El ministro de Defensa israelí aseguró que pretende aniquilar la población de la Franja de Gaza, sin permitir que “nadie salga ni entre”. Mientras el periodismo occidental solo repudia una rebelión palestina realizada con escasos recursos, hace ojos ciegos a lo que es un genocidio más en esta larga historia del Naqba, donde Israel, superior en armamentos, robó y erradicó casi todo el territorio palestino.
Este sábado 7, durante la mañana en Argentina, los medios de comunicación vociferaban la noticia de que el grupo “terrorista” llamado “Hamas”, perteneciente al Estado de Palestina, había penetrado una parte del muro que divide la línea de Gaza y el sur de Israel, y desde allí, dicha organización armada había logrado colarse hacia el territorio, una vez superado a las fuerzas de defensa israelíes que aguardaban allí.
Luego de este hecho, comenzaron a circular distintas imágenes de la cruenta situación vivida allí, (que no es una simple escalada de violencia aislada), que mostraban “el terror” y la “alevosía” con la que actuaban los “terroristas” en el territorio Israel, asentando así la noticia de que solo por capricho, un grupo de, una vez más, “terroristas” atacan por gusto al mártir Estado de Israel. Pero en la historia de la geopolítica toda laucha tiene cola, y todo conflicto, por lo general acarrea por detrás un cúmulo de situaciones que llevan hasta lo acontecido actualmente. En este caso, es tal el cinismo de la opinión pública generada por los medios de comunicación, no solo de Argentina, si no en general occidentales, que solo bastaba con voltear a lo sucedido entre estos dos pueblos durante el año corriente para abarcar la noticia de otra manera.
La situación que concierne al proclamado Estado de Israel y al de Palestina se podría remontar tan atrás como se quisiese, tanto desde la creación del Estado de Israel, como al motivo que lo generó, que se remonta a principios del siglo XX. Por aquellos años, la Europa que hospedó dos guerras mundiales, poseía en sus habitantes un alto nivel de anti semitismo, es decir, respuestas racistas ante la comunidad Judía. Años antes, en referencia al Monte Siom, el austro-húngaro Theodor-Herzl promovió bajo el término “sionismo” la voluntad de encontrar un territorio para la comunidad judía, donde estén libres de prejuicios y persecuciones. De más está mencionar cual fue el destino de miles de judíos durante la segunda guerra mundial, donde bajo parámetros parecidos a los que hoy se utilizan en contra del pueblo palestino, fueron aniquilados por la Alemania Nazi, en una búsqueda de eliminación étnica. En este sentido, es muy interesante la paradoja de que hoy el Estado irsaelí reproduce el odio con el que se le cargó a la comunidad judía, en contra de Palestina.
Lo cierto es que en 1948, mediante un plan del Reino Unido apoyado por la Organización de las Naciones Unidas y sus socios comerciales del Atlántico Sur (OTÁN), se decidió crear el Estado de Israel en tierras Palestinas, con el un fuerte apoyo económico de Estados Unidos. La guerra que hoy trasciende a los dos Estados no se explica de otra manera más que de esta. La tierra que en un 93% pertenecía a Palestina, fue dividida en un 52% para Israel, y se obligó de esta manera al éxodo forzoso hacia el 48% de tierra restante a habitantes palestinos que no tenían las mismas prácticas culturales ni religiosas. Este éxodo forzoso no fue otra cosa que el inicio de lo que se considera “Naqba”, que significa la persecución del Estado de Israel al pueblo Palestino mediante encarcelaciones, torturas, bombardeos y demás crímenes que arrinconaron cada vez más a Palestina, en la búsqueda de quitarles más tierras y por qué no, reducirlos cada vez más en su existencia. Aquí el paralelismo entre lo que la Alemania Nazi quiso hacer con la cultura judía, y lo que los herederos de estos practican actualmente con Palestina.

En esta imagen puede reflejarse como conforme al paso del tiempo fue eliminada la tierra y en gran parte la población palestina, y como el Estado de Israel monopolizó la zona. Cuando se habla de la cola que acarrea cada historia, se puede incluso trazar un paralelismo más grande. Y es que esta contienda sin dudas es una resaca del imperialismo y racismo ejercido por las grandes potencias durante los siglos 19 y 20. Por su puesto que, si bien Estados Unidos no impulsó el anti semitismo (más bien lo combatió), hay que situarlo en su contexto. Como ganador de la segunda guerra, supo capitalizar mediante el plan Marshal la ayuda a la Europa resquebrajada, sometiéndola a préstamos que más adelante le darían el dominio unipolar del mundo, cuando su principal competidor, la Unión Soviética, se disolvió en los papeles a principios de la década del 90. En este sentido, el apoyo económico y militar de Estados Unidos hacia el impulso del Estado de Israel en 1948 fue, al igual que el plan Marshal, parte de su planificación como hegemonía mundial. Poseer un aliado (casi un hijo) en una zona en la que se disputan flagrantes riquezas como lo es el medio oriente, suponía un golpe certero.
Contemplando todos estos factores, llegamos hacia el presente, en conciencia de que a partir desde su creación en 1948, el poderío militar y armamentístico del Estado de Israel fue y es considerablemente superior al de Palestina, y en conocimiento de que en estos 75 años, Israel robó casi la totalidad de las tierras a fuerza de sangre. El grupo llamado Hamad se sublevó ante lo que las principales potencias pretendían lograr, que era un alto al fuego y una salida “pacífica” entre estos dos Estados, y atacó al sur de Israel. No es cuestión de si fue una correcta decisión o no, pero, sobre los papeles, se avanzaba sobre la normalización de una situación donde los palestinos perdieron casi todo su territorio ¿Cómo se sentiría usted?
En este escenario es clave entender que, con el fin del mundo unipolar, y la creciente del mundo multipolar, existen naciones que pisan mucho más fuerte que hace 20 años, y una clave en este caso es Arabia Saudita, a la que Estados Unidos ve hoy como un potencial socio comercial. Las características culturales e históricas de Arabia Saudita hacen que se mantuviese durante todo el conflicto hacia el lado palestino, aunque hoy, como potencia emergente que es, debe meditar mejor sus decisiones. Estados Unidos, por obvias conveniencias propone actualmente la normalización de las relaciones internacionales entre el Estado de Israel y Arabia Saudita, e incluso estos últimos se pronunciaron mediante comunicado oficial a favor de “una resolución pacífica”, sin dejar de responsabilizar a Israel, pero en pos de una postura intermedia. Esto finalizó durante esta mañana, cuando los saudíes anunciaron el “fin de las negociaciones” con Israel, en respuesta al terrible ataque de estos contra la Franja de Gaza. “Lo que fue antes, ya no lo será. Accionaremos con todas nuestras fuerzas”, había anticipado el ministro de defensa israelí, Yoav Gallant, quien había llamado a los civiles de esa región a abandonarla, para luego, horas después retractarse, y elevar aún más la violencia: “Nadie entrará ni saldrá de la Franja de Gaza, estamos luchando contra animales y actuaremos de manera acorde”.
Las declaraciones de Gallant sin dudas describen la ante sala de lo que podría terminar de consumar un auténtico genocidio. Una escalofriante manera de justificar la intención de Israel de borrar del mapa a la población Palestina que ocupa la Franja de Gaza. Deshumanizar al otro, tratarlo de “animal”, es una estrategia discursiva que habilita la eliminación del otro. Bajo este mecanismo comunicacional sucedieron incontables genocidios, entre ellos el de los alemanes a sus antecesores judíos. No obstante, lamentablemente esta acción sería una más de las que suceden hace 75 años, desde el inicio del Naqba.
Sobre esta línea, Rusia mantiene actualmente comunicaciones con la liga árabe (Arabia Saudita y Egipto) con el objetivo de realizar distintos movimientos diplomáticos que eviten lo que se vaticina como una autentica matanza. Por su parte, Egipto había cerrado el único paso que la población de Gaza tiene para escapar, el de Rafah, donde Israel concentra sus bombardeos, pero no decidió reabrirlo sino que además actualmente envía ayuda humanitaria, a pesar de las amenazas de ataque de Israel. En este punto es importante destacar que, en las últimas horas del lunes, la sección de inteligencia egipcia notificó haber registrado movimientos “inusuales” de Israel sobre la Franja de Gaza, diez días antes de que se produzca el ataque de Hamas y que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, omitió las advertencias.
Por si fuese poco todo lo mencionado, durante las últimas horas del lunes las fuerzas armadas israelíes cumplieron con otra de sus salvajes promesas: “Ni luz, ni electricidad, ni agua, ni combustible”. De esta manera circularon videos donde se puede ver a los armados cortando los suministros para Palestina. Es importante hacer una nueva revisión sobre estos procederes y entender la diferencia de legitimación que existe entre Israel y Palestina. El ataque palestino como respuesta al incesante Naqba, realizado por un grupo ilegítimo y de pocos recursos, que eliminó 260 civiles, se condenó de manera fehaciente. En respuesta, el Estado de Israel decidió acorralar como animales (así lo dijo el propio Gallant) a la población de Gaza, con recursos básicos cortados para aniquilarlos por completo. Por su parte, la Unión Europea (UE) había anunciado en un primer momento que no brindaría ayuda, pero luego retrocedió ante las presiones de Irlanda y España, y llegó hasta el histórico hecho de intimar al Estado israelí por “violar el derecho internacional” con el bloqueo a la Franja de Gaza . Sin embargo, tanto los anuncios hechos por el propio Israel, como en un primero momento por la UE, fueron hechos como oficiales porque la lógica que convive en la opinión pública, lisa y llanamente, es que la vida de los palestinos vale menos que la de cualquier otro ser humano, si no, esto no podría explicarse.
Se viven horas álgidas en la región medio oriental, por supuesto tristísimas, pero que también representan una oportunidad actual de mirar desde un punto crítico los sucesos, y entender desde un panorama más amplio lo que encarna el espantoso Naqba desde hace 75 años.