya no está muerta como afirman algunos analistas), y en la reconfiguración que se está viviendo, Nuestra América -necesariamente- tiene que unirse para enfrentar lo que se puede venir. Y no es capricho: estamos viendo en vivo y en directo el lugar irrelevante en el que está quedando la Unión Europea luego de décadas de sumisión al imperio, un continente subsumido en la dependencia energética, económica y militar, por sólo mencionar algunos ejemplos. Pueblos que padecen (y posiblemente será aún peor), las lógicas de elites gobernantes a las que poco y nada les importa la vida de sus conciudadanos. Y no hace falta irse a la guerra de Ucrania, se vio hasta en la tragedia que causó la DANA en Barcelona, donde la desidia gubernamental y la total sumisión al imperio de las grandes corporaciones llevó a que mega especuladores como BlackRock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, controle la banca, la energía y la vivienda en España.

Lo preocupante es que esto mismo se empieza a ver cada vez con mayor peso en nuestra región. Sumado a que, en múltiples planos, los procesos en Nuestra América fueron aún más dependientes y condicionados que los europeos. Producto de lo cual es doblemente desafiante la tarea que tenemos en Nuestra Patria. De allí la importancia no sólo de lo que se pueda gestar desde los gobiernos, sino también desde las organizaciones libres de nuestros pueblos. La Articulación de los Movimientos Sociales del ALBA, de la cual somos parte como multimedio, es tan sólo un ejemplo de lo que estamos convencidos que hay que construir de cara a futuro, si efectivamente estamos determinados a ser libres como planteaba nuestro padre fundador, el General José de San Martín.

Para finalizar retomar las palabras del Comandante Eterno Hugo Chávez quien allá por 2010 nos recordaba que hay que “unirnos para ser cada vez más libres, independientes y soberanos es algo que, social y políticamente, impide el desarrollo de la agenda imperial y neocolonizadora gringa: No olvidemos que el imperio, a lo largo de nuestra historia, ha logrado mantenernos divididos para debilitarnos y, finalmente, dominarnos”.

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Democratizar la Justicia para liberar al país

Democratizar la Justicia para liberar al país

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Desde hace varios años el poder judicial ha sido objeto de críticas, no solo por su ineficiencia, lentitud, sino por su inaccesibilidad, distancia e incluso contrariedad con los intereses populares y mayoritarios. Ya el Martin Fierro describió esa realidad cuando decía: “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enreda a los chicos”. O que la ley es como la serpiente, que solo pica a los descalzos.

Más allá de la selectividad de la justicia con los sectores desposeídos, también se ha mostrado como un recóndito y refugio de sectores oligárquicos y conservadores frente a las avanzadas de gobiernos populares. Cabe recordar que cuatro días más tarde del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen el 6 de septiembre del año 1930, la Corte Suprema convalidó y reconoció la “legalidad” del gobierno de facto de José Félix Uriburu. De allí en adelante, el poder judicial y en particular el máximo tribunal legitimó o presto anuencia frente a todos los atropellos a los derechos democráticos. Desde el accionar del intervenido poder judicial para perseguir dirigentes peronistas durante la proscripción, como la inacción frente a las desapariciones forzadas durante la última dictadura militar hasta llegar a la actualidad donde las oficinas judiciales han sido teatro de operaciones de lo que actualmente se denomina el Lawfare, no solo a nivel local sino también a nivel regional. La más reciente, fue el accionar de la Corte Suprema para acelerar la confirmación de la condena de la ex presidenta y líder mayoritaria de la oposición, Cristina Fernández de Kirchner luego de que anunciara su candidatura a diputada provincial. 

El hecho maldito del poder judicial:

En el año 2013, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner envió un paquete legislativo con reformas judiciales, el cual se denominó la “Democratización de la Justicia”. Entre los puntos del proyecto, se incluían la reforma del Consejo de la Magistratura cuyos miembros pasarían a ser votados y el aumento en la cantidad de integrantes de trece a diecinueve. El proyecto de ley también proponía limitar las medidas cautelares a un plazo máximo de seis meses, obligando al dictado de sentencia sobre la cuestión de fondo, evitando que se terminen las cautelares contra las distintas medidas, como la que tuvo el grupo Clarín contra la Ley de Medios. Por otro lado se establecía la democratización del ingreso a la carrera judicial mediante la aplicación de concurso público, rompiendo privilegios de la “famiglia judicial”. Y por último aumentar el número de Cámaras de Casación para descongestionar a la Corte Suprema. 

Sin duda esta reforma queda chica, si vemos el ejemplo reciente de México donde a partir de la reforma judicial son los mismos jueces los que son elegidos con el voto popular. Parece ser este uno de los horizontes para liberar al país del flagelo que implicó un poder judicial opaco y ligado desde siempre a los grupos concentrados de la economía.  


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La batalla por el sentido desde las trincheras digitales

La batalla por el sentido desde las trincheras digitales

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

Somos testigos de la crisis civilizatoria occidental en curso y la prueba está en nuestras propias manos: una pantalla que nos muestra un mix entre vídeos de recetas y gatitos, y la masacre en curso en la Palestina ocupada. ¿Cómo nos informamos? ¿Qué lugar tiene el periodismo en tiempos dónde Twitter parecería ser la nueva cablera? ¿La inteligencia artificial nos reemplazará? 

En octubre de 2015 lanzábamos el número 7 de la Revista Trinchera en formato impreso. Su nota de tapa invitaba a reflexionar en torno a la pregunta ¿Por qué pensar otra comunicación social? Escribieron Ezequiel Lopardo, Daniel Badenes, Carlos Aznárez y Luciana Lávila junto a Juan Ignacio Revestido.

La primera nota partía de una mirada sobre el momento que estábamos atravesando: “Estamos ingresando a un tiempo histórico fundado a partir de la crisis del capitalismo en su etapa senil, marcado por la especulación inmediata del parasitismo financiero y retroceso industrial, depredación de los recursos naturales, resistencias regionales, y otros elementos significativos, que derivan, sin exagerar, en una guerra global que todos los días se cobra vidas y desplaza poblaciones”. 

Desde ese punto de partida, Lopardo describe cómo se fue conformando la maquinaria infocomunicacional de las corporaciones y los Think-Tank para imponer una editorial unificada para la dominación. Como contrapunto destaca el rol de la comunicación en el desarrollo de un pensamiento patriótico-nuestroamericano para la emancipación verdadera.

La segunda nota se tituló “Descolonizar la historia de la comunicación”. Retomando las palabras de Rodolfo Walsh, quien advertía que “las clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires”. Badenes propone descolonizar la historia de la comunicación como un ejercicio central para comunicadores y comunicadoras que breguen por el pensamiento crítico ya que Walsh además agrega: “Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”.

En la tercera, Aznárez enfoca su análisis en Medio Oriente para señalar el papel de las corporaciones de la (des)información en el amparo del genocidio y la construcción de un relato imperialista que justifica todo tipo de atrocidades contra la humanidad.

Por último, Lávila y Revestido sumaron la experiencia de la República Bolivariana de Venezuela en su lucha por la democratización de la comunicación y la decisión del Comandante Hugo Chávez Frías de fortalecer los medios alternativos como estrategia en el marco de la lucha antiimperialista. También toman la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y sus deudas con los medios alternativos, populares y comunitarios, que le dieron fundamento al 33% del espectro sin fines de lucro.

¿Por qué recuperar nuestra revista publicada hace 10 años? Porque muchas de esas reflexiones siguen vigentes pero necesitan repensarse a la luz del constante y dinámico desarrollo tecnológico. Somos testigos de la crisis civilizatoria occidental en curso y la prueba está en nuestras propias manos: una pantalla que nos muestra un mix entre vídeos de recetas y gatitos, y la masacre en curso en la Palestina ocupada, dónde se prueban nuevos armamentos con inteligencia artificial.

Ese ejercicio de memoria también permite rescatar un hecho que torció el rumbo de la Argentina al finalizar el proyecto político neoperonista denominado como Kirchnerismo, iniciado con los gobiernos de Néstor y Cristina. En noviembre del año 2015, Mauricio Macri se impuso en el balotaje tras una campaña de fuerte oposición al kirchnerismo y de denuncias sin prueba alguna de supuesta corrupción. ¡Se robaron uno, dos, hasta tres PBI! se instaló en el sentido común del electorado amarillo.

En marzo del año 2018, Cambridge Analytica, una consultora con sede en Londres fundada por Alexander Nix, fue denunciada por recopilar datos de 50 millones de usuarios de Facebook para analizar audiencias y generar perfiles con el objetivo de dirigir campañas publicitarias y políticas personalizadas. Ese escándalo mundial incluyó a nuestro país cuando se supo que la compañía británica había sido contratada de cara a la campaña de la Alianza Cambiemos con la que Macri se coronó como presidente.

A partir de allí se multiplicaron los debates sobre los datos que entregábamos a las grandes plataformas, la privacidad y los usos de esa información. Para las elecciones del año 2019, ya era evidente que redes como Facebook y Twitter eran terrenos de disputa. Así lo evidenció el troll center de Marcos Peña, que dejó momentos memorables como las “caricias significativas” de Hurlingham en apoyo a una reelección que nunca llegó.

Sin embargo, los juicios, las multas multimillonarias y las controversias no fueron lo suficiente para alertarnos a tiempo sobre esa maquinaria digital a la que nos sumergimos sin dudar cuando atravesamos la pandemia del COVID-19. Etapa que aún procesamos y cuyas consecuencias seguimos develando.

¿Dónde estamos hoy? Algunos hablan de Revolución Tecnológica, otros de Cuarta Revolución Industrial, de capitalismo de plataformas, Tecnofeudalismo, de silicolonización del mundo, etc. Lo cierto es que, cómo se mencionó antes, gran parte de este asunto está literalmente en nuestras manos. Según un informe publicado este año, en Argentina pasamos un promedio de 8 horas y 44 minutos online, entre ellas más de tres horas en redes sociales.

¿Qué hay detrás de todo ese tiempo que entregamos a las plataformas de los ricos más ricos del mundo? Estos años se ha teorizado mucho al respecto tanto para caracterizar y problematizar lo que acontece, así cómo también para perfeccionar este sistema y seguir garantizando la acumulación de grandes ganancias en pocas manos. Optimizar las estrategias de las grandes potencias imperialistas para someter a pueblos enteros.

Detrás de cada inyección de dopamina que nos devuelve el scroll, de los estímulos y recompensas, de los llamados a “dar amor” en forma de likes y compartidos, hay toda una industria dónde neurocientíficos, psicólogos, informáticos, ingenieros y otros especialistas, vuelcan sus conocimientos. 

La digitalización de la vida se desarrolla en un escenario de guerra permanente. Quizás no veamos las tanquetas ni los proyectiles caer sobre nuestros cuerpos, pero el bombardeo comunicacional, psicológico y cognitivo es constante. 

Con un capitalismo subordinado a la especulación financiera y una democracia liberal burguesa que muestra signos de agotamiento, se presenta un terreno propicio para profundizar la fragmentación de la vida en comunidad. La oferta es una burbuja ficticia donde encontrarnos con quienes más nos parezcamos. Pero también es la posibilidad de atacar, insultar o domar a otro sin necesidad de verle la cara. Una violencia que también sabe saltar del plano digital para tener su correlato en la vida real. Las milicias digitales de Las Fuerzas del Cielo de Milei son un ejemplo de eso. 

¿Quiénes son dueños de esas plataformas? ¿Qué esconden los Términos y Condiciones que aceptamos sin leer? ¿Qué son los algoritmos y cómo deciden lo que vemos? ¿Cómo nos informamos? ¿Qué lugar tiene el periodismo en tiempos dónde Twitter parecería ser la nueva cablera? ¿La inteligencia artificial nos reemplazará? 

Este dossier buscará indagar en estas y otras preguntas, con la certeza de que se abrirán más interrogantes en el camino.

Construir una agenda al servicio de la liberación de la patria será con soberanía o no será. Habrá que pensar y pelear por marcos regulatorios para las corporaciones que ganan fortunas y no tributan en el país, pero también discutir el destino de la ciencia y la tecnología, de nuestras y nuestros profesionales, de los bienes comunes como el litio, entre otros.

Volviendo al principio: ¿por qué pensar otra comunicación? Porque hay que seguir dando la disputa por el sentido. En tiempos dónde “el viejo mundo se muere y el nuevo está por llegar”, hay que trabajar para que lo que venga sea más digno de ser vivido.

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Sectores Estratégicos (del Estado)

Sectores Estratégicos (del Estado)

TIEMPO DE LECTURA: 7 min.

Varias frases cliché suelen merodear al concepto de que Argentina es un país plagado de riquezas en su suelo. “El país es hermoso, pero la gente no”, o “lo importante es que lo maneje otro, porque los argentinos somos todos corruptos”. ¿Por qué tal nivel de auto boicot? ¿Responde a alguna lógica esta respuesta automática que no es más que un tiro en nuestro pie? ¿Por qué no nos creemos merecedores de lo nuestro?

¿A qué nos referimos con “sectores estratégicos del Estado”? Esta es probablemente la pregunta más pertinente para introducirnos al eje en cuestión. En particular, Argentina cuenta con cualidades geográficas y climatológicas que, por ejemplo, la componen como uno de los cuatro países en presentar tierras raras, además de otras características. En general, el país cuenta con recursos o bienes naturales y por eso la necesidad de (re)pensar cómo generar la posibilidad de que todos los argentinos y las argentinas pueden hacerse benefactores de ellos. La única forma de emprender ese camino es desde un Estado que proyecto un plan estratégico para la soberanía y su desarrollo como país en base a las demandas de los territorios y sus pueblos.

¿Y qué sería entonces un ejemplo de sector estratégico desde esta óptica? La ambivalencia de este término permite que un sector pueda ser tanto un yacimiento de petróleo o de litio hasta la logística que se pone al servicio de la población. Por ejemplo, el yacimiento no convencional de Vaca Muerta y la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) extrayendo el crudo, refinándolo y repartiéndolo al interior del país. También puede ser una empresa metalúrgica como Techint, considerada “la madre de la industrias”, ya que produce y reparte acero, fundamental para casi todas las industrias del país. Otra podría ser Metalúrgica Pescarmona (IMPSA), que produce energía hidroeléctrica, nuclear y renovable. Y por qué no, incluso, los sectores “secundarios” de la agricultura y la ganadería, así como su logística de transporte y distribución a frigoríficos de la carne como alimento fundamental en la mesa de las y los argentinos. Y así podríamos seguir. No obstante, en casi todos los ejemplos aparecen algunos conceptos claves: logística, industria y sector secundario son términos correspondientes a un determinado proyecto de país, uno que tenga desarrollado un sector de producción casi total de un producto para mayor generación de puestos de trabajo y que tenga un transporte acorde para llegar a distintas partes del país.

Esto último responde a las características particulares que tiene un país de grandes dimensiones a lo largo de sus latitudes y longitudes. Retomando el inicio del escrito, el litio en el norte, la agricultura y la ganadería en la zona núcleo de la pampa húmeda, el petróleo y el sector minero en la Patagonia y en el Atlántico Sur, sumado al agua dulce y a todos los sectores industriales que rodean a estos sectores de desarrollo primario, conforman un país no solo ultra rico en cuanto a posibilidades, si no un desafío gigante para llevar adelante esa logística, en una extensión territorial que no es ni más ni menos que ¡La novena en el mundo! Y que se despliega de forma horizontal. En total, desde el norte (Jujuy) hacia la porción antártica que le corresponde a la Argentina, hay más de 4 mil kilómetros en línea recta. Pero supongamos que lo reducimos sólo a movimientos terrestres, desde el mismo norte hacia Ushuaia hay 3400 kilómetros de distancia. 

De manera natural, los habitantes de una zona se aglutinan en donde existen posibilidades de desarrollo. Por eso es que la zona del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) tiene 15 de los 47 millones de habitantes de Argentina, ya que la centralización de actividades financieras alrededor de la aduana de Buenos Aires y los futuros desarrollos de poder en la misma ciudad le dieron esa centralidad. De resto, el denominado conurbano se superpobló a partir de las posibilidades industriales que llegaron primero con el modelo de ISI (Industrialización por sustitución de importaciones) que los gobiernos de la década infame se vieron obligados a aplicar a partir del colapso financiero mundial de la bolsa de Nueva York en el año 1930, y la posterior revolución peronista, que profundizó a gran escala ese desarrollo industrial. Casi la totalidad de la población del país se termina de conformar por el resto de la Provincia de Buenos Aires, y las provincias de Córdoba y Santa Fe, donde se encuentra la nombrada pampa húmeda, sector de tierra fértil para las cosechas de soja y trigo y para desarrollar la ganadería. 

Los datos del relevamiento de habitantes en Argentina, arrojados por el Censo realizado en 2022, explican que solo entre estas tres provincias y sumando a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se concentran 28 de los 47 millones de habitantes. Es decir que más de la mitad del país vive distribuido entre tres provincias y un departamento, mientras que menos de la mitad en las restantes 20. La pregunta entonces que resta hacerse es cómo distribuir mejor a la población, pero sobre todo para qué. Aquí se dividen entonces dos posturas, ya que hay quienes alegan que mantener ciertas provincias es “deficitario”, mientras que otros entienden que es una apuesta por su valor en los bienes comunes que nombramos anteriormente.

Tanto en el norte por los últimos descubrimientos de litio, como en la Patagonia y el Atlántico Sur por el sector minero y el agua, estas zonas representan un alto valor. La pregunta entonces es sí nos hacemos carne de ello promoviendo un trabajo que englobe a la población, proveyendo la logística correspondiente para ello o, como ya vimos en otros sectores, lo descuidamos y lo explota otro, como es el caso de Reino Unido en Malvinas y parte de la plataforma que la rodea, y las multinacionales extranjeras que llegan al país para la megaminería. 

Cuando hablamos de logística nos referimos a transporte que genera conexiones, ya que si no existen formas de trasladar personas, productos y servicios, no hay posibilidad de mantener una población. Para esto, distintos gobiernos con esta proyección ambiciosa de país crearon y expandieron transportes que conecten el país. Se podría decir que uno de los primeros en realizar estas conexiones fue Julio Argentino Roca, que si bien compró y concesionó ferrocarriles a Inglaterra, profundizó los kilómetros de red de 5 mil a 35 mil en 25 años con una medida clave: Obras Públicas se inauguró como ministerio. Resulta curioso que un héroe reivindicado hoy por el libertarianismo haya realizado esto, siendo que esta corriente de pensamiento que gobierna al país, alega que este ministerio no debe existir porque por allí se realiza la corrupción.

Si bien la historia es más larga, en este artículo del medio se profundiza. Retomando las ideas y las proyecciones, el obligado proceso de industrialización de la década infame continuado y profundizado por Perón llevó a estos kilómetros a su número más extenso en la historia argentina: casi 47 mil km hacia 1957, con el detalle de que en 1948 el presidente nombrado decidió que estas pasen a ser controladas por el Estado. Allí bautizó a las líneas nacionales “Roca” en gratitud a la cantidad de obras realizadas.

Durante la década menemista se dio el mayor retroceso: se perdieron más de 10 mil kilómetros bajo la excusa de que supuestamente eran deficitarias y, de esa manera, se graficó un país menos conectado. 

De la misma forma hoy, bajo el discurso del déficit, no solo se cierran ramales de trenes, sino que además se atacan las otras dos empresas que forman la tríada de la conexión logística del país a través del Estado: Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Y que casualmente, también fueron depuestas de su valor en la década menemista.

Hoy, mientras varios pueblos de la Patagonia ven como su única sucursal de envíos cierra, como se recortan en paralelo puestos de trabajo y presupuesto en Aerolíneas Argentinas y, además, como se pretende avanzar con la privatización de Trenes Argentinos (solo hoy puesta en pausa). Todos bajo los mismos discursos de “déficit”. Desgranemos eso.

Ese gráfico representa la evolución del balance comercial de Aerolíneas Argentinas, publicado en el año 2023 por el presidente de entonces, Pablo Ceriani. Además de demostrar las ventajas de poseer un brazo de control nacional aéreo y llegar a donde el negocio no llega para traer las vacunas en la pandemia del COVID-19, la empresa demostró que se puede proyectar la sustentabilidad de la misma.

Por otro lado, prestemos atención a la noticia anclada del medio La Nación sobre el pueblo que perdió su sucursal de Correo el año pasado. “Un pueblo bonaerense aislado, sin bancos ni cajeros automáticos, ahora pierde su oficina de correos después de 124 años”, asegura el título, y la bajada agrega: “Santa Regina es un pueblo de 500 habitantes, apartado de rutas pavimentadas, en el partido de General Villegas; el rol clave de Diego Mittino, el único cartero de la zona”.

Si entonces algunas necesidades no son resueltas por la armonía del mercado, como es el caso de Santa Regina o la Argentina misma cuando necesitaba rescatar compatriotas varados en otros países en medio de la pandemia. ¿Qué nos separa del control de estos sectores estratégicos del Estado? ¿Qué otros intereses pueden jugar por fuera de las necesidades comunes de las y los argentinos?

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¿Podrá China cambiar la forma de comprender las relaciones internacionales?

¿Podrá China cambiar la forma de comprender las relaciones internacionales?

TIEMPO DE LECTURA: 9 min.

Xi llama a trascender conceptos obsoletos como el choque de civilizaciones, la mentalidad de Guerra Fría o la de suma cero, y afirma que se ha abierto un nuevo capítulo en las relaciones internacionales, en la antesala de la 25ª Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái.

Como ya se ha mencionado en anteriores oportunidades, este 31 se agosto y 1ro de septiembre tendrá lugar en la ciudad portuaria septentrional de Tianjin, China, la 25ª Reunión del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái. Un evento de gran importancia, fundamentalmente en Oriente, que este año podría cobrar una relevancia aún mayor, dado que reunirá a los presidentes y primeros ministros de los principales países de un mundo emergente: Rusia, China, India e Irán.

Si bien esta organización nació en Shanghái allá por 2001, con tan sólo seis integrantes (China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán), en el último tiempo se incorporaron otras naciones (India y Pakistán se unieron en 2017, Irán en 2023, y Bielorrusia en 2024) además de dos observadores (Afganistán y Mongolia) y 14 socios de diálogo (Azerbaiyán, Armenia, Bahrein, Egipto, Camboya, Catar, Kuwait, Maldivas, Myanmar, Emiratos Árabes Unidos, Nepal, Palestina, Sri Lanka y Turkiye), abrazando un total de 26 países de Asia, Europa y África, que la convierten –actualmente- en la mayor organización internacional regional por área geográfica y población.

Un encuentro que lógicamente tendrá a Xi Jimping como principal orador, pero que contará con las visitas estelares tanto del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, como del Primer Ministro de la India, Narendra Modi, quien visitará China por primera vez luego de siete años de relaciones bilaterales prácticamente congeladas. Hecho que, claramente, es un mensaje sin precedentes de parte de Nueva Deli para la administración de Donald Trump, más allá del buen vínculo personal o la cercanía ideológica que puedan tener los mandatarios.

Cabe recordar que la confirmación de la participación de Modi en persona, se dio pocas horas/días después de que EEUU anunciara que impondría sanciones secundarias a la India, so pretexto de estar alimentando la maquinaria de guerra rusa, al comprarle hidrocarburos. Cabe destacar que India es el 2do mayor comprador de hidrocarburos rusos, tan sólo después de China. Hidrocarburos que refina y luego vende a otros estados, en su mayoría europeos.

La visita de Modi no es sólo muestra de que la India pretende seguir siendo una nación soberana a la hora de decidir con qué otros países vincularse, también es una muestra cabal de que la palabra de Trump es menos confiable que la de un mitómano. Hoy dice “A”, mañana dice “B” y pasado dice “C”, y lo hace sin ruborizarse. Cosa, que evidentemente ya han comprendido hace bastante tiempo tanto rusos, como chinos, iraníes, y ahora indios (¿?).

El resurgir del dragón

Y en este punto es importante hacer una breve referencia histórica: Si bien en los últimos dos siglos, China vivió un considerable declive en su influencia global, no hay que perder de vista que previo a lo que ellos llaman el “siglo de la humillación” (que esquemáticamente podría enmarcarse entre la Primera Guerra del Opio -1839- hasta unos años después de la Segunda Guerra Mundial -1949-), el gigante asiático representaba algo más del 30% de la economía global. Actualmente es la segunda economía en términos de PBI nominal y la más grande si se mide por paridad de poder de compra, representando entre un 18 y un 20%, por lo cual (en su lógica) aún les resta un buen camino para volver a ser lo que fueron.

Pero la pregunta inicial de si China podrá modificar o cambiar la forma en la que se comprenden las relaciones internacionales va un paso más allá de estos hechos particulares: en los estudios sobre relaciones internacionales, que nacieron hace relativamente poco tiempo, prácticamente todas las teorizaciones estuvieron, o producidas, o fuertemente influenciadas por Occidente. Ya sea la teorización de la considerada corriente realista (y sus derivaciones), la utopista (y sus derivaciones), las marxistas (y sus derivaciones), o la constructivista (y sus derivaciones), todas se han visto atravesadas por el prisma académico/político/económico/cultural impuesto por el sistema mundo llamado modernidad, del que ya se ha reflexionado en reiteradas oportunidades.

Con el capitalismo como ordenador, sobre todo de las formas de acumulación, pero también con toda una maquinaria simbólica detrás, todas las formas de pensar las relaciones internacionales estuvieron atravesadas por esas lentes.

El punto es que, en los últimos 50 años, más particularmente, en los últimos 20, el modelo chino logró sacar a más de 800 millones de personas de la pobreza y la indigencia, se convirtió en líder en desarrollo tecnológico, es el motor productivo del mundo, e hizo todo eso -como diría el dicho- “sin tirar un solo tiro”, demostrando que la cooperación, el respeto a la diversidad civilizatoria y el trabajo en beneficio mutuo, son mucho más rentables que las lógicas de imposición por la fuerza, los tratados donde solo ganan algunos, o las Guerras Eternas que propone Occidente.

¿Quién habría pensado que alguien osaría cuestionar el dólar como moneda de reserva o de intercambio comercial antes de que se produjeran las sanciones a Rusia por la OME en Ucrania? Quizás, prácticamente nadie. Y pese al crecimiento del oro y otros metales, hoy la crítica suena cada vez con más fuerza, sobre todo, entre las naciones que se ven afectadas por el uso cuasi militar del dólar, del sistema de pagos internacionales (SWIFT), o incluso de las medidas coercitivas unilaterales como la imposición de sanciones o aranceles.

Sin dudas, para comprender mejor la pregunta que se hacía algunas líneas atrás, habría que estudiar de manera más acabada cómo fue el proceso histórico que vivió China, cómo confluyeron su tradición y lógicas de gobierno milenarios con un Partido Comunista que ha sido flexible a los cambios de estrategias y de tácticas para alcanzar el punto en el que hoy se encuentra el país. Es una tarea, sin dudas, más que interesante para intentar comprender qué enseñanzas podemos aprender y en base a ellas, qué tipo de planificación y propuesta políticas podemos construir de este lado del globo.

Lo que sí es innegable es que China está cambiando las lógicas. No sólo de vinculación internacional, sino de comprensión de lo que implica un buen gobierno; si la democracia representativa liberal, tal y como la conocemos, es -efectivamente- el mejor sistema de gobierno, o no; entre un sinfín de prácticas y lógicas que se escapan a los modos de pensarnos bajo la lógica Occidental globalizada en los últimos siglos.

A modo de ejemplo, en una entrevista recientemente publicada por el periodista norteamericano, Ben Norton, el destacado politólogo y académico chino, Zhang Weiwei, explica que el modelo chino, políticamente, es un partido político (el comunista) holístico, a diferencia del modelo occidental, donde los partidos políticos son de interés parcial, o de interés partidista. China, fue unificada por primera vez en el año 221 antes de Cristo, “es un estado civilizatorio, lo que significa que es una fusión de cientos de estados en uno a lo largo de su larga historia”. Y detrás de esa unificación hay un sistema de lo que aquí se llamaría de “examen” de los servidores públicos. Según explica, “tenés que pasar todo tipo de exámenes y pruebas hoy: tu experiencia laboral, tu rendimiento”, y se elige a los que mejor resultados obtengan, por lo cual “si nos fijamos en los principales líderes nacionales de China, los siete primeros, los miembros del Comité Permanente del PCCh, la mayoría de ellos sirvieron a tres mandatos como el número uno de una provincia, secretario del partido o gobernador. Así que, literalmente, han gobernado a más de 100 millones de personas antes de llegar a la posición actual”.

Económicamente, China, se podría llamar “una economía de mercado socialista”, o un proyecto de “socialismo con características chinas”, o lo que el analista geopolítico, filósofo e influenser brasileño-mexicano, Diego Ruzzarín, cita permanentemente: la definición del destacado economista brasileño, Elias Rebbour quien afirma que la nomenclatura académica para definir a China es como “nueva formación socioeconómica con orientación socialista”. Un proceso de ensayo y error, de apertura y control, que encontró un equilibrio particular después de décadas de experiencias acumuladas.

Volviendo a Weiwei, este afirma que, socialmente, “en lugar del modelo occidental de enfrentar a la sociedad contra el Estado, China es un Estado y una sociedad que se dedica a relaciones mutuamente positivas”, por lo que es mucho más reactivo a los problemas que puedan surgir.

El destacado académico, de alguna manera, sintetiza la descripción señalando que la clave es el “equilibrio de poder”, donde “el dominio político, el poder social, el poder del capital y el poder político, están a favor de la mayoría de la población”, a lo que agrega que “China se centra en primer lugar en el propósito de la buena gobernanza y en cómo lograr la buena gobernanza”.

En definitiva, un proceso político, social, cultural y económico, donde el objetivo está puesto en resolver los problemas de su pueblo. Un proceso verdaderamente meritocrático, donde para llegar a lugares de decisión hay que demostrar resultados concretos; donde el mercado está subordinado a las definiciones políticas del Estado en post del bien colectivo (recordemos la frase de Deng Xiaoping: “El mercado es un pésimo amo, pero un excelente esclavo“); y donde lógicamente, el poder económico de los privados no tiene la influencia o el peso en la toma de decisiones políticas, como sucede en Occidente.

Más allá de la planificación concreta de los lineamientos de trabajo, para la próxima década, que surjan de esta reunión de la OCS, el slogan “El espíritu de Shanghai con renovada vitalidad” propuesto por la presidencia pro-tempore de China para esta 25ª cumbre de la OCS, pretende “trascender conceptos obsoletos como el choque de civilizaciones, la mentalidad de Guerra Fría y la mentalidad de suma cero, ha abierto un nuevo capítulo en las relaciones internacionales y se ha ganado un reconocimiento creciente por parte de la comunidad mundial“, tal como indicó Xi.

Pero no todos los ven como algo materializable, al menos no en el corto plazo. Uno de ellos es, por ejemplo, el profesor de seguridad internacional en la Universidad de Birmingham, Stefan Wolff, quien en su artículo “Xi, Putin, Modi no se pondrán de acuerdo sobre algo importante en la cumbre de la OCS”, afirma que estos mandatarios no presentarán los lineamientos concretos para un proyecto alternativo al dominante durante el “siglo americano”.

Y si bien nadie puede afirmar que no habrá obstáculos, o que el imperio americano (u Occidental y decadente) no luchará por seguir dominando el sistema, retomando a Weiwei, hay que decir que “es inevitable, la multipolaridad ya está ahí, pero lo que necesitamos es un orden mundial multipolar. Esto todavía está en ciernes”.

China está demostrando que se puede construir de otra manera, está dando el ejemplo. Es la primera vez en la historia reciente que un proyecto político, no capitalista, está disputando los sentidos a nivel global, incluso en el ámbito de las relaciones internacionales y sus posibles teorizaciones futuras. Y dado el descalabro generalizado que es el Occidente Colectivo, habrá que ver por cuánto tiempo siguen primando las especulaciones de un anquilosado póker con olor a pólvora (de cañones), y cuán rápido emerge una propuesta alternativa que mezcle los razonamientos de juegos como el ajedrez (Rusia), el tawlé (Irán), el Pachisi (India) y el Wéiqí (o “Go” chino).

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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Del deseo popular al sacrificio político 

Del deseo popular al sacrificio político 

TIEMPO DE LECTURA: 5 min.

Una noche inolvidable en la historia argentina: frente a una multitud expectante, Eva Perón renunció a la candidatura vicepresidencial en un acto cargado de lágrimas, fervor popular y simbolismo político. Aquella decisión marcaría para siempre el rumbo del peronismo y del imaginario colectivo. 

El 31 de agosto de 1951, Evita anunció por cadena nacional que renunciaba a la candidatura a la vicepresidencia de la Nación, propuesta por la CGT y aclamada por una multitud en el Cabildo Abierto el 22 de agosto. 

La CGT había decidido impulsar la fórmula Perón-Perón, poniendo a Eva en el cargo de la vicepresidencia. El acto del 22 de agosto reunió a más de dos millones de personas en la Avenida 9 de julio, en lo que sería un momento histórico: las mujeres votarían por primera vez en las elecciones de noviembre de ese año. 

Fórmula Perón–Perón

No se habían cumplido cinco años desde que había asumido Juan Perón a la presidencia de la república, aquel 4 de junio de 1946, cuando comenzó a gestarse una inédita movilización popular para imponer el cargo de la vicepresidencia del próximo periodo. 

En febrero de 1951, faltando nueve meses para las elecciones presidenciales, los sindicatos se movilizaron con mayor ímpetu. La CGT hizo un planteo oficial hacia Perón para proclamar la candidatura de Evita, logrando así la fórmula Perón–Perón. El Partido Peronista Femenino y centenares de agrupaciones políticas se sumaron al pedido cegetista.

En 1951, por primera vez en la historia argentina, la mujer podía ejercer su derecho al voto y el pueblo podía elegir en forma directa la fórmula de Juan D. Perón para la presidencia y Eva Perón para la vicepresidencia. Con esto se preveía un triunfo arrollador del peronismo y un clima cada vez más tenso se acentúa en la oposición. 

A las 5 de la tarde, en la Avenida 9 de julio algo más de dos millones de personas formaron una marea humana que aguardaba entre cánticos y consignas ver aparecer en el palco a Perón y Evita. 

 

Finalmente Eva salió al balcón y habló ante la multitud, pero lejos de confirmar lo que todos buscaban escuchar, pidió algunos días para decidir una cuestión tan importante. Aunque realmente los recelos de sectores importantes de la alianza coincidían con Perón, esa no era la mejor fórmula para gobernar por aquellos años. 

A pesar de las horas de vigilia, las y los millares de movilizados no volvieron a escuchar a Evita aquel día, ni la semana siguiente. Recién nueve días más tarde, el 31 de agosto, la mujer de los “descamisados”, por cadena nacional de radiodifusión, anunció su “irrevocable decisión”, renunciaba al honor que los trabajadores y el pueblo de su patria quisieron conferirle. 

Compañeros, quiero comunicar al Pueblo Argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi patria quisieron honrarme en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto.

Ya en aquella misma tarde maravillosa, que nunca olvidarán ni mis ojos ni mi corazón, yo advertí que no debía cambiar mi puesto de lucha en el Movimiento Peronista por ningún otro puesto.

Desde aquel momento, después de aquel diálogo entre mi corazón y mi pueblo, he meditado mucho en la soledad de mi conciencia y reflexionando fríamente he tomado mi propia decisión en forma irrevocable y definitiva, presentada ya ante el Consejo Superior del Partido Peronista y en presencia de nuestro jefe supremo el general Perón.

…poniendo estas palabras bajo la invocación de mi dignidad de mujer argentina y peronista y de mi amor por la causa de Perón, de mi patria y de mi pueblo, declaró que esta determinación surge de lo más íntimo de mi conciencia y por ello es totalmente libre y tiene toda la fuerza de mi voluntad definitiva.

Evita quería ser cuando me decidí a luchar codo a codo con los trabajadores y puse mi corazón al servicio de los pobres, llevando siempre como única bandera el nombre del general Perón a todas partes.

Si con ese esfuerzo mío, conquisté el corazón de los obreros y de los humildes de mi patria, eso ya es una recompensa extraordinaria que me obliga a seguir con mis trabajos y con mis luchas. Yo no quiero otra cosa que este cariño”.

La “segunda cabeza” y el renunciamiento

Después de que Perón asumió la presidencia en 1946, Evita comenzó a recorrer las fábricas y lugares de trabajo. Atendiendo personalmente una gran cantidad de delegaciones y de a poco fue insertándose en la estructura de poder del peronismo no sólo desde la Fundación Eva Perón, sino también desde su relación con los trabajadores en sus propios lugares de trabajo. 

De esta manera Eva se volvió el nexo más directo entre estos y Perón, lo que le permitió al General lograr una relación más estrecha con la clase obrera. La construcción de Evita como Segunda Cabeza del gobierno estuvo relacionada con mantener una relación estrecha con los sindicatos y el trabajo de los sectores más empobrecidos de los trabajadores a través de la fundación. 

Eva organizó el Partido Peronista Femenino, a partir de 1949 y logró fortalecer la base política y social del movimiento al incorporar a las mujeres y preparar su participación en las elecciones de 1951, en las que votarían por primera vez. 

Para entender el renunciamiento de Eva Perón, es importante observar las tensiones de un regimen nacionalista burgues sostenido por intereses de clase contrapuestos. Por un lado, una clase obrera con mucha fuerza; por otro, sectores del poder económico y político con objetivos distintos. 

Las Fuerzas Armadas, actor clave en la gobernabilidad de entonces, miraban con desconfianza el avance de Eva y su estilo confrontativo, fuertemente identificado con los sectores obreros. El mismo Juan Perón, aunque públicamente apoyaba a su esposa, sabía que su candidatura podría generar divisiones internas. Por eso, el renunciamiento de Evita puede entenderse no sólo como un gesto emocional, sino como una maniobra política para preservar la unidad del poder. 

Apenas unos meses después, se produciría una serie de conflictos que reafirmaron el desgaste del régimen. Entre ellos, las huelgas ferroviarias de fines de 1950 y principios de 1951, y el fallido levantamiento del general retirado Benjamin Menéndez y el entonces capitán Alejandro Lanusse. 

El renunciamiento fue, en definitiva, el primer síntoma visible del giro conservador que se consolidaba en el segundo mandato peronista. Evita renunció, pero su figura no hizo más que crecer. Aquel acto se convirtió en un mito de entrega y sacrificio, pero también en un  emblema de las tensiones de poder que definieron una etapa crucial en la historia argentina. 


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Alaska, Washington y un ¿posible cambio de rumbo?

Alaska, Washington y un ¿posible cambio de rumbo?

TIEMPO DE LECTURA: 12 min.

Las reuniones en Alaska entre los presidentes ruso y norteamericano y la posterior visita de los europeos al magnate de peluquín dejaron mensajes entre líneas cargados de simbolismos. ¿Finalmente inició un posible camino hacia la paz en Ucrania?

Hace unos días, en conversación con el periodista y analista Glenn Diesen, el coronel retirado y ex Jefe de Gabinete de la Secretaría de Estado de los EEUU, Lawrence Wilkerson, señalaba que “estamos en un colosal cambio de poder. Cada elemento del poder del Estado Nación, llámese educativo, informativo, de inteligencia militar, económico, financiero, comercial, está desplazándose dramáticamente de Occidente a Oriente, siendo China el imán. Y, ahora mismo, Occidente está intentando de manera incoherente lidiar con el centro de todo esto, que es Ucrania, por medio de terceros; y está fracasando”.

En este sentido, sostuvo que, en ese movimiento de placas, Occidente además sigue ocupándose de temas como Georgia, Armenia, lo que sucede en el Ártico, en el Báltico y muchos otros sitios donde hay generales en actividad diciendo de manera absurda que EEUU podría desembarcar en Kaliningrado en cualquier momento y tomarla.

El grado de demencia de muchos en Occidente que parecen vivir en un mundo paralelo segados por el odio hacia los rusos (no solamente) podría llevar a que el conflicto en Ucrania se resuelva completamente luego de una guerra nuclear o se haya detenido el cambio de poder; o al menos se haya acomodado. Bueno quizás algo de eso es lo que haya dejado esta semana luego de las cumbres de Alaska y de Washington.

¿Qué nos dejó Alaska?

Si bien es cierto que el nivel de secretismo y hermetismo sobre la reunión entre Putin y Trump es prácticamente total (quien diga que sabe qué se acordó, les está mintiendo), por sus actos y dichos posteriores se podrían inferir algunas cosas. Una de ellas es que Trump finalmente entendió que ningún acuerdo de paz es posible sin respetar las líneas rojas planteadas por Moscú desde un inicio: Ucrania neutra, bajo ningún concepto puede entrar en la OTAN, retrotraer la expansión de la OTAN a las fronteras de finales de milenio, sin Georgia, sin los países Bálticos, sin Ucrania.

El analista brasileño Pepe Escobar sostiene que la cumbre de Alaska es sólo el primer paso de una posible recomposición de las relaciones bilaterales estratégicas entre las dos principales potencias nucleares del mundo. Si esto sigue avanzando (dice Escobar) “todo va a tener que ser repensado: sistemas de defensa, sistemas de ataque, misiles nucleares, misiles de corto y mediano alcance y una renegociación de un tratado INF, las relaciones trilaterales entre EEUU-Rusia-China”.

En este punto es relevante señalar que, claramente, Putin no estaba sólo como representante de Rusia, sino como una suerte de vocero de los BRICS. No es menor que luego del encuentro las sanciones extras contra países del bloque que le compran petróleo a Rusia (sobre todo la India) se hayan puesto en pausa. No hay que perder de vista que los días previos a la cumbre, Putin dialogó personalmente con casi todos los presidentes y Primeros Ministros de los BRICS. Evidentemente hubo un trabajo coordinado.

El Sur Global sigue avanzando

En paralelo, y como se mencionaba en artículos anteriores, Modi y Xi siguen avanzando en descongelar sus vínculos diplomáticos. La visita de dos días del canciller chino, Wang Yi, a Nueva Deli, y sus posteriores declaraciones, al igual que las de su homólogo indio, Subrahmanyam Jaishankar, dejaron en claro que ambos países son conscientes del impacto que podría tener, de cara a futuro, que el vínculo bilateral mejore. Y si bien este proceso seguramente esté repleto de obstáculos, ambos gobiernos saben que avanzar en una relación de cooperación y beneficio mutuo en materia comercial, de cooperación diplomática o de otra índole, podría significar que no sólo fortalecerá a los BRICS, sino una relación estratégica para la estabilidad de la economía mundial; algo que marcó públicamente el canciller indio, dejando boquiabierto a más de uno.

Está claro que las presiones arancelarias de Trump contra Modi buscaban generar lo opuesto. EEUU sigue creyendo que el resto debe seguir sus designios a como dé lugar, el problema es que, ante semejante agresividad, Modi parece estar dispuesto a plantarse, y pese a su largo historial de vinculación con los norteamericanos, el acercamiento a China parece estar dando un mensaje claro: India tendrá una política exterior soberana y no se dejará chantajear.

No es menor remarcar algunos datos arrojados por el periodista norteamericano Ben Norton en un artículo publicado recientemente: Si se mide por su PBI en paridad de poder adquisitivo, China es la principal economía del mundo (representa un 19,68%), seguida por EEUU (representa un 14,75%), India (8,53%) y Rusia (3,48%). El diplomático ruso, Yevgeny Primakov, parecía no equivocarse al afirmar que la alianza de estas tres potencias asiáticas (Rusia-India-China) tendría un carácter estratégico como contrapeso a Occidente. Contra esto lucha, por el momento sin buenos resultados, Donald Trump y sus acólitos.

Pero la cosa no queda sólo ahí, otra de las relaciones neurálgicas que golpea los intereses norteamericanos, viene de la mano del famoso “oro negro”. Tema que ya se abordado en artículos anteriores, pero que sigue avanzando: Arabia Saudí sigue profundizando sus vínculos con China.

El investigador de estudios estratégicos libanés, especializado en la relación entre seguridad energética y geopolítica, Mohamad Hasan Sweidan, analizó en un reciente artículo cómo el plan de reformas radicales “Visión 2023”, impulsado por el príncipe heredero Mohammad bin Salman, está cambiando la matriz productiva saudí a pasos agigantados y en estrecha colaboración con China.

Sobre todo en la última década, el reino saudí ha reducido su dependencia del petróleo, pasando a ser uno de los mayores productores de energías renovables, siendo la solar, la eólica y el hidrógeno verde donde están apuntando sus cañones. Gracias al trabajo conjunto con empresas chinas, Arabia Saudí ha llegado a un 40% de sus ingresos en exportaciones no petroleras. Tan sólo en 2024 “los ingresos totales del gobierno alcanzaron 1,26 billones de riyales (unos 336 mil millones de dólares), un aumento del cuatro por ciento interanual”, y la expansión del sector continúa.

El vínculo entre Riad y Pekín no sólo colaboró con estos cambios, sino que también se vio fortalecido por el histórico acuerdo firmado “en marzo de 2023, cuando Aramco (la petrolera estatal saudí) adquirió una participación del 10 por ciento en la Petroquímica Rongsheng de China por 3.600 millones de dólares a cambio de un contrato de suministro de 20 años que entregaba 480.000 barriles por día (bpd). Otros proyectos conjuntos en el noreste de China aumentarán la oferta total en otros 690.000 barriles diarios”. Lógicamente estos acuerdos resuelven una parte considerable de la gran demanda de hidrocarburos de China, al tiempo que aumenta su influencia en la región. Sobre todo si tenemos en consideración no sólo que los saudíes son cuasi-parte de los BRICS (su parlamento aún no lo ratificó), además de que a mediados del 2024, finalizó el acuerdo por 50 años que tenían saudíes y norteamericanos para que el “oro negro” sólo se vendiera en dólares.

La “Coalición de los impotentes”, cada vez más sumisa

En un artículo publicado recientemente en el portal búlgaro ZeroHedge titulado “Europa gastará 100 mil millones de dólares que no tiene, para comprar armas que Estados Unidos no tiene, para armar a soldados con los que ahora Ucrania carece”, y citando al analista y comentarista geopolítico, Glenn Diesen, se afirma que Zelenski prometió a Trump una monumental compra de armamento financiada por una Europa que tendrá que salir a pedir prestado (a bancos norteamericanos), para continuar alimentando una guerra perdida desde hace tiempo en el campo de batalla.

Trump, de manera esquizofrénica, está intentando despegarse de esa derrota. Ello es parte de lo que se vio desde la primera vez que afirmó en público que “esta es la guerra de Biden”, y no la suya. Días pasado el vicepresidente J.D. Vance afirmó: “no creo que debamos cargar con todo. Creo que debemos ayudar si es necesario para detener la guerra y las matanzas. Pero creo que debemos esperar, y el presidente ciertamente espera, que Europa desempeñe el papel principal”.

Y eso fue lo que reflejaron las fotos publicadas sobre las reuniones que mantuvieron Trump y Zelenski primero, a la que luego se sumó la coalición de chiwawas (como diría Escobar) rusófobos de Europa. Algo que ya había advertido Putin en febrero de este año: “Le aseguro que Trump, con su carácter y persistencia, restaurará el orden con bastante rapidez. Y todos ellos, verás, pronto todos ellos se pararán en los pies del maestro y menearán suavemente sus colas”.

El ex jefe de la CIA, León Panetta, admitió que el conflicto ucraniano es una guerra indirecta entre la OTAN y EEUU contra Rusia.

El analista geopolítico mexicano Alfredo Jalife afirma que “Trump intenta venderse, internamente y al mundo, como el presidente que sacó a EEUU de la guerra de Ucrania”, por eso insiste que esta no es su guerra y quiere que le den el premio Nobel de la Paz para quedar en la historia. En sintonía con este análisis Escobar sostiene que, en adelante, EEUU continuará vendiendo armas y energía a los europeos para que continúen con sus guerras eternas y su idea alocada de provocar un “cambio de régimen” en Rusia para luego balcanizarla. Operará desde las sombras provocando que sus alumnos de “kinder” (Rutte, Von der Leyen, Starmer, Meloni, Merz, Macrón, y el payasito Zelenski), ahora mega-ultra dependientes de la energía, la seguridad, los préstamos y la diplomacia de “papi” (como dijo Rutte), sean quienes paguen por la derrota.

Los encuentros entre el comediante, los “impotentes” que piden permiso desesperadamente para entrar en la negociación y el dueño circense del imperio del caos, estuvieron plagadas de simbolismos tal como relata Jalife en su artículo publicado en el portal La Jornada. Entre ellos “Trump con Zelensky junto a un mapa sugerente de la nueva Ucrania, 2) Los acongojados europeos que parecían asistir a un evento fúnebre frente a la mesa de trabajo de Trump con dos bustos de Lincoln y Roosevelt, y 3) a un costado de la reunión, la imagen del atentado en Pensilvania, feudo del jázaro (Khazar) gobernador demócrata Josh Shapiro, vasallo del globalista misántropo George Soros (Elon Musk dixit)”.

Tal como se ha venido analizando, Trump y el Deep State no reconocerán bajo ninguna circunstancia una derrota estratégica contra Rusia en Ucrania, dado que ello provocaría el colapso inmediato del imperio norteamericano. Y la última señal de que esto será así fue el cambió la narrativa: es la primera vez que Trump reconoce abiertamente que la posible solución del conflicto en Ucrania es ir hacia un Acuerdo de Paz sin necesidad de un cese al fuego (como venían pidiendo a gritos todos en la Europa, incluido Zelenski, para ganar tiempo y rearmarse).

Continuando con el análisis de Escobar, lo que posiblemente se vendrá serán múltiples presiones contra el mandatario norteamericano: “van a venir desde los neocons del Deep State americano, de Republicanos que son anti-Trump, de todos los Demócratas, de una parte del Complejo Industrial Militar y de Inteligencia, de las Elites Atlanticistas, de toda la Comisión de la Unión Europea, de la OTAN; y eso es la lista corta, sin mencionar a los que controlan el sistema financiero internacional (los dueños de los mensajeros del Club Bilderberg). Que son parte de los impulsores de las ‘Guerras Eternas’, perpetradores de esta guerra; la otra gran declinación son las guerras eternas en Asia Occidental (incluyendo Gaza, Líbano, Siria, Irak y especialmente Irán)“.

Un claro ejemplo de las presiones mencionadas por el analista brasileño sucedieron pocos días después del encuentro entre Trump y la delegación belicista europea: el pasado jueves, y por tercera vez en menos de dos semanas, los ucranianos atacaron la red de oleoductos Druzhba que utiliza Rusia para enviar hidrocarburos por el Báltico hacia Bielorrusia, Hungría y Eslovaquia.

El atentado terrorista fue una clara presión tanto a Lukashenko (presidente bielorruso y aliado de Putin) como a Orbán y Fico (presidentes húngaro y eslovaco, respectivamente, y férreos opositores al envío de armas a Ucrania y de continuar con la política de sanciones a Rusia), quienes pusieron el grito en el cielo. “Hungría apoya a Ucrania con electricidad y gasolina, a cambio bombardean el oleoducto que nos abastece. Una jugada muy poco amistosa“, declaró Orban.

¿Acaso estos actos beligerantes no son un ataque a países de la OTAN a manos de un país que no es parte de la alianza? El doble rasero de “Otanistán” para condenar actos terroristas de los nazis ucranianos parecen hablar por sí solos. Tal como lo afirma el periodista brasileño e investigador del Centro de Estudios Geo Estratégicos y experto militar Luca Lairoz, “Hungría está al borde de una decisión existencial: enfrentarse a Kiev y romper con la OTAN o seguir siendo rehén del terror ucraniano”.

Las advertencias sobre el carácter nazi de los ucranianos que hoy usurpan el gobierno, no es una novedad, había sido advertido el 1 de agosto de 1991 por el mismísimo presidente norteamericano de aquel entonces, George W. Bush padre. Hace más de 30 años afirmaba sobre los extremistas ucranianos: “los estadounidenses no apoyarán a los independentistas que quieran sustituir la antigua tiranía por el despotismo local. EEUU no ayudará a quienes promueven un nacionalismo suicida basado en el odio étnico“.

Más allá de las vociferaciones de Trump afirmando que mediará en una reunión entre Putin y Zelenski, no hay que perder de vista que, desde mayo de 2024, tanto Zelenski como todo su gobierno (incluida la totalidad del parlamento) carecen de legitimidad dado que venció su mandato. De no haber un llamado a elecciones que legitimen al gobierno de Kiev, difícilmente el Kremlin aceptará una reunión cara a cara, algo que ha repetido innumerable cantidad de veces uno de los diplomáticos más experimentados del mundo, el canciller ruso, Sergey Lavrov.

Por último, y para no aburrir con mayores enredos, señalar que algunos en Occidente (incluso acérrimos y vehementes enemigos de Rusia) comienzan a mencionar a las cosas por su nombre. Quizás uno de los casos más interesantes, es el del periodista y escritor británico (confeso anti-Putin), Peter Hitchens, quien sostuvo recientemente en un artículo publicado en el Dailymail que: “En febrero de 2014, el presidente legítimamente electo en Ucrania, Viktor Yanukovych, fue derrocado por una violenta turba ultranacionalista. Esta estaba compuesta por el tipo de personas que las élites británica y estadounidense normalmente llamarían “fascistas”. Los remanentes del parlamento del país violaron su propia constitución para ratificar este vil golpe de Estado. Sus acciones ilegales fueron reconocidas posteriormente por EEUU y el Reino Unido. Fue esto, y no la invasión de 2022, lo que marcó el inicio de esta sucia y terrible guerra que ahora presenciamos“.

La realidad es lo que es, pero muy probablemente si Occidente hubiese escuchado las advertencias de Putin, Lavrov y otros funcionarios rusos quizás la película habría sido otra. ¿Escucharán en esta oportunidad o seguirán en su lógica de Guerras Eternas provocando más muertes, destrucción y sufrimiento al pueblo ucraniano?

Nicolás Sampedro

Prefiero escucha antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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