Este agosto del 2023 nos encuentra revisando la historia para poder hacer una lectura para el futuro, para todes, todas y todos, una forma de acercarnos desde la historia al presente, y del presente al pueblo. Acercarnos desde la carrera de Psicología a la historia del país con una mirada emancipadora vuelve imposible la reconstrucción histórica de la disciplina sin mencionar a Beatriz Perosio, psicóloga militante de la Vanguardia Comunista, quien atravesada por el contexto histórico, estaba convencida de que el deterioro de la asistencia sanitaria argentina era una consecuencia directa de la penetración del imperialismo norteamericano y sus agentes dentro del aparato estatal. Por esta razón se comprometió con la organización profesional de psicólogos y psicólogas en el contexto de la salud pública. A su vez, militaba un abordaje colectivo e interdisciplinario de la salud mental participando de la coordinadora de trabajadores de la Salud Mental.
En esta línea, es necesario reivindicar su tarea gremial que desplegó desde un posicionamiento crítico, desempeñándose en primer lugar como secretaria de Asuntos Profesionales en la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires a partir de 1975. Además, en 1977 en el contexto de la última dictadura cívico militar, asumió y ejerció la presidencia tanto de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA) como de la Federación de Psicólogos de la República Argentina siendo la primera mujer en ocupar esos cargos.
El 8 de agosto de 1978 Beatriz fue secuestrada en el jardín de infantes que había fundado con el objetivo de formar infancias con pensamiento crítico. Beatriz continúa desaparecida hasta la actualidad, y en ese sentido es necesario preguntarse: ¿Qué quisieron desaparecer?
En nuestro país la política del orden (la dictadura) implementó la desaparición como método e intentó desaparecer las desapariciones. El ataque fue más allá de los casos singulares, de las víctimas mismas, apuntó a la sociedad toda, al conjunto social, a la cultura. En ese contexto, Beatriz apostaba a un proyecto para construir entre todes. “Cuando más aislados podemos estar, más hay que intentar comunicarse; cuando más dudas existen, más realizaciones hay que concretar”, afirmaba en Octubre de 1977 a través del órgano de difusión de la APBA.
El impulso de un nuevo orden social, que culminó con la última dictadura cívico militar, afectó a todos y cada uno de los espacios de formación colectiva e individual, en un clima en el que estaba en juego el camino que tomaria la orientación del psicoanálisis en nuestro país, la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina) ya no enmarcaba todas las posturas respecto al psicoanálisis, reinterpretado al calor de la revolución.
La disciplina de la psicología y su formación se encontraba en el eje de disputa entre quienes poseían una mirada elitista del ejercicio profesional y aquelles que creían necesaria una nueva lectura del marco teórico adaptada a un mundo convulsionado. De esta manera se empezó a concebir un paradigma de Salud Mental indisociable de una práctica política activa asociada a la izquierda, razón por la cual el psicoanálisis fue blanco de la Triple A y la dictadura que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”. Acdel Vilas, oficial militar que comandó la Operación Independencia en 1975, expresa el necesario foco de persecución de la disciplina en su concepción de la batalla cultural: “Hubo que olvidar las leyes de la guerra convencional para sustanciarse con este nuevo tipo de lucha. Una guerra eminentemente cultural. Si los militares permitimos la proliferación de elementos disolventes, psicoanalistas, psiquiatras freudianos, etc. Soliviantado las conciencias poniendo en tela de juicio las raíces nacionales y familiares estábamos vencidos, por lo tanto se planteaba la destrucción física para encubrir acciones subversivas”.
El nuevo orden tenía como objetivo principal instaurar un sujeto modelo, un estudiante modelo, negador de la política, era necesario atentar físicamente para poder disolver y destruir aquellas ideologías que cuestionaban los valores sagrados. Este modelo de ciudadano contrasta fuertemente con la concepción psicoanalítica de la subjetividad, cuyo Trabajo fundante fue recobrar la memoria, escribir la historia como movimiento para acercarse a la verdad: asumir una herencia, reconocer una deuda, todo esto enmarcado en la lucha de fuerzas dentro del campo psíquico. Este campo de fuerzas no está situado en un lugar en vacío, sino que tiene un contexto, sino que necesita de otro para poder dar inicio a este conflicto, porque el ser humano es un cachorro inválido que con otro que libidinice un cuerpo, un nombre, un lugar en la historia, llega a constituirse como sujeto.
Cuando hablamos de dictadura debemos tener presente que operaban sobre los cuerpos persiguiendo subjetividades, siguiendo esta línea y adentrándonos directamente en el campo de formación académica debemos recuperar la historia teniendo presente la persecución y desaparición de compañeres que defendían una Psicología crítica y comunitaria, proyectando un pueblo organizado, que organice políticas gremiales para una salida colectiva. No se trata solamente de recuperar los hechos del pasado a la manera de un registro de memoria maquinaria, sino de contribuir a disminuir sus efectos deletéreos; cooperar a de-construir las operaciones de silencio y negación que dejaron marcas inconscientes en cada uno; pues la Memoria tiene sus blancos, sus agujeros y sus deformaciones, no es una simple
reproducción de lo sucedido.
Escrito por la Agrupación Beatriz Perosio de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata