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Movimientos, inquietudes y transformaciones de la fuerza artística por les jóvenes ante la coyuntura país.

Sobre la fábrica C.I.T.A ubicada en 115 y 62, se organizó un ciclo de intervenciones interactivas y multidisciplinarias nombrado “Apología”. Esta propuesta artística se realizó el 29 de abril y fue planificada autogestivamente por jóvenes artistas que residen en La Plata. A puertas abiertas, el proyecto brindó la producción de fotografía en vivo, introduciendo el formato jam (improvisación) de sintetizador de dibujos proyectados en visuales, presentación live set de música por jam sintetizadores y destacándose en cada instancia creativa la performance.

Circular e intervenir son más que consignas dentro de la propuesta del arte performático, más bien “abraza la intención de que puedan borrarse los límites entre espectador / creador, buscando que todo aquel que vaya pueda ser partícipe desde un lugar activo, sea metiendo mano o por el recorrido en sí planteado de las diferentes situaciones sucediendo en simultáneo”, comentó Catalina Elemento, fotógrafa y organizadora del proyecto.

Entre penumbras y juegos de luces artificiales, una atmósfera de extrañeza decora el predio industrial; para entrar se tenía que atravesar una cortina de bolsas plásticas transparentes que eran reflejadas por una luz verde flúor.  El cuerpo avanza bajo la luz que encandila y la mente entre confusa y expectante ante una revelación en sí, se funde con la música de sintetizadores excitante. Fede Pocci (Amarhac) musicalizó parte del evento y caracterizó como “una necesidad latente de romper con todo lo que se nos enseñó como correcto” al clima del encuentro. Su trabajo como creador visual 3D y productor musical, encuentra en la hibridación de texturas una caracterización propia de la hiperactividad y trituradora postmoderna propia del arte en la era digital.

Su trabajo se basa en el desarrollo de un ecosistema utópico post-humano, en el que la invitación de la mixtura tiene como idea “poder sentirlos en el cuerpo, casi que puedas tocarlos con la imaginación”, comentaba Amarhac a lo que personalmente adjudica desde la música a romper con lo académicamente correcto.

La simultaneidad de disciplinas no es casual, más allá de la exploración creativa que esta permite al entrelazarlas, aquí socavan los indicios de lo que para Gilles Lipovetsky en su libro La era del vacío refiere al modernismo y su tendencia a la ruptura de la escena representativa: el vínculo entre la obra y el espectador.  

Ya no se trata de la mera contemplación estética y la interpretación razonada, sino ahondar en las sensaciones, la simultaneidad, la inmediatez y el impacto. En el Proyecto Apología está presente la interacción participativa, regida por un proceso de personalización, concepto que Gilles adopta a su perspectiva crítica en cuanto a la definición del posmodernismo y, por ende, al reconocimiento de un sistema que funciona gracias a la flexible categorización de opciones a la carta que constantemente estamos eligiendo.

No obstante, la herencia modernista no es solo narcisismo democratizado (el relativismo de que cualquiera puede expresarse y es validado), sino que los espacios de comunicación que el arte propone, no solo defiende lo que es une ante otres, sino que apela a la búsqueda de la autenticidad en las conciencias liberadas de las convenciones sociales y entregadas a una realidad cambiante, dividida y contingente. 

La falta de límites es la potencia más eximida que establece Apología como espacio abierto a la libre expresión. Se le invita al espectador a sobrepasar los límites del “yo” no solo cuando contempla, sino cuando intervine y crea sentidos. Deja en la obra parte de su esencia.

En la exposición aparece lo que el filósofo posmoderno Lyotard entiende como juegos del lenguaje, ya que se busca el quiebre con las grandes verdades y se propone deconstruir el sentido desde lo micro, intrapersonal y receptivo, surge una necesidad de crear alternativas de ser y hacer. “Es hermoso y desafiante buscar pista dentro de contextos experimentales y dialogar con el público el cual también tiene que permitirse una apertura a la experiencia de la no forma dentro de la forma”, comentaba Amarhac con respecto a la propuesta del proyecto donde la performance vislumbraba lo maravilloso del diálogo entre sonido y cuerpo, y que puede alcanzar lo que él entiende como “una suerte de comunicación no verbal e intuitiva entre quienes la ejecutan“.

La gente acompañó el set con una danza dislocada, como si la invitación de un sonido tan particular por lo disruptivo, incómodo y a la vez excitante, invitara a expandir la divergencia de las formas. Al punto de librarse de modismos personales, alejarse del qué dirán y tomar al error como gema que hace brillar lo más real y fresco que puede haber.

El hecho de abrir las puertas para que el público sea parte del proceso de producción y crear nuevas alternativas discursivas en torno a lo que nos pasa, habla de una perspectiva integral que prioriza con urgencia compartir. Catalina Elemento mencionó que “se había dado algo genuino y con la invitación a sentirnos parte de algo por igual”, y esa percepción habla de las inquietudes que les jóvenes persiguen atravesades por una coyuntura de crisis económica, ambiental, de fragmentación social y política, que acrecienta cada vez más la sensación de un futuro incierto.

Además, teniendo en cuenta que la derecha extrema viene presionando con eliminar este tipo de espacios gratuitos y al declive de las propuestas de carácter cultural, ya que prioriza el entretenimiento pago resguardado para una elite de consumo. Así se oculta el potencial de este tipo de espacios de discusión de nuestro tiempo, donde todes tenemos derecho a participar.

De hecho, la palabra apología según la Rae, es un discurso en defensa de algo o alguien, y justamente lo que aquí estaba en juego es la reivindicación entre une misme y les otres mediante el arte. Un “acá estoy y resisto” ante lo caótico y divergente que muchas veces excede a cada une. En tiempos de nichos aislados de consumo individualistas, esta propuesta aparece como herramienta de redescubrimiento y con la capacidad de posibilitar en el ocio el encuentro para divertirse y, por qué no, reflexionar.

La estética conceptual juega un papel muy importante en la performance, se intenta representar una idea de forma teatral, invitando al público a reflexionar: la foto producción en vivo es acompañada por una teatralización que consistió en la dramatización de una situación de “fiesta de cumpleaños” por seis personajes que encarnaban arquetipos diferenciales. Nahuel Vogel uno de los performers, refirió que para generar una interrupción, por ejemplo, en la calle, se usa la imaginación para configurar otro tiempo en un espacio. “Tiempo determinado por conductas sociales específicas”, agregó y además, concibió a la performance como una herramienta de disrupción muy potente. De hecho, desde los años 60 el movimiento Fluxus, con artistas como Yoko Ono, Joseph Beuys o John Cage, eran partícipes de esta puesta performativa donde el arte se introduce en la cotidianidad, con producciones de manera interdisciplinaria, que desafiaban el status quo político social, cuestionaban el rol de la mujer en sociedad y hablaban de muchos temas tabúes como el voyerismo de lo porno.

Vogel hizo un señalamiento al costo de su planificación y proyección, argumentando que, para poder sostener estos espacios en el tiempo, se necesita financiamiento: “No quería dejar de decirlo, son las condiciones materiales las que producen el under, les artistas independientes, y debería haber un pedazo de la torta para este tipo de movimientos y experiencias que habilitan otro tiempo”.


Por María José Grillo (@Humancristal)


Fuentes:

*La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural 1990 por David Harvey. Pag. 136 “Los cambios en lo que imaginamos, pensamos, planeamos y racionalizamos tendrán necesariamente consecuencias materiales. SoIo en estas términos muy amplias de unión de la mímesis con la intervención estética puede entenderse el amplio espectro del posmodernismo.”

*La era del vacío 1980 por Gilles Lipovetsky, especialmente apartados “Modernismo y cultura abierta” pag.116  y “Consumo y hedonismo: hacia la sociedad posmoderna” pag.126 

*Fluxus (Arte hoy) 2016 por Iñaki Estella

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