Estás cambiando más que yo

Estás cambiando más que yo

TIEMPO DE LECTURA: 3 min.

Sobre Asusta un poco verte así, de Facundo Dell Aqua, editado por Malisia.

El horror tiene muchas formas y muchos nombres, aunque algunas no se puedan comprender y aunque no siempre se puedan pronunciar. Pero el horror también tiene gestos mundanos, mezquindades y máscaras. El horror no es nada si no generoso en su oferta de posibilidades. Detrás de todas estas manifestaciones hay una oscuridad primordial, muy difícil de reconocer y aún más difícil de nombrar.

Buena parte de la literatura universal, lo admita o no, se ha preocupado por ese aspecto en sombras, ya sea humano o completamente otro. Da vueltas alrededor, como un perro con hambre pero con miedo, mordisqueando los bordes, atento a la reacción. Temiendo el rechazo, no se compromete a llenarse la boca de negro. Antes sí. Algunos, hoy, todavía. Pero en general caemos en el relato de que el terror es el capitalismo y todo monstruo es metáfora. Lo cual no deja de ser cierto, ojo, pero no tiene por qué ser solo eso, tan funcional y práctico. Si fuese así, lo arbitrario, lo absolutamente imponderable y abyecto, no existiría. Y sin embargo estamos rodeados.

Asusta un poco verte así es una buena excepción a esta moda. Facundo Dell Aqua asumiendo, quizás, una forma pura del horror, se acerca a ella sin remilgos. Los cuentos que componen este libro hacen una suerte de recetario del terror, cada uno una forma de narrar con el miedo. Del slasher a la angustia existencial, pasando por el terror cósmico y el body horror. Todos los monstruos, y especialmente aquellos que habitan dentro de nosotros, los que nos invaden y crecen en la sangre, los que se vuelven tumor y nos transforman. Wendigos, vampiros, doppelgängers y escritores. Todos terribles, en especial los últimos, parásitos llamadores de la muerte.

Tal vez a modo de confesión, tal vez como exorcismo, en la figura de los escritores encuentra Facundo un canal para mostrarnos, además, esa otra cara del horror: caprichosa, egoísta, interesada y superficial. Este movimiento no es sin ironía, pero es una sensación que mayormente queda del lado del lector. Es una ironía placentera pero no gozosa. Un guiño evidente pero igualmente sutil que Facundo nos hace desde el otro lado del mostrador de la ortopedia en la que trabaja y escribe. Lo que sucede es que  su  comentario  es  menos  para  el  sujeto  escritor  que  para  el escritor-agente-cambiario-del-mercado-literario, el escritor que opera con su capital intelectual. Una crítica aparentemente honesta a un entorno vampírico, hecha por un tipo al que probablemente le chupe un huevo que haya otro tipo escribiendo sobre sus cuentos para el suplemento cultural de una revista digital.

Este es un libro, entonces, en el que tanto la escritura como el horror aspiran a una forma pura y desprejuiciada; esa que, por impredecible, a los lectores y a las víctimas nos fascina y nos preocupa tanto. Sus cuentos tienen un magnetismo primitivo, nos capturan bajo un halo de inminencia. Son un olor en el aire, una amenaza sobre el cuerpo en guardia que, cuando la noche es más oscura, retorcido y deformado, nos recuerda de su fragilidad. Siempre estamos a un paso de que algo nos destroce y que de la oscuridad del alma surja nuestra peor versión.

Juan Fernández Marauda

Nació en Lanús, en 1988, pero creció en el Valle Inferior del Río Chubut. Trabaja en el cruce entre salud mental y escritura en un hospital de día. Es escritor, editor, librero y coordina el taller de escritura PULP! en la ciudad de La Plata. El puente de las brujas, su primera novela, fue publicada por EME en 2020, Esplín Tropical (México) en 2022 y la Dirección del fuego por EME en 2023


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Enemigos de sí mismos

Enemigos de sí mismos

TIEMPO DE LECTURA: 6 min.

El mundo cambia aceleradamente y se acercan semanas claves que pueden significar un “game changer”, un parteaguas en la geopolítica global. Poco y nada de esto te lo van a contar en los medios Occidentales, así que no te prives de buscar más información en otro tipo de plataformas.

Tal como lo afirmábamos semanas pasadas, el mundo estuvo al filo de la navaja. Y utilizando una analogía para graficar el desastre al que nos podemos acercar, las potencias del Occidente Colectivo, en concreto, se parecen un ludópata descontrolado timbeando todo a su alcance con tal de recuperar algo de lo que apostaron. Pero como casi siempre, el resultado de esa desesperación no puede ser otro que el derrumbe.

Sin dudas, si hiciéramos una encuesta y preguntáramos cuales son los 3 conflictos mundiales más importantes de la actualidad, habría al menos 2 que serían acertados por la gran mayoría (más allá de la carga valorativa o de responsabilidad sobre quienes intervienen en esos escenarios): Ucrania y Asia Occidental (fundamentalmente Gaza y Líbano). El tercero quizás estaría menos claro, pero muy posiblemente dentro de algunas semanas ya haya el volumen de “noticias” suficientes como para adivinarlo: Taiwán. Podríamos haber dicho “Corea del Norte” (en realidad República Popular Democrática de Corea), sí, pero a la luz de los hechos -al menos por ahora- no parece alcanzar semejantes proporciones como para entrar en el top 3.

Respecto del primer conflicto (Ucrania), aunque difícilmente lo vean en medios Occidentales, esa guerra ya la perdieron. El payasito usurpador de Kiev sufre no sólo de grandes corruptelas (él incluido), sino de falta de financiamiento, resultados militares desastrosos, pero fundamentalmente falta de personas dispuestas a ir al campo de batalla (estén o no formadas). Las deserciones en los frentes de batalla en estas semanas se han multiplicado bajo la denuncia de que -literalmente- los están dejando a merced de Dios: sin armas, sin comida, sin municiones, y que los jefes ya no están.

Pero como no podía ser de otra forma, ese Occidente Colectivo siempre puede ir un paso más allá y jugar con la muerte: Recientemente Países Bajos autorizó a Kiev a utilizar aviones MIG29 y F16 incluso para atacar objetivos en territorio ruso, algo que Moscú había señalado que sería tomado como una agresión directa de la OTAN, ergo sería el bloque entero quien estaría en guerra con el oso euroasiático. Podríamos abrir desenas de escenarios posibles, pero un error de cálculos y la humanidad se puede ir por el tacho en un conflicto nuclear a gran escala. Y si bien e esta semana esta posibilidad parece haber mermado, no puede descartarse, la imbecilidad occidental es cada vez más grande.

Respecto del conflicto en Asia Occidental, ya casi nadie se compra la de “Israel tiene derecho a defenderse”. Hasta el más descreído político se horroriza al ver las imágenes que llegan cada hora sobre el genocidio en Gaza; los asesinatos sistemáticos y el robo permanente de tierras en Cisjordania (a manos del ejército sionista o de los colonos); o los bombardeos en el sur de Beirut (también hubo en el norte) que provocaron el desplazamiento forzado de millones de personas.

Ante la masacre contra civiles y el asesinato de Sayyed Hassan Nasrallah, Ismail Haniya y Abbas Nilforushan, la República Islámica de Irán lanzó una andanada de misiles demostrando no sólo que la famosa “cúpula de hierro” es una farsa, sino que puede golpear a Israel en el momento que quiera y donde quiera. Como era de esperarse la cólera de Bibi Netanyahu (en realidad de apellido Mileikowsky) llevó al sionismo a lanzar amenazas y advertencias de respuesta que relativamente fueron frenadas: EEUU está en medio de una elección presidencial y los demócratas no se van a jugar la elección simplemente porque le hayan golpeado el ego al sionismo jázaro. Iniciar un intercambio de misiles de gran escala con Teherán, podría llevar a una escalada que involucre a las potencias nucleares, algo que hace unas semanas parecía que podía provocar el demente de Zelenski. El envío de su sistema antimisiles THAAD a Israel (que tiene que ser operado por personal norteamericano, se estima que son unos 100 soldados) es una jugada peligrosa pero que puede servir para que nadie mueva un pelo, al menos hasta la elección.

Los norteamericanos saben que no podrían hacer frente a una escalada de esa envergadura y parece que habrían convencido al talmúdico psicopatológico de “posponer” la respuesta hasta después de noviembre. De hecho, Biden se ufanó de saber cuándo y donde serían los ataques en su reciente visita a Alemania. Incluso, el propio Trump alertó recientemente sobre la posibilidad de una Tercer Guerra Mundial en los próximos 3 o 4 meses. No casualmente es el tiempo entre la elección presidencial de noviembre en EEUU y la asunción de quien resulte ganador o ganadora en enero del 2025.

El tercero de los conflictos, el de Taiwán, viene calentándose desde hace algunos meses, pero estas semanas cobraron mayor relevancia luego de los ejercicios militares que realizara China alrededor de la “isla rebelde”. Como era de esperarse los norteamericanos y sus lamebotas saltaron asustados alertando sobre la “amenaza a la paz y la seguridad” y bla bla bla. Xi Jimping ha manifestado en más de una oportunidad que no desea un conflicto con Taipei, pero China es una sola y no tolerará intromisiones extranjeras. Si EEUU no vendiese armas al gobierno taiwanés, quizás la paz y la seguridad no peligrarían. El doble racero ya es descarado.

Seguramente las semanas venideras seguirán apareciendo titulares que pongan en alerta al mundo por la posible invasión china sobre Taiwán y habrá cientos de horas de análisis de expertos occidentales, que seguramente olvidarán que incluso EEUU oficialmente reconoce la política de “una sola China” que propugna el país asiático. La fragilidad mental y los olvidos del Occidente Colectivo pueden llegar a ser sorprendentes.

Ahora, miremos a quienes golpean o pretenden golpear estos conflictos: Rusia, Irán y China. Por deducción lógica y muy evidente, estas guerras son anti BRICS+. Golpean a sus principales potencias y promotoras, y colateralmente a los países cercanos al bloque. El problema que tiene Occidente es que no le está sirviendo ni para debilitar a esos países, ni para asustarlos, ni para asustar al resto. Alrededor de 40 países han pedido ingresar al bloque que ya representa un PBI mayor al del G7. Tal como lo afirmó recientemente el analista geopolítico del Executive Intelligence Review (EIR), Dennis Small, los BRICS han dejado atrás al G-7 en los rubros puntuales de la “economía física”: población 45% del planeta; acero 71%; carbón 69%; petróleo (sin Arabia Saudita) 32%; ferrocarriles 62%; producción de trigo 47%. Y si se siguen sumando voluntarios, la ecuación se profundizará.

Viernes de la semana pasada se realizó la reunión de los ministros de finanzas y jefes de bancos centrales de 9 de los 10 países de los BRICS, Arabia Saudí aún está dubitativo respecto de si es o no miembro pleno del bloque (según se especula MBS enviaría a su ministro de Relaciones Exteriores y no asistiría personalmente ante el temor de que la CIA le organice un golpe de Estado en su ausencia). Luego de la misma, Putin se reunión con periodistas de los distintos países que componen el bloque y arrojó algunas definiciones que pueden orientarnos a intuir algunos de los temas que pueden surgir como definición en Kazán: el sur global ya no confía en el dólar porque éste es utilizado como arma (sanciones), los BRICS+ están armando un sistema de pagos alternativos al Swift, las transacciones posiblemente abandonen el dólar y pasen inicialmente a realizarse en monedas locales mientras se piensa y arma una moneda de reserva alternativa, se crearán figuras alternativas a de miembros plenos del bloque (difícilmente se sumen miembros de pleno derecho en esta cumbre).

El Occidente Colectivo ya no es motor económico ni la fábrica del mundo; perdió peso militar significativamente; financiera y económicamente está naciendo algo nuevo; su diplomacia se basa en amenazas y no en confianza; el sur global empieza a ver que hay otras alternativas y el miedo a represalias parece cada vez menor. Por eso la desesperación de EEUU. Por eso las semanas venideras pueden ser un parteaguas en la historia contemporánea del mundo. Aunque los medios no te lo cuenten e intenten ocultarlo, la soberbia y codicia de Occidente los convirtió en enemigos de sí mismos.

Nicolás Sampedro

Prefiero escuchar antes que hablar. Ser esquemático y metódico en el trabajo me ha dado algún resultado. Intento encontrar y compartir ideas y conceptos que hagan pensar. Me irritan las injusticias, perder el tiempo y fallarle en algo a les demás.

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