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La jornada de votación de las PASO de este domingo celebró 40 años de democracia, pero no le hizo justicia: los dos candidatos mas reaccionarios obtuvieron altos porcentajes de votos. Mientras que Milei se impuso a nivel general con 30 puntos, Bullrich lo hizo ante su interna con 16 puntos. En medio este panorama, el oficialista Kicillof mostró retener la provincia con un abultado 36%.

Pasadas las 19 horas del domingo 13 de agosto en la jornada electoral de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, la expectativa en torno a los resultados crecía, pero habría una anomalía: los resultados no aparecerían si no por lo menos, hasta las 21 horas de la noche. Normalmente, el escrutinio general arroja el primer 5% pasadas las 19 horas, pero en esta ocasión, el voto electrónico en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires recientemente implementado, retrasaría el proceso debido a sus denunciadas fallas. La capital de la Nación eligió candidatos hasta las 19:30, y en los principales medios de comunicación, que actúan de voceros inmediatos con el pueblo, aseguraban que entre las 21 y 22 horas podrían entregarse las primeras certezas.

Previo a los resultados, se especulaba a través de distintos analistas y encuestas que la situación actual arrojaba una división de tres tercios entre las principales fuerzas: la oficialista Unión Por la Patria, la oposición Juntos Por el Cambio, y la emergente Libertad Avanza; pero en ningún teorema este último  encabezaba la lista. Llegadas las 22 horas era inminente: los libertarios habían acaparado por lo menos 30 modestos puntos, mientras que los amarillos aparecían segundos, con 28 puntos, y tercero el oficialismo, con un similar 26 que finalizó en 27 puntos. Este escenario, además de inesperado, fue por lógica un golpe durísimo al frente que encabezará de cara a octubre Sergio Massa.

No obstante, el panorama entregó otra sorpresa en simultáneo: Axel Kicillof se impuso en la provincia cómodamente, lo cual impone alguna teorías: el reconocimiento a la gestión por parte de los bonaerenses fue un hecho, y no dejo caer sobre si el peso de la situación nacional. La región del conurbano, el área metropolitana y la provincia de Buenos Aires, en general, eligieron al oficialismo como modelo de gobierno; y el voto a Javier Milei no tiene decididamente una elección de su modelo de gobierno, sino de su modelo de des-gobierno, traducido en el cansancio, hartazgo y bronca del electorado con el nivel de resolución de los actores políticos.

Las primeras dos teorías fluctúan juntas en torno al resultado presidencial sucedido por ejemplo en el conurbano: Unión Por la Patria sacó en su conjunto un 37%, mientras que Juntos Por el Cambio quedó segundo con 28%, y la Libertad Avanza tercera con 25%. Esta región, por ejemplo, votó a modo de boleta única por lo menos en la presidencia y gobernación de provincia, ya sea como reconocimiento a la gestión de Axel Kiciloff, como elección de modelo, o ambas en simultáneo. De cualquiera manera, una elección arrastró a la otra. A la hora de trazar la totalidad de la provincia de Buenos Aires, la puja fue un poco más reñida, pero el oficialismo ganó de igual manera, mientras que la Libertad Avanza no obtuvo una trascendencia tan amplia: UxP triunfó con 31%, le siguió JxC con 29%, y terceros quedaron los violetas con 25%. En ese sentido, si el porcentaje total de Kicillof en la provincia fue de un 36% y el de los candidatos a nivel nacional de un 31%, sería entonces el gobernador quien direccionó la tendencia de votos, y no a la inversa. Esto también indicaría que un 5% del electorado que lo eligió decidió cortar boleta para ponerlo en sus filas, lo cual no es una acción menor en este contexto electoral de despolitización, marcado por el bajo 68% de participación total, y el abrupto 6% de votos en blanco.

De esta manera, el oficialismo se llevó una grata sorpresa adentro de un cúmulo de sorpresas ingratas: el famoso faro de luz entre la oscuridad se vio en medio de una noche negra, y de la mano del único cuadro político que tenía con qué. En esa línea, es importante recalcar que Axel Kicillof  fue el gestor que más reconocimiento obtuvo dentro del frente de Unión por La Patria a la hora de armar y elegir candidaturas; tanto es así que fue sin discusión el candidato de unidad (solo durante unos meses Victoria Tolosa Paz pretendía competir en interna, previo al acuerdo entre Scioli y CFK), fue también el candidato a gobernador elegido por ambos pre candidatos a presidente dentro del armado (Massa y Grabois), tuvo el apoyo total de todos los gobernadores provinciales; y a su vez fue colocado varias veces en el lugar de mejor candidato a presidente, pero solo la dicotomía que representaba la posibilidad de perder la provincia de Buenos Aires lo colocó nuevamente en ese puesto.

Es importante aclarar que, con este conjunto de datos, no se puede asegurar una inminente victoria de Axel Kicillof en octubre, sobre todo si se analiza una transferencia de votos entre las derechas: acumularon 32 puntos entre Néstor Grindetti y Diego Santilli, siendo el primero ganador y perfilándose para octubre como competidor directo del gobernador actual. Por su parte, la candidata de La Libertad Avanza, Carolína Piparo, obtuvo un 24% de los votos, y si bien la transferencia de unos a otros no es un hecho, estas cuentas no pueden quedar por fuera del análisis.

No obstante, en términos de imagen, la diferencia sí debería ser escandalosa: Mientras que Kicillof acumula una buena gestión reconocida por propios y extraños (recordemos que una cantidad de su electorado cortó boleta para elegirlo, y sacó el porcentaje individual más alto de todos los postulantes en la jornada de ayer para su cargo), el candidato de Patricia Bullrich, Grindetti, transita un trasfondo escandaloso, en el cual aceptó el cargo de vicepresidente del Club Independiente al mismo tiempo que ejercía la intendencia de Lanús, y tuvo que abandonar este cargo cuando le tocó sustituir a Fabián Doman en senda presidencia del club rojo. A su vez, su sustito en la intendencia, Diego Kravetz, protagonizó durante esta semana trascurrida previa a las PASO un intento de desviación de responsabilidades, en el cual nombró a un joven de 14 años “vinculado con el Kirchnerismo” según sus propias palabras como culpable del asesinato a la joven de 11 años, Morena, lo cual fue desmentido rápidamente por la fiscal a cargo, Silvia Bussano: “Es cierto que en un primer momento se dijo esa versión pero rápidamente fue desestimada”, declaró en los principales medio de comunicación.

Todo ese intento, por supuesto, cargó por detrás con la ideológica solución de la baja de la imputabilidad como solución a la delincuencia por parte de Kravetz, sin reparar en cuestiones estructurales de indigencia como el no acceso a la educación, salud, alimentos y otras falencias que derivan en el accionar delictivo. Por su parte, la candidata Píparo, del conjunto violeta, responde lisa y llanamente a las lógicas de su partido.

Debido a todas estas líneas, Axel Kicillof supo diferenciarse con creces del contexto, y así fue reconocido en las urnas. Si bien su triunfo aún no está garantizado, es un bastión del cual sujetarse fuertemente si así fuesen los resultados finales. Pero no lo son, aún queda la instancia general de octubre, y, cumplida la teoría de los tres tercios, habrá que ver que variables pregonan a nivel nacional: a dónde viran los votos que no fueron, los blancos, y los de quienes especularon con ingresar tanto en internas ajenas, como los de quienes eligieron el voto violeta como un castigo a toda la clase política.

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