Un fantasma recorre los barrios de la Ciudad de La Plata… el fantasma de Mark Fisher. Un fantasma insistente, incómodo y tan desconocido como familiar.
Desde el 2021 que venimos invocándolo. Aquel año, en tiempos de pandemia, asechados por el virus en su expresión biológica (el COVID-19) y en su expresión social (el Kapital), decidimos reunirnos a conspirar. Es que aquella crisis nos (re)planteo debates nodales sobre nuestras vidas, dejando en evidencia varias cosas: la aceleración desmedida a la que nos somete el capitalismo, en la que pareciera que no tenemos tiempo para nada más que para trabajar; la irracionalidad de la lógica de la acumulación, en la que la ganancia es más importante que la vida; los efectos catastróficos de la depredación ecológica; la profunda crisis anímica (depresión, ansiedad, estrés, etc); etc., etc. Con la cuarentena se pusieron en tensión las columnas vertebrales de este sistema injusto y sin embargo, al poco tiempo, nos dimos cuenta que todo iba a seguir igual… o peor.
Así y por eso nació, en Interferencia -un famoso bar de Meridiano V-, Los fantasmas de mi Birra. Como ya dijimos, para conspirar…con un libro en una mano y un vermú en la otra. Los fantasmas de mi birra comenzó como un encuentro y se volvió red. Hoy, podemos decir que es un consolidado grupo de estudios, ocio y acción político-cultural organizado alrededor de las ideas de Mark(x) y de muches otres intelectuales orgánicos.
Para quienes no lo conocen, Mark Fisher es un bloggero y filósofo punk británico que, a nuestro juicio, es fundamental para pensar la realidad actual, para entender eso que él mismo denomina realismo capitalista: ese sistema que se volvió una atmósfera generalizada en la que reina la impotencia de saber que todo está mal, pero de tener la certeza de que no podemos hacer nada para cambiarlo. Un sistema que cancela el futuro, que nos sumerge en la depresión y la resignación.
Fisher nos dice que el triunfo máximo del capitalismo es justamente ese, el haberse instaurado como un escenario inevitable. “No hay alternativa” es el mantra capitalista que penetra hasta en las fuerzas políticas progresistas. Y entonces ¿qué hacer? ¿resignarnos a mitigar sus excesos? Pareciera que el capitalismo tiene la capacidad de precorporar todas las expresiones que se le oponen, es decir, moldearlas antes de que surjan y darles un lugar en su circuito. Así, para enfrentar a la derecha nos ofertan una candidatura de centro-derecha; a la cultura under le reservan un lugar especial en el mercado; y el indie se transforma en un género mainstream de Spotify. Y la lista sigue.
Desde ese diagnóstico parte Fisher para pensar la precarización generalizada de nuestras vidas: la superexplotación del trabajo, con jornadas laborales cada vez más extensas; la compulsión al consumo, bajo la promesa (siempre incumplida) de los “infinitos placeres que están disponibles si consumiéramos un poco más”; el “voluntarismo mágico”, que nos hace creer de que ser felices depende pura y exclusivamente de nosotres; y la “estasis cultural” (cuya máxima expresión es la retromanía y el pastiche), resultado de la falta de tiempo para innovar y generar cosas nuevas.
Partiendo de este diagnóstico y por ese diagnóstico, hay quienes ven en Fisher a un autor pesimista, pero nosotros creemos todo lo contrario. Vemos en él a alguien que busca todo el tiempo una salida, una alternativa. Y ahí está, proponiéndonos recuperar los proyectos utópicos, los futuros perdidos de aquellos que, en el pasado, soñaron con una sociedad donde la tecnología sea puesta al servicio de las necesidades de todes y donde vivamos sin opresiones de ningún tipo. Nos propone recuperar el “todavía no” de esos futuros para los que las generaciones pasadas nos prepararon, pero que nunca se materializaron.
Pero también, nos propone que encontremos señales de ese futuro en este presente miserable, y que construyamos deseos propios, poscapitalistas. Deseos que cautiven y libidinicen nuestros proyectos.
Por todo eso y mucho más, consideramos que su obra es ácida en todos los sentidos que esta palabra supone, y llena de fantasmas que intenta poner de nuestro lado.
En síntesis, vemos en su búsqueda de los futuros perdidos, artefactos para imaginar y crear mundos nuevos; para recuperar la potencia emancipadora de la melancolía y soñar un futuro en el que el deseo y el comunismo se reconcilien en armonía; para sacar del estigma individualizante a la depresión y poder pensarla como un problema social inherente a este sistema. Porque, como bien remarca Fisher, “partiendo de una situación en la que nada puede cambiar todo resulta posible una vez más”.
Por último, y para terminar, es importante remarcar que estamos convencides que en estos tiempos sombríos “no necesitamos esperanza; lo que necesitamos es confianza en la capacidad de actuar.”
Todo esto puede hacerse, y una vez que ocurra ¿Quién sabe qué es posible?
Les compartimos una entrevista hecha en Radio Trinchera en el programa Plastico Cruel

Los fantasmas de mi birra
Grupo de lectura, estudio y ocio sobre Mark Fisher nacido en Meridiano V, ciudad de La Plata